El obispo de Vitoria denuncia la “injusticia” y el “ninguneo” en la gestión del memorial del 3 de marzo

El obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, ha alzado la voz en plena Nochebuena para denunciar la “falta de justicia” que, a su juicio, está sufriendo la Iglesia en la gestión del futuro memorial de las víctimas del 3 de marzo de 1976. A pocos meses de que se cumplan 50 años de la matanza, el prelado lamenta que, aunque ya se está trabajando en el contenido, el proceso se desarrolla en una “armonía discontinua” con el resto de patronos y las asociaciones de víctimas. Elizalde ha recordado que la diócesis ha cedido gratuitamente el templo de San Francisco de Asís porque entienden que “el continente es parte del contenido”. Sin embargo, ha asegurado con rotundidad que, a cambio, solo han recibido críticas. “Nadie nos ha dado las gracias, todas han sido pegas”, ha sentenciado. El obispo ha sido especialmente crítico con la actitud de algunas asociaciones de víctimas, que “no han hecho más que criticar con su cáscara amarga”, y con las administraciones. “El resto, encantados, porque han encontrado un chivo expiatorio, no me callo”, ha afirmado Elizalde, quien también ha denunciado la falta de soluciones por parte de las instituciones para reubicar los belenes que deben salir de la iglesia. De cara a 2026, cuando cumplirá diez años como obispo de Vitoria, Elizalde ha hecho balance de una etapa de “renovación pastoral evangelizadora”. Este proceso se refleja en datos como los 32 seminaristas actuales, una cifra récord en cuatro décadas, o la revitalización del santuario de Estíbaliz, aunque también ha admitido que la renovación ha generado “tensiones internas” dentro de la propia Iglesia. Un factor clave de esta nueva etapa es la inmigración. “Nos está salvando la vitalidad de nuestros inmigrantes, también religiosamente”, ha subrayado el obispo. Según ha explicado, la transmisión de la fe se ha “desmoronado” en las familias locales, y ahora son los hijos de personas migrantes quienes llenan las catequesis y aseguran una “vida cristiana renovada”. Elizalde también percibe un “despertar” espiritual entre los jóvenes, que atribuye a un “hartazgo” con una sociedad “sin trascendencia”. En su opinión, el crecimiento de movimientos como Hakuna o Effetá y el aumento de las confirmaciones demuestran que la juventud busca respuestas en lo religioso de una forma “contrainstitucional”. En un día como Nochebuena, el prelado no ha olvidado la realidad social que refleja el último informe Foessa, denunciando que la pobreza se cronifica y que “el sistema falla” cuando hay familias que no salen de la pobreza pese a tener trabajo. Frente a ello, ha puesto en valor la función subsidiaria de la Iglesia con iniciativas como la cesión de casas curales al programa Berakah, que ha calificado como “brotes verdes”. Pese a las dificultades, el obispo de Vitoria ha querido lanzar un mensaje final de optimismo. “La esperanza es un don, nos la trajo el señor, nosotros somos rostro de ella y tenemos que comunicarla”, ha concluido.