La guerra en Ucrania ha cruzado una línea roja en Europa. Ya no son drones violando el espacio aéreo, son las plantas nucleares
Ucrania ha vuelto a situar la alarma nuclear en el centro del conflicto europeo tras denunciar que Rusia está atacando deliberadamente las subestaciones eléctricas que alimentan las centrales de Jmelnitski y Rivne. Según el ministro ucraniano de Exteriores, Andrii Sybiha, los ataques con drones no son incidentes aislados, sino operaciones planificadas para poner en peligro la seguridad nuclear continental. Ocurre que los drones están llegando a las centrales europeas. La ofensiva de los drones. Durante el pasado fin de semana, Moscú lanzó más de 450 drones y 45 misiles contra diversas regiones de Ucrania, causando al menos siete muertos y daños en infraestructuras críticas. En Dnipró, un dron impactó contra un edificio residencial matando a tres personas, mientras otros ataques se produjeron en Járkov y Zaporiyia. Kiev acusa a Rusia de instrumentalizar el riesgo atómico como arma psicológica y de intentar provocar un accidente en las plantas que aún dependen de suministro eléctrico externo para evitar un colapso del sistema de refrigeración. En Vida Extra Si paras Regreso al Futuro 3 en el minuto 27:50 verás a tres vaqueros que son de las mayores leyendas del cine western Riesgo nuclear. En paralelo, Moscú avanza con su propia agenda nuclear: el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, confirmó que el Kremlin trabaja en propuestas para un posible ensayo nuclear por orden directa de Vladímir Putin, una respuesta a la reciente declaración del presidente estadounidense Donald Trump de que Washington podría reanudar sus propias pruebas. La tensión atómica entre ambas potencias, agudizada por la guerra en Ucrania, ha sumido a Europa en un escenario de vulnerabilidad inédita desde la Guerra Fría. El epicentro de la amenaza: Bélgica. Mientras Ucrania intenta contener la ofensiva rusa en su propio territorio, Europa occidental ha empezado a sentir los ecos de una guerra híbrida que se expande más allá del frente. En Bélgica, uno de los países con mayor densidad de infraestructuras críticas del continente, se ha registrado una oleada de incursiones de drones sobre instalaciones estratégicas. La más alarmante tuvo lugar en la central nuclear de Doel, situada junto al puerto de Amberes, cuando al anochecer del 9 de noviembre se detectaron inicialmente tres drones, que más tarde se confirmaron como cinco aparatos distintos sobrevolando el complejo durante casi una hora. La compañía energética Engie, que gestiona la planta, aseguró que las operaciones no se vieron afectadas, pero las autoridades activaron el Centro Nacional de Crisis y reforzaron la seguridad de la zona. Planta nuclear de Bélgica cerca de Doel Y más. Horas antes, el tráfico aéreo en el aeropuerto de Lieja se había suspendido brevemente tras múltiples reportes de drones, y en los días previos tanto el aeropuerto de Bruselas como la base aérea de Kleine Brogel (donde se almacenan armas nucleares de la OTAN) habían sido objeto de avistamientos similares . Las investigaciones apuntan a un patrón coordinado que afecta a varios países del norte de Europa, incluidos Alemania, Dinamarca y los Países Bajos, donde también se han reportado intrusiones aéreas no identificadas. Sospechas de espionaje. El ministro belga de Defensa, Theo Francken, ha vinculado los avistamientos con posibles operaciones de espionaje extranjero y señaló a Rusia como el sospechoso más plausible, aunque sin pruebas concluyentes. Los servicios de inteligencia del país consideran que los drones podrían formar parte de una estrategia de reconocimiento destinada a evaluar la capacidad de respuesta europea ante ataques combinados a infraestructuras críticas. La acumulación de incidentes llevó al gobierno belga a convocar un Consejo Nacional de Seguridad, tras el cual el ministro del Interior, Bernard Quintin, aseguró que la situación estaba “bajo control” , aunque reconoció la gravedad de las incursiones. El Reino Unido, Francia y Alemania anunciaron el envío de personal y equipos especializados para asistir a Bélgica en la detección y neutralización de drones hostiles, un gesto que subraya el temor compartido de que la frontera entre la guerra visible y la guerra encubierta se esté desdibujando peligrosamente. Epicentro tecnológico. Frente a esta nueva dimensión del conflicto, Ucrania se ha posicionado como un actor clave en la respuesta tecnológica. El presidente Volodímir Zelenski anunció la próxima apertura de oficinas de producción de defensa en Berlín y Copenhague antes de fin de año, con el objetivo de reforzar la cooperación industrial en materia de drones y armas electrónicas. Estas “capitales de exportación”, según sus palabras , financiarán la producción doméstica de equipamiento escaso y ayudarán a los aliados europeos a construir sus propios sistemas defensivos. Kiev, que ha convertido el uso de drones en uno de los pilares de su estrategia militar, ofrece ahora su experiencia a países que comienzan a sufrir en carne propia los efectos de la guerra híbrida rusa. Ucrania como test. En paralelo, la creatividad ucraniana en el campo improvisado de la defensa se refleja incluso en soluciones insólitas: viejas redes de pesca francesas, fabricadas con pelo de caballo, se están reutilizando para crear túneles donde las hélices de los drones rusos quedan atrapadas. En la guerra contemporánea, la tecnología se cruza con la artesanía, y el ingenio se ha convertido en una forma de supervivencia nacional. En Directo al Paladar La ciencia es clara: eliminar este alimento podría reducir drásticamente el riesgo de cáncer, principalmente en el colon Vulnerabilidad nuclear. Los incidentes en Bélgica y Ucrania revelan una misma constante: la infraestructura nuclear europea (planta, cableado, energía, logística) se ha convertido en un objetivo simbólico y estratégico . Los ataques a subestaciones ucranianas que alimentan centrales y los drones que sobrevuelan reactores belgas exponen la fragilidad de un continente que depende de sistemas complejos donde cualquier sabotaje puede multiplicar sus efectos. La amenaza ya no procede solo de los misiles, sino de los enjambres invisibles de drones, de la desinformación, de la ingeniería política y tecnológica que socava la estabilidad desde dentro. Rusia, enfrentada al aislamiento y con una industria militar aún poderosa, parece dispuesta a utilizar esa asimetría como instrumento de presión prolongada. La respuesta europea , aún fragmentaria, comienza a articularse entre cooperación militar, innovación tecnológica y defensa civil. Plus: la lección que deja esta secuencia de ataques y sospechas parece clara. En la Europa de 2025, la frontera entre seguridad energética y seguridad militar se ha desvanecido , y el futuro de la estabilidad continental podría depender menos del tamaño de los ejércitos que de la rapidez con que un dron sea detectado en el radar antes de alcanzar una central nuclear. Imagen | Trougnouf , Wwuyts En Xataka | La última táctica de los rusos en Ucrania rompe con la anterior: han pasado de aparecer "de la nada”, a directamente desaparecer En Xataka | Orion era la versión rusa del dron más letal de EEUU. Ucrania no da crédito al abrirlo: no es una versión, es obra de EEUU - La noticia La guerra en Ucrania ha cruzado una línea roja en Europa. Ya no son drones violando el espacio aéreo, son las plantas nucleares fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .