El retorno del Golem
La capital checa, Praga, fue la cuna y el hogar de Franz Kafka. Su casa natal se encuentra situada a pocos pasos de la plaza de la Ciudad Vieja, atractivo lugar que se encuentra cerca de la Sinagoga Vieja-Nueva, obra gótica que data del siglo XIII, en cuya buhardilla, según la leyenda, reposan los restos del Golem, terrible criatura creada por el rabino Löw para que protegiera a los judíos de las atroces masacres que se organizaban contra ellos. El rabino, en un meandro del río Moldava, con el barro de la orilla moldeó un homúnculo. Tras un breve ritual, el Golem comenzó a respirar y se puso en pie. Era un gigante con unos brazos muy fuertes y unas piernas poderosas. Aquel monstruo era tan intimidatorio que el acoso contra los judíos cesó. Sin embargo, la misteriosa creación se desvió del fin para el que había sido creada. Una noche, el Golem, con una fuerza desbocada, salió a la calle y comenzó a sembrar la destrucción. Derribaba todo lo que encontraba a su paso: árboles y calles enteras. No dejó piedra sobre piedra. Por todas partes se podían escuchar los gritos y el llanto de la gente que huía atemorizada. El rabino Löw, viendo que su criatura, lejos de ser necesaria, se había convertido en un monstruo peligroso, lo tranquilizó y lo durmió, pero no lo destruyó, para que, en caso de necesidad, pudiera ser devuelto a la vida en cualquier momento. Después lo ocultó en algún lugar del desván de la Sinagoga Vieja-Nueva. Y, al parecer, el Golem ha vuelto a la vida, solo que bajo la forma humana de Netanyahu.