miMaO redobla la apuesta por el calzado 'made in Spain' en un sector en contracción

miMaO redobla la apuesta por el calzado 'made in Spain' en un sector en contracción

En los últimos meses, el sector industrial vinculado al calzado atraviesa en España un momento especialmente delicado, marcado por el cierre de varias plantas productivas y la pérdida de numerosos puestos de trabajo. La Federación de Industrias del Calzado Español (FICE) advierte de que el sector, uno de los pilares económicos tradicionales de la provincia de Alicante, podría enfrentarse al cierre de decenas de fábricas y a la pérdida de miles de empleos debido al aumento de los costes laborales y la presión sobre los márgenes de rentabilidad. Esta reducción de la actividad y la falta de viabilidad económica están provocando que empresas con larga trayectoria y gran relevancia en el tejido local tengan que cesar definitivamente su producción. No es el caso de miMaO, una marca de calzado española fundada en 2016, que ha logrado consolidarse en el mercado nacional e internacional a base de apostar por el 'made in Spain', «no solo por ser sinónimo de calidad sino también por mantener viva una tradición por la que somos reconocidos en todo el mundo», explica a ABC Aaron Vilas, cofundador de la firma. «Nuestro proyecto de crecimiento -añade Vilas- también se ve reforzado con la internacionalización de nuestra marca , donde un calzado con sello 'made in Spain' es reconocido y muy valorado. Actualmente estamos en Francia, Alemania, Reino Unido, Benelux, Portugal y España, y próximamente estamos estudiando la apertura de Italia«. A la mala situación del sector español, se suma la dificultad que afrontan empresas auxiliares y proveedoras de materiales , que en algunos casos se han visto obligadas a declarar concurso de acreedores ante la imposibilidad de hacer frente a sus obligaciones financieras. Los balances de los últimos ejercicios ya reflejaban una progresiva caída de la rentabilidad, agravada por el aumento de los costes de aprovisionamiento, la energía y el transporte, así como por una menor demanda en los principales mercados internacionales. En un año marcado por la contracción del sector, miMaO cerró 2024 con más de 10 millones de euros en ventas y la apertura de su primera tienda física en Madrid, frente a una caída promedio del 8% en la facturación del sector. La compañía proyecta alcanzar los 16 millones en 2025: «En miMaO hemos alcanzado una facturación superior a los 10 millones de euros en 2024 y tenemos planes de seguir nuestra expansión hacia nuevos mercados», apunta Aaron Vilas. «La búsqueda de un zapato de calidad que perdure en el tiempo así como la concienciación sobre el cuidado en la salud de nuestros pies y los beneficios que tiene el uso de un zapato de calidad y cómodo ha hecho que en miMaO tengamos previsto un proyecto de crecimiento de más del 30%», añade. «El problema al que nos enfrentamos en Elche, con un alto riesgo de perder nuestra producción de calzado español, es debido a las grandes producciones de importación, donde perjudicando la calidad se consigue un producto más barato pero que tiene menos durabilidad», se queja el empresario. La marca fabrica y diseña sus productos en España, trabajando mano a mano con los mejores artesanos del país , localizados en la zona de Elche, donde más de 150 artesanos participan en el proceso de creación de cada zapato. Conforma en su ADN calidad, comodidad y tendencia. La compañía apuesta por crear zapatos 'made in Spain' bajo la tecnología del confort, uniendo las mejores materias primas y pieles con una plantilla de absorber 'foam' y la gota de confort gel, dos sistemas propios que aportan un extra de comodidad. La apuesta de miMaO por la producción local, la innovación y la excelencia artesanal -en palabras de Aaron Vilas- no solo garantiza un producto de calidad, sino que demuestra que «la tradición y la sostenibilidad pueden ser la clave para un futuro competitivo y próspero del calzado español en Europa».

Los "cojones" de Mazón

Los "cojones" de Mazón

El todavía presidente valenciano no solo no ha aclarado ninguna de las dudas sobre su gestión el día de la dana, sino que en su comparecencia en Les Corts ha acusado de difundir bulos a aquellos que le reclaman las explicaciones que se niega a dar Mazón evita aclarar la cronología de la tarde de la dana: “Sabiendo lo que sabemos ahora la comida no se hubiera producido” Lo único bueno de la mal llamada comisión de investigación de Les Corts valencianas por la dana es que la comparecencia de Carlos Mazón ha sido corta. Ni una sola respuesta en sus primeros 23 minutos de discurso leído ni en la intervención posterior. Y no será porque no deba todavía muchas explicaciones a las víctimas a las que no se ha dejado entrar y que le esperaban a las puertas. Las exigen ellas y mucha más gente. “Si estabas informado, cómo cojones te quedaste en el reservado del Ventorro”, le ha preguntado Joan Baldoví. El representante de Compromís fue quien mejor le ha cantado a la cara las verdades que el todavía presidente valenciano no quiere escuchar. Por ejemplo, que mientras Utiel estaba ya inundado, él continuaba sentado a la mesa en el Ventorro sin inmutarse. Mazón se ha escudado en que las decisiones no dependían de si él seguía en un restaurante y negó que estuviese incomunicado pese a que no aclara por qué no respondió a las llamadas de la consellera Pradas . O dónde estaba cuando ya había salido del restaurante, pero aún no había llegado al Cecopi. Para ser exactos no ha despejado ninguna de las dudas que los representantes del PSPV y de Compromís le han planteado y que, a modo de resumen por el poco tiempo que tenían, son las mismas que pueda albergar cualquiera que aspire a saber qué es lo que realmente pasó ese 29 de octubre de 2024. No solo no ha respondido, sino que ha acusado de difundir bulos a aquellos que siguen reclamándole las respuestas que es evidente que no está dispuesto a dar. Ni la factura del Ventorro para saber a qué hora salió ni el listado real de sus llamadas telefónicas o mensajes. Nada. Y aun así se atreve a afirmar que nadie ha dado más explicaciones que él. No es de extrañar que Baldoví le haya recordado la frase del escritor polaco Stanislaw Lec: “Tenía la conciencia limpia; no la usaba nunca”. Una aseveración tan cruel como certera tratándose de Mazón. Su estrategia ha quedado clara desde que ha abierto la boca. Se ha desentendido de la gestión de la dana con frases como “no tengo responsabilidad operativa” u “operativamente tenía poco que aportar a la emergencia”. Y ya está. El resto ha sido acusar al Gobierno central. Él, que fue quien desmanteló el sistema de Emergencias cuando llegó a la presidencia, tiene la cara de afirmar que es un servicio que debería tener más inversión y personal y lo vinculó a la mala financiación de la Comunitat Valenciana. La trampa es para nota, porque sí, es una comunidad mal financiada, de las peor financiadas, pero quien restó capacidades a las Emergencias de la Generalitat y nombró a personas que nada sabían de cómo funcionaban fue él y solo él. En otro ejercicio de hipocresía, ha reconocido que, como alertan los expertos, el cambio climático (no cita el concepto) conllevarán fenómenos similares a la dana. Hipocresía porque su partido no solo está aliado con una formación negacionista como Vox, sino que en las conversaciones para elegir a su sucesor, una de las condiciones es el “rechazo al Pacto Verde Europeo”. Eso puede explicar que los eurodiputados españoles del PP se desmarcasen este lunes del resto de sus colegas y solo junto a los de Polonia votasen en contra de los objetivos climáticos pactados por los gobiernos europeos. De esta manera se han situado al lado de los parlamentarios de las extremas derechas italiana y francesa, algo que no debería pasar desapercibido. La misma semana en que se celebra la COP20 en Brasil, cuyo principal objetivo es impulsar medidas contra el cambio climático, el PP de Alberto Núñez Feijóo opta por abrazar la vía negacionista, tal y como le exige Vox. Hay que tener poca decencia para votar así después de haber vivido una dana como la de Valencia.

Los "cojones" de Mazón

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El todavía presidente valenciano no solo no ha aclarado ninguna de las dudas sobre su gestión el día de la dana, sino que en su comparecencia en Les Corts ha acusado de difundir bulos a aquellos que le reclaman las explicaciones que se niega a dar Mazón evita aclarar la cronología de la tarde de la dana: “Sabiendo lo que sabemos ahora la comida no se hubiera producido” Lo único bueno de la mal llamada comisión de investigación de Les Corts valencianas por la dana es que la comparecencia de Carlos Mazón ha sido corta. Ni una sola respuesta en sus primeros 23 minutos de discurso leído ni en la intervención posterior. Y no será porque no deba todavía muchas explicaciones a las víctimas a las que no se ha dejado entrar y que le esperaban a las puertas. Las exigen ellas y mucha más gente. “Si estabas informado, cómo cojones te quedaste en el reservado del Ventorro”, le ha preguntado Joan Baldoví. El representante de Compromís ha sido quien mejor le ha cantado a la cara las verdades que el todavía presidente valenciano no quiere escuchar. Por ejemplo, que mientras Utiel estaba ya inundado, él continuaba sentado a la mesa en el Ventorro sin inmutarse. Mazón se ha escudado en que las decisiones no dependían de si él seguía en un restaurante y negó que estuviese incomunicado pese a que no aclara por qué no respondió a las llamadas de la consellera Pradas . O dónde estaba cuando ya había salido del restaurante, pero aún no había llegado al Cecopi. Para ser exactos no ha despejado ninguna de las dudas que los representantes del PSPV y de Compromís le han planteado y que, a modo de resumen por el poco tiempo que tenían, son las mismas que pueda albergar cualquiera que aspire a saber qué es lo que realmente pasó ese 29 de octubre de 2024. No solo no ha respondido, sino que ha acusado de difundir bulos a aquellos que siguen reclamándole las respuestas que es evidente que no está dispuesto a dar. Ni la factura del Ventorro para saber a qué hora salió ni el listado real de sus llamadas telefónicas o mensajes. Nada. Y aun así se atreve a afirmar que nadie ha dado más explicaciones que él. No es de extrañar que Baldoví le haya recordado la frase del escritor polaco Stanislaw Lec: “Tenía la conciencia limpia; no la usaba nunca”. Una aseveración tan cruel como certera tratándose de Mazón. Su estrategia ha quedado clara desde que ha abierto la boca. Se ha desentendido de la gestión de la dana con frases como “no tengo responsabilidad operativa” u “operativamente tenía poco que aportar a la emergencia”. Y ya está. El resto ha sido acusar al Gobierno central. Él, que fue quien desmanteló el sistema de Emergencias cuando llegó a la presidencia, tiene la cara de afirmar que es un servicio que debería tener más inversión y personal y lo vinculó a la mala financiación de la Comunitat Valenciana. La trampa es para nota, porque sí, es una comunidad mal financiada, de las peor financiadas, pero quien restó capacidades a las Emergencias de la Generalitat y nombró a personas que nada sabían de cómo funcionaban fue él y solo él. En otro ejercicio de hipocresía, ha reconocido que, como alertan los expertos, el cambio climático (no cita el concepto) conllevarán fenómenos similares a la dana. Hipocresía porque su partido no solo está aliado con una formación negacionista como Vox, sino que en las conversaciones para elegir a su sucesor, una de las condiciones es el “rechazo al Pacto Verde Europeo”. Eso puede explicar que los eurodiputados españoles del PP se desmarcasen este lunes del resto de sus colegas y solo junto a los de Polonia votasen en contra de los objetivos climáticos pactados por los gobiernos europeos. De esta manera se han situado al lado de los parlamentarios de las extremas derechas italiana y francesa, algo que no debería pasar desapercibido. La misma semana en que se celebra la COP30 en Brasil, cuyo principal objetivo es impulsar medidas contra el cambio climático, el PP de Alberto Núñez Feijóo opta por abrazar la vía negacionista, tal y como le exige Vox. Hay que tener poca decencia para votar así después de haber vivido una dana como la de Valencia.

Reino Unido lanza una investigación por la “generación perdida”. Y lo que ocurre con la Generación Z española no está muy lejos

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El Gobierno británico quiere saber por qué un millón de jóvenes no estudia ni trabaja. Lo llaman crisis de inactividad, pero detrás hay algo más profundo: salud mental deteriorada, precariedad y falta de horizontes. En España, las cifras son parecidas, y la pregunta es la misma: ¿qué pasa cuando el futuro ya no motiva?