Un amargo final de año para el Córdoba Patrimonio

Un amargo final de año para el Córdoba Patrimonio

El conjunto blanquiverde despide el 2025 con una dura derrota ante el Alzira FS (4-5) para completar un pobre final de primera vuelta Mientras las matemáticas dijeran sí, había algo de esperanza. O al menos eso se pretendía avivar. El rugir de una llama que no se quería apagar tan pronto. Pero no se pudo. Como mínimo, el Córdoba Patrimonio de la Humanidad quería despedir el 2025 con buenas sensaciones. Llegar a su mejor versión. Eso se palpó desde el mismo arranque de la contienda ante el Alzira FS, que se selló, a los pocos segundos, con un disparo de Carlos Gómez que detuvo el guardameta con algo de problemas. Era el primer aviso y eso alentó a la afición. Y más aún con el siguiente intento de Zequi que, en una jugada individua, logró driblar al meta y acarició el primero para su equipo, aunque la madera lo impidió. Sea como sea, con el paso de los minutos también quiso alzar la voz el combinado valenciano, que sumó su primer acercamiento gracias a un disparo de Ivi que detuvo Fabio con el pie. Estaban siendo minutos de mucha intensidad, y de escasas rotaciones, puesto que, cuando llegaban, era en forma de bloques. Así, fue el Córdoba Patrimonio el que siguió rondando el área, como un acercamiento de Murilo que precedió, al fin, al tanto local, que llegaría en una acción ensayada de saque de esquina, que terminó en una combinación entre Arnaldo Báez y Pescio y que culminó el paraguayo con un disparo raso. Hay que decir que Báez regresaba a una convocatoria tras cumplir su sanción. En esas, además, se produjo el debut del joven David Fernández. Sin embargo, el cuadro de Braulio Correal, en gran medida gracias a la verticalidad de Ivi, estaba contando cada vez con mejores sensaciones. Tanto que consiguió empatar en el ecuador del primer tiempo, tras un robo en la presión y que derivó en un remate franco en el segundo palo. Córdoba Patrimonio - Alzira FS Desde ahí, los blanquiverdes comenzaron a acumular problemas, sobre todo en la salida de balón. Eso se tradujo a su vez en más intentos de Alzira, que se encontró con el larguero hasta dos ocasiones. Por su parte, los califas lo seguían intentando, pero a base de chispazos individuales. Como uno que tuvo Zequi tras interceptar un balón y plantearse solo frente a Pereira, aunque no estuvo atinado en el mano a mano. Alzira parecía mucho más cómodo sobre el parque de Vista Alegre, y esa sensación la refrendó logrando voltear el resultado, en una jugada en la que primero Fabio detuvo un disparo lejano. No obstante, poco pudo a hacer en el rechace que recogió Yuni para hacer el segundo. Con la inercia en contra, el Córdoba Patrimonio tendrá el empate en los pies de Hugo Expósito, que no pudo aceptar con su disparo escorado. El primer acto murió con una mínima ventaja de los visitantes. El reinicio tras el descanso sería mucho más frío que el arranque del partido. De hecho, la primera ocasión de gol llegó a los cuatro minutos con un golpeo seco de Murilo. Y es que no serían momentos muy efusivos en ataque, puesto que la siguiente ocasión, también blanquiverde, tendría lugar dos minutos después. Eso sí, acabó en un golazo de Víctor desde el medio campo. Ese tanto sí que puso más calor en el bando local, que se lanzó ahora con todo al ataque y tendría oportunidades claras en los pies de Nico -por dos veces- o Carlos Gómez. Fue un tramo, ahora sí, de absoluto vendaval en el Córdoba Patrimonio, y que obligó al técnico local a pedir tiempo muerto. La pausa sentó bien a los visitantes, que lograron cambiar la inercia y comenzar a asediar la meta cordobesa. Así, en una contra bien hilvanada, Alzira logró de nuevo deshacer el empate. Un gol que dejó noqueado al conjunto cordobés, que solo un minuto después, y también al contragolpe, encajaba el cuarto. Córdoba Patrimonio - Alzira FS Tocaba sacar el portero-jugador con casi siete minutos por delante. Y el plan salió perfecto, ya que casi en el primer ataque, Murilo, en una acción muy trabajaba, recortó la diferencia. Siguió atacando el Córdoba Patrimonio en superioridad siempre que pudo, hasta que Nico puso otra vez las tablas con un certero remate al segundo palo. El partido estaba en un puño. Nervios a flor de piel, y eso castigó a los locales, que tras otro error recibieron una contra detenida con mano dentro del área de Arnaldo Báez. Yuni no falló desde el punto de penalti y tocaba remontar de nuevo. Los de Santoro se mantuvieron insistentes en ese juego de cinco, generando mucho, pero ya sin lograr acertar de cara a puerta. Un 4-5 que alarga la mala racha de los blanquiverdes y deja un sabor amargo para despedir el 2026.

El séquito de asesores y propagandistas de Sánchez en Moncloa ya cuesta 60 millones al año

El séquito de asesores y propagandistas de Sánchez en Moncloa ya cuesta 60 millones al año

Pedro Sánchez no escatima en gastos a la hora de pagar, con el dinero de todos los españoles, el agigantado séquito de afines que tiene colocados en Moncloa como asesores y propagandistas. Este último año, acorralado por los casos de corrupción que afectan a su entorno político y familiar, ha dado una vuelta de tuerca … Continuar leyendo "El séquito de asesores y propagandistas de Sánchez en Moncloa ya cuesta 60 millones al año"

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La tregua de Navidad

La tregua de Navidad

Una de las mayores sorpresas que dejó el curso de la Primera Guerra Mundial fue la espontánea tregua que franceses, británicos y alemanes iniciaron durante la Navidad de 1914. Conforme se acercaban las fechas navideñas, esas de compartir en familia y pasar tiempo con los seres queridos, los soldados del frente occidental de la Gran Guerra comenzaron a cruzar las trincheras tímidamente para charlar un rato, intercambiar comida o ponerse al día de las ligas de fútbol de cada país.

Llega Jano

Llega Jano

Hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha grande del año –descontada la Nochevieja– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes. Pero luego llega el bifronte y, según dicen, todo vuelve a empezar Nota al pie - Una leyenda Supongamos que nacer fuera opcional; es decir, que se pudiera elegir si se nace o no. En tal caso, y suponiendo igualmente que se eligiera que sí, que bueno, que lo de venir al mundo parece interesante, quedarían varias decisiones – en realidad, varios cientos– que podrían retrasar bastante el feliz episodio si en lugar de depender de la suerte dependieran también del candidato o candidata. A fin de cuentas, el diablo está en los detalles. Dónde se nace, de qué mujer se nace y, tras muchas deliberaciones, hasta cuándo, qué día, a qué hora. Pero, descontados los masoquistas, nadie elegiría ser pobre y, a excepción hecha de un puñado de atrevidos, cuesta creer que se presentaran muchas instancias para nacer en la “fecha temible” del 28 de diciembre, con sus “bromas o chascos más o menos soportables”, que dijo Pedro de Alarcón ( Últimos escritos ); entre otros motivos, porque la inocentada mayor ya se habría sufrido con la canallada del libre albedrío aplicada al nacimiento propio. Imaginen una vida entera repitiendo: “Y encima, lo elegí yo”. Desde luego, todo sería más fácil si no se recordara haber elegido; más fácil, más entretenido y más placentero, teniendo en cuenta que los juegos se estropean un poco cuando sabemos que están amañados. En realidad, la única forma de evitar complicaciones absurdas en esa antigua hipótesis literaria sería no recordar nada en absoluto y, aun así, cabría la posibilidad de que nos topáramos con algún problemilla técnico como el de Douglas Quail en Podemos recordarlo todo por usted (Philip K. Dick), con la diferencia de que no empezaríamos de agente encubierto en Marte, sino con pañales y de bebé. La identidad es tan peliaguda como las consecuencias de las decisiones. Que se lo digan a Pío Baroja, Inocencio de segundo nombre –y para más inri, nacido el Día de los Inocentes–, quien se llegó a quejar en estos términos: “No me perdono haber nacido en tal día, porque a mí me parece que siempre hay cierta analogía entre el momento en que uno nace y el espíritu que se va a formar” ( El liberal ilustrado , 30 de enero de 1915). Y eso que, por lo que sabemos, la decisión no fue suya. Visto desde nuestra época, quizá no se entienda la retranca del novelista de San Sebastián. El Día de los Inocentes ha perdido el empaque que tuvo, y casi se puede decir lo mismo del April Fool’s Day de los anglosajones y el Poisson d'Avril francés. En general, no va más allá de las típicas ocurrencias de los medios, que raramente están tan bien desarrolladas como el supuesto robo de un león del Congreso en 1907, narrado en un periódico de Madrid con pormenores de los que hacen creíble un relato; y tampoco suele haber autores que se trabajen tanto las inocentadas como George Washington Cable (lean Viejos días criollos ), quien logró que docenas y docenas de poetas, periodistas, editores y demás escribieran cartas a su amigo Mark Twain para rogarle que les enviara un autógrafo. “Las dos o tres primeras me dejaron perplejo, estupefacto”, confesaría luego a John Horne (19 de junio de 1895), pero se puso a firmar de todas formas y, cuando se dio cuenta de “qué día del año era”, se lo tomó como un halago. “Me hizo un gran favor. Pasará mucho antes de que me desprenda de esos autógrafos”. Desgraciadamente, no todas las inocentadas son inofensivas y, aunque lo sean, hasta Baroja acabó harto de que le mentaran el Inocencio y a los Santos Inocentes una y otra vez. En principio, el hombre de “la máscara de hiena”, como lo definió Corpus Barga sin ánimo crítico alguno, habría canjeado el 28 de diciembre por, por ejemplo, el 20 de enero, festividad del patrón de Donosti; en principio, puntualizo, porque su afirmación sobre el momento en que se nace y el carácter que se desarrolla es la de un gran escritor, y ningún escritor grande desprecia los cambios de contexto. Además, no hay fechas buenas o malas a priori y, mucho menos, alrededor del solsticio de invierno, que se acuesta un siglo con la libertad de la Saturnalia, se levanta otro con todo lleno de cruces y acaba en una farsa con un tipo de la Coca-Cola (Papá Noel, claro). Quién sabe qué serán mañana. Con las vueltas que da el mundo, podrían volver a las obras satíricas, las fiestas subidas de tono y los verdísimos villancicos del siglo XVII (las monjas de las Descalzas tuvieron un disgusto al respecto en 1663, Inquisición mediante). Cambia el contexto, cambia la gente, cambian los sentidos de las cosas. No se puede negar que hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha importante del año –Nochevieja al margen– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes, pero sólo es eso, veinticuatro horas que, por lo demás, ya no son lo que eran; y como no lo son, me perdonarán si les doy la espalda, pongo fin al pequeño pasatiempo de hoy y termino esta columna con el deseo de que el año entrante se porte bien con ustedes. Llega Jano, el bifronte, dios de los principios y los finales, la mano que “todo lo abre y lo cierra” y, según los Fastos de Ovidio, de donde naturalmente procede esa frase, le preocupa el universo y le preocupamos nosotros. No está mal.

Llega Jano

Llega Jano

Hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha grande del año –descontada la Nochevieja– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes. Pero luego llega el bifronte y, según dicen, todo vuelve a empezar Nota al pie - Una leyenda Supongamos que nacer fuera opcional; es decir, que se pudiera elegir si se nace o no. En tal caso, y suponiendo igualmente que se eligiera que sí, que bueno, que lo de venir al mundo parece interesante, quedarían varias decisiones – en realidad, varios cientos– que podrían retrasar bastante el feliz episodio si en lugar de depender de la suerte dependieran también del candidato o candidata. A fin de cuentas, el diablo está en los detalles. Dónde se nace, de qué mujer se nace y, tras muchas deliberaciones, hasta cuándo, qué día, a qué hora. Pero, descontados los masoquistas, nadie elegiría ser pobre y, a excepción hecha de un puñado de atrevidos, cuesta creer que se presentaran muchas instancias para nacer en la “fecha temible” del 28 de diciembre, con sus “bromas o chascos más o menos soportables”, que dijo Pedro de Alarcón ( Últimos escritos ); entre otros motivos, porque la inocentada mayor ya se habría sufrido con la canallada del libre albedrío aplicada al nacimiento propio. Imaginen una vida entera repitiendo: “Y encima, lo elegí yo”. Desde luego, todo sería más fácil si no se recordara haber elegido; más fácil, más entretenido y más placentero, teniendo en cuenta que los juegos se estropean un poco cuando sabemos que están amañados. En realidad, la única forma de evitar complicaciones absurdas en esa antigua hipótesis literaria sería no recordar nada en absoluto y, aun así, cabría la posibilidad de que nos topáramos con algún problemilla técnico como el de Douglas Quail en Podemos recordarlo todo por usted (Philip K. Dick), con la diferencia de que no empezaríamos de agente encubierto en Marte, sino con pañales y de bebé. La identidad es tan peliaguda como las consecuencias de las decisiones. Que se lo digan a Pío Baroja, Inocencio de segundo nombre –y para más inri, nacido el Día de los Inocentes–, quien se llegó a quejar en estos términos: “No me perdono haber nacido en tal día, porque a mí me parece que siempre hay cierta analogía entre el momento en que uno nace y el espíritu que se va a formar” ( El liberal ilustrado , 30 de enero de 1915). Y eso que, por lo que sabemos, la decisión no fue suya. Visto desde nuestra época, quizá no se entienda la retranca del novelista de San Sebastián. El Día de los Inocentes ha perdido el empaque que tuvo, y casi se puede decir lo mismo del April Fool’s Day de los anglosajones y el Poisson d'Avril francés. En general, no va más allá de las típicas ocurrencias de los medios, que raramente están tan bien desarrolladas como el supuesto robo de un león del Congreso en 1907, narrado en un periódico de Madrid con pormenores de los que hacen creíble un relato; y tampoco suele haber autores que se trabajen tanto las inocentadas como George Washington Cable (lean Viejos días criollos ), quien logró que docenas y docenas de poetas, periodistas, editores y demás escribieran cartas a su amigo Mark Twain para rogarle que les enviara un autógrafo. “Las dos o tres primeras me dejaron perplejo, estupefacto”, confesaría luego a John Horne (19 de junio de 1895), pero se puso a firmar de todas formas y, cuando se dio cuenta de “qué día del año era”, se lo tomó como un halago. “Me hizo un gran favor. Pasará mucho antes de que me desprenda de esos autógrafos”. Desgraciadamente, no todas las inocentadas son inofensivas y, aunque lo sean, hasta Baroja acabó harto de que le mentaran el Inocencio y a los Santos Inocentes una y otra vez. En principio, el hombre de “la máscara de hiena”, como lo definió Corpus Barga sin ánimo crítico alguno, habría canjeado el 28 de diciembre por, por ejemplo, el 20 de enero, festividad del patrón de Donosti; en principio, puntualizo, porque su afirmación sobre el momento en que se nace y el carácter que se desarrolla es la de un gran escritor, y ningún escritor grande desprecia los cambios de contexto. Además, no hay fechas buenas o malas a priori y, mucho menos, alrededor del solsticio de invierno, que se acuesta un siglo con la libertad de la Saturnalia, se levanta otro con todo lleno de cruces y acaba en una farsa con un tipo de la Coca-Cola (Papá Noel, claro). Quién sabe qué serán mañana. Con las vueltas que da el mundo, podrían volver a las obras satíricas, las fiestas subidas de tono y los verdísimos villancicos del siglo XVII (las monjas de las Descalzas tuvieron un disgusto al respecto en 1663, Inquisición mediante). Cambia el contexto, cambia la gente, cambian los sentidos de las cosas. No se puede negar que hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha importante del año –Nochevieja al margen– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes, pero sólo es eso, veinticuatro horas que, por lo demás, ya no son lo que eran; y como no lo son, me perdonarán si les doy la espalda, pongo fin al pequeño pasatiempo de hoy y termino esta columna con el deseo de que el año entrante se porte bien con ustedes. Llega Jano, el bifronte, dios de los principios y los finales, la mano que “todo lo abre y lo cierra” y, según los Fastos de Ovidio, de donde naturalmente procede esa frase, le preocupa el universo y le preocupamos nosotros. No está mal.

Llega Jano

Llega Jano

Hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha grande del año –descontada la Nochevieja– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes. Pero luego llega el bifronte y, según dicen, todo vuelve a empezar Nota al pie - Una leyenda Supongamos que nacer fuera opcional; es decir, que se pudiera elegir si se nace o no. En tal caso, y suponiendo igualmente que se eligiera que sí, que bueno, que lo de venir al mundo parece interesante, quedarían varias decisiones – en realidad, varios cientos– que podrían retrasar bastante el feliz episodio si en lugar de depender de la suerte dependieran también del candidato o candidata. A fin de cuentas, el diablo está en los detalles. Dónde se nace, de qué mujer se nace y, tras muchas deliberaciones, hasta cuándo, qué día, a qué hora. Pero, descontados los masoquistas, nadie elegiría ser pobre y, a excepción hecha de un puñado de atrevidos, cuesta creer que se presentaran muchas instancias para nacer en la “fecha temible” del 28 de diciembre, con sus “bromas o chascos más o menos soportables”, que dijo Pedro de Alarcón ( Últimos escritos ); entre otros motivos, porque la inocentada mayor ya se habría sufrido con la canallada del libre albedrío aplicada al nacimiento propio. Imaginen una vida entera repitiendo: “Y encima, lo elegí yo”. Desde luego, todo sería más fácil si no se recordara haber elegido; más fácil, más entretenido y más placentero, teniendo en cuenta que los juegos se estropean un poco cuando sabemos que están amañados. En realidad, la única forma de evitar complicaciones absurdas en esa antigua hipótesis literaria sería no recordar nada en absoluto y, aun así, cabría la posibilidad de que nos topáramos con algún problemilla técnico como el de Douglas Quail en Podemos recordarlo todo por usted (Philip K. Dick), con la diferencia de que no empezaríamos de agente encubierto en Marte, sino con pañales y de bebé. La identidad es tan peliaguda como las consecuencias de las decisiones. Que se lo digan a Pío Baroja, Inocencio de segundo nombre –y para más inri, nacido el Día de los Inocentes–, quien se llegó a quejar en estos términos: “No me perdono haber nacido en tal día, porque a mí me parece que siempre hay cierta analogía entre el momento en que uno nace y el espíritu que se va a formar” ( El liberal ilustrado , 30 de enero de 1915). Y eso que, por lo que sabemos, la decisión no fue suya. Visto desde nuestra época, quizá no se entienda la retranca del novelista de San Sebastián. El Día de los Inocentes ha perdido el empaque que tuvo, y casi se puede decir lo mismo del April Fool’s Day de los anglosajones y el Poisson d'Avril francés. En general, no va más allá de las típicas ocurrencias de los medios, que raramente están tan bien desarrolladas como el supuesto robo de un león del Congreso en 1907, narrado en un periódico de Madrid con pormenores de los que hacen creíble un relato; y tampoco suele haber autores que se trabajen tanto las inocentadas como George Washington Cable (lean Viejos días criollos ), quien logró que docenas y docenas de poetas, periodistas, editores y demás escribieran cartas a su amigo Mark Twain para rogarle que les enviara un autógrafo. “Las dos o tres primeras me dejaron perplejo, estupefacto”, confesaría luego a John Horne (19 de junio de 1895), pero se puso a firmar de todas formas y, cuando se dio cuenta de “qué día del año era”, se lo tomó como un halago. “Me hizo un gran favor. Pasará mucho antes de que me desprenda de esos autógrafos”. Desgraciadamente, no todas las inocentadas son inofensivas y, aunque lo sean, hasta Baroja acabó harto de que le mentaran el Inocencio y a los Santos Inocentes una y otra vez. En principio, el hombre de “la máscara de hiena”, como lo definió Corpus Barga sin ánimo crítico alguno, habría canjeado el 28 de diciembre por, por ejemplo, el 20 de enero, festividad del patrón de Donosti; en principio, puntualizo, porque su afirmación sobre el momento en que se nace y el carácter que se desarrolla es la de un gran escritor, y ningún escritor grande desprecia los cambios de contexto. Además, no hay fechas buenas o malas a priori y, mucho menos, alrededor del solsticio de invierno, que se acuesta un siglo con la libertad de la Saturnalia, se levanta otro con todo lleno de cruces y acaba en una farsa con un tipo de la Coca-Cola (Papá Noel, claro). Quién sabe qué serán mañana. Con las vueltas que da el mundo, podrían volver a las obras satíricas, las fiestas subidas de tono y los verdísimos villancicos del siglo XVII (las monjas de las Descalzas tuvieron un disgusto al respecto en 1663, Inquisición mediante). Cambia el contexto, cambia la gente, cambian los sentidos de las cosas. No se puede negar que hay algo ciertamente irónico en el hecho de que la última fecha importante del año –Nochevieja al margen– sea nada más y nada menos que el Día de los Inocentes, pero sólo es eso, veinticuatro horas que, por lo demás, ya no son lo que eran; y como no lo son, me perdonarán si les doy la espalda, pongo fin al pequeño pasatiempo de hoy y termino esta columna con el deseo de que el año entrante se porte bien con ustedes. Llega Jano, el bifronte, dios de los principios y los finales, la mano que “todo lo abre y lo cierra” y, según los Fastos de Ovidio, de donde naturalmente procede esa frase, le preocupa el universo y le preocupamos nosotros. No está mal.

Dormir sobre historia: el hotel cordobés que conserva restos del yacimiento de Cercadilla

Dormir sobre historia: el hotel cordobés que conserva restos del yacimiento de Cercadilla

El reciente Hotel Mezquita Center guarda en su sótano un habitáculo totalmente abierto al público donde se encuentran vestigios de este patrimonio Los tesoros, a veces, se esconden en lugares de difícil acceso. Incluso hay ocasiones que son un auténtico desconocido para la totalidad de la ciudadanía. Esta vez, el Hotel Mezquita Center, que abrió sus puertas el pasado 22 de julio, se ha erigido como un referente de buenas prácticas de conservación e integración en lo que respecta al patrimonio cultural. A menudo, el hallazgo de restos arqueológicos plantea el dilema de si todo debe ser preservado; sin embargo, los expertos señalan que la conservación debe ser selectiva, aplicando criterios científicos de calidad y representatividad, dado que los recursos económicos son limitados. En este contexto, el hotel no solo ha protegido los restos, sino que los ha convertido en un espacio visitable a todo el público. En un primer momento, en el hall de la entrada existen vestigios de las columnas de la puerta que conectaba el palacio imperial de Cercadilla con la antigua Colonia Patricia Corduba. Estos restos pertenecen al complejo palatino y militar del emperador Maximiano Hercúleo, datado en el siglo III d.C., y representan uno de los yacimientos más significativos de la historia romana en Europa. Para facilitar la comprensión del visitante, la recepción cuenta con una maqueta que recrea las dependencias de la época, permitiendo visualizar la magnitud de la estructura original sobre cuyas cimentaciones se asienta hoy el edificio. Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center Aun así, lo más importante se encuentra en los niveles inferiores de este hotel. En el sótano, más concretamente en la planta -1, se han integrado muros y canalizaciones de la etapa medieval andalusí, del siglo X, época en la que Qurtuba era la capital de Al-Andalus. Entre los hallazgos destacan: dos piletas rodeadas de potentes muros de sillares, vinculadas posiblemente a un edificio para la acumulación de agua relacionado con el acueducto que abastecía a la Gran Mezquita Aljama en el año 957; y un complejo termal (hammam) que estuvo activo entre los siglos IX y XII en la cercana calle Antonio Gaudí. Conservación para la ciudadanía La obligación de la arqueología no es solo conservar, sino también documentar, investigar y difundir. El Hotel Mezquita Center cumple con estos objetivos mediante una excelente señalética, cartelería y accesibilidad, desarrollada en colaboración con el equipo del Proyecto Cercadilla. Todo ello se puede consultar en el mismo espacio hotelero. A diferencia de otros hallazgos que quedan ocultos tras la construcción, estos restos están abiertos al público. Cualquier visitante puede acceder para apreciar la historia de la ciudad desde su interior, apoyándose en herramientas como códigos QR para profundizar en la información. Esta integración demuestra que los tesoros siguen escondidos por toda Córdoba y que solo es cuestión de indagar. Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center Hotel Mezquita Center Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

En su nuevo libro, el historiador Antonio Rivera sostiene que la actual urbe se levanta sobre el recuerdo de dos ciudades ya desaparecidas, la Vitoria histórica del siglo XIX y de comienzos del XX y la "revolucionada" de la década de 1950 en adelante El quinto centenario de cuando la pequeña Vitoria fue "capital de Europa y del mundo" por la estancia de Carlos V Las cuatro torres —las de las iglesias de San Miguel, San Vicente y San Pedro y la de la catedral de Santa María— que conforman la silueta urbana de Vitoria han sido testigos del transcurrir de los siglos. La almendra que se atisba en el centro, nada más ganar un poco de altura, configurada por el trazado de las calles gremiales, ha permanecido ajena al paso de los años y a la mutación del estilo de vida de sus ciudadanos. Pero la Vitoria actual, la del siglo XXI, se erige sobre los escombros de dos Vitorias ya desaparecidas, que ya no están ni se pueden ver. Y con esas dos Vitorias se esfumaron también de la visión cotidiana edificios históricos y fábricas, tradiciones y formas de ocio, calles y vías de tren. Es la tesis que esboza el historiador Antonio Rivera en su recién publicada 'Vitoria desaparecida' (Editorial Efadós). Sostiene que la actual urbe descansa no sobre una Vitoria ya desaparecida, sino sobre dos: una histórica, que tomó forma sobre todo en los siglos XIX y XX, y otra que llama 'revolucionada', porque asistió a una transformación “por completo y súbitamente” con la industrialización que se aceleró en la década de 1950. “La primera pertenece a los 'vtv' ('vitorianos de toda la vida'), mientras la segunda es la de aquella clase obrera industrial e inmigrante que se presentó en escena desafiante y de manera dramática aquel 3 de marzo de 1976”, remacha. La presentación de la obra, que tuvo lugar la semana pasada en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, contó con la participación de la alcaldesa, Maider Etxebarria. “Gracias a personas como Antonio hoy conocemos mejor nuestra historia, podemos mirar atrás y dar respuesta a preguntas. Es importante conocer nuestro pasado para saber quiénes somos y adónde queremos ir”, sostuvo la primera edil. Advierte el autor en la introducción a su libro que sus páginas solo están pobladas de imágenes que muestran elementos de la ciudad que no existen, o aquellos que todavía perviven pero rodeados de un entorno muy diferente al del pasado. “No busquen lugares importantes si estos siguen siendo básicamente los mismos. Aquí solo se ve y se recuerda la Vitoria desaparecida”, insiste. Pero ¿por qué? “Las imágenes de este libro, de esas dos ciudades desaparecidas, nos fuerzan a tratar de entender en su lógica ese lugar extraño que es el pasado, aunque este siga siendo el nuestro”, abunda. Fachada de la plaza de toros, en torno a 1965 Y ¿quiénes son los fotógrafos cuyas fotografías campan por las páginas del libro? Ordenados por orden alfabético según el apellido, son, entre otros, Santiago Arina, Arqué (el estudio fotográfico de Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Lorenzo Elorza, Enrique Guinea, Jean Laurent, Gerardo López de Guereñu, José María Parra, Lucien Roisin, Alberto Schommer Koch y Ceferino Yanguas. Una “renovada desamortización” Habla Rivera de una Vitoria histórica —la que se configuró en los siglos XIX y XX— que, siendo un “poblachón provinciano” con su característico “'skyline' de las cuatro torres”, fue una ciudad que “se nutrió de menestrales y burgueses poco dinámicos, pero sobre todo de curas, militares y criadas”. De ese contexto al actual, media un trecho. Entre medias, a partir de las postrimerías de la década de los años cincuenta, se aceleró la industrialización con “una intensa llegada de población foránea para trabajar”, “un incremento y transformación del plano urbano” y “un cambio en los hábitos y la caracterización de la ciudad”. “Todo ocurrió rápidamente”, argumenta Rivera, que habla de una “ciudad revolucionada” que la industria llenó de barrios y fábricas. La Vitoria histórica y la Vitoria revolucionada, según la tesis del autor, son los dos esqueletos ya desaparecidos sobre los que se levanta la actual capital alavesa. Si hay un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, fue la desaparición del convento de San Francisco, que había ocupado un punto privilegiado desde el siglo XIII. Una de las fotografías elegidas por Rivera para ilustrar este cambio, de la autoría de Enrique Guinea, muestra el amplio espacio que antes había ocupado el inmueble: unos niños juegan en el solar, con varios elementos que se perciben nítidos, sin obstáculos, al fondo: el edificio del Banco de España (actual sede del Memorial de las Víctimas del Terrorismo), los Arquillos ideados por Olaguíbel y las torres de San Vicente Mártir y San Miguel Arcángel. “Era el comienzo de una constante posterior: la ciudad nueva se construiría desde una renovada desamortización de edificios militares y religiosos”, escribe el autor en el texto que acompaña a la instantánea. El solar del convento de San Francisco, en una fotografía no incluida en el libro de Rivera, pero similar La otra mitad del libro se dedica a la Vitoria que Rivera llama “revolucionada”. Esa etapa, que comienza a finales de la década de 1950, coincide también con la primera bajada de Celedón en 1957 y el remate del Ensanche en 1959, hitos también ilustrados por imágenes en el libro. Fue una época en la que todavía pervivían industrias dentro de la circunvalación, al mismo tiempo que iban germinando los polígonos de las afueras. IMOSA, MEVOSA, Mercedes-Benz, el polígono de Gamarra-Betoño, Porcelanas, el KAS, Forjas Alavesas... Son todos protagonistas de esa época. Y el jefe del Estado, el dictador Francisco Franco, también se dejó ver por la ciudad, que se había puesto de su parte desde el primer minuto , traicionando la legalidad constitucional de la Segunda República desde que se tuvo noticia de la sublevación militar. “El 29 de julio de 1964, celebrando los XXV Años de Paz, el dictador estuvo en Vitoria, camino de su habitual estío donostiarra, y protagonizó una 'jornada memorable'. Inauguró el complejo deportivo de Gamarra y la Central Lechera de Zaramaga, entregó llaves a los quinientos nuevos dueños de pisos del barrio y tuvo tiempo para discursear desde el balcón de la Diputación”, se dice en el libro. Pero esa Vitoria también acabó desapareciendo. “Los escenarios y monumentos industriales (las fábricas) también se transformaron y ocultaron en un espacio de tiempo voraz, después de haber extraído de ellos todas sus posibilidades. La ciudad industrial de los años sesenta tampoco se aprecia hoy solo cinco décadas después, sustituida por otra sin humos”, escribe Rivera. El Alavés y Mendizorroza Unida indisolublemente a la historia de la ciudad está la del Deportivo Alavés, el club de fútbol que ha paseado su nombre por estadios de toda la geografía española y que llevó su escudo hasta el Westfalenstadion de la ciudad alemana de Dortmund, donde el equipo entonces dirigido por Mané cayó en 2001 en la prórroga de la final de la Copa de la Uefa ante el Liverpool. Se da la circunstancia de que el Alavés ocupa un cajón del podio español de equipos que más años se mantienen en el mismo estadio: Mendizorroza se inauguró en la víspera de San Prudencio de 1924, lo que sitúa al estadio del paseo de Cervantes tan solo por detrás de El Molinón, en Gijón, y Mestalla, en Valencia. Cuenta Rivera que fueron esenciales en su impulso las figuras de Federico del Campo, Félix Alfaro y José G. Guinea. Una de las señas de identidad de Mendizorroza, al menos a partir de 1950, fue la torreta que se instaló para que Radio Vitoria pudiera retransmitir los encuentros por las ondas. No desapareció, señala Rivera, hasta 1993. “En el año 1953 se hizo la primera tribuna y en 1962 se pusieron las cubiertas. Al final del siglo XX se remodeló para dar cabida a 20.000 aficionados”, añade. La torre de Radio Vitoria en Mendizorroza Se dedican también dos páginas del libro al Teatro Príncipe, de cuya inauguración se cumple precisamente en estas Navidades de 2025 un centenario . Rebautizado en 1961 como Teatro Guridi por haber estrenado allí el vitoriano Jesús Guridi su 'El caserío', se transformó en multicines en 1990, que en 2015 cerraron. La redacción de elDiario.es/Euskadi es uno de sus actuales inquilinos. Una de las fotografías, de Ceferino Yanguas, muestra el lujuso casino Gran Peña, “que llegó a tener más de quinientos socios”, explica Rivera.

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

También aumenta el número de titularidades compartidas a 32 en la comunidad. La presencia de la mujer en el sector primario aporta estabilidad, innovación y futuro al desarrollo al rural aragonés Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga” El perfil del sector primario en Aragón está experimentando una transformación histórica. Si hace dos décadas la presencia femenina en agricultura y ganadería era difusa y en la mayoría de los casos estaba relegada a tareas invisibilizadas dentro de las labores familiares, hoy las mujeres son protagonistas de una revolución cada vez menos silenciosa y más estructural que está redefiniendo el rostro del campo aragonés. Los últimos informes oficiales dibujan un panorama de crecimiento sostenido en la participación de las mujeres en el medio rural, no solo como trabajadoras, sino como titulares y gestoras de explotaciones agrarias. Según el informe 'Ser mujer rural en Aragón 2010-2024', presentado recientemente por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, el 23% de las explotaciones agrícolas están encabezadas por mujeres encargadas también de su gestión directa, un avance del 20% respecto al anterior informe. Más de 1.200 mujeres se han incorporado de manera formal y regulada al sector agrario en los últimos 20 años. Un cambio que está siendo posible, en parte, debido a los movimientos sociales y de las organizaciones profesionales agrarias que se han traducido en políticas públicas que están priorizando las solicitudes de mujeres en programas de incorporación y modernización de explotaciones. Una nueva forma de concebir el sector que rompe con la visión del trabajo de las mujeres en el campo como un hecho complementario o “de ayuda”, sin reconocimiento formal, incluso por parte de las mismas familias y de las propias mujeres. Un cambio estructural en el sector a nivel laboral El informe recalca que no se trata solo de cifras aisladas, sino de una tendencia que se ha consolidado con el tiempo. “El avance de las mujeres en el medio rural aragonés ya no es una tendencia puntual, es una realidad estructural”, afirma Miriam Ferrer, jefa de Planificación e Igualdad del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón. En la última década, la población activa femenina en el sector agrario ha aumentado en más de 24.000 mujeres, mientras que la masculina ha descendido desde 2010 en 10.750 hombres. En términos de empleo, el informe publicado por el Gobierno de Aragón refleja que el número de mujeres ocupadas ha crecido un 16% en el mismo periodo, frente a la estabilización relativa de los hombres. Ellas también piden ayudas y se incorporan más Además, la proporción de solicitantes femeninas de ayudas para la incorporación a la agricultura también ha aumentado de manera significativa, pasando del 17,4 % en 2001 a más de 26% en 2024, un indicador claro de que cada vez más mujeres jóvenes encuentran en el campo una salida profesional viable, de manera especial en la franja de 36 a 40 años, donde las mujeres superan a los hombres en solicitudes. Este último dato refleja que muchas mujeres que deciden vivir en el medio rural encuentran en la agricultura y la ganadería una vía laboral a través de la que poder conciliar y ser madres, sin dejar de tener una actividad profesional remunerada. En las líneas de modernización de explotaciones, el porcentaje de mujeres beneficiarias también ha experimentado un notable crecimiento, pasando del 7,60% al 19,97% en los últimos 21 años. Asimismo, este crecimiento ha tenido impacto en áreas complementarias del desarrollo rural, donde la mujer es un pilar clave como reflejan los datos: cerca del 40 % de los proyectos apoyados por programas LEADER están liderados por mujeres, con una presencia destacada de emprendedoras mayores de 55 años. Más agricultoras, más ganaderas y más cotitulares El 23% de las explotaciones agrícolas de Aragón ya tienen a una mujer como titular y jefa de explotación, lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la encuesta anterior. Ahora, además, el 83% de las titulares son también responsables directas de la gestión de sus explotaciones en comparación con el 62% que publicaba el anterior informe de la consejería. En el sector ganadero, el porcentaje de mujeres titulares de explotaciones ha alcanzado el 12,47%. Más del 16% de estas mujeres se localizan en la provincia de Teruel. Y el sector cunícola es el que más protagonismo tiene, con el 18% de las explotaciones con una titular mujer. Por otra parte, el número de explotaciones acogidas al régimen de titularidad compartida también ha seguido creciendo. El informe recoge que son ya 32 las explotaciones registradas en esta modalidad en toda la comunidad autónoma, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Recordamos que en la titularidad compartida ambas partes comparten la gestión, administración y responsabilidad al 50%, visibilizando y reconociendo el trabajo de ambos, facilitando el acceso a ayudas, subvenciones y cotización en la Seguridad Social de forma conjunta y equitativa. Una figura legal en España, que está regulada por la Ley 35/2011. El campo mira hacia un futuro en femenino lleno de retos La incorporación de las mujeres al campo no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Con más mujeres asumiendo la titularidad de explotaciones, accediendo a ayudas, liderando proyectos y ocupando espacios de decisión, el campo aragonés no solo gana en números, sino también en estabilidad y resiliencia. Sin embargo, ahora, la tarea se centra en consolidar estas conquistas y ampliar las oportunidades para que el crecimiento de la participación femenina no se detenga. Y es que, a pesar de estos avances, las organizaciones agrarias, las protagonistas y expertas, como Miriam Ferrer, consideran que, a pesar de que “vamos por buen camino”, también “hay que seguir trabajando en todas las áreas para consolidar y mejorar estos resultados” para alcanzar una igualdad plena. La brecha salarial, por ejemplo, sigue siendo una realidad que lastra a muchas mujeres del sector primario. En 2024, la diferencia de salario entre hombres y mujeres en el sector agrario se redujo considerablemente, situándose por debajo de cifras preocupantes de años anteriores. La diferencia es del 3,77% para contratos indefinidos (frente al 12,09% en 2022) y del 7,27% para temporales. Otro de los retos es el tamaño de las explotaciones. Históricamente, las ganaderías o tierras lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y, por consiguiente, registran una facturación menor. La brecha que aquí se abre refleja desigualdades que persisten en el acceso a recursos y mercados. En estas condiciones, la representación femenina sigue siendo muy reducida en los principales espacios de peso económico y político dentro del sector. La mujer sigue quedándose fuera de los lugares donde se toman las decisiones, foros tan importantes como por ejemplo los consejos rectores de las cooperativas. “Cuando las mujeres acceden en igualdad a las ayudas, a la titularidad y a los procesos de modernización, el territorio gana en estabilidad, innovación y futuro. La igualdad no es solo una cuestión social, es una palanca clave para el desarrollo rural sostenible”, alega Miriam Ferrer. Por ello se sigue apostando por la creación de mesas de diálogo, campañas de visibilización y plataformas de apoyo como herramientas para consolidar la presencia femenina y fomentar redes de colaboración entre mujeres rurales que, muy importante, se sostengan en el tiempo.

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

En su nuevo libro, el historiador Antonio Rivera sostiene que la actual urbe se levanta sobre el recuerdo de dos ciudades ya desaparecidas, la Vitoria histórica del siglo XIX y de comienzos del XX y la "revolucionada" de la década de 1950 en adelante El quinto centenario de cuando la pequeña Vitoria fue "capital de Europa y del mundo" por la estancia de Carlos V Las cuatro torres —las de las iglesias de San Miguel, San Vicente y San Pedro y la de la catedral de Santa María— que conforman la silueta urbana de Vitoria han sido testigos del transcurrir de los siglos. La almendra que se atisba en el centro, nada más ganar un poco de altura, configurada por el trazado de las calles gremiales, ha permanecido ajena al paso de los años y a la mutación del estilo de vida de sus ciudadanos. Pero la Vitoria actual, la del siglo XXI, se erige sobre los escombros de dos Vitorias ya desaparecidas, que ya no están ni se pueden ver. Y con esas dos Vitorias se esfumaron también de la visión cotidiana edificios históricos y fábricas, tradiciones y formas de ocio, calles y vías de tren. Es la tesis que esboza el historiador Antonio Rivera en su recién publicada 'Vitoria desaparecida' (Editorial Efadós). Sostiene que la actual urbe descansa no sobre una Vitoria ya desaparecida, sino sobre dos: una histórica, que tomó forma sobre todo en los siglos XIX y XX, y otra que llama 'revolucionada', porque asistió a una transformación “por completo y súbitamente” con la industrialización que se aceleró en la década de 1950. “La primera pertenece a los 'vtv' ('vitorianos de toda la vida'), mientras la segunda es la de aquella clase obrera industrial e inmigrante que se presentó en escena desafiante y de manera dramática aquel 3 de marzo de 1976”, remacha. La presentación de la obra, que tuvo lugar la semana pasada en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, contó con la participación de la alcaldesa, Maider Etxebarria. “Gracias a personas como Antonio hoy conocemos mejor nuestra historia, podemos mirar atrás y dar respuesta a preguntas. Es importante conocer nuestro pasado para saber quiénes somos y adónde queremos ir”, sostuvo la primera edil. Advierte el autor en la introducción a su libro que sus páginas solo están pobladas de imágenes que muestran elementos de la ciudad que no existen, o aquellos que todavía perviven pero rodeados de un entorno muy diferente al del pasado. “No busquen lugares importantes si estos siguen siendo básicamente los mismos. Aquí solo se ve y se recuerda la Vitoria desaparecida”, insiste. Pero ¿por qué? “Las imágenes de este libro, de esas dos ciudades desaparecidas, nos fuerzan a tratar de entender en su lógica ese lugar extraño que es el pasado, aunque este siga siendo el nuestro”, abunda. Fachada de la plaza de toros, en torno a 1965 Y ¿quiénes son los fotógrafos cuyas fotografías campan por las páginas del libro? Ordenados por orden alfabético según el apellido, son, entre otros, Santiago Arina, Arqué (el estudio fotográfico de Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Lorenzo Elorza, Enrique Guinea, Jean Laurent, Gerardo López de Guereñu, José María Parra, Lucien Roisin, Alberto Schommer Koch y Ceferino Yanguas. Una “renovada desamortización” Habla Rivera de una Vitoria histórica —la que se configuró en los siglos XIX y XX— que, siendo un “poblachón provinciano” con su característico “'skyline' de las cuatro torres”, fue una ciudad que “se nutrió de menestrales y burgueses poco dinámicos, pero sobre todo de curas, militares y criadas”. De ese contexto al actual, media un trecho. Entre medias, a partir de las postrimerías de la década de los años cincuenta, se aceleró la industrialización con “una intensa llegada de población foránea para trabajar”, “un incremento y transformación del plano urbano” y “un cambio en los hábitos y la caracterización de la ciudad”. “Todo ocurrió rápidamente”, argumenta Rivera, que habla de una “ciudad revolucionada” que la industria llenó de barrios y fábricas. La Vitoria histórica y la Vitoria revolucionada, según la tesis del autor, son los dos esqueletos ya desaparecidos sobre los que se levanta la actual capital alavesa. Si hay un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, fue la desaparición del convento de San Francisco, que había ocupado un punto privilegiado desde el siglo XIII. Una de las fotografías elegidas por Rivera para ilustrar este cambio, de la autoría de Enrique Guinea, muestra el amplio espacio que antes había ocupado el inmueble: unos niños juegan en el solar, con varios elementos que se perciben nítidos, sin obstáculos, al fondo: el edificio del Banco de España (actual sede del Memorial de las Víctimas del Terrorismo), los Arquillos ideados por Olaguíbel y las torres de San Vicente Mártir y San Miguel Arcángel. “Era el comienzo de una constante posterior: la ciudad nueva se construiría desde una renovada desamortización de edificios militares y religiosos”, escribe el autor en el texto que acompaña a la instantánea. El solar del convento de San Francisco, en una fotografía no incluida en el libro de Rivera, pero similar La otra mitad del libro se dedica a la Vitoria que Rivera llama “revolucionada”. Esa etapa, que comienza a finales de la década de 1950, coincide también con la primera bajada de Celedón en 1957 y el remate del Ensanche en 1959, hitos también ilustrados por imágenes en el libro. Fue una época en la que todavía pervivían industrias dentro de la circunvalación, al mismo tiempo que iban germinando los polígonos de las afueras. IMOSA, MEVOSA, Mercedes-Benz, el polígono de Gamarra-Betoño, Porcelanas, el KAS, Forjas Alavesas... Son todos protagonistas de esa época. Y el jefe del Estado, el dictador Francisco Franco, también se dejó ver por la ciudad, que se había puesto de su parte desde el primer minuto , traicionando la legalidad constitucional de la Segunda República desde que se tuvo noticia de la sublevación militar. “El 29 de julio de 1964, celebrando los XXV Años de Paz, el dictador estuvo en Vitoria, camino de su habitual estío donostiarra, y protagonizó una 'jornada memorable'. Inauguró el complejo deportivo de Gamarra y la Central Lechera de Zaramaga, entregó llaves a los quinientos nuevos dueños de pisos del barrio y tuvo tiempo para discursear desde el balcón de la Diputación”, se dice en el libro. Pero esa Vitoria también acabó desapareciendo. “Los escenarios y monumentos industriales (las fábricas) también se transformaron y ocultaron en un espacio de tiempo voraz, después de haber extraído de ellos todas sus posibilidades. La ciudad industrial de los años sesenta tampoco se aprecia hoy solo cinco décadas después, sustituida por otra sin humos”, escribe Rivera. El Alavés y Mendizorroza Unida indisolublemente a la historia de la ciudad está la del Deportivo Alavés, el club de fútbol que ha paseado su nombre por estadios de toda la geografía española y que llevó su escudo hasta el Westfalenstadion de la ciudad alemana de Dortmund, donde el equipo entonces dirigido por Mané cayó en 2001 en la prórroga de la final de la Copa de la Uefa ante el Liverpool. Se da la circunstancia de que el Alavés ocupa un cajón del podio español de equipos que más años se mantienen en el mismo estadio: Mendizorroza se inauguró en la víspera de San Prudencio de 1924, lo que sitúa al estadio del paseo de Cervantes tan solo por detrás de El Molinón, en Gijón, y Mestalla, en Valencia. Cuenta Rivera que fueron esenciales en su impulso las figuras de Federico del Campo, Félix Alfaro y José G. Guinea. Una de las señas de identidad de Mendizorroza, al menos a partir de 1950, fue la torreta que se instaló para que Radio Vitoria pudiera retransmitir los encuentros por las ondas. No desapareció, señala Rivera, hasta 1993. “En el año 1953 se hizo la primera tribuna y en 1962 se pusieron las cubiertas. Al final del siglo XX se remodeló para dar cabida a 20.000 aficionados”, añade. La torre de Radio Vitoria en Mendizorroza Se dedican también dos páginas del libro al Teatro Príncipe, de cuya inauguración se cumple precisamente en estas Navidades de 2025 un centenario . Rebautizado en 1961 como Teatro Guridi por haber estrenado allí el vitoriano Jesús Guridi su 'El caserío', se transformó en multicines en 1990, que en 2015 cerraron. La redacción de elDiario.es/Euskadi es uno de sus actuales inquilinos. Una de las fotografías, de Ceferino Yanguas, muestra el lujuso casino Gran Peña, “que llegó a tener más de quinientos socios”, explica Rivera.

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

También aumenta el número de titularidades compartidas a 32 en la comunidad. La presencia de la mujer en el sector primario aporta estabilidad, innovación y futuro al desarrollo al rural aragonés Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga” El perfil del sector primario en Aragón está experimentando una transformación histórica. Si hace dos décadas la presencia femenina en agricultura y ganadería era difusa y en la mayoría de los casos estaba relegada a tareas invisibilizadas dentro de las labores familiares, hoy las mujeres son protagonistas de una revolución cada vez menos silenciosa y más estructural que está redefiniendo el rostro del campo aragonés. Los últimos informes oficiales dibujan un panorama de crecimiento sostenido en la participación de las mujeres en el medio rural, no solo como trabajadoras, sino como titulares y gestoras de explotaciones agrarias. Según el informe 'Ser mujer rural en Aragón 2010-2024', presentado recientemente por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, el 23% de las explotaciones agrícolas están encabezadas por mujeres encargadas también de su gestión directa, un avance del 20% respecto al anterior informe. Más de 1.200 mujeres se han incorporado de manera formal y regulada al sector agrario en los últimos 20 años. Un cambio que está siendo posible, en parte, debido a los movimientos sociales y de las organizaciones profesionales agrarias que se han traducido en políticas públicas que están priorizando las solicitudes de mujeres en programas de incorporación y modernización de explotaciones. Una nueva forma de concebir el sector que rompe con la visión del trabajo de las mujeres en el campo como un hecho complementario o “de ayuda”, sin reconocimiento formal, incluso por parte de las mismas familias y de las propias mujeres. Un cambio estructural en el sector a nivel laboral El informe recalca que no se trata solo de cifras aisladas, sino de una tendencia que se ha consolidado con el tiempo. “El avance de las mujeres en el medio rural aragonés ya no es una tendencia puntual, es una realidad estructural”, afirma Miriam Ferrer, jefa de Planificación e Igualdad del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón. En la última década, la población activa femenina en el sector agrario ha aumentado en más de 24.000 mujeres, mientras que la masculina ha descendido desde 2010 en 10.750 hombres. En términos de empleo, el informe publicado por el Gobierno de Aragón refleja que el número de mujeres ocupadas ha crecido un 16% en el mismo periodo, frente a la estabilización relativa de los hombres. Ellas también piden ayudas y se incorporan más Además, la proporción de solicitantes femeninas de ayudas para la incorporación a la agricultura también ha aumentado de manera significativa, pasando del 17,4 % en 2001 a más de 26% en 2024, un indicador claro de que cada vez más mujeres jóvenes encuentran en el campo una salida profesional viable, de manera especial en la franja de 36 a 40 años, donde las mujeres superan a los hombres en solicitudes. Este último dato refleja que muchas mujeres que deciden vivir en el medio rural encuentran en la agricultura y la ganadería una vía laboral a través de la que poder conciliar y ser madres, sin dejar de tener una actividad profesional remunerada. En las líneas de modernización de explotaciones, el porcentaje de mujeres beneficiarias también ha experimentado un notable crecimiento, pasando del 7,60% al 19,97% en los últimos 21 años. Asimismo, este crecimiento ha tenido impacto en áreas complementarias del desarrollo rural, donde la mujer es un pilar clave como reflejan los datos: cerca del 40 % de los proyectos apoyados por programas LEADER están liderados por mujeres, con una presencia destacada de emprendedoras mayores de 55 años. Más agricultoras, más ganaderas y más cotitulares El 23% de las explotaciones agrícolas de Aragón ya tienen a una mujer como titular y jefa de explotación, lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la encuesta anterior. Ahora, además, el 83% de las titulares son también responsables directas de la gestión de sus explotaciones en comparación con el 62% que publicaba el anterior informe de la consejería. En el sector ganadero, el porcentaje de mujeres titulares de explotaciones ha alcanzado el 12,47%. Más del 16% de estas mujeres se localizan en la provincia de Teruel. Y el sector cunícola es el que más protagonismo tiene, con el 18% de las explotaciones con una titular mujer. Por otra parte, el número de explotaciones acogidas al régimen de titularidad compartida también ha seguido creciendo. El informe recoge que son ya 32 las explotaciones registradas en esta modalidad en toda la comunidad autónoma, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Recordamos que en la titularidad compartida ambas partes comparten la gestión, administración y responsabilidad al 50%, visibilizando y reconociendo el trabajo de ambos, facilitando el acceso a ayudas, subvenciones y cotización en la Seguridad Social de forma conjunta y equitativa. Una figura legal en España, que está regulada por la Ley 35/2011. El campo mira hacia un futuro en femenino lleno de retos La incorporación de las mujeres al campo no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Con más mujeres asumiendo la titularidad de explotaciones, accediendo a ayudas, liderando proyectos y ocupando espacios de decisión, el campo aragonés no solo gana en números, sino también en estabilidad y resiliencia. Sin embargo, ahora, la tarea se centra en consolidar estas conquistas y ampliar las oportunidades para que el crecimiento de la participación femenina no se detenga. Y es que, a pesar de estos avances, las organizaciones agrarias, las protagonistas y expertas, como Miriam Ferrer, consideran que, a pesar de que “vamos por buen camino”, también “hay que seguir trabajando en todas las áreas para consolidar y mejorar estos resultados” para alcanzar una igualdad plena. La brecha salarial, por ejemplo, sigue siendo una realidad que lastra a muchas mujeres del sector primario. En 2024, la diferencia de salario entre hombres y mujeres en el sector agrario se redujo considerablemente, situándose por debajo de cifras preocupantes de años anteriores. La diferencia es del 3,77% para contratos indefinidos (frente al 12,09% en 2022) y del 7,27% para temporales. Otro de los retos es el tamaño de las explotaciones. Históricamente, las ganaderías o tierras lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y, por consiguiente, registran una facturación menor. La brecha que aquí se abre refleja desigualdades que persisten en el acceso a recursos y mercados. En estas condiciones, la representación femenina sigue siendo muy reducida en los principales espacios de peso económico y político dentro del sector. La mujer sigue quedándose fuera de los lugares donde se toman las decisiones, foros tan importantes como por ejemplo los consejos rectores de las cooperativas. “Cuando las mujeres acceden en igualdad a las ayudas, a la titularidad y a los procesos de modernización, el territorio gana en estabilidad, innovación y futuro. La igualdad no es solo una cuestión social, es una palanca clave para el desarrollo rural sostenible”, alega Miriam Ferrer. Por ello se sigue apostando por la creación de mesas de diálogo, campañas de visibilización y plataformas de apoyo como herramientas para consolidar la presencia femenina y fomentar redes de colaboración entre mujeres rurales que, muy importante, se sostengan en el tiempo.