Las pensiones volverán a subir el año que viene un 2,6%, tal y como establece la ley aprobada en 2021 por el Gobierno de Pedro Sánchez para garantizar que las prestaciones aumenten cada año lo mismo que la inflación. Además, las pensiones mínimas y las de viudedad con cargas familiares tendrán incrementos adicionales, reforzando la protección de los colectivos más vulnerables. En definitiva, un mensaje de tranquilidad y seguridad para los pensionistas: sus ingresos están blindados por ley, no dependen de ninguna promesa electoral. Y, sin embargo, Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a mentir sobre este asunto con el único propósito de sembrar miedo y ganar votos. El líder del PP ha afirmado que él "garantizará la subida de las pensiones", cuando la realidad es exactamente la contraria: esa garantía ya existe desde hace tres años, gracias al Ejecutivo socialista. Feijóo no puede prometer lo que ya está garantizado; lo único que hace es intentar apropiarse de un logro que votó en contra y que ahora pretende convertir en arma política. Conviene recordarlo: los únicos gobiernos que han puesto en riesgo las pensiones en España han sido los del Partido Popular. Cuando Rajoy gobernaba, las pensiones apenas subían un 0,25% al año mientras los precios se disparaban. Aquel modelo condenó a millones de jubilados a perder poder adquisitivo mes tras mes, y a muchos mayores a llegar al final del mes sin dinero. Fue el PP quien implantó el copago farmacéutico, quien vació la hucha de las pensiones y quien quiso retrasar la edad de jubilación hasta los 70 años. Ese es el verdadero modelo que defiende Feijóo, aunque ahora intente disfrazarlo de compromiso social. Durante los años de gobierno de Rajoy, 1,5 millones de jubilados entraron en riesgo de pobreza. La pérdida de poder adquisitivo fue acumulada e irreversible. Mientras la luz, los alimentos o los medicamentos subían, las pensiones se mantenían congeladas por una fórmula injusta que impedía a los mayores vivir con dignidad. Y no solo eso: fue también el PP quien impuso el copago sanitario que obligaba a los pensionistas a pagar parte de los medicamentos recetados. Todo mientras se vaciaba el Fondo de Reserva, la conocida hucha de las pensiones, que había sido creada precisamente para garantizar el futuro del sistema. La propuesta popular de retrasar la jubilación hasta los 70 años significaba exigir a los trabajadores una vida laboral más larga y más dura, cuando muchos ya llegan a los 65 con secuelas físicas tras décadas de esfuerzo. Ese modelo no defendía una vejez digna, sino que empujaba a quienes podían a contratar planes privados y dejaba desprotegida a la mayoría. En resumen, un sistema que empobrecía a los de abajo para beneficiar a los de arriba. Ese es el verdadero modelo de Feijóo. No el que intenta vender ahora. El que promueve pensiones que se empobrecen, jubilaciones más tardías, planes privados para quien pueda pagarlos y mayor desigualdad entre hombres y mujeres. Un modelo que convierte la vejez en una carrera de resistencia...