El rechazo vecinal a un piso tutelado en Cáceres reabre el debate sobre la estigmatización de la infancia vulnerable

El rechazo vecinal a un piso tutelado en Cáceres reabre el debate sobre la estigmatización de la infancia vulnerable

Una pancarta dirigida a María Guardiola en un balcón de la calle Gil Cordero —junto a una imagen del Niño Jesús— simboliza el conflicto por la instalación de una vivienda para menores tutelados, finalmente descartada tras la presión vecinal. Trabajadoras sociales alertan del daño que provocan los prejuicios y la confusión entre protección y delincuencia Los pisos tutelados de menores en Extremadura tendrán dos trabajadores por turno y botón del pánico El número 4 de la calle Gil Cordero, en pleno centro de Cáceres, se ha convertido en los últimos días en el escenario de un conflicto que va más allá de una comunidad de vecinos. La oposición frontal a la instalación de un piso tutelado para menores, gestionado por la empresa Cerujovi por encargo de la Junta de Extremadura, ha reabierto un debate de fondo sobre el rechazo social a la infancia vulnerable, el miedo alimentado por prejuicios y el uso del lenguaje cuando se habla de protección institucional. Una sábana colgada de uno de los balcones del edificio ha sido la imagen más visible de la protesta. En ella podía leerse: 'María Guardiola, el piso tutelado te lo llevas a tu casa. No queremos ser Belén Cortés'. Justo al lado, en el mismo balcón, una imagen del Niño Jesús completaba una escena cargada de simbolismo y contradicciones. “Nosotros no somos prejuiciosos, aquí puede vivir cualquiera, pero lo que no queremos es convivir con chicos que han cometido delitos. Igual que han cometido una cosa, pueden cometer otra. El miedo es libre”, explicaba ante los medios Elisa González, una de las vecinas que lidera la oposición al recurso. El argumento central del vecindario ha sido la inseguridad y la vinculación del piso con la empresa que gestionaba la vivienda tutelada de Badajoz donde fue asesinada la educadora Belén Cortés el pasado mes de marzo. La comunidad sostiene que la Junta de Extremadura tiene capacidad de decisión en la ubicación de estos recursos —recuerdan que ha sido condenada a pagar 600.000 euros por responsabilidad civil en el caso de Badajoz— y que los estatutos del edificio prohíben expresamente tanto los pisos turísticos como los tutelados. “Va contra los estatutos y genera inseguridad”, defendía el presidente de la comunidad, Alfonso Sánchez-Ocaña, quien también denunciaba que la actividad se habría ocultado durante las obras de acondicionamiento del piso. El temor se intensificó cuando los vecinos creyeron que los menores ya se habían instalado. Sin embargo, desde Cerujovi lo desmienten con rotundidad. La empresa asegura que el servicio nunca llegó a ponerse en marcha y que, ante el clima de hostilidad, han decidido no seguir adelante con este emplazamiento. “No queremos que los menores vivan en un lugar donde se les rechaza”, explican desde la entidad, que denuncia episodios de “violencia verbal”, intentos de impedir el acceso a las trabajadoras e incluso comentarios machistas dirigidos a las profesionales. Finalmente, la Junta de Extremadura ha confirmado a una de las propietarias de la vivienda que el piso de Gil Cordero no prestará servicios para menores tutelados y que la empresa buscará una ubicación alternativa, garantizando —según el Ejecutivo regional— la continuidad de la atención. La administración recuerda que su obligación es dotar de recursos al sistema de protección y que corresponde a la empresa adjudicataria alquilar una vivienda adecuada. Más allá del desenlace concreto, el conflicto ha provocado una reacción contundente de profesionales del ámbito social. Angélica, trabajadora social especializada en jóvenes, se muestra “inmensamente triste” ante lo ocurrido. “Qué daño hace el uso del lenguaje equivocado y los prejuicios interesados que han estigmatizado a la infancia vulnerable”, afirma. Recuerda que los menores tutelados lo son porque han sufrido abandono, maltrato, negligencias graves o pobreza extrema, y que la intervención pública busca garantizar derechos básicos: alimentación, seguridad, atención sanitaria, afecto, educación y acompañamiento emocional. “No tienen por qué ser delincuentes ni violentos”, subraya, y además insiste en la necesidad de diferenciar realidades que a menudo se mezclan de forma interesada en el discurso público. “Una cosa son los niños y niñas tutelados por motivos de vulnerabilidad social o familiar; otra, los menores migrantes no acompañados; y otra muy distinta, los adolescentes que han cometido delitos y cumplen medidas judiciales reguladas por la ley penal del menor”, explica. “Confundirlo todo solo genera miedo y rechazo”. Desde Cerujovi destacan que el modelo de pisos tutelados busca precisamente la normalización de la vida de estos menores. En el caso de Gil Cordero, la previsión era un máximo de seis jóvenes, siempre acompañados por al menos dos adultos, dentro de un equipo formado por once profesionales —psicólogos, educadores y personal especializado—. “Cada vez es más difícil encontrar espacios donde se permita desarrollar este trabajo”, lamentan. El propietario del piso, Enrique Arias, que mantiene una relación de asesoría profesional con la empresa desde hace 14 años, se declara “estupefacto” por la reacción vecinal y la tensión generada incluso antes de que el recurso comenzara a funcionar. Y es que en la vivienda se había realizado una reforma integral para adaptarla a las necesidades de los menores. Para las profesionales de la intervención social, el mensaje final es claro: el problema nunca son los niños y las niñas. “Todos tienen derecho a una vida plena y feliz, y es la administración la que debe garantizarlo con criterios técnicos, no al dictado del miedo”, concluyen. Lo ocurrido en Cáceres, advierten, no es un episodio aislado, sino un síntoma de una sociedad que todavía mira con recelo a quienes más protección necesitan. “Resulta especialmente doloroso que, ante la oleada de miedo y prejuicios, las instituciones públicas hayan guardado silencio en lugar de salir a explicar con claridad que convivir con niños y niñas en un recurso educativo, acompañado por profesionales, no entraña ningún tipo de peligrosidad, sino una oportunidad de cuidado y reparación. Lejos de alimentar el rechazo, la administración debería haber estado al lado de la entidad gestora para hacer del edificio un lugar más amable, preparado y acogedor para su llegada, y no contribuir a este clima de sospecha que deshumaniza a la infancia más vulnerable. El verdadero problema no son los menores, sino la precariedad y la descoordinación con la que, desde hace años, se externaliza y se recorta la protección que debería garantizar la propia administración, un modelo que ha dejado en la intemperie tanto a los profesionales como a los chicos y chicas, y que está en el origen de tragedias como el asesinato de la educadora social Belén Cortés, que han sacudido Extremadura y evidenciado el fracaso institucional en el cuidado de sus propios niños”, se lamentan. Por su parte, la Junta de Extremadura aclara que el procedimiento “sigue siendo el mismo que en legislaturas anteriores”. Insiste que la empresa adjudicataria es la responsable de alquilar y poner a disposición la vivienda adecuada para el desarrollo del servicio y que la institución regional tiene la obligación de dotar los recursos necesarios para la prestación de un recurso residencial para menores, y que dada la situación actual, “la empresa ya ha manifestado que procederá a un cambio de vivienda debido a la presión vecinal para garantizar en todo momento la protección de los menores y la continuidad de la atención”.

Mujeres, jóvenes y andaluzas: las 'influencers' que combaten a la ultraderecha desde el feminismo y la Memoria Histórica

Mujeres, jóvenes y andaluzas: las 'influencers' que combaten a la ultraderecha desde el feminismo y la Memoria Histórica

Una historiadora, Josefa Mesa, una politóloga, Isabel Serrano, y una periodista, Carmen Romero, luchan “contra el auge del fascismo” con vídeos divulgativos desde las redes sociales Cómo acercar la Memoria Histórica a los jóvenes: clases contra la “revolución del odio” o visitar fosas comunes franquistas Pongan que el fascismo es una hidra de mil cabezas en la que el mal, por más que se corta, renace. A la bestia de la mitología griega la derrotan dos tipos, Heracles y su sobrino Yolao, y contra el engendro actual luchan –entre muchas – tres mujeres: una historiadora, una politóloga y una periodista. Ellas son, por ese orden, Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, jóvenes e ' influencers ' que combaten desde las redes sociales, con feminismo, Memoria Histórica y acento andaluz, al renovado monstruo de la extrema derecha. “El concepto de fascismo histórico ha cambiado, ya no hace falta un golpe de Estado sino el deterioro de las instituciones democráticas”, contextualiza Josefa Mesa (Alcalá la Real, Jaén), Josefine Table en redes. Y aquel “adoctrinamiento más clásico” ataca ahora desde el ciberespacio con un “contenido banalizador de la dictadura franquista” –en el caso español– que “conquista a los jóvenes”. “Estamos en la era de la desinformación y a la gente le entran más fácil los bulos y noticias falsas porque están construidas de forma emocional, es más fácil digerir que la verdad”, tercia Carmen Romero (Montellano, Sevilla). Mentiras por billetes, claro: “Los ‘influencers’ fascistoides y esos seudoperiodistas han visto un nicho mercado clarísimo en llevarse a la gente al fascismo, que se vende como rupturista y antisistema”. “El fascismo en el siglo XX llegó con la censura y ahora por los algoritmos ”, resume Isabel Serrano (Aracena, Huelva). Queda la esperanza, dice: “Oyendo a nuestras abuelas he aprendido que aunque vengan muy mal dadas siempre han sabido buscar las triquiñuelas para defenderse, da igual la hidra que tengamos delante”. Es una “batalla ideológica” donde el relato ultra “juega dopado” porque las redes sociales premian el discurso de odio, coinciden las tres, que suman decenas de miles de seguidores, en conversación con elDiario.es Andalucía . La historiadora, en redes sociales, Josefine Table. Las caras del monstruo La hidra tiene las seseras del neoliberalismo , el tecnofeudalismo y el capitalismo suicida , del autoritarismo, el populismo ultranacionalista, el revisionismo histórico y la apología del totalitarismo y las dictaduras, del racismo, el machismo y el negacionismo del cambio climático … apéndices con caras visibles tipo Donald Trump en EEUU, José Antonio Kast en Chile, Viktor Orbán en Hungria, Javier Milei en Argentina, Sanae Takaichi en Japón y Benjamin Netanyahu en Israel, por ejemplo. O la ofensiva ultra que reivindica a Franco en España. Anda la ola reaccionaria a gusto por las molleras de la alimaña, se diría. “Al final la batalla se tiene que dar en todos los ámbitos y uno es las redes sociales, la extrema derecha ha entendido muy bien los códigos y entró rápido, y la izquierda no es solo que no nos organicemos, sino también que las reglas del juego están trucadas, jugamos en el tablero del adversario, ellos son los que la controlan”, explica la politóloga Isabel Serrano. Como “cuando Elon Musk beneficia a Trump porque es el dueño de esa red”, ejemplifica. “Somos muchas veces más lobos solitarios”, o lobas, apunta. “Los agitadores reaccionarios tienen un ecosistema que los creadores de contenidos de izquierda no tenemos, ellos pueden mentir impunemente, no tienen vinculación con el rigor y tienen una amplificación en redes que nos hacen más difícil esta labor”, según la historiadora Josefina Mesa. “Está de moda ser de extrema derecha pero me niego a pensar que haya tantos fachas”, dice la periodista Carmen Romero. “Es un ciclo de recesión de valores democráticos”, amplía, “y confío en la gente que está enfrente y organizada sepa cabalgar en lo que nos viene encima, hablo de todo el tejido asociativo, que es lo que siempre nos ha salvado de cualquier abismo”. La periodista Carmen Romero. Chavales ultras, memoria joven La sobreexposición a discursos ultras casa con los problemas del capitalismo, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral y económica. Y ese barro arrastra a los jóvenes. “Como cuando dicen que con Franco se vivía mejor”, aplica Romero. “Por desgracia ni en los institutos se enseña a los chavales qué fue el franquismo ” y solo hay que ir a la fuente, la dictadura, “para saber lo que hacían y desmontar esos bulos”. Pero hay que “anular el mito falso de que toda la gente joven es de derecha”, advierte. “Estoy cansada de esa narrativa alarmista en torno a la juventud”, coincide Mesa. “Que son neonazis prácticamente, que nos llevan a la deriva, que se están volviendo locos… y no es eso, hay que alejarse de esa criminalización y entrar en el por qué sí hay una parte cada vez más atraída por esos mensajes y cómo se puede revertir”, como cuenta en la obra colectiva Regreso al pasado (Ediciones Akal) en el capítulo ‘«Esto con Franco no pasaba». Jóvenes, nostalgia reaccionaria y el regreso sentimental de la dictadura’. El universo ultra capitaliza esa desafección. “Ahora que hay chavales que alaban a Franco hay que ver cómo se ha contado el franquismo , siempre con grandes batallas, fechas… pero no se ha contado el dolor, la pérdida, las historias concretas y ese ejercicio de poner rostro a las que perdieron y sufrieron”, sostiene Serrano, como ella hace en el libro Muros de silencio (Ediciones B | Penguin Libros) con el subtítulo 'Represión y resistencia: las mujeres en el franquismo'. “Las mujeres somos la guardianas de la memoria ”, certifica. Una cuestión que ellas tienen como “eje vertebrador” de su contenido, como un “deber democrático” con las víctimas y para “combatir en el presente” a la extrema derecha. “Nunca pierdo el foco de la Memoria Histórica, es esencial, celebramos la muerte del dictador y los 50 años de democracia y todavía hay muchas cuestiones no resueltas”, dice la historiadora. “Tuvimos muchos años de dictadura y el dictador murió en la cama, pero mucha gente no dejó de luchar, incluso dieron su vida, para que hoy tengamos esta democracia”, indica la periodista. “Y es muy importante saber contextualizar siempre y que si no seguimos esa línea de mejorar la vida de la clase trabajadora, movilizándonos y organizándonos, podemos vernos como hace unos años”, avisa. Isabel Serrano, socióloga y politóloga. Antifascismo con acento andaluz Otra clave de su tarea divulgativa es el feminismo. “Las mujeres siempre hemos estado relegadas más a un trapo que a la historia y ahora tenemos los ovarios de hablar ante una cámara, escribir, dar el salto al espacio público… nuestras madres y abuelas no pudieron y de eso no hace tanto, por eso es revolucionario”, ilustra Carmen Romero. “El feminismo lo atraviesa todo, los temas que elijo siempre tienen esa perspectiva y como mujer feminista soy consciente que la exposición que tengo en redes sociales es diferente a los compañeros que hagan un trabajo parecido”, atiende Isabel Serrano. Además “la diferencia en porcentaje de voto a la extrema derecha no es tanto por edad sino más bien una brecha de género, se habla de jóvenes ultras y las mujeres suelen ser más progresistas aunque haya un auge de las tradwives ”, analiza Josefa Mesa. “Y si somos jóvenes nos llegan más críticas porque muchas cosas no han cambiado tanto”, incide la periodista, “como si fuéramos secundarias y tuviéramos que tener papel de subordinación”. Luego está el acento andaluz, un pilar de sus vídeos que genera acoso virtual –que reciben por ser mujeres, jóvenes, progresistas…– y discriminación lingüística. “La andalufobia persiste y recibo a diario comentarios de quien dice que no me entiende, y yo no me lo creo, sencillamente no quieren y no se acostumbran que las andaluzas podamos hablar de cosas serias y no solo de un chiste, a día de hoy no está superada esta cuestión”, denuncia Josefa Mesa. “Reivindico el acento, nos han enseñado que si quieres parecer seria y te entiendan, tienes que pronunciar todas las letras, pero no hay que ocultarlo, es una riqueza, y el que no quiera entender tampoco necesita mucho”, en palabras de Serrano. “A las periodistas nos dicen que tenemos que cambiar el registro, como si fuera algo malo”, enlaza Carmen Romero, “y que tengamos un acento muy marcado en redes es algo muy político y hay mucha gente que lo defiende”. “Andalucía es mi raíz, es imposible desligarla de lo que hago, uno de los ejes cardinales de mi ideología es el andalucismo y la creencia en una España diversa cultural y de sentimiento, la mirada la tengo en verde y blanco”, continúa la politóloga. “Con Andalucía pasa algo muy bonito, lo llevamos dentro y la gente lo percibe a través del acento”, enfatiza la historiadora. “De Despeñaperros para arriba a veces salta el comentario tonto de ‘no te entiendo’, la gente no está acostumbrada a que tengamos tanta voz y está claro que hay que romper esa línea de subalternidad de Andalucía”, robustece la periodista. Trincheras ante el abismo “Soy consciente de que vamos a caer en el abismo, antes o después, somos casi la excepción en Europa, tendremos un gobierno que provocará muchos retrocesos… pero creo en la resiliencia de nuestro pueblo, vamos a defenderlo, y nada más veamos la grieta, vamos a colarnos para recuperarlo”, según Isabel. “La deriva no la tienen ganada, parece muchas veces porque tienen más medios, pero los movimientos sociales siguen siendo la respuesta y las opciones populistas no miran por la mayor parte de la población sino por uno minoritario y elitista”, dice Josefa. “Una sociedad no aguanta tanta tensión y tanto odio tanto tiempo, en los últimos meses veo respuesta en redes sociales, hay mucha más gente que antes contestando las barbaridades a los fascistas”, según Carmen. “Compartimos trinchera” para “combatir el odio”, dicen. Josefa haciendo “píldoras históricas” como “labor pedagógica y divulgativa” que “sirva para el presente”. Isabel con un “contrarelato” que aterriza el mensaje al uso cotidiano para “contar de forma sencilla lo complejo”. Carmen apelando a “la obligación del cuarto poder”, el periodismo, para “construir democracia” desde “el coraje, que me sale solo, por la rabia de cómo está el mundo”. Por eso, quizás, las tres defienden también un sentimiento: la esperanza. Un anhelo que va del “pesimismo esperanzador” por el futuro, de la politóloga, al canje “de la resignación a perder la batalla ideológica” por el “no está perdida”, de la periodista, y el “podemos hacer algo, estamos a tiempo”, de la historiadora. En aquellas historias de dioses, héroes y criaturas de la mitología griega, por cierto, también había figuras femeninas. Y poderosas. Caso de las diosas Hera, Afrodita y Artemisa, heroínas como Medea, Penélope y Andrómeda, y personajes como Circe, Psique y las Musas. Ahora tres mujeres andaluzas andan por las redes desactivando a esa especie de Hidra de Lerna que es el fascismo: Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, armadas de memoria y feminismo.

La gestión de PP y Vox hunde al IVAM: caída del 26% de visitas y ninguna obra donada

La gestión de PP y Vox hunde al IVAM: caída del 26% de visitas y ninguna obra donada

El museo compensa el descenso de la venta de entradas y de los patrocinios con la venta de catálogos y de productos promocionales, según reconocen las cuentas anuales El IVAM cumple 36 años en una de las peores etapas de su historia: “Va a la deriva” José Antonio Rovira, conseller de Educación y Cultura del Ejecutivo autonómico de Carlos Mazón y actual titular de la cartera de Hacienda, Economía y Administración Pública con Juan Francisco Pérez Llorca, cierra su primera etapa en el Consell con un desplome de la principal institución museística del País Valenciano. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) reconoce en sus cuentas anuales un desplome de visitas del 26% en el ejercicio 2024 (136.355 frente a los 183.017 en 2023). Todo ello a pesar de que el año anterior “se había recuperado la asistencia tras varios ejercicios de tendencia a la baja”. Rovira heredó la gestión del IVAM del anterior titular de Vox de la Conselleria de Cultura, el torero de Vox Vicente Barrera. La memoria anual enumera los vaivenes en el seno del museo: Nuria Enguita dimitió el 21 de febrero de 2024 tras la persecución a base de denuncias a la que le sometió Barrera en los tribunales ( sin éxito ). La dimisión de la reconocida gestora cultural dejó un vacío en un museo que ya vivió épocas convulsas durante la etapa de Consuelo Císcar, condenada por prevaricación , al frente de la institución cultural. Enguita apenas tardó un mes en ser fichada como directora artística del Museo de Arte Contemporáneo de Lisboa y el IVAM se quedó en un limbo, sin una dirección clara que ha propiciado la caída de las visitas tras una tendencia alcista en los ejercicios anteriores. La memoria anual tan solo indica que la anterior directora “causó baja”. El pasado 26 de marzo fue nombrada la nueva directora del IVAM, Blanca de la Torre , que afronta el reto de remontar la caída libre del museo. Además, con la losa del tajo del 18,44 % en el presupuesto de la Generalitat para el ejercicio 2025, según el apartado de hechos posteriores al cierre de las cuentas anuales. A pesar de la estabilización de los ingresos (303.669 euros en 2024, una cifra muy similar a la del año anterior), ha caído la venta de entradas al museo “por el descenso del número de visitantes”. El descenso de la venta de entradas y de los patrocinios se ha compensado con el incremento de las ventas de catálogos y productos promocionales, que “han permitido mantener el nivel de ingresos propios de la entidad del ejercicio anterior”. De 144.600 a cero euros en donaciones En el ejercicio 2024, el IVAM no recibió ninguna donación de obras de arte. Por el contrario, en 2023, recibió donaciones por un valor total de 144.600 euros, de artistas como Carmen Calvo, Jacinta Gil o el Equipo Crónica. La memoria también anota la reversión de la concesión de una de las naves en el Parque Central propiedad del Ayuntamiento de València, “por resultar inviable continuar con su gestión”.

El rechazo vecinal a un piso tutelado en Cáceres reabre el debate sobre la estigmatización de la infancia vulnerable

El rechazo vecinal a un piso tutelado en Cáceres reabre el debate sobre la estigmatización de la infancia vulnerable

Una pancarta dirigida a María Guardiola en un balcón de la calle Gil Cordero —junto a una imagen del Niño Jesús— simboliza el conflicto por la instalación de una vivienda para menores tutelados, finalmente descartada tras la presión vecinal. Trabajadoras sociales alertan del daño que provocan los prejuicios y la confusión entre protección y delincuencia Los pisos tutelados de menores en Extremadura tendrán dos trabajadores por turno y botón del pánico El número 4 de la calle Gil Cordero, en pleno centro de Cáceres, se ha convertido en los últimos días en el escenario de un conflicto que va más allá de una comunidad de vecinos. La oposición frontal a la instalación de un piso tutelado para menores, gestionado por la empresa Cerujovi por encargo de la Junta de Extremadura, ha reabierto un debate de fondo sobre el rechazo social a la infancia vulnerable, el miedo alimentado por prejuicios y el uso del lenguaje cuando se habla de protección institucional. Una sábana colgada de uno de los balcones del edificio ha sido la imagen más visible de la protesta. En ella podía leerse: 'María Guardiola, el piso tutelado te lo llevas a tu casa. No queremos ser Belén Cortés'. Justo al lado, en el mismo balcón, una imagen del Niño Jesús completaba una escena cargada de simbolismo y contradicciones. “Nosotros no somos prejuiciosos, aquí puede vivir cualquiera, pero lo que no queremos es convivir con chicos que han cometido delitos. Igual que han cometido una cosa, pueden cometer otra. El miedo es libre”, explicaba ante los medios Elisa González, una de las vecinas que lidera la oposición al recurso. El argumento central del vecindario ha sido la inseguridad y la vinculación del piso con la empresa que gestionaba la vivienda tutelada de Badajoz donde fue asesinada la educadora Belén Cortés el pasado mes de marzo. La comunidad sostiene que la Junta de Extremadura tiene capacidad de decisión en la ubicación de estos recursos —recuerdan que ha sido condenada a pagar 600.000 euros por responsabilidad civil en el caso de Badajoz— y que los estatutos del edificio prohíben expresamente tanto los pisos turísticos como los tutelados. “Va contra los estatutos y genera inseguridad”, defendía el presidente de la comunidad, Alfonso Sánchez-Ocaña, quien también denunciaba que la actividad se habría ocultado durante las obras de acondicionamiento del piso. El temor se intensificó cuando los vecinos creyeron que los menores ya se habían instalado. Sin embargo, desde Cerujovi lo desmienten con rotundidad. La empresa asegura que el servicio nunca llegó a ponerse en marcha y que, ante el clima de hostilidad, han decidido no seguir adelante con este emplazamiento. “No queremos que los menores vivan en un lugar donde se les rechaza”, explican desde la entidad, que denuncia episodios de “violencia verbal”, intentos de impedir el acceso a las trabajadoras e incluso comentarios machistas dirigidos a las profesionales. Finalmente, la Junta de Extremadura ha confirmado a una de las propietarias de la vivienda que el piso de Gil Cordero no prestará servicios para menores tutelados y que la empresa buscará una ubicación alternativa, garantizando —según el Ejecutivo regional— la continuidad de la atención. La administración recuerda que su obligación es dotar de recursos al sistema de protección y que corresponde a la empresa adjudicataria alquilar una vivienda adecuada. Más allá del desenlace concreto, el conflicto ha provocado una reacción contundente de profesionales del ámbito social. Angélica, trabajadora social especializada en jóvenes, se muestra “inmensamente triste” ante lo ocurrido. “Qué daño hace el uso del lenguaje equivocado y los prejuicios interesados que han estigmatizado a la infancia vulnerable”, afirma. Recuerda que los menores tutelados lo son porque han sufrido abandono, maltrato, negligencias graves o pobreza extrema, y que la intervención pública busca garantizar derechos básicos: alimentación, seguridad, atención sanitaria, afecto, educación y acompañamiento emocional. “No tienen por qué ser delincuentes ni violentos”, subraya, y además insiste en la necesidad de diferenciar realidades que a menudo se mezclan de forma interesada en el discurso público. “Una cosa son los niños y niñas tutelados por motivos de vulnerabilidad social o familiar; otra, los menores migrantes no acompañados; y otra muy distinta, los adolescentes que han cometido delitos y cumplen medidas judiciales reguladas por la ley penal del menor”, explica. “Confundirlo todo solo genera miedo y rechazo”. Desde Cerujovi destacan que el modelo de pisos tutelados busca precisamente la normalización de la vida de estos menores. En el caso de Gil Cordero, la previsión era un máximo de seis jóvenes, siempre acompañados por al menos dos adultos, dentro de un equipo formado por once profesionales —psicólogos, educadores y personal especializado—. “Cada vez es más difícil encontrar espacios donde se permita desarrollar este trabajo”, lamentan. El propietario del piso, Enrique Arias, que mantiene una relación de asesoría profesional con la empresa desde hace 14 años, se declara “estupefacto” por la reacción vecinal y la tensión generada incluso antes de que el recurso comenzara a funcionar. Y es que en la vivienda se había realizado una reforma integral para adaptarla a las necesidades de los menores. Para las profesionales de la intervención social, el mensaje final es claro: el problema nunca son los niños y las niñas. “Todos tienen derecho a una vida plena y feliz, y es la administración la que debe garantizarlo con criterios técnicos, no al dictado del miedo”, concluyen. Lo ocurrido en Cáceres, advierten, no es un episodio aislado, sino un síntoma de una sociedad que todavía mira con recelo a quienes más protección necesitan. “Resulta especialmente doloroso que, ante la oleada de miedo y prejuicios, las instituciones públicas hayan guardado silencio en lugar de salir a explicar con claridad que convivir con niños y niñas en un recurso educativo, acompañado por profesionales, no entraña ningún tipo de peligrosidad, sino una oportunidad de cuidado y reparación. Lejos de alimentar el rechazo, la administración debería haber estado al lado de la entidad gestora para hacer del edificio un lugar más amable, preparado y acogedor para su llegada, y no contribuir a este clima de sospecha que deshumaniza a la infancia más vulnerable. El verdadero problema no son los menores, sino la precariedad y la descoordinación con la que, desde hace años, se externaliza y se recorta la protección que debería garantizar la propia administración, un modelo que ha dejado en la intemperie tanto a los profesionales como a los chicos y chicas, y que está en el origen de tragedias como el asesinato de la educadora social Belén Cortés, que han sacudido Extremadura y evidenciado el fracaso institucional en el cuidado de sus propios niños”, se lamentan. Por su parte, la Junta de Extremadura aclara que el procedimiento “sigue siendo el mismo que en legislaturas anteriores”. Insiste que la empresa adjudicataria es la responsable de alquilar y poner a disposición la vivienda adecuada para el desarrollo del servicio y que la institución regional tiene la obligación de dotar los recursos necesarios para la prestación de un recurso residencial para menores, y que dada la situación actual, “la empresa ya ha manifestado que procederá a un cambio de vivienda debido a la presión vecinal para garantizar en todo momento la protección de los menores y la continuidad de la atención”.

Mujeres, jóvenes y andaluzas: las 'influencers' que combaten a la ultraderecha desde el feminismo y la Memoria Histórica

Mujeres, jóvenes y andaluzas: las 'influencers' que combaten a la ultraderecha desde el feminismo y la Memoria Histórica

Una historiadora, Josefa Mesa, una politóloga, Isabel Serrano, y una periodista, Carmen Romero, luchan “contra el auge del fascismo” con vídeos divulgativos desde las redes sociales Cómo acercar la Memoria Histórica a los jóvenes: clases contra la “revolución del odio” o visitar fosas comunes franquistas Pongan que el fascismo es una hidra de mil cabezas en la que el mal, por más que se corta, renace. A la bestia de la mitología griega la derrotan dos tipos, Heracles y su sobrino Yolao, y contra el engendro actual luchan –entre muchas – tres mujeres: una historiadora, una politóloga y una periodista. Ellas son, por ese orden, Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, jóvenes e ' influencers ' que combaten desde las redes sociales, con feminismo, Memoria Histórica y acento andaluz, al renovado monstruo de la extrema derecha. “El concepto de fascismo histórico ha cambiado, ya no hace falta un golpe de Estado sino el deterioro de las instituciones democráticas”, contextualiza Josefa Mesa (Alcalá la Real, Jaén), Josefine Table en redes. Y aquel “adoctrinamiento más clásico” ataca ahora desde el ciberespacio con un “contenido banalizador de la dictadura franquista” –en el caso español– que “conquista a los jóvenes”. “Estamos en la era de la desinformación y a la gente le entran más fácil los bulos y noticias falsas porque están construidas de forma emocional, es más fácil digerir que la verdad”, tercia Carmen Romero (Montellano, Sevilla). Mentiras por billetes, claro: “Los ‘influencers’ fascistoides y esos seudoperiodistas han visto un nicho mercado clarísimo en llevarse a la gente al fascismo, que se vende como rupturista y antisistema”. “El fascismo en el siglo XX llegó con la censura y ahora por los algoritmos ”, resume Isabel Serrano (Aracena, Huelva). Queda la esperanza, dice: “Oyendo a nuestras abuelas he aprendido que aunque vengan muy mal dadas siempre han sabido buscar las triquiñuelas para defenderse, da igual la hidra que tengamos delante”. Es una “batalla ideológica” donde el relato ultra “juega dopado” porque las redes sociales premian el discurso de odio, coinciden las tres, que suman decenas de miles de seguidores, en conversación con elDiario.es Andalucía . La historiadora, en redes sociales, Josefine Table. Las caras del monstruo La hidra tiene las seseras del neoliberalismo , el tecnofeudalismo y el capitalismo suicida , del autoritarismo, el populismo ultranacionalista, el revisionismo histórico y la apología del totalitarismo y las dictaduras, del racismo, el machismo y el negacionismo del cambio climático … apéndices con caras visibles tipo Donald Trump en EEUU, José Antonio Kast en Chile, Viktor Orbán en Hungria, Javier Milei en Argentina, Sanae Takaichi en Japón y Benjamin Netanyahu en Israel, por ejemplo. O la ofensiva ultra que reivindica a Franco en España. Anda la ola reaccionaria a gusto por las molleras de la alimaña, se diría. “Al final la batalla se tiene que dar en todos los ámbitos y uno es las redes sociales, la extrema derecha ha entendido muy bien los códigos y entró rápido, y la izquierda no es solo que no nos organicemos, sino también que las reglas del juego están trucadas, jugamos en el tablero del adversario, ellos son los que la controlan”, explica la politóloga Isabel Serrano. Como “cuando Elon Musk beneficia a Trump porque es el dueño de esa red”, ejemplifica. “Somos muchas veces más lobos solitarios”, o lobas, apunta. “Los agitadores reaccionarios tienen un ecosistema que los creadores de contenidos de izquierda no tenemos, ellos pueden mentir impunemente, no tienen vinculación con el rigor y tienen una amplificación en redes que nos hacen más difícil esta labor”, según la historiadora Josefina Mesa. “Está de moda ser de extrema derecha pero me niego a pensar que haya tantos fachas”, dice la periodista Carmen Romero. “Es un ciclo de recesión de valores democráticos”, amplía, “y confío en la gente que está enfrente y organizada sepa cabalgar en lo que nos viene encima, hablo de todo el tejido asociativo, que es lo que siempre nos ha salvado de cualquier abismo”. La periodista Carmen Romero. Chavales ultras, memoria joven La sobreexposición a discursos ultras casa con los problemas del capitalismo, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral y económica. Y ese barro arrastra a los jóvenes. “Como cuando dicen que con Franco se vivía mejor”, aplica Romero. “Por desgracia ni en los institutos se enseña a los chavales qué fue el franquismo ” y solo hay que ir a la fuente, la dictadura, “para saber lo que hacían y desmontar esos bulos”. Pero hay que “anular el mito falso de que toda la gente joven es de derecha”, advierte. “Estoy cansada de esa narrativa alarmista en torno a la juventud”, coincide Mesa. “Que son neonazis prácticamente, que nos llevan a la deriva, que se están volviendo locos… y no es eso, hay que alejarse de esa criminalización y entrar en el por qué sí hay una parte cada vez más atraída por esos mensajes y cómo se puede revertir”, como cuenta en la obra colectiva Regreso al pasado (Ediciones Akal) en el capítulo ‘«Esto con Franco no pasaba». Jóvenes, nostalgia reaccionaria y el regreso sentimental de la dictadura’. El universo ultra capitaliza esa desafección. “Ahora que hay chavales que alaban a Franco hay que ver cómo se ha contado el franquismo , siempre con grandes batallas, fechas… pero no se ha contado el dolor, la pérdida, las historias concretas y ese ejercicio de poner rostro a las que perdieron y sufrieron”, sostiene Serrano, como ella hace en el libro Muros de silencio (Ediciones B | Penguin Libros) con el subtítulo 'Represión y resistencia: las mujeres en el franquismo'. “Las mujeres somos la guardianas de la memoria ”, certifica. Una cuestión que ellas tienen como “eje vertebrador” de su contenido, como un “deber democrático” con las víctimas y para “combatir en el presente” a la extrema derecha. “Nunca pierdo el foco de la Memoria Histórica, es esencial, celebramos la muerte del dictador y los 50 años de democracia y todavía hay muchas cuestiones no resueltas”, dice la historiadora. “Tuvimos muchos años de dictadura y el dictador murió en la cama, pero mucha gente no dejó de luchar, incluso dieron su vida, para que hoy tengamos esta democracia”, indica la periodista. “Y es muy importante saber contextualizar siempre y que si no seguimos esa línea de mejorar la vida de la clase trabajadora, movilizándonos y organizándonos, podemos vernos como hace unos años”, avisa. Isabel Serrano, socióloga y politóloga. Antifascismo con acento andaluz Otra clave de su tarea divulgativa es el feminismo. “Las mujeres siempre hemos estado relegadas más a un trapo que a la historia y ahora tenemos los ovarios de hablar ante una cámara, escribir, dar el salto al espacio público… nuestras madres y abuelas no pudieron y de eso no hace tanto, por eso es revolucionario”, ilustra Carmen Romero. “El feminismo lo atraviesa todo, los temas que elijo siempre tienen esa perspectiva y como mujer feminista soy consciente que la exposición que tengo en redes sociales es diferente a los compañeros que hagan un trabajo parecido”, atiende Isabel Serrano. Además “la diferencia en porcentaje de voto a la extrema derecha no es tanto por edad sino más bien una brecha de género, se habla de jóvenes ultras y las mujeres suelen ser más progresistas aunque haya un auge de las tradwives ”, analiza Josefa Mesa. “Y si somos jóvenes nos llegan más críticas porque muchas cosas no han cambiado tanto”, incide la periodista, “como si fuéramos secundarias y tuviéramos que tener papel de subordinación”. Luego está el acento andaluz, un pilar de sus vídeos que genera acoso virtual –que reciben por ser mujeres, jóvenes, progresistas…– y discriminación lingüística. “La andalufobia persiste y recibo a diario comentarios de quien dice que no me entiende, y yo no me lo creo, sencillamente no quieren y no se acostumbran que las andaluzas podamos hablar de cosas serias y no solo de un chiste, a día de hoy no está superada esta cuestión”, denuncia Josefa Mesa. “Reivindico el acento, nos han enseñado que si quieres parecer seria y te entiendan, tienes que pronunciar todas las letras, pero no hay que ocultarlo, es una riqueza, y el que no quiera entender tampoco necesita mucho”, en palabras de Serrano. “A las periodistas nos dicen que tenemos que cambiar el registro, como si fuera algo malo”, enlaza Carmen Romero, “y que tengamos un acento muy marcado en redes es algo muy político y hay mucha gente que lo defiende”. “Andalucía es mi raíz, es imposible desligarla de lo que hago, uno de los ejes cardinales de mi ideología es el andalucismo y la creencia en una España diversa cultural y de sentimiento, la mirada la tengo en verde y blanco”, continúa la politóloga. “Con Andalucía pasa algo muy bonito, lo llevamos dentro y la gente lo percibe a través del acento”, enfatiza la historiadora. “De Despeñaperros para arriba a veces salta el comentario tonto de ‘no te entiendo’, la gente no está acostumbrada a que tengamos tanta voz y está claro que hay que romper esa línea de subalternidad de Andalucía”, robustece la periodista. Trincheras ante el abismo “Soy consciente de que vamos a caer en el abismo, antes o después, somos casi la excepción en Europa, tendremos un gobierno que provocará muchos retrocesos… pero creo en la resiliencia de nuestro pueblo, vamos a defenderlo, y nada más veamos la grieta, vamos a colarnos para recuperarlo”, según Isabel. “La deriva no la tienen ganada, parece muchas veces porque tienen más medios, pero los movimientos sociales siguen siendo la respuesta y las opciones populistas no miran por la mayor parte de la población sino por uno minoritario y elitista”, dice Josefa. “Una sociedad no aguanta tanta tensión y tanto odio tanto tiempo, en los últimos meses veo respuesta en redes sociales, hay mucha más gente que antes contestando las barbaridades a los fascistas”, según Carmen. “Compartimos trinchera” para “combatir el odio”, dicen. Josefa haciendo “píldoras históricas” como “labor pedagógica y divulgativa” que “sirva para el presente”. Isabel con un “contrarelato” que aterriza el mensaje al uso cotidiano para “contar de forma sencilla lo complejo”. Carmen apelando a “la obligación del cuarto poder”, el periodismo, para “construir democracia” desde “el coraje, que me sale solo, por la rabia de cómo está el mundo”. Por eso, quizás, las tres defienden también un sentimiento: la esperanza. Un anhelo que va del “pesimismo esperanzador” por el futuro, de la politóloga, al canje “de la resignación a perder la batalla ideológica” por el “no está perdida”, de la periodista, y el “podemos hacer algo, estamos a tiempo”, de la historiadora. En aquellas historias de dioses, héroes y criaturas de la mitología griega, por cierto, también había figuras femeninas. Y poderosas. Caso de las diosas Hera, Afrodita y Artemisa, heroínas como Medea, Penélope y Andrómeda, y personajes como Circe, Psique y las Musas. Ahora tres mujeres andaluzas andan por las redes desactivando a esa especie de Hidra de Lerna que es el fascismo: Josefa Mesa, Isabel Serrano y Carmen Romero, armadas de memoria y feminismo.

Trump, Groenlandia y el orden mundial en general

Trump, Groenlandia y el orden mundial en general

Tanto Estados Unidos, como China y Rusia, juegan con la ventaja de no tener que rendir cuentas a nadie. Estados Unidos, además, en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, desprecia sin tapujos a Europa y vuelve a la Doctrina Monroe en el continente americano El presidente Trump ha vuelto con su obsesión de hacerse con Groenlandia, por las buenas o por las malas. Lo puede comprar fácilmente mediante el soborno, ofreciendo medio millón de dólares para cada habitante del territorio, 56.000, lo que supondría un gasto muy asumible, 28.000 millones de dólares, el 3% del gasto militar anual de Estados Unidos. Recuerdo que este país ya compró Alaska a Rusia en 1867 por 7,2 millones de dólares, que a precios actuales serían unos 170 millones de dólares, una ganga. El tema coincide con la publicación de su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que, entre otros aspectos muy jugosos de comentar, se refiere a volver a la Doctrina Monroe, es decir, que el continente americano es de los Estados Unidos, su patio trasero, y de ahí su intervención en Venezuela. Todo ello en el marco de la guerra de Ucrania, que Rusia no considera una ocupación, sino la “recuperación” de un territorio que forma parte de la Gran Rusia, y con China incrementando su potencial militar para disuadir a Taiwán, que también considera forma parte integral de la gran China. Siguiendo con los intervencionismos, recuerden también que Israel ha ocupado Gaza y gran parte de Cisjordania, pues también considera que son territorios suyos. El intervencionismo está de moda. En estos días también hemos sabido que el presidente Macron quiere visitar a Putin de nuevo, para hablar sobre Ucrania. Trump ya lo ha hecho, pero excepto Macron y el húngaro Orbán, los mandatarios europeos no han visitado Moscú. Es interesante recordar que, de las 50 guerras no yihadistas que han existido en el mundo desde 1990, en 29 casos, el 58%, durante la guerra hubo encuentros directos entre los líderes del Gobierno y de los grupos armados, y de los dos mandatarios si se trataba de conflictos armados interestatales. Este dato subraya que la diplomacia directa suele ser un punto de inflexión, ya que estos contactos permiten destrabar bloqueos que rara vez se resuelven por delegación, porque concentran la autoridad para tomar decisiones, permiten asumir los costos políticos y ofrecer garantías creíbles. No tener un puente aéreo permanente con Moscú, ha sido un enorme error de la diplomacia europea. Pongo esta introducción para comentar otro tema que está vinculado con todo lo anterior, y es la insistencia de China y Rusia, junto a muchos países del sur, de que hay que cambiar las reglas de la geopolítica a escala global. Parece claro que estamos a las puertas de un cambio de paradigmas en lo político, económico, lo social, lo ecológico y lo geopolítico, pero con grandes dudas en cuanto a su definición y diagnóstico, y, por supuesto, la forma de abordar los desafíos que suponen estos temas. Lo que es indudable es que existe un serio cuestionamiento sobre cómo se ha gestionado hasta ahora la gobernanza en el mundo, muy dominada por Estados Unidos, puesta cada vez más en entredicho por los países emergentes, y más después del segundo mandato de Trump. Entre las manifestaciones de este cambio a la vista, está también el debate sobre lo que se ha venido a llamar el “orden basado en reglas”, y el cuestionamiento de las “normas” dominantes en el sistema global. Existe una enorme paradoja y contradicción en esta cuestión, pues tanto Rusia como China insisten en defender y apoyarse en Naciones Unidas para sus políticas, pero al mismo tiempo no quieren cumplir ni con su Carta Fundacional, con muchos de sus tratados, y menos con el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, pues va en contra de las autocracias. Curiosamente, Trump se está comportando como un autócrata de manual, y no disimula su desprecio hacia el sistema de Naciones Unidas, una piedra en sus zapatos. Trump es una ególatra antisistema a quien también le molestan las reglas existentes, y por eso quiere imponer las suyas. En este contexto, la división interna de Europa no ayuda a clarificar el horizonte, y menos para ofrecer una alternativa a este desconcierto global. El debate sobre si existen o no unas normas o reglas en la actualidad es en buena parte falso, pues hay multitud de textos y declaraciones que aclaran su contenido, que además tiene una relación con los valores que se defienden: inclusión social, democracia, respeto a los derechos humanos y a las libertades básicas, Estado de derecho, soberanía, integridad territorial, igualdad de género, multilateralismo con transparencia y rendición de cuentas, etc. Quienes critican la falta de concreción, como Rusia y China, en realidad lo que pretenden es imponer sus propias normas y reglas, más acorde con sus características autocráticas. Esa trampa de semántica política no excluye que el “orden” imperante sea deseable cambiarlo por otro más equitativo, pero esa eventualidad dependerá no tanto de una lucha encarnizada por los conceptos, aunque sea dialéctica, sino a través de la cooperación en busca de consensos prácticos en cuestiones concretas, y en este sentido hay que diferenciar los textos, pactos y tratados de la ONU, defendibles, con las reglas del juego de los organismos financieros y comerciales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio, que sí necesitan correcciones. En septiembre, el presidente chino, Xi Jinping, propuso la Iniciativa de Gobernanza Global (GGI), “un sistema de gobernanza global más justo y equitativo y avanzar hacia una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”. Insistió en que no debería haber dobles raseros, y que las normas caseras de unos pocos países no debían imponerse a otros, por lo que se debería practicar el multilateralismo. Es un mensaje que lleva más de una década repitiendo constantemente, pero que no practica en cuanto a ponerse firme ante intervenciones externas. Si hubiera querido, habría podido parar la guerra de Ucrania desde el primer día. Puede que hayamos entrado en una era del pensamiento de suma cero, donde unos ganan y otros pierden, todo lo contrario de lo que predica China con su mensaje de “ganar-ganar”, y de los criterios hasta ahora dominantes de integración global. Las tendencias actuales apuntan hacia un mayor aumento de la competencia geopolítica, un aumento del proteccionismo económico y la fragmentación, y un aflojamiento de las estructuras del orden internacional, pero, al mismo tiempo, la necesidad de cooperación es todavía intensa, por lo que no es previsible una revolución en el orden mundial existente, pero sí a que se produzcan cambios sustanciales. En cualquier caso, el mundo unipolar surgido en 1990 ya es historia. Estamos ya en una era bipolar, con Estados Unidos y China a la cabeza, aunque también en los inicios de un sistema multipolar, donde entraría Rusia e India. Lo cierto es que los líderes de los países democráticos no están dando la talla para afrontar los grandes desafíos del planeta, empezando por el cambio climático y terminando por la gestión de los conflictos armados. Tampoco para cambiar el rumbo de muchos problemas en el interior de sus países, en un clima muy extendido de desinterés y desconfianza hacia la política convencional. Eso ha dado alas a los sectores populistas, muy próximos a las ideologías autocráticas, cuyos líderes sí son conscientes de las debilidades de las democracias liberales, pudiendo presentarse como la alternativa a sus deficiencias, pues ellos no tienen que rendir cuentas a nadie. Tanto Estados Unidos, como China y Rusia, juegan con esa ventaja. Estados Unidos, además, en la mencionada nueva Estrategia de Seguridad Nacional, desprecia sin tapujos a Europa, donde, en su opinión, está desapareciendo la civilización y se ha perdido la identidad nacional y la confianza en sí misma. Le falta “patriotismo” a nivel nacional, argumenta Trump. Mientras, hace pocos días Putin ha vuelto a insistir que hay que “moldear un mundo multipolar justo, el orden basado en los principios de igualdad soberana, el respeto a los intereses legítimos de los demás y la primacía del derecho internacional”. El cinismo es la norma discursiva de los mandatarios de las grandes potencias. Termino señalando que el énfasis que puso la Carta fundacional de la ONU respecto al no uso de la fuerza, continua vigente como la regla principal que ha de presidir las relaciones internacionales. Ver si se cumple o no, será el indicador esencial para evaluar si entramos realmente en un nuevo orden, sea global o regional, pues el viejo ha violado de forma repetida ese principio fundamental. En suma, se trataría de hacer realidad la definición estandarizada de la gobernanza global, entendida como el sistema de gestionar los asuntos globales por medio de instituciones y normas que intenten articular los intereses colectivos del planeta, y con el mayor consenso posible. La lucha y el enfrentamiento es estéril para gestionar mejor los problemas del planeta, pero, en cambio, el diálogo permanente para buscar consensos es lo único que puede proporcionar un resultado fructífero a medio plazo. Si queremos gestionar adecuadamente los problemas globales, no nos queda más remedio de unirnos para cooperar en la búsqueda de soluciones, y la mentalidad intervencionista y militarista actual, va en contra de ello. Por fortuna, el Gobierno español no practica esta nueva estrategia belicista, y sería deseable que otros países europeos siguieran esta estela el próximo año.

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

Hay varios tipos de bacterias que pueden provocar malestar estomacal. A continuación, te explicamos cómo evitar los peores casos y qué hacer si se producen Cómo te avisa tu cuerpo cuando te faltan nutrientes como hierro, magnesio o vitamina D Probablemente, sea justo decir que muchas personas en el mundo moderno no se toman muy en serio la intoxicación alimentaria. Sí, la mayoría de la gente se lava las manos después de manipular pollo crudo y utiliza tablas de cortar diferentes para la carne de vacuno y las judías verdes, pero ¿quién de nosotros puede decir honestamente que nunca ha utilizado las mismas pinzas para toda una barbacoa o que nunca ha dejado arroz cocido en el aparador durante un par de horas? Ignora esa pregunta retórica por un momento, antes de comentar que por supuesto que todo el mundo hace esas cosas, hablemos de lo que ocurre en tu cuerpo cuando todo sale terriblemente mal. A riesgo de decir algo obvio, la intoxicación alimentaria se produce cuando se ingieren alimentos contaminados con bacterias, virus o toxinas nocivas, pero eso no significa que siempre funcione de la misma manera. “Algunas bacterias, como el Bacillus cereus , que a veces se encuentra en el arroz recalentado, producen toxinas antes de que se ingiera el alimento, lo que significa que pueden causar síntomas como vómitos repentinos en cuestión de horas”, afirma el Dr. Masarat Jilani, especialista del Servicio Nacional de Salud británico que trata habitualmente a niños y adultos con intoxicación alimentaria. El Bacillus cereus también produce otro tipo de toxina en el intestino delgado, que puede causar diarrea. “Otras, como la Salmonella y la E. coli, actúan después de haber comido y suelen causar síntomas más duraderos a través de la inflamación del intestino”. Técnicamente hablando, un experto podría adivinar qué tipo de bacteria o virus ha ingerido una persona basándose en la rapidez con la que enferma después de comer. Pero, en la práctica, eso rara vez ocurre. “Todas estas bacterias actúan de forma diferente”, afirma la Dra. Emma Doughty, científica especializada en enfermedades infecciosas. “La bacteria Campylobacter jejuni , que se encuentra a menudo en las aves de corral, tiene forma de espiral y se abre camino a través del revestimiento intestinal. Es diferente, por ejemplo, de la E. coli shigatoxigénica, que excreta toxinas Shiga. Ambas provocan inflamación intestinal y diarrea”. Esto significa que, aunque existen algunos tratamientos eficaces para la intoxicación alimentaria, como los antibióticos, no siempre es fácil para los médicos saber cuál recetar. “Si tienes un virus estomacal y vas al médico, lo normal es que no te recete antibióticos”, afirma Doughty. “La razón es que, si tienes la variante de E. coli que produce toxinas Shiga y matas todas esas bacterias con antibióticos, estas liberarán todas las toxinas que contienen y te pondrán aún más enfermo. Por lo tanto, sin un diagnóstico específico de la infección, a menudo es más seguro dejar que las cosas mejoren por sí solas”. Cuidado con las bacterias... pueden acechar en cualquier grieta. ¿Qué se debe hacer para evitar todos estos inconvenientes? “Algunos de los consejos más clásicos siguen siendo válidos”, afirma Doughty. “Las ostras siempre son un riesgo, al igual que comer cualquier tipo de carne cruda. Últimamente, está de moda comer hamburguesas poco hechas, lo cual es un poco preocupante”. Para explicarlo: si vas a comer carne de vacuno, debes dorar las partes que han estado expuestas al aire para matar la mayoría de las bacterias que puedan vivir en ella. En el caso de los filetes, eso solo significa la parte exterior, pero en el caso de la carne picada, eso es casi todo. Lavar el pollo, algo que sigue siendo extrañamente popular en TikTok , es totalmente desaconsejable, ya que es probable que se propaguen las bacterias por toda la cocina y los utensilios, en lugar de reducir las posibilidades de infección. Obviamente, hay que mantener todo limpio, separar la carne cruda de otros alimentos, enfriar rápidamente los alimentos cocinados y refrigerarlos en las dos horas siguientes a su cocción, y asegurarse de que los alimentos estén bien cocinados, quizás utilizando un termómetro para carne. “Al igual que con muchas otras infecciones, lavarse las manos es muy importante para evitar enfermarse”, afirma Doughty. “En este caso, significa lavarse bien las manos después de manipular alimentos y después de ir al baño”. Si todo sale mal, la mayoría de las personas no tendrán mucho de qué preocuparse, siempre que no pertenezcan a un grupo de riesgo. “El principal riesgo de la intoxicación alimentaria es la deshidratación, por lo que es importante beber mucha agua y complementarla con sales de rehidratación oral cuando se sufre”, afirma Jilani. “Reintroducir una dieta equilibrada también es importante para la recuperación, y en las etapas iniciales a menudo recomendamos una dieta Brat (plátanos, arroz, manzana cocida y tostadas) si se siente incapaz de reintroducir su dieta normal de inmediato”. Los alimentos de color beige, como los plátanos, el arroz, la compota de manzana o las tostadas de pan blanco, entre otros, son los más adecuados para el malestar estomacal En casos más extremos, la intoxicación alimentaria puede provocar sepsis, cuyos síntomas pueden incluir taquicardia y mareos. Si crees que es lo que te ocurre, ve al médico inmediatamente. “En una minoría de casos, también se puede desarrollar el síndrome del intestino irritable (SII) postinfeccioso, que se caracteriza por dolor abdominal e hinchazón”, dice Jilani. De nuevo, acude al médico si persiste. La buena noticia es que la mayoría de los casos de intoxicación alimentaria se curan por sí solos en unos días, a medida que el sistema inmunológico los elimina. Solo hay que tener más cuidado con las pinzas la próxima vez.

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

Hay varios tipos de bacterias que pueden provocar malestar estomacal. A continuación, te explicamos cómo evitar los peores casos y qué hacer si se producen Cómo te avisa tu cuerpo cuando te faltan nutrientes como hierro, magnesio o vitamina D Probablemente, sea justo decir que muchas personas en el mundo moderno no se toman muy en serio la intoxicación alimentaria. Sí, la mayoría de la gente se lava las manos después de manipular pollo crudo y utiliza tablas de cortar diferentes para la carne de vacuno y las judías verdes, pero ¿quién de nosotros puede decir honestamente que nunca ha utilizado las mismas pinzas para toda una barbacoa o que nunca ha dejado arroz cocido en el aparador durante un par de horas? Ignora esa pregunta retórica por un momento, antes de comentar que por supuesto que todo el mundo hace esas cosas, hablemos de lo que ocurre en tu cuerpo cuando todo sale terriblemente mal. A riesgo de decir algo obvio, la intoxicación alimentaria se produce cuando se ingieren alimentos contaminados con bacterias, virus o toxinas nocivas, pero eso no significa que siempre funcione de la misma manera. “Algunas bacterias, como el Bacillus cereus , que a veces se encuentra en el arroz recalentado, producen toxinas antes de que se ingiera el alimento, lo que significa que pueden causar síntomas como vómitos repentinos en cuestión de horas”, afirma el Dr. Masarat Jilani, especialista del Servicio Nacional de Salud británico que trata habitualmente a niños y adultos con intoxicación alimentaria. El Bacillus cereus también produce otro tipo de toxina en el intestino delgado, que puede causar diarrea. “Otras, como la Salmonella y la E. coli, actúan después de haber comido y suelen causar síntomas más duraderos a través de la inflamación del intestino”. Técnicamente hablando, un experto podría adivinar qué tipo de bacteria o virus ha ingerido una persona basándose en la rapidez con la que enferma después de comer. Pero, en la práctica, eso rara vez ocurre. “Todas estas bacterias actúan de forma diferente”, afirma la Dra. Emma Doughty, científica especializada en enfermedades infecciosas. “La bacteria Campylobacter jejuni , que se encuentra a menudo en las aves de corral, tiene forma de espiral y se abre camino a través del revestimiento intestinal. Es diferente, por ejemplo, de la E. coli shigatoxigénica, que excreta toxinas Shiga. Ambas provocan inflamación intestinal y diarrea”. Esto significa que, aunque existen algunos tratamientos eficaces para la intoxicación alimentaria, como los antibióticos, no siempre es fácil para los médicos saber cuál recetar. “Si tienes un virus estomacal y vas al médico, lo normal es que no te recete antibióticos”, afirma Doughty. “La razón es que, si tienes la variante de E. coli que produce toxinas Shiga y matas todas esas bacterias con antibióticos, estas liberarán todas las toxinas que contienen y te pondrán aún más enfermo. Por lo tanto, sin un diagnóstico específico de la infección, a menudo es más seguro dejar que las cosas mejoren por sí solas”. Cuidado con las bacterias... pueden acechar en cualquier grieta. ¿Qué se debe hacer para evitar todos estos inconvenientes? “Algunos de los consejos más clásicos siguen siendo válidos”, afirma Doughty. “Las ostras siempre son un riesgo, al igual que comer cualquier tipo de carne cruda. Últimamente, está de moda comer hamburguesas poco hechas, lo cual es un poco preocupante”. Para explicarlo: si vas a comer carne de vacuno, debes dorar las partes que han estado expuestas al aire para matar la mayoría de las bacterias que puedan vivir en ella. En el caso de los filetes, eso solo significa la parte exterior, pero en el caso de la carne picada, eso es casi todo. Lavar el pollo, algo que sigue siendo extrañamente popular en TikTok , es totalmente desaconsejable, ya que es probable que se propaguen las bacterias por toda la cocina y los utensilios, en lugar de reducir las posibilidades de infección. Obviamente, hay que mantener todo limpio, separar la carne cruda de otros alimentos, enfriar rápidamente los alimentos cocinados y refrigerarlos en las dos horas siguientes a su cocción, y asegurarse de que los alimentos estén bien cocinados, quizás utilizando un termómetro para carne. “Al igual que con muchas otras infecciones, lavarse las manos es muy importante para evitar enfermarse”, afirma Doughty. “En este caso, significa lavarse bien las manos después de manipular alimentos y después de ir al baño”. Si todo sale mal, la mayoría de las personas no tendrán mucho de qué preocuparse, siempre que no pertenezcan a un grupo de riesgo. “El principal riesgo de la intoxicación alimentaria es la deshidratación, por lo que es importante beber mucha agua y complementarla con sales de rehidratación oral cuando se sufre”, afirma Jilani. “Reintroducir una dieta equilibrada también es importante para la recuperación, y en las etapas iniciales a menudo recomendamos una dieta Brat (plátanos, arroz, manzana cocida y tostadas) si se siente incapaz de reintroducir su dieta normal de inmediato”. Los alimentos de color beige, como los plátanos, el arroz, la compota de manzana o las tostadas de pan blanco, entre otros, son los más adecuados para el malestar estomacal En casos más extremos, la intoxicación alimentaria puede provocar sepsis, cuyos síntomas pueden incluir taquicardia y mareos. Si crees que es lo que te ocurre, ve al médico inmediatamente. “En una minoría de casos, también se puede desarrollar el síndrome del intestino irritable (SII) postinfeccioso, que se caracteriza por dolor abdominal e hinchazón”, dice Jilani. De nuevo, acude al médico si persiste. La buena noticia es que la mayoría de los casos de intoxicación alimentaria se curan por sí solos en unos días, a medida que el sistema inmunológico los elimina. Solo hay que tener más cuidado con las pinzas la próxima vez.

Trump, Groenlandia y el orden mundial en general

Trump, Groenlandia y el orden mundial en general

Tanto Estados Unidos, como China y Rusia, juegan con la ventaja de no tener que rendir cuentas a nadie. Estados Unidos, además, en su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, desprecia sin tapujos a Europa y vuelve a la Doctrina Monroe en el continente americano El presidente Trump ha vuelto con su obsesión de hacerse con Groenlandia, por las buenas o por las malas. Lo puede comprar fácilmente mediante el soborno, ofreciendo medio millón de dólares para cada habitante del territorio, 56.000, lo que supondría un gasto muy asumible, 28.000 millones de dólares, el 3% del gasto militar anual de Estados Unidos. Recuerdo que este país ya compró Alaska a Rusia en 1867 por 7,2 millones de dólares, que a precios actuales serían unos 170 millones de dólares, una ganga. El tema coincide con la publicación de su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, que, entre otros aspectos muy jugosos de comentar, se refiere a volver a la Doctrina Monroe, es decir, que el continente americano es de los Estados Unidos, su patio trasero, y de ahí su intervención en Venezuela. Todo ello en el marco de la guerra de Ucrania, que Rusia no considera una ocupación, sino la “recuperación” de un territorio que forma parte de la Gran Rusia, y con China incrementando su potencial militar para disuadir a Taiwán, que también considera forma parte integral de la gran China. Siguiendo con los intervencionismos, recuerden también que Israel ha ocupado Gaza y gran parte de Cisjordania, pues también considera que son territorios suyos. El intervencionismo está de moda. En estos días también hemos sabido que el presidente Macron quiere visitar a Putin de nuevo, para hablar sobre Ucrania. Trump ya lo ha hecho, pero excepto Macron y el húngaro Orbán, los mandatarios europeos no han visitado Moscú. Es interesante recordar que, de las 50 guerras no yihadistas que han existido en el mundo desde 1990, en 29 casos, el 58%, durante la guerra hubo encuentros directos entre los líderes del Gobierno y de los grupos armados, y de los dos mandatarios si se trataba de conflictos armados interestatales. Este dato subraya que la diplomacia directa suele ser un punto de inflexión, ya que estos contactos permiten destrabar bloqueos que rara vez se resuelven por delegación, porque concentran la autoridad para tomar decisiones, permiten asumir los costos políticos y ofrecer garantías creíbles. No tener un puente aéreo permanente con Moscú, ha sido un enorme error de la diplomacia europea. Pongo esta introducción para comentar otro tema que está vinculado con todo lo anterior, y es la insistencia de China y Rusia, junto a muchos países del sur, de que hay que cambiar las reglas de la geopolítica a escala global. Parece claro que estamos a las puertas de un cambio de paradigmas en lo político, económico, lo social, lo ecológico y lo geopolítico, pero con grandes dudas en cuanto a su definición y diagnóstico, y, por supuesto, la forma de abordar los desafíos que suponen estos temas. Lo que es indudable es que existe un serio cuestionamiento sobre cómo se ha gestionado hasta ahora la gobernanza en el mundo, muy dominada por Estados Unidos, puesta cada vez más en entredicho por los países emergentes, y más después del segundo mandato de Trump. Entre las manifestaciones de este cambio a la vista, está también el debate sobre lo que se ha venido a llamar el “orden basado en reglas”, y el cuestionamiento de las “normas” dominantes en el sistema global. Existe una enorme paradoja y contradicción en esta cuestión, pues tanto Rusia como China insisten en defender y apoyarse en Naciones Unidas para sus políticas, pero al mismo tiempo no quieren cumplir ni con su Carta Fundacional, con muchos de sus tratados, y menos con el Pacto de Derechos Civiles y Políticos, pues va en contra de las autocracias. Curiosamente, Trump se está comportando como un autócrata de manual, y no disimula su desprecio hacia el sistema de Naciones Unidas, una piedra en sus zapatos. Trump es una ególatra antisistema a quien también le molestan las reglas existentes, y por eso quiere imponer las suyas. En este contexto, la división interna de Europa no ayuda a clarificar el horizonte, y menos para ofrecer una alternativa a este desconcierto global. El debate sobre si existen o no unas normas o reglas en la actualidad es en buena parte falso, pues hay multitud de textos y declaraciones que aclaran su contenido, que además tiene una relación con los valores que se defienden: inclusión social, democracia, respeto a los derechos humanos y a las libertades básicas, Estado de derecho, soberanía, integridad territorial, igualdad de género, multilateralismo con transparencia y rendición de cuentas, etc. Quienes critican la falta de concreción, como Rusia y China, en realidad lo que pretenden es imponer sus propias normas y reglas, más acorde con sus características autocráticas. Esa trampa de semántica política no excluye que el “orden” imperante sea deseable cambiarlo por otro más equitativo, pero esa eventualidad dependerá no tanto de una lucha encarnizada por los conceptos, aunque sea dialéctica, sino a través de la cooperación en busca de consensos prácticos en cuestiones concretas, y en este sentido hay que diferenciar los textos, pactos y tratados de la ONU, defendibles, con las reglas del juego de los organismos financieros y comerciales, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio, que sí necesitan correcciones. En septiembre, el presidente chino, Xi Jinping, propuso la Iniciativa de Gobernanza Global (GGI), “un sistema de gobernanza global más justo y equitativo y avanzar hacia una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”. Insistió en que no debería haber dobles raseros, y que las normas caseras de unos pocos países no debían imponerse a otros, por lo que se debería practicar el multilateralismo. Es un mensaje que lleva más de una década repitiendo constantemente, pero que no practica en cuanto a ponerse firme ante intervenciones externas. Si hubiera querido, habría podido parar la guerra de Ucrania desde el primer día. Puede que hayamos entrado en una era del pensamiento de suma cero, donde unos ganan y otros pierden, todo lo contrario de lo que predica China con su mensaje de “ganar-ganar”, y de los criterios hasta ahora dominantes de integración global. Las tendencias actuales apuntan hacia un mayor aumento de la competencia geopolítica, un aumento del proteccionismo económico y la fragmentación, y un aflojamiento de las estructuras del orden internacional, pero, al mismo tiempo, la necesidad de cooperación es todavía intensa, por lo que no es previsible una revolución en el orden mundial existente, pero sí a que se produzcan cambios sustanciales. En cualquier caso, el mundo unipolar surgido en 1990 ya es historia. Estamos ya en una era bipolar, con Estados Unidos y China a la cabeza, aunque también en los inicios de un sistema multipolar, donde entraría Rusia e India. Lo cierto es que los líderes de los países democráticos no están dando la talla para afrontar los grandes desafíos del planeta, empezando por el cambio climático y terminando por la gestión de los conflictos armados. Tampoco para cambiar el rumbo de muchos problemas en el interior de sus países, en un clima muy extendido de desinterés y desconfianza hacia la política convencional. Eso ha dado alas a los sectores populistas, muy próximos a las ideologías autocráticas, cuyos líderes sí son conscientes de las debilidades de las democracias liberales, pudiendo presentarse como la alternativa a sus deficiencias, pues ellos no tienen que rendir cuentas a nadie. Tanto Estados Unidos, como China y Rusia, juegan con esa ventaja. Estados Unidos, además, en la mencionada nueva Estrategia de Seguridad Nacional, desprecia sin tapujos a Europa, donde, en su opinión, está desapareciendo la civilización y se ha perdido la identidad nacional y la confianza en sí misma. Le falta “patriotismo” a nivel nacional, argumenta Trump. Mientras, hace pocos días Putin ha vuelto a insistir que hay que “moldear un mundo multipolar justo, el orden basado en los principios de igualdad soberana, el respeto a los intereses legítimos de los demás y la primacía del derecho internacional”. El cinismo es la norma discursiva de los mandatarios de las grandes potencias. Termino señalando que el énfasis que puso la Carta fundacional de la ONU respecto al no uso de la fuerza, continua vigente como la regla principal que ha de presidir las relaciones internacionales. Ver si se cumple o no, será el indicador esencial para evaluar si entramos realmente en un nuevo orden, sea global o regional, pues el viejo ha violado de forma repetida ese principio fundamental. En suma, se trataría de hacer realidad la definición estandarizada de la gobernanza global, entendida como el sistema de gestionar los asuntos globales por medio de instituciones y normas que intenten articular los intereses colectivos del planeta, y con el mayor consenso posible. La lucha y el enfrentamiento es estéril para gestionar mejor los problemas del planeta, pero, en cambio, el diálogo permanente para buscar consensos es lo único que puede proporcionar un resultado fructífero a medio plazo. Si queremos gestionar adecuadamente los problemas globales, no nos queda más remedio de unirnos para cooperar en la búsqueda de soluciones, y la mentalidad intervencionista y militarista actual, va en contra de ello. Por fortuna, el Gobierno español no practica esta nueva estrategia belicista, y sería deseable que otros países europeos siguieran esta estela el próximo año.

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

"Las ostras son un riesgo, al igual que la carne cruda": por qué se produce la intoxicación alimentaria y cómo evitarla

Hay varios tipos de bacterias que pueden provocar malestar estomacal. A continuación, te explicamos cómo evitar los peores casos y qué hacer si se producen Cómo te avisa tu cuerpo cuando te faltan nutrientes como hierro, magnesio o vitamina D Probablemente, sea justo decir que muchas personas en el mundo moderno no se toman muy en serio la intoxicación alimentaria. Sí, la mayoría de la gente se lava las manos después de manipular pollo crudo y utiliza tablas de cortar diferentes para la carne de vacuno y las judías verdes, pero ¿quién de nosotros puede decir honestamente que nunca ha utilizado las mismas pinzas para toda una barbacoa o que nunca ha dejado arroz cocido en el aparador durante un par de horas? Ignora esa pregunta retórica por un momento, antes de comentar que por supuesto que todo el mundo hace esas cosas, hablemos de lo que ocurre en tu cuerpo cuando todo sale terriblemente mal. A riesgo de decir algo obvio, la intoxicación alimentaria se produce cuando se ingieren alimentos contaminados con bacterias, virus o toxinas nocivas, pero eso no significa que siempre funcione de la misma manera. “Algunas bacterias, como el Bacillus cereus , que a veces se encuentra en el arroz recalentado, producen toxinas antes de que se ingiera el alimento, lo que significa que pueden causar síntomas como vómitos repentinos en cuestión de horas”, afirma el Dr. Masarat Jilani, especialista del Servicio Nacional de Salud británico que trata habitualmente a niños y adultos con intoxicación alimentaria. El Bacillus cereus también produce otro tipo de toxina en el intestino delgado, que puede causar diarrea. “Otras, como la Salmonella y la E. coli, actúan después de haber comido y suelen causar síntomas más duraderos a través de la inflamación del intestino”. Técnicamente hablando, un experto podría adivinar qué tipo de bacteria o virus ha ingerido una persona basándose en la rapidez con la que enferma después de comer. Pero, en la práctica, eso rara vez ocurre. “Todas estas bacterias actúan de forma diferente”, afirma la Dra. Emma Doughty, científica especializada en enfermedades infecciosas. “La bacteria Campylobacter jejuni , que se encuentra a menudo en las aves de corral, tiene forma de espiral y se abre camino a través del revestimiento intestinal. Es diferente, por ejemplo, de la E. coli shigatoxigénica, que excreta toxinas Shiga. Ambas provocan inflamación intestinal y diarrea”. Esto significa que, aunque existen algunos tratamientos eficaces para la intoxicación alimentaria, como los antibióticos, no siempre es fácil para los médicos saber cuál recetar. “Si tienes un virus estomacal y vas al médico, lo normal es que no te recete antibióticos”, afirma Doughty. “La razón es que, si tienes la variante de E. coli que produce toxinas Shiga y matas todas esas bacterias con antibióticos, estas liberarán todas las toxinas que contienen y te pondrán aún más enfermo. Por lo tanto, sin un diagnóstico específico de la infección, a menudo es más seguro dejar que las cosas mejoren por sí solas”. Cuidado con las bacterias... pueden acechar en cualquier grieta. ¿Qué se debe hacer para evitar todos estos inconvenientes? “Algunos de los consejos más clásicos siguen siendo válidos”, afirma Doughty. “Las ostras siempre son un riesgo, al igual que comer cualquier tipo de carne cruda. Últimamente, está de moda comer hamburguesas poco hechas, lo cual es un poco preocupante”. Para explicarlo: si vas a comer carne de vacuno, debes dorar las partes que han estado expuestas al aire para matar la mayoría de las bacterias que puedan vivir en ella. En el caso de los filetes, eso solo significa la parte exterior, pero en el caso de la carne picada, eso es casi todo. Lavar el pollo, algo que sigue siendo extrañamente popular en TikTok , es totalmente desaconsejable, ya que es probable que se propaguen las bacterias por toda la cocina y los utensilios, en lugar de reducir las posibilidades de infección. Obviamente, hay que mantener todo limpio, separar la carne cruda de otros alimentos, enfriar rápidamente los alimentos cocinados y refrigerarlos en las dos horas siguientes a su cocción, y asegurarse de que los alimentos estén bien cocinados, quizás utilizando un termómetro para carne. “Al igual que con muchas otras infecciones, lavarse las manos es muy importante para evitar enfermarse”, afirma Doughty. “En este caso, significa lavarse bien las manos después de manipular alimentos y después de ir al baño”. Si todo sale mal, la mayoría de las personas no tendrán mucho de qué preocuparse, siempre que no pertenezcan a un grupo de riesgo. “El principal riesgo de la intoxicación alimentaria es la deshidratación, por lo que es importante beber mucha agua y complementarla con sales de rehidratación oral cuando se sufre”, afirma Jilani. “Reintroducir una dieta equilibrada también es importante para la recuperación, y en las etapas iniciales a menudo recomendamos una dieta Brat (plátanos, arroz, manzana cocida y tostadas) si se siente incapaz de reintroducir su dieta normal de inmediato”. Los alimentos de color beige, como los plátanos, el arroz, la compota de manzana o las tostadas de pan blanco, entre otros, son los más adecuados para el malestar estomacal En casos más extremos, la intoxicación alimentaria puede provocar sepsis, cuyos síntomas pueden incluir taquicardia y mareos. Si crees que es lo que te ocurre, ve al médico inmediatamente. “En una minoría de casos, también se puede desarrollar el síndrome del intestino irritable (SII) postinfeccioso, que se caracteriza por dolor abdominal e hinchazón”, dice Jilani. De nuevo, acude al médico si persiste. La buena noticia es que la mayoría de los casos de intoxicación alimentaria se curan por sí solos en unos días, a medida que el sistema inmunológico los elimina. Solo hay que tener más cuidado con las pinzas la próxima vez.

Cuando ellas son más

Cuando ellas son más

Tal vez la lección de lecciones que más convenga extraer sea la de que escaso favor le han hecho al feminismo aquellas formaciones y sectores que lo han arrastrado a las confrontaciones partidarias, forzándolo a participar, en ausencia de mejores causas que defender, de la lógica de la polarización Si en otro lugar (' Y después de la justicia, ¿qué? ', El País) hemos señalado que la estrategia argumentativa del “y tú más” implica un reconocimiento implícito de culpa, apenas atenuado por la atribución al adversario de lo mismo pero en mayor grado, ahora habría que señalar la profunda contradicción que implican algunos aparentes reconocimientos explícitos de culpabilidad. Pensemos, en concreto, en el que tiene lugar en el debate político actual, caracterizado a este respecto precisamente por su notable polarización. Puede sorprender un poco, a primera vista, que en un contexto en el que el adversario es considerado como enemigo, esto es, como representante del mal sin fisuras, se pueda producir semejante reconocimiento de la propia culpa. En realidad, se trata de un reconocimiento con truco. En efecto, si damos por descontado que en el enemigo en cuestión no podemos encontrar rastro de bondad alguna, el mal que admitamos haber encontrado en nosotros mismos no podrá redundar en su beneficio, sino que deberá ser forzosamente compartido. Tal actitud tiene poco de extraña desde el punto de vista de la lógica de la argumentación. Aceptar que el adversario pudiera acertar en algo en lo que nosotros estuviéramos equivocados nos abocaría a admitir la conveniencia de dialogar con él, incluso de aprender de sus aciertos. Aunque dejemos dicho de pasada que, a poco que se piense, sería esta última una posición más sensata que la del supuesto, por completo insostenible desde una mínima racionalidad, de que alguien puede estar equivocado absolutamente en todo (hasta el reloj parado da bien la hora dos veces al día), tan insostenible, por cierto, como el de que alguien pueda estar acertado siempre y en cualquier cuestión. Pues bien, es para sortear el amargo trago que, según parece, constituye el tener que reconocer que quizá el adversario pudiera tener razón en algo, o que se haya podido equivocar menos que nosotros en algún asunto, para lo que se recurre a lo que bien podríamos denominar el recurso universalizador. Ello sucede cuando, con el objeto de no tener que asumir por completo la carga de la culpa por un determinado comportamiento -pongamos por caso, machista- y poder así aligerar en alguna medida el peso de la propia responsabilidad, se alude a que dicho comportamiento no afecta en exclusiva a un grupo, sector o formación política determinados, sino que es transversal. Para explicar el origen y naturaleza de dicha transversalidad el argumento complementario suele ser atribuir un carácter sistémico o estructural a aquello que se está censurando. No es esta devaluación de la culpabilidad el único beneficio que se obtiene de plantear en la forma señalada los comportamientos reprobables. Porque el carácter estructural o sistémico que se le atribuye a la transversalidad implica, además, presentar dichos comportamientos en términos de un problema que no quedará realmente resuelto hasta que no se cambie de manera radical la sociedad en su conjunto. Como es obvio, entretanto ello no suceda, el hecho de reincidir en ellos presenta una menor gravedad y puede ser juzgado con una mayor benevolencia, dada la profundidad de las raíces que en buena medida los explican. Porque ninguna tendencia ideológica o sector político o profesional parece salvarse de la quema, de Adolfo Suárez a Iñigo Errejón, pasando por Carlos Vermut o Plácido Domingo, en España o, en los USA de Epstein, del Príncipe Andrés de Inglaterra a Noam Chomsky, pasando por Bill Gates, Woody Allen o, cómo no, Bill Clinton. Ahora bien, se reparará en el hecho de que aceptar este planteamiento da lugar a consecuencias no banales y probablemente indeseadas por parte de quien lo presenta. Porque de atribuir a determinado tipo de comportamientos un carácter estructural o sistémico -por no decir prepolítico sin más- se desprende la inexorable consecuencia de liberar al adversario político de la responsabilidad por los mismos, ya que se está aceptando que la cosa viene de más atrás (o de más hondo). Pero si ello es así, no hay razón para rechazar que en un momento dado dicho adversario pueda alinearse con nuestras posiciones y estar también a favor de la superación de semejante estado de cosas, al respecto de las cuales se está reconociendo que en modo alguno forman parte de sus señas de identidad. O, planteada la cuestión con mayor verticalidad y refiriéndonos a nuestro particular contexto político, queda desactivado el cómodo reproche que en tantas ocasiones ha utilizado la izquierda, según el cual el machismo viene inscrito en el ADN de la derecha. Desde esta perspectiva, de una afirmación como la de que “el feminismo nos da lecciones a todos a cada momento”, hecha en sede parlamentaria y que podría ser considerada uno de esos reconocimientos explícitos de culpa aludidos al principio, acaso quepa señalar que, por más que la podamos considerar una afirmación bienintencionada, no parece ayudar en exceso a la clarificación de estos asuntos. Por supuesto que del feminismo hay mucho que aprender, sobre todo si damos por descontado que de los errores también se aprende. Decimos esto porque resulta evidente, no solo que el feminismo se dice de diversas maneras, sino que cada una de ellas con frecuencia imputa a las otras severos errores, de los que aconseja que extraigamos las pertinentes lecciones. Tal vez la lección de lecciones (o la metalección, si se prefiere formular así) que más convenga extraer sea la de que escaso favor le han hecho al feminismo aquellas formaciones y sectores que lo han arrastrado a las confrontaciones partidarias, forzándolo a participar, en ausencia de mejores causas que defender, de la lógica de la polarización. El problema radica en que, aplicado al asunto del que estamos hablando, dicha lógica muestra una notable inconsistencia. Porque ya hemos visto que la polarización actual da por supuesto que lo único que se considera universalizable, esto es, susceptible de ser predicado de todos sin excepción, es el mal (o el vicio, si se quiere contraponer a la virtud), como queda claro al adjetivar alguna de sus manifestaciones como transversal, estructural o sistémica. La flagrante inconsistencia de esta tesis, el ostentoso non sequitur en el que incurre, es que, a diferencia del mal o el vicio, el bien o la virtud se consideran, sin más respaldo que la profesión de fe maniquea, monopolio de una de las partes en estricta aplicación del principio según el cual “al enemigo, ni agua”. Habrá que añadir, para concluir, que semejante inconsistencia tiene algo de inevitable, especialmente a la vista de las graves consecuencias que tendría que afrontar quien se atreviera a cuestionar un principio tan rotundo. A la consecuencia más general ya se hizo una fugaz referencia en lo anterior. En efecto, si nadie es de una pieza (ni siquiera los malos), no queda otra que dejar abierta la posibilidad, que sin duda repugna al polarizador, de que haya algo en las propuestas teóricas o en los comportamientos prácticos de su adversario que resulta susceptible de elogio o incluso (¿en nombre de qué no cabe aceptar en abstracto tal posibilidad?) digno de imitación. De idéntica forma que nada garantiza que la acrisolada bondad de nuestros propósitos asegure el acierto a la hora de la verdad, esto es, a la de su materialización práctica. Respecto, en fin, a las consecuencias particulares de cuestionar el maniqueísmo polarizador, quizá la más importante en relación con lo planteado sería la de que dejarían de resultar aceptables los argumentos por lo general utilizados para excluir de la lucha feminista a los sectores políticos conservadores, por más dispuestos a sumarse a ella que se puedan mostrar. Sin duda, se trata de una intransigencia reveladora. Porque probablemente constituya la mayor de las contradicciones de este excluyente planteamiento el hecho de que quienes han acreditado tener escasos remilgos a la hora de los pactos, pongan ahora este veto, precisamente en unos momentos en los que aquel lejano grito de guerra “¡somos más!” tendría, aquí aplicado, pleno sentido.

¿De qué discutimos esta noche en la cena?

¿De qué discutimos esta noche en la cena?

A la vuelta de unos años, el cuñadismo de ultraderecha ya no llama tanto la atención, sus opiniones no provocan respingos en la sobremesa y nadie se siente incómodo: su discurso sigue siendo el mismo, o si acaso más escorado a la derecha, pero lo hemos normalizado como si fuera una opinión más Venga, ¿de qué vamos a discutir en la cena de Nochebuena, en la de Nochevieja, la comida de Navidad, la de empresa, la quedada con los padres del colegio de tus hijos, la cerveza con amigos de la universidad o del instituto? ¿Las balizas de tráfico, si son una buena medida de seguridad, un negocio de algún listo o una forma de control totalitario? ¿Los desalojados de Badalona, una pobre gente necesitada de ayuda o una mafia peligrosa a la que hay que expulsar también del país? ¿Las elecciones extremeñas, una calamidad o el principio del fin del sanchismo? Algún tema calentito caerá en la cena, comida o copa de estas fiestas, ya verás. Con la tranquilidad de que la sangre no llegará al río, porque el espíritu navideño manda y nos tomamos todo a risa, o bajamos las armas a tiempo para evitar el mal rollo; pero de cualquier tema que intentemos hablar, sea de alta política o de andar por casa, habrá posturas enfrentadas. La polarización no la ha inventado Campofrío , y hace tiempo que saltó del Congreso, los parlamentos autonómicos y las tertulias, a los bares y casas. E igual que en la política y los medios el eje discursivo de ha desplazado hacia la derecha y más allá, sospecho que también en las reuniones familiares y amistosas se viene produciendo un desplazamiento similar. Qué tiempos aquellos en que por estas fechas hacíamos chistes sobre cuñaos fachas, proponíamos un bingo de temas que seguro caerían en la cena de Nochebuena, o nos tomábamos un chupito cada vez que alguien pronunciaba ciertas palabras que no podían faltar en el repertorio cuñao. Ojo, que digo “cuñao” como categoría cultural, no como parentesco, que se puede ser ese tipo de cuñao siendo padre, madre, hermano o primo. De hecho, todos en algún momento podemos ser el cuñao de alguien. Si no tienes cuñao cerca, es que el cuñao eres tú. A la vuelta de unos años, el cuñadismo de ultraderecha ya no llama tanto la atención, sus opiniones no provocan respingos en la sobremesa y nadie se siente incómodo: su discurso sigue siendo el mismo, o si acaso más escorado a la derecha, pero lo hemos normalizado como si fuera una opinión más. El propio anuncio de Campofrío de este año juega a eso: no nos ponemos de acuerdo, pero no nos queda más remedio que convivir, cada uno con su punto de vista, como si todos fuesen igual de respetables. ¿Ah, sí? De modo que el eje izquierda-derecha se ha movido varios grados hacia allá en todos los ámbitos: en los parlamentos y gobiernos, en las elecciones, en los sondeos, en la línea editorial de los medios, en las tertulias, y finalmente en la calle, y quizás hasta en nuestras casas. Igual que hace una década parecía que el eje se corría hacia la izquierda y ciertas opiniones tradicionalmente de izquierdas (sobre derechos sociales, impuestos, vivienda o banca) se convertían en nuevo sentido común, el pendulazo hoy hace que asuntos propios de la derecha se vistan de sentido común y colonicen todo. Un desplazamiento discursivo que nos arrastra a todos, desde el momento en que la conversación pública está sesgada de partida, tanto la selección de temas como el lenguaje. ¿Nos hemos vuelto todos más de derecha, incluidos los votantes de izquierda? Otro día lo discutimos, tengamos hoy la cena en paz. Felices fiestas.

La derecha se reorganiza: el voto útil es Vox

La derecha se reorganiza: el voto útil es Vox

La política española vuelve a encontrar en el territorio autonómico el espacio donde se anticipan los cambios de fondo. Las elecciones celebradas en Extremadura no son solo una cita regional más, sino un termómetro avanzado de la derechización del clima político y del agotamiento de algunos marcos discursivos que habían sido eficaces hasta hace poco. Entre ellos, el recurso al miedo a Vox como elemento central de movilización del electorado progresista y, en parte, también del votante moderado del Partido Popular. Los datos del último estudio preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas permiten sostener este diagnóstico con bastante claridad. La media de autoposicionamiento ideológico de los extremeños en la escala 0-10 se sitúa ya en 5,37 , casi dos décimas por encima del centro y, lo que es más relevante, casi dos puntos más que en el estudio preelectoral de 2023, donde se registraba en torno al 5,07. Este desplazamiento no es neutro ni homogéneo: la subida se concentra de forma muy clara en el electorado de derechas y, especialmente, en los votantes del PP y de Vox. Entre quienes declaran votar al PP, la media ideológica pasa del 7,49 al 7,55, mientras que entre los votantes de Vox asciende del 7,55 al 7,62. No son variaciones espectaculares en términos absolutos, pero sí muy significativas cuando se observan como tendencia: indican una consolidación y radicalización suave pero constante de las posiciones ideológicas en el espacio de la derecha. No se trata solo de que Vox crezca electoralmente, sino de que el conjunto del bloque conservador se desplaza hacia coordenadas más duras. Los resultados de ayer confirman esta lectura. Vox obtuvo en torno al 17% de los votos y 11 escaños, prácticamente duplicando su representación respecto a 2023 y convirtiéndose, de nuevo, en actor imprescindible para la formación de gobierno. El PP ganó las elecciones, pero quedó lejos de la mayoría absoluta y depende de Vox para gobernar. El PSOE, en cambio, sufrió una caída notable, incapaz de frenar una dinámica que las encuestas ya venían anunciando. El voto a Vox no solo no se castigó tras su salida de los gobiernos autonómicos en julio de 2024, sino que se vio reforzado. Este punto es clave para entender el agotamiento del discurso del miedo. Estas son las primeras elecciones autonómicas celebradas después de la ruptura de Vox con los ejecutivos regionale s , una decisión que fue presentada por la izquierda como la prueba definitiva de la inestabilidad y el radicalismo del partido. Sin embargo, lejos de provocar rechazo, esa estrategia parece haber reforzado su perfil ante una parte del electorado conservador, que percibe a Vox como una fuerza coherente, capaz de imponer condiciones y marcar límites a sus socios. A ello se suma un segundo fenómeno decisivo: la normalización de Vox como opción política legítima y deseable dentro del espacio de la derecha. Los datos del CIS son muy elocuentes en este sentido. En 2023, solo el 15% de los votantes del PP señalaban a Vox como su segunda opción preferida. En 2025, esa cifra se duplica hasta el 32%. Es decir, uno de cada tres votantes populares ve ya a Vox como la alternativa natural a su propio partido. En el caso inverso, entre los votantes de Vox también crece la aceptación del PP como segunda opción, aunque de forma más moderada: se pasa del 25% al 31%. La asimetría es clara: la normalización de Vox avanza más rápido entre los votantes del PP que la del PP entre los de Vox. Este dato explica por qué el voto útil ha cambiado de significado. Ya no se trata únicamente de concentrar apoyos en el partido mayoritario de la derecha para evitar que gobierne la izquierda, sino de reforzar al conjunto del bloque, incluso cuando eso implica dar más peso a la extrema derecha. En este contexto, el mensaje socialista de alerta frente a Vox pierde capacidad movilizadora. Cuando una parte significativa del electorado conservador no solo no teme a Vox, sino que lo considera un socio legítimo y preferente, el miedo deja de funcionar como incentivo electoral. Extremadura muestra así una dinámica que trasciende lo regional. El poder territorial vuelve a marcar el ritmo del cambio político en España y lo hace planteando una pregunta de fondo: qué modelo de relación entre PP y Vox se consolidará tras los nuevos pactos autonómicos. Si España se encamina hacia un pragmatismo conservador de corte iliberal, similar al que encarna Meloni en Italia, o si opta por una fórmula más radical, como la que practica Orbán en Hungría. Las elecciones extremeñas no ofrecen aún una respuesta definitiva, pero sí una señal inequívoca: la derechización es real, la normalización de Vox avanza y el viejo discurso del miedo ha dejado de ser suficiente para contenerla. La cuestión ya no es si este cambio existe, sino qué coalición de gobierno acabará adoptando y con qué consecuencias para la democracia española.

Cuando ellas son más

Cuando ellas son más

Tal vez la lección de lecciones que más convenga extraer sea la de que escaso favor le han hecho al feminismo aquellas formaciones y sectores que lo han arrastrado a las confrontaciones partidarias, forzándolo a participar, en ausencia de mejores causas que defender, de la lógica de la polarización Si en otro lugar (' Y después de la justicia, ¿qué? ', El País) hemos señalado que la estrategia argumentativa del “y tú más” implica un reconocimiento implícito de culpa, apenas atenuado por la atribución al adversario de lo mismo pero en mayor grado, ahora habría que señalar la profunda contradicción que implican algunos aparentes reconocimientos explícitos de culpabilidad. Pensemos, en concreto, en el que tiene lugar en el debate político actual, caracterizado a este respecto precisamente por su notable polarización. Puede sorprender un poco, a primera vista, que en un contexto en el que el adversario es considerado como enemigo, esto es, como representante del mal sin fisuras, se pueda producir semejante reconocimiento de la propia culpa. En realidad, se trata de un reconocimiento con truco. En efecto, si damos por descontado que en el enemigo en cuestión no podemos encontrar rastro de bondad alguna, el mal que admitamos haber encontrado en nosotros mismos no podrá redundar en su beneficio, sino que deberá ser forzosamente compartido. Tal actitud tiene poco de extraña desde el punto de vista de la lógica de la argumentación. Aceptar que el adversario pudiera acertar en algo en lo que nosotros estuviéramos equivocados nos abocaría a admitir la conveniencia de dialogar con él, incluso de aprender de sus aciertos. Aunque dejemos dicho de pasada que, a poco que se piense, sería esta última una posición más sensata que la del supuesto, por completo insostenible desde una mínima racionalidad, de que alguien puede estar equivocado absolutamente en todo (hasta el reloj parado da bien la hora dos veces al día), tan insostenible, por cierto, como el de que alguien pueda estar acertado siempre y en cualquier cuestión. Pues bien, es para sortear el amargo trago que, según parece, constituye el tener que reconocer que quizá el adversario pudiera tener razón en algo, o que se haya podido equivocar menos que nosotros en algún asunto, para lo que se recurre a lo que bien podríamos denominar el recurso universalizador. Ello sucede cuando, con el objeto de no tener que asumir por completo la carga de la culpa por un determinado comportamiento -pongamos por caso, machista- y poder así aligerar en alguna medida el peso de la propia responsabilidad, se alude a que dicho comportamiento no afecta en exclusiva a un grupo, sector o formación política determinados, sino que es transversal. Para explicar el origen y naturaleza de dicha transversalidad el argumento complementario suele ser atribuir un carácter sistémico o estructural a aquello que se está censurando. No es esta devaluación de la culpabilidad el único beneficio que se obtiene de plantear en la forma señalada los comportamientos reprobables. Porque el carácter estructural o sistémico que se le atribuye a la transversalidad implica, además, presentar dichos comportamientos en términos de un problema que no quedará realmente resuelto hasta que no se cambie de manera radical la sociedad en su conjunto. Como es obvio, entretanto ello no suceda, el hecho de reincidir en ellos presenta una menor gravedad y puede ser juzgado con una mayor benevolencia, dada la profundidad de las raíces que en buena medida los explican. Porque ninguna tendencia ideológica o sector político o profesional parece salvarse de la quema, de Adolfo Suárez a Iñigo Errejón, pasando por Carlos Vermut o Plácido Domingo, en España o, en los USA de Epstein, del Príncipe Andrés de Inglaterra a Noam Chomsky, pasando por Bill Gates, Woody Allen o, cómo no, Bill Clinton. Ahora bien, se reparará en el hecho de que aceptar este planteamiento da lugar a consecuencias no banales y probablemente indeseadas por parte de quien lo presenta. Porque de atribuir a determinado tipo de comportamientos un carácter estructural o sistémico -por no decir prepolítico sin más- se desprende la inexorable consecuencia de liberar al adversario político de la responsabilidad por los mismos, ya que se está aceptando que la cosa viene de más atrás (o de más hondo). Pero si ello es así, no hay razón para rechazar que en un momento dado dicho adversario pueda alinearse con nuestras posiciones y estar también a favor de la superación de semejante estado de cosas, al respecto de las cuales se está reconociendo que en modo alguno forman parte de sus señas de identidad. O, planteada la cuestión con mayor verticalidad y refiriéndonos a nuestro particular contexto político, queda desactivado el cómodo reproche que en tantas ocasiones ha utilizado la izquierda, según el cual el machismo viene inscrito en el ADN de la derecha. Desde esta perspectiva, de una afirmación como la de que “el feminismo nos da lecciones a todos a cada momento”, hecha en sede parlamentaria y que podría ser considerada uno de esos reconocimientos explícitos de culpa aludidos al principio, acaso quepa señalar que, por más que la podamos considerar una afirmación bienintencionada, no parece ayudar en exceso a la clarificación de estos asuntos. Por supuesto que del feminismo hay mucho que aprender, sobre todo si damos por descontado que de los errores también se aprende. Decimos esto porque resulta evidente, no solo que el feminismo se dice de diversas maneras, sino que cada una de ellas con frecuencia imputa a las otras severos errores, de los que aconseja que extraigamos las pertinentes lecciones. Tal vez la lección de lecciones (o la metalección, si se prefiere formular así) que más convenga extraer sea la de que escaso favor le han hecho al feminismo aquellas formaciones y sectores que lo han arrastrado a las confrontaciones partidarias, forzándolo a participar, en ausencia de mejores causas que defender, de la lógica de la polarización. El problema radica en que, aplicado al asunto del que estamos hablando, dicha lógica muestra una notable inconsistencia. Porque ya hemos visto que la polarización actual da por supuesto que lo único que se considera universalizable, esto es, susceptible de ser predicado de todos sin excepción, es el mal (o el vicio, si se quiere contraponer a la virtud), como queda claro al adjetivar alguna de sus manifestaciones como transversal, estructural o sistémica. La flagrante inconsistencia de esta tesis, el ostentoso non sequitur en el que incurre, es que, a diferencia del mal o el vicio, el bien o la virtud se consideran, sin más respaldo que la profesión de fe maniquea, monopolio de una de las partes en estricta aplicación del principio según el cual “al enemigo, ni agua”. Habrá que añadir, para concluir, que semejante inconsistencia tiene algo de inevitable, especialmente a la vista de las graves consecuencias que tendría que afrontar quien se atreviera a cuestionar un principio tan rotundo. A la consecuencia más general ya se hizo una fugaz referencia en lo anterior. En efecto, si nadie es de una pieza (ni siquiera los malos), no queda otra que dejar abierta la posibilidad, que sin duda repugna al polarizador, de que haya algo en las propuestas teóricas o en los comportamientos prácticos de su adversario que resulta susceptible de elogio o incluso (¿en nombre de qué no cabe aceptar en abstracto tal posibilidad?) digno de imitación. De idéntica forma que nada garantiza que la acrisolada bondad de nuestros propósitos asegure el acierto a la hora de la verdad, esto es, a la de su materialización práctica. Respecto, en fin, a las consecuencias particulares de cuestionar el maniqueísmo polarizador, quizá la más importante en relación con lo planteado sería la de que dejarían de resultar aceptables los argumentos por lo general utilizados para excluir de la lucha feminista a los sectores políticos conservadores, por más dispuestos a sumarse a ella que se puedan mostrar. Sin duda, se trata de una intransigencia reveladora. Porque probablemente constituya la mayor de las contradicciones de este excluyente planteamiento el hecho de que quienes han acreditado tener escasos remilgos a la hora de los pactos, pongan ahora este veto, precisamente en unos momentos en los que aquel lejano grito de guerra “¡somos más!” tendría, aquí aplicado, pleno sentido.