Durante aĂąos el cine nos acostumbrĂł a una idea reconfortante: al final, alguien aparecerĂa para arreglarlo todo. Un hĂŠroe solitario, un elegido, una figura excepcional capaz de imponerse al caos y devolver el orden al mundo en apenas dos horas. En 2025, sin embargo, algo se ha roto en ese pacto silencioso entre las pelĂculas y los espectadores. Este ha sido el aĂąo en que el cine dejĂł de prometer salvaciĂłn. No ha ocurrido de forma abrupta ni con un manifiesto explĂcito. Ha sido mĂĄs bien un desgaste lento, casi imperceptible, que se ha ido colando en las historias, en los personajes y en los finales. Los hĂŠroes siguen apareciendo en pantalla, pero ya no convencen. Llegan cansados, dudan, fracasan o descubren -demasiado tarde- que el problema es mĂĄs grande que ellos. Y el pĂşblico lo acepta. Incluso lo agradece. HĂŠroes agotados para un mundo exhausto El cine de 2025 ha estado poblado de protagonistas que parecen arrastrar el peso de un mundo que no entienden del todo y que, desde luego, no pueden controlar. Incluso en las grandes producciones, el hĂŠroe clĂĄsico ha perdido su aura. Ya no es una figura aspiracional, sino un personaje problemĂĄtico, a veces incĂłmodo, otras directamente inĂştil frente a la magnitud de los conflictos que enfrenta. Captain America: Brave New World, uno de los estrenos mĂĄs esperados del aĂąo, presenta a un protagonista que hereda un sĂmbolo imposible de sostener. Lejos de glorificar el liderazgo, la pelĂcula subraya el peso polĂtico, moral y emocional que conlleva ocupar ese lugar, y deja claro que el problema no es solo quiĂŠn porta el escudo, sino el mundo que espera que alguien lo arregle todo. Algo similar ocurre en Thunderbolts, donde el supuesto grupo de "hĂŠroes" estĂĄ formado por personajes rotos, contradictorios y profundamente desconfiados entre sĂ. No hay ĂŠpica clĂĄsica ni promesa de redenciĂłn clara: la pelĂcula funciona casi como una autopsia del mito del salvador, sustituyĂŠndolo por una colecciĂłn de individuos incapaces de encarnar un ideal colectivo. En ambos casos, el mensaje es evidente: incluso cuando el cine insiste en volver al hĂŠroe, ya no puede hacerlo sin cuestionarlo. La figura del salvador empieza a sonar infantil. El hĂŠroe como problema, no como soluciĂłn El estreno de Superman en 2025 ha resultado especialmente revelador en este contexto. Lejos de limitarse a actualizar el mito, la pelĂcula se pregunta quĂŠ sentido tiene hoy una figura todopoderosa en un mundo atravesado por crisis polĂticas, desinformaciĂłn y desconfianza institucional. El hĂŠroe ya no es una garantĂa de justicia automĂĄtica, sino una figura incĂłmoda, observada con recelo tanto dentro como fuera de la pantalla. El cine parece asumir que el problema no es la falta de hĂŠroes, sino la necesidad constante de depositar en ellos una fe que la realidad ya no respalda. Del hĂŠroe al superviviente Fuera del universo superheroico, el cine de 2025 ha consolidado una figura muy distinta: la del protagonista que no salva, sino que resiste. En Mickey 17, la pelĂcula de Bong Joon-ho estrenada...