La IA tiene más futuro en terapia que en la escritura

La IA tiene más futuro en terapia que en la escritura

No soy de las primeras en adoptar nuevas tecnologías, pero sí soy una agente económica egoísta. Además tengo un plazo ajustado para mi próximo proyecto literario. Así que decidí aprovechar esta oportunidad para ver qué tanto —o qué tan poco— la inteligencia artificial puede hacer por mí como autora. ¿Podría externalizar parte de la escritura de mis libros a la IA? ¿Alguien notaría la diferencia? La respuesta concisa es no, no puedo, y sí, sin duda lo notarían.Mientras mi editorial de libros respira aliviada, también diré que mi experimento con los límites literarios de la inteligencia artificial me permitió sacar conclusiones más matizadas sobre cuándo, cómo y si los escritores deberían considerar usar la tecnología.Durante las últimas semanas estuve haciendo pruebas de lo que ChatGPT puede y no puede hacer creativamente haciéndose pasar por mí. Si bien la tecnología está en constante evolución, lo que he visto hasta ahora me da mucha más confianza en que mi trabajo como columnista de opinión —que implica la obtención y el análisis de datos, pero también estilo personal, agudeza emocional y mucha información sobre el terreno— no se verá con una eliminación tecnológica del intermediario en un futuro próximo.También me abrió al potencial de una estrecha colaboración entre un modelo de lenguaje humano y uno de lenguaje de gran tamaño, que produce más de lo que cualquiera de las partes puede por sí sola.Empecé por proporcionar a ChatGPT Plus una guía sobre cómo trabajar en colaboración en un libro, una plantilla desarrollada por un amigo tecnólogo que también está experimentando con la capacidad creativa de la IA.La plantilla detallaba qué es la escritura narrativa extensa y cómo ampliar las ideas o la obra existente de un autor. Como alguien que pocas veces había usado IA, y nunca lo había hecho en mi vida profesional, me sorprendió la cantidad de preparación necesaria para que ChatGPT comprendiera los fundamentos. Los modelos de lenguaje de gran tamaño pueden darte respuestas a preguntas precisas, pero no necesariamente entienden cómo encontrar el tono, el estilo, la tensión o la originalidad, ni tienen la capacidad de aprovechar la serendipia, componentes todos ellos de la buena escritura.ChatGPT tardó cerca de 48 horas en producir un primer capítulo luego de recopilar varias muestras de mi propia obra en 33 años de carrera, una propuesta detallada de libro con notas a pie de página, un esquema del capítulo sobre mi trayectoria, entrevistas grabadas con fuentes y una cantidad abundante de lecturas seleccionadas por mí.Lamentablemente, lo que obtuve fue una especie de versión de mí misma al estilo Muzak (la compañía de música de fondo, como para elevadores y supermercados): predigerida, relativamente precisa, pero desprovista de inspiración. Este resultado fue a la vez divertido y deprimente.Sin embargo, contenía algunos detalles reveladores sobre cómo funciona este modelo de IA.Para empezar, es adulador. Al principio, cuando me entusiasmaban las posibilidades, se hizo amigo mío, incluso bromeaba sobre mi tema. Más tarde, después de comunicarle mi despido (al menos como cocreadora), se volvió monótono y, me atrevería a decir, un poco sombrío. Todo un reflejo de mí, por supuesto, lo que me hace pensar que la IA tiene un mejor futuro en terapia que en escritura creativa.La tecnología es sin duda buena para resumir cosas (como los 10 documentos técnicos más importantes sobre un tema en particular o los datos más referenciados en un área temática específica). Es buena en el análisis de patrones, dándome respuestas útiles a preguntas como: “¿Cuáles son las diferencias y similitudes clave que hay entre el conflicto entre las grandes potencias del siglo XIX y las luchas entre EU, China y Rusia en la actualidad?”.Pero cuando solicité fuentes y las investigué, me di cuenta de cuánto se pierde cuando no se lee el texto original. No es de extrañar que una hora dedicada a El Gran Juego: La Lucha por el Imperio en Asia Central, de Peter Hopkirk, proporcione una comprensión mucho más profunda de un tema tan complejo que días dedicados a ChatGPT.Esta observación se ve corroborada por una investigación del MIT, basada en un estudio de 54 escritores que trabajaron solos, con la ayuda de motores de búsqueda y con inteligencia artificial. Los ensayos escritos con modelos de lenguaje de gran tamaño no solo eran más homogéneos, sino que contenían menos puntos de vista originales y ni siquiera se grababan en la mente de sus autores humanos como sí lo hacían los textos escritos de forma tradicional.Un dato revelador: 83 por ciento de los usuarios de inteligencia artificial ni siquiera podían citar su propio trabajo. Los escáneres neuronales mostraron que los escritores que usaban solo sus propios pensamientos e ideas tenían una mayor conectividad en diferentes partes de su cerebro. Los que usaban búsquedas tenían menos, y los que usaban IA, la menor de todas.Tal vez la conclusión más interesante de mi experimento con la escritura con inteligencia artificial es que ChatGPT no podía acercarse ni de lejos a la experiencia de estar en un entorno de reportaje sobre el terreno.Podría alimentar al modelo de lenguaje de gran tamaño con horas de grabaciones detalladas de entrevistas realizadas por mí, interrogando a diversos sujetos, pero no tenía ni idea de qué era lo realmente importante: qué momentos iluminaban la vida interior del entrevistado o si encajaban con algún punto narrativo más amplio. Como sabe cualquier buen escritor, parte del mejor material surge de un momento único e inesperado en estas interacciones: cuándo y cómo alguien aparta la mirada durante una pregunta, o el sonido de una risa.Estos momentos no se prestan al reconocimiento de patrones. Pero pueden hacer que la no ficción sea excelente. Forman parte de nuestra experiencia que sentimos en el mundo real. Eso es algo que, al menos por ahora, sigue siendo algo que abastecen y es competencia de los humanos.