A ver, que se nos está yendo la pinza. Mucho. Pero es que de un tiempo a esta parte cualquier cosa parece que se dice con doble sentido, o con alguno hermético que sólo los iniciados comprenderán. O, como dice el dicho clásico y castizo, que aquí ya nadie da puntada sin hilo. O no. Porque muchas veces odiamos pensar que la famosa Navaja de Ockham es lo auténtico, y hasta preferimos dotarle a nuestros enemigos de un ingenio o unas capacidades que en modo alguno tienen. Supongo que mola más. Hacer grande al oponente en tantas ocasiones lleva a orgullos homéricos tras la derrota. Así lo hicieron los ingleses en 1588 tras Gravelinas por haber ganado el favor de Dios en la tormenta contra la Grande Armada , o los franceses en 1643 en Rocroi al haber derrotado a los invencibles Tercios . Mola mucho más, dónde va a parar. Pero la verdad luego te dice que una batalla no es una guerra, y que los ingleses perdieron aquél conflicto contra Felipe II , y que los Tercios siguieron ganando batallas tras aquella derrota. Y la verdad de estos días es que absolutamente absurda la polémica entre los que felicitan la Navidad y los que felicitan las Fiestas. Cierto es que hasta este Espía Mayor en ocasiones remarcó en sus parabienes la Pascua de la Natividad del Señor (¡ea!) para remarcar de manera más que clara, el motivo de estas fiestas. Que no son el ponerse gocho comiendo capones, pulardas, corderos y mariscos como si no hubiera un mañana, y de manera repetida en varias jornadas como si fuera un tráiler de aquella película horripenda La Grande Bouffe . Ni por supuesto querer mucho que llegue Navidad para ver al pobre obispo turco Nicolás de Bari , llevado a los altares por su generosidad como patrón de los niños, aunque también de marineros, comerciantes, arqueros, ladrones arrepentidos, cerveceros, prestamistas, solteros, estudiantes y prostitutas, devenido en un gordete bonachón barbudo habitando en las gélidas nieves del norte en una evolución folclórica como pocas, y que llena las casas de regalos. Muchos regalos. ¡Venga regalos! Regalos buenos serían que el sentar a la familia por estas fechas fuera razón de alegrías y no de cuñadismo o de glotonería. Del mejor regalo que es poder abrazar a los tuyos y recordar con cariño a los que nos van dejando. Pues tarde o temprano nos dejarán de una u otra manera. Y convertir la ilusión para los niños en unas fiestas muy especiales donde la magia y la generosidad no estén enfrentadas. Y que nadie se sorprenda porque los cristianos celebren con villancicos y con alegre recogimiento la festividad del nacimiento de un Niño que, gustará más o menos a ateos y agnósticos, o a quienes profesen otras religiones, pero que cambiará por completo la Historia de la Humanidad y asentará las bases para lo que conoceremos como Occidente, que llegará a ser católico, esto es, universal, que es lo que significa tal palabro. Y en estas fechas donde se celebra este milagro, son también fiestas. Claro que sí. ¡Y muchas! La de la Nochebuena, la Navidad, los Santos Inocentes, Nochevieja, Año Nuevo, Noche de Reyes y Epifanía. De hecho, en el españolísimo Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española de 1732, en su tomo III, ya nos explicaba que la palabra «Fiestas» son las que se toman por las Pascuas. ¡Y en Pascuas estamos, leñes! Que nos gusta pelearnos ya por todo. Hasta por Navidad. ¡Felices Fiestas, queridos lectores, de parte de éste vuestro Espía Mayor! Y a las penas, ¡puñalás!