El obispo de Menorca pide derribar “muros de prejuicio” y tender puentes en su mensaje de Navidad

El obispo de Menorca, Gerard Villalonga, ha transmitido su tradicional mensaje de Navidad, centrando su discurso en la importancia de la fraternidad y la unidad de los cristianos. Villalonga ha recordado que, además de la “familia de sangre y carne”, los bautizados forman una segunda “familia de la fe”, unida por un vínculo espiritual que, según ha destacado, cobra especial relevancia en estas fechas. Haciéndose eco de la llamada a la unidad del Papa, el obispo ha subrayado que este vínculo fraternal debe ser un signo visible en el mundo, pues, según sus palabras, “la desunión es siempre un antitestimonio, la unión es un testimonio creíble”. Por ello, ha invitado a los fieles a dejar las dificultades a un lado, ya que “lo que vale la pena es vivir este amor de Dios”. El mensaje también ha tenido un fuerte componente ecuménico, aludiendo al Jubileo del año 2025, que conmemora los 1.700 años del Concilio de Nicea, calificado como una “profesión de fe común”. Villalonga ha extendido su llamada a “compartir también con los hermanos cristianos, aunque no sean católicos”, para hacer realidad el deseo de Jesús: “que todos sean uno”. El obispo ha instado a “caminar juntos”, un camino que implica “derribar los muros del prejuicio” y “tender puentes” para comunicarse. El objetivo, según ha explicado, es crear mejores condiciones de vida para todos y compartir la dignidad humana como personas “creadas a imagen de Dios”. Finalmente, el prelado ha recordado el núcleo del misterio navideño, citando palabras del Credo: “por nosotros y por nuestra salvación, bajó del cielo”. Ha descrito a Jesucristo como “Dios perfecto y hombre perfecto”, cuya encarnación es la fuente de una “esperanza renovada” y el motor del amor fraterno que ha de impulsarlo todo.