Así combaten los activistas de izquierdas el auge ultra en Reino Unido ante la pasividad del Gobierno

Así combaten los activistas de izquierdas el auge ultra en Reino Unido ante la pasividad del Gobierno

La luz roja de las lámparas de araña atemporales le da un aire retro al abarrotado interior del Fox & Firkin. En la gran sala rectangular de este antiguo pub del sureste de Londres, hay unas cien personas sentadas a las mesas de madera oscura, apoyadas en la barra o de pie, en pequeños grupos, con una copa en la mano. Jóvenes, personas mayores y una auténtica mezcla de géneros, todos dispuestos a pasar un buen rato y a aprovechar la noche un martes de finales de diciembre. Todos han pagado unas libras esterlinas para entrar y participar en el evento titulado “Resistir a la extrema derecha”. Los fondos se donan a una asociación de ayuda a los refugiados, Care4Calais . El programa de esta noche incluye principalmente conciertos y algunos discursos políticos. Porque lo más importante es infundir alegría activista, dice Mark Peacok, uno de los organizadores y miembro de la organización antifascista Stand Up to Racism (Levántate contra el racismo): “Necesitamos levedad. No se puede pedir a la gente que, después de una semana de cuarenta horas de trabajo, vaya además a una reunión política. El activismo político puede ser divertido y agradable, queremos dinamizar a la gente”. “He decidido plantarme y ser positivo”, proclama Bennie Silver. Con gorro naranja y camisa de leñador, este artista de slam es el primero en subir al escenario. “Esto tiene que acabar” es su estribillo.” "¿El qué?” El aumento del odio y la intolerancia. “Los políticos de este país propagan un discurso racista que es el de la extrema derecha” , lamenta Mark, refiriéndose en particular al discurso del primer ministro laborista, Keir Starmer, sobre una "isla de extranjeros" . “La gente sufre y la derecha les ofrece un mensaje simplista”, añade Mark. “Si no pueden conseguir cita con el médico, si no encuentran vivienda, es por culpa del extranjero que vive al lado o del refugiado alojado en un hotel”. “Vosotros culpáis a los barcos, nosotros culpamos a los multimillonarios”, corea Bennie como un eco. Bennie baja del escenario entre aplausos y un hombre con una kufiya en el cuello va por las mesas con una hoja y un bolígrafo para pedir a cada uno que comparta sus datos de contacto, con el fin de mantenerlos informados sobre los diferentes eventos antifa . “El objetivo del evento de esta noche” , explica Mark, “es atraer a gente que no necesariamente habría acudido a un mitin político, pero que prefiere venir a escuchar música, evidentemente impregnada de nuestra política . Tenemos que movilizar a gente nueva”. La urgencia se hizo patente en septiembre, en las calles de Londres, cuando se manifestaron 120.000 personas convocadas por el activista de extrema derecha Tommy Robinson a la “Marcha para unir al Reino”. Como en todas las manifestaciones de la extrema derecha, Stand Up to Racism estaba allí para oponerse. “Éramos 15.000, quizá 20.000, en cualquier caso insuficiente”, constata Benny. “Hay que superar en número a la extrema derecha para demostrar que es minoritaria”. Sentada en una pequeña mesa redonda con una amiga, Hélène, una elegante treintañera, está tomando una copa de vino blanco. “Este tipo de eventos son más accesibles que un mitin político. Permiten normalizar las cosas, tener conversaciones difíciles o defender ciertas causas en un contexto familiar”. Andy Brown, jubilado septuagenario, es voluntario de la asociación Care4Calais desde principios de la década de 2000. Ayuda a los solicitantes de asilo, alojados en hoteles, consiguiéndoles artículos de primera necesidad, “como pasta de dientes”, o a saberse mover en la localidad en la que han sido trasladados. Lo que hace a diario “puede ser agotador emocionalmente, genera ira, te conmueve profundamente”. Así que sí, es importante tejer la ayuda mutua, y “¿qué mejor lugar que un pub para desarrollar un concepto de solidaridad, diversión y amistad?” Los extremistas de derechas coinciden con los antifascistas en la necesidad de estar juntos. Este verano, los activistas de cada bando, separados por la policía, se enfrentaban delante de los hoteles que alojaban a inmigrantes, entre personas con el mismo sistema de valores. Los activistas antirracistas estaban allí en parte por eso, para tranquilizarse ante la hostilidad ambiental, para crear comunidad. Alex está esta noche más ocupado de lo habitual, yendo y viniendo entre el bar y los bastidores para gestionar el evento, para asegurarse de que todo vaya bien para los músicos que ha contratado. Porque aquí combina dos funciones: programador del Fox & Firkin y activista de la organización Love Music Hate Racism , que organiza conciertos en todo el país. “Somos una asociación ciudadana antirracista que utiliza la música para unir a la gente. El racismo busca dividir, mientras que la música quiere unir” , afirma. “Continuamos la tradición del Rock Against Racism de finales de los años 70, que contribuyó a la caída del Frente Nacional [partido británico de extrema derecha, ndr]. “ Fundada a principios de la década de 2000, Love Music Hate Racism ha luchado contra diversas formaciones de extrema derecha , primero contra el Partido Nacional Británico y la Liga Inglesa de Defensa, y ahora contra Reforma UK, partido que, por primera vez, cuenta con cinco diputados en la Cámara de los Comunes. “Que no sea doctor en ciencias políticas no significa que no pueda expresarme en contra de la extrema derecha”, afirma Alex. La política está en todas partes, pero no todo el mundo está politizado , continúa. “Aquí, incluso aquellos que no están muy movilizados pueden tener una conversación que no habrían iniciado en otro lugar, o pueden emocionarse con una canción, mientras que una perorata política les dejaría indiferentes”. Eso es exactamente lo que piensa Jonathan Ip, mandolinista de uno de los grupos que actúa esta noche, The Grand Old Echo : “Nuestra canción ‘ Rivers and Oceans’ cuenta la experiencia de los inmigrantes. Habla de ese sentimiento que nos empuja a buscar nuestras raíces culturales allá donde vamos”. Jonathan llegó de Hong Kong en 2002. Toca con una violinista alemana y un cantante, guitarrista y armonicista inglés. “La música, al ser  tan internacional, tiene algo en ella que lucha de forma natural contra la extrema derecha” . A The Grand Old Echo , una alianza de folclore celta, pop y rap, le gusta mezclar: “La música siempre ha sido una gran fuente de unidad”, dice entusiasmado el joven. “Las melodías se han utilizado desde siempre como himnos para resistir al autoritarismo y a los dictadores.” En Lewisham, donde solo el 51 % de los habitantes se definen como “blancos”, según las autoridades locales, la lucha contra la extrema derecha forma parte de la historia local. La batalla de Lewisham tuvo lugar el 13 de agosto de 1977. Varios cientos de miembros del Frente Nacional intentaron entonces marchar desde el barrio de New Cross, en el centro de Lewisham. Se movilizaron varios miles de contramanifestantes locales y varios grupos antirracistas para impedírselo. Ese evento fue duramente reprimido por la policía, pero fue un éxito porque el número de contramanifestantes logró superar al de los militantes violentos. Ese sigue siendo el objetivo a largo plazo, incluso hoy en día. Pero a corto plazo, Eloise Konieczko, activista de Stand Up to Racism , ve otros posibles beneficios: “Quizás la próxima vez que alguien de los que están aquí esta noche sea testigo de insultos racistas en el autobús o en cualquier otro lugar, se sienta más inclinado a reaccionar” . Y, en cualquier caso, concluye, “en una época en la que es tan fácil ser pesimista, un evento como este aporta alegría, optimismo y esperanza a la gente” . Traducción de Miguel López

Extremadura: teatro industrial y expolio sempiterno

Extremadura: teatro industrial y expolio sempiterno

Lo que venimos diciendo desde hace años ahora lo recoge también la prensa nacional. Llevamos una década intensa de anuncios y ceremonias huecas que ha convertido la política de desarrollo en un teatro de cartón piedra. El resultado es siempre el mismo: humo, fotos y simulacro de futuro. Se repiten titulares que insisten en que «la transformación industrial es imparable», «Extremadura está liderando la cuarta revolución industrial» o que «las energías renovables atraen iniciativas verdes». ¡Pura filfa!

Vivienda cooperativa en cesión de uso, un modelo que pone en jaque el sistema de alquiler privado

Vivienda cooperativa en cesión de uso, un modelo que pone en jaque el sistema de alquiler privado

Según el último estudio de Sostre Cívic y Habicoop, el 75% de las cooperativistas pasan tiempo con sus vecinas en espacios comunitarios y gozan de una percepción de seguridad un 31% mayor que aquellas que viven en alquileres convencionales. Además, muestran un nivel de satisfacción con la vida 1,3 puntos más alto (en una escala de 0 a 10) y manifiestan mayor confianza, apoyo mutuo y bienestar emocional. El 42,1% de los inquilinos en Madrid tiene miedo a aumentos futuros de la renta mensual, mientras que en Barcelona esta preocupación afecta al 26,4% de la población. Además, la proliferación de contratos de temporada y el alquiler informal por habitaciones en los últimos años han dado lugar a una hiperinseguridad generalizada, dejando a muchos inquilinos expuestos a una inestabilidad constante en sus hogares. Estos datos, que se desprenden del informe Vivir de alquiler: inseguridad garantizada por ley del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona ( IDRA ), no sólo desvelan una realidad socioeconómica más que alarmante. También exhiben los efectos en términos de ansiedad, miedo e inseguridad vital que trae consigo el sistema actual de alquiler. Hace meses, el Sindicato de Inquilinas ya alertaba públicamente de que, cuando las personas carecen de control real sobre su hogar y viven expuestas a una inestabilidad residencial cronificada, “todo lo demás en la vida se tambalea”. Dicho de otra manera, quien enfrenta la precariedad habitacional difícilmente va a poder gozar de una salud mental adecuada. El modelo privado de vivienda somete a las mayorías sociales, tan y como indican desde esta organización, a los inciertos y caprichosos vaivenes del mercado especulativo : imposición repentina de clausulas abusivas, desahucios invisibles, dinámicas agresivas de sustitución poblacional en los barrios céntricos… Como consecuencia, se estima que el 47% de los hogares no sabe si perderá su vivienda en los próximos 6 meses. Esta coyuntura impide poder trazar un plan de vida a largo plazo o conseguir, en el caso de muchos jóvenes, una emancipación real. Desde hace algunos años han ido ganando fuerza alternativas habitacionales que ofrecen garantías de estabilidad a largo plazo y, por ende, una mejora del bienestar colectivo, como ocurre con las cooperativas de cesión de uso. Se trata de un modelo comunitario no lucrativo que ya ha comenzado a implantarse tímidamente en Madrid y Barcelona y que tiene como eje central el apoyo mutuo entre vecinos, tanto en términos económicos como relacionales. Jordà Escolà, coordinador de la Federació de Cooperatives d'Habitatges de Catalunya ( Habicoop ), explica que en los bloques de pisos donde opera este sistema, el derecho de uso sobre un piso tiene carácter indefinido, lo que aporta seguridad vital a los habitantes, reduciéndose así la incertidumbre que sufren habitualmente los inquilinos del mercado privado. Los sindicatos de vivienda lo definen como un modelo intermedio entre la compra y el alquiler , ya que la propiedad del edificio es de la cooperativa y no de los vecinos que la integran -es decir, estos no son copropietarios, sino socios. Los distintos espacios que componen estos bloques, muchos de los cuales son de uso colectivo (como lavadoras, zonas exteriores, espacios de juego infantil…), se sostienen financieramente a través de una cuota mensual estable, muy inferior a los precios del mercado, así como una aportación inicial igualitaria de capital. Los datos dan cuenta de la funcionalidad de este modelo, todavía en fase primigenia. Según el primer estudio de impacto de la vivienda cooperativa elaborado conjuntamente por Sostre Cívic y Habicoop, que se basa en el análisis de 19 proyectos de vivienda cooperativa en toda Catalunya, las personas que viven en este tipo de comunidades tienen 8,3 veces más probabilidades de estar satisfechas con su vivienda que las que viven de alquiler. Por un lado, el estudio resalta la seguridad económica que proporciona vivir fuera del mercado residencial: El coste medio de una vivienda cooperativa es 3,66 €/m² inferior al del alquiler privado, y cuatro veces más personas consiguen dedicar menos del 30% de sus ingresos a la vivienda. En este sentido, Sostre Cívic ha observado, en los distintos proyectos vigentes, “una reducción del estrés y la ansiedad que genera normalmente la inseguridad económica y residencial gracias a las estrategias colectivas en la resolución de problemas comunes e individuales”. Por otro, el informe hace hincapié en la importancia de las redes de cuidados basadas en la solidaridad y el apoyo mutuo, ya que el 75% de las personas cooperativistas pasan tiempo con el vecindario en los espacios comunes y mantienen relaciones sociales de calidad. La participación activa y autogestionada a través de asambleas periódicas y horizontales, la identificación con los valores del proyecto, la existencia de espacios destinados a los cuidados, la democratización de muchas de las tareas cotidianas, así como la posibilidad de establecer vínculos con el entorno cercano repercuten positivamente la autoestima y la ilusión de las vecinas. En Barcelona , la primera ciudad del Estado español en poner en marcha proyectos de vivienda cooperativa, este sistema arrancó en 2015 con la firma de dos proyectos (Princesa49 y La Borda) que sumaban 33 viviendas en total y actualmente ya hay 156 pisos cooperativos que forman parte del parque público catalán. En Madrid, una de las cooperativas que han logrado desafiar al sistema rentista para generar modelos de convivencia más sostenibles es Entrepatios, que cuenta con cerca de 70 miembros. Creada en 2011 para “ofrecer respuestas a la crisis habitacional desde lo común”, cuenta actualmente con cuatro promociones en Las Carolinas (Usera) y otra Villa de Vallecas , así como otras dos en búsqueda de solar. Aunque arrancar con un sistema del que a penas se tienen precedentes en España y que difiere tanto del sistema residencial convencional plantea numerosos retos, las vecinas hoy confiesan sentirse “felices y llenas”. “En el proyecto notas que el índice de felicidad es superior a cuando vivíamos de alquiler porque no estás solo, sabes que tienes a tu alrededor gente que te ayuda. Esto da una tranquilidad frente a la inestabilidad global que nos rodea”, describe a infoLibre Nacho García, miembro de esta cooperativa. En proyectos similares se han reportado igualmente tasas elevadas de “empoderamiento personal”, cohesión de grupo y bienestar emocional sostenido. La cooperativa salió adelante gracias a la organización de una red de jóvenes de la FRAVM que en plena crisis económica plantearon al Ayuntamiento de Madrid disponer de viviendas de cesión de uso siguiendo el modelo exitoso de países como Dinamarca (muy especialmente su capital, Copenhague) o Uruguay , que cuentan con una dilatada experiencia con este sistema. Casi diez años después, y tras varios intentos infructuosos de convencer al consistorio, decidieron seguir adelante sin contar con el apoyo de las instituciones y en la actualidad disponen de más de 20 viviendas de esta naturaleza. Hay una cuestión que se repite constantemente cuando las vecinas son consultadas sobre los aspectos destacables del modelo: los cuidados colectivos, que en este caso adquieren un lugar central en la funcionamiento de la comunidad. La visibilización y colectivización de los cuidados dentro de la organización del proyecto favorece las relaciones más equitativas, destaca Escolà. “Vivir en comunidad de forma horizontal disminuye la sensación de soledad, las personas experimentan menos el sentimiento de echar de menos gente a su alrededor y perciben con una probabilidad muy superior (6.7 veces más) que hay muchas vecinas en las que pueden confiar por completo”, determina. Esa relación de apoyo mutuo implica desde ayudar en tareas como acompañar a los niños al colegio hasta poner la bicicleta a disposición de la comunidad u otras más circunstanciales como echar una mano a un vecino al que se le ha inundado el baño o se le ha roto el televisor. Esto es impensable en el sistema actual de alquiler privado donde actualmente los vecinos ni siquiera conocen el nombre del resto de cohabitantes. La idea de construir un espacio que permita a su vez disfrutar de estabilidad habitacional y combatir la soledad no deseada propició la creación de La Corrala de Rivas. Los organizadores del proyecto también lo denominan “cohousing senior” para señalar que el modelo aspira a convertirse en “una comunidad autogestionada de unidades residenciales, y en régimen de cesión de uso para personas mayores ”. En su web inciden en que la cooperativa busca cubrir “las necesidades afectivas, psicológicas y sanitarias que pueden surgir a las personas en la última etapa de la vida, con un  modelo de relación basado en la solidaridad, la amistad y el cocuidado” como alternativa al modelo actual de residencias de mayores. Hasta la fecha han logrado obtener del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid, mediante concurso público, la cesión de una parcela de 4.000 m2 de suelo público para 75 años, pero todavía queda pendiente la implantación del proyecto de construcción de 30 viviendas cuando consigan las licencias necesarias. Para Paco Osorio, uno de los impulsores de este proyecto, la cooperativa posibilitará a sus futuros habitantes no depender de sus hijos cuando alcancen la tercera edad ya que dispondrán de espacios comunes adaptados y una voluntad común de cooperación. “Me da mucha tranquilidad y seguridad saber que disponemos de una estabilidad económica a largo plazo, pero lo más importante es que vamos a estar muy activos y nos vamos a cuidar unos a otros”, afirma a este medio. El diseño preliminar de proyecto contempla la creación de áreas comunes como gimnasio, biblioteca, jardín con huerto comunitario, una casita para alta dependencia y otros espacios de disfrute colectivo. “Vamos a estar uno al lado del otro, como se estaba antiguamente en las casas grandes de los pueblos y eso psicológicamente nos reduce la ansiedad y el estrés”, añade Mati, otra integrante del proyecto. De alguna forma el sistema pretende recuperar algunas de las formas de vida que regían las comunidades de vecinas antes de que estallara la fiebre de los alquileres en España. “El modelo tiene esas ventajas que algunos hemos vivido de pequeños, cuando en las casas vivíamos muchos miembros de una familia, tíos, primos, abuelos, que nos apoyábamos y al lado teníamos vecinos que eran parte de la familia”, cuenta Paco. A su juicio, este tipo de sistemas ponen en jaque el modelo aislacionista imperante en las ciudades y permiten ganar en felicidad y salud a largo plazo.

¿Confío en lo que ven mis ojos? Usar imágenes generadas con IA puede espantar a los consumidores

¿Confío en lo que ven mis ojos? Usar imágenes generadas con IA puede espantar a los consumidores

El auge de la IA generativa está revolucionando el marketing . Herramientas como Midjourney o ChatGPT permiten crear, en segundos, anuncios, catálogos o publicaciones para redes sociales que antes requerían sesiones de fotos, diseñadores y redactores. Además de ahorrar tiempo y dinero, la IA promete personalizar la comunicación para cada cliente . En teoría, una marca podría mostrar a cada usuario la versión del producto o destino que más se adapte a sus gustos. Sin embargo, la rapidez y el bajo coste tienen un precio: la pérdida de autenticidad . Cada vez más consumidores se preguntan si pueden confiar en lo que ven. Algunas marcas ya han tenido problemas por este motivo. En 2023, Amnistía Internacional fue criticada por usar imágenes generadas por IA para ilustrar protestas en Colombia . Aunque la intención era proteger la identidad de los manifestantes, muchos interpretaron la campaña como una manipulación. Las imágenes generadas por inteligencia artificial (IA) están cambiando la forma en que las empresas se comunican con sus clientes. Hoteles, restaurantes y agencias de viajes las usan para mostrar destinos o experiencias . Hemos analizado cómo reaccionan los clientes cuando una empresa promociona sus servicios con imágenes creadas por IA en lugar de fotografías reales. Para estudiar estas percepciones, realizamos dos estudios con consumidores , complementarios entre sí. En el primero, un experimento con 338 participantes , se presentaron diferentes escenarios de hostelería. Algunos participantes vieron imágenes reales, mientras que otros contemplaron imágenes creadas con IA e identificadas como tales. Además, los casos se dividieron según el tipo de servicio, hedónico (placer, disfrute) o utilitario (práctico, funcional) , y según el nivel de implicación del consumidor (si la decisión de compra era importante o trivial). En el segundo estudio, cualitativo, se pidió a 60 personas que explicaran sus reacciones al ver los escenarios . Sus respuestas ayudaron a entender por qué los consumidores confían más en unas imágenes que en otras en cada situación. Los resultados: preferimos lo real (aunque no siempre). Las fotos creadas por IA reducen tanto la intención de usar un servicio como la de recomendarlo. Las personas describieron a las empresas que usan IA como “poco profesionales” , “impersonales” o incluso “engañosas” . Varias comentaron que esas imágenes les dificultaban “imaginar la experiencia real”. El efecto fue más fuerte en dos casos: En cambio, en situaciones utilitarias y en las que la decisión no importa demasiado (como una comida rápida ), la diferencia entre imágenes reales y creadas por IA no fue significativa. El estudio se apoya en la teoría de la fluidez del procesamiento ( Processing Fluency Theory , según la cual, las personas valoramos más positivamente lo que entendemos o procesamos con facilidad. Las imágenes reales (familiares, coherentes con nuestra experiencia) se procesan sin esfuerzo y generan confianza. Las creadas por IA, en cambio, pueden provocar una sensación de extrañeza o irrealidad, incluso cuando parecen perfectas. Esa mínima fricción mental hace que desconfiemos del mensaje o de quien lo emite. En los servicios hedónicos, en los que buscamos placer y emoción , y en la toma de decisiones importantes, esa falta de fluidez se traduce en una pérdida de atractivo . En cambio, el impacto es menor en los servicios utilitarios , donde lo que importa es la función (rapidez, precio, eficacia) , y cuando la decisión no es relevante. El estudio ofrece una advertencia importante para las empresas que buscan incorporar la IA en su comunicación visual. Aunque las imágenes creadas por IA pueden ser más rápidas y económicas, los consumidores siguen valorando la autenticidad de una fotografía original reflejando un servicio real. Para los servicios en los que los consumidores buscan placer o disfrute y en decisiones de alta implicación, las fotografías reales generan mayor credibilidad y conexión emocional. En cambio, las imágenes sintéticas pueden percibirse como frías, impersonales o incluso engañosas . Esto no significa que la IA deba descartarse. Para servicios más funcionales y que suponen una baja implicación puede ser una herramienta útil y rentable . Pero recomendamos emplearla con transparencia y coherencia, informando al cliente cuando una imagen ha sido generada artificialmente. En definitiva, las marcas deberían buscar un equilibrio: usar la IA como aliada creativa, no como sustituta de lo humano. La inteligencia artificial tiene un enorme potencial, pero utilizarla sin tener en cuenta la percepción del cliente puede convertir una gran idea en un error de comunicación . Los consumidores siguen valorando lo auténtico, lo humano y lo imperfecto . Por eso, las empresas que sepan combinar tecnología y honestidad serán las que consigan mantener su confianza. ----------------------------- Este artículo se publicó originalmente en The Conversation . Daniel Belanche Gracía es catedrático de Comercialización e Investigación de Mercados en la Universidad de Zaragoza, Pau Jordán es profesor de Organización de Empresas en la Universidad de Zaragoza, Sergio Ibáñez Sánchez es profesor Permanente Laboral, Área de Comercialización e Investigación de Mercados en la Universidad de Zaragoza y Sergio Matas Roncero es estudiante de doctorado, Universidad de Zaragoza.

Engordando a la bestia

Engordando a la bestia

Había terminado Guardiola su campaña electoral con una «zambomba flamenca», y quizás a estas horas siga tocando la zambomba, menos por su resultado que por el del PSOE, que se hundió en el que había sido su granero más fiel de votos. Está claro que Gallardo debería haber dado un paso al lado, cuando todas las encuestas y el sentir de la calle era que al PSOE le iría mejor con otro candidato. Podría haber pasado a la historia como un gran alcalde y un buen gestor, no como el perdedor de 2025.

Pactar

Pactar

Les escribo a media tarde mientras, con el café, me zampo mi último mantecado de las anas. Las anas son monjas de clausura. Viven a una vuelta de torno de mi casa. Alfajores y roscas de vino… Café y villancicos. De Luis Aguilé a María Ostiz. De Bing Crosby a Dean Martin. Tengo para mí que con lluvia el café sabe mejor; no sé el motivo, ni siquiera si lo hay. ¿Quién no le ha cantado al niño que nace? Cada uno con su acento. También en política. Me gustó mucho el tono con que escribió Víctor Píriz sobre los resultados extremeños. «Una victoria que interpela al sistema» titulaba. Me hizo pensar en «los límites del sistema político para dar respuestas eficaces a las preocupaciones reales de los ciudadanos». Añado yo: aún más allá de los partidos o, si lo prefieren, a pesar de los partidos. Los llamados a votar están, estamos, entre la militancia y el desprecio. Cada uno con su tono, con su talante. También Ibarra. Cada vez soy más ibarrista. Alguno blasfemará en hebreo, lo que, al fin y al cabo, es también una manera de dar tono a las palabras. Pienso que su propuesta no es descabellada, antes bien al contrario, es la mejor manera de dar algo parecido a «respuestas eficaces a las preocupaciones reales de los ciudadanos». Creo que su valor le honra. Ese pacto, por ligero que fuera, pondría en solfa al propio Sánchez; sin embargo, en esta hora difícil para los socialistas extremeños, no deja de ser una muestra de talante, de buen talante, más allá de Sánchez. Por supuesto, el socialista César Ramos, seguro servidor de su amo, en su tono agrio de siempre, ya ha gruñido en contra. Ibarra, además de la cordura de los años, parece imbuido de cierto espíritu navideño que aplaudo y comparto. Mantecados, villancicos y… pactos.