El rey esquiva el 'annus horribilis' de la monarquía centrando su discurso en Europa y la Transición

El rey esquiva el 'annus horribilis' de la monarquía centrando su discurso en Europa y la Transición

Si 2025 ha sido un año convulso para la Casa Real , no ha habido ni rastro de ello en el tradicional mensaje navideño de Felipe VI. En su discurso, el rey ha evitado en todo momento hacer mención a las tensiones dentro de la institución . Sobre todo, las generadas por su padre, a cuya coronación, de la que se cumple medio siglo, no se refiere en ningún momento. A lo largo de nueve minutos, el jefe del Estado ha elogiado la Transición o la incorporación a Europa –de hecho, el mensaje está grabado en el mismo Salón de Columnas del Palacio Real en el que, en 1985, se firmó el tratado de adhesión a las Comunidades Europeas–. Y ha llamado a una defensa de la "convivencia" en un momento en que las sociedades democráticas atraviesan una "inquietante crisis de confianza". La institución llega a su cita anual con los españoles en una situación especialmente delicada. Fundamentalmente, por la ruptura interna que ha provocado tanto la publicación de las memorias de Juan Carlos I como el mensaje inédito lanzado por el emérito con las mismas, una grabación en vídeo que molestó en Zarzuela. El monarca se ha convertido, una vez más, en el gran problema para la imagen de la Casa Real, con un libro plagado de duras palabras contra la reina Letizia, en el que rompe la neutralidad institucional y en el que no hay ni rastro de autocrítica sobre su fortuna oculta , asunto por el que siguen dando la batalla un nutrido grupo de juristas. Pero de todo ello, silencio absoluto. De hecho, el rey ha evitado referirse siquiera en su discurso al aniversario de la coronación de su padre. Felipe VI ha preferido centrar el arranque de su alocución en la entrada de España en Europa , de la que se cumplen cuatro décadas, y en la Transición como dos acontecimientos decisivos en la consolidación de la democracia. "La Transición fue, ante todo, un ejercicio colectivo de responsabilidad. Surgió de la voluntad compartida de construir un futuro de libertades basado en el diálogo", ha señalado. Unas "libertades democráticas" que se encargó de afianzar Europa. "Esa perspectiva histórica nos ayuda a observar que España ha experimentado una transformación sin precedentes en estas cinco décadas, que permitió consolidar las libertades democráticas , el pluralismo político, la descentralización, la apertura hacia el exterior y la prosperidad", ha resaltado el monarca. Acontecimientos que Felipe VI ha utilizado para llegar al núcleo de su discurso: la necesidad de proteger la convivencia, construida por quienes nos precedieron "incluso en circunstancias difíciles". "No basta con haberlo recibido: es una construcción frágil. Por esa razón, todos debemos hacer del cuidado de la convivencia nuestra labor diaria", ha señalado. El jefe del Estado ha aseverado que "en este mundo convulso" las "sociedades democráticas" están atravesando una "inquietante crisis de confianza", una realidad que afecta "seriamente" al "ánimo de los ciudadanos" y la "credibilidad de las instituciones". "Los extremismos, los radicalismos y populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades , del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro", ha continuado Felipe VI, al tiempo que, evitando utilizar el término "dictadura", ha señalado que "ese capítulo de la historia ya lo conocemos y tuvo consecuencias funestas". "Nos corresponde a todos preservar la confianza en nuestra convivencia democrática", ha insistido el monarca, quien ha recordado que la misma no es "un legado imperecedero". Y, para ello, ha pedido "diálogo", "respeto en el lenguaje y escucha de las opiniones ajenas", "ejemplaridad" a los poderes públicos, "empatía" y que la "dignidad del ser humano", sobre todo de los más vulnerables, esté "en el centro de todo discurso y de toda política". "Recordemos que, en democracia, las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas ; que avanzar consiste en dar pasos, con acuerdos y renuncias, pero en una misma dirección, no correr a costa de la caída del otro", ha continuado. "Cada tiempo histórico tiene sus propios desafíos. Los caminos fáciles no existen. Los nuestros no lo son ni más ni menos que los de nuestros padres o abuelos. Pero tenemos un gran activo: nuestra capacidad de recorrerlos juntos. Hagámoslo con la memoria de estos 50 años y hagámoslo con confianza. El miedo solo construye barreras y genera ruido , y las barreras y el ruido impiden comprender la realidad en toda su amplitud", ha sentenciado el monarca, cuyo discurso apenas ha entrado en las grandes preocupaciones de los ciudadanos –desde el coste de la vida o el acceso a la vivienda a la incertidumbre laboral o el cambio climático–.

La violencia de género, Gaza y el emérito: todo lo que Felipe VI ha 'olvidado' en su discurso navideño

La violencia de género, Gaza y el emérito: todo lo que Felipe VI ha 'olvidado' en su discurso navideño

Felipe VI ha vuelto, como es tradición cada Nochebuena, a meterse en las casas de los españoles con su mensaje de Navidad . Este año, de nuevo, con un cambio de escenario. El monarca ha cambiado la Zarzuela por el Palacio Real , como ya hiciera en 2024, para celebrar el 50º aniversario del inicio de la Transición y el 40º de la firma del acuerdo de entrada a las Comunidades Europeas (hoy Unión Europea). Pero hay cosas que no cambian, y como cada 24 de diciembre, a Felipe VI se le ha olvidado incluir varios temas importantes en su discurso. Desde la guerra de Gaza hasta la violencia de género, repasamos lo que, un año más, la Corona se ha dejado fuera del repaso de un año particularmente exigente para la monarquía. El mensaje de este 2025 era especialmente esperado, ya que en él Felipe VI estrenaba la nueva estrategia de comunicación que la Casa Real ha desplegado después de que Camilo Villarino cogiera los mandos de Zarzuela en febrero del año pasado. La renovación que trajo consigo se ha hecho patente este año con el cambio en la Dirección de Comunicación, con la contratación de la periodista Rosa Lerchundi . Sin embargo, este giro no ha supuesto que el rey incorpore a su discurso un tema que recurrentemente se ha dejado fuera: la violencia de género . Este 2025 han sido asesinadas 47 mujeres en España a manos de sus parejas o exparejas, un número que se ha mantenido más o menos constante en los últimos años y que el rey ha invisibilizado recurrentemente . Ni siquiera el monarca ha tenido palabras para el feminismo u otros movimientos sociales como la lucha del colectivo LGTBIQ+, otros asuntos que parecen vetados en su discurso de Navidad. Algo que quizás sí haya llamado más la atención, sobre todo después de otras intervenciones suyas a lo largo del año, ha sido su silencio sobre los principales conflictos bélicos que se están desarrollando en el mundo. Si bien Felipe VI ha hecho referencia al deterioro del derecho internacional y del orden mundial basado en reglas y los derechos humanos, no ha concretado, a diferencia de otros discursos, las guerras existentes. Por ejemplo, en 2022, cuando se produjo la invasión rusa de Ucrania , el rey le dedicó varias frases al país gobernado por Volodimir Zelenski (“Hemos vivido el sufrimiento del pueblo ucraniano y seguimos sintiendo, con una profunda tristeza, la pérdida de miles de vidas”). Una referencia que ha desaparecido completamente este año , cuando las negociaciones de paz están estancadas y la Unión Europea parece no tener capacidad de influir en el resultado de las mismas. Pero si hay algo más llamativo es la ausencia total a una mención del genocidio en Gaza . En el mensaje de 2024 Felipe VI tampoco incluyó , a diferencia de lo que había hecho con Ucrania, una mención explícita a la matanza realizada por Israel. Sin embargo, este año el rey cambió el tono con respecto a Palestina con su discurso en la Asamblea General de la ONU en septiembre, donde calificó lo realizado por Israel como “masacre” . “Son actos aberrantes que están en las antípodas de todo lo que este foro representa. Repugnan a la conciencia humana y avergüenzan al conjunto de la comunidad internacional”, señaló entonces el rey. Una posición que le valió el desprecio de Vox y de Santiago Abascal , que se distanció de la Casa Real no acudiendo a la tradicional recepción del 12 de octubre en el Palacio Real ni tampoco a los actos de conmemoración en el Congreso de los Diputados de la restauración de la monarquía. Esa línea no la ha continuado en su discurso de Navidad pese a que este ha sido un año donde España se ha puesto a la vanguardia en el apoyo a Palestina. Así, el rey no ha tenido palabras para las movilizaciones sociales impulsadas contra el genocidio en Gaza , que trascendieron al mundo con unas manifestaciones durante La Vuelta a España que consiguieron no solo detener la carrera en varias etapas e impedir el final en Madrid de forma pacífica, sino que consiguieron su objetivo de que Israel no siguiera patrocinando a uno de los equipos del pelotón. En un año marcado en la actualidad de la monarquía española por la publicación de Reconciliación , las memorias de Juan Carlos I , Felipe VI ha preferido no tratar el asunto y tampoco ha incluido en su discurso ninguna referencia relativa a su padre . Pese a recrearse en la Transición y sus valores, no ha mencionado en ningún momento al rey emérito en el discurso. Una estrategia que continúa la línea establecida por la Casa Real durante todo 2025, donde Juan Carlos I ha sido completamente relegado de los actos conmemorativos, participando solamente en un almuerzo familiar en el Palacio de El Pardo. Otro tema de actualidad en el que el rey no se ha detenido es el estado de la Justicia . En un año en el que las decisiones de los tribunales han estado en el centro del debate público, sobre todo tras la polémica condena del Tribunal Supremo al ya exfiscal general del Estado Álvaro García Ortiz , el rey tampoco ha incluido en su discurso nada con respecto a esta cuestión. Y eso que Felipe VI vivió en sus carnes la polarización con respecto a la Justicia cuando el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo , plantó al rey en la apertura del Año Judicial para no coincidir con García Ortiz. En un año tan señalado como este, en el cual se celebran 50 años de la muerte de Francisco Franco y que ha estado marcado por los homenajes a las víctimas de la dictadura, Felipe VI también ha evitado hablar de memoria histórica en su discurso. Es uno de los grandes deberes pendientes del rey, que incluso vio cómo Juan Carlos I en sus memorias realizaba loas a Franco e igualmente se olvidaba de todo el dolor causado por el régimen. Ni siquiera en un mensaje tan marcado por la Transición y sus valores, el rey ha tenido tiempo de reflexionar sobre lo que pasó anteriormente y reconocer el papel de los movimientos sociales en la llegada de la democracia. Por último, hay dos asuntos que tampoco han estado en el mensaje navideño. Uno, la migración , que sigue siendo uno de los caballos de batalla de la extrema derecha y está de rotunda actualidad después de las medidas que han tomado países como Italia y del retroceso que ha habido en la Unión Europea con respecto a su gestión. Por no hablar del reciente desalojo de varios centenares de migrantes en Badalona sin ofrecerles alternativa habitacional. Y dos, la dana, que protagonizó buena parte del discurso del año pasado y que este 2025 ha desaparecido completamente pese a que en noviembre se celebró el funeral por las víctimas , presidido por el rey y protagonizado por los abucheos a Carlos Mazón. Más allá de eso, hay temas que el rey ha citado de soslayo pero apenas se ha detenido en ellos, pese a ser algunas de las principales preocupaciones de la ciudadanía. Quizás el más relevante sea la vivienda , a la que solo se refiere como “un obstáculo para los proyectos de tantos jóvenes”. También pasa de puntillas sobre la emergencia climática , que igualmente solo ha mencionado de pasada: “Los fenómenos climáticos son un condicionante cada vez mayor y en ocasiones trágico”. Con respecto al auge ultra en todo el mundo, Felipe VI se ha quedado tan solo en advertir del peligro de los "populismos" y su vinculación con el descontento: "Los extremismos, los radicalismos y populismos se nutren de esta falta de confianza, de la desinformación, de las desigualdades, del desencanto con el presente y de las dudas sobre cómo abordar el futuro".

Un rey sin monarquía

Un rey sin monarquía

No es noticia que el discurso de Navidad del rey suele ser un ejercicio más que notable de funambulismo. No es difícil imaginar a su corte (y a su cohorte) con un montón de papeles sobre la mesa intentando dilucidar cómo hablar de esto sin pisar un callo, o cómo mencionar esto otro sin levantar una ampolla. Pero el de 2025 es, hasta la fecha, el que se lleva la palma. Felipe VI ha construido su mensaje alrededor de dos efemérides redondas: los 50 años del inicio de la Transición democrática y los 40 de la entrada de España en las Comunidades Europeas. Democracia y Europa como columnas vertebrales de un relato en el que otro gran aniversario, no precisamente menor, brilla por su ausencia. Ni más ni menos que los 50 años de monarquía parlamentaria . La omisión resulta demasiado evidente como para ser casual. Felipe VI celebra la democracia, pero evita conmemorar la institución que él mismo encabeza; reivindica la Transición, pero sin subrayar el papel de la Corona en ese proceso; apela a la memoria, pero sin nombrar ni el franquismo ni la dictadura , las dos palabras que definen con más precisión el régimen que restauró la monarquía y que designó como su sucesor a Juan Carlos I, su padre, que a partir de este 24 de diciembre de 2025 ya puede pasar a la historia como El innombrable. Precisamente, El innombrable, cuando todavía era sólo un campechano rey, utilizó no pocas veces sus discursos navideños para reivindicar su papel en la Transición y para subrayar la monarquía como pilar del sistema constitucional (ahora que ya no da discursos de Navidad, se pasa a las memorias para seguir haciéndolo). Felipe VI mantuvo esa línea en sus primeros años de reinado: en 2015 y en 2018 recordó explícitamente la proclamación de su padre y la continuidad institucional como elementos de estabilidad. Y hasta ahí llegaron las loas. Porque a raíz de la sentencia del caso Noos el emérito pasa de ser un activo simbólico a un problema estructural, y desaparece del discurso navideño. La cuestión es que con él desaparece también la posibilidad de celebrar la monarquía sin abrir un balance incómodo. El discurso de este año es la culminación de este proceso. Felipe VI no menciona los 50 años de monarquía porque hacerlo implicaría hablar de su padre. Y hablar de su padre, en 2025, es entrar en un terreno minado. Más aún después de la publicación de las memorias del emérito, en las que no solo elude cualquier revisión crítica de su trayectoria, sino que expresa sin complejos su cercanía al franquismo , normalizando una relación con esa dictadura que su hijo evita nombrar de forma directa y explícita (la referencia más clara la hace al hablar de “los extremismos, los radicalismos y populismos”: “ese capítulo de la historia ya lo conocemos [...], tuvo consecuencias funestas”). Qué oportunidad perdida, por cierto. La contradicción es difícil de ignorar. Mientras el rey construye un relato de democracia sin dictadura, su padre reivindica desde fuera de la institución su vínculo con el régimen anterior. Mientras Felipe VI apela a la convivencia y a la memoria compartida, Juan Carlos I es apartado de la conmemoración del medio siglo de democracia. Rememorar los 50 años de la monarquía habría obligado a confrontar esa tensión. A explicar qué se celebra exactamente. A asumir que la democracia y la monarquía española nacen de una Transición marcada por silencios, renuncias y una continuidad institucional que hoy pesa. Por eso opta por Europa y la Constitución (cómo no) como refugio narrativo seguro. La Corona se convierte en un terreno pantanoso para el propio rey. Ese desplazamiento explica también el tono del mensaje. El rey adopta un lenguaje inequívocamente democrático —soberanía popular, convivencia, pluralismo—, pero lo hace para sostener una institución que no se somete al mismo nivel de control democrático que el resto . Apela, como siempre, a la ejemplaridad de los poderes públicos, pero sin incluir, nuevamente, a la Casa Real en ese marco de exigencia. Se pide confianza sin hablar de transparencia, rendición de cuentas o responsabilidad institucional. Es, además, un discurso plano. Sin aristas. Sin una sola referencia concreta al presente político que obligue a mojarse. No interpela a nadie. No señala conflictos. No incomoda. Se limita a enunciar valores generales y consensos históricos, como si eso bastara para sostener la autoridad institucional. Sobre todo, cuando la monarquía llega a esta Navidad tras un año más que complicado, y no sólo por el libro del emérito. Vox le ha dado la espalda a Felipe VI, y Alberto Núñez Feijóo no acudió a la apertura del año judicial presidida por el monarca con la excusa de que asistiría el ya exfiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. El desplante del líder del PP no lo era tanto con el rey como para escenificar su castigo a Pedro Sánchez, que es lo único que le importa, tenga el coste que tenga. Sin dramatizar esos gestos, sí indican que la Corona ya no funciona como espacio de consenso indiscutido. Es una institución más expuesta y más consciente de sus límites. En este contexto encaja como un guante la conversión de la princesa Leonor en un producto cuidadosamente diseñado. Marketing institucional para compensar la falta de un debate de fondo sobre el papel de la Corona. El mismo objetivo que tiene, al fin y al cabo, el discurso del rey. Por eso, el hecho de que Felipe VI celebre la democracia mientras borra a la monarquía es, quizá, la señal más inequívoca de la fragilidad que intenta ocultar.

Felipe VI se pone de pie en el corazón del Palacio Real

Felipe VI se pone de pie en el corazón del Palacio Real

Felipe VI pronunció su discurso de Nochebuena por primera vez de pie. El gesto, por nuevo, no restó ni un ápice a la liturgia del mensaje navideño, siempre sobrio. El escenario elegido tampoco fue neutro: el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, uno de los espacios con mayor densidad simbólica de la monarquía española. Es la tercera vez que el Rey pronuncia desde ese edificio su discurso de Navidad, tras hacerlo en 2015 y en 2024.

Felipe VI se pone de pie en el corazón del Palacio Real

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Felipe VI pronunció su discurso de Nochebuena por primera vez de pie. El gesto, por nuevo, no restó ni un ápice a la liturgia del mensaje navideño, siempre sobrio. El escenario elegido tampoco fue neutro: el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, uno de los espacios con mayor densidad simbólica de la monarquía española. Es la tercera vez que el Rey pronuncia desde ese edificio su discurso de Navidad, tras hacerlo en 2015 y en 2024.

Felipe VI se pone de pie en el corazón del Palacio Real

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Felipe VI se pone de pie en el corazón del Palacio Real

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Argüello recuerda que la Navidad "enciende la luz" de los que más sufren y desea que esta fiesta sea una llamada "a colaborar en el bien común"

Argüello recuerda que la Navidad "enciende la luz" de los que más sufren y desea que esta fiesta sea una llamada "a colaborar en el bien común"

El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, invita en su mensaje de felicitación de Navidad a redescubrir el sentido profundo de esta celebración, que es la llegada de Jesucristo como luz para un mundo marcado por la incertidumbre, la soledad y el sufrimiento. “Hoy se ha encendido verdaderamente la luz”, afirma Argüello, subrayando que más allá de las luces y celebraciones externas, la Navidad es el acontecimiento de Dios que “trata de abrirse paso en medio de la noche, en las tinieblas de la humanidad”. El también arzobispo de Valladolid ha recordado que el verdadero regalo de la Navidad no son los encuentros sociales ni los obsequios, sino Jesús, que nace en la fragilidad de un pesebre para iluminar especialmente a quienes viven momentos de oscuridad interior. “De alguna forma todos tenemos alguna sombra”, sostiene Luis Argüello, insistiendo en el mensaje navideño que  adquiere un significado especial para quienes atraviesan dudas, confusión o sufrimiento. El presidente del episcopado español ha puesto el acento en el carácter universal de la Navidad, que no distingue entre situaciones personales o sociales. “Jesús nace para todos y lo hace en los márgenes, en el último de los últimos lugares”, como signo de cercanía con quienes se sienten descartados o invisibles. “Desde ese nacimiento humilde, explicó, el Señor viene para abrazarnos a todos”, ha agregado. Argüello se ha dirigido también en su mensaje a quienes viven la Navidad en circunstancias difíciles. “Muchos estáis solos”, ha apostillado el arzobispo de Valladolid, refiriéndose a personas que siguen el mensaje de manera casual o a través de las redes sociales, o se encuentran solas en residencias de mayores, hospitales o cárceles. Espacios todos ellos más próximos al Pesebre. Para ellos, asegura Argüello, la Navidad es una promesa de acompañamiento: “El Emmanuel viene, se acerca, quiere acoger y acompañar vuestro momento de soledad, de duda”. El presidente de la Conferencia Episcopal ha tenido un recuerdo también para los pueblos que viven en conflicto, especialmente Tierra Santa donde “no acaba de establecerse la paz”, y a los cristianos perseguidos que “para celebrar la Navidad hoy tienen casi que esconderse”. La celebración del nacimiento de Cristo, subraya, une a los creyentes “de norte a sur, de este a oeste”, en una misma esperanza. El presidente de la Conferencia Episcopal ha apuntado las consecuencias sociales y personales de acoger la Navidad. Aceptar la gracia que trae Jesús, señala, “renueva nuestros corazones, transforma nuestras relaciones y nos invita a poner en la mesa común de nuestra sociedad española una llamada a colaborar en el bien común”. Argüello argumenta que el Nacimiento de Jesús no es algo del pasado, sino una realidad viva que sigue transformando la historia. “Son ya 2026 años de este acontecimiento”, destaca animando a comprender el sentido profundo de los deseos navideños. “Sepamos por qué nos deseamos feliz Navidad y próspero año nuevo. Dios, porque el amor se nos ha ofrecido, ha tomado nuestra carne y ha entrado en nuestra historia”.