¿Por qué los zapateros también hacen llaves? Esta es la relación entre dos oficios tan diferentes

¿Por qué los zapateros también hacen llaves? Esta es la relación entre dos oficios tan diferentes

Modelo de negocio - Hoy la industria fabrica llaves en serie, pero en los talleres se usan duplicadoras compactas que copian perfiles existentes, un proceso rápido que se ajusta con limas Los talleres de zapatería reúnen desde hace décadas herramientas de precisión, máquinas de corte y materiales resistentes. En muchos casos, estos establecimientos no se limitan al calzado, ya que incluyen servicios adicionales adaptados a las necesidades cotidianas de sus clientes. Entre ellos destaca la duplicación de llaves , una práctica que se ha extendido como complemento natural de la reparación de suelas o la sustitución de tacones. La combinación resulta lógica porque ambas tareas requieren paciencia, destreza manual y un espacio reducido para el trabajo. Con ello se ha consolidado un tipo de negocio que mezcla tradición artesanal y utilidad diaria, visible en casi todas las ciudades. La caída del arreglo tradicional empujó a buscar nuevas salidas La asociación entre zapateros y duplicado de llaves surgió en el siglo XX como estrategia de supervivencia económica ante la caída de la reparación de calzado tradicional. La llegada del calzado sintético y desechable redujo drásticamente el número de clientes que buscaban arreglos, lo que empujó a los zapateros a diversificar su actividad. El uso de maquinaria pequeña y precisa encajaba con la infraestructura de sus talleres , lo que les permitió incorporar el duplicado de llaves sin grandes inversiones. De ese modo, los zapateros transformaron la crisis del oficio en una oportunidad de adaptación. En épocas anteriores, los zapateros y los cerrajeros formaban gremios distintos . Los primeros trabajaban el cuero, mientras los segundos se ocupaban de las cerraduras y las piezas metálicas. En la Edad Media no existía relación entre ambos oficios, y las ordenanzas gremiales mantenían funciones bien separadas. Los cerrajeros eran herreros especializados con acceso a hornos y yunques, mientras los zapateros se limitaban al tratamiento de materiales blandos como la madera o el cuero. Las máquinas simplificaron la copia y la llevaron a pequeños locales Las llaves antiguas se forjaban mediante técnicas de herrería que exigían destreza y fuerza física. El proceso comenzaba con el calentamiento del hierro en una fragua hasta alcanzar una temperatura que permitiera moldearlo. Sobre el yunque, el herrero daba forma al anillo, el tronco y el paletón mediante golpes sucesivos con un martillo de forja. Después se limaban las muescas y los dientes con buriles y limas, y se endurecía la pieza al sumergirla en agua o aceite. Este método artesanal se mantuvo durante siglos antes de la llegada de la mecanización. En la actualidad, la fabricación de llaves se realiza en fábricas industriales mediante máquinas de control numérico y cortes por láser . Los metales más comunes son el latón y el acero inoxidable, y en las llaves de seguridad se incorporan chips electrónicos programados. En los talleres de zapatería, sin embargo, el proceso se limita a la copia de llaves existentes con duplicadoras manuales o semiautomáticas. Estas máquinas, compactas y de manejo sencillo, permiten reproducir perfiles en blanco con una fresadora y ajustar pequeñas imperfecciones con limas. A partir de la década de 1970, muchos zapateros europeos y latinoamericanos adoptaron estas máquinas duplicadoras para mantener su negocio en funcionamiento. Las similitudes entre el trabajo del calzado y la copia de llaves favorecieron la integración de ambos servicios. La combinación resultó rentable , ya que los periodos de menor demanda en reparación coincidían con un aumento en las solicitudes de copias por mudanzas o aperturas de temporada. Actualmente, los pequeños talleres de zapatería siguen ofreciendo duplicado de llaves como parte de un modelo artesanal que resiste en entornos urbanos. Su presencia en barrios facilita el acceso a servicios rápidos y asequibles, mientras los cerrajeros se encargan de trabajos más complejos. Con ello, los zapateros han conservado un oficio en transformación constante, manteniendo la cercanía y la utilidad que caracterizan su labor cotidiana.

¿Por qué los zapateros también hacen llaves? Esta es la relación entre dos oficios tan diferentes

¿Por qué los zapateros también hacen llaves? Esta es la relación entre dos oficios tan diferentes

Modelo de negocio - Hoy la industria fabrica llaves en serie, pero en los talleres se usan duplicadoras compactas que copian perfiles existentes, un proceso rápido que se ajusta con limas Los talleres de zapatería reúnen desde hace décadas herramientas de precisión, máquinas de corte y materiales resistentes. En muchos casos, estos establecimientos no se limitan al calzado, ya que incluyen servicios adicionales adaptados a las necesidades cotidianas de sus clientes. Entre ellos destaca la duplicación de llaves , una práctica que se ha extendido como complemento natural de la reparación de suelas o la sustitución de tacones. La combinación resulta lógica porque ambas tareas requieren paciencia, destreza manual y un espacio reducido para el trabajo. Con ello se ha consolidado un tipo de negocio que mezcla tradición artesanal y utilidad diaria, visible en casi todas las ciudades. La caída del arreglo tradicional empujó a buscar nuevas salidas La asociación entre zapateros y duplicado de llaves surgió en el siglo XX como estrategia de supervivencia económica ante la caída de la reparación de calzado tradicional. La llegada del calzado sintético y desechable redujo drásticamente el número de clientes que buscaban arreglos, lo que empujó a los zapateros a diversificar su actividad. El uso de maquinaria pequeña y precisa encajaba con la infraestructura de sus talleres , lo que les permitió incorporar el duplicado de llaves sin grandes inversiones. De ese modo, los zapateros transformaron la crisis del oficio en una oportunidad de adaptación. En épocas anteriores, los zapateros y los cerrajeros formaban gremios distintos . Los primeros trabajaban el cuero, mientras los segundos se ocupaban de las cerraduras y las piezas metálicas. En la Edad Media no existía relación entre ambos oficios, y las ordenanzas gremiales mantenían funciones bien separadas. Los cerrajeros eran herreros especializados con acceso a hornos y yunques, mientras los zapateros se limitaban al tratamiento de materiales blandos como la madera o el cuero. Las máquinas simplificaron la copia y la llevaron a pequeños locales Las llaves antiguas se forjaban mediante técnicas de herrería que exigían destreza y fuerza física. El proceso comenzaba con el calentamiento del hierro en una fragua hasta alcanzar una temperatura que permitiera moldearlo. Sobre el yunque, el herrero daba forma al anillo, el tronco y el paletón mediante golpes sucesivos con un martillo de forja. Después se limaban las muescas y los dientes con buriles y limas, y se endurecía la pieza al sumergirla en agua o aceite. Este método artesanal se mantuvo durante siglos antes de la llegada de la mecanización. En la actualidad, la fabricación de llaves se realiza en fábricas industriales mediante máquinas de control numérico y cortes por láser . Los metales más comunes son el latón y el acero inoxidable, y en las llaves de seguridad se incorporan chips electrónicos programados. En los talleres de zapatería, sin embargo, el proceso se limita a la copia de llaves existentes con duplicadoras manuales o semiautomáticas. Estas máquinas, compactas y de manejo sencillo, permiten reproducir perfiles en blanco con una fresadora y ajustar pequeñas imperfecciones con limas. A partir de la década de 1970, muchos zapateros europeos y latinoamericanos adoptaron estas máquinas duplicadoras para mantener su negocio en funcionamiento. Las similitudes entre el trabajo del calzado y la copia de llaves favorecieron la integración de ambos servicios. La combinación resultó rentable , ya que los periodos de menor demanda en reparación coincidían con un aumento en las solicitudes de copias por mudanzas o aperturas de temporada. Actualmente, los pequeños talleres de zapatería siguen ofreciendo duplicado de llaves como parte de un modelo artesanal que resiste en entornos urbanos. Su presencia en barrios facilita el acceso a servicios rápidos y asequibles, mientras los cerrajeros se encargan de trabajos más complejos. Con ello, los zapateros han conservado un oficio en transformación constante, manteniendo la cercanía y la utilidad que caracterizan su labor cotidiana.

Valencia Basket, con su 73 por ciento de victorias, coquetea con la historia

Valencia Basket, con su 73 por ciento de victorias, coquetea con la historia

Valencia Basket saborea su novena aventura en la Euroliga con unos números espectaculares, doce victorias y seis derrotas, a falta de recibir al Partizan de Belgrado antes de cerrar el 2025. En la ACB, las cosas no van mucho peor. Ocho ganados y dos perdidos. El domingo llegará el Morabanc Andorra. Más la conquista de la Supercopa, con esos dos triunfos ante Unicaja y Real Madrid. En total, 30 encuentros, con un asombroso balance de 22/6, un increíble porcentaje de victorias del 73 por ciento. El mejor desde que se compagina la gran competición continental con las nacionales (liga, Copa del Rey o Supercopa). Ese balance supera el que firmó Valencia Basket en la 2003/04, la de su debut en la Euroliga. Aquel curso, con Paco Olmos al frente, y con estrellas como Fabri Oberto o Dejan Tomasevic, el equipo disputó un total de 60 partidos, ganando 38 y perdiendo 22, un 63 por ciento de victorias. En Europa, entre primera y segunda ronda, trece victorias y siete derrotas. En la ACB se cerró la liga regular tercero, con 23 triunfos y 11 derrotas. Se cayó en cuartos ante Unicaja Málaga en la Fonteta en el quinto. En la Copa, también fuera en primera ronda ante el San Fernando. Hasta este 2025/26 ninguna formación taronja había caminado con más firmeza entre todas las competiciones... a la espera de la segunda mitad de la temporada, con la Copa del Rey y los posibles playoffs. De momento, la bandera de la Supercopa ya está colgando del Roig Arena. En las otras siete travesías ha habido de todo, pero siempre quedaba la sensación de no ser sólidos cuando había que competir entre semana contra los mejores del continente, y los sábados y domingos, bailar en la liga doméstica más dura de Europa. Por ejemplo, en la 2011/12, con la llegada de emergencia de Svestislav Pesic por el destituido Manolo Hussein, los valencianos llegan más lejos que nunca en la Euroliga. Después de un balance 13 victorias y 7 derrotas, se cae en cuartos, a un paso de la Final 4, ante el Real Madrid, en una eliminatoria para el recuerdo. Antes se había llegado a la final de la Supercopa y a las semifinales de la Copa del Rey. En la ACB se cerraría la fase regular terceros con 24 triunfos y 10 derrotas, y en playoff se pierde de forma fea ante el Bilbao Basket. En suma, 36 ganados y 25 perdidos en 61 choques, un 59 por ciento de éxito. La 2020/21 fue similar en cuanto a números, aunque no con el orgullo tan hinchado por el paso de Pesic. Además, fue la vuelta del COVID. Aún así es hasta hoy la Euroliga con más triunfos, 19, en 34 noches. En la Copa, se perdió en cuartos ante el Real Madrid. En la ACB, la liga regular se suman 24 victorias en 36 jornadas. En los playoffs, tras eliminar a Baskonia 2-1, se cae en semis ante el Real Madrid 2-1. Un total de 77 partidos, saldados con 46 ganados y 31 perdidos, un 59'7 por ciento de triunfos. Aún así, acabó la etapa Ponsarnau. La cuarta mejor fue la 2017/18; 70 partidos, 37 victorias, un 52 por ciento de triunfos. Se acababa de ganar la ACB y eso dio el privilegio a estar entre los mejores de Europa. Como en este curso, se conquistó la Supercopa ACB, pero lejos de dar crédito a Txus Vidorreta, la grada había empezado a distanciarse por nostalgia hacia Pedro Martínez. En la Copa, se pierde en cuartos ante Tenerife. En liga, se acaba cuarto, con 22 victorias en 34 jornadas, y se cae ante Gran Canaria en primera ronda de playoffs 1-2 a pesar de la ventaja de campo. Por encima del 50 por ciento ya sólo queda la 2023/24. La segunda de Álex Mumbrú, aunque la acabó Xavi Albert. De 73 encuentros se ganaron 37, uno más que la mitad. Pero las sensaciones fueron malas. La afición no creía en el técnico y siempre vieron la botella media vacía. El equipo se deshinchó tras caer en la Copa en semis ante el Madrid. Se había clasificado como quinto. En Euroliga se pasó de soñar con el top 8 a acabar con 14 triunfos y 20 derrotas. El final de liga regular doméstica fue con 21 ganados y 13 perdidos. Y se dijo adiós al playoff al caer ante UCAM Murcia 1-2, con el desempate en la Fonteta. Lo mejor, que Pedro Martínez, como adelantó COPE, volvía a Valencia. Las demás están por debajo del 50 por cien en el balance victorias-derrotas. La 2022/23, la primera de Mumbrú, 71 partidos, con 32 ganados y 39 perdidos, un 45 por ciento. La 2019/20, fue la del COVID, con Ponsarnau en el banquillo y nadie en las gradas en el tramo final de una ACB que se jugó de forma excepcional en Valencia. Fueron 58 partidos entre Supercopa, Euroliga y liga, porque no hubo Copa del Rey. El saldo, 28 triunfos y 30 derrotas, un 48 por ciento. Por último, la 2014/15, empezada por Velimir Perasovic y acabada por Carles Durán. Fueron 63 partidos disputados, con 29 triunfos y 34 derrotas, un 46 por ciento. Aquel curso se empezó en Euroliga y acabó en Eurocup. Después empezaría la primera etapa de Pedro Martínez. En esta segunda, viendo los números y las sensaciones, Valencia Basket coquetea con la historia. El 2026 marcará las notas finales, pero los parciales son de sobresaliente.

Valencia Basket, con su 73 por ciento de victorias, coquetea con la historia

Valencia Basket, con su 73 por ciento de victorias, coquetea con la historia

Valencia Basket saborea su novena aventura en la Euroliga con unos números espectaculares, doce victorias y seis derrotas, a falta de recibir al Partizan de Belgrado antes de cerrar el 2025. En la ACB, las cosas no van mucho peor. Ocho ganados y dos perdidos. El domingo llegará el Morabanc Andorra. Más la conquista de la Supercopa, con esos dos triunfos ante Unicaja y Real Madrid. En total, 30 encuentros, con un asombroso balance de 22/6, un increíble porcentaje de victorias del 73 por ciento. El mejor desde que se compagina la gran competición continental con las nacionales (liga, Copa del Rey o Supercopa). Ese balance supera el que firmó Valencia Basket en la 2003/04, la de su debut en la Euroliga. Aquel curso, con Paco Olmos al frente, y con estrellas como Fabri Oberto o Dejan Tomasevic, el equipo disputó un total de 60 partidos, ganando 38 y perdiendo 22, un 63 por ciento de victorias. En Europa, entre primera y segunda ronda, trece victorias y siete derrotas. En la ACB se cerró la liga regular tercero, con 23 triunfos y 11 derrotas. Se cayó en cuartos ante Unicaja Málaga en la Fonteta en el quinto. En la Copa, también fuera en primera ronda ante el San Fernando. Hasta este 2025/26 ninguna formación taronja había caminado con más firmeza entre todas las competiciones... a la espera de la segunda mitad de la temporada, con la Copa del Rey y los posibles playoffs. De momento, la bandera de la Supercopa ya está colgando del Roig Arena. En las otras siete travesías ha habido de todo, pero siempre quedaba la sensación de no ser sólidos cuando había que competir entre semana contra los mejores del continente, y los sábados y domingos, bailar en la liga doméstica más dura de Europa. Por ejemplo, en la 2011/12, con la llegada de emergencia de Svestislav Pesic por el destituido Manolo Hussein, los valencianos llegan más lejos que nunca en la Euroliga. Después de un balance 13 victorias y 7 derrotas, se cae en cuartos, a un paso de la Final 4, ante el Real Madrid, en una eliminatoria para el recuerdo. Antes se había llegado a la final de la Supercopa y a las semifinales de la Copa del Rey. En la ACB se cerraría la fase regular terceros con 24 triunfos y 10 derrotas, y en playoff se pierde de forma fea ante el Bilbao Basket. En suma, 36 ganados y 25 perdidos en 61 choques, un 59 por ciento de éxito. La 2020/21 fue similar en cuanto a números, aunque no con el orgullo tan hinchado por el paso de Pesic. Además, fue la vuelta del COVID. Aún así es hasta hoy la Euroliga con más triunfos, 19, en 34 noches. En la Copa, se perdió en cuartos ante el Real Madrid. En la ACB, la liga regular se suman 24 victorias en 36 jornadas. En los playoffs, tras eliminar a Baskonia 2-1, se cae en semis ante el Real Madrid 2-1. Un total de 77 partidos, saldados con 46 ganados y 31 perdidos, un 59'7 por ciento de triunfos. Aún así, acabó la etapa Ponsarnau. La cuarta mejor fue la 2017/18; 70 partidos, 37 victorias, un 52 por ciento de triunfos. Se acababa de ganar la ACB y eso dio el privilegio a estar entre los mejores de Europa. Como en este curso, se conquistó la Supercopa ACB, pero lejos de dar crédito a Txus Vidorreta, la grada había empezado a distanciarse por nostalgia hacia Pedro Martínez. En la Copa, se pierde en cuartos ante Tenerife. En liga, se acaba cuarto, con 22 victorias en 34 jornadas, y se cae ante Gran Canaria en primera ronda de playoffs 1-2 a pesar de la ventaja de campo. Por encima del 50 por ciento ya sólo queda la 2023/24. La segunda de Álex Mumbrú, aunque la acabó Xavi Albert. De 73 encuentros se ganaron 37, uno más que la mitad. Pero las sensaciones fueron malas. La afición no creía en el técnico y siempre vieron la botella media vacía. El equipo se deshinchó tras caer en la Copa en semis ante el Madrid. Se había clasificado como quinto. En Euroliga se pasó de soñar con el top 8 a acabar con 14 triunfos y 20 derrotas. El final de liga regular doméstica fue con 21 ganados y 13 perdidos. Y se dijo adiós al playoff al caer ante UCAM Murcia 1-2, con el desempate en la Fonteta. Lo mejor, que Pedro Martínez, como adelantó COPE, volvía a Valencia. Las demás están por debajo del 50 por cien en el balance victorias-derrotas. La 2022/23, la primera de Mumbrú, 71 partidos, con 32 ganados y 39 perdidos, un 45 por ciento. La 2019/20, fue la del COVID, con Ponsarnau en el banquillo y nadie en las gradas en el tramo final de una ACB que se jugó de forma excepcional en Valencia. Fueron 58 partidos entre Supercopa, Euroliga y liga, porque no hubo Copa del Rey. El saldo, 28 triunfos y 30 derrotas, un 48 por ciento. Por último, la 2014/15, empezada por Velimir Perasovic y acabada por Carles Durán. Fueron 63 partidos disputados, con 29 triunfos y 34 derrotas, un 46 por ciento. Aquel curso se empezó en Euroliga y acabó en Eurocup. Después empezaría la primera etapa de Pedro Martínez. En esta segunda, viendo los números y las sensaciones, Valencia Basket coquetea con la historia. El 2026 marcará las notas finales, pero los parciales son de sobresaliente.

Ayuso, el Canal de Isabel II y la vieja tentación de la opacidad

Ayuso, el Canal de Isabel II y la vieja tentación de la opacidad

La transparencia no es un valor accesorio ni un gesto de cortesía institucional. Tampoco, por supuesto, un capricho progresista. Es una obligación democrática, y la única manera de garantizar en una empresa pública que el agua de todos se gestiona con responsabilidad, integridad y respeto a la ciudadanía. Y si existe una entidad en la Comunidad de Madrid que debería haber interiorizado esa lección, es el Canal de Isabel II. No por convicción, sino por experiencia: hace menos de una década fue el epicentro de uno de los mayores escándalos de corrupción de la región. Una empresa pública saqueada desde dentro por quienes confundieron gestión con botín. Ese pasado debería ser un recordatorio permanente de que cualquier zona de sombra, por pequeña que parezca, puede acabar abriendo la puerta a abusos, decisiones arbitrarias o simplemente a errores que erosiona la confianza pública. Sin embargo, la posible cesión del contrato del ciclo integral del agua en Lanzarote y La Graciosa vuelve a situar al Canal en un terreno inquietante. Sin embargo, la operación en Lanzarote se está desarrollando sin información oficial suficiente ni mecanismos que aseguren igualdad de acceso a las empresas interesadas. Varias compañías han manifestado formalmente su disposición a participar en la eventual cesión, pero algunas afirman que no han recibido respuesta, otras sostienen que no han obtenido documentación y otras desconocen los criterios que el Canal estaría aplicando. Este modo de proceder resulta difícil de conciliar con el compromiso ético que una entidad pública debe garantizar tras haber sido objeto de un saqueo institucional. El contexto, además, es especialmente delicado. Canal Gestión Lanzarote cerró 2024 con pérdidas superiores a 11 millones de euros, según la información publicada, en un contrato que acumula conflictos entre el Consorcio del Agua de Lanzarote y la Comunidad de Madrid. El servicio ha sido calificado reiteradamente como un "pozo sin fondo", pese a las inversiones realizadas: más de 61 millones desde 2013. Al mismo tiempo, una filial del grupo francés Veolia, Canaragua, ha expresado su interés en asumir la gestión, mientras el Consorcio ha iniciado los trámites para resolver la concesión alegando incumplimientos. En estas circunstancias, la ausencia de explicaciones no solo es inadecuada: es contraproducente. La ley puede permitir una cesión sin concurso, pero la pregunta relevante es otra: ¿por qué optar por el mínimo legal cuando la situación exige el máximo nivel de transparencia? ¿Por qué no publicar un anuncio formal? ¿Por qué no informar sobre qué empresas han sido contactadas y bajo qué criterios se está evaluando su interés? El silencio no previene conflictos; los alimenta. La operación no es menor. Puede implicar renunciar a posibles ingresos futuros, cerrar litigios en condiciones todavía desconocidas o reorientar la presencia del Canal fuera de la Comunidad de Madrid. Resulta significativo que la cesión se plantee justo cuando, tras años de pérdidas y tensiones políticas, el contrato se aproxima por primera vez a un escenario potencialmente más estable. Y ante este panorama el interrogante es evidente: ¿por qué ahora y a quién sirve...

2025, el año del pulpo: un respiro para los océanos en medio de una crisis plástica

2025, el año del pulpo: un respiro para los océanos en medio de una crisis plástica

La conservación marina dejó en 2025 una imagen tan inesperada como simbólica: la explosión de pulpos mediterráneos en las aguas del sur del Reino Unido. El fenómeno fue tan llamativo que la organización benéfica The Wildlife Trusts declaró oficialmente este período como el Año del pulpo, una celebración que contrasta con un contexto marcado por graves episodios de contaminación por plásticos.