Elogio del Conurbano

Elogio del Conurbano

A dos cuadras de la casa en la que viví mis primeros diez años, en Lanús, había un potrero. A la pelota solíamos jugar en la vereda o en la calle (había pocos autos). Llegar al potrero era una instancia superior que nuestros padres nos permitían con cierta desconfianza. “Te pasa algo y no salís más”, era el saludo amenazador de nuestras madres antes de autorizarnos a ir a jugar al potrero...