Es un lugar que no existe para los ojos de quienes no quieren mirar. Se esconde en los mapas que olvidan que el Sáhara Occidental pertenece a una población a la que condenaron al exilio hace 50 años, y también aparece tímido entre las jaimas y las casas de adobe y ladrillo de la wilaya de Smara –en concreto, en la daerah de Farsia–, en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia).