Un responsable de Urbaser autorizaba los vertidos ilegales en Madrid por los que la empresa amenaza con despidos

Un responsable de Urbaser autorizaba los vertidos ilegales en Madrid por los que la empresa amenaza con despidos

La compañía a la que el Gobierno de Almeida adjudica dos millonarios contratos de limpieza mantiene tres expedientes sancionadores en su plantilla por actuar "de manera inexplicable" al verter aguas negras en cantones, unas prácticas que, sin embargo, eran conocidas y validadas por el delegado de la entidad La amenaza de despidos por vertido ilegal en la recogida de residuos de Madrid indigna a los trabajadores: “Era una orden” Actuaciones “ motu proprio y de manera inexplicable, pues no disponían de instrucción alguna emitida por la empresa”. De esta forma arremetía la notificación de sanción de la compañía Urbaser que recibieron dos empleados, a los que la empresa responsabiliza de vertidos ilegales de aguas negras en el cantón de limpieza de Las Tablas, una actuación denunciada hace meses por Ecologistas en Acción después de que quedara captada en un vídeo. Trabajadores de la entidad insistieron en que “era una orden” y ahora este periódico ha tenido acceso a mensajes que prueban cómo el método irregular era conocido y aprobado por cargos superiores. Así queda reflejado en conversaciones telefónicas entre el delegado de Urbaser David Lao y una capataz, a la cual la compañía ha abierto otro expediente sancionador con amenaza de despido o suspensión de empleo y sueldo entre 12 y 60 días. En los mensajes, anteriores a la trascendencia mediática del caso, la operaria trasladaba puntualmente al cargo de Urbaser las diferentes actuaciones que se llevan a cabo en dos cantones, con imágenes de las prácticas acometidas en las que se dan cuenta de las aguas negras vertidas. “Limpia la arqueta de Quintanapalla [calle donde se ubica el cantón de Las Tablas]. Luego vemos cómo”, ordena Lao a esta trabajadora, que en la actualidad se encuentra de baja. La capataz respondió a Lao preguntando por si lo que quería que sanearan era “el pocillo”, nombre coloquial con el que la plantilla se refiere a las arquetas que se abrieron para llevar a cabo esta limpieza irregular. La capataz envía varias fotos al delegado de Urbaser y explica que “se han limpiado las rejillas de Quintanapalla” o que “el martes se hizo Isla de Arosa [otro cantón del distrito de Fuencarral-El Pardo]”. “Llevamos así más de año y medio, dos veces a la semana. Hemos vertido unos 150 litros de aceite hidráulico al alcantarillado público”, denunciaba un trabajador del servicio municipal de recogida de residuos de Madrid sobre la dinámica en el cantón de limpieza del Ayuntamiento en Las Tablas, al norte de la capital. Impacto al río Jarama después de “directrices de mandos superiores” Ecologistas en Acción alertaba en un comunicado de “un impacto al medio ambiente y a la salud de los trabajadores que requiere una intervención urgente por parte de Canal de Isabel II y el Ayuntamiento de Madrid, ya que afecta a sus instalaciones”. Y añaden: “La carga contaminante estará llegando a la estación regeneradora de aguas residuales de Valdebebas, alterando su normal funcionamiento e incrementando el riesgo de contaminación directa del río Jarama. Especialmente si existen tormentas con intensa precipitación en poco tiempo y el agua del alcantarillado no puede ser retenida por los tanques de tormenta y se vierte directamente al río. Se trata de un delito ambiental que afecta directamente el adecuado funcionamiento del alcantarillado y depuración del Canal de Isabel II y el Ayuntamiento”. El conflicto medioambiental derivó en poco tiempo en un choque laboral. Los dos empleados retratados ejecutando estas tareas irregulares recibieron el pasado 28 de julio sendas notificaciones de sanción por parte de Urbaser, a la que luego se unió la enviada a la capataz. Sin embargo, diversas fuentes de la plantilla consultadas por Somos Madrid aseguran que estas actuaciones han sido “repetidas en el tiempo” y que seguían “las directrices de mandos superiores”. “Si no cumplíamos con lo que el jefe nos mandaba, nos conllevaba una sanción”, aseguraba un miembro del personal. Explicaba que recibían las directrices de mandos intermedios, de su capataz, pero que estas “vienen siempre a su vez del jefe de servicio”. En caso de no seguir estas indicaciones, los trabajadores temporales se exponían a “la no ampliación de sus contratos como forma de castigo”. La plantilla fija también podía sufrir represalias: “Si ibas al médico no valía un justificante. Te exigen un certificado que demuestre que la prueba tenía que ser necesariamente en el horario de tu turno. Te retienen la cantidad correspondiente a esas horas hasta que les llevas a juicio, y no es hasta ese momento que te lo devuelven para evitarse el proceso”. La notificación de sanción laboral de Urbaser, a la que tuvo acceso este medio, habla por contra de actuaciones sin “instrucción alguna emitida por la empresa”: “Usted empezó a recoger parte del líquido que se encuentra en un cubo con otro de menores dimensiones y una cuerda, siendo posteriormente basculado en el interior del cubo que previamente había trasladado hasta las inmediaciones del separador de hidrocarburos [...] Arrojaron el líquido hacia una alcantarilla situada a la entrada del cantón”. Una intervención que, admite la propia empresa, supone “transgredir una prohibición expresa” y “daña la imagen de la compañía”. Las cartas dirigidas a los dos empleados y a la capataz finalizan con las propuestas de sanción: “Los hechos son susceptibles de ser tipificados como falta muy grave, siendo sancionables con la suspensión de empleo y sueldo o el despido, tal y como se recoge en el artículo 56.3 del Convenio colectivo general del sector”. Las fuentes laborales explican que sus compañeros siguen meses después a la espera de una respuesta por escrito sobre el estado y el alcance concreto de la multa: “Pero tienen claro que no se van a comer ni un día de castigo, van a defenderse. Seguramente en el juicio ni se presentará Urbaser, sobre todo cuando vea que existen más vídeos. Pero aunque se retracten, piensan llevar a la empresa a los tribunales. Y el malestar ya está en toda la plantilla”. Una investigación interna ante el silencio del Ayuntamiento y las críticas de sindicatos o ecologistas Este diario ha contactado en reiteradas ocasiones al área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid para conocer su postura acerca de los vertidos, el resto de actuaciones que denuncian los operarios y la posible intervención ante ellas, así como si estas dinámicas pueden suponer un incumplimiento del acuerdo contractual con Urbaser. Por el momento, la concejalía que lidera Borja Carabante no da respuesta a las preguntas trasladadas. Desde Urbaser declararon por su parte el pasado agosto que “actualmente la investigación interna sigue en curso y, por ende, aún no se han adoptado medidas de índole laboral, aunque sí se han adoptado otras de refuerzo de control y supervisión de las operaciones”. Esta vez, la compañía prefiere no hacer declaraciones públicas por el momento ante las cuestiones dirigidas a ella, después de las revelaciones sobre el papel de David Lao en los vertidos irregulares. “No hay ninguna evidencia para atribuir la responsabilidad de este incidente a estos trabajadores en concreto”, recogía la alegación a la sanción laboral de Urbaser que presentó el sindicato UGT (al que está afiliado uno de los afectados). El escrito profundiza en estas críticas: “¿Cómo es posible que sucedan hechos como los descritos en su relato en un cantón donde continuamente están entrando y saliendo trabajadores, incluidos mandos intermedios, y nadie se percate de lo que hacen dos trabajadores abriendo una arqueta que nadie debía abrir según su versión?”. A estos reproches se ha sumado el sindicato de Comisiones de Bases, co.bas, en una misiva dirigida a Borja Carabante. Recuerdan al concejal “las denuncias de Ecologistas en Acción contra Urbaser por vertidos ilegales al alcantarillado y por acumular residuos de barredoras en el cantón de Isla de Arosa, hechos que demuestran una falta total de control y supervisión municipal”. Hablan de una “grave y mala gestión del servicio de limpieza viaria en el distrito de Fuencarral-El Pardo, gestionado por Urbaser”. “Se constata una falta de vehículos operativos, escasez de barrenderos en las calles y una planificación deficiente, lo que provoca amplias zonas sin atender. Este verano, por primera vez en muchos años, no se ha activado el retén de conductores, por lo que no se cubrieron las vacaciones ni las bajas, dejando numerosos vehículos inmovilizados y reduciendo drásticamente el servicio”, indican en un escrito que recoge otra serie de críticas a la compañía adjudicataria de dos lotes de limpieza licitados por el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida. “Cabe recordar que con la anterior adjudicataria, Valoriza, la organización y planificación eran más eficientes, a pesar de contar con menos medios, lo que evidencia que el problema actual es de mala gestión. Además, el temor de los vecinos de Montecarmelo ante la posible gestión del futuro cantón por parte de Urbaser tiene fundamento, dados los antecedentes recientes en el distrito”, apuntan desde co.bas. La empresa tendrá la compleja tarea de administrar el mencionado cantón, uno de los que ha despertado más contestación vecinal debido a talas y trasplantes infructuosos de árboles ya ejecutados o molestias de salubridad, ruidos, movilidad y seguridad que anticipan residentes del entorno. Parcela de Montecarmelo a la que se han traslado los árboles trasplantados, con los ejemplares secos o muertos de color marrón al fondo. En primer término, en el lado donde se instalará el cantón, un tablón colocado por vecinos con la inscripción "nos quieren talar". Urbaser asumió el lote de los servicios de limpieza y recogida de residuos correspondientes a Fuencarral-El Pardo en 2021. La compañía, que antiguamente pertenecía a ACS y en la actualidad está en manos del fondo estadounidense Platinum Equity, se hizo con dos de los seis contratos concedidos: el número 3 (que además de Fuencarral-El Pardo incluye los distritos de Moncloa-Aravaca y Latina) por 269,8 millones de euros y el 5 (Puente de Vallecas, Moratalaz, Villa de Vallecas y Vicálvaro) por 233,5 millones. La relación contractual que se ha mantenido después de que la multinacional apartase a su número tres y al máximo responsable de Sertego (su filial de gestión de residuos) después de reconocer esta empresa su responsabilidad en una trama de fraude . Mezclaban aceite reciclado con gasoil para venderlo en estaciones de servicio, con un perjuicio para la Hacienda pública de 4,2 millones de euros. Urbaser enmarcó los cambios en “un proceso de reorganización”. El último revés de la compañía llegó a finales de agosto, cuando trascendió que el Tribunal Administrativo de Contratación Pública de la Comunidad de Madrid anuló la adjudicación de 1.091 millones de euros en un contrato de limpieza impulsado por la 42 localidades que conforman la Mancomunidad de Municipios del Noroeste por “falta de motivación”. Tumbó la concesión una modificación presentada por la empresa sobre su propuesta inicial, ante la cual la mesa de contratación debía decidir si se trataba de una mejora o un cambio sustancial en los pliegos. Cada una supone implicaciones propias y un tratamiento distinto en el proceso. “En el expediente existe una ausencia de justificación técnica en las puntuaciones dadas, que supera el límite de la discrecionalidad técnica”, subraya la resolución. Apoya el trabajo periodístico de Somos Madrid Esta información ha podido salir a la luz gracias a las personas que apoyan la edición local de Madrid en elDiario.es. 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Samar Abu Elouf, premio World Press Photo 25: "Llevo 40 años viviendo en Gaza y puedo afirmar que nunca habrá paz"

Samar Abu Elouf, premio World Press Photo 25: "Llevo 40 años viviendo en Gaza y puedo afirmar que nunca habrá paz"

Galardonada con el máximo galardón del World Press Photo 2025, la fotógrafa vive refugiada en Qatar, donde asegura que apenas tiene medios para subsistir Sony favorece a las grandes superficies y a Amazon en la venta del disco de Rosalía: “Se van a cargar el pequeño comercio” Samar Abu Elouf era hasta el 7 de octubre de 2023 una gazatí más, indistinguible del resto de sus compatriotas. Con tres hijos a su cargo, se ganaba la vida precariamente ejerciendo de fotógrafa documental freelance en trabajos más o menos esporádicos para The New York Times . Sin embargo, tras el brutal ataque de Hamás al sur de Israel –y la posterior, y todavía más brutal, respuesta del ejército israelí– su vida cambió de golpe. Esta mujer de 40 años, de mediana estatura y vestida con la túnica y el velo tradicional de las palestinas musulmanas, se vio abocada a cambiar el objetivo de su cámara desde las imágenes cotidianas a otras de bombardeos, de personas aterrorizadas, heridas o muertas. Durante los dos meses que ejerció para el periódico neoyorkino como fotoperiodista bélica, su actividad se volvió frenética para poner en relieve los efectos destructores de los indiscriminados bombardeos israelíes. Poco a poco su trabajo se convirtió en peligroso para ella y para los que estaban cerca, y pasó en pocos meses de ser una ciudadana del montón a otra que vivía bajo constante amenaza. Como muchos otros compañeros en la Franja, Elouf se convirtió en una diana para los militares israelíes, hasta el punto de que a los dos meses de iniciarse el conflicto, tuvo que salir de Gaza con destino a Qatar, donde todavía reside hoy en día. “Como soy autónoma, pensaba que la escasez en Gaza era lo normal, que las penurias económicas eran lo normal y no había otra forma de vivir, pero una vez en Qatar me he dado cuenta de que hay cosas peores como extrañar a tus hijos, tu tierra, tu familia”, lamentaba la fotoperiodista el pasado jueves en un conmovedor discurso ofrecido en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) con motivo de la presentación en la ciudad del World Press Photo 2025 . Un certamen en el que Elouf ha conseguido el máximo galardón por su tierno y a la vez estremecedor retrato de Mahmoud Ajjour , un niño palestino de solo 9 años –siete cuando ocurrió el ataque– al que un misil del ejército israelí amputó ambos brazos y que actualmente vive refugiado también en Qatar. “Ahora he perdido la comunicación con mi familia y mis hijos; mi familia sufre de hambre, de falta de medicamentos, apenas pueden sobrevivir y siento que los he dejado a todos solos”, agregaba, con lágrimas en los ojos, a su parlamento, que se desarrolló sobre el compungido silencio de todos los asistentes. “Yo nunca he podido vivir tranquila en Gaza; siempre he sabido que la paz allí es solo el preludio de una nueva guerra, sin más futuro que la destrucción”. Samar Abu Elouf, que por el momento no puede regresar a Gaza, conversó con elDiario.es tras la rueda de prensa de presentación de la exposición, que puede visitarse hasta el próximo 14 de diciembre en el citado CCCB. ¿Dónde está viviendo ahora? Sigo viviendo en Qatar, aunque ahora viajo más con motivo del premio. ¿Ha agradecido la concesión del premio? Sí, pero en realidad en este momento me dan completamente igual los premios, lo que me preocupa es reencontrarme con mis hijos en Gaza, mi hogar. ¿Cómo consigue salir de Palestina? Dos meses después del inicio de la guerra, se me evacuó de la Franja porque The New York Times recibió informaciones que indicaban que era mejor que dejara Gaza, ya que había un riesgo para mi vida. No me obligaron, pero me sugirieron salir opté por hacerles caso. ¿Recibió amenazas de muerte directas? Permíteme que, por seguridad, no te responda a esta pregunta... Van 240 periodistas asesinados en Gaza en los últimos años de guerra. 240. Supongo que conocía a muchas de estas personas. Muchos de ellos eran en efecto compañeros de profesión y además amigos. Los conocía a la mayoría e incluso algunos estaba previsto que fueran evacuados en mi convoy hacia Qatar, pero no llegaron a tiempo... Otros como mi amiga Mariam Dagga , decidieron quedarse para documentar los ataques y terminaron asesinados impunemente en un bombardeo de doble ataque [estrategia ampliamente utilizada por las Fuerzas de Defensa de Israel para asegurar que los heridos no sean rescatados] a un hospital cuando un cohete impactó en una zona en teoría segura. Junto a ella también murieron otros amigos y compañeros [Mohammed Salama, cámara de Al Jazeera; Moaz Abu Taha, fotógrafo independiente que también colaboraba con Reuters y Ahmed Abu Aziz, corresponsal de Middle East Eye y Quds News Network]. Usted que tuvo que volverse periodista de guerra forzada por el contexto. ¿Cómo es la sensación de ser periodista de guerra en un conflicto tan desigual? No es nada fácil, aunque todo depende de si eres un fotógrafo autónomo o en plantilla. Trabajando en plantilla para una agencia internacional es mucho más fácil. En mi caso yo soy freelance y esto significa que no tenía ninguna cobertura de protección por parte de The New York Times . Pero no es un caso aislado, muchos de los y las periodistas que trabajan en Gaza no tienen ningún medio que les proteja, ninguna seguridad. Tampoco tenemos escuelas para formarnos, somos autodidactas. Otra cosa son los y las periodistas que trabajan para agencias internacionales como Reuters , Associated Press , France Press , etc., ya tienen unas condiciones un poco mejores, aunque a la hora de matarnos, Israel no distingue el medio para el que trabajas o si estás en nómina o no. Samar Abu Elouf durante la entrevista con elDiario.es. ¿Sigue trabajando ahora en Qatar con el proyecto de los retratos de los niños mutilados por las bombas? Ya dejé atrás el proyecto de los retratos y ahora no estoy trabajando en nada, así que mi situación es difícil. No tengo documentos de Qatar, soy una sin papeles, una refugiada. Seguramente, si surge cualquier acontecimiento o circunstancia que exija mi trabajo para The New York Times en Qatar lo haré. ¿Por qué cree que el ejército israelí se ensaña con los periodistas de esta manera tan salvaje? No tengo respuesta. Es la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos diariamente; nos preguntamos por qué somos un objetivo cuando simplemente estamos haciendo nuestro trabajo igual que lo haría un periodista israelí, americano o europeo. Dar a conocer la información, que es un derecho de todos, pero los israelíes no entienden de derechos en Gaza. ¿Piensa en volver a Gaza? Constantemente, lo estoy esperando como agua de mayo. Quiero volver a casa lo antes posible y reunirme con mis hijos y mi gente, mi existencia en Qatar es como una muerte en vida, un sufrimiento de añoranza y preocupación por los míos continua. Hace dos años que apenas sé de mis hijos. ¿Cree que el acuerdo que se ha conseguido con la mediación de Trump durará? Es una pregunta, un poco de carácter político, compleja y que no está en mis manos responderte, pero sí te diré de todas formas que de “acuerdo de paz” tiene muy poco: la situación diaria en Gaza es que hay bombardeos y muertos casi a diario. Los bombardeos no han parado. Según usted, la paz en Gaza es siempre el preludio de una guerra. ¿No cree que en un futuro en el que Gaza pueda finalmente tener una paz duradera al lado de Israel? Con toda probabilidad la respuesta es no. Llevo 40 años viviendo allí y puedo afirmar, lamentablemente, que nunca veré una paz duradera en Gaza.

La Sagrera, la gran estación de Barcelona que lleva 15 años en obras y aún le quedan siete: "Tenemos el barrio empantanado"

La Sagrera, la gran estación de Barcelona que lleva 15 años en obras y aún le quedan siete: "Tenemos el barrio empantanado"

La previsión de estrenar la infraestructura en 2032 supone un jarro de agua fría para los vecinos, aunque los responsables defienden que avanzan al ritmo que requiere un proyecto de tal enervergadura Barcelona presenta su proyecto de presupuestos con un 33% más de fondos para vivienda La futura estación de la Sagrera, la prometida gran terminal ferroviaria de Barcelona, ha cumplido recientemente quince años en obras. Sus vecinos se han resignado ya a convivir con las grúas y el trajín de camiones. También a esperar que las administraciones, siempre reacias a dar fechas, les den horizonte de finalización de la infraestructura. Pues bien, esta semana conocieron lo más parecido a un plazo límite: la inauguración no será antes de 2031 o, seguramente, 2032. Será entonces cuando Barcelona empezará a cerrar una de sus mayores cicatrices urbanas, la que separa los distritos de Sant Andreu y Sant Martí con un entramado ferroviario que quedará definitivamente soterrado y con una estación intermodal que será, junto con Atocha, en Madrid, la más transitada de España. Se prevé que acoja 100 millones de pasajeros al año entre usuarios de Alta Velocidad, Rodalies, metro y buses interurbanos y urbanos. Si se cumple, la fecha de finalización de la estación supondrá un total de 22 años en obras, así como tres décadas desde que se concretó el proyecto, cuando Jordi Pujol todavía era president y en el Ministerio de Fomento estaba el popular Francisco Álvarez Cascos. “Vivimos con el barrio empantanado y la sensación es que cada vez lo vemos más lejos”, comenta Oleguer Méndez, de la junta de la Asociación de Vecinos de la Sagrera. “La culpa de los retrasos nunca es de nadie, pero el sufrimiento es de todos”, constata. El plazo para tener lista la estación lo deslizó Joan Baltà, director de Barcelona Sagrera Alta Velocitat (BSAV), la empresa mixta participada por Adif, Renfe, el Ayuntamiento y la Generalitat que se encarga no solo de levantar la instalación, sino de propiciar la transformación urbanística de todo su entorno. Más allá de la obra ferroviaria, en ese sector de la ciudad está previsto levantar 13.000 viviendas –un 43% de ellas, protegidas–, así como hoteles, oficinas, equipamientos y un extenso corredor verde que cubra el cajón de las vías. Visualización de la futura estación, con la cubierta verde y sus tres niveles subterráneos: el superior para la Alta Velocidad, el intermedio como vestíbulo y el inferior, para Rodalies. Actualmente, el proyecto de la estación, que supondrá una inversión de unos 350 millones, está pendiente de aprobación, de modo que el proceso de licitación de las obras se realizaría a lo largo de 2026, y los trabajos podrían comenzar aproximadamente en 2027. “Es una obra arquitectónica enorme y con unas instalaciones con muchos detalles, lo que dicen los técnicos es que en menos de cinco años es imposible llevarla a cabo”, justifica Baltà. Desde que en 2018 se reanudaron los trabajos tras un parón de cuatro años, “han evolucionado técnicamente lo que debían”, asegura el director general de BSAV. “¿Con el doble de equipos habría ido más rápido? Es innegable que un poco más, pero en ningún momento se ha parado y los niveles de certificación de obra son altos”, defiende. “No ha habido estrangulamiento económico por parte de Adif”, rebate Baltà. La construcción del edificio que conformará la estación se deberá acometer con los trenes atravesando su estructura, puesto que la obra ferroviaria, la que ha centrado hasta ahora los trabajos, se dará antes por cerrada. Desde el pasado mes de marzo, los trenes de Alta Velocidad de la línea hacia Francia ya discurren bajo su cubierta, que está ejecutada en un 80%, según Adif. También operan cuatro de las diez vías de la Zona para el Tratamiento de Técnico de Trenes (ZTTT), nodo logístico que debe mejorar la circulación en la ciudad. Con una inversión que asciende a 1.270 millones, el tramo ferroviario de la Sagrera estará totalmente operativo en 2026, según Adif, pero faltará entonces levantar la estación para los pasajeros. La otra novedad que llegará antes de cortar la cinta de la estación son los accesos al metro. La L4, la L9 y la L10 tendrán la parada Sagrera-TAV en 2027, según los plazos que maneja, en este caso, la Generalitat. Mapa de todo el tramo de obras desde la Sagrera hasta el Nus de la Trinitat Retrasos y sobrecostes lastran la obra Mientras tanto, los vecinos se muestran escépticos en cuanto a unos objetivos que han visto replantearse demasiadas veces en las últimas décadas. También denuncian que la interlocución sobre el proyecto con Adif o el Ayuntamiento es nula. Consultados por este diario, ambos han declinado hacer valoraciones. Oleguer Méndez, vecino desde hace 50 años de la Sagrera, testigo de la reclamación ciudadana de levantar un parque sobre el histórico foso ferroviario que era esta zona, sigue los acontecimientos con ambivalencia. Por un lado, reconoce las dificultades de un proyecto faraónico, durante años la obra ferroviaria más importante de España, que acarrea además nuevas zonas edificables en las que vivirán unos 30.000 barceloneses. Pero, por otro lado, reprocha a sus responsables los retrasos acumulados y los parones que han eternizado su avance. Entre 2014 y 2018 no hubo movimiento en la Sagrera. La crisis económica hizo decaer la inversión. “Era la obsesión del ministro Montoro de cortar la financiación a Catalunya con el procés”, opina Menéndez. Baltà afirma algo parecido: “Con el cambio de Gobierno [del PP], ya les fue bien que las obras se pararan”. Pero la desinversión no fue el único lastre que sufrió la obra. En esos años se conocieron irregularidades y sobrecostes en las obras que terminaron en los altos cargos de Adif detenidos, y que también contribuyeron a frenar sus avances. La Fiscalía les acusaba de inflar gastos hasta causar un desvío de 82 millones de euros. Pero finalmente la jueza concluyó en 2019 que esos sobrecostes se debían a la urgencia para cumplir con los plazos de entrega de las obras. La ciudad alrededor de la estación El entorno de la Sagrera es, junto con la Zona Franca, la principal zona de crecimiento en la que el Ayuntamiento de Barcelona deposita sus esperanzas de levantar vivienda pública. También en este ámbito, los retrasos se acumulan desde hace años. Pero al mismo tiempo, empiezan a ser una realidad las promociones ya finalizadas y con nuevos inquilinos. El Ayuntamiento de Barcelona prevé que se levanten en el conjunto de la transformación urbana un total de 13.524 pisos, en los que vivirán unos 30.000 nuevos vecinos. De ellos, el 43% serán a precio protegido (VPO o dotacionales) y el resto, de mercado libre. Por ahora, ya se dan por construidos un total de 3.868, mientras que 633 están en obras. Los nuevos barrios se elevarán a cada lado de un parque lineal de unos 4 kilómetros que coserá por encima de las vías los barrios Sant Martí de Provençals, Sant Andreu, la Verneda y el Clot. Uno de los más esperados y que se anunció recientemente es el de Prim, en la zona enmarcada entre el Pont del Treball Digne, las calles Santander y Cantabria y la Rambla Prim. En total 3.360 viviendas de las que unas 2.000 serán de propiedad municipal y dotacionales para jóvenes y gente mayor. Pero también esto va para largo. La previsión es empezar los derribos de las naves actuales en 2027 y comenzar las obras residenciales en 2029.

La Sagrera, la gran estación de Barcelona que lleva 15 años en obras y aún le quedan siete: "Tenemos el barrio empantanado"

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La previsión de estrenar la infraestructura en 2032 supone un jarro de agua fría para los vecinos, aunque los responsables defienden que avanzan al ritmo que requiere un proyecto de tal enervergadura Barcelona presenta su proyecto de presupuestos con un 33% más de fondos para vivienda La futura estación de la Sagrera, la prometida gran terminal ferroviaria de Barcelona, ha cumplido recientemente quince años en obras. Sus vecinos se han resignado ya a convivir con las grúas y el trajín de camiones. También a esperar que las administraciones, siempre reacias a dar fechas, les den horizonte de finalización de la infraestructura. Pues bien, esta semana conocieron lo más parecido a un plazo límite: la inauguración no será antes de 2031 o, seguramente, 2032. Será entonces cuando Barcelona empezará a cerrar una de sus mayores cicatrices urbanas, la que separa los distritos de Sant Andreu y Sant Martí con un entramado ferroviario que quedará definitivamente soterrado y con una estación intermodal que será, junto con Atocha, en Madrid, la más transitada de España. Se prevé que acoja 100 millones de pasajeros al año entre usuarios de Alta Velocidad, Rodalies, metro y buses interurbanos y urbanos. Si se cumple, la fecha de finalización de la estación supondrá un total de 22 años en obras, así como tres décadas desde que se concretó el proyecto, cuando Jordi Pujol todavía era president y en el Ministerio de Fomento estaba el popular Francisco Álvarez Cascos. “Vivimos con el barrio empantanado y la sensación es que cada vez lo vemos más lejos”, comenta Oleguer Méndez, de la junta de la Asociación de Vecinos de la Sagrera. “La culpa de los retrasos nunca es de nadie, pero el sufrimiento es de todos”, constata. El plazo para tener lista la estación lo deslizó Joan Baltà, director de Barcelona Sagrera Alta Velocitat (BSAV), la empresa mixta participada por Adif, Renfe, el Ayuntamiento y la Generalitat que se encarga no solo de levantar la instalación, sino de propiciar la transformación urbanística de todo su entorno. Más allá de la obra ferroviaria, en ese sector de la ciudad está previsto levantar 13.000 viviendas –un 43% de ellas, protegidas–, así como hoteles, oficinas, equipamientos y un extenso corredor verde que cubra el cajón de las vías. Visualización de la futura estación, con la cubierta verde y sus tres niveles subterráneos: el superior para la Alta Velocidad, el intermedio como vestíbulo y el inferior, para Rodalies. Actualmente, el proyecto de la estación, que supondrá una inversión de unos 350 millones, está pendiente de aprobación, de modo que el proceso de licitación de las obras se realizaría a lo largo de 2026, y los trabajos podrían comenzar aproximadamente en 2027. “Es una obra arquitectónica enorme y con unas instalaciones con muchos detalles, lo que dicen los técnicos es que en menos de cinco años es imposible llevarla a cabo”, justifica Baltà. Desde que en 2018 se reanudaron los trabajos tras un parón de cuatro años, “han evolucionado técnicamente lo que debían”, asegura el director general de BSAV. “¿Con el doble de equipos habría ido más rápido? Es innegable que un poco más, pero en ningún momento se ha parado y los niveles de certificación de obra son altos”, defiende. “No ha habido estrangulamiento económico por parte de Adif”, rebate Baltà. La construcción del edificio que conformará la estación se deberá acometer con los trenes atravesando su estructura, puesto que la obra ferroviaria, la que ha centrado hasta ahora los trabajos, se dará antes por cerrada. Desde el pasado mes de marzo, los trenes de Alta Velocidad de la línea hacia Francia ya discurren bajo su cubierta, que está ejecutada en un 80%, según Adif. También operan cuatro de las diez vías de la Zona para el Tratamiento de Técnico de Trenes (ZTTT), nodo logístico que debe mejorar la circulación en la ciudad. Con una inversión que asciende a 1.270 millones, el tramo ferroviario de la Sagrera estará totalmente operativo en 2026, según Adif, pero faltará entonces levantar la estación para los pasajeros. La otra novedad que llegará antes de cortar la cinta de la estación son los accesos al metro. La L4, la L9 y la L10 tendrán la parada Sagrera-TAV en 2027, según los plazos que maneja, en este caso, la Generalitat. Mapa de todo el tramo de obras desde la Sagrera hasta el Nus de la Trinitat Retrasos y sobrecostes lastran la obra Mientras tanto, los vecinos se muestran escépticos en cuanto a unos objetivos que han visto replantearse demasiadas veces en las últimas décadas. También denuncian que la interlocución sobre el proyecto con Adif o el Ayuntamiento es nula. Consultados por este diario, ambos han declinado hacer valoraciones. Oleguer Méndez, vecino desde hace 50 años de la Sagrera, testigo de la reclamación ciudadana de levantar un parque sobre el histórico foso ferroviario que era esta zona, sigue los acontecimientos con ambivalencia. Por un lado, reconoce las dificultades de un proyecto faraónico, durante años la obra ferroviaria más importante de España, que acarrea además nuevas zonas edificables en las que vivirán unos 30.000 barceloneses. Pero, por otro lado, reprocha a sus responsables los retrasos acumulados y los parones que han eternizado su avance. Entre 2014 y 2018 no hubo movimiento en la Sagrera. La crisis económica hizo decaer la inversión. “Era la obsesión del ministro Montoro de cortar la financiación a Catalunya con el procés”, opina Menéndez. Baltà afirma algo parecido: “Con el cambio de Gobierno [del PP], ya les fue bien que las obras se pararan”. Pero la desinversión no fue el único lastre que sufrió la obra. En esos años se conocieron irregularidades y sobrecostes en las obras que terminaron en los altos cargos de Adif detenidos, y que también contribuyeron a frenar sus avances. La Fiscalía les acusaba de inflar gastos hasta causar un desvío de 82 millones de euros. Pero finalmente la jueza concluyó en 2019 que esos sobrecostes se debían a la urgencia para cumplir con los plazos de entrega de las obras. La ciudad alrededor de la estación El entorno de la Sagrera es, junto con la Zona Franca, la principal zona de crecimiento en la que el Ayuntamiento de Barcelona deposita sus esperanzas de levantar vivienda pública. También en este ámbito, los retrasos se acumulan desde hace años. Pero al mismo tiempo, empiezan a ser una realidad las promociones ya finalizadas y con nuevos inquilinos. El Ayuntamiento de Barcelona prevé que se levanten en el conjunto de la transformación urbana un total de 13.524 pisos, en los que vivirán unos 30.000 nuevos vecinos. De ellos, el 43% serán a precio protegido (VPO o dotacionales) y el resto, de mercado libre. Por ahora, ya se dan por construidos un total de 3.868, mientras que 633 están en obras. Los nuevos barrios se elevarán a cada lado de un parque lineal de unos 4 kilómetros que coserá por encima de las vías los barrios Sant Martí de Provençals, Sant Andreu, la Verneda y el Clot. Uno de los más esperados y que se anunció recientemente es el de Prim, en la zona enmarcada entre el Pont del Treball Digne, las calles Santander y Cantabria y la Rambla Prim. En total 3.360 viviendas de las que unas 2.000 serán de propiedad municipal y dotacionales para jóvenes y gente mayor. Pero también esto va para largo. La previsión es empezar los derribos de las naves actuales en 2027 y comenzar las obras residenciales en 2029.

Un responsable de Urbaser autorizaba los vertidos ilegales en Madrid por los que la empresa amenaza con despidos

Un responsable de Urbaser autorizaba los vertidos ilegales en Madrid por los que la empresa amenaza con despidos

La compañía a la que el Gobierno de Almeida adjudica dos millonarios contratos de limpieza mantiene tres expedientes sancionadores en su plantilla por actuar "de manera inexplicable" al verter aguas negras en cantones, unas prácticas que, sin embargo, eran conocidas y validadas por el delegado de la entidad La amenaza de despidos por vertido ilegal en la recogida de residuos de Madrid indigna a los trabajadores: “Era una orden” Actuaciones “ motu proprio y de manera inexplicable, pues no disponían de instrucción alguna emitida por la empresa”. De esta forma arremetía la notificación de sanción de la compañía Urbaser que recibieron dos empleados, a los que la empresa responsabiliza de vertidos ilegales de aguas negras en el cantón de limpieza de Las Tablas, una actuación denunciada hace meses por Ecologistas en Acción después de que quedara captada en un vídeo. Trabajadores de la entidad insistieron en que “era una orden” y ahora este periódico ha tenido acceso a mensajes que prueban cómo el método irregular era conocido y aprobado por cargos superiores. Así queda reflejado en conversaciones telefónicas entre el delegado de Urbaser David Lao y una capataz, a la cual la compañía ha abierto otro expediente sancionador con amenaza de despido o suspensión de empleo y sueldo entre 12 y 60 días. En los mensajes, anteriores a la trascendencia mediática del caso, la operaria trasladaba puntualmente al cargo de Urbaser las diferentes actuaciones que se llevan a cabo en dos cantones, con imágenes de las prácticas acometidas en las que se dan cuenta de las aguas negras vertidas. “Limpia la arqueta de Quintanapalla [calle donde se ubica el cantón de Las Tablas]. Luego vemos cómo”, ordena Lao a esta trabajadora, que en la actualidad se encuentra de baja. La capataz respondió a Lao preguntando por si lo que quería que sanearan era “el pocillo”, nombre coloquial con el que la plantilla se refiere a las arquetas que se abrieron para llevar a cabo esta limpieza irregular. La capataz envía varias fotos al delegado de Urbaser y explica que “se han limpiado las rejillas de Quintanapalla” o que “el martes se hizo Isla de Arosa [otro cantón del distrito de Fuencarral-El Pardo]”. “Llevamos así más de año y medio, dos veces a la semana. Hemos vertido unos 150 litros de aceite hidráulico al alcantarillado público”, denunciaba un trabajador del servicio municipal de recogida de residuos de Madrid sobre la dinámica en el cantón de limpieza del Ayuntamiento en Las Tablas, al norte de la capital. Impacto al río Jarama después de “directrices de mandos superiores” Ecologistas en Acción alertaba en un comunicado de “un impacto al medio ambiente y a la salud de los trabajadores que requiere una intervención urgente por parte de Canal de Isabel II y el Ayuntamiento de Madrid, ya que afecta a sus instalaciones”. Y añaden: “La carga contaminante estará llegando a la estación regeneradora de aguas residuales de Valdebebas, alterando su normal funcionamiento e incrementando el riesgo de contaminación directa del río Jarama. Especialmente si existen tormentas con intensa precipitación en poco tiempo y el agua del alcantarillado no puede ser retenida por los tanques de tormenta y se vierte directamente al río. Se trata de un delito ambiental que afecta directamente el adecuado funcionamiento del alcantarillado y depuración del Canal de Isabel II y el Ayuntamiento”. El conflicto medioambiental derivó en poco tiempo en un choque laboral. Los dos empleados retratados ejecutando estas tareas irregulares recibieron el pasado 28 de julio sendas notificaciones de sanción por parte de Urbaser, a la que luego se unió la enviada a la capataz. Sin embargo, diversas fuentes de la plantilla consultadas por Somos Madrid aseguran que estas actuaciones han sido “repetidas en el tiempo” y que seguían “las directrices de mandos superiores”. “Si no cumplíamos con lo que el jefe nos mandaba, nos conllevaba una sanción”, aseguraba un miembro del personal. Explicaba que recibían las directrices de mandos intermedios, de su capataz, pero que estas “vienen siempre a su vez del jefe de servicio”. En caso de no seguir estas indicaciones, los trabajadores temporales se exponían a “la no ampliación de sus contratos como forma de castigo”. La plantilla fija también podía sufrir represalias: “Si ibas al médico no valía un justificante. Te exigen un certificado que demuestre que la prueba tenía que ser necesariamente en el horario de tu turno. Te retienen la cantidad correspondiente a esas horas hasta que les llevas a juicio, y no es hasta ese momento que te lo devuelven para evitarse el proceso”. La notificación de sanción laboral de Urbaser, a la que tuvo acceso este medio, habla por contra de actuaciones sin “instrucción alguna emitida por la empresa”: “Usted empezó a recoger parte del líquido que se encuentra en un cubo con otro de menores dimensiones y una cuerda, siendo posteriormente basculado en el interior del cubo que previamente había trasladado hasta las inmediaciones del separador de hidrocarburos [...] Arrojaron el líquido hacia una alcantarilla situada a la entrada del cantón”. Una intervención que, admite la propia empresa, supone “transgredir una prohibición expresa” y “daña la imagen de la compañía”. Las cartas dirigidas a los dos empleados y a la capataz finalizan con las propuestas de sanción: “Los hechos son susceptibles de ser tipificados como falta muy grave, siendo sancionables con la suspensión de empleo y sueldo o el despido, tal y como se recoge en el artículo 56.3 del Convenio colectivo general del sector”. Las fuentes laborales explican que sus compañeros siguen meses después a la espera de una respuesta por escrito sobre el estado y el alcance concreto de la multa: “Pero tienen claro que no se van a comer ni un día de castigo, van a defenderse. Seguramente en el juicio ni se presentará Urbaser, sobre todo cuando vea que existen más vídeos. Pero aunque se retracten, piensan llevar a la empresa a los tribunales. Y el malestar ya está en toda la plantilla”. Una investigación interna ante el silencio del Ayuntamiento y las críticas de sindicatos o ecologistas Este diario ha contactado en reiteradas ocasiones al área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid para conocer su postura acerca de los vertidos, el resto de actuaciones que denuncian los operarios y la posible intervención ante ellas, así como si estas dinámicas pueden suponer un incumplimiento del acuerdo contractual con Urbaser. Por el momento, la concejalía que lidera Borja Carabante no da respuesta a las preguntas trasladadas. Desde Urbaser declararon por su parte el pasado agosto que “actualmente la investigación interna sigue en curso y, por ende, aún no se han adoptado medidas de índole laboral, aunque sí se han adoptado otras de refuerzo de control y supervisión de las operaciones”. Esta vez, la compañía prefiere no hacer declaraciones públicas por el momento ante las cuestiones dirigidas a ella, después de las revelaciones sobre el papel de David Lao en los vertidos irregulares. “No hay ninguna evidencia para atribuir la responsabilidad de este incidente a estos trabajadores en concreto”, recogía la alegación a la sanción laboral de Urbaser que presentó el sindicato UGT (al que está afiliado uno de los afectados). El escrito profundiza en estas críticas: “¿Cómo es posible que sucedan hechos como los descritos en su relato en un cantón donde continuamente están entrando y saliendo trabajadores, incluidos mandos intermedios, y nadie se percate de lo que hacen dos trabajadores abriendo una arqueta que nadie debía abrir según su versión?”. A estos reproches se ha sumado el sindicato de Comisiones de Bases, co.bas, en una misiva dirigida a Borja Carabante. Recuerdan al concejal “las denuncias de Ecologistas en Acción contra Urbaser por vertidos ilegales al alcantarillado y por acumular residuos de barredoras en el cantón de Isla de Arosa, hechos que demuestran una falta total de control y supervisión municipal”. Hablan de una “grave y mala gestión del servicio de limpieza viaria en el distrito de Fuencarral-El Pardo, gestionado por Urbaser”. “Se constata una falta de vehículos operativos, escasez de barrenderos en las calles y una planificación deficiente, lo que provoca amplias zonas sin atender. Este verano, por primera vez en muchos años, no se ha activado el retén de conductores, por lo que no se cubrieron las vacaciones ni las bajas, dejando numerosos vehículos inmovilizados y reduciendo drásticamente el servicio”, indican en un escrito que recoge otra serie de críticas a la compañía adjudicataria de dos lotes de limpieza licitados por el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida. “Cabe recordar que con la anterior adjudicataria, Valoriza, la organización y planificación eran más eficientes, a pesar de contar con menos medios, lo que evidencia que el problema actual es de mala gestión. Además, el temor de los vecinos de Montecarmelo ante la posible gestión del futuro cantón por parte de Urbaser tiene fundamento, dados los antecedentes recientes en el distrito”, apuntan desde co.bas. La empresa tendrá la compleja tarea de administrar el mencionado cantón, uno de los que ha despertado más contestación vecinal debido a talas y trasplantes infructuosos de árboles ya ejecutados o molestias de salubridad, ruidos, movilidad y seguridad que anticipan residentes del entorno. Parcela de Montecarmelo a la que se han traslado los árboles trasplantados, con los ejemplares secos o muertos de color marrón al fondo. En primer término, en el lado donde se instalará el cantón, un tablón colocado por vecinos con la inscripción "nos quieren talar". Urbaser asumió el lote de los servicios de limpieza y recogida de residuos correspondientes a Fuencarral-El Pardo en 2021. La compañía, que antiguamente pertenecía a ACS y en la actualidad está en manos del fondo estadounidense Platinum Equity, se hizo con dos de los seis contratos concedidos: el número 3 (que además de Fuencarral-El Pardo incluye los distritos de Moncloa-Aravaca y Latina) por 269,8 millones de euros y el 5 (Puente de Vallecas, Moratalaz, Villa de Vallecas y Vicálvaro) por 233,5 millones. La relación contractual que se ha mantenido después de que la multinacional apartase a su número tres y al máximo responsable de Sertego (su filial de gestión de residuos) después de reconocer esta empresa su responsabilidad en una trama de fraude . Mezclaban aceite reciclado con gasoil para venderlo en estaciones de servicio, con un perjuicio para la Hacienda pública de 4,2 millones de euros. Urbaser enmarcó los cambios en “un proceso de reorganización”. El último revés de la compañía llegó a finales de agosto, cuando trascendió que el Tribunal Administrativo de Contratación Pública de la Comunidad de Madrid anuló la adjudicación de 1.091 millones de euros en un contrato de limpieza impulsado por la 42 localidades que conforman la Mancomunidad de Municipios del Noroeste por “falta de motivación”. Tumbó la concesión una modificación presentada por la empresa sobre su propuesta inicial, ante la cual la mesa de contratación debía decidir si se trataba de una mejora o un cambio sustancial en los pliegos. Cada una supone implicaciones propias y un tratamiento distinto en el proceso. “En el expediente existe una ausencia de justificación técnica en las puntuaciones dadas, que supera el límite de la discrecionalidad técnica”, subraya la resolución. Apoya el trabajo periodístico de Somos Madrid Esta información ha podido salir a la luz gracias a las personas que apoyan la edición local de Madrid en elDiario.es. 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Samar Abu Elouf, premio World Press Photo 25: "Llevo 40 años viviendo en Gaza y puedo afirmar que nunca habrá paz"

Samar Abu Elouf, premio World Press Photo 25: "Llevo 40 años viviendo en Gaza y puedo afirmar que nunca habrá paz"

Galardonada con el máximo galardón del World Press Photo 2025, la fotógrafa vive refugiada en Qatar, donde asegura que apenas tiene medios para subsistir Sony favorece a las grandes superficies y a Amazon en la venta del disco de Rosalía: “Se van a cargar el pequeño comercio” Samar Abu Elouf era hasta el 7 de octubre de 2023 una gazatí más, indistinguible del resto de sus compatriotas. Con tres hijos a su cargo, se ganaba la vida precariamente ejerciendo de fotógrafa documental freelance en trabajos más o menos esporádicos para The New York Times . Sin embargo, tras el brutal ataque de Hamás al sur de Israel –y la posterior, y todavía más brutal, respuesta del ejército israelí– su vida cambió de golpe. Esta mujer de 40 años, de mediana estatura y vestida con la túnica y el velo tradicional de las palestinas musulmanas, se vio abocada a cambiar el objetivo de su cámara desde las imágenes cotidianas a otras de bombardeos, de personas aterrorizadas, heridas o muertas. Durante los dos meses que ejerció para el periódico neoyorkino como fotoperiodista bélica, su actividad se volvió frenética para poner en relieve los efectos destructores de los indiscriminados bombardeos israelíes. Poco a poco su trabajo se convirtió en peligroso para ella y para los que estaban cerca, y pasó en pocos meses de ser una ciudadana del montón a otra que vivía bajo constante amenaza. Como muchos otros compañeros en la Franja, Elouf se convirtió en una diana para los militares israelíes, hasta el punto de que a los dos meses de iniciarse el conflicto, tuvo que salir de Gaza con destino a Qatar, donde todavía reside hoy en día. “Como soy autónoma, pensaba que la escasez en Gaza era lo normal, que las penurias económicas eran lo normal y no había otra forma de vivir, pero una vez en Qatar me he dado cuenta de que hay cosas peores como extrañar a tus hijos, tu tierra, tu familia”, lamentaba la fotoperiodista el pasado jueves en un conmovedor discurso ofrecido en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) con motivo de la presentación en la ciudad del World Press Photo 2025 . Un certamen en el que Elouf ha conseguido el máximo galardón por su tierno y a la vez estremecedor retrato de Mahmoud Ajjour , un niño palestino de solo 9 años –siete cuando ocurrió el ataque– al que un misil del ejército israelí amputó ambos brazos y que actualmente vive refugiado también en Qatar. “Ahora he perdido la comunicación con mi familia y mis hijos; mi familia sufre de hambre, de falta de medicamentos, apenas pueden sobrevivir y siento que los he dejado a todos solos”, agregaba, con lágrimas en los ojos, a su parlamento, que se desarrolló sobre el compungido silencio de todos los asistentes. “Yo nunca he podido vivir tranquila en Gaza; siempre he sabido que la paz allí es solo el preludio de una nueva guerra, sin más futuro que la destrucción”. Samar Abu Elouf, que por el momento no puede regresar a Gaza, conversó con elDiario.es tras la rueda de prensa de presentación de la exposición, que puede visitarse hasta el próximo 14 de diciembre en el citado CCCB. ¿Dónde está viviendo ahora? Sigo viviendo en Qatar, aunque ahora viajo más con motivo del premio. ¿Ha agradecido la concesión del premio? Sí, pero en realidad en este momento me dan completamente igual los premios, lo que me preocupa es reencontrarme con mis hijos en Gaza, mi hogar. ¿Cómo consigue salir de Palestina? Dos meses después del inicio de la guerra, se me evacuó de la Franja porque The New York Times recibió informaciones que indicaban que era mejor que dejara Gaza, ya que había un riesgo para mi vida. No me obligaron, pero me sugirieron salir opté por hacerles caso. ¿Recibió amenazas de muerte directas? Permíteme que, por seguridad, no te responda a esta pregunta... Van 240 periodistas asesinados en Gaza en los últimos años de guerra. 240. Supongo que conocía a muchas de estas personas. Muchos de ellos eran en efecto compañeros de profesión y además amigos. Los conocía a la mayoría e incluso algunos estaba previsto que fueran evacuados en mi convoy hacia Qatar, pero no llegaron a tiempo... Otros como mi amiga Mariam Dagga , decidieron quedarse para documentar los ataques y terminaron asesinados impunemente en un bombardeo de doble ataque [estrategia ampliamente utilizada por las Fuerzas de Defensa de Israel para asegurar que los heridos no sean rescatados] a un hospital cuando un cohete impactó en una zona en teoría segura. Junto a ella también murieron otros amigos y compañeros [Mohammed Salama, cámara de Al Jazeera; Moaz Abu Taha, fotógrafo independiente que también colaboraba con Reuters y Ahmed Abu Aziz, corresponsal de Middle East Eye y Quds News Network]. Usted que tuvo que volverse periodista de guerra forzada por el contexto. ¿Cómo es la sensación de ser periodista de guerra en un conflicto tan desigual? No es nada fácil, aunque todo depende de si eres un fotógrafo autónomo o en plantilla. Trabajando en plantilla para una agencia internacional es mucho más fácil. En mi caso yo soy freelance y esto significa que no tenía ninguna cobertura de protección por parte de The New York Times . Pero no es un caso aislado, muchos de los y las periodistas que trabajan en Gaza no tienen ningún medio que les proteja, ninguna seguridad. Tampoco tenemos escuelas para formarnos, somos autodidactas. Otra cosa son los y las periodistas que trabajan para agencias internacionales como Reuters , Associated Press , France Press , etc., ya tienen unas condiciones un poco mejores, aunque a la hora de matarnos, Israel no distingue el medio para el que trabajas o si estás en nómina o no. Samar Abu Elouf durante la entrevista con elDiario.es. ¿Sigue trabajando ahora en Qatar con el proyecto de los retratos de los niños mutilados por las bombas? Ya dejé atrás el proyecto de los retratos y ahora no estoy trabajando en nada, así que mi situación es difícil. No tengo documentos de Qatar, soy una sin papeles, una refugiada. Seguramente, si surge cualquier acontecimiento o circunstancia que exija mi trabajo para The New York Times en Qatar lo haré. ¿Por qué cree que el ejército israelí se ensaña con los periodistas de esta manera tan salvaje? No tengo respuesta. Es la pregunta que nos hacemos a nosotros mismos diariamente; nos preguntamos por qué somos un objetivo cuando simplemente estamos haciendo nuestro trabajo igual que lo haría un periodista israelí, americano o europeo. Dar a conocer la información, que es un derecho de todos, pero los israelíes no entienden de derechos en Gaza. ¿Piensa en volver a Gaza? Constantemente, lo estoy esperando como agua de mayo. Quiero volver a casa lo antes posible y reunirme con mis hijos y mi gente, mi existencia en Qatar es como una muerte en vida, un sufrimiento de añoranza y preocupación por los míos continua. Hace dos años que apenas sé de mis hijos. ¿Cree que el acuerdo que se ha conseguido con la mediación de Trump durará? Es una pregunta, un poco de carácter político, compleja y que no está en mis manos responderte, pero sí te diré de todas formas que de “acuerdo de paz” tiene muy poco: la situación diaria en Gaza es que hay bombardeos y muertos casi a diario. Los bombardeos no han parado. Según usted, la paz en Gaza es siempre el preludio de una guerra. ¿No cree que en un futuro en el que Gaza pueda finalmente tener una paz duradera al lado de Israel? Con toda probabilidad la respuesta es no. Llevo 40 años viviendo allí y puedo afirmar, lamentablemente, que nunca veré una paz duradera en Gaza.

Creus que Leo Messi tornarà al Barça?

Creus que Leo Messi tornarà al Barça?

Leo Messi ha revolucionat el barcelonisme a través d' un breu missatge a través de les xarxes socials . L'actual futbolista de l' Inter Miami continua sent un jugador diferencial a territori estatunidenc i serà el gran reclam del proper Mundial del 2026. Però és que la publicació de l'argentí no ha generat més que un gran record dels culers i ha reobert el somni del seu retorn al Barça . [poll:8797]

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

En su nuevo libro, la nutricionista reivindica una alimentación con perspectiva de género y libre de culpa, donde la salud no se mida en kilos perdidos Ozempic: el negocio de adelgazar Cuando Azahara Nieto se despidió de la consulta donde trabajaba como nutricionista, el puesto que había sido su sueño hasta entonces, no podía más con el enfoque pesocentrista ni esas prácticas que eran un caldo de cultivo perfecto para desarrollar trastornos alimentarios. Alquiló un despacho y abrió su empresa, 'Se come como se vive', para ejercer una forma distinta de nutrición, una con perspectiva de género donde el foco estuviera en la salud integral y sin el férreo control de la báscula de por medio. Este enfoque, más centrado en los indicadores de salud, ha quedado reflejado en La culpa engorda (Ediciones B), un ensayo en el que relata cómo el género está vinculado a nuestra alimentación y al peso. “Las mujeres tenemos muchísima más presión estética, entonces hay que tener en cuenta la mala relación que tenemos con la comida y con el cuerpo casi desde que somos niñas”, explica Azahara. “Para mí es importante que haya perspectiva de género para saber lo que nos afecta a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres”. Y su mensaje llega en un momento en el que los cánones de belleza, antaño procedentes de las revistas, se han trasladado a la pantalla. Mensajes, imágenes y estímulos que están siempre al alcance de la mano, llegando a ser un factor clave en el aumento de casos de menores con trastornos de la conducta alimentaria a edades muy tempranas. Desde tu perspectiva, ¿cómo ves que contribuyen las redes sociales a la obsesión por conseguir un determinado peso o encajar en una forma corporal concreta, lo que se conoce como ‘cultura de la dieta’? Ahora hay mucha más gente con la que compararnos que antes, y además tenemos información todo el rato. Siento que somos unos vigilantes continuos de la comida y del cuerpo y que las redes sociales nos permiten también saber de los demás: tienes información de lo que come alguien, de las cremas que usa... Las redes sociales fomentan mucho la comparación y si los perfiles que se siguen están enfocados en ese tipo de cuerpo o de cuidados —no desde el cuidado real, sino desde la delgadez—, creo que fomentan la comparación. De hecho es uno de los factores que más se está viendo como incidencia en TCA [Trastornos de la Conducta Alimentaria]. Desde las redes parece que todo está muy a mano: la receta, la tabla de ejercicio… Al final, estás todo el rato recibiendo información sobre una alimentación más sana y sobre cómo modificar el cuerpo. Es un monotema. Contamos con ‘trucos’ para adelgazar, como los de Kim Kardashian, las modelos de Victoria´s Secret o incluso el famoso caldo de Isabel Preysler. ¿Servirían como ejemplos de la relación entre el estatus y el perder peso que comentas en el libro? Veo que ahora se ha agudizado con los Ozempic y todos estos fármacos. Antes eras gordo porque querías; ahora eres pobre o delgado, porque los medicamentos, por su precio, también son una manera de distinguir estatus: los que están bien y los que están mal; los que tienen dinero, los que no tienen dinero. Lo veo como una manera de distinguirnos. Siempre les digo a mis pacientes, cuando tienen un trastorno de la angustia alimentaria y se están recuperando, que son humanas y que no pasa nada, que les gusta la comida y está bien. Parece que nos pone en una posición de superioridad el no beber agua, el no tener antojos o el no tener nunca hambre, como si eso fuera admirable. Pero, ¿por qué aspiramos a eso? Es un modelo a imitar. Todo se vende desde un modelo de cuerpo y la delgadez es sinónimo de éxito. Parece que, si no llegas a ese cuerpo, es porque no te esfuerzas demasiado, pero se salta la diversidad corporal. Podemos comer lo mismo, hacer el mismo ejercicio y no tendremos el mismo cuerpo. Y menos mal. ¿Ha habido algún cambio entre esos artículos que leíamos antes, sobre cómo perder peso, y los que podemos leer en la actualidad donde el foco está, por ejemplo, en el ingrediente que toma la reina Letizia para estar saciada durante más horas? Yo creo que no ha cambiado, hay una reformulación. Antes estaba la revista Cuore , que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente, si la reina hace el ejercicio para tener los brazos tonificados… Todo el rato te están diciendo cosas sobre los cuerpos de las mujeres y cómo conseguirlos, ya sea a través de la alimentación, del ejercicio o de rutinas de piel. De hecho, ahora las niñas se hacen rutinas para la piel cuando no necesitan más que un protector solar para ir a jugar. Sí que hay un cambio del lenguaje, porque ahora ya no se promueve tanto la delgadez noventera, sino el ejercicio de fuerza. Y no digo que no sea importante el ejercicio de fuerza, ojo, sino que ahora el discurso ha tornado hacia eso y se convierte en una obligación más. El ejercicio es importante, pero también lo es que la gente disfrute del ejercicio. Si estamos haciendo ejercicios de fuerza igual que antes hacíamos spinning , estamos un poco las mismas. Siempre se nos dirige mucho, y en especial a las mujeres. En el libro pones el ejemplo de Bridget Jones y cómo nos vendieron a la protagonista como un personaje gordo. ¿Sientes que las series y películas que vemos en la actualidad siguen promoviendo esa cultura de la dieta o has notado un cambio? Van apareciendo más personajes gordos que no se representan desde la mofa ni cuyo objetivo es la pérdida de peso, pero no hemos cambiado prácticamente nada. No hay más que ver la revuelta que se montó con Lalachus dando las Campanadas, hubo una ola de gordofobia terrible. No sabía que le pedían analítica a Cristina Pedroche para presentar las uvas. Las cosas van cambiando, pero los personajes gordos tienen muy poquita presencia. Además, suelen carecer de una historia propia que no gire alrededor de la pérdida de peso o, en el caso de mujeres, de adelgazar para conquistar a un hombre. Yo creo que hay pocas protagonistas así, solo se me viene a la cabeza Cerdita , que además denuncia la gordofobia. Antes estaba la revista Cuore, que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente… ¿Qué hacemos cuando esa opresión de nuestro cuerpo viene de parte de nuestra pareja y es nuestro novio o nuestro marido quien hace comentarios, nos quita el plato…? Le educaría o le dejaría, depende de las opciones. Le diría que no hable sobre mi comida y que no hable sobre mi cuerpo. Y también me cuidaría mucho de preguntarle, porque a veces lo hacemos con el: “¿Me ves más gorda?”. Hay que aprender a verse, aunque no nos guste. No hace falta gustarnos siempre. La aceptación corporal se trata de respetarnos y de aceptar el cuerpo cuando cambia: engordaremos, adelgazaremos, envejeceremos… Yo recomendaría, por una parte, no tener nosotras mismas esas conversaciones ni hacer esas preguntas. Y, por otra, decirle: “No me tienes que controlar la comida ni decir si esto es calórico, si he comido mucho o poco, ya soy una persona adulta y lo valoro yo”. Y sobre el cuerpo, algo en la línea de: “Este es mi cuerpo. Si te gusta, bien; si no, pues no va a haber otro”. Las mujeres, a través de ser vistas por el cuerpo, ponemos más el foco en el deseo de ellos que en el nuestro. Más en ser elegidas que en elegir, y eso también es una trampa. Para mí, escribir este libro también fue un: “Basta ya, centrémonos en nosotras”. Al final los cánones estéticos, lo que es normativo, se lo han inventado ellos. Vamos a poner foco en el deseo, en el nuestro y a cuidarnos de verdad, no cuidarnos como eufemismo de adelgazar. Ya que se acerca la Navidad dentro de poquito, ¿cómo crees que podemos vivir esta época alejándonos del ruido, que son los comentarios de los familiares, el clásico discursito de que a la vuelta hay que perder los kilos del roscón? Creo que hay que ir haciendo pactos tácitos. Por ejemplo, cuando estemos con las amigas vamos a dejar de hablar de si esto engorda o no. Si una se encuentra mal, obviamente la escuchamos, pero no vamos a estar hablando sobre si has echado culo o que, si vamos a comer, no vamos a estar diciendo que mañana lo quemamos. Hay que ir educando un poco a los entornos. No todos son fáciles, obviamente, pero ir haciendo pactos como que no vamos a hablar del cuerpo o no vamos a entrar al trapo. A veces somos nosotras mismas las que sacamos esos temas porque al final nuestro lenguaje está muy contaminado por la cultura de la dieta y viciado de culpa. ¿Qué recomendarías a las personas que dicen la famosa frase de: “Eso no lo voy a comprar, porque si lo tengo en casa, me lo como”? Pues yo les diría que esa es la finalidad de la comida, ¿o quieren meterla en un armario y exponerla? Fuera de broma, eso ocurre porque hay mucha restricción mental y a veces incluso restricción física. Me prohíbo ese alimento y entonces, cuando me lo compro, me genera tanta ansiedad tenerlo ahí que hasta que no me lo acabo, no paro. Lo que se recomienda, si quiero trabajar mi relación con ese alimento, es practicar la habituación alimentaria, que es exponerme a ese alimento hasta que no me suponga absolutamente nada. Hasta que genere el mismo ruido que me provocan los limones en la nevera: ninguno. Se me acaban, compro más y ya está. Cuando hay mala relación con la comida —y también por la sociedad en la que vivimos—, da mucho miedo, porque a lo mejor me como tres bolsas de patatas fritas y pienso “uf, qué locura”. No va a pasar nada. Eso se regula enseguida. Pero cuando hay mucha prohibición mental y física, se come desde la restricción y hasta que no se acaba no estoy realmente tranquila. El tema de las patatas fritas es que muchas veces no se compran por ese miedo: no me atrevo ni a tenerlas en casa, pero luego voy a una terraza y ese día me doy permiso y me acabo comiendo unas patatas fritas rancias, porque ese día sí es sábado y puedo comerlas. Cuando se trabaja la habituación alimentaria, también se trabaja la libertad con la comida. Soy yo quien controla y no es el alimento el que me controla. Comentas en el libro que la alimentación va por barrios. Si en España dedicamos un 70% del sueldo a pagar el alquiler, según un informe de Cáritas, ¿cómo crees que se traduce esto en nuestra manera de alimentarnos? Esto es una realidad. Viendo cómo está subiendo la inflación, por ejemplo, el pescado se ha convertido en algo carísimo; muchos niños no consumen pescado. Si no blindamos una alimentación que sea sana para todos los bolsillos, ahí aparece la diferencia social. No todos podemos acceder a los mismos alimentos, ni disponer del mismo tiempo, ni siquiera tampoco de espacios deportivos. Debería haber un cuidado de la salud desde la política, porque si no, solo tendrá una alimentación sana la gente más pudiente. Pero para empezar la nutrición no está ni en la sanidad pública, no partimos de que la contemplen. Tampoco hay ningún tipo de educación nutricional. Y falta blindar la salud desde lo público cuando estamos en un momento que se está haciendo todo lo contrario y se está desmantelando todo. Al final, hay que ver el contexto de cada persona y hay mucha gente que compra un paquete de galletas no porque no sepa que no es lo nutricionalmente más adecuado, sino porque a lo mejor con el paquete de galletas puede desayunar 15 días y con un kilo de mandarinas desayuna cuatro días. Hay que mirar los contextos. Ahora mismo hemos visto cómo la cesta de la compra ha subido un 30% y eso es una realidad. Y que el alquiler o la vivienda, que no debería suponer más del 30% de nuestro sueldo, nos supone entre el 70% y el 80%. Si se blindara eso -una alimentación saludable para todos-, la salud cambiaría mucho. ¿De qué manera el término ‘hambre emocional’ es una trampa más de la cultura de la dieta? Para mí es una trampa, porque si yo distingo entre el hambre fisiológica (la que me suena la barriga), y el otro hambre, normalmente me voy a prohibir cosas. La comida es un regulador emocional y muchas veces comemos desde que estoy triste, pero también desde la alegría o desde cualquier otra emoción. Me parece muy peligroso que no comas si no es de hambre física, porque al final se convierte en una norma más. Y no siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante. Cuando te comes un postre, te lo comes desde que te entra por la vista, desde que te huele rico… Entonces se come por muchas otras razones que no es solo física. Si le ponemos la etiqueta de ‘hambre emocional’, estamos haciendo otra vez la distinción entre una hambre buena y un hambre mala. Y realmente es hambre, tendré que atenderla. En el libro doy herramientas para identificarlo y a veces lo atiendo con comida y otras, no. Alrededor de la comida hay un lenguaje, no es comer solo cuando tengo hambre para obtener los nutrientes que necesito. A través del lenguaje comunicas y cuando quieres ligar con alguien o mostrar aprecio, le invitas a comer a sitios que te gustan a ti o que crees que le pueden gustar a esa persona. Y también cuando uno cocina para sí mismo es una manera de cuidarse, de prepararse el plato que te gusta. Hacer la diferencia con el hambre emocional es como decir “Es que si estás triste y comes está mal” y yo siempre digo “Qué bien que, cuando estoy triste, tengo otras opciones, pero si además me como lo que más me gusta, voy a estar un poquito mejor”. Que la comida pueda hacernos eso a mí no me parece una faena, me parece un regalo según está la vida. “No siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante” A lo largo del libro repites varios mantras. De todos los que mencionas ¿cuál dirías que es tu favorito o el que resulta más liberador o transformador para tus clientas? Les repito mucho que su cuerpo es su casa. Todo el rato les hago conscientes de que vivimos en nuestro cuerpo, en nuestra casa, y que, si nos mudásemos, lo haríamos con este cuerpo. Hasta ahora hemos tenido una relación de maltrato con él, porque nos han enseñado a relacionarnos así. Pero ahora vamos a cuidarlo como cuidamos nuestra casa. Si tú vinieras a mi casa, no aguantaría que me pintara las paredes, pues vamos a intentar por lo menos eso, respetarnos y habitarnos de una manera cómoda. Termino la entrevista con Azahara yendo a por una galleta, para prolongar unos instantes la sensación tan agradable que me acompaña desde la charla con ella. Además, me viene a la mente la que es mi frase favorita de su obra: “La vida nos debe mucho placer a las mujeres. Así que vamos a reconquistarlo”. Su libro La culpa engorda (Ediciones B), ya está a la venta en librerías.

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Da nombre a la última canción de la artista y es objeto de boicot por su silencio ante el genocidio en Palestina. Berghain resume la tensión entre cultura, política y gentrificación en el Berlín actual Sony favorece a las grandes superficies y a Amazon en la venta del disco de Rosalía: “Se van a cargar el pequeño comercio” Si hubiera que traducir su nombre al castellano, lo más literal sería algo así como: “La montaña arbolada”. Pero Berghain (el club del que todos hablan gracias al primer single de Rosalía ) no nace de un paraje natural sino de la conjunción de dos barrios que flanquean los lados norte y sur del edificio en el que se encuentra la discoteca: Kreuzberg (en lo que fuera el Berlín Occidental) y Friedrichshain (Berlín Oriental). Berghain, antes de convertirse en uno de los clubs techno más emblemáticos —de la capital alemana, primero; del mundo occidental, después— era una central eléctrica de mediados del siglo XX. Una central, de arquitectura brutalista, ubicada a pocos metros de la principal estación de tren de lo que fue el antiguo Berlín Oriental y que, tras la caída del muro y la desindustrialización de la zona en los noventa, vivió el mismo destino que muchas otras viejas factorías: el abandono. Al menos hasta 2004, cuando Norbert Thormann y Michael Teufele fundaron el club para sustituir a Ostgud (1998-2003), una discoteca nacida de su fiesta itinerante Snax, que mezclaba techno y liberación sexual gay. Ostgud, que estaba erigida sobre un antiguo almacén ferroviario que acabó por demolerse, se había convertido en el centro neurálgico de la subcultura techno de Berlín y celebró su despedida el 6 de enero de 2003 con una rave de 30 horas. Un año después, el emblemático club renació con otro nombre y en otra ubicación. “Yo llegué a conocer Ostgud”, cuenta a elDiario.es Tatiana Romero, mexicana de 41 años que se mudó a Berlín en 2003, recién cumplida la mayoría de edad. “Imagínate con dieciocho añitos, que estás llena de energía y te quieres comer el mundo”, recuerda Romero, que empezó a asistir a las fiestas de Berghain porque un amigo de su expareja era camarero ahí dentro. “Era un lugar de liberación para la gente queer, donde podías ser tu misma y pasarlo bien sabiendo que estabas en un entorno seguro”, continúa para decir que ella, en Berghain, ha follado mucho. “Las habitaciones oscuras eran espacios de anonimato donde podías ser tú misma sin tapujos, donde quienes aún no habían salido del todo del armario podían explorar su sexualidad”, explica para asegurar que muchas personas que llegaron muy jóvenes a la cultura techno alemana pudieron vivir su sexualidad de manera más libre que en otros lugares que se promocionan abiertamente queer. “Aquello era mucho más liberador que las fiestas que pueda haber en Mallorca o Ibiza hoy”, insiste la mexicana. “El techno está muy enfocado en el disfrute corporal, sin palabras. Esa música no te da hueco a que hables, a que estés de cháchara. O sea, tú vas a bailar y punto. O vas a follar y punto”. La construcción de un mito Los cuartos oscuros, la arquitectura del edificio, la prohibición de hacer grabaciones o fotos en su interior, el código de vestimenta, las colas de varias horas y el estricto portero (Sven Marquardt), que interroga a los aspirantes a asistente antes de decidir si les deja pasar o no, ha contribuido a que, con los años, Berghain, además de ser una discoteca, se convierta en un mito. “Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground que, poco a poco, recogió todo el auge del techno en Alemania y le ha acabado pasando lo que le ocurre a todo Berlín con la gentrificación. Y, claro, toda su política que antes funcionaba bien ha quedado subsumida. El sistema liberal se apropia de las cosas que son nicho. Hay muchos memes que se ríen de lo que es Berghain ahora”, apunta a este periódico Carolina Jiménez, comisaria en Hangar (Centro de investigación y producción artística de Barcelona), y que ha explorado la cultura techno y la pista de baile como espacios políticos y estéticos, un interés que consolidó durante los años en los que vivió en Berlín. Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground y le ha acabado pasando lo que le ocurre a toda la ciudad: la gentrificación Berghain, hoy, está localizada junto a lo que se denomina la Eastside Gallery, una serie de murales sobre una sección de 1316 metros en la cara este del muro que fueron salvados de su derribo. Se considera la galería de arte al aire libre de mayor longitud y duración del mundo. A su lado se encuentran empresas como Google o Zalando. “Empezó teniendo una política de acceso muy restringida y eso al final se ha convertido en una disfunción”, critica Jiménez para señalar que es común la broma de que si te pillan hablando español o italiano en la cola no te dejan entrar y que la deriva del club, que ha ido subiendo los precios de todo, está muy clara: hacia el dinero. “Yo entré mil veces, aunque sí que es verdad que a los españoles en Alemania no se les mira muy bien”, apunta Romero, que acudió a la discoteca por última vez en 2010. Para ella, no es una cuestión de racismo sino de xenofobia. “Los españoles son muy ruidosos, siempre tienden a ir en grupo y a hacer fotos cuando se les dice que no lo hagan. Yo entiendo que esas cosas no caen muy bien para conseguir entrar en Berghain”, explica. La turistificación Rosalía no ha sido la primera española en utilizar la discoteca alemana en su trabajo ( Berghain es el título del primer single de su último álbum, LUX). El cineasta Rodrigo Sorogoyen rodó un capítulo de la serie Los años nuevos (2024) en la que su pareja protagonista iba a la legendaria fiesta de 52 horas que celebra el club en año nuevo. Ana y Óscar, el dúo protagonista interpretado por Francesco Carril e Iria del Río, van nerviosos y acompañados por un par de colegas alemanes que les ayudan a colarse y poder entrar. Visten de cuero y de negro, van maquillados como les han dicho que lo hagan e intentan que no les oigan hablar español. Sorogoyen no pudo grabar el capítulo en la propia Berghain y tuvo que emular su esencia en la también famosa Tresor. Las puertas del Berghain en mayo de este 2025 Como Ana y Óscar, Lidia consiguió entrar en Berghain con su entonces pareja a fines de agosto de 2024. Tenía 26 años y era jueves. “No tuvimos que hacer demasiada cola, aunque es verdad que fuimos muy pronto, sobre las ocho de la tarde, por si teníamos que esperar mucho para entrar”, relata la española que tiene muchos amigos que han intentado entrar en varias ocasiones y a los que no dejaron pasar. “Un amigo que sí consiguió hacerlo nos dijo que era muy importante ponernos ropa negra, que si teníamos algo de cuero nos lo pusiéramos también y que nos maquilláramos ambos” relata para señalar que también se puso un collar de cuero. Aquel día solo estaba abierta una parte del edificio, lo que llaman ‘Panorama Bar’. Un espacio más pequeño en el piso de arriba que está decorado con fotografías del fotógrafo y artista Wolfgang Tillmans a gran escala y presenta ventanas altas con vistas al este de Berlín. “Me había informado muy bien de lo que había que hacer en estos sitios para entrar, porque a mí esta etiqueta de tener que saber el lineup de quien va a pinchar o llevar un determinado tipo de ropa me parece un poco loco”, opina Lidia que admite haber flipado ante el cuestionario del portero. “Es típico que te pregunten cosas en este tipo de sitios, pero en Berghain es muy estricto, parece la Selectividad”, bromea para admitir que no se podían creer que, finalmente, los dejaran pasar. “Quizás no fuimos el día con mayor afluencia, pero solo por el edificio merece la pena entrar”, opina. El silencio ante el genocidio Carolina Jiménez cuenta que Berghain es algo más que un club, es una institución cultural en Alemania. Una institución que expresó públicamente su apoyo a Ucrania cuando estalló la invasión rusa y que calló ante el genocidio palestino convirtiéndose, desde entonces, en objeto de boicot desde buena parte de la sociedad berlinesa y varios círculos del ámbito cultural asociados al mundo del techno y la electrónica. “Me resulta muy llamativo que Rosalía haya decidido titular Berghain a su último trabajo teniendo en cuenta la situación sociopolítica que vive el club, que está señalado”, observa Jiménez. En marzo de 2024 se lanzó una campaña de boicoteo promulgada por colectivos como Ravers for Palestine o DJs Against Apartheid, motivados por el silencio de la discoteca. Entre las críticas que hicieron públicas en distintos medios y en varias cartas abiertas se señala que el club habría presionado o participado en la supresión de expresiones de solidaridad con Palestina dentro de su programación. Ravers for Palestine lanzó la primera carta abierta desde octubre de 2023 y convocó públicamente a clubs y artistas a posicionarse. Cosa que ha ocurrido: varios DJs reconocidos han dicho que dejarán de pinchar en Berghain. Nombres como Josey Rebelle, Beatrice M. han renunciado a pisar la discoteca. Otros, como Arabian Panther o WTCHCRFT, han denunciado que se cancelara su participación en los eventos programados de la misma. “Hay muchas cosas que han sido increíbles. Berghain ha sido una pasada, pero todo va evolucionando y a lo mejor no tiene por qué recuperarse y volver a ser lo que era. Ya llegarán nuevos lugares, nuevos espacios para reivindicarnos”, finaliza Jiménez.

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

En su nuevo libro, la nutricionista reivindica una alimentación con perspectiva de género y libre de culpa, donde la salud no se mida en kilos perdidos Ozempic: el negocio de adelgazar Cuando Azahara Nieto se despidió de la consulta donde trabajaba como nutricionista, el puesto que había sido su sueño hasta entonces, no podía más con el enfoque pesocentrista ni esas prácticas que eran un caldo de cultivo perfecto para desarrollar trastornos alimentarios. Alquiló un despacho y abrió su empresa, 'Se come como se vive', para ejercer una forma distinta de nutrición, una con perspectiva de género donde el foco estuviera en la salud integral y sin el férreo control de la báscula de por medio. Este enfoque, más centrado en los indicadores de salud, ha quedado reflejado en La culpa engorda (Ediciones B), un ensayo en el que relata cómo el género está vinculado a nuestra alimentación y al peso. “Las mujeres tenemos muchísima más presión estética, entonces hay que tener en cuenta la mala relación que tenemos con la comida y con el cuerpo casi desde que somos niñas”, explica Azahara. “Para mí es importante que haya perspectiva de género para saber lo que nos afecta a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres”. Y su mensaje llega en un momento en el que los cánones de belleza, antaño procedentes de las revistas, se han trasladado a la pantalla. Mensajes, imágenes y estímulos que están siempre al alcance de la mano, llegando a ser un factor clave en el aumento de casos de menores con trastornos de la conducta alimentaria a edades muy tempranas. Desde tu perspectiva, ¿cómo ves que contribuyen las redes sociales a la obsesión por conseguir un determinado peso o encajar en una forma corporal concreta, lo que se conoce como ‘cultura de la dieta’? Ahora hay mucha más gente con la que compararnos que antes, y además tenemos información todo el rato. Siento que somos unos vigilantes continuos de la comida y del cuerpo y que las redes sociales nos permiten también saber de los demás: tienes información de lo que come alguien, de las cremas que usa... Las redes sociales fomentan mucho la comparación y si los perfiles que se siguen están enfocados en ese tipo de cuerpo o de cuidados —no desde el cuidado real, sino desde la delgadez—, creo que fomentan la comparación. De hecho es uno de los factores que más se está viendo como incidencia en TCA [Trastornos de la Conducta Alimentaria]. Desde las redes parece que todo está muy a mano: la receta, la tabla de ejercicio… Al final, estás todo el rato recibiendo información sobre una alimentación más sana y sobre cómo modificar el cuerpo. Es un monotema. Contamos con ‘trucos’ para adelgazar, como los de Kim Kardashian, las modelos de Victoria´s Secret o incluso el famoso caldo de Isabel Preysler. ¿Servirían como ejemplos de la relación entre el estatus y el perder peso que comentas en el libro? Veo que ahora se ha agudizado con los Ozempic y todos estos fármacos. Antes eras gordo porque querías; ahora eres pobre o delgado, porque los medicamentos, por su precio, también son una manera de distinguir estatus: los que están bien y los que están mal; los que tienen dinero, los que no tienen dinero. Lo veo como una manera de distinguirnos. Siempre les digo a mis pacientes, cuando tienen un trastorno de la angustia alimentaria y se están recuperando, que son humanas y que no pasa nada, que les gusta la comida y está bien. Parece que nos pone en una posición de superioridad el no beber agua, el no tener antojos o el no tener nunca hambre, como si eso fuera admirable. Pero, ¿por qué aspiramos a eso? Es un modelo a imitar. Todo se vende desde un modelo de cuerpo y la delgadez es sinónimo de éxito. Parece que, si no llegas a ese cuerpo, es porque no te esfuerzas demasiado, pero se salta la diversidad corporal. Podemos comer lo mismo, hacer el mismo ejercicio y no tendremos el mismo cuerpo. Y menos mal. ¿Ha habido algún cambio entre esos artículos que leíamos antes, sobre cómo perder peso, y los que podemos leer en la actualidad donde el foco está, por ejemplo, en el ingrediente que toma la reina Letizia para estar saciada durante más horas? Yo creo que no ha cambiado, hay una reformulación. Antes estaba la revista Cuore , que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente, si la reina hace el ejercicio para tener los brazos tonificados… Todo el rato te están diciendo cosas sobre los cuerpos de las mujeres y cómo conseguirlos, ya sea a través de la alimentación, del ejercicio o de rutinas de piel. De hecho, ahora las niñas se hacen rutinas para la piel cuando no necesitan más que un protector solar para ir a jugar. Sí que hay un cambio del lenguaje, porque ahora ya no se promueve tanto la delgadez noventera, sino el ejercicio de fuerza. Y no digo que no sea importante el ejercicio de fuerza, ojo, sino que ahora el discurso ha tornado hacia eso y se convierte en una obligación más. El ejercicio es importante, pero también lo es que la gente disfrute del ejercicio. Si estamos haciendo ejercicios de fuerza igual que antes hacíamos spinning , estamos un poco las mismas. Siempre se nos dirige mucho, y en especial a las mujeres. En el libro pones el ejemplo de Bridget Jones y cómo nos vendieron a la protagonista como un personaje gordo. ¿Sientes que las series y películas que vemos en la actualidad siguen promoviendo esa cultura de la dieta o has notado un cambio? Van apareciendo más personajes gordos que no se representan desde la mofa ni cuyo objetivo es la pérdida de peso, pero no hemos cambiado prácticamente nada. No hay más que ver la revuelta que se montó con Lalachus dando las Campanadas, hubo una ola de gordofobia terrible. No sabía que le pedían analítica a Cristina Pedroche para presentar las uvas. Las cosas van cambiando, pero los personajes gordos tienen muy poquita presencia. Además, suelen carecer de una historia propia que no gire alrededor de la pérdida de peso o, en el caso de mujeres, de adelgazar para conquistar a un hombre. Yo creo que hay pocas protagonistas así, solo se me viene a la cabeza Cerdita , que además denuncia la gordofobia. Antes estaba la revista Cuore, que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente… ¿Qué hacemos cuando esa opresión de nuestro cuerpo viene de parte de nuestra pareja y es nuestro novio o nuestro marido quien hace comentarios, nos quita el plato…? Le educaría o le dejaría, depende de las opciones. Le diría que no hable sobre mi comida y que no hable sobre mi cuerpo. Y también me cuidaría mucho de preguntarle, porque a veces lo hacemos con el: “¿Me ves más gorda?”. Hay que aprender a verse, aunque no nos guste. No hace falta gustarnos siempre. La aceptación corporal se trata de respetarnos y de aceptar el cuerpo cuando cambia: engordaremos, adelgazaremos, envejeceremos… Yo recomendaría, por una parte, no tener nosotras mismas esas conversaciones ni hacer esas preguntas. Y, por otra, decirle: “No me tienes que controlar la comida ni decir si esto es calórico, si he comido mucho o poco, ya soy una persona adulta y lo valoro yo”. Y sobre el cuerpo, algo en la línea de: “Este es mi cuerpo. Si te gusta, bien; si no, pues no va a haber otro”. Las mujeres, a través de ser vistas por el cuerpo, ponemos más el foco en el deseo de ellos que en el nuestro. Más en ser elegidas que en elegir, y eso también es una trampa. Para mí, escribir este libro también fue un: “Basta ya, centrémonos en nosotras”. Al final los cánones estéticos, lo que es normativo, se lo han inventado ellos. Vamos a poner foco en el deseo, en el nuestro y a cuidarnos de verdad, no cuidarnos como eufemismo de adelgazar. Ya que se acerca la Navidad dentro de poquito, ¿cómo crees que podemos vivir esta época alejándonos del ruido, que son los comentarios de los familiares, el clásico discursito de que a la vuelta hay que perder los kilos del roscón? Creo que hay que ir haciendo pactos tácitos. Por ejemplo, cuando estemos con las amigas vamos a dejar de hablar de si esto engorda o no. Si una se encuentra mal, obviamente la escuchamos, pero no vamos a estar hablando sobre si has echado culo o que, si vamos a comer, no vamos a estar diciendo que mañana lo quemamos. Hay que ir educando un poco a los entornos. No todos son fáciles, obviamente, pero ir haciendo pactos como que no vamos a hablar del cuerpo o no vamos a entrar al trapo. A veces somos nosotras mismas las que sacamos esos temas porque al final nuestro lenguaje está muy contaminado por la cultura de la dieta y viciado de culpa. ¿Qué recomendarías a las personas que dicen la famosa frase de: “Eso no lo voy a comprar, porque si lo tengo en casa, me lo como”? Pues yo les diría que esa es la finalidad de la comida, ¿o quieren meterla en un armario y exponerla? Fuera de broma, eso ocurre porque hay mucha restricción mental y a veces incluso restricción física. Me prohíbo ese alimento y entonces, cuando me lo compro, me genera tanta ansiedad tenerlo ahí que hasta que no me lo acabo, no paro. Lo que se recomienda, si quiero trabajar mi relación con ese alimento, es practicar la habituación alimentaria, que es exponerme a ese alimento hasta que no me suponga absolutamente nada. Hasta que genere el mismo ruido que me provocan los limones en la nevera: ninguno. Se me acaban, compro más y ya está. Cuando hay mala relación con la comida —y también por la sociedad en la que vivimos—, da mucho miedo, porque a lo mejor me como tres bolsas de patatas fritas y pienso “uf, qué locura”. No va a pasar nada. Eso se regula enseguida. Pero cuando hay mucha prohibición mental y física, se come desde la restricción y hasta que no se acaba no estoy realmente tranquila. El tema de las patatas fritas es que muchas veces no se compran por ese miedo: no me atrevo ni a tenerlas en casa, pero luego voy a una terraza y ese día me doy permiso y me acabo comiendo unas patatas fritas rancias, porque ese día sí es sábado y puedo comerlas. Cuando se trabaja la habituación alimentaria, también se trabaja la libertad con la comida. Soy yo quien controla y no es el alimento el que me controla. Comentas en el libro que la alimentación va por barrios. Si en España dedicamos un 70% del sueldo a pagar el alquiler, según un informe de Cáritas, ¿cómo crees que se traduce esto en nuestra manera de alimentarnos? Esto es una realidad. Viendo cómo está subiendo la inflación, por ejemplo, el pescado se ha convertido en algo carísimo; muchos niños no consumen pescado. Si no blindamos una alimentación que sea sana para todos los bolsillos, ahí aparece la diferencia social. No todos podemos acceder a los mismos alimentos, ni disponer del mismo tiempo, ni siquiera tampoco de espacios deportivos. Debería haber un cuidado de la salud desde la política, porque si no, solo tendrá una alimentación sana la gente más pudiente. Pero para empezar la nutrición no está ni en la sanidad pública, no partimos de que la contemplen. Tampoco hay ningún tipo de educación nutricional. Y falta blindar la salud desde lo público cuando estamos en un momento que se está haciendo todo lo contrario y se está desmantelando todo. Al final, hay que ver el contexto de cada persona y hay mucha gente que compra un paquete de galletas no porque no sepa que no es lo nutricionalmente más adecuado, sino porque a lo mejor con el paquete de galletas puede desayunar 15 días y con un kilo de mandarinas desayuna cuatro días. Hay que mirar los contextos. Ahora mismo hemos visto cómo la cesta de la compra ha subido un 30% y eso es una realidad. Y que el alquiler o la vivienda, que no debería suponer más del 30% de nuestro sueldo, nos supone entre el 70% y el 80%. Si se blindara eso -una alimentación saludable para todos-, la salud cambiaría mucho. ¿De qué manera el término ‘hambre emocional’ es una trampa más de la cultura de la dieta? Para mí es una trampa, porque si yo distingo entre el hambre fisiológica (la que me suena la barriga), y el otro hambre, normalmente me voy a prohibir cosas. La comida es un regulador emocional y muchas veces comemos desde que estoy triste, pero también desde la alegría o desde cualquier otra emoción. Me parece muy peligroso que no comas si no es de hambre física, porque al final se convierte en una norma más. Y no siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante. Cuando te comes un postre, te lo comes desde que te entra por la vista, desde que te huele rico… Entonces se come por muchas otras razones que no es solo física. Si le ponemos la etiqueta de ‘hambre emocional’, estamos haciendo otra vez la distinción entre una hambre buena y un hambre mala. Y realmente es hambre, tendré que atenderla. En el libro doy herramientas para identificarlo y a veces lo atiendo con comida y otras, no. Alrededor de la comida hay un lenguaje, no es comer solo cuando tengo hambre para obtener los nutrientes que necesito. A través del lenguaje comunicas y cuando quieres ligar con alguien o mostrar aprecio, le invitas a comer a sitios que te gustan a ti o que crees que le pueden gustar a esa persona. Y también cuando uno cocina para sí mismo es una manera de cuidarse, de prepararse el plato que te gusta. Hacer la diferencia con el hambre emocional es como decir “Es que si estás triste y comes está mal” y yo siempre digo “Qué bien que, cuando estoy triste, tengo otras opciones, pero si además me como lo que más me gusta, voy a estar un poquito mejor”. Que la comida pueda hacernos eso a mí no me parece una faena, me parece un regalo según está la vida. “No siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante” A lo largo del libro repites varios mantras. De todos los que mencionas ¿cuál dirías que es tu favorito o el que resulta más liberador o transformador para tus clientas? Les repito mucho que su cuerpo es su casa. Todo el rato les hago conscientes de que vivimos en nuestro cuerpo, en nuestra casa, y que, si nos mudásemos, lo haríamos con este cuerpo. Hasta ahora hemos tenido una relación de maltrato con él, porque nos han enseñado a relacionarnos así. Pero ahora vamos a cuidarlo como cuidamos nuestra casa. Si tú vinieras a mi casa, no aguantaría que me pintara las paredes, pues vamos a intentar por lo menos eso, respetarnos y habitarnos de una manera cómoda. Termino la entrevista con Azahara yendo a por una galleta, para prolongar unos instantes la sensación tan agradable que me acompaña desde la charla con ella. Además, me viene a la mente la que es mi frase favorita de su obra: “La vida nos debe mucho placer a las mujeres. Así que vamos a reconquistarlo”. Su libro La culpa engorda (Ediciones B), ya está a la venta en librerías.

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Da nombre a la última canción de la artista y es objeto de boicot por su silencio ante el genocidio en Palestina. Berghain resume la tensión entre cultura, política y gentrificación en el Berlín actual Sony favorece a las grandes superficies y a Amazon en la venta del disco de Rosalía: “Se van a cargar el pequeño comercio” Si hubiera que traducir su nombre al castellano, lo más literal sería algo así como: “La montaña arbolada”. Pero Berghain (el club del que todos hablan gracias al primer single de Rosalía ) no nace de un paraje natural sino de la conjunción de dos barrios que flanquean los lados norte y sur del edificio en el que se encuentra la discoteca: Kreuzberg (en lo que fuera el Berlín Occidental) y Friedrichshain (Berlín Oriental). Berghain, antes de convertirse en uno de los clubs techno más emblemáticos —de la capital alemana, primero; del mundo occidental, después— era una central eléctrica de mediados del siglo XX. Una central, de arquitectura brutalista, ubicada a pocos metros de la principal estación de tren de lo que fue el antiguo Berlín Oriental y que, tras la caída del muro y la desindustrialización de la zona en los noventa, vivió el mismo destino que muchas otras viejas factorías: el abandono. Al menos hasta 2004, cuando Norbert Thormann y Michael Teufele fundaron el club para sustituir a Ostgud (1998-2003), una discoteca nacida de su fiesta itinerante Snax, que mezclaba techno y liberación sexual gay. Ostgud, que estaba erigida sobre un antiguo almacén ferroviario que acabó por demolerse, se había convertido en el centro neurálgico de la subcultura techno de Berlín y celebró su despedida el 6 de enero de 2003 con una rave de 30 horas. Un año después, el emblemático club renació con otro nombre y en otra ubicación. “Yo llegué a conocer Ostgud”, cuenta a elDiario.es Tatiana Romero, mexicana de 41 años que se mudó a Berlín en 2003, recién cumplida la mayoría de edad. “Imagínate con dieciocho añitos, que estás llena de energía y te quieres comer el mundo”, recuerda Romero, que empezó a asistir a las fiestas de Berghain porque un amigo de su expareja era camarero ahí dentro. “Era un lugar de liberación para la gente queer, donde podías ser tu misma y pasarlo bien sabiendo que estabas en un entorno seguro”, continúa para decir que ella, en Berghain, ha follado mucho. “Las habitaciones oscuras eran espacios de anonimato donde podías ser tú misma sin tapujos, donde quienes aún no habían salido del todo del armario podían explorar su sexualidad”, explica para asegurar que muchas personas que llegaron muy jóvenes a la cultura techno alemana pudieron vivir su sexualidad de manera más libre que en otros lugares que se promocionan abiertamente queer. “Aquello era mucho más liberador que las fiestas que pueda haber en Mallorca o Ibiza hoy”, insiste la mexicana. “El techno está muy enfocado en el disfrute corporal, sin palabras. Esa música no te da hueco a que hables, a que estés de cháchara. O sea, tú vas a bailar y punto. O vas a follar y punto”. La construcción de un mito Los cuartos oscuros, la arquitectura del edificio, la prohibición de hacer grabaciones o fotos en su interior, el código de vestimenta, las colas de varias horas y el estricto portero (Sven Marquardt), que interroga a los aspirantes a asistente antes de decidir si les deja pasar o no, ha contribuido a que, con los años, Berghain, además de ser una discoteca, se convierta en un mito. “Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground que, poco a poco, recogió todo el auge del techno en Alemania y le ha acabado pasando lo que le ocurre a todo Berlín con la gentrificación. Y, claro, toda su política que antes funcionaba bien ha quedado subsumida. El sistema liberal se apropia de las cosas que son nicho. Hay muchos memes que se ríen de lo que es Berghain ahora”, apunta a este periódico Carolina Jiménez, comisaria en Hangar (Centro de investigación y producción artística de Barcelona), y que ha explorado la cultura techno y la pista de baile como espacios políticos y estéticos, un interés que consolidó durante los años en los que vivió en Berlín. Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground y le ha acabado pasando lo que le ocurre a toda la ciudad: la gentrificación Berghain, hoy, está localizada junto a lo que se denomina la Eastside Gallery, una serie de murales sobre una sección de 1316 metros en la cara este del muro que fueron salvados de su derribo. Se considera la galería de arte al aire libre de mayor longitud y duración del mundo. A su lado se encuentran empresas como Google o Zalando. “Empezó teniendo una política de acceso muy restringida y eso al final se ha convertido en una disfunción”, critica Jiménez para señalar que es común la broma de que si te pillan hablando español o italiano en la cola no te dejan entrar y que la deriva del club, que ha ido subiendo los precios de todo, está muy clara: hacia el dinero. “Yo entré mil veces, aunque sí que es verdad que a los españoles en Alemania no se les mira muy bien”, apunta Romero, que acudió a la discoteca por última vez en 2010. Para ella, no es una cuestión de racismo sino de xenofobia. “Los españoles son muy ruidosos, siempre tienden a ir en grupo y a hacer fotos cuando se les dice que no lo hagan. Yo entiendo que esas cosas no caen muy bien para conseguir entrar en Berghain”, explica. La turistificación Rosalía no ha sido la primera española en utilizar la discoteca alemana en su trabajo ( Berghain es el título del primer single de su último álbum, LUX). El cineasta Rodrigo Sorogoyen rodó un capítulo de la serie Los años nuevos (2024) en la que su pareja protagonista iba a la legendaria fiesta de 52 horas que celebra el club en año nuevo. Ana y Óscar, el dúo protagonista interpretado por Francesco Carril e Iria del Río, van nerviosos y acompañados por un par de colegas alemanes que les ayudan a colarse y poder entrar. Visten de cuero y de negro, van maquillados como les han dicho que lo hagan e intentan que no les oigan hablar español. Sorogoyen no pudo grabar el capítulo en la propia Berghain y tuvo que emular su esencia en la también famosa Tresor. Las puertas del Berghain en mayo de este 2025 Como Ana y Óscar, Lidia consiguió entrar en Berghain con su entonces pareja a fines de agosto de 2024. Tenía 26 años y era jueves. “No tuvimos que hacer demasiada cola, aunque es verdad que fuimos muy pronto, sobre las ocho de la tarde, por si teníamos que esperar mucho para entrar”, relata la española que tiene muchos amigos que han intentado entrar en varias ocasiones y a los que no dejaron pasar. “Un amigo que sí consiguió hacerlo nos dijo que era muy importante ponernos ropa negra, que si teníamos algo de cuero nos lo pusiéramos también y que nos maquilláramos ambos” relata para señalar que también se puso un collar de cuero. Aquel día solo estaba abierta una parte del edificio, lo que llaman ‘Panorama Bar’. Un espacio más pequeño en el piso de arriba que está decorado con fotografías del fotógrafo y artista Wolfgang Tillmans a gran escala y presenta ventanas altas con vistas al este de Berlín. “Me había informado muy bien de lo que había que hacer en estos sitios para entrar, porque a mí esta etiqueta de tener que saber el lineup de quien va a pinchar o llevar un determinado tipo de ropa me parece un poco loco”, opina Lidia que admite haber flipado ante el cuestionario del portero. “Es típico que te pregunten cosas en este tipo de sitios, pero en Berghain es muy estricto, parece la Selectividad”, bromea para admitir que no se podían creer que, finalmente, los dejaran pasar. “Quizás no fuimos el día con mayor afluencia, pero solo por el edificio merece la pena entrar”, opina. El silencio ante el genocidio Carolina Jiménez cuenta que Berghain es algo más que un club, es una institución cultural en Alemania. Una institución que expresó públicamente su apoyo a Ucrania cuando estalló la invasión rusa y que calló ante el genocidio palestino convirtiéndose, desde entonces, en objeto de boicot desde buena parte de la sociedad berlinesa y varios círculos del ámbito cultural asociados al mundo del techno y la electrónica. “Me resulta muy llamativo que Rosalía haya decidido titular Berghain a su último trabajo teniendo en cuenta la situación sociopolítica que vive el club, que está señalado”, observa Jiménez. En marzo de 2024 se lanzó una campaña de boicoteo promulgada por colectivos como Ravers for Palestine o DJs Against Apartheid, motivados por el silencio de la discoteca. Entre las críticas que hicieron públicas en distintos medios y en varias cartas abiertas se señala que el club habría presionado o participado en la supresión de expresiones de solidaridad con Palestina dentro de su programación. Ravers for Palestine lanzó la primera carta abierta desde octubre de 2023 y convocó públicamente a clubs y artistas a posicionarse. Cosa que ha ocurrido: varios DJs reconocidos han dicho que dejarán de pinchar en Berghain. Nombres como Josey Rebelle, Beatrice M. han renunciado a pisar la discoteca. Otros, como Arabian Panther o WTCHCRFT, han denunciado que se cancelara su participación en los eventos programados de la misma. “Hay muchas cosas que han sido increíbles. Berghain ha sido una pasada, pero todo va evolucionando y a lo mejor no tiene por qué recuperarse y volver a ser lo que era. Ya llegarán nuevos lugares, nuevos espacios para reivindicarnos”, finaliza Jiménez.

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Berghain, anatomía del club que inspira a Rosalía y que se retuerce entre el mito y la gentrificación

Da nombre a la última canción de la artista y es objeto de boicot por su silencio ante el genocidio en Palestina. Berghain resume la tensión entre cultura, política y gentrificación en el Berlín actual Sony favorece a las grandes superficies y a Amazon en la venta del disco de Rosalía: “Se van a cargar el pequeño comercio” Si hubiera que traducir su nombre al castellano, lo más literal sería algo así como: “La montaña arbolada”. Pero Berghain (el club del que todos hablan gracias al primer single de Rosalía ) no nace de un paraje natural sino de la conjunción de dos barrios que flanquean los lados norte y sur del edificio en el que se encuentra la discoteca: Kreuzberg (en lo que fuera el Berlín Occidental) y Friedrichshain (Berlín Oriental). Berghain, antes de convertirse en uno de los clubs techno más emblemáticos —de la capital alemana, primero; del mundo occidental, después— era una central eléctrica de mediados del siglo XX. Una central, de arquitectura brutalista, ubicada a pocos metros de la principal estación de tren de lo que fue el antiguo Berlín Oriental y que, tras la caída del muro y la desindustrialización de la zona en los noventa, vivió el mismo destino que muchas otras viejas factorías: el abandono. Al menos hasta 2004, cuando Norbert Thormann y Michael Teufele fundaron el club para sustituir a Ostgud (1998-2003), una discoteca nacida de su fiesta itinerante Snax, que mezclaba techno y liberación sexual gay. Ostgud, que estaba erigida sobre un antiguo almacén ferroviario que acabó por demolerse, se había convertido en el centro neurálgico de la subcultura techno de Berlín y celebró su despedida el 6 de enero de 2003 con una rave de 30 horas. Un año después, el emblemático club renació con otro nombre y en otra ubicación. “Yo llegué a conocer Ostgud”, cuenta a elDiario.es Tatiana Romero, mexicana de 41 años que se mudó a Berlín en 2003, recién cumplida la mayoría de edad. “Imagínate con dieciocho añitos, que estás llena de energía y te quieres comer el mundo”, recuerda Romero, que empezó a asistir a las fiestas de Berghain porque un amigo de su expareja era camarero ahí dentro. “Era un lugar de liberación para la gente queer, donde podías ser tu misma y pasarlo bien sabiendo que estabas en un entorno seguro”, continúa para decir que ella, en Berghain, ha follado mucho. “Las habitaciones oscuras eran espacios de anonimato donde podías ser tú misma sin tapujos, donde quienes aún no habían salido del todo del armario podían explorar su sexualidad”, explica para asegurar que muchas personas que llegaron muy jóvenes a la cultura techno alemana pudieron vivir su sexualidad de manera más libre que en otros lugares que se promocionan abiertamente queer. “Aquello era mucho más liberador que las fiestas que pueda haber en Mallorca o Ibiza hoy”, insiste la mexicana. “El techno está muy enfocado en el disfrute corporal, sin palabras. Esa música no te da hueco a que hables, a que estés de cháchara. O sea, tú vas a bailar y punto. O vas a follar y punto”. La construcción de un mito Los cuartos oscuros, la arquitectura del edificio, la prohibición de hacer grabaciones o fotos en su interior, el código de vestimenta, las colas de varias horas y el estricto portero (Sven Marquardt), que interroga a los aspirantes a asistente antes de decidir si les deja pasar o no, ha contribuido a que, con los años, Berghain, además de ser una discoteca, se convierta en un mito. “Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground que, poco a poco, recogió todo el auge del techno en Alemania y le ha acabado pasando lo que le ocurre a todo Berlín con la gentrificación. Y, claro, toda su política que antes funcionaba bien ha quedado subsumida. El sistema liberal se apropia de las cosas que son nicho. Hay muchos memes que se ríen de lo que es Berghain ahora”, apunta a este periódico Carolina Jiménez, comisaria en Hangar (Centro de investigación y producción artística de Barcelona), y que ha explorado la cultura techno y la pista de baile como espacios políticos y estéticos, un interés que consolidó durante los años en los que vivió en Berlín. Berghain se tiene que leer dentro del contexto propio de Berlín. Apareció como un espacio del underground y le ha acabado pasando lo que le ocurre a toda la ciudad: la gentrificación Berghain, hoy, está localizada junto a lo que se denomina la Eastside Gallery, una serie de murales sobre una sección de 1316 metros en la cara este del muro que fueron salvados de su derribo. Se considera la galería de arte al aire libre de mayor longitud y duración del mundo. A su lado se encuentran empresas como Google o Zalando. “Empezó teniendo una política de acceso muy restringida y eso al final se ha convertido en una disfunción”, critica Jiménez para señalar que es común la broma de que si te pillan hablando español o italiano en la cola no te dejan entrar y que la deriva del club, que ha ido subiendo los precios de todo, está muy clara: hacia el dinero. “Yo entré mil veces, aunque sí que es verdad que a los españoles en Alemania no se les mira muy bien”, apunta Romero, que acudió a la discoteca por última vez en 2010. Para ella, no es una cuestión de racismo sino de xenofobia. “Los españoles son muy ruidosos, siempre tienden a ir en grupo y a hacer fotos cuando se les dice que no lo hagan. Yo entiendo que esas cosas no caen muy bien para conseguir entrar en Berghain”, explica. La turistificación Rosalía no ha sido la primera española en utilizar la discoteca alemana en su trabajo ( Berghain es el título del primer single de su último álbum, LUX). El cineasta Rodrigo Sorogoyen rodó un capítulo de la serie Los años nuevos (2024) en la que su pareja protagonista iba a la legendaria fiesta de 52 horas que celebra el club en año nuevo. Ana y Óscar, el dúo protagonista interpretado por Francesco Carril e Iria del Río, van nerviosos y acompañados por un par de colegas alemanes que les ayudan a colarse y poder entrar. Visten de cuero y de negro, van maquillados como les han dicho que lo hagan e intentan que no les oigan hablar español. Sorogoyen no pudo grabar el capítulo en la propia Berghain y tuvo que emular su esencia en la también famosa Tresor. Las puertas del Berghain en mayo de este 2025 Como Ana y Óscar, Lidia consiguió entrar en Berghain con su entonces pareja a fines de agosto de 2024. Tenía 26 años y era jueves. “No tuvimos que hacer demasiada cola, aunque es verdad que fuimos muy pronto, sobre las ocho de la tarde, por si teníamos que esperar mucho para entrar”, relata la española que tiene muchos amigos que han intentado entrar en varias ocasiones y a los que no dejaron pasar. “Un amigo que sí consiguió hacerlo nos dijo que era muy importante ponernos ropa negra, que si teníamos algo de cuero nos lo pusiéramos también y que nos maquilláramos ambos” relata para señalar que también se puso un collar de cuero. Aquel día solo estaba abierta una parte del edificio, lo que llaman ‘Panorama Bar’. Un espacio más pequeño en el piso de arriba que está decorado con fotografías del fotógrafo y artista Wolfgang Tillmans a gran escala y presenta ventanas altas con vistas al este de Berlín. “Me había informado muy bien de lo que había que hacer en estos sitios para entrar, porque a mí esta etiqueta de tener que saber el lineup de quien va a pinchar o llevar un determinado tipo de ropa me parece un poco loco”, opina Lidia que admite haber flipado ante el cuestionario del portero. “Es típico que te pregunten cosas en este tipo de sitios, pero en Berghain es muy estricto, parece la Selectividad”, bromea para admitir que no se podían creer que, finalmente, los dejaran pasar. “Quizás no fuimos el día con mayor afluencia, pero solo por el edificio merece la pena entrar”, opina. El silencio ante el genocidio Carolina Jiménez cuenta que Berghain es algo más que un club, es una institución cultural en Alemania. Una institución que expresó públicamente su apoyo a Ucrania cuando estalló la invasión rusa y que calló ante el genocidio palestino convirtiéndose, desde entonces, en objeto de boicot desde buena parte de la sociedad berlinesa y varios círculos del ámbito cultural asociados al mundo del techno y la electrónica. “Me resulta muy llamativo que Rosalía haya decidido titular Berghain a su último trabajo teniendo en cuenta la situación sociopolítica que vive el club, que está señalado”, observa Jiménez. En marzo de 2024 se lanzó una campaña de boicoteo promulgada por colectivos como Ravers for Palestine o DJs Against Apartheid, motivados por el silencio de la discoteca. Entre las críticas que hicieron públicas en distintos medios y en varias cartas abiertas se señala que el club habría presionado o participado en la supresión de expresiones de solidaridad con Palestina dentro de su programación. Ravers for Palestine lanzó la primera carta abierta desde octubre de 2023 y convocó públicamente a clubs y artistas a posicionarse. Cosa que ha ocurrido: varios DJs reconocidos han dicho que dejarán de pinchar en Berghain. Nombres como Josey Rebelle, Beatrice M. han renunciado a pisar la discoteca. Otros, como Arabian Panther o WTCHCRFT, han denunciado que se cancelara su participación en los eventos programados de la misma. “Hay muchas cosas que han sido increíbles. Berghain ha sido una pasada, pero todo va evolucionando y a lo mejor no tiene por qué recuperarse y volver a ser lo que era. Ya llegarán nuevos lugares, nuevos espacios para reivindicarnos”, finaliza Jiménez.

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

Azahara Nieto: "Si no se blinda la alimentación desde lo público, solo comerá sano la gente más pudiente"

En su nuevo libro, la nutricionista reivindica una alimentación con perspectiva de género y libre de culpa, donde la salud no se mida en kilos perdidos Ozempic: el negocio de adelgazar Cuando Azahara Nieto se despidió de la consulta donde trabajaba como nutricionista, el puesto que había sido su sueño hasta entonces, no podía más con el enfoque pesocentrista ni esas prácticas que eran un caldo de cultivo perfecto para desarrollar trastornos alimentarios. Alquiló un despacho y abrió su empresa, 'Se come como se vive', para ejercer una forma distinta de nutrición, una con perspectiva de género donde el foco estuviera en la salud integral y sin el férreo control de la báscula de por medio. Este enfoque, más centrado en los indicadores de salud, ha quedado reflejado en La culpa engorda (Ediciones B), un ensayo en el que relata cómo el género está vinculado a nuestra alimentación y al peso. “Las mujeres tenemos muchísima más presión estética, entonces hay que tener en cuenta la mala relación que tenemos con la comida y con el cuerpo casi desde que somos niñas”, explica Azahara. “Para mí es importante que haya perspectiva de género para saber lo que nos afecta a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres”. Y su mensaje llega en un momento en el que los cánones de belleza, antaño procedentes de las revistas, se han trasladado a la pantalla. Mensajes, imágenes y estímulos que están siempre al alcance de la mano, llegando a ser un factor clave en el aumento de casos de menores con trastornos de la conducta alimentaria a edades muy tempranas. Desde tu perspectiva, ¿cómo ves que contribuyen las redes sociales a la obsesión por conseguir un determinado peso o encajar en una forma corporal concreta, lo que se conoce como ‘cultura de la dieta’? Ahora hay mucha más gente con la que compararnos que antes, y además tenemos información todo el rato. Siento que somos unos vigilantes continuos de la comida y del cuerpo y que las redes sociales nos permiten también saber de los demás: tienes información de lo que come alguien, de las cremas que usa... Las redes sociales fomentan mucho la comparación y si los perfiles que se siguen están enfocados en ese tipo de cuerpo o de cuidados —no desde el cuidado real, sino desde la delgadez—, creo que fomentan la comparación. De hecho es uno de los factores que más se está viendo como incidencia en TCA [Trastornos de la Conducta Alimentaria]. Desde las redes parece que todo está muy a mano: la receta, la tabla de ejercicio… Al final, estás todo el rato recibiendo información sobre una alimentación más sana y sobre cómo modificar el cuerpo. Es un monotema. Contamos con ‘trucos’ para adelgazar, como los de Kim Kardashian, las modelos de Victoria´s Secret o incluso el famoso caldo de Isabel Preysler. ¿Servirían como ejemplos de la relación entre el estatus y el perder peso que comentas en el libro? Veo que ahora se ha agudizado con los Ozempic y todos estos fármacos. Antes eras gordo porque querías; ahora eres pobre o delgado, porque los medicamentos, por su precio, también son una manera de distinguir estatus: los que están bien y los que están mal; los que tienen dinero, los que no tienen dinero. Lo veo como una manera de distinguirnos. Siempre les digo a mis pacientes, cuando tienen un trastorno de la conducta alimentaria y se están recuperando, que son humanas y que no pasa nada, que les gusta la comida y está bien. Parece que nos pone en una posición de superioridad el no beber agua, el no tener antojos o el no tener nunca hambre, como si eso fuera admirable. Pero, ¿por qué aspiramos a eso? Es un modelo a imitar. Todo se vende desde un modelo de cuerpo y la delgadez es sinónimo de éxito. Parece que, si no llegas a ese cuerpo, es porque no te esfuerzas demasiado, pero se salta la diversidad corporal. Podemos comer lo mismo, hacer el mismo ejercicio y no tendremos el mismo cuerpo. Y menos mal. ¿Ha habido algún cambio entre esos artículos que leíamos antes, sobre cómo perder peso, y los que podemos leer en la actualidad donde el foco está, por ejemplo, en el ingrediente que toma la reina Letizia para estar saciada durante más horas? Yo creo que no ha cambiado, hay una reformulación. Antes estaba la revista Cuore , que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente, si la reina hace el ejercicio para tener los brazos tonificados… Todo el rato te están diciendo cosas sobre los cuerpos de las mujeres y cómo conseguirlos, ya sea a través de la alimentación, del ejercicio o de rutinas de piel. De hecho, ahora las niñas se hacen rutinas para la piel cuando no necesitan más que un protector solar para ir a jugar. Sí que hay un cambio del lenguaje, porque ahora ya no se promueve tanto la delgadez noventera, sino el ejercicio de fuerza. Y no digo que no sea importante el ejercicio de fuerza, ojo, sino que ahora el discurso ha tornado hacia eso y se convierte en una obligación más. El ejercicio es importante, pero también lo es que la gente disfrute del ejercicio. Si estamos haciendo ejercicios de fuerza igual que antes hacíamos spinning , estamos un poco las mismas. Siempre se nos dirige mucho, y en especial a las mujeres. En el libro pones el ejemplo de Bridget Jones y cómo nos vendieron a la protagonista como un personaje gordo. ¿Sientes que las series y películas que vemos en la actualidad siguen promoviendo esa cultura de la dieta o has notado un cambio? Van apareciendo más personajes gordos que no se representan desde la mofa ni cuyo objetivo es la pérdida de peso, pero no hemos cambiado prácticamente nada. No hay más que ver la revuelta que se montó con Lalachus dando las Campanadas, hubo una ola de gordofobia terrible. No sabía que le pedían analítica a Cristina Pedroche para presentar las uvas. Las cosas van cambiando, pero los personajes gordos tienen muy poquita presencia. Además, suelen carecer de una historia propia que no gire alrededor de la pérdida de peso o, en el caso de mujeres, de adelgazar para conquistar a un hombre. Yo creo que hay pocas protagonistas así, solo se me viene a la cabeza Cerdita , que además denuncia la gordofobia. Antes estaba la revista Cuore, que te señalaba la estría o el culo de no sé quién, pero ahora es todo el rato lo que come Elsa Pataky, si hace ayuno intermitente… ¿Qué hacemos cuando esa opresión de nuestro cuerpo viene de parte de nuestra pareja y es nuestro novio o nuestro marido quien hace comentarios, nos quita el plato…? Le educaría o le dejaría, depende de las opciones. Le diría que no hable sobre mi comida y que no hable sobre mi cuerpo. Y también me cuidaría mucho de preguntarle, porque a veces lo hacemos con el: “¿Me ves más gorda?”. Hay que aprender a verse, aunque no nos guste. No hace falta gustarnos siempre. La aceptación corporal se trata de respetarnos y de aceptar el cuerpo cuando cambia: engordaremos, adelgazaremos, envejeceremos… Yo recomendaría, por una parte, no tener nosotras mismas esas conversaciones ni hacer esas preguntas. Y, por otra, decirle: “No me tienes que controlar la comida ni decir si esto es calórico, si he comido mucho o poco, ya soy una persona adulta y lo valoro yo”. Y sobre el cuerpo, algo en la línea de: “Este es mi cuerpo. Si te gusta, bien; si no, pues no va a haber otro”. Las mujeres, a través de ser vistas por el cuerpo, ponemos más el foco en el deseo de ellos que en el nuestro. Más en ser elegidas que en elegir, y eso también es una trampa. Para mí, escribir este libro también fue un: “Basta ya, centrémonos en nosotras”. Al final los cánones estéticos, lo que es normativo, se lo han inventado ellos. Vamos a poner foco en el deseo, en el nuestro y a cuidarnos de verdad, no cuidarnos como eufemismo de adelgazar. Ya que se acerca la Navidad dentro de poquito, ¿cómo crees que podemos vivir esta época alejándonos del ruido, que son los comentarios de los familiares, el clásico discursito de que a la vuelta hay que perder los kilos del roscón? Creo que hay que ir haciendo pactos tácitos. Por ejemplo, cuando estemos con las amigas vamos a dejar de hablar de si esto engorda o no. Si una se encuentra mal, obviamente la escuchamos, pero no vamos a estar hablando sobre si has echado culo o que, si vamos a comer, no vamos a estar diciendo que mañana lo quemamos. Hay que ir educando un poco a los entornos. No todos son fáciles, obviamente, pero ir haciendo pactos como que no vamos a hablar del cuerpo o no vamos a entrar al trapo. A veces somos nosotras mismas las que sacamos esos temas porque al final nuestro lenguaje está muy contaminado por la cultura de la dieta y viciado de culpa. ¿Qué recomendarías a las personas que dicen la famosa frase de: “Eso no lo voy a comprar, porque si lo tengo en casa, me lo como”? Pues yo les diría que esa es la finalidad de la comida, ¿o quieren meterla en un armario y exponerla? Fuera de broma, eso ocurre porque hay mucha restricción mental y a veces incluso restricción física. Me prohíbo ese alimento y entonces, cuando me lo compro, me genera tanta ansiedad tenerlo ahí que hasta que no me lo acabo, no paro. Lo que se recomienda, si quiero trabajar mi relación con ese alimento, es practicar la habituación alimentaria, que es exponerme a ese alimento hasta que no me suponga absolutamente nada. Hasta que genere el mismo ruido que me provocan los limones en la nevera: ninguno. Se me acaban, compro más y ya está. Cuando hay mala relación con la comida —y también por la sociedad en la que vivimos—, da mucho miedo, porque a lo mejor me como tres bolsas de patatas fritas y pienso “uf, qué locura”. No va a pasar nada. Eso se regula enseguida. Pero cuando hay mucha prohibición mental y física, se come desde la restricción y hasta que no se acaba no estoy realmente tranquila. El tema de las patatas fritas es que muchas veces no se compran por ese miedo: no me atrevo ni a tenerlas en casa, pero luego voy a una terraza y ese día me doy permiso y me acabo comiendo unas patatas fritas rancias, porque ese día sí es sábado y puedo comerlas. Cuando se trabaja la habituación alimentaria, también se trabaja la libertad con la comida. Soy yo quien controla y no es el alimento el que me controla. Comentas en el libro que la alimentación va por barrios. Si en España dedicamos un 70% del sueldo a pagar el alquiler, según un informe de Cáritas, ¿cómo crees que se traduce esto en nuestra manera de alimentarnos? Esto es una realidad. Viendo cómo está subiendo la inflación, por ejemplo, el pescado se ha convertido en algo carísimo; muchos niños no consumen pescado. Si no blindamos una alimentación que sea sana para todos los bolsillos, ahí aparece la diferencia social. No todos podemos acceder a los mismos alimentos, ni disponer del mismo tiempo, ni siquiera tampoco de espacios deportivos. Debería haber un cuidado de la salud desde la política, porque si no, solo tendrá una alimentación sana la gente más pudiente. Pero para empezar la nutrición no está ni en la sanidad pública, no partimos de que la contemplen. Tampoco hay ningún tipo de educación nutricional. Y falta blindar la salud desde lo público cuando estamos en un momento que se está haciendo todo lo contrario y se está desmantelando todo. Al final, hay que ver el contexto de cada persona y hay mucha gente que compra un paquete de galletas no porque no sepa que no es lo nutricionalmente más adecuado, sino porque a lo mejor con el paquete de galletas puede desayunar 15 días y con un kilo de mandarinas desayuna cuatro días. Hay que mirar los contextos. Ahora mismo hemos visto cómo la cesta de la compra ha subido un 30% y eso es una realidad. Y que el alquiler o la vivienda, que no debería suponer más del 30% de nuestro sueldo, nos supone entre el 70% y el 80%. Si se blindara eso -una alimentación saludable para todos-, la salud cambiaría mucho. ¿De qué manera el término ‘hambre emocional’ es una trampa más de la cultura de la dieta? Para mí es una trampa, porque si yo distingo entre el hambre fisiológica (la que me suena la barriga), y el otro hambre, normalmente me voy a prohibir cosas. La comida es un regulador emocional y muchas veces comemos desde que estoy triste, pero también desde la alegría o desde cualquier otra emoción. Me parece muy peligroso que no comas si no es de hambre física, porque al final se convierte en una norma más. Y no siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante. Cuando te comes un postre, te lo comes desde que te entra por la vista, desde que te huele rico… Entonces se come por muchas otras razones que no es solo física. Si le ponemos la etiqueta de ‘hambre emocional’, estamos haciendo otra vez la distinción entre una hambre buena y un hambre mala. Y realmente es hambre, tendré que atenderla. En el libro doy herramientas para identificarlo y a veces lo atiendo con comida y otras, no. Alrededor de la comida hay un lenguaje, no es comer solo cuando tengo hambre para obtener los nutrientes que necesito. A través del lenguaje comunicas y cuando quieres ligar con alguien o mostrar aprecio, le invitas a comer a sitios que te gustan a ti o que crees que le pueden gustar a esa persona. Y también cuando uno cocina para sí mismo es una manera de cuidarse, de prepararse el plato que te gusta. Hacer la diferencia con el hambre emocional es como decir “Es que si estás triste y comes está mal” y yo siempre digo “Qué bien que, cuando estoy triste, tengo otras opciones, pero si además me como lo que más me gusta, voy a estar un poquito mejor”. Que la comida pueda hacernos eso a mí no me parece una faena, me parece un regalo según está la vida. “No siempre se come por hambre, si fuera así, nadie se comería un postre en un restaurante” A lo largo del libro repites varios mantras. De todos los que mencionas ¿cuál dirías que es tu favorito o el que resulta más liberador o transformador para tus clientas? Les repito mucho que su cuerpo es su casa. Todo el rato les hago conscientes de que vivimos en nuestro cuerpo, en nuestra casa, y que, si nos mudásemos, lo haríamos con este cuerpo. Hasta ahora hemos tenido una relación de maltrato con él, porque nos han enseñado a relacionarnos así. Pero ahora vamos a cuidarlo como cuidamos nuestra casa. Si tú vinieras a mi casa, no aguantaría que me pintara las paredes, pues vamos a intentar por lo menos eso, respetarnos y habitarnos de una manera cómoda. Termino la entrevista con Azahara yendo a por una galleta, para prolongar unos instantes la sensación tan agradable que me acompaña desde la charla con ella. Además, me viene a la mente la que es mi frase favorita de su obra: “La vida nos debe mucho placer a las mujeres. Así que vamos a reconquistarlo”. Su libro La culpa engorda (Ediciones B), ya está a la venta en librerías.

América Latina se defiende de Trump: más comercio interno y nuevos horizontes de exportación

América Latina se defiende de Trump: más comercio interno y nuevos horizontes de exportación

A la par que incentivan el mercado regional, los países latinoamericanos refuerzan las relaciones económicas con China e India y se acercan a Europa El comercio se resetea: el mundo se adapta a los aranceles, pero altera el mapa de exportaciones El tarifazo del gobierno de Estados Unidos empieza a volverse en su contra. El pasado 28 de abril, un influencer chino publicó un vídeo mostrando navíos brasileños descargando soja en el puerto de Ningbo-Zhoushan, próximo a Hangzhou y Shangai. “Después de que China redujera las compras de Estados Unidos, navíos con soja brasileña están apareciendo uno detrás del otro”, afirmó en la plataforma Weibo. Tras el revuelo, Chao Chenxin, vice-director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma del gobierno de China se vio obligado a dar una rueda de prensa para confirmar que la soja brasileña estaba sustituyendo a la estadounidense, tal como recoge un artículo de la Cámara de Comercio de Desarrollo Internacional Brasil-China. “Incluso sin la adquisición de cereales y de granos oleaginosos de Estados Unidos, el suministro doméstico continuará estable”, declaró Chao Chenxin. El pasado mes de abril llegaron al puerto de Ningbo-Zhoushan 700.000 toneladas de soja brasileña, un 32% más que en el mismo mes de 2024. Mientras tanto, las exportaciones estadounidenses a China se desploman. La segunda semana de abril China compró 72.800 toneladas de soja a Estados Unidos, mientras que en la tercera semana apenas fueron 1.800, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. La previsión de importación de granos por parte de China desde abril hasta finales de junio representa un récord histórico, según Bloomberg : treinta millones de toneladas, provenientes principalmente de Brasil, Argentina y Uruguay. Las alarmas han estallado en el interior de EEUU. Los agricultores estadounidenses empiezan a alzar la voz contra la política arancelaria del presidente Donald Trump. “Los productos comprados por China de nuestros competidores en Brasil o Argentina no tienen el arancel extra de los estadounidenses. China recurrirá primero a América del Sur y sólo comprará soja de Estados Unidos cuando sea absolutamente necesario”, afirmó Caleb Ragland, presidente da Asociación Americana de Soja y productor en Kentucky, a CNN . El eje México-Brasil se rebustece Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, aprovechó su visita a la investidura de Claudia Scheibaum como presidenta mexicana el año pasado para estrechar las relaciones económicas con México. Lula lanzó la propuesta de instaurar un foro económico bilateral permanente y de realizar dos grandes eventos empresariales, uno en cada país. Desde entonces, el eje México-Brasil está robusteciéndose. Sheinbaum viajó a la cumbre de presidentes del G20 en Río de Janeiro. Fernando Haddad, ministro de Economía de Brasil, acaba de reunirse en México con la presidenta y empresarios de ambos países para trabajar conjuntamente la transición energética e integración de la región. “Hasta ahora, México era considerado un país de economía orientada a las exportaciones a América del Norte, pero poco integrado con los vecinos del sur. Esto va a cambiar con la política aislacionista de Trump”, argumenta el analista político Alexander Busch en un artículo. Leonardo Paz, investigador del Núcleo de Prospección e Inteligencia Internacional de la Fundação Getúlio Vargas (FGV), asegura a elDiario.es que la reacción latinoamericana al gobierno Trump está siendo más económica que política. “No veo movimento de integración en la región. Para que eso ocurra tienes que tener un país liderando eso. Brasil ocupaba ese papel en los años 2000. Brasil y Argentina, en este momento, son países, básicamente, antagonistas en un sentido ideológico”, afirma Paz. El investigador reconoce que aunque el tarifazo de Trump produce el efecto colateral de aumentar el comercio interno latinoamericano, la mayoría de los países “están buscando una solución fuera de la región”. El cambio, según el investigador, está ya ocurriendo. “Los países latinoamericanos están moviendo sus cadenas de producción hacia otros lugares. Básicamente, desplazas a otros mercados la ruta de los flujos comerciales, para que la cadena tenga más eficiencia económica. Brasil, por ejemplo, está dejando de comprar una serie de productos de Estados Unidos”, asegura Paz. La vía asiática Colombia se incorporó el pasado mes de mayo a la Franja y la Ruta, conocida popularmente como la Nueva Ruta de la Seda, un ambicioso proyecto de integración global de China en el que ya participan 140 países. Como contrapartida, China ofreció a Colombia una línea de financiación de 8.250 millones de euros y prometió aumentar sus importaciones del país. El ingreso en la Nueva Ruta de la Seda de Colombia, aliado histórico de Estados Unidos, desequilibra aún más la guerra comercial entre Pekín y Washington en América Latina. Brasil, que a pesar de tener una relación comercial privilegiada con Pekín no forma parte de la Nueva Ruta de la Seda, acaba de cerrar acuerdos billonarios con el gigante asiático en economía digital e Inteligencia Artificial . Por su parte, Chile, que ya forma parte de la Nueva Ruta de la Seda, está en un proceso acelerado de aproximación económica al gigante asiático. La inversión china en Chile creció un 1.370% entre 2016 y 2023, según Invest Chile , especialmente en infraestructuras. A pesar de que Panamá no renovó el memorándum con China, después de presiones directas de Estados Unidos, la Nueva Ruta de la Seda tiene pilares sólidos en América Latina: veintiun países de la región forman parte del proyecto. Por otro lado, la nueva política comercial de la Casa Blanca está provocando en América Latina otro efecto colateral con sabor asiático: el estrechamiento de relaciones comerciales con India. El pasado abril, Nueva Delhi acogió el encuentro empresarial India-América Latina con el objetivo de garantizar el acceso del país a los minerales estratégicos para su cadena productiva. Durante la visita de Gabriel Boric a India, la chilena Codelco, mayor empresa de cobre del mundo, firmó un acuerdo con la estatal india Hindustan Copper. El año pasado, India firmó un acuerdo con Argentina para la explotación conjunta de litio entre las empresas públicas Khanij Bidesh India y Catamarca Minera y Energética Sociedad del Estado. Los múltiples acuerdos recientes de India en la región, detallados en un artículo de Folha de São Paulo, vienen de la mano de la apertura de nuevas embajadas. La última, en Bolivia, país rico en litio. La vía asiática de América Latina se redondea con el acuerdo de libre comercio entre Mercosur y los Emiratos Árabes, de aprobación inminente . Por si fuera poco, los impuestos por la Administración Trump también acercan a la economía latinoamericana a Europa. No solo facilitando la posible aprobación definitiva del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, sino propiciando una aproximación histórica con la European Free Trade Association (Efta), bloque comercial formado por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. En julio concluyeron las negociaciones del acuerdo de libre comercio del Mercosur y la Efta. El acuerdo se firmó oficialmente en Río de Janeiro el pasado 16 de septiembre y busca crear una zona de libre comercio que abarca a unos 300 millones de personas. El tratado entrará en vigor una vez que sea ratificado por los parlamentos de cada país miembro. Mientras el presidente norteamericano despliega su guerra comercial, la caza de brujas a los inmigrantes y su propaganda, la diplomacia silenciosa de Brasil aleja a América Latina de las garras del Tío Sam . El candidato apoyado por Estados Unidos para presidir la Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948 y con sede en Washington (EUA), retiró su candidatura por la falta de apoyos. El candidato de Lula –el progresista Albert Ramdin, exministro de asuntos Exteriores de Surinam– presidirá la organización hasta 2030. La OEA vuelve a mirar al sur.

Álvaro García Linera: "La victoria de Mamdani demuestra que la izquierda tiene que apostar por la audacia y un nuevo porvenir"

Álvaro García Linera: "La victoria de Mamdani demuestra que la izquierda tiene que apostar por la audacia y un nuevo porvenir"

"Las grandes potencias y sus caudillos siguen un proceso de insuflamiento e implosión. Su agresividad es inversamente proporcional a su poderío y duración. Lo que no sabemos es la gravedad del daño que el viejo hegemón arrastrará en su lenta caída", afirma sobre Trump el exvicepresidente de Bolivia Por qué ha ganado Zohran Mamdani en Nueva York: foco en el coste de la vida, movilización social y discurso firme ante Trump Álvaro García Linera (Cochabamba, 1962) fue vicepresidente de Bolivia entre 2006 y 2019, cuando un golpe de Estado acabó con el Gobierno presidido por Evo Morales para aupar durante un año a Jeanine Áñez. García Linera es uno de los intelectuales de izquierda más reconocidos en América Latina. Autor de libros como La potencia plebeya o Qué es una revolución, acaba de publicar Cuidar el alma popular (Bellaterra Edicions). La obra reúne una conferencia suya y un diálogo con la filósofa argentina Luciana Cadahaia, donde el autor parte del diagnóstico de la crisis del orden mundial neoliberal como patrón de acumulación. ¿Qué debe hacer la izquierda en este contexto? “Apostar por la audacia”, sentencia García Linera, que habla con elDiario.es al día siguiente del triunfo de Zohran Mamdani en las elecciones a la alcaldía de Nueva York. ¿Qué mensaje traslada la victoria de Mamdani, más allá de la ciudad de Nueva York, sobre cómo responder a la ola reaccionaria en un momento en el que el progresismo parece ceder posiciones, sobre todo si se mira a Europa? La victoria de Mamdani demuestra que, en un momento de crisis, el progresismo, la izquierda, tiene que apostar por la audacia y un nuevo porvenir. La izquierda no pude encerrarse en recetas del pasado ni en respuestas que ya no se corresponden al tiempo que vivimos. Mucho menos preservar ese presente en crisis. Tiene que proponer con vehemencia un futuro posible, pero diferente a lo que hemos conocido. Y eso es lo que hemos visto en Nueva York y, de manera moderada, también en España con el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez, quien no tiene cultura política marxista y, sin embargo, es un referente para el progresismo en Europa porque se ha animado a avanzar en nuevas políticas favorables para la población. No solo a preservar lo que había. Hay un asunto, como el del genocidio de Israel en Gaza, que ha atravesado la campaña en Nueva York, y en el que el Gobierno español ha recibido críticas desde la izquierda y los movimientos sociales por no ir más lejos o más rápido, si bien en el contexto europeo ha sido de los primeros en reconocer el Estado palestino tras el 7 de octubre. Sí, el Gobierno español se ha distinguido también por eso. Se ha distanciado de la complicidad del resto de los gobiernos de Europa con la barbarie genocida contra el pueblo palestino. Y, a la vez, no se ha quedado solo en la defensa de los derechos sociales y ha dado pasos en la reforma laboral o el aumento del salario mínimo. Y es que, en tiempos de crisis, para las izquierdas la sola conservación de antiguos logros es la derrota porque lleva al Gobierno a ser devorado por el malestar social que emerge, precisamente, de la crisis. En tiempos de crisis, para las izquierdas, la solo conservación de antiguos logros, es la derrota porque lleva al Gobierno a ser devorado por el malestar social que emerge precisamente de la crisis A menudo habla de la importancia de que las clases dirigentes se vean empujadas y acompañadas por los movimientos sociales en ese impulso por avanzar. ¿Cómo se puede hacer en momentos de avance reaccionario? La acción colectiva, en sus múltiples formas, no solo son manifestaciones que escenifican una demanda o un estado de ánimo. Cuando son masivas y expansivas, son cataclismos cognitivos que llevan a envejecer viejos sistemas de creencias y tolerancias y, esto es lo decisivo, alumbrar nuevos esquemas de realidades factibles. Trastocan el sentido común de una sociedad, los límites de lo decible y la dirección del propio horizonte predictivo con el que los pueblos prefiguran su porvenir colectivo. Por ello, si bien ayudan y permiten sostener medidas audaces que puede tomar un gobierno de izquierdas, también lo empuja a que tome nuevas medidas. La gente en las calles enriquece la gobernabilidad democrática de un Estado. Amplía los espacios de deliberación y la propia cualidad participativa de la sociedad en los asuntos comunes. Usted decía que este tipo de procesos de izquierdas, progresistas, si no brindan certidumbres y mejores condiciones de vida, al final son de una terrible fragilidad. La experiencia muestra que las sociedades modernas y complejas siempre están atravesadas por múltiples demandas, agravios, expectativas y necesidades en correspondencia a la diversidad de sus identidades. En ocasiones, una de estas demandas logra articular al resto y permite movilizaciones 'universales' capaces de atravesar la participación de varias clases e identidades sociales. Sin embargo, en crisis generales, hay una demanda nuclear, que atraviesa subyacentemente a la gran mayoría popular de la sociedad. Es la económica; a veces bajo la forma de salario, de inflación, de trabajo o mejora en el consumo. Cualquier gobierno de izquierdas, para estabilizarse, necesita resolver en primer lugar esa o esas expectativas de bienestar. Ya, con ese inicial soporte material, tiene espacio, tiempo y fuerza política para luego pasar a resolver otras demandas igual de importantes. Lo inverso no es cierto. De hecho, la debilidad y continuidad de los gobiernos de izquierdas se juega en primer lugar en la economía. En ese sentido, usted suele recordar al filósofo Pierre Bourdieu y la teoría del vaso y su capacidad para resistir las embestidas. La imagen de Bourdieu es muy interesante. Él pregunta: ¿por qué un vaso de cristal se rompe cuando se tira una piedra? ¿Por culpa de la piedra? No. La piedra solo desencadena la cualidad rompible del vaso. Eventualmente, también podrá romper una rama o una silla. El vaso se rompe porque el vaso es frágil. Y si queremos que no se rompa, entonces hay que fabricar un vaso resistente. En términos políticos, los gobiernos de izquierda son sustituidos o debilitados no solo por el asedio, o la consuetudinaria perfidia de las fuerzas políticas conservadoras, autoritarias o antigualitarias. Ellas hacen su trabajo de atacar y lo harán sistemáticamente independientemente de lo que haga la izquierda. Las derechas autoritarias no pactan ni conceden, pues su misión es expulsar y, si pueden, aplastar a las izquierdas. No son demócratas de convicción. Y han de cumplir su cometido si el proyecto político de izquierda es frágil, timorato en sus acciones, moderado en sus maneras de cumplir con las expectativas que tienen las mayorías sociales. La única manera en que la izquierda pueda revalidar su apoyo social es cumpliendo con audacia el mandato y las esperanzas que la gente ha depositado hacia ella. Por eso, para ser “irrompible”, la izquierda debe tomar el control del tiempo político: tomar una medida de amplio apoyo popular por acá y, antes de que la oposición esté organizando la resistencia, tomar otra de similar interés colectivo por allá y así sucesivamente. Lo decisivo es no perder la iniciativa y el control de los tiempos para que la oposición siempre tenga que ir por detrás de la agenda que pone el Gobierno. Y la resistibilidad de la izquierda, inevitablemente asediada por los poderosos, viene de su capacidad de mantener iniciativas económicas universalistas , esto es, llevar adelante decisiones que beneficien a la mayor parte de población, al 90% o 95%. Eso lo hace de acero y no de cristal. Lo decisivo es no perder la iniciativa y el control de los tiempos para que la oposición siempre tenga que ir por detrás de la agenda que pone el gobierno Estos años en América Latina han mostrado que ha habido vasos más resistentes que otros. ¿Qué reflexión puede hacer, también sobre el caso de Bolivia, que le afecta más personalmente? Hay un primer ciclo revolucionario en América Latina desde 2003 hasta 2015, que se caracteriza por la emergencia de gobiernos de izquierda y progresistas que tienen respuestas a la crisis del neoliberalismo envejecido. Todos, toman medidas redistributivas, amplían derechos sociales y logran una expansión económica ampliando el consumo popular. Aquellos que emergen de insurrecciones, como Bolivia, nacionalizan empresas estratégicas que controlan importantes excedentes económicos, empoderan a mayorías populares anteriormente excluidas (indígenas, trabajadores urbanos, etc.). Esto va a llevar a una década de elevado crecimiento económico, reducción acelerada de la pobreza y movilidad popular ascendente: 70 millones de personas salieron de la pobreza. Pero, como toda reforma, está agota por cumplimiento. Las condiciones del mercado mundial cambian, las expectativas aspiracionales de amplios sectores populares se modifican por la mutación de sus condiciones de clase y, en general, la propia estructura social ha cambiado fruto de las reformas implementadas. Esto demandaba de las izquierdas continentales un nuevo ciclo de reformas económicas de segunda generación capaces de abordar los problemas emergentes y superarlos. Pero no lo hacen. Viene un nuevo ciclo de gobiernos de izquierda, pero ellos ya tienen respuestas para las nuevas preguntas y problemas que emergen de un mundo en cambio. Buscan resolver los nuevos problemas, económicos y políticos, con las respuestas dadas anteriormente. Carecen de un nuevo proyecto esperanzador capaz de unificar a la sociedad. Y entonces solo proponen preservar lo hecho antes. Ya no tienen iniciativa histórica y, en ocasiones, con su inacción generan una crisis económica que envilecerá el proyecto de izquierdas, dando paso a unas derechas envalentonadas que arrebatan la bandera del “cambio”. Como en el caso del vaso bourdiano, las derechas ganan por los errores de las izquierdas. A excepción de México y Brasil, hoy la izquierda está en “huelga de ideas”. No tiene una propuesta convincente capaz de sustituir la receta conservadora de enfrentar la crisis económica por una vía distinta al “ajuste” del FMI. En el libro menciona como audaz la reforma fiscal de Colombia y decía que en Bolivia habían hecho una reforma para la tributación de las multinacionales extranjeras pero no tanto para el 1% boliviano. Y ese es un debate también en EEUU con Sanders y Mamdani, y que muestra que los impuestos pueden ser una herramienta para combatir las desigualdades. Nosotros dimos la vuelta a los impuestos que pagaban las empresas extranjeras petroleras y mineras. Las primeras, de pagar un 18% sobre el valor bruto, tuvieron que pagar 82%. Las mineras que entregaban al Estado entre un 3% y un 5%, les subimos el impuesto a un 20-25%. En tanto que, a la banca, les colocamos un impuesto del 50% del total de sus ganancias. En ese primer período, con precios altos del petróleo, se implementó una reforma tributaria a la inversión extranjera y permitió que Bolivia sacara de la pobreza al 30% de la población en una década. La siguiente fase, la de hacer tributar más al 1% boliviano quedó pendiente, y Luis Arce terminó por no hacerlo. ¿Cómo se viven desde América Latina las amenazas de Donald Trump, los asesinatos extrajudiciales en el Caribe y en el Pacífico, la ofensiva contra Colombia y Venezuela? ¿Cree que se están reviviendo momentos ya vividos de injerencia e intervenciones militares de EEUU en América Latina? Estamos viviendo un momento de transición de época en el que las condiciones que garantizaron la pax norteamericana (1980-2010) se están descomponiendo. Pero, además, la hegemonía económica norteamericana se ha deteriorado. Es imbatible en el circuito financiero, pero decrépito en el industrial y productivo. Y al frente hay una nueva potencia industrial, China, que está ocupando la infraestructura terráquea de extracción y circulación mercantil. Todo ello está llevando a una reorganización geopolítica y geoeconómica del viejo orden mundial dirigido por EEUU. Y cuando un hegemón está en ocaso, se vuelve desesperado y peligroso. Es una fiera herida. Ha de intentar por todos los medios detener su declive recurriendo a todo tipo de medidas, incluidas políticas de vasallaje (hacia Europa); arancelarias (hacia el mundo); medioambientales (hacia toda la humanidad); y también las coloniales y armadas. Está claro que EEUU ya no tiene presupuesto para largas invasiones, llenas de destrucción y masacres, de las que siempre ha salido con el rabo entre las piernas. Pero ahora ha hallado la forma de intervenir puntualmente y hacer mucho daño con bajo presupuesto, incluida la trituración del derecho internacional. El bombardeo a Irán y sus autoridades es un ejemplo. Y el riesgo es que se anime a algo así en Venezuela y otros países del mundo y América Latina. Todo ello está llevando a una reorganización geopolítica y geoeconómica del viejo orden mundial dirigido por EEUU. Y cuando un hegemón está en ocaso, se vuelve desesperado y peligroso Muchas veces la imagen que traslada Trump es de alguien poderoso, pero, por otro lado, se está viendo un país donde se estrechan los derechos democráticos, civiles y sociales. Las estrellas se inflan y expanden antes de perecer y ser olvidadas como mero polvo galáctico. Las grandes potencias y sus caudillos siguen el mismo proceso de insuflamiento e implosión. Su agresividad es inversamente proporcional a su poderío y duración. Su desplante como monarca absolutista, casi infantil, es el síntoma perverso de un mundo que se va. Lo que no sabemos es la gravedad del daño humano que el viejo hegemón arrastrará en su lenta caída. El mundo cambia, no hay un solo hegemón, está el poder de China, el sur global cuenta mucho, Rusia sigue existiendo... Los europeos a veces pensamos que el mundo es el mapa que vemos en Europa. Pero es más complejo. El orden internacional basado en reglas está en el cementerio. En un tiempo liminal como este, en el que lo viejo se desmorona y no hay nada nuevo que lo sustituya, no hay reglas. Es un mundo salvaje en el que el poder se quita las formas y los eufemismos para abalanzarse enloquecido en su grosería desnuda. No hay hegemonías de legitimación, solo ejercicio puro y duro del poder como imposición. EEUU quiere detener su ocaso, reviviendo un industrialismo tardío. China no tiene apuro de dirigir el mundo en la retórica del púlpito porque ya lo viene haciendo en la materialidad de la riqueza. Y Europa añora un mundo que ya se llevó el viento, sin darse cuenta de que se va convirtiendo en una periferia bien alimentada; por ahora. Y en medio del caos, las potencias intermedias buscan cómo abrirse pequeños espacios de protección e influencia (Rusia, la India…). En medio de este reordenamiento global de poderes, Latinoamérica podría ubicarse en un mejor lugar en la jerarquía global. Pero, lamentablemente, por ahora, carece de una red de líderes estrategas con la virtud de unificar voluntades continentales con ese fin.

Lulú, la madre mexicana que rastrea fosas clandestinas para hallar a sus hijos: "Solo quiero encontrarles, no quiero culpables"

Lulú, la madre mexicana que rastrea fosas clandestinas para hallar a sus hijos: "Solo quiero encontrarles, no quiero culpables"

La mujer critica la “negligencia” de la administración en la búsqueda de las más de 130.000 personas de las que se ha perdido el rastro en el país y pone en valor el trabajo de los colectivos de mujeres que les rastrean 'Seguir contándolo': una crónica de 10 años de acogida en Barcelona de periodistas mexicanos bajo amenaza Mamá Lulú es el apodo que recibe María de Lourdes Ruiz Bravo, activista, defensora de los derechos humanos y buscadora de personas desaparecidas en México. Nacida en el estado Jalisco, esta mujer empezó su investigación cuando secuestraron a sus dos hijos, al primero en 2015 y a la segunda en 2020. Hoy no sólo les busca a ellos, también a los familiares de otras mujeres. Por eso el apodo. La comunidad mexicana empezó a llamarla así porque, de alguna manera, ha “adoptado a todos los desaparecidos”, como ella misma dice. En abril de 2024, publicó el libro Hasta encontrarles. Crónicas de una esperanza en Jalisco: Lulú, madre buscadora, en el que relata el proceso de desaparición de sus hijos a través de un texto íntimo que plasma el dolor y la esperanza de centenares de miles de familias en México. Durante el mes de octubre, ha estado presentando su libro en varias salas de Barcelona y Madrid. Más de 130.000 personas han desaparecido en México en los útimos 20 años, según el informe Nacional de Personas Desaparecidas del Instituto Mexicano para los Derechos Humanos y Democracia (IMDHD). Jalisco, el estado donde vive Lulú, es el que lidera la lista (sólo en 2025 se perdió el rastro a más de 15.000 personas). Mamá Lulú es una de las miles de familiares que busca a los suyos y, como la mayoría, sigue sin saber por qué desaparecieron. Busca respuestas y, por eso, incluso llegó a dirigirse a miembros del cártel La Barredora, respaldado por el cártel de Sinaloa y que opera en la región. Pero ellos le confirmaron que su hija no se encontraba en las listas de personas perseguidas por estos grupos. Respecto a su hijo, Lulú no sabe si tenía alguna vinculación con el cártel o no. De todas maneras, aunque fuese así, remarca, “no tienen derecho a hacerlo desaparecer, por algo existe la ley”. María de Lourdes Ruiz Bravo o "Mamá Lulú" durante la entrevista en Barcelona. En busca del olor a descomposición Mamá Lulú forma parte del colectivo de búsqueda 'Entre Cielo y Tierra', en el que la mayoría de sus miembros son mujeres, como es común debido a “los roles tradicionales del hogar”, explica. Dedican gran parte de su tiempo a buscar a las personas desaparecidas, lo que impide que muchas de ellas puedan trabajar. Quienes traen dinero a casa son los padres; ellas buscan día sí y día también. Siempre a la espera de alguna pista. Estas, a veces, vienen de los mismos cárteles. Ocasionalmente, las buscadoras reciben llamadas anónimas de antiguos o actuales criminales, quienes les confiesan en qué zonas podría haber cuerpos enterrados. Esto se debe a que, frecuentemente, los miembros de estos comandos son chicos jóvenes que han sido reclutados y que no quieren estar allí. O que se arrepienten de lo que han hecho y buscan algún tipo de redención. Es por esto que muchos se disponen a ayudar a estas familias, eso sí, ocultando su identidad. Cuando las mujeres reciben información sobre una posible fosa común, se dirigen de inmediato al lugar. Una vez allí, emplean varas de entre 1,5 y 1,8 metros de longitud que clavan en las áreas donde se sospecha que puede haber restos humanos. Al retirarlas, las examinan, las huelen y buscan rastros de descomposición. Si creen que puede haber cuerpos bajo tierra, inician la exhumación con sumo cuidado y utilizan una pequeña pala para cavar minuciosamente alrededor de la bolsa que envuelve el cadáver, evitando así dañar o contaminar los restos. Una vez extraído, el cuerpo es enviado al Instituto de Ciencias Forenses para su análisis. Una de las situaciones con las que se encuentran frecuentemente es encontrar animales enterrados, como perros y gatos, en lugar de personas. Según cuenta Mamá Lulú, “esta es una técnica que utilizan los criminales para desviar el olor del cuerpo humano y evitar que las buscadoras encuentren a sus seres queridos”. Cuando aún desconocían esta técnica, dejaban de buscar. Ahora, si encuentran algún animal, siguen buscando, ya que saben que es posible que también hallen algún cuerpo humano cerca. Culpable de ser víctima A raíz de la desaparición de su hija María Lourdes, Mamá Lulú fue despedida de la escuela donde trabajaba la misma semana del secuestro. Le hicieron firmar una hoja de renuncia sin ella entender lo que estaba firmando. Llevaba nueve años trabajando allí. “Por esta situación me quedé sin trabajo, sin nada”. Piensa que, probablemente, “los directivos tenían miedo de que los criminales fueran a buscarla al centro educativo y les involucrarse”. Este es el pan de cada día de las buscadoras, que tienen que sufrir que sus comunidades asuman que, si sus seres queridos han desaparecido, es porque algo turbio tenían. “Seguramente estaba vinculado al cártel” o “si lo hicieron desaparecer, fue por algo”, son algunas de las frases que ha tenido que oír Lulú respecto a sus hijos. Una vez que estaba por la calle pegando carteles con fotos de sus niños y una mujer vino a juzgarla por, supuestamente, no haberlos protegido lo suficiente. Un mes más tarde, la misma mujer acudió a la asociación porque también habían secuestrado a su hijo. Lulú explica que, en ocasiones, dentro de los propios colectivos, surgen tensiones entre las familias y que, “en lugar de apoyarse mutuamente, algunas terminan criminalizando a otras”. Hay mujeres que llegan a vivir las desapariciones “como si fueran una enfermedad contagiosa”, al punto de culpar a otras que también han sufrido el secuestro de sus hijos por la tragedia que atraviesan. En su opinión, la situación es tan desesperante que, a veces, las familias “ya no saben ni a quién culpar”. Las situaciones pueden llegar a ser “desesperantes” y van mucho más allá de la mera desaparición. Las buscadoras no sólo deben cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de la búsqueda -que, aseguran, las administraciones no asumen-, sino que muchas veces deben hacerse responsables de las personas que dejan los desaparecidos atrás. A la hija María de Lourdes se la llevaron delante de su hija Allison, que en ese momento tenía 8 años. Así que Lulú también se ocupa ahora del cuidado de la niña, que ahora tiene 14, y sus hermanos: Cristofer, de 20 años y Valeria, de 17. El mayor y la pequeña viven actualmente con su abuela, pero la mediana está ingresada en un centro psiquiátrico. El secuestro de su madre le generó un trastorno depresivo y ha intentado quitarse la vida en distintas ocasiones. Teme que su abuela algún día halle a su madre, ya que lo más probable es que la encuentre sin vida, y se niega a ello. “Prefiero morir antes que encontrar a mi madre en pedacitos dentro de una fosa clandestina”, le reconoció a su abuela. María de Lourdes Ruiz Bravo o "Mamá Lulú" en la entrevista en Barcelona. Las buscadoras actúan frente a la “negligencia” El Estado mexicano cuenta con mecanismos específicos para hacer frente a las desapariciones forzadas, como la Comisión Nacional de Búsqueda, la Ley General en Materia de Desaparición Forzada y por Particulares (aprobada en 2017) o la Fiscalía Especializada en Materia de Derechos Humanos. Sin embargo, Mamá Lulú piensa que las instituciones “trabajan de manera negligente. Por algo existen los colectivos de búsqueda”. Asegura que, “por culpa de la administración”, su hijo Marcos desapareció tres veces. “La primera cuando se lo llevaron, la segunda cuando se perdió su expediente y la tercera cuando su ADN se perdió en el centro forense por cinco años”, explica. El Gobierno de México negó hace dos semanas que las desapariciones en el país fueran sistemáticas, en respuesta a las recientes afirmaciones del Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas, alegando que “carecen de sustento y no son admisibles”. Además, remarcaron que el gobierno ha implementado una Estrategia Nacional de Construcción de Paz y Seguridad. Este plan se refiere a un paquete de medidas para reformar la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas que aprobó el Senado de México a finales de junio. Principalmente, las reformas buscan fortalecer la Comisión Nacional de Búsqueda e implementar nuevas herramientas tecnológicas para mejorar la coordinación institucional. Sin embargo, para Lulú, todas las medidas que el gobierno ha intentado llevar a cabo para combatir el problema de los secuestros, “son puros intentos fallidos”. Asevera que, actualmente, “en México se han normalizado las desapariciones” y, en su opinión, “no interesa trabajar en ello”. Lulú pone ejemplos concretos y asegura el trabajo de las buscadoras puede llegar a entorpecer proyectos de Gobierno. Desde el colectivo Entre Cielo y Tierra, dónde ella trabaja, confirman que hay fosas clandestinas alrededor de las vías de la próxima línea 4 del tren ligero, que irá de Tlajomulco a Tlaquepaque y que debía conectar el aeropuerto con el estadio de fútbol, una infraestructura pensada ad hoc para el Mundial. En total, los colectivos de búsqueda han encontrado más de 400 bolsas con restos humanos en varias zonas de los municipios por los que pasará este tren, como Lomas del Sur, Zapopán, Tlaquepaque o Tlajomulco, pero Lulú sostiene que a los dirigentes del Gobierno “no les importa”. E, incluso, llegan a culpar a la misma administración de las desapariciones. Un informe de Amnistía Internacional advierte que “en ocasiones, los perpetradores [de la violencia] son funcionarios públicos de los tres niveles de gobierno (municipal, estatal y federal)” y destaca “la negación por parte de las autoridades mexicanas de la situación”. Además, señala que las desapariciones “ocurren en un ambiente de impunidad casi absoluta que genera una idea de permisibilidad, a la vez que revictimiza a las víctimas”. Este escenario ha provocado que sean las propias familias quienes realicen las búsquedas y las investigaciones por su cuenta, “enfrentando diversos riesgos y violaciones a sus derechos humanos”, según muestra el mismo estudio. Solo en 2025, al menos 16 mujeres buscadoras fueron asesinadas. “Sabemos que las buscadoras estamos en riesgo desde el primer momento”, reconoce. La investigación también recoge que el 97% de las mujeres buscadoras ha sufrido algún tipo de violencia mientras desarrollaba su labor, como amenazas, ataques, secuestros, tortura e incluso violencia sexual, y que solo el 17% de las mujeres buscadoras acudieron a las autoridades para denunciar actos de violencia en 2025. Frente a todos estos riesgos y amenazas, encontrar un cuerpo representa un pequeño alivio en medio de la impunidad que domina el país. Los hallazgos devuelven algo de sentido al esfuerzo de las buscadoras. Mamá Lulú no sabe si algún día encontrará a Marcos y a María de Lourdes, pero asegura que seguirá buscando mientras tenga fuerzas: “Solo quiero encontrarles, ya no quiero culpables”, remacha.