
Imaginar el futuro de la vivienda colectiva: Mextrópoli 2025
La creación de vivienda colectiva es una de las cuestiones más apremiantes de la arquitectura actual. En la mayor parte del mundo es urgente construir espacios dignos para habitar. Sin embargo, satisfacer esta demanda no corresponde únicamente a arquitectos y urbanistas. “La ciudad es un organismo vivo que construimos todos”, sostiene el arquitecto español Miquel Adrià, quien en entrevista para Laberinto explica por qué ahora más que nunca es indispensable replantearse el tema de la habitación colectiva.Adrià es director de Arquine y pilar de uno de los encuentros más relevantes en el continente sobre ciudad y arquitectura: el Festival Mextrópoli, que se realizará del 18 al 21 de septiembre, y que tendrá como eje temático “la vivienda colectiva”. En esta fiesta para celebrar la ciudad los invitados serán destacados urbanistas internacionales, servidores públicos, estudiantes de arquitectura y ciudadanos.El detonante para la temática de la decimosegunda edición de Mextrópoli fue el Programa de Vivienda y Regularización que anunció el gobierno federal en octubre de 2024: construir un millón 200 mil casas de bajo costo (originalmente se contemplaba solo un millón), otorgar un millón 550 mil apoyos para mejoramientos de vivienda y entregar un millón de escrituras para familias con bajos ingresos.La habitación colectiva no ha sido una materia ajena al festival, pero ante la noticia de crear ese número de viviendas en un sexenio, “no podíamos hablar de otra cosa”, dice la directora de Mextrópoli, la arquitecta mexicana Andrea Griborio, quien coincide con Adrià al reconocer que la vivienda social es el tema más importante de la arquitectura por ser un problema global y porque no existen estrategias claras para resolverlo.De acuerdo con cifras del gobierno federal, en el país hay un déficit habitacional de más de 9 millones de viviendas. Alrededor del 20 por ciento corresponde a la falta de nuevas construcciones y el 80 por ciento a casas que no cumplen con las condiciones para ser habitadas, lo cual incluye aquellas construidas en predios sin servicios o en zonas de alto riesgo en habitabilidad como hacinamiento, áreas sísmicas o inundables.“Más de la mitad de lo que se construye es autoconstrucción y aunque eso tiene sus virtudes no creemos que sea la mejor manera de vivir juntos. Construirse cada uno su casa genera una ciudad confeti, con pequeñas viviendas sin servicios comunes, muchas veces sin calles —estas llegarán después— y sobre todo sin las ventajas de una serie de infraestructuras como transporte público, centros educativos y de salud”.Los organizadores de Mextrópoli consideran que la ambiciosa meta del gobierno mexicano exige una reflexión sobre los límites y posibilidades arquitectónicas en el contexto actual. Es una invitación para revisar ese gran momento que tuvo México en términos de vivienda y para estudiar referentes contemporáneos que permitan entender el reto como país, dice Andrea Griborio, quien aclara que el festival no pretende dictar lo que hay que hacer, pero sí aportar ideas para encontrar soluciones. View this post on Instagram A post shared by MEXTRÓPOLI (@mextropoli) Visiones plurales e incluyentesEl festival contará con la presencia de algunas de las firmas arquitectónicas más prestigiosas a nivel internacional como el despacho del estadunidense Steven Holl, cuya formación multidisciplinaria conjuga artes visuales, música y física; es una de las figuras más influyentes del urbanismo contemporáneo. Participará también el arquitecto e investigador italiano Pier Vittorio Aureli, cofundador de Dogma, oficina enfocada en intervenciones a gran escala y en el espacio doméstico como campo de transformación arquitectónica y política.Otras figuras destacadas son la canadiense Alison Brooks, quien ha dedicado gran parte de su carrera al diseño de viviendas, su despacho ha recibido numerosos premios principalmente por su compromiso en la construcción de ciudades inclusivas; y el austriaco Dietmar Eberle, miembro del Instituto Americano de Arquitectos y director de la firma internacional Baumschlager Eberle Architects con oficinas en ocho países.Asimismo, estará presente el coreano Minsuk Cho, referente internacional y fundador del despacho Mass Studies, con sede en Seúl. Entre sus proyectos actuales están el Centro Cinematográfico de Seúl y el Complejo de Vivienda Social de Yeonhui, también en Corea.Liderado por seis jóvenes arquitectas, destaca la intervención de Cierto Estudio, cuya experiencia en proyectos de vivienda social se ha distinguido por diseños innovadores que se adaptan a diferentes estilos de vida. Uno de sus proyectos premiados es Kitch-room, un edificio de 68 casas con equipamiento público, en Barcelona, el cual reivindica la importancia de la cocina en el espacio doméstico.De igual modo, Mextrópoli ofrece una mirada interdisciplinaria con arquitectos como el japonés Shohei Shigematsu, cuya práctica profesional ha estado vinculada con el arte y la moda, al colaborar con figuras como la artista conceptual serbia Marina Abramovic y con marcas como Prada o Louis Vuitton; entre sus obras se encuentra la emblemática Toranomon Hills Station Tower, en Tokio.Los organizadores de Mextrópoli aseguran que hay muchos arquitectos talentosos que están abordando el tema de la vivienda colectiva en distintas partes del mundo, incluido México, por eso confían en que esta pluralidad de voces será clave para entender las implicaciones del proyecto habitacional.Reciclaje urbano, clave para ciudades mejoresAlgunos sectores, entre los que se encuentran los desarrolladores de vivienda, han tomado con escepticismo el programa gubernamental, porque aún no se han determinado los mecanismos para construir más de un millón de casas de bajo costo. Sin estrategias claras aumentaría el riesgo de la informalidad habitacional y las invasiones.Miquel Adrià, sin embargo, ve la ambiciosa cifra como “esperanzadora e inquietante”. “México ha sido el paradigma del planeta. Hay grandes ejemplos de la capacidad del país para ofrecer vivienda social digna a gran escala”, sostiene.El director de Arquine pone como ejemplos el Centro Urbano Presidente Alemán —primer multifamiliar en México— y la Unidad Habitacional Tlatelolco. Ambos rompieron con los esquemas de vivienda y se volvieron símbolos de modernidad en su momento.El reto actual es mayor: construir un millón de unidades implica construir 83 veces la Unidad Tlatelolco. Uno de los riesgos, dice Adrià, es que por la urgencia de resolver el problema habitacional el gobierno replique modelos obsoletos de épocas anteriores. “Ya no somos como los ciudadanos del siglo pasado, debemos satisfacer la demanda actual con vivienda digna para una multiplicidad de usuarios, probablemente con espacios chicos pero que se compensen con equipamientos de calidad”.El urbanista sostiene que una de las tareas del gobierno es facilitar los espacios adecuados. “Usar el suelo más barato o casi gratuito llevó a la creación por todo el país de esos desarrollos pésimos y erráticos de los años noventa: las Casas Feo (GEO) que expandieron la mancha urbana con algo tremendamente ineficaz. No podemos caer de nuevo en eso”.Una de las posibles soluciones para el déficit de vivienda es el reciclaje urbano que se traduce en menor impacto ambiental y en la reducción considerable de costos. Se trata, explica, de aprovechar las estructuras arquitectónicas actuales y seguir modelos de transformación exitosos de otros países. “No todo tiene que ser vivienda nueva. Hay un potencial enorme de espacios urbanos para reciclaje en el país, con inteligencia puede significar un ahorro significativo de recursos. No podemos seguir deteriorando montañas o consumiendo energía. El reciclaje es clave para tener mejores ciudades con una estrategia mucho más económica”, asegura Adrià.En ese sentido, el director de Arquine habla de dos zonas, el Conjunto Tlatelolco cuyos edificios están infraocupados, muchos de ellos afectados por los temblores; y algunos edificios en el Centro Histórico de la Ciudad de México, “esos que no se ocupan como viviendas y que están prácticamente abandonados, parcialmente desocupados o convertidos en bodegas. Curiosamente, algunos de sus dueños venden en la calle y no pagan impuestos”.Hay que recurrir, comenta, a la acupuntura urbana, “se pueden hacer intervenciones puntuales reforzando las construcciones, mejorando la accesibilidad con elevadores o creando mejores espacios, pero partiendo de edificios ya existentes. No hay que inventar el hilo negro. Ya hay ideas importantes sobre cómo resolver estas necesidades a gran escala”.Mextrópoli, coinciden Griborio y Adrià, busca vincular las iniciativas de gobierno con los recursos de desarrolladores urbanos y aunar el conocimiento de los arquitectos, tomando en cuenta a la ciudadanía.Andrea Griborio, directora de Mextrópoli, asegura que el festival tiene la capacidad de juntar todas esas voces. “La virtud de Mextrópoli es que no es un evento de gobierno, no es un congreso de desarrolladores y no es un congreso de universidades solo para estudiantes. Es un festival que invita a todas las partes a discutir y a imaginar el futuro que queremos juntos. Por eso es precisamente el festival que celebra la ciudad”.AQ