Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

El catedrático de la Universidad de Cantabria experto en conservadurismo considera que "a los españoles, en la escuela, dependiendo de si estamos en la pública o en la privada, se nos enseña una historia distinta de España" Entrevista - Markus Gabriel, filósofo: "La política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad" El historiador Fidel Gómez Ochoa es el responsable de que el franquismo y la transición se estudien en las escuelas de Cantabria. El fue quien introdujo estos nuevos contenidos en el temario del curso 2002-2003. Aunque sostiene que se está enseñando una historia distinta en las escuelas públicas y en las privadas. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, después de pasar por los campus de Oxford y Columbia, lleva más de tres décadas analizando el conservadurismo liberal español en el siglo XIX histórico, desde 1808 hasta 1923, en perspectiva y relación, también, con América Latina. En su trabajo disecciona las claves del auge de una nueva derecha radical -que en su opinión no es imitación de las anteriores- desde las raíces tradicionalistas del carlismo y analiza el fenómeno conservador a través de su relación con la democracia, el populismo y el nacionalismo. Gómez Ochoa considera que “la izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo” pero es un concepto en disputa que, algunos políticos como la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso reivindica como una libertad en negativo para que ningún poder público pueda obligar al ciudadano a restringir su libertad. Usted estudia el conservadurismo en la edad contemporánea. En un mundo que progresa tanto desde el punto de vista tecnológico y científico, ¿ser hoy conservador equivale a ser un reaccionario? En el campo de la derecha siempre ha habido moderados y radicales. A esa derecha radical, que presenta de manera muy acentuada los elementos ideológicos característicos del conservadurismo, se le ha llamado también reaccionaria. En el siglo XIX hablaríamos de los tradicionalistas intransigentes: los carlistas. Una vez que triunfa el estado liberal hay conservadores que aceptan el liberalismo. Sin embargo, a su derecha hay formaciones políticas que no son realmente conservadoras, aunque compartan muchas ideas, y que intentan destruir el estado liberal. En el siglo XX esa derecha conservadora sigue aceptando funcionar dentro de un régimen representativo y está identificada con un régimen constitucional. La otra derecha reaccionario-radical piensa que la derecha moderada no es capaz de hacer frente al gran desafío que entonces se plantea -que es la revolución socialista- y propone una forma autoritaria de gobierno. De la ruptura de la Segunda Guerra Mundial va a sobrevivir una derecha radical que es más o menos fascista. Con la misma dinámica: la moderadora funciona dentro del régimen democrático y las otras derechas quieren acabar con la democracia. Cae el muro de Berlín y la amenaza del comunismo se diluye. ¿Cómo se configura entonces el conservadurismo en el mundo occidental? Empieza a asomar una nueva derecha radical que es de la que estamos hablando ahora. Técnicamente la podríamos llamar reaccionaria, tiene elementos reaccionarios. Pero para mí todavía es un misterio si se puede decir así de manera precisa porque de entrada nunca ha dicho que vaya a destruir la democracia, que vaya a acabar con los derechos constitucionales que tienen reconocidos los españoles. Aparentemente no parece que vaya a destruir la democracia, por eso hay un debate muy abierto acerca de en qué medida es una continuación del fascismo o si es otro tipo de derecha distinto. Técnicamente, es la derecha reaccionaria porque sigue con el mismo discurso de que hay un socialismo rampante que permite que Europa como civilización se vaya al garete porque se está llenando de inmigrantes y los estados no tienen control sobre su economía que se está desnacionalizando. Han vuelto a sacar al debate público que hay comunismo. En España hay comunistas, comunismo no. Pero esa retórica de que estamos al borde de una destrucción, que hay una situación caótica y que contra eso hay que reaccionar está impregnando de elementos autoritarios a la democracia. Si esta derecha tiene componentes reaccionarios es porque es iliberal. La democracia en la que vivimos es liberal y la que parece que quieren construir es iliberal, con participación popular en la elección de los gobernantes pero restringiéndose -no sabemos si suprimiéndose- muchos de los derechos liberales que consideramos propios de una democracia sólida. Entonces, sí se puede decir que tiene también un componente reaccionario. No en el sentido de hacer lo que hicieron las otras derechas radicales: una volver al pasado y otra destruir la democracia, sin ocultarlo. ¿Y en el contexto actual? A veces puede parecer que la derecha moderada se está desnaturalizando porque está adoptando mucho del discurso de la derecha radical. Y a veces también puede parecer que en esta derecha radical -que sería una nueva, que no es imitación de las anteriores- hay un territorio compartido muy grande con la derecha moderada en ideas, en la visión de España. En la visión de la moral que debe regir la conducta individual que, a su juicio, no se tiene que poner en manos del estado. En la idea de que España es un país con larga historia y cultura y que un componente esencial es la religión católica, en enfrentarse a la izquierda. La ola de la historia, el momento, es a favor de que crezca la derecha radical y la derecha va a ir perdiendo votantes y está dudando en reafirmarse como una defensora de las democracias o adoptar parte del discurso de esa derecha radical para que no haya más sangría de votos. ¿Por qué los votantes prefieren esa opción radical? Es algo que viene de la que denominamos 'nueva historia política' que es dejar de entender la política como una mera proyección de la estructura económica. Los votantes no son solo propietarios, no son solo ricos, hay también clases populares que tienen inclinaciones conservadoras o comparten el miedo a que el orden que conocemos se vaya a destruir. En el conservadurismo hay que diferenciar el plano político del plano social. Es una especie de ley de la historia que cuando los simpatizantes que se inclinan en favor de los conservadores entienden que esos partidos no son capaces de conseguir el triunfo de la izquierda radical desplazan sus preferencias a otras opciones políticas que perciben más capaces -porque su discurso es mucho más firme- de neutralizar esos peligros. Su voto se radicaliza, aunque sus ideas quizá no. Eso es lo que está pasando ahora, que los votantes conservadores moderados encuentran más atractiva la oferta radical, que en España sería Vox, porque dice abiertamente: vamos a poner freno a la inmigración, vamos a a anular la memoria histórica. Es un movimiento antiglobalización: vamos a hacer que la economía esté más controlada por el estado. Hay propuestas que muchos ven como mejores fórmulas porque la derecha moderada les parece tibia, blanda, poco decidida, que cree poco en sus ideas. Están compitiendo por el mismo espacio, por los mismos votantes. ¿Es un fenómeno nuevo? No. Ha sido algo que ha pasado muchas veces en la historia. El partido moderado en la época de Isabel II satisface en líneas generales las expectativas de las clases conservadoras españolas -una suma de profesiones liberales, propietarios, antigua nobleza, artesanado...- hasta que deja de ser funcional y genera inestabilidad por no ser capaz de gobernar una crisis económica. El partido conservador de la época de la Restauración se encuentra con la sacudida que la Primera Guerra Mundial causa en el orden liberal que había venido funcionando bastante bien. Hay un desafío por parte de la Revolución rusa y parece que va a tener lugar en todos los países. La economía solo se puede reconstruir con una organización de la actividad económica con fuerte intervención del estado y todos los sectores que temen perder sus propiedades o su estatus social por el triunfo de la revolución adoptan una querencia mayor por todo tipo de soluciones autoritarias que empiezan a florecer como los champiñones en primavera. Han estado ahí, vivas, pero sin tener apoyo suficiente. De repente lo reciben y acaba en la Guerra Civil. Pasa cuando no hay una derecha dentro del sistema que pueda satisfacer los intereses de las clases conservadoras. Falange pasó de la noche a la mañana de tener unos pocos miles de militantes a tener cientos de miles porque piensan que, aunque no les guste mucho, es la única solución que va a evitar que la República avance por una serie de líneas muy profundas que a ellos les va a hacer perder el estatus que tienen en favor de trabajadores, empleados por cuenta ajena. O que se siga arrinconando a la Iglesia de la vida pública cuando es necesaria porque mantiene a la población disciplinada. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella Da la sensación de la historia se repite, de que está describiendo el contexto actual. No. La historia nunca se repite porque las circunstancias no pueden ser las mismas. Puede haber paralelismos entre determinados periodos históricos y es cierto que hay un paralelismo muy grande entre lo que vivimos actualmente y el periodo entre guerras. En la tentación de verlo como una época de la historia que nos suena que parece ya vivida, es muy grande. Desde mi punto de vista, esta derecha radical de hoy en día no es fascista. La de entonces adaptó la estética, el lenguaje, vieron como una bendición a Mussolini. España celebra ahora los 50 años de muerte de Franco ¿Qué valoración hace usted como historiador del proceso de la transición, cuando hay un relevante porcentaje de jóvenes que no ve con malos ojos la dictadura? Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho. Lo que hacen es valorar si merece la pena mantenerlo como está o ante los problemas que hay ir por otra vía. El joven es más abierto al cambio. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella. Son experiencias de otra generación. Si se sienten identificados con esta cultura del miedo, de que España se está llenando de inmigrantes, de que estamos siendo gobernados desde fuera por una serie de instituciones como la Unión Europea, si no pueden emanciparse... es el cóctel perfecto para que no le den mucho valor a vivir en una democracia que es cada vez menos social. Aunque no se identifiquen con el mensaje de Vox -y lo dice mucha gente- les parece que son los únicos que están dispuestos a hacer lo que hace falta. Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho No hay democracia que pueda funcionar si en ella las personas de derechas no ocupan una posición con la que se sientan cómodas y satisfechas. La democracia es una bicicleta de dos ruedas, la de delante acelera y la de detrás es la que frena. La transición se hace con mucha inteligencia política haciendo de la necesidad virtud. Hay un pacto para que las personas que han vivido cómodas durante el franquismo -y que van a ser el nicho fundamental de lo que va a ser un partido conservador- acepten la democracia. Y no la van a aceptar si se depuran responsabilidades. La experiencia histórica española determina mucho que esa derecha de la democracia tenga que ser en muy buena medida heredera del franquismo. El franquismo ha sobrevivido a la democracia. Ahora, se hace una recuperación de la memoria histórica que quedó más o menos tapada u oculta, como hizo Francia o Alemania, porque esto no es un problema solo español. Pero la política de memoria histórica que está llevando a cabo Pedro Sánchez tiene un componente ideológico que lanza una cierta desautorización a una parte de la sociedad española que no es capaz de condenar la Guerra Civil. Siempre va a ser un asunto muy difícil de manejar en la vida pública española. Por otro lado, nunca ha habido un régimen político que sea distintivo de los conservadores, viven en repúblicas, viven en monarquías más o menos democráticas... La actual derecha española apela y reivindica frecuentemente el concepto de libertad. ¿Qué relación ha tenido con el conservadurismo hasta ahora? ¿Era un término que causaba cierta alergia política desde el lado conservador? Yo analizo el presente con la deformación profesional de ser historiador. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo. Pero históricamente hasta los carlistas tenían una idea de la libertad. Siempre ha habido una discusión por apropiarse del término. Es una discusión que viene de Roma, la idea de que la libertad es para hacer y para poder tomar parte en la vida pública, para elegir a quien gobierna. La concepción clásica de la libertad, la libertad activa. Pero la idea moderna que traen los liberales es la libertad negativa, la de que no haya ningún poder que a mi me pueda obligar a hacer esta cosa o la otra. Esa idea de la libertad, como la de no ser objeto de dominio despótico por ningún poder establecido, atraviesa toda la tradición liberal, el siglo XIX y el siglo XX. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo Esta es la noción de libertad que está manejando ahora Isabel Díaz Ayuso: la de moverse libremente por el espacio público, abrir negocios sin que un estado me diga lo que tengo que hacer. Durante la pandemia este discurso fue comprado por mucha gente porque hay un estado que me obliga a no salir de casa, a vacunarme porque existe el principio del interés general. No es que Ayuso se haya apropiado del concepto de libertad, es que está discutiendo con los que tienen otro concepto de libertad por lo que sería el modo genuino de entenderla. Yo puedo querer la libertad para elegir a quien me gobierna, pero esto es una libertad para que ningún poder público me pueda obligar a mí. Es lo que decían los carlistas: la libertad es que a mí no me tengan que obligar a vivir como los liberales están estableciendo que debe hacerse dentro del nuevo estado. A mí que me dejen vivir como siempre he vivido, esa es su idea de libertad. Y su idea de la democracia es que ellos disponen de leyes propias que son la expresión de la voluntad de las personas que viven en este territorio. La voluntad popular llevada a la organización de la vida pública. Siempre ha habido varias ideas de democracia y varias ideas de libertad y siempre ha habido competencia entre ellas. Solo que en el siglo XX se ha impuesto lo que podemos llamar la concepción republicana de la libertad, que es la de tomar parte en el espacio público, poder participar en la elaboración de las leyes, poder ser un representante con independencia de la condición social de origen, poder ser un padre de la patria. No es tanto la libertad civil como la libertad política. La tradición británica, por ejemplo, viene a decir: lo que a mí me da libertad es que no se metan en mi vida privada ni en mis actividades económicas. ¿Está teniendo éxito la derecha española en imponer este concepto de libertad civil? Lo que está haciendo Ayuso es políticamente muy inteligente, es un animal político. Aunque ella no sea una intelectual -que no lo es ningún político- su discurso maneja muy bien todo este bagaje de filósofos políticos que cuestionaron que la democracia tuviese que ser socialista. Por ejemplo, [Friedrich] Hayek -decía Esperanza Aguirre que era su autor de cabecera- es quien dice esto. La libertad es no verse obligado por un poder público a restringir las libertades porque se vuelve totalitario en lo político y comunista en lo económico. Viola la noción básica de lo que es la libertad para los conservadores, pero para los socialdemócratas no. ¿Conservadurismo y populismo tienen puntos en común? No. El populismo es un fenómeno político del siglo XX, cuando se incorporan las masas a la vida pública y hay más maneras de plantear qué papel tienen que tener. El populismo es una manera de hacer política, no es una ideología. Entiende que las necesidades de las clases populares tienen que ponerse en primer plano y satisfacerlas. No puede esperar en el tiempo a que se cumplan procedimientos administrativos para que una medida se convierta en ley, son urgencias que hay que conseguir incluso ignorando la legalidad vigente con un discurso dirigido al pueblo por medio del cual se consigue su favor. Eso ha sido compatible con proyectos ideológicos de izquierda y de derecha. Maduro es un populista, lo fue Chávez. Populismo de izquierdas es lo que ha practicado en Argentina el peronismo,. Lo que hizo Correa en Ecuador. Es un fenómeno muy latinoamericano, una especie de perversión de la democracia que ha llegado a Europa. ¿Por qué se propaga tanto ahora? Ahora es muy rentable políticamente porque los modos de comunicación política han cambiado a través de redes sociales y plataformas informáticas. Es mucho más fácil llegar individualmente a todas esas personas que creen que sus países van a desaparecer y que su situación económica va a mejorar. Se les hacen mensajes muy sencillos sobre cosas complejas prometiendo cambios que no se pueden ejecutar porque hay restricciones económicas, compromisos internacionales, pero se les convence de que ellos van a estar por delante y la propia democracia no va a ser un obstáculo. Si es necesario mirar para otro lado, no practicarla, así se va a hacer. Ahora la nueva derecha radical es relativamente nueva porque practica esta forma de populismo. Otro componente es que se ha perdido el criterio de verdad. Aunque la nueva derecha radical intenta dar una respuesta a problemas sociales reales proyecta sobre sus potenciales votantes una visión de la realidad que no se corresponde con lo que realmente está pasando. Para convencer a ese votante que no está esperando que le cuenten la verdad, sino que reproduzca la visión de la realidad que él ya tiene y que deriva de su experiencia concreta: he visto a un inmigrante que roba, a otro que utiliza las redes sociales para comprarse un móvil... Es una manera de que las técnicas populistas tengan mucha aceptación social. ¿El conservadurismo está asociado a un componente de clase? El conservadurismo histórico tenía unos referentes sociales mucho más definidos y precisos que los que tiene ahora la marca política Partido Popular, que es la continuación en el tiempo de esa tradición. El conservadurismo siempre ha ido nadando a contracorriente. El cambio lo hacen los liberales, los progresistas, y el papel del conservadurismo ha sido frenar, refractar, limitar o gestionar de manera conservadora esos cambios. La filosofía conservadora no es democrática, no tiene esa visión del mundo. Para ellos la democracia es más un procedimiento de elegir los gobernantes que la pieza de un modelo de sociedad igualitaria. Pero la derecha es muy hábil para decir: ¿Cómo vamos ahora nosotros a recibir apoyo social suficiente para poder gobernar? Que es para lo que están aquí... y empieza a diversificarse su base social. Aunque el conservadurismo es propio de clases acomodadas, satisfechas, sin embargo hay un politólogo americano, David Sills, que explica muy bien que hay un conservadurismo temperamental que no depende de clases sociales que él llama el conservadurismo del pobre. Personas que ocupan una posición subalterna en la sociedad pero que saben defenderse dentro de ella, no quieren que cambie. Prefieren lo malo conocido a lo malo por conocer. Es una actitud ante la vida que tienen de manera natural muchas personas con independencia de su situación económica o laboral. El cambio lo hacen los progresistas y el papel del conservadurismo ha sido frenar El conservadurismo se alimenta mucho del tradicionalismo. Es un tradicionalismo transigente, adaptativo. Pero las personas que creen que las referencias fundamentales para afrontar la vida se las proporciona una tradición heredada también van a inclinarse por las formas políticas conservadoras. No es necesariamente una opción política de ricos, siempre ha habido esa diversidad de clases sociales. Ahora la diversificación es muchísimo mayor porque si tú quieres gobernar una democracia tienes que obtener votos entre los trabajadores. El conservadurismo se cimenta sobre valores morales pero después llega Margaret Thatcher con una política económica neoliberal... ¿Hay un cambio de planteamiento de esta doctrina política? Thatcher es una heterodoxa dentro del partido conservador. El conservadurismo después de la Segunda Guerra Mundial acepta el discurso de la socialdemocracia de que los estados gobiernen intentando extender la igualdad a todos los grupos sociales a través de las políticas de bienestar. Ella se enfrenta a esa línea tradicional del partido conservador y propone una actuación mucho más ideologizada y de confrontación con la izquierda. En vez de una ideología pasiva en donde la iniciativa la tienen los más progresistas y que lo único que se hace es gestionar esos avances en clave conservadora. Ella hace que la tradición conservadora deje de tener un perfil ideológico tan indefinido y poroso para afirmar sus valores y llevarlos a la vida pública, aunque a la izquierda no le guste. Ahí el conservadurismo empieza a ser algo que rompe con la tradición. Thatcher tiene muchos enemigos dentro del partido conservador. Deja de ser la premier británica porque su propio partido la echa, en desacuerdo con su gestión enérgica y de cierto componente autoritario. Todos los cambios que introduce Margaret Thatcher en la tradición conservadora británica me llevan a definirlo como un nuevo conservadurismo. Hay de nuevo varias cosas. Thatcher es una moralista, lo que quiere es inculcar de nuevo en el pueblo británico la moral victoriana, ciudadanos que con su esfuerzo personal, su entrega y su corrección moral salían adelante por sus propios medios. Una moral protestante. Desde su punto de vista nos hemos pervertido, estamos dejando que avancen los partidos de la izquierda que dinamitan la idea de la familia tradicional, que tienen una moral hedonista, que viven del estado y no ponen nada de su parte. El catedrático en su despacho de la Universidad de Cantabria El otro componente en el que ella es heterodoxa es en la concepción neoliberal de la economía. Los partidos conservadores nunca han tenido una política económica propia. Han sido pragmáticos, oscilaban entre el proteccionismo y la liberalización del mercado, según lo que convenía en cada momento. Thatcher trata de convertir el neoliberalismo en una pieza ideológica distintiva de los conservadores. Es otra forma de ideologización política que choca con lo que venían siendo hasta entonces. ¿Cómo volver a la moral del siglo XIX? Lo más importante es contener el gasto público, déficit cero regulando la moneda y reduciendo el gasto en el estado de bienestar y la presión impositiva: ahorro que va a la inversión. Por eso se le llama neoliberal, porque recupera la concepción ortodoxa del liberalismo que se había seguido en el siglo XIX. Ahí se unen conservadurismo moral y neoliberalismo económico que hasta entonces no habían formado parte del mismo matrimonio. Lo que hace Thatcher en Gran Bretaña y Reagan -poniendo menos peso en la rigidez ideológica- en Estados Unidos se llama la revolución conservadora. Transforma la tradición conservadora y deja huella. De ahí procede todo el discurso y el cambio de las nuevas derechas de ahora. De esa manera de manifestarse orgullosamente de derechas, de decir que la democracia es de derechas o de decir que cuando se interviene en los ingresos que los particulares consiguen con su esfuerzo y el estado les detrae una parte es un robo a la propiedad privada, es comunismo. ¿Qué relación existe entre el conservadurismo y la religión? Los conservadores han considerado siempre que el poder público tiene que colocar a la religión más extendida en una nación en un lugar muy destacado de la vida social. Pero por razones pragmáticas, porque es un elemento que cohesiona a la población y porque trasmite los valores morales que hace distinguir a los ciudadanos entre el bien y el mal y les aparta de tentaciones de transformación radical del orden establecido. La vivencia religiosa es una manera de aceptar el lugar que te ha tocado en la sociedad. Entonces hay uso instrumental de la religión, no es por razones teológicas. En España no se podía ser otra cosa que católico. Se le han dado privilegios desde el estado y se le siguen dando. Estos conservadores podían ser también creyentes. En el caso británico es la visión protestante del cristianismo. El protestantismo educa en que tu relación personal con dios es directa, ve lo que haces y tu manera de ganarte a dios es siendo una persona honrada y trabajadora. Eso disciplina a la población. Hay que volver a la moral decimonónica, dice Thatcher. ¿La educación sigue siendo un instrumento de control para los gobiernos? Eso es muy del mundo católico, permitir a las órdenes religiosas ocupar un lugar muy destacado en la educación pública aunque no sean de titularidad pública. No es propio del protestantismo, pero la Iglesia a través del púlpito, de su red de asociaciones, ha podido seguir formateando la visión del mundo de una buena parte de la sociedad. El caso extremo es el católico. ¿Cómo se relacionan conservadurismo y nacionalismo? ¿Hay un vínculo entre ellos? Sí. La nación nace como una cosa de las izquierdas y a medida que evoluciona se vuelve una cosa de las derechas. Nace revolucionaria y se vuelve conservadora. El concepto de nación tiene un significado político. ¿Qué es la nación? los habitantes de este país, el referente de legitimidad política que articula un procedimiento por el cual la nación elige a sus gobernantes. Pero la nación se va cargando poco a poco de ingredientes culturales y pasa a ser una comunidad que existe en el tiempo. Entonces se elaboran discursos que trasmiten que ellos son los integrantes de una comunidad histórico-cultural que existe hace mucho y que ha ido afirmando su cohesión y unidad para llegar a la época contemporánea. Este discurso de la nación histórica, que ha existido siempre, lo absorbe muy bien el lado conservador: que nunca ha habido otra cosa en la península ibérica. Si a eso le añades que a la construcción de la nación española que se hace en el siglo XIX contribuyen también liberales moderados es algo que pone al catolicismo como un elemento distintivo de la realidad nacional. Estás construyendo una tradición histórica que tiene una naturaleza fundamentalmente conservadora. El componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras En España, los conservadores del siglo XIX quisieron construir una nación de élites, para que colaborasen con el estado. Pero en Gran Bretaña el partido conservador sobrevive a la democracia porque hace suya la idea de imperio que es socialmente transversal: usted tiene que sentirse orgulloso porque estamos llevando su civilización por el mundo. La nación española no fue una nación triunfante pero se convierte en parte del imaginario tradicionalista español que se hereda. Y a ello se sienten apegadas todas las personas que tienen inclinaciones conservadoras. Hay que tener en cuenta que todas las naciones han ganado respaldo social cuando han sido agredidas por un enemigo exterior y ha habido que hacer una guerra o cuando es discutida dentro de su propio solar. La puesta en marcha del procés de Cataluña como rebote ha generado una reacción en el resto de España alineando a la sociedad de manera activa, decidida con la idea de España como nación. Que no puede admitir que haya otras identidades nacionales alternativas, y más cuando son separatistas. Porque están amputando la comunidad histórica y ha provocado una reacción nacionalista española que le ha venido muy bien a Vox. Mucha de la gente que se fue a Vox lo hizo porque el Gobierno de Mariano Rajoy optó por una larga negociación, contención bajo cuerda. No pudieron evitar que las cosas se desmadraran y para muchos conservadores no solo fue una táctica equivocada sino una traición y ahí estaba Vox, que habla de España sin avergonzarse del nombre y puestos a dar la batalla, a meter en la cárcel a los catalanes, a aplicar la ley con severidad. Por tanto, el componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras. Cómo se proyecta políticamente ya es cosa de cómo lo vea cada nación, como muy necesario para gobernar o como un recurso que no hay que agitar mucho y mantener controlado. El propio concepto de nación ya es de por sí objeto de disputa política. Una nación que es una invención, construida discursivamente porque el pasado no fue así. Es una nación que dice: hay un arte español y hay una cultura española. Lope de Vega no sabía que era español. Velázquez tampoco. Pero luego eso se construye para darle una unidad, una homogeneidad a eso que se quiere presentar como una cultura nacional. Los materiales del pasado se organizan de manera que hagan un discurso coherente de una España que empieza a existir con los Reyes Católicos, por lo menos en términos de unidad política, y a partir de ahí ya tenemos una cultura, una manera de ser español. Eso no se puede discutir y el que lo discute es un enemigo de la patria que está destruyendo España.

Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

El catedrático de la Universidad de Cantabria experto en conservadurismo considera que "a los españoles, en la escuela, dependiendo de si estamos en la pública o en la privada, se nos enseña una historia distinta de España" Entrevista - Markus Gabriel, filósofo: "La política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad" El historiador Fidel Gómez Ochoa es el responsable de que el franquismo y la transición se estudien en las escuelas de Cantabria. El fue quien introdujo estos nuevos contenidos en el temario del curso 2002-2003. Aunque sostiene que se está enseñando una historia distinta en las escuelas públicas y en las privadas. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, después de pasar por los campus de Oxford y Columbia, lleva más de tres décadas analizando el conservadurismo liberal español en el siglo XIX histórico, desde 1808 hasta 1923, en perspectiva y relación, también, con América Latina. En su trabajo disecciona las claves del auge de una nueva derecha radical -que en su opinión no es imitación de las anteriores- desde las raíces tradicionalistas del carlismo y analiza el fenómeno conservador a través de su relación con la democracia, el populismo y el nacionalismo. Gómez Ochoa considera que “la izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo” pero es un concepto en disputa que, algunos políticos como la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso reivindica como una libertad en negativo para que ningún poder público pueda obligar al ciudadano a restringir su libertad. Usted estudia el conservadurismo en la edad contemporánea. En un mundo que progresa tanto desde el punto de vista tecnológico y científico, ¿ser hoy conservador equivale a ser un reaccionario? En el campo de la derecha siempre ha habido moderados y radicales. A esa derecha radical, que presenta de manera muy acentuada los elementos ideológicos característicos del conservadurismo, se le ha llamado también reaccionaria. En el siglo XIX hablaríamos de los tradicionalistas intransigentes: los carlistas. Una vez que triunfa el estado liberal hay conservadores que aceptan el liberalismo. Sin embargo, a su derecha hay formaciones políticas que no son realmente conservadoras, aunque compartan muchas ideas, y que intentan destruir el estado liberal. En el siglo XX esa derecha conservadora sigue aceptando funcionar dentro de un régimen representativo y está identificada con un régimen constitucional. La otra derecha reaccionario-radical piensa que la derecha moderada no es capaz de hacer frente al gran desafío que entonces se plantea -que es la revolución socialista- y propone una forma autoritaria de gobierno. De la ruptura de la Segunda Guerra Mundial va a sobrevivir una derecha radical que es más o menos fascista. Con la misma dinámica: la moderadora funciona dentro del régimen democrático y las otras derechas quieren acabar con la democracia. Cae el muro de Berlín y la amenaza del comunismo se diluye. ¿Cómo se configura entonces el conservadurismo en el mundo occidental? Empieza a asomar una nueva derecha radical que es de la que estamos hablando ahora. Técnicamente la podríamos llamar reaccionaria, tiene elementos reaccionarios. Pero para mí todavía es un misterio si se puede decir así de manera precisa porque de entrada nunca ha dicho que vaya a destruir la democracia, que vaya a acabar con los derechos constitucionales que tienen reconocidos los españoles. Aparentemente no parece que vaya a destruir la democracia, por eso hay un debate muy abierto acerca de en qué medida es una continuación del fascismo o si es otro tipo de derecha distinto. Técnicamente, es la derecha reaccionaria porque sigue con el mismo discurso de que hay un socialismo rampante que permite que Europa como civilización se vaya al garete porque se está llenando de inmigrantes y los estados no tienen control sobre su economía que se está desnacionalizando. Han vuelto a sacar al debate público que hay comunismo. En España hay comunistas, comunismo no. Pero esa retórica de que estamos al borde de una destrucción, que hay una situación caótica y que contra eso hay que reaccionar está impregnando de elementos autoritarios a la democracia. Si esta derecha tiene componentes reaccionarios es porque es iliberal. La democracia en la que vivimos es liberal y la que parece que quieren construir es iliberal, con participación popular en la elección de los gobernantes pero restringiéndose -no sabemos si suprimiéndose- muchos de los derechos liberales que consideramos propios de una democracia sólida. Entonces, sí se puede decir que tiene también un componente reaccionario. No en el sentido de hacer lo que hicieron las otras derechas radicales: una volver al pasado y otra destruir la democracia, sin ocultarlo. ¿Y en el contexto actual? A veces puede parecer que la derecha moderada se está desnaturalizando porque está adoptando mucho del discurso de la derecha radical. Y a veces también puede parecer que en esta derecha radical -que sería una nueva, que no es imitación de las anteriores- hay un territorio compartido muy grande con la derecha moderada en ideas, en la visión de España. En la visión de la moral que debe regir la conducta individual que, a su juicio, no se tiene que poner en manos del estado. En la idea de que España es un país con larga historia y cultura y que un componente esencial es la religión católica, en enfrentarse a la izquierda. La ola de la historia, el momento, es a favor de que crezca la derecha radical y la derecha va a ir perdiendo votantes y está dudando en reafirmarse como una defensora de las democracias o adoptar parte del discurso de esa derecha radical para que no haya más sangría de votos. ¿Por qué los votantes prefieren esa opción radical? Es algo que viene de la que denominamos 'nueva historia política' que es dejar de entender la política como una mera proyección de la estructura económica. Los votantes no son solo propietarios, no son solo ricos, hay también clases populares que tienen inclinaciones conservadoras o comparten el miedo a que el orden que conocemos se vaya a destruir. En el conservadurismo hay que diferenciar el plano político del plano social. Es una especie de ley de la historia que cuando los simpatizantes que se inclinan en favor de los conservadores entienden que esos partidos no son capaces de conseguir el triunfo de la izquierda radical desplazan sus preferencias a otras opciones políticas que perciben más capaces -porque su discurso es mucho más firme- de neutralizar esos peligros. Su voto se radicaliza, aunque sus ideas quizá no. Eso es lo que está pasando ahora, que los votantes conservadores moderados encuentran más atractiva la oferta radical, que en España sería Vox, porque dice abiertamente: vamos a poner freno a la inmigración, vamos a a anular la memoria histórica. Es un movimiento antiglobalización: vamos a hacer que la economía esté más controlada por el estado. Hay propuestas que muchos ven como mejores fórmulas porque la derecha moderada les parece tibia, blanda, poco decidida, que cree poco en sus ideas. Están compitiendo por el mismo espacio, por los mismos votantes. ¿Es un fenómeno nuevo? No. Ha sido algo que ha pasado muchas veces en la historia. El partido moderado en la época de Isabel II satisface en líneas generales las expectativas de las clases conservadoras españolas -una suma de profesiones liberales, propietarios, antigua nobleza, artesanado...- hasta que deja de ser funcional y genera inestabilidad por no ser capaz de gobernar una crisis económica. El partido conservador de la época de la Restauración se encuentra con la sacudida que la Primera Guerra Mundial causa en el orden liberal que había venido funcionando bastante bien. Hay un desafío por parte de la Revolución rusa y parece que va a tener lugar en todos los países. La economía solo se puede reconstruir con una organización de la actividad económica con fuerte intervención del estado y todos los sectores que temen perder sus propiedades o su estatus social por el triunfo de la revolución adoptan una querencia mayor por todo tipo de soluciones autoritarias que empiezan a florecer como los champiñones en primavera. Han estado ahí, vivas, pero sin tener apoyo suficiente. De repente lo reciben y acaba en la Guerra Civil. Pasa cuando no hay una derecha dentro del sistema que pueda satisfacer los intereses de las clases conservadoras. Falange pasó de la noche a la mañana de tener unos pocos miles de militantes a tener cientos de miles porque piensan que, aunque no les guste mucho, es la única solución que va a evitar que la República avance por una serie de líneas muy profundas que a ellos les va a hacer perder el estatus que tienen en favor de trabajadores, empleados por cuenta ajena. O que se siga arrinconando a la Iglesia de la vida pública cuando es necesaria porque mantiene a la población disciplinada. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella Da la sensación de la historia se repite, de que está describiendo el contexto actual. No. La historia nunca se repite porque las circunstancias no pueden ser las mismas. Puede haber paralelismos entre determinados periodos históricos y es cierto que hay un paralelismo muy grande entre lo que vivimos actualmente y el periodo entre guerras. En la tentación de verlo como una época de la historia que nos suena que parece ya vivida, es muy grande. Desde mi punto de vista, esta derecha radical de hoy en día no es fascista. La de entonces adaptó la estética, el lenguaje, vieron como una bendición a Mussolini. España celebra ahora los 50 años de muerte de Franco ¿Qué valoración hace usted como historiador del proceso de la transición, cuando hay un relevante porcentaje de jóvenes que no ve con malos ojos la dictadura? Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho. Lo que hacen es valorar si merece la pena mantenerlo como está o ante los problemas que hay ir por otra vía. El joven es más abierto al cambio. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella. Son experiencias de otra generación. Si se sienten identificados con esta cultura del miedo, de que España se está llenando de inmigrantes, de que estamos siendo gobernados desde fuera por una serie de instituciones como la Unión Europea, si no pueden emanciparse... es el cóctel perfecto para que no le den mucho valor a vivir en una democracia que es cada vez menos social. Aunque no se identifiquen con el mensaje de Vox -y lo dice mucha gente- les parece que son los únicos que están dispuestos a hacer lo que hace falta. Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho No hay democracia que pueda funcionar si en ella las personas de derechas no ocupan una posición con la que se sientan cómodas y satisfechas. La democracia es una bicicleta de dos ruedas, la de delante acelera y la de detrás es la que frena. La transición se hace con mucha inteligencia política haciendo de la necesidad virtud. Hay un pacto para que las personas que han vivido cómodas durante el franquismo -y que van a ser el nicho fundamental de lo que va a ser un partido conservador- acepten la democracia. Y no la van a aceptar si se depuran responsabilidades. La experiencia histórica española determina mucho que esa derecha de la democracia tenga que ser en muy buena medida heredera del franquismo. El franquismo ha sobrevivido a la democracia. Ahora, se hace una recuperación de la memoria histórica que quedó más o menos tapada u oculta, como hizo Francia o Alemania, porque esto no es un problema solo español. Pero la política de memoria histórica que está llevando a cabo Pedro Sánchez tiene un componente ideológico que lanza una cierta desautorización a una parte de la sociedad española que no es capaz de condenar la Guerra Civil. Siempre va a ser un asunto muy difícil de manejar en la vida pública española. Por otro lado, nunca ha habido un régimen político que sea distintivo de los conservadores, viven en repúblicas, viven en monarquías más o menos democráticas... La actual derecha española apela y reivindica frecuentemente el concepto de libertad. ¿Qué relación ha tenido con el conservadurismo hasta ahora? ¿Era un término que causaba cierta alergia política desde el lado conservador? Yo analizo el presente con la deformación profesional de ser historiador. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo. Pero históricamente hasta los carlistas tenían una idea de la libertad. Siempre ha habido una discusión por apropiarse del término. Es una discusión que viene de Roma, la idea de que la libertad es para hacer y para poder tomar parte en la vida pública, para elegir a quien gobierna. La concepción clásica de la libertad, la libertad activa. Pero la idea moderna que traen los liberales es la libertad negativa, la de que no haya ningún poder que a mi me pueda obligar a hacer esta cosa o la otra. Esa idea de la libertad, como la de no ser objeto de dominio despótico por ningún poder establecido, atraviesa toda la tradición liberal, el siglo XIX y el siglo XX. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo Esta es la noción de libertad que está manejando ahora Isabel Díaz Ayuso: la de moverse libremente por el espacio público, abrir negocios sin que un estado me diga lo que tengo que hacer. Durante la pandemia este discurso fue comprado por mucha gente porque hay un estado que me obliga a no salir de casa, a vacunarme porque existe el principio del interés general. No es que Ayuso se haya apropiado del concepto de libertad, es que está discutiendo con los que tienen otro concepto de libertad por lo que sería el modo genuino de entenderla. Yo puedo querer la libertad para elegir a quien me gobierna, pero esto es una libertad para que ningún poder público me pueda obligar a mí. Es lo que decían los carlistas: la libertad es que a mí no me tengan que obligar a vivir como los liberales están estableciendo que debe hacerse dentro del nuevo estado. A mí que me dejen vivir como siempre he vivido, esa es su idea de libertad. Y su idea de la democracia es que ellos disponen de leyes propias que son la expresión de la voluntad de las personas que viven en este territorio. La voluntad popular llevada a la organización de la vida pública. Siempre ha habido varias ideas de democracia y varias ideas de libertad y siempre ha habido competencia entre ellas. Solo que en el siglo XX se ha impuesto lo que podemos llamar la concepción republicana de la libertad, que es la de tomar parte en el espacio público, poder participar en la elaboración de las leyes, poder ser un representante con independencia de la condición social de origen, poder ser un padre de la patria. No es tanto la libertad civil como la libertad política. La tradición británica, por ejemplo, viene a decir: lo que a mí me da libertad es que no se metan en mi vida privada ni en mis actividades económicas. ¿Está teniendo éxito la derecha española en imponer este concepto de libertad civil? Lo que está haciendo Ayuso es políticamente muy inteligente, es un animal político. Aunque ella no sea una intelectual -que no lo es ningún político- su discurso maneja muy bien todo este bagaje de filósofos políticos que cuestionaron que la democracia tuviese que ser socialista. Por ejemplo, [Friedrich] Hayek -decía Esperanza Aguirre que era su autor de cabecera- es quien dice esto. La libertad es no verse obligado por un poder público a restringir las libertades porque se vuelve totalitario en lo político y comunista en lo económico. Viola la noción básica de lo que es la libertad para los conservadores, pero para los socialdemócratas no. ¿Conservadurismo y populismo tienen puntos en común? No. El populismo es un fenómeno político del siglo XX, cuando se incorporan las masas a la vida pública y hay más maneras de plantear qué papel tienen que tener. El populismo es una manera de hacer política, no es una ideología. Entiende que las necesidades de las clases populares tienen que ponerse en primer plano y satisfacerlas. No puede esperar en el tiempo a que se cumplan procedimientos administrativos para que una medida se convierta en ley, son urgencias que hay que conseguir incluso ignorando la legalidad vigente con un discurso dirigido al pueblo por medio del cual se consigue su favor. Eso ha sido compatible con proyectos ideológicos de izquierda y de derecha. Maduro es un populista, lo fue Chávez. Populismo de izquierdas es lo que ha practicado en Argentina el peronismo,. Lo que hizo Correa en Ecuador. Es un fenómeno muy latinoamericano, una especie de perversión de la democracia que ha llegado a Europa. ¿Por qué se propaga tanto ahora? Ahora es muy rentable políticamente porque los modos de comunicación política han cambiado a través de redes sociales y plataformas informáticas. Es mucho más fácil llegar individualmente a todas esas personas que creen que sus países van a desaparecer y que su situación económica va a mejorar. Se les hacen mensajes muy sencillos sobre cosas complejas prometiendo cambios que no se pueden ejecutar porque hay restricciones económicas, compromisos internacionales, pero se les convence de que ellos van a estar por delante y la propia democracia no va a ser un obstáculo. Si es necesario mirar para otro lado, no practicarla, así se va a hacer. Ahora la nueva derecha radical es relativamente nueva porque practica esta forma de populismo. Otro componente es que se ha perdido el criterio de verdad. Aunque la nueva derecha radical intenta dar una respuesta a problemas sociales reales proyecta sobre sus potenciales votantes una visión de la realidad que no se corresponde con lo que realmente está pasando. Para convencer a ese votante que no está esperando que le cuenten la verdad, sino que reproduzca la visión de la realidad que él ya tiene y que deriva de su experiencia concreta: he visto a un inmigrante que roba, a otro que utiliza las redes sociales para comprarse un móvil... Es una manera de que las técnicas populistas tengan mucha aceptación social. ¿El conservadurismo está asociado a un componente de clase? El conservadurismo histórico tenía unos referentes sociales mucho más definidos y precisos que los que tiene ahora la marca política Partido Popular, que es la continuación en el tiempo de esa tradición. El conservadurismo siempre ha ido nadando a contracorriente. El cambio lo hacen los liberales, los progresistas, y el papel del conservadurismo ha sido frenar, refractar, limitar o gestionar de manera conservadora esos cambios. La filosofía conservadora no es democrática, no tiene esa visión del mundo. Para ellos la democracia es más un procedimiento de elegir los gobernantes que la pieza de un modelo de sociedad igualitaria. Pero la derecha es muy hábil para decir: ¿Cómo vamos ahora nosotros a recibir apoyo social suficiente para poder gobernar? Que es para lo que están aquí... y empieza a diversificarse su base social. Aunque el conservadurismo es propio de clases acomodadas, satisfechas, sin embargo hay un politólogo americano, David Sills, que explica muy bien que hay un conservadurismo temperamental que no depende de clases sociales que él llama el conservadurismo del pobre. Personas que ocupan una posición subalterna en la sociedad pero que saben defenderse dentro de ella, no quieren que cambie. Prefieren lo malo conocido a lo malo por conocer. Es una actitud ante la vida que tienen de manera natural muchas personas con independencia de su situación económica o laboral. El cambio lo hacen los progresistas y el papel del conservadurismo ha sido frenar El conservadurismo se alimenta mucho del tradicionalismo. Es un tradicionalismo transigente, adaptativo. Pero las personas que creen que las referencias fundamentales para afrontar la vida se las proporciona una tradición heredada también van a inclinarse por las formas políticas conservadoras. No es necesariamente una opción política de ricos, siempre ha habido esa diversidad de clases sociales. Ahora la diversificación es muchísimo mayor porque si tú quieres gobernar una democracia tienes que obtener votos entre los trabajadores. El conservadurismo se cimenta sobre valores morales pero después llega Margaret Thatcher con una política económica neoliberal... ¿Hay un cambio de planteamiento de esta doctrina política? Thatcher es una heterodoxa dentro del partido conservador. El conservadurismo después de la Segunda Guerra Mundial acepta el discurso de la socialdemocracia de que los estados gobiernen intentando extender la igualdad a todos los grupos sociales a través de las políticas de bienestar. Ella se enfrenta a esa línea tradicional del partido conservador y propone una actuación mucho más ideologizada y de confrontación con la izquierda. En vez de una ideología pasiva en donde la iniciativa la tienen los más progresistas y que lo único que se hace es gestionar esos avances en clave conservadora. Ella hace que la tradición conservadora deje de tener un perfil ideológico tan indefinido y poroso para afirmar sus valores y llevarlos a la vida pública, aunque a la izquierda no le guste. Ahí el conservadurismo empieza a ser algo que rompe con la tradición. Thatcher tiene muchos enemigos dentro del partido conservador. Deja de ser la premier británica porque su propio partido la echa, en desacuerdo con su gestión enérgica y de cierto componente autoritario. Todos los cambios que introduce Margaret Thatcher en la tradición conservadora británica me llevan a definirlo como un nuevo conservadurismo. Hay de nuevo varias cosas. Thatcher es una moralista, lo que quiere es inculcar de nuevo en el pueblo británico la moral victoriana, ciudadanos que con su esfuerzo personal, su entrega y su corrección moral salían adelante por sus propios medios. Una moral protestante. Desde su punto de vista nos hemos pervertido, estamos dejando que avancen los partidos de la izquierda que dinamitan la idea de la familia tradicional, que tienen una moral hedonista, que viven del estado y no ponen nada de su parte. El catedrático en su despacho de la Universidad de Cantabria El otro componente en el que ella es heterodoxa es en la concepción neoliberal de la economía. Los partidos conservadores nunca han tenido una política económica propia. Han sido pragmáticos, oscilaban entre el proteccionismo y la liberalización del mercado, según lo que convenía en cada momento. Thatcher trata de convertir el neoliberalismo en una pieza ideológica distintiva de los conservadores. Es otra forma de ideologización política que choca con lo que venían siendo hasta entonces. ¿Cómo volver a la moral del siglo XIX? Lo más importante es contener el gasto público, déficit cero regulando la moneda y reduciendo el gasto en el estado de bienestar y la presión impositiva: ahorro que va a la inversión. Por eso se le llama neoliberal, porque recupera la concepción ortodoxa del liberalismo que se había seguido en el siglo XIX. Ahí se unen conservadurismo moral y neoliberalismo económico que hasta entonces no habían formado parte del mismo matrimonio. Lo que hace Thatcher en Gran Bretaña y Reagan -poniendo menos peso en la rigidez ideológica- en Estados Unidos se llama la revolución conservadora. Transforma la tradición conservadora y deja huella. De ahí procede todo el discurso y el cambio de las nuevas derechas de ahora. De esa manera de manifestarse orgullosamente de derechas, de decir que la democracia es de derechas o de decir que cuando se interviene en los ingresos que los particulares consiguen con su esfuerzo y el estado les detrae una parte es un robo a la propiedad privada, es comunismo. ¿Qué relación existe entre el conservadurismo y la religión? Los conservadores han considerado siempre que el poder público tiene que colocar a la religión más extendida en una nación en un lugar muy destacado de la vida social. Pero por razones pragmáticas, porque es un elemento que cohesiona a la población y porque trasmite los valores morales que hace distinguir a los ciudadanos entre el bien y el mal y les aparta de tentaciones de transformación radical del orden establecido. La vivencia religiosa es una manera de aceptar el lugar que te ha tocado en la sociedad. Entonces hay uso instrumental de la religión, no es por razones teológicas. En España no se podía ser otra cosa que católico. Se le han dado privilegios desde el estado y se le siguen dando. Estos conservadores podían ser también creyentes. En el caso británico es la visión protestante del cristianismo. El protestantismo educa en que tu relación personal con dios es directa, ve lo que haces y tu manera de ganarte a dios es siendo una persona honrada y trabajadora. Eso disciplina a la población. Hay que volver a la moral decimonónica, dice Thatcher. ¿La educación sigue siendo un instrumento de control para los gobiernos? Eso es muy del mundo católico, permitir a las órdenes religiosas ocupar un lugar muy destacado en la educación pública aunque no sean de titularidad pública. No es propio del protestantismo, pero la Iglesia a través del púlpito, de su red de asociaciones, ha podido seguir formateando la visión del mundo de una buena parte de la sociedad. El caso extremo es el católico. ¿Cómo se relacionan conservadurismo y nacionalismo? ¿Hay un vínculo entre ellos? Sí. La nación nace como una cosa de las izquierdas y a medida que evoluciona se vuelve una cosa de las derechas. Nace revolucionaria y se vuelve conservadora. El concepto de nación tiene un significado político. ¿Qué es la nación? los habitantes de este país, el referente de legitimidad política que articula un procedimiento por el cual la nación elige a sus gobernantes. Pero la nación se va cargando poco a poco de ingredientes culturales y pasa a ser una comunidad que existe en el tiempo. Entonces se elaboran discursos que trasmiten que ellos son los integrantes de una comunidad histórico-cultural que existe hace mucho y que ha ido afirmando su cohesión y unidad para llegar a la época contemporánea. Este discurso de la nación histórica, que ha existido siempre, lo absorbe muy bien el lado conservador: que nunca ha habido otra cosa en la península ibérica. Si a eso le añades que a la construcción de la nación española que se hace en el siglo XIX contribuyen también liberales moderados es algo que pone al catolicismo como un elemento distintivo de la realidad nacional. Estás construyendo una tradición histórica que tiene una naturaleza fundamentalmente conservadora. El componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras En España, los conservadores del siglo XIX quisieron construir una nación de élites, para que colaborasen con el estado. Pero en Gran Bretaña el partido conservador sobrevive a la democracia porque hace suya la idea de imperio que es socialmente transversal: usted tiene que sentirse orgulloso porque estamos llevando su civilización por el mundo. La nación española no fue una nación triunfante pero se convierte en parte del imaginario tradicionalista español que se hereda. Y a ello se sienten apegadas todas las personas que tienen inclinaciones conservadoras. Hay que tener en cuenta que todas las naciones han ganado respaldo social cuando han sido agredidas por un enemigo exterior y ha habido que hacer una guerra o cuando es discutida dentro de su propio solar. La puesta en marcha del procés de Cataluña como rebote ha generado una reacción en el resto de España alineando a la sociedad de manera activa, decidida con la idea de España como nación. Que no puede admitir que haya otras identidades nacionales alternativas, y más cuando son separatistas. Porque están amputando la comunidad histórica y ha provocado una reacción nacionalista española que le ha venido muy bien a Vox. Mucha de la gente que se fue a Vox lo hizo porque el Gobierno de Mariano Rajoy optó por una larga negociación, contención bajo cuerda. No pudieron evitar que las cosas se desmadraran y para muchos conservadores no solo fue una táctica equivocada sino una traición y ahí estaba Vox, que habla de España sin avergonzarse del nombre y puestos a dar la batalla, a meter en la cárcel a los catalanes, a aplicar la ley con severidad. Por tanto, el componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras. Cómo se proyecta políticamente ya es cosa de cómo lo vea cada nación, como muy necesario para gobernar o como un recurso que no hay que agitar mucho y mantener controlado. El propio concepto de nación ya es de por sí objeto de disputa política. Una nación que es una invención, construida discursivamente porque el pasado no fue así. Es una nación que dice: hay un arte español y hay una cultura española. Lope de Vega no sabía que era español. Velázquez tampoco. Pero luego eso se construye para darle una unidad, una homogeneidad a eso que se quiere presentar como una cultura nacional. Los materiales del pasado se organizan de manera que hagan un discurso coherente de una España que empieza a existir con los Reyes Católicos, por lo menos en términos de unidad política, y a partir de ahí ya tenemos una cultura, una manera de ser español. Eso no se puede discutir y el que lo discute es un enemigo de la patria que está destruyendo España.

"Tengo cuarenta años y me veo incapaz de tomar una decisión": la vida del ‘hombre cualquiera’ de Giovanni Arpino

"Tengo cuarenta años y me veo incapaz de tomar una decisión": la vida del ‘hombre cualquiera’ de Giovanni Arpino

Publicado por primera vez en 1959, este pequeño clásico italiano pone sobre la mesa la insatisfacción vital crónica y el miedo al cambio Los mejores libros del siglo XXI, elegidos por 21 librerías españolas Hoy, esta situación sería difícil de concebir: un hombre que se enamorisca de una joven desconocida con la que coincide en la estación del tranvía . Para más inri, se trata de una novicia . Él, Antonio, pertenece a la gris clase media: cuarenta años, un empleo decente en una oficina, una novia con la que se ve por las tardes, coqueteos intrascendentes con una compañera de trabajo. Un tipo ni brillante ni atractivo, que se conforma –ahí está la clave: conformismo– con una existencia sin sobresaltos, que, sin embargo, lo sume en la insatisfacción crónica. “Soy un cobarde”, se dice. Cobarde por no atreverse a cambiar. La irrupción de la novicia en su día a día aporta un estímulo, que en un principio es más idílico que real: pensar en ella, dedicar tiempo a imaginar cómo es, qué podría ocurrir, qué le diría, va ocupando una parte de sus horas, de sus pensamientos. En la actualidad, los Antonios (y las Antonias) de la vida real no se enamorarían en la parada del tranvía porque tendrían la mirada clavada en el móvil, pero esa idealización de la desconocida podrían llevarla a cabo, justamente, en alguien a quien observan a través del cristal, de los filtros de una imagen compartida. Cambian las circunstancias, pero no la esencia. De ahí que Un hombre cualquiera (1959; Gatopardo, 2024, trad. Mariana Ribot), una novela de Giovanni Arpino (Pola, Istria, 1927-Turín, 1987) inédita hasta la fecha en castellano, tenga todavía, más de sesenta años después, mucho que expresar sobre la naturaleza humana y su búsqueda, tan a menudo infructuosa o mal canalizada, de algo parecido a la dicha, a la chispa que enciende el motor de estar vivos. Escrita en forma de diario, con esa escritura limpia de artificios que solo se consigue con mucho oficio, la peripecia del narrador se va revelando al lector al mismo tiempo que la vive, en menos de un mes, de diciembre a enero. No es casual que la historia se desarrolle en el trascurso de un año a otro: la cultura tiñe este cambio como la oportunidad de realizar una transformación personal. Antonio Muñoz Molina , autor del prólogo, relaciona al protagonista con el Bernardo Soares de Pessoa , el Bartleby de Melville, el Leopold Bloom de Joyce o los personajes de Kafka , hombres “sin heroísmo ni tragedia […], de esos que parece que aspiran a la invisibilidad”. Con la palabra expresan un deseo de algo distinto, pero con los hechos, que definen a la postre lo que somos, permanecen atados a las cadenas de su elección. Antonio ha elegido, de manera deliberada, no comprometerse. Carece de aspiraciones laborales, posterga el matrimonio, y con él la posibilidad de tener hijos, el flirteo con la compañera nunca cruza ciertos límites. Vive solo, hace la misma ruta a diario, ve a la misma gente. Sobrevive en esa rutina desapacible y autoimpuesta, incapaz de experimentar nada con plenitud. Ha renunciado al riesgo, a las responsabilidades, y con ello a la posibilidad de sorprenderse, de la alegría. Como un Peter Pan contemporáneo , solo que a Antonio esta adolescencia congelada ni siquiera le divierte ya. El punto de inflexión convertido en torbellino de emociones Cruzarse con la monja (esto es, con la novedad , con la posibilidad de algo nuevo) es el punto de inflexión. Podría haber sido otro individuo, pero la identidad religiosa añade un matiz específico –la curiosidad por lo velado, la adrenalina por lo prohibido– a la ecuación. En un principio, se trata de una divagación segura, por cuanto se limita al divagar de la mente del protagonista, sin consecuencias prácticas. No obstante, resulta que ese juego es compartido por ella, que responde a las miradas, los gestos. Al final, hablan por fin, un paso que desencadena un torbellino de emociones en Antonio. La mística de relacionarse con un desconocido, hoy amplificada por el efecto de las redes, esconde muchos conflictos: la incógnita de quién es el otro en realidad, cuánto miente, cuánto oculta; y, a la vez, qué lado de nosotros elegimos mostrar y cuál silenciar. Esta oportunidad de comenzar de cero con alguien que no ha conocido nuestras versiones anteriores –esto es, nuestra mediocridad, nuestros errores, nuestro entorno– resulta tentadora, un pacto faustiano con el que se intenta mantener un estado de estreno perpetuo. El escritor Giovanni Arpino, autor de 'Un hombre cualquiera' Como en las relaciones cibernéticas, Antonio y la novicia establecen un intercambio que se sustenta en el verbo, es decir, en lo que se cuentan –con ese largo diálogo central que es casi un monólogo de ella–, en las palabras (los constructos mentales) por delante de la acción, de la realidad. La novela muestra cómo una sola conversación, cuando se alimenta con cierta dosis de fantasía, puede alterar por completo la vida de alguien y la de quienes lo rodean. La respuesta de la monja es sorprendente, y el protagonista, tan aferrado hasta entonces a lo suyo, pierde el control de los acontecimientos. De la fantasía a la realidad Abrirse al cambio le trae picos de intensidad; ahora bien, ¿hasta qué punto se puede dejar todo atrás? O quizá sería más pertinente preguntarse hasta qué punto es deseable convertir la fantasía, una fantasía sin base alguna, en realidad. Subir una escalera permite contemplar nuevas vistas, pero existe el riesgo de trastabillar, de caerse antes de alcanzar la cima o de llegar a esta magullado. En la vida siempre es así, vivir –y no solo existir – implica asumir riesgos. Giovanni Arpino, autor de una veintena de novelas y libros de relatos, firma la historia de una búsqueda existencial, del cruce de dos solitarios en el Turín espectral de los años cincuenta, ciudad-espejo del aletargamiento del protagonista. Un libro breve e incisivo que, en contra de los tópicos amorosos, invita a preguntarse si dos soledades encontradas se anulan mutuamente o si, por el contrario, se amplifican. Bajo su sencillez aparente, por la escritura despojada y la linealidad del relato, el autor, que a lo largo de su carrera recibió premios como el Strega o el Campiello, señala en Un hombre cualquiera ciertas contradicciones inherentes al ser humano que todavía hoy resultan clarividentes en su diagnóstico de lo que sucede cuando nos atrevemos a romper “esa maldita prudencia que nos hace tropezar a cada paso”.

Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

Fidel Gómez Ochoa, historiador: "El franquismo ha sobrevivido a la democracia"

El catedrático de la Universidad de Cantabria experto en conservadurismo considera que "a los españoles, en la escuela, dependiendo de si estamos en la pública o en la privada, se nos enseña una historia distinta de España" Entrevista - Markus Gabriel, filósofo: "La política no tiene el poder de hacer mejor a la humanidad" El historiador Fidel Gómez Ochoa es el responsable de que el franquismo y la transición se estudien en las escuelas de Cantabria. El fue quien introdujo estos nuevos contenidos en el temario del curso 2002-2003. Aunque sostiene que se está enseñando una historia distinta en las escuelas públicas y en las privadas. Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, después de pasar por los campus de Oxford y Columbia, lleva más de tres décadas analizando el conservadurismo liberal español en el siglo XIX histórico, desde 1808 hasta 1923, en perspectiva y relación, también, con América Latina. En su trabajo disecciona las claves del auge de una nueva derecha radical -que en su opinión no es imitación de las anteriores- desde las raíces tradicionalistas del carlismo y analiza el fenómeno conservador a través de su relación con la democracia, el populismo y el nacionalismo. Gómez Ochoa considera que “la izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo” pero es un concepto en disputa que, algunos políticos como la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso reivindica como una libertad en negativo para que ningún poder público pueda obligar al ciudadano a restringir su libertad. Usted estudia el conservadurismo en la edad contemporánea. En un mundo que progresa tanto desde el punto de vista tecnológico y científico, ¿ser hoy conservador equivale a ser un reaccionario? En el campo de la derecha siempre ha habido moderados y radicales. A esa derecha radical, que presenta de manera muy acentuada los elementos ideológicos característicos del conservadurismo, se le ha llamado también reaccionaria. En el siglo XIX hablaríamos de los tradicionalistas intransigentes: los carlistas. Una vez que triunfa el estado liberal hay conservadores que aceptan el liberalismo. Sin embargo, a su derecha hay formaciones políticas que no son realmente conservadoras, aunque compartan muchas ideas, y que intentan destruir el estado liberal. En el siglo XX esa derecha conservadora sigue aceptando funcionar dentro de un régimen representativo y está identificada con un régimen constitucional. La otra derecha reaccionario-radical piensa que la derecha moderada no es capaz de hacer frente al gran desafío que entonces se plantea -que es la revolución socialista- y propone una forma autoritaria de gobierno. De la ruptura de la Segunda Guerra Mundial va a sobrevivir una derecha radical que es más o menos fascista. Con la misma dinámica: la moderadora funciona dentro del régimen democrático y las otras derechas quieren acabar con la democracia. Cae el muro de Berlín y la amenaza del comunismo se diluye. ¿Cómo se configura entonces el conservadurismo en el mundo occidental? Empieza a asomar una nueva derecha radical que es de la que estamos hablando ahora. Técnicamente la podríamos llamar reaccionaria, tiene elementos reaccionarios. Pero para mí todavía es un misterio si se puede decir así de manera precisa porque de entrada nunca ha dicho que vaya a destruir la democracia, que vaya a acabar con los derechos constitucionales que tienen reconocidos los españoles. Aparentemente no parece que vaya a destruir la democracia, por eso hay un debate muy abierto acerca de en qué medida es una continuación del fascismo o si es otro tipo de derecha distinto. Técnicamente, es la derecha reaccionaria porque sigue con el mismo discurso de que hay un socialismo rampante que permite que Europa como civilización se vaya al garete porque se está llenando de inmigrantes y los estados no tienen control sobre su economía que se está desnacionalizando. Han vuelto a sacar al debate público que hay comunismo. En España hay comunistas, comunismo no. Pero esa retórica de que estamos al borde de una destrucción, que hay una situación caótica y que contra eso hay que reaccionar está impregnando de elementos autoritarios a la democracia. Si esta derecha tiene componentes reaccionarios es porque es iliberal. La democracia en la que vivimos es liberal y la que parece que quieren construir es iliberal, con participación popular en la elección de los gobernantes pero restringiéndose -no sabemos si suprimiéndose- muchos de los derechos liberales que consideramos propios de una democracia sólida. Entonces, sí se puede decir que tiene también un componente reaccionario. No en el sentido de hacer lo que hicieron las otras derechas radicales: una volver al pasado y otra destruir la democracia, sin ocultarlo. ¿Y en el contexto actual? A veces puede parecer que la derecha moderada se está desnaturalizando porque está adoptando mucho del discurso de la derecha radical. Y a veces también puede parecer que en esta derecha radical -que sería una nueva, que no es imitación de las anteriores- hay un territorio compartido muy grande con la derecha moderada en ideas, en la visión de España. En la visión de la moral que debe regir la conducta individual que, a su juicio, no se tiene que poner en manos del estado. En la idea de que España es un país con larga historia y cultura y que un componente esencial es la religión católica, en enfrentarse a la izquierda. La ola de la historia, el momento, es a favor de que crezca la derecha radical y la derecha va a ir perdiendo votantes y está dudando en reafirmarse como una defensora de las democracias o adoptar parte del discurso de esa derecha radical para que no haya más sangría de votos. ¿Por qué los votantes prefieren esa opción radical? Es algo que viene de la que denominamos 'nueva historia política' que es dejar de entender la política como una mera proyección de la estructura económica. Los votantes no son solo propietarios, no son solo ricos, hay también clases populares que tienen inclinaciones conservadoras o comparten el miedo a que el orden que conocemos se vaya a destruir. En el conservadurismo hay que diferenciar el plano político del plano social. Es una especie de ley de la historia que cuando los simpatizantes que se inclinan en favor de los conservadores entienden que esos partidos no son capaces de conseguir el triunfo de la izquierda radical desplazan sus preferencias a otras opciones políticas que perciben más capaces -porque su discurso es mucho más firme- de neutralizar esos peligros. Su voto se radicaliza, aunque sus ideas quizá no. Eso es lo que está pasando ahora, que los votantes conservadores moderados encuentran más atractiva la oferta radical, que en España sería Vox, porque dice abiertamente: vamos a poner freno a la inmigración, vamos a a anular la memoria histórica. Es un movimiento antiglobalización: vamos a hacer que la economía esté más controlada por el estado. Hay propuestas que muchos ven como mejores fórmulas porque la derecha moderada les parece tibia, blanda, poco decidida, que cree poco en sus ideas. Están compitiendo por el mismo espacio, por los mismos votantes. ¿Es un fenómeno nuevo? No. Ha sido algo que ha pasado muchas veces en la historia. El partido moderado en la época de Isabel II satisface en líneas generales las expectativas de las clases conservadoras españolas -una suma de profesiones liberales, propietarios, antigua nobleza, artesanado...- hasta que deja de ser funcional y genera inestabilidad por no ser capaz de gobernar una crisis económica. El partido conservador de la época de la Restauración se encuentra con la sacudida que la Primera Guerra Mundial causa en el orden liberal que había venido funcionando bastante bien. Hay un desafío por parte de la Revolución rusa y parece que va a tener lugar en todos los países. La economía solo se puede reconstruir con una organización de la actividad económica con fuerte intervención del estado y todos los sectores que temen perder sus propiedades o su estatus social por el triunfo de la revolución adoptan una querencia mayor por todo tipo de soluciones autoritarias que empiezan a florecer como los champiñones en primavera. Han estado ahí, vivas, pero sin tener apoyo suficiente. De repente lo reciben y acaba en la Guerra Civil. Pasa cuando no hay una derecha dentro del sistema que pueda satisfacer los intereses de las clases conservadoras. Falange pasó de la noche a la mañana de tener unos pocos miles de militantes a tener cientos de miles porque piensan que, aunque no les guste mucho, es la única solución que va a evitar que la República avance por una serie de líneas muy profundas que a ellos les va a hacer perder el estatus que tienen en favor de trabajadores, empleados por cuenta ajena. O que se siga arrinconando a la Iglesia de la vida pública cuando es necesaria porque mantiene a la población disciplinada. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella Da la sensación de la historia se repite, de que está describiendo el contexto actual. No. La historia nunca se repite porque las circunstancias no pueden ser las mismas. Puede haber paralelismos entre determinados periodos históricos y es cierto que hay un paralelismo muy grande entre lo que vivimos actualmente y el periodo entre guerras. En la tentación de verlo como una época de la historia que nos suena que parece ya vivida, es muy grande. Desde mi punto de vista, esta derecha radical de hoy en día no es fascista. La de entonces adaptó la estética, el lenguaje, vieron como una bendición a Mussolini. España celebra ahora los 50 años de muerte de Franco ¿Qué valoración hace usted como historiador del proceso de la transición, cuando hay un relevante porcentaje de jóvenes que no ve con malos ojos la dictadura? Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho. Lo que hacen es valorar si merece la pena mantenerlo como está o ante los problemas que hay ir por otra vía. El joven es más abierto al cambio. Muchos jóvenes son hoy insensatamente partidarios de una dictadura que no saben muy bien cómo fue, ni vivieron en ella, ni tuvieron que acabar con ella. Son experiencias de otra generación. Si se sienten identificados con esta cultura del miedo, de que España se está llenando de inmigrantes, de que estamos siendo gobernados desde fuera por una serie de instituciones como la Unión Europea, si no pueden emanciparse... es el cóctel perfecto para que no le den mucho valor a vivir en una democracia que es cada vez menos social. Aunque no se identifiquen con el mensaje de Vox -y lo dice mucha gente- les parece que son los únicos que están dispuestos a hacer lo que hace falta. Todas las generaciones jóvenes han cuestionado el mundo que les han dado sus padres. Hoy la rebeldía es de extrema derecha. Ellos no habían nacido cuando llegó la democracia, todo lo han recibido hecho No hay democracia que pueda funcionar si en ella las personas de derechas no ocupan una posición con la que se sientan cómodas y satisfechas. La democracia es una bicicleta de dos ruedas, la de delante acelera y la de detrás es la que frena. La transición se hace con mucha inteligencia política haciendo de la necesidad virtud. Hay un pacto para que las personas que han vivido cómodas durante el franquismo -y que van a ser el nicho fundamental de lo que va a ser un partido conservador- acepten la democracia. Y no la van a aceptar si se depuran responsabilidades. La experiencia histórica española determina mucho que esa derecha de la democracia tenga que ser en muy buena medida heredera del franquismo. El franquismo ha sobrevivido a la democracia. Ahora, se hace una recuperación de la memoria histórica que quedó más o menos tapada u oculta, como hizo Francia o Alemania, porque esto no es un problema solo español. Pero la política de memoria histórica que está llevando a cabo Pedro Sánchez tiene un componente ideológico que lanza una cierta desautorización a una parte de la sociedad española que no es capaz de condenar la Guerra Civil. Siempre va a ser un asunto muy difícil de manejar en la vida pública española. Por otro lado, nunca ha habido un régimen político que sea distintivo de los conservadores, viven en repúblicas, viven en monarquías más o menos democráticas... La actual derecha española apela y reivindica frecuentemente el concepto de libertad. ¿Qué relación ha tenido con el conservadurismo hasta ahora? ¿Era un término que causaba cierta alergia política desde el lado conservador? Yo analizo el presente con la deformación profesional de ser historiador. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo. Pero históricamente hasta los carlistas tenían una idea de la libertad. Siempre ha habido una discusión por apropiarse del término. Es una discusión que viene de Roma, la idea de que la libertad es para hacer y para poder tomar parte en la vida pública, para elegir a quien gobierna. La concepción clásica de la libertad, la libertad activa. Pero la idea moderna que traen los liberales es la libertad negativa, la de que no haya ningún poder que a mi me pueda obligar a hacer esta cosa o la otra. Esa idea de la libertad, como la de no ser objeto de dominio despótico por ningún poder establecido, atraviesa toda la tradición liberal, el siglo XIX y el siglo XX. La izquierda tiene la fantasía de que la libertad es patrimonio suyo Esta es la noción de libertad que está manejando ahora Isabel Díaz Ayuso: la de moverse libremente por el espacio público, abrir negocios sin que un estado me diga lo que tengo que hacer. Durante la pandemia este discurso fue comprado por mucha gente porque hay un estado que me obliga a no salir de casa, a vacunarme porque existe el principio del interés general. No es que Ayuso se haya apropiado del concepto de libertad, es que está discutiendo con los que tienen otro concepto de libertad por lo que sería el modo genuino de entenderla. Yo puedo querer la libertad para elegir a quien me gobierna, pero esto es una libertad para que ningún poder público me pueda obligar a mí. Es lo que decían los carlistas: la libertad es que a mí no me tengan que obligar a vivir como los liberales están estableciendo que debe hacerse dentro del nuevo estado. A mí que me dejen vivir como siempre he vivido, esa es su idea de libertad. Y su idea de la democracia es que ellos disponen de leyes propias que son la expresión de la voluntad de las personas que viven en este territorio. La voluntad popular llevada a la organización de la vida pública. Siempre ha habido varias ideas de democracia y varias ideas de libertad y siempre ha habido competencia entre ellas. Solo que en el siglo XX se ha impuesto lo que podemos llamar la concepción republicana de la libertad, que es la de tomar parte en el espacio público, poder participar en la elaboración de las leyes, poder ser un representante con independencia de la condición social de origen, poder ser un padre de la patria. No es tanto la libertad civil como la libertad política. La tradición británica, por ejemplo, viene a decir: lo que a mí me da libertad es que no se metan en mi vida privada ni en mis actividades económicas. ¿Está teniendo éxito la derecha española en imponer este concepto de libertad civil? Lo que está haciendo Ayuso es políticamente muy inteligente, es un animal político. Aunque ella no sea una intelectual -que no lo es ningún político- su discurso maneja muy bien todo este bagaje de filósofos políticos que cuestionaron que la democracia tuviese que ser socialista. Por ejemplo, [Friedrich] Hayek -decía Esperanza Aguirre que era su autor de cabecera- es quien dice esto. La libertad es no verse obligado por un poder público a restringir las libertades porque se vuelve totalitario en lo político y comunista en lo económico. Viola la noción básica de lo que es la libertad para los conservadores, pero para los socialdemócratas no. ¿Conservadurismo y populismo tienen puntos en común? No. El populismo es un fenómeno político del siglo XX, cuando se incorporan las masas a la vida pública y hay más maneras de plantear qué papel tienen que tener. El populismo es una manera de hacer política, no es una ideología. Entiende que las necesidades de las clases populares tienen que ponerse en primer plano y satisfacerlas. No puede esperar en el tiempo a que se cumplan procedimientos administrativos para que una medida se convierta en ley, son urgencias que hay que conseguir incluso ignorando la legalidad vigente con un discurso dirigido al pueblo por medio del cual se consigue su favor. Eso ha sido compatible con proyectos ideológicos de izquierda y de derecha. Maduro es un populista, lo fue Chávez. Populismo de izquierdas es lo que ha practicado en Argentina el peronismo,. Lo que hizo Correa en Ecuador. Es un fenómeno muy latinoamericano, una especie de perversión de la democracia que ha llegado a Europa. ¿Por qué se propaga tanto ahora? Ahora es muy rentable políticamente porque los modos de comunicación política han cambiado a través de redes sociales y plataformas informáticas. Es mucho más fácil llegar individualmente a todas esas personas que creen que sus países van a desaparecer y que su situación económica va a mejorar. Se les hacen mensajes muy sencillos sobre cosas complejas prometiendo cambios que no se pueden ejecutar porque hay restricciones económicas, compromisos internacionales, pero se les convence de que ellos van a estar por delante y la propia democracia no va a ser un obstáculo. Si es necesario mirar para otro lado, no practicarla, así se va a hacer. Ahora la nueva derecha radical es relativamente nueva porque practica esta forma de populismo. Otro componente es que se ha perdido el criterio de verdad. Aunque la nueva derecha radical intenta dar una respuesta a problemas sociales reales proyecta sobre sus potenciales votantes una visión de la realidad que no se corresponde con lo que realmente está pasando. Para convencer a ese votante que no está esperando que le cuenten la verdad, sino que reproduzca la visión de la realidad que él ya tiene y que deriva de su experiencia concreta: he visto a un inmigrante que roba, a otro que utiliza las redes sociales para comprarse un móvil... Es una manera de que las técnicas populistas tengan mucha aceptación social. ¿El conservadurismo está asociado a un componente de clase? El conservadurismo histórico tenía unos referentes sociales mucho más definidos y precisos que los que tiene ahora la marca política Partido Popular, que es la continuación en el tiempo de esa tradición. El conservadurismo siempre ha ido nadando a contracorriente. El cambio lo hacen los liberales, los progresistas, y el papel del conservadurismo ha sido frenar, refractar, limitar o gestionar de manera conservadora esos cambios. La filosofía conservadora no es democrática, no tiene esa visión del mundo. Para ellos la democracia es más un procedimiento de elegir los gobernantes que la pieza de un modelo de sociedad igualitaria. Pero la derecha es muy hábil para decir: ¿Cómo vamos ahora nosotros a recibir apoyo social suficiente para poder gobernar? Que es para lo que están aquí... y empieza a diversificarse su base social. Aunque el conservadurismo es propio de clases acomodadas, satisfechas, sin embargo hay un politólogo americano, David Sills, que explica muy bien que hay un conservadurismo temperamental que no depende de clases sociales que él llama el conservadurismo del pobre. Personas que ocupan una posición subalterna en la sociedad pero que saben defenderse dentro de ella, no quieren que cambie. Prefieren lo malo conocido a lo malo por conocer. Es una actitud ante la vida que tienen de manera natural muchas personas con independencia de su situación económica o laboral. El cambio lo hacen los progresistas y el papel del conservadurismo ha sido frenar El conservadurismo se alimenta mucho del tradicionalismo. Es un tradicionalismo transigente, adaptativo. Pero las personas que creen que las referencias fundamentales para afrontar la vida se las proporciona una tradición heredada también van a inclinarse por las formas políticas conservadoras. No es necesariamente una opción política de ricos, siempre ha habido esa diversidad de clases sociales. Ahora la diversificación es muchísimo mayor porque si tú quieres gobernar una democracia tienes que obtener votos entre los trabajadores. El conservadurismo se cimenta sobre valores morales pero después llega Margaret Thatcher con una política económica neoliberal... ¿Hay un cambio de planteamiento de esta doctrina política? Thatcher es una heterodoxa dentro del partido conservador. El conservadurismo después de la Segunda Guerra Mundial acepta el discurso de la socialdemocracia de que los estados gobiernen intentando extender la igualdad a todos los grupos sociales a través de las políticas de bienestar. Ella se enfrenta a esa línea tradicional del partido conservador y propone una actuación mucho más ideologizada y de confrontación con la izquierda. En vez de una ideología pasiva en donde la iniciativa la tienen los más progresistas y que lo único que se hace es gestionar esos avances en clave conservadora. Ella hace que la tradición conservadora deje de tener un perfil ideológico tan indefinido y poroso para afirmar sus valores y llevarlos a la vida pública, aunque a la izquierda no le guste. Ahí el conservadurismo empieza a ser algo que rompe con la tradición. Thatcher tiene muchos enemigos dentro del partido conservador. Deja de ser la premier británica porque su propio partido la echa, en desacuerdo con su gestión enérgica y de cierto componente autoritario. Todos los cambios que introduce Margaret Thatcher en la tradición conservadora británica me llevan a definirlo como un nuevo conservadurismo. Hay de nuevo varias cosas. Thatcher es una moralista, lo que quiere es inculcar de nuevo en el pueblo británico la moral victoriana, ciudadanos que con su esfuerzo personal, su entrega y su corrección moral salían adelante por sus propios medios. Una moral protestante. Desde su punto de vista nos hemos pervertido, estamos dejando que avancen los partidos de la izquierda que dinamitan la idea de la familia tradicional, que tienen una moral hedonista, que viven del estado y no ponen nada de su parte. El catedrático en su despacho de la Universidad de Cantabria El otro componente en el que ella es heterodoxa es en la concepción neoliberal de la economía. Los partidos conservadores nunca han tenido una política económica propia. Han sido pragmáticos, oscilaban entre el proteccionismo y la liberalización del mercado, según lo que convenía en cada momento. Thatcher trata de convertir el neoliberalismo en una pieza ideológica distintiva de los conservadores. Es otra forma de ideologización política que choca con lo que venían siendo hasta entonces. ¿Cómo volver a la moral del siglo XIX? Lo más importante es contener el gasto público, déficit cero regulando la moneda y reduciendo el gasto en el estado de bienestar y la presión impositiva: ahorro que va a la inversión. Por eso se le llama neoliberal, porque recupera la concepción ortodoxa del liberalismo que se había seguido en el siglo XIX. Ahí se unen conservadurismo moral y neoliberalismo económico que hasta entonces no habían formado parte del mismo matrimonio. Lo que hace Thatcher en Gran Bretaña y Reagan -poniendo menos peso en la rigidez ideológica- en Estados Unidos se llama la revolución conservadora. Transforma la tradición conservadora y deja huella. De ahí procede todo el discurso y el cambio de las nuevas derechas de ahora. De esa manera de manifestarse orgullosamente de derechas, de decir que la democracia es de derechas o de decir que cuando se interviene en los ingresos que los particulares consiguen con su esfuerzo y el estado les detrae una parte es un robo a la propiedad privada, es comunismo. ¿Qué relación existe entre el conservadurismo y la religión? Los conservadores han considerado siempre que el poder público tiene que colocar a la religión más extendida en una nación en un lugar muy destacado de la vida social. Pero por razones pragmáticas, porque es un elemento que cohesiona a la población y porque trasmite los valores morales que hace distinguir a los ciudadanos entre el bien y el mal y les aparta de tentaciones de transformación radical del orden establecido. La vivencia religiosa es una manera de aceptar el lugar que te ha tocado en la sociedad. Entonces hay uso instrumental de la religión, no es por razones teológicas. En España no se podía ser otra cosa que católico. Se le han dado privilegios desde el estado y se le siguen dando. Estos conservadores podían ser también creyentes. En el caso británico es la visión protestante del cristianismo. El protestantismo educa en que tu relación personal con dios es directa, ve lo que haces y tu manera de ganarte a dios es siendo una persona honrada y trabajadora. Eso disciplina a la población. Hay que volver a la moral decimonónica, dice Thatcher. ¿La educación sigue siendo un instrumento de control para los gobiernos? Eso es muy del mundo católico, permitir a las órdenes religiosas ocupar un lugar muy destacado en la educación pública aunque no sean de titularidad pública. No es propio del protestantismo, pero la Iglesia a través del púlpito, de su red de asociaciones, ha podido seguir formateando la visión del mundo de una buena parte de la sociedad. El caso extremo es el católico. ¿Cómo se relacionan conservadurismo y nacionalismo? ¿Hay un vínculo entre ellos? Sí. La nación nace como una cosa de las izquierdas y a medida que evoluciona se vuelve una cosa de las derechas. Nace revolucionaria y se vuelve conservadora. El concepto de nación tiene un significado político. ¿Qué es la nación? los habitantes de este país, el referente de legitimidad política que articula un procedimiento por el cual la nación elige a sus gobernantes. Pero la nación se va cargando poco a poco de ingredientes culturales y pasa a ser una comunidad que existe en el tiempo. Entonces se elaboran discursos que trasmiten que ellos son los integrantes de una comunidad histórico-cultural que existe hace mucho y que ha ido afirmando su cohesión y unidad para llegar a la época contemporánea. Este discurso de la nación histórica, que ha existido siempre, lo absorbe muy bien el lado conservador: que nunca ha habido otra cosa en la península ibérica. Si a eso le añades que a la construcción de la nación española que se hace en el siglo XIX contribuyen también liberales moderados es algo que pone al catolicismo como un elemento distintivo de la realidad nacional. Estás construyendo una tradición histórica que tiene una naturaleza fundamentalmente conservadora. El componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras En España, los conservadores del siglo XIX quisieron construir una nación de élites, para que colaborasen con el estado. Pero en Gran Bretaña el partido conservador sobrevive a la democracia porque hace suya la idea de imperio que es socialmente transversal: usted tiene que sentirse orgulloso porque estamos llevando su civilización por el mundo. La nación española no fue una nación triunfante pero se convierte en parte del imaginario tradicionalista español que se hereda. Y a ello se sienten apegadas todas las personas que tienen inclinaciones conservadoras. Hay que tener en cuenta que todas las naciones han ganado respaldo social cuando han sido agredidas por un enemigo exterior y ha habido que hacer una guerra o cuando es discutida dentro de su propio solar. La puesta en marcha del procés de Cataluña como rebote ha generado una reacción en el resto de España alineando a la sociedad de manera activa, decidida con la idea de España como nación. Que no puede admitir que haya otras identidades nacionales alternativas, y más cuando son separatistas. Porque están amputando la comunidad histórica y ha provocado una reacción nacionalista española que le ha venido muy bien a Vox. Mucha de la gente que se fue a Vox lo hizo porque el Gobierno de Mariano Rajoy optó por una larga negociación, contención bajo cuerda. No pudieron evitar que las cosas se desmadraran y para muchos conservadores no solo fue una táctica equivocada sino una traición y ahí estaba Vox, que habla de España sin avergonzarse del nombre y puestos a dar la batalla, a meter en la cárcel a los catalanes, a aplicar la ley con severidad. Por tanto, el componente nacionalista es esencial en todas las fuerzas conservadoras. Cómo se proyecta políticamente ya es cosa de cómo lo vea cada nación, como muy necesario para gobernar o como un recurso que no hay que agitar mucho y mantener controlado. El propio concepto de nación ya es de por sí objeto de disputa política. Una nación que es una invención, construida discursivamente porque el pasado no fue así. Es una nación que dice: hay un arte español y hay una cultura española. Lope de Vega no sabía que era español. Velázquez tampoco. Pero luego eso se construye para darle una unidad, una homogeneidad a eso que se quiere presentar como una cultura nacional. Los materiales del pasado se organizan de manera que hagan un discurso coherente de una España que empieza a existir con los Reyes Católicos, por lo menos en términos de unidad política, y a partir de ahí ya tenemos una cultura, una manera de ser español. Eso no se puede discutir y el que lo discute es un enemigo de la patria que está destruyendo España.

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

El periodista publica ‘Los despojados’, una crónica personal de sus viajes a los campamentos de refugiados saharauis y a los territorios ocupados por Marruecos medio siglo después del abandono español de su excolonia y de la Marcha Verde Sánchez aplaude el aval del Consejo de Seguridad de la ONU al plan de “autonomía para el Sáhara” de Marruecos Medio siglo después de la Marcha Verde marroquí y del precipitado abandono español de su colonia en el Sáhara, el pueblo saharaui sigue atrapado en el desierto argelino o bajo la férrea ocupación marroquí. Salvo fugaces excepciones, el silencio político sobre el conflicto ha ido acompañado de cada vez más respaldo internacional a Marruecos y del olvido de quienes no hace tanto portaban un DNI español expedido en la que era la provincia número 53 del país. El periodista de Público José Carmona (Madrid, 1992) ha querido actualizar la mirada a ese conflicto en su primer libro, Los despojados. Medio siglo de lucha y exilio del pueblo saharaui (Altamarea), en el que aborda el pasado, el presente y el incierto futuro del último territorio pendiente de descolonizar y de sus gentes. Una crónica llena de arena, silencios y amnesia, pero también de lucha y dignidad, que Carmona desgrana para elDiario.es coincidiendo con la noticia de la muerte de Robe, líder de Extremoduro. Al inicio del libro toma una cita de Robe Iniesta: “Del tiempo perdido en causas perdidas nunca me he arrepentido”. No sé si la causa saharaui está perdida, pero al menos parece más ahogada que nunca en este último medio siglo. ¿Cómo se enfrenta a la escritura sobre el tema en un momento tan complicado? Estos versos y, en general, cómo se relaciona Robe con las derrotas encajan muy bien con los saharauis y avanzan al lector lo que va a encontrarse. Quería que el libro encajara para los que ya están interesados en el conflicto, pero también para que los no iniciados puedan indagar y descubrir lo que es el Sáhara, porque ese es el gran problema: casi nadie sabe ni conoce esta historia. La cita de Robe venía bien para abrir la mente y buscar nuevas conexiones. En cuanto a la debilidad de la causa, esa es de hecho la motivación, aportar cosas nuevas a la causa porque, en España, se ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo. Mi primer viaje a los campamentos de Tinduf me marcó mucho y, muy entre comillas, he querido dar un poco el relevo a esa generación. Sin duda, estamos ante el momento de mayor desinterés por el Sáhara, promovido en gran parte por el PSOE. Se ve en la actividad política cotidiana. Hace poco, Pedro Sánchez estuvo en la Cumbre Unión Africana - Unión Europea, donde también estaba Brahim Gali, líder del Frente Polisario, y ni siquiera se encontraron o hablaron. España y el PSOE juegan un papel muy importante en fomentar el olvido del Sáhara, y eso hace muy complicado salir de esta dinámica. La causa del Sáhara en España ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo El libro comienza con su visita a Dajla, una ciudad saharaui bajo ocupación marroquí. Un viaje que duró apenas un día, acabó con 60 policías irrumpiendo en el salón de una casa y su expulsión de la ciudad. ¿Cómo ocurrió? Fue todo inesperado. Nuestro objetivo no era armar ruido ni mucho menos ser expulsados ni enfrentarnos a lo que pasó. Aprovechando el primer vuelo Madrid-Dajla que empezó a ofrecer Ryanair, CEAS [Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara] propuso a Público que un redactor los acompañara para visibilizar la explotación del turismo como nueva vía para legitimar la ocupación marroquí de los territorios saharauis. Hay decenas de hoteles y muchos más en construcción en esa larga península. Cada vez más turistas franceses y españoles van allí a disfrutar de esa mezcla entre Benidorm y Jordania. También nos reunimos con activistas saharauis de la ciudad y fue durante una entrevista en casa de uno de ellos cuando llegó la policía y acabamos expulsados a Agadir, una ciudad a mil kilómetros al norte de Dajla. Es un resumen muy fiel de lo que significa ser activista por la independencia del Sáhara bajo ocupación. Cuentas que uno de los entrevistados recibió una paliza tras su marcha. ¿Ha habido más consecuencias después? Por suerte seguimos en contacto y sus vidas siguen más o menos igual. Para ellos, que nosotros, activistas y un periodista español, fuéramos a verlos significaba una acción política muy importante. Intentamos ser discretos porque nos estuvieron vigilando desde que aterrizamos en Dajla, pero cuando nos encontramos en la calle con estos chicos ellos empezaron a grabar vídeos y hacer gestos a los coches que nos seguían. Su vida es el activismo y también son las palizas continuas y la represión. Ser saharaui en los territorios ocupados significa que no tienen acceso normal al trabajo, que están estigmatizados por lo que son, que la policía les pare simplemente porque van en grupo por la calle. Se niegan a renunciar a la independencia del Sáhara y asumen todos los costes, que podrían ser mucho menores si no lo reivindicaran. Cuando lo ves de cerca percibes lo que es: un ejercicio de dignidad impresionante. Aunque esta expulsión tuvo gran impacto mediático, a nivel político no tuvo consecuencias. ¿Le sorprendió? Me encuadro en ese tipo de periodistas o de medios de comunicación a los que siempre le va a costar un poco más que le hagan caso las instituciones. Ya sabía que un gobierno socialista siempre va a querer evitar problemas con Marruecos. Pero sí fue muy sorprendente que desde el Gobierno nos dieran versiones contradictorias de por qué no habían hecho nada. Primero dijeron que se enteraron tarde de la expulsión, luego la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, dijo que habían estado en contacto permanente con nosotros, algo que era falso y que luego atribuyó a un malentendido. La jugada de Marruecos fue que no nos deportaron a España, algo que sí podría haber generado un conflicto diplomático. Nos expulsaron de Dajla, pero nos dejaron en territorio marroquí. Aun así, perdimos nuestros billetes de vuelta desde Dajla porque ya no podíamos volver. Sorprende la falta de memoria de las nuevas generaciones de saharauis de la que habla, ese tabú familiar de hablar de la guerra y la huida al desierto. ¿No es contradictorio en este caso? Es algo parecido a lo que pasa en España con la Guerra Civil. Cuando sacas el tema en una jaima cambia el ambiente y se producen momentos especiales. Las chicas de la casa en la que estuve en el último viaje a los campamentos, que ya eran madres de 22 y 23 años, nunca habían oído hablar de la travesía por el desierto de su familia. Su abuelo no quería hablar de la guerra porque se le había muerto un hermano. Hay una especie de tapón que todavía no se les ha quitado, en parte porque siguen en el mismo sitio desde 1976. Ya es casi la cuarta generación de saharauis que nace en un campamento después de la guerra. Para mí fue muy bonito vivir en primera persona cuando les pedí a estas chicas que me llevaran a hablar con los veteranos del campamento y ellas escucharon cómo fue la huida por el desierto. Se quedaron muy sorprendidas con los relatos de los bombardeos marroquíes a las columnas de refugiados que huían, sabían que fueron expulsados, pero no en qué circunstancias brutales. Uno de esos relatos son los bombardeos de Um Draiga, auténticos crímenes de guerra de los que apenas se ha hablado en España y, por lo que describe, tampoco en los campamentos saharauis. Me impactó mucho que Marruecos lanzara fósforo blanco y napalm a la gente que huía por el desierto. Los testimonios de dos ancianas que recogí cuentan que la forma de reconocer a sus familiares eran las pulseras y los relojes, porque el resto se había convertido en cenizas. Es alucinante y uno de los grandes capítulos olvidados de la historia del Sáhara, incluso para los propios saharauis. Para mí es el capítulo más negro de la historia del pueblo saharaui, uno de los más terribles de Marruecos como agente represor, y ha caído en el olvido porque en España no hay ninguna organización o ningún partido político que lo evite, aunque muchas de las víctimas tenían DNI español. Es uno de los muchos paralelismos entre el conflicto saharaui y el palestino y, sin embargo, España, con gran parte de la responsabilidad en la situación del Sáhara, ha mostrado posturas muy diferentes entre un caso y otro. Es esto que llaman realpolitik : puedes justificar cualquier crimen porque la política internacional es complicada y punto. No tengo ninguna duda de que si los españoles tuviéramos la misma información sobre el Sáhara que la que tenemos sobre Palestina, estaríamos igual o más volcados con el Sáhara. Si el conflicto apareciese más en los medios, si el PSOE quisiese hablar del Sáhara, habría cambios. El Gobierno español prefiere ceder ante las exigencias de Marruecos, que es a la vez ceder a las posiciones de EEUU. Con Palestina ha decidido no respetar ese consenso internacional de dejar morir a los palestinos porque en este tema ha encontrado un motor para su propia supervivencia electoral. También es una realidad que Marruecos es la valla que regula el flujo de migrantes hacia España y es fundamental mantener una relación normalizada y sin conflictos. Tras medio siglo, el Frente Polisario sigue siendo el representante legítimo del pueblo saharaui, pero ¿cómo lo perciben actualmente las nuevas generaciones de saharauis? Desde la opinión de un hombre blanco europeo, creo que su gran problema es la falta de relevo. Los chavales llaman dinosaurios a los actuales dirigentes, de los que muchos hicieron la guerra no ya contra Marruecos, sino contra España. Creo que a los chicos de 25 o 30 años es eso lo que más les quema; aunque reconozcan el mérito del Frente Polisario, están desencantados. La lucha armada es una opción para muchos jóvenes, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia Los actuales líderes entienden la no guerra como paz y no quieren ir a un conflicto armado para no exponer a su gente. Pero ningún nieto se conforma con las victorias de sus abuelos, y los jóvenes de los campamentos no ven como paz estar confinados en el desierto, mientras que en los territorios ocupados muchos jóvenes ahorran para pagarse una patera a España. La lucha armada es una opción para muchos, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia. ¿Cómo gestionan esa frustración los jóvenes? Con la migración o con desentenderse del conflicto. Los que pueden, se van a España o a Francia para trabajar y enviar dinero a sus familias o intentan poco a poco llevárselas con ellos. En los campamentos muchos intentan conseguir el pasaporte de apátrida para irse a estudiar fuera, o por las vías de las migraciones forzadas o incluso saliendo de los campamentos sin permiso del Polisario, que es reacio a que la gente se vaya. Pero si no les das alternativa y no hay órganos diplomáticos y políticos en los que debatir, pues la alternativa es la desconexión total con la causa, en mi opinión. En el libro habla de las cocinas de las jaimas como “pequeños espacios de libertad” para las mujeres. ¿Cómo es la vida de las mujeres saharauis? En los campamentos saharauis pasó lo mismo que en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los hombres hacían la guerra, ellas tejían la sociedad, construían los campamentos, organizaban la vida. Tienen tendencia a ser la cabeza de familia porque los hombres están más desconectados del día a día doméstico. Ser saharaui no es fácil, pero ser mujer saharaui es aún más duro. No hay que mirarlo con la condescendencia de un hombre europeo blanco, pero es una realidad que no se han quitado la lapa del machismo, que en un campamento de refugiados todavía se endurece más. Hay mucha más reticencia a que sean ellas las que se marchen a trabajar a Europa, mientras que está normalizado en el caso de los hombres. Su vida se resume en cuidar, cocinar y limpiar. Es cierto que cada vez hay más mujeres que quieren entrar en política o en el ejército, es difícil, pero poco a poco va permeando el feminismo. El muro levantado por Marruecos es otro de los capítulos. ¿Qué se siente al verlo? Lo primero que piensas es por qué nadie me ha hablado de esto. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está ahí y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano. Además, da mucho vértigo pensar en la enorme cantidad de minas que lo preceden, que nunca se han terminado de contar. Aunque el Sáhara se libere, seguirán siendo un problema porque siempre van a estar ahí y se mueven cuando llueve. He querido poner el foco en esto, porque conocí a gente que había trabajado desminando y ahora les faltan las manos por una explosión. Es espectacular poder ver y contar esto, porque no son agentes del TEDAX con protecciones y robots los que van a desactivarlas, sino gente que estudió química en la antigua Yugoslavia que va con las manos desnudas. Muchas minas las pusieron los soldados españoles para evitar la Marcha Verde, pero desde entonces, uno de los grandes negocios de empresas europeas ha sido venderle minas a Marruecos. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está en el Sáhara y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano ¿Qué ha lastrado más a la causa saharaui, los movimientos y presiones marroquíes o la amnesia colectiva y el desconocimiento social sobre el tema? Que apenas haya habido cambios en los últimos 50 años hace que el conflicto pierda interés en los medios y, por tanto, para la ciudadanía. Marruecos ha pasado simplemente de lanzar napalm a conseguir que la misión de la ONU cambie algunas palabras en los acuerdos anuales para legitimar su postura. Juega con la ventaja de que a Pedro Sánchez no le pasa factura electoral ceder ante las posiciones marroquíes en este tema, y si vuelve a gobernar el PP, no me cabe duda de que también asumirá estos postulados. Si hubiera un chispazo que agitara la cuestión estoy seguro de que pasarían cosas, como hemos visto con el conflicto palestino. Era impensable de la Comisión Europea se plantease embargos para Israel, y, sin embargo, lo hemos visto. Lamentablemente, la sociedad no está en esas con el Sáhara, pero se debe a la inacción premeditada del poder político.

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

Hasta principios de noviembre, en el Consejo de Administración de la promotora Montebalito (única empresa canaria que cotiza en bolsa) se sentaba el abogado Francisco Javier Jiménez Cisneros, asesor externo de la alcaldesa desde su primer mandato Mogán contará con 92 apartamentos turísticos más en el barranco de Balito Desde la carretera que serpentea pegada a la costa del sur de Gran Canaria se distingue desde hace décadas una urbanización inacabada. Se sitúa en una colina a la espalda del complejo de Anfi del Mar y su playa artificial de arena blanca y aguas cristalinas, una de las zonas con mayor atractivo turístico de la isla. Una barrera impide el paso, pero las calles están dibujadas y asfaltadas desde principios de siglo. Las farolas se alinean a los lados de unas escaleras que, de momento, no llevan a ninguna parte y la montaña se corta en bancales hasta llegar a un gran muro de piedra. Es el barranco de Balito, en Mogán. Las imágenes aéreas con las que Grafcan (la empresa pública Cartográfica de Canarias) documenta la evolución del territorio insular muestran que en este enclave apenas ha cambiado nada en los últimos 25 años. Sin embargo, está a punto de hacerlo. O eso es, al menos, lo que promociona la empresa que proyecta en ese lugar un complejo de 92 apartamentos “con vistas panorámicas únicas sobre el Atlántico”. El pasado 14 de octubre, el Grupo Meridional informaba de que su promotora Montebalito ponía a la venta la segunda fase del proyecto, 32 viviendas de entre 50 y 55 metros cuadrados, con precios que oscilan entre los 285.000 y los 310.000 euros. Con una inversión de diez millones de euros, la idea de la promotora es acabar la urbanización en 2026 y empezar a construir los apartamentos en 2027. Ortofoto histórica de Grafcan en el año 2004, en la que ya se puede ver el esqueleto de la urbanización. Un mes antes de ese anuncio, la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno (Juntos por Mogán), presumía en una entrevista en el podcast The Alexis Army de que durante sus diez años de mandato solo se había creado un hotel en el municipio, en el año 2017. “El resto se ha renovado”, respondió cuando fue preguntada por las 40.000 camas turísticas que contabiliza en la actualidad este municipio del sur de Gran Canaria. En esa entrevista, Bueno aseguró que no se podía oponer al crecimiento turístico en el municipio si los proyectos estaban “bendecidos” por el planeamiento urbanístico. “Si yo ahora digo que no quiero que mi municipio crezca con ese número de camas porque quiero un modelo distinto, ¿quién indemniza a esa gente?”, se preguntaba. Apenas treinta días después, el Grupo Meridional anunciaba sus planes para este enclave del sur de Gran Canaria, una información de la que se hizo eco la televisión pública de Mogán. La licencia El proyecto suscita algunas dudas urbanísticas. La licencia original, según confirman tanto la propia empresa como un informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, se concedió hace más de 25 años, en mayo de 2000, a la empresa Cartemar, antigua denominación de Montebalito. En principio, contemplaba la construcción de 114 apartamentos. Tres años después, el Ayuntamiento otorgó una prórroga a la promotora, elevó la categoría del establecimiento extrahotelero (a tres llaves) y redujo las unidades alojativas a 92. Tras el desmonte y la construcción del muro de contención, las obras quedaron paradas en 2004. Años después, y siempre según las actas e informes municipales a los que ha tenido acceso este periódico, la promotora solicitó un reformado del proyecto (obra mayor) que el Ayuntamiento de Mogán autorizó en 2011. Es la última licencia concedida. Escaleras de la futura urbanización 'Vista Balito'. Ese reformado autorizaba una construcción de más de 5.000 metros cuadrados sobre rasante y más de 1.500 bajo rasante. En todas las parcelas, la altura máxima debía ser de dos plantas. Y la licencia municipal estipulaba un plazo máximo de ejecución de 35 meses. “Las obras se iniciarán en el plazo máximo de seis meses y se terminarán en el plazo máximo de 35 meses a partir de la iniciación. Transcurridos dichos plazos, se procederá a la caducidad de la licencia, previa audiencia del interesado, no pudiéndose en tal caso iniciar ni proseguir la obra si no se solicita y obtiene una nueva licencia ajustada a la ordenación urbanística en vigor”, recoge de forma literal el permiso concedido por el Ayuntamiento. En un informe firmado el pasado 16 de diciembre en respuesta a un escrito presentado por Nueva Canarias (NC), la jefa del servicio de Urbanismo de Mogán admite que la solicitud de declaración de caducidad o prescripción de esas licencias “es pertinente”, dada “la antigüedad de las mismas y los plazos previstos en cada una de ellas para el inicio y finalización de las obras”. “De confirmarse que tales obras no se hayan iniciado y/o concluido en los plazos previstos al efecto en las resoluciones administrativas por las que se otorgaron las respectivas licencias, se deberá proceder a la incoación de los correspondientes expedientes de caducidad de las mismas”, concluye. El planeamiento Las dudas, sin embargo, van más allá de la vigencia de esas licencias. Se extienden al planeamiento. El instrumento general de ordenación urbanística de Mogán son las normas subsidiarias, que fueron aprobadas en noviembre de 1987 pero que no se publicaron hasta 2008. Esa demora de treinta años ha tenido repercusiones importantes en el devenir del municipio, puesto que los planes parciales desarrollados al amparo de esas normas subsidiarias entre 1987 y 2008 han tenido que ser anulados por falta de cobertura jurídica. El proyecto de urbanización del barranco de Balito se apoya en el Plan Parcial Cornisa del Sur -área Las Colinas, Polígono 24 (Calas)-, que fue aprobado el 23 de febrero de 1988. Es decir, tres meses después que las normas subsidiarias de Mogán. La cuestión que se plantea, por tanto, es si ese plan parcial también debe ser anulado y, en consecuencia, si la iniciativa para construir 92 apartamentos en la zona goza o no de cobertura urbanística. Para la jefa de Urbanismo de Mogán, la falta de vigencia de las normas subsidiarias hasta el año 2008 no es determinante de la nulidad del plan parcial. La funcionaria entiende, por las fechas, que ambos instrumentos fueron tramitados “de forma paralela y casi simultánea”, por lo que sostiene que el Plan Parcial Cornisa del Sur no se puede considerar “un desarrollo” de las normas subsidiarias. Es decir, que es independiente. Contenedores de la obra de Montebalito y la constructora Satocan. Fuentes expertas en Urbanismo consultadas con este periódico discrepan de esa interpretación y, para ello, remiten a lo dispuesto en la introducción de las ordenanzas generales de urbanización vinculadas con ese plan parcial. Esa memoria recoge en su parte inicial la siguiente frase: “Las presentes ordenanzas tienen aplicación en el ámbito del plan parcial que remodela y actualiza el planeamiento del área Las Colinas de Cornisa del Suroeste, definido como sector único en las normas subsidiarias municipales. Para aquellos aspectos que no queden definidos de las presentes ordenanzas, la normativa de las normas subsidiarias tendrá el carácter de complementaria, por lo que sería de aplicación”. Además, según remarcan las mismas fuentes, ese Polígono 24 de Las Calas (el lugar donde la promotora Montebalito prevé construir los 92 apartamentos con vistas al mar) está previsto en las normas subsidiarias de Mogán como suelo de uso turístico. Las normas subsidiarias y el plan parcial De hecho, el Ayuntamiento de Mogán difundió el 28 de junio de 2019 (principios del segundo mandato de Onalia Bueno) una nota de prensa en la que informaba del inicio del procedimiento de modificación de las normas subsidiarias “para posibilitar el desarrollo urbanístico” en Balito. “Esta iniciativa procede de la entidad privada Montebalito, aunque el Consistorio es el que ostenta la competencia para llevar a cabo la modificación de las normas subsidiarias, necesaria para continuar con el desarrollo urbanístico del municipio hasta que se tramite la aprobación inicial prevista a finales de año del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Mogán”, decía entonces el gobierno de Bueno. Lo cierto es que seis años y medio después, ni el PGOU de Mogán ha sido aprobado ni tampoco se ha resuelto esa modificación de las normas subsidiarias que en aquel momento el Ayuntamiento consideraba necesaria para el desarrollo urbanístico de Balito. El acuerdo de inicio del expediente para la modificación de las normas subsidiarias de Mogán incidía en que la urbanización de Balito no había sido recepcionada. Es decir, la promotora no había cedido aún a la administración las dotaciones e instalaciones que estuviera obligado a ejecutar -calles, aceras, alumbrado- para cumplir el proyecto y como contraprestación por el aprovechamiento de la licencia urbanística. Además, el Ayuntamiento remarcaba que el proyecto debía someterse a un procedimiento simplificado de evaluación ambiental para determinar si la edificación prevista “tiene efectos significativos sobre el medio ambiente”. En ese expediente, la corporación subrayaba que la parcela donde Montebalito pretende levantar los 92 apartamentos se sitúa “en una de las piezas de suelo más atractivas del municipio” y “prácticamente la única que se encuentra en primera línea de playa”. A pesar de haber pedido hace más de seis años esa modificación de las normas subsidiarias (hasta ahora no aprobada), la empresa promotora sostiene ahora que “el instrumento de planeamiento en vigor” que da cobertura legal a las obras es el Plan Parcial Cornisa del Sur de 1987. Según el mencionado informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, ese plan parcial no fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia (BOP), un trámite indispensable para que adquiera eficacia, hasta el 26 de junio de 2023, tras haberse detectado “que tan solo constaba la publicación del acuerdo de aprobación en el Boletín Oficial de Canarias”. La promotora y el asesor Con todo, y pese a esas dudas de planeamiento, Montebalito ya está vendiendo la segunda fase de esa promoción de apartamentos con importes que rondan los 300.000 euros. Montebalito es la única empresa canaria que cotiza en bolsa y tiene la propiedad mayoritaria del grupo Meridional. Según las cuentas de 2024, depositadas esta misma semana, la empresa tiene un patrimonio de 124 millones de euros. El último ejercicio facturó 1,5 millones de euros, pero cerró el año con pérdidas de 1,08 millones. El 86% de la empresa está en manos de tres grupos inversores: Metambiente (el socio mayoritario, con un 44% de las acciones), Luxcartera y Gestión de Negocios Argo. Entre octubre y noviembre se produjo una reestructuración importante en la cúpula directiva de la entidad, con un cambio en la presidencia incluido. Entre las personas que fueron cesadas se encontraba un viejo conocido del Ayuntamiento de Mogán: Francisco Javier Jiménez de Cisneros, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en urbanismo, en particular sobre dominio público portuario. Parcelas donde Montebalito prevé construir el complejo de 92 apartamentos. Según los informes del Registro Mercantil, Jiménez de Cisneros fue consejero de Montebalito desde finales de 2018 hasta mediados de 2024. En noviembre de 2024 fue designado presidente del comité de Nombramientos y Retribuciones del Consejo de Administración de la entidad, cargo en el que permaneció un año. Su cese se publicó en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) el pasado 4 de noviembre. Al mismo tiempo que ha estado vinculado con esta empresa con intereses urbanísticos en Mogán, Jiménez de Cisneros ha ejercido como asesor externo del Ayuntamiento durante los mandatos de Onalia Bueno. Ya en febrero de 2016 se le adjudicó un contrato menor de 18.000 euros para el “asesoramiento jurídico especializado en materia de dominio público y ordenación del territorio”. Ese decreto tuvo que ser rectificado para reducir el importe y ajustarse al límite legal de los contratos menores. Tan solo dos meses después, firmaba otro (en esta ocasión, de 5.000 euros) para defender al Consistorio sureño en un incidente de nulidad contra una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). En aquel momento, la alcaldesa de Mogán definió a Jiménez Cisneros (con pasado como consejero de la Autoridad Portuaria de Las Palmas) como “una primera espada” en materias relacionadas, sobre todo, con Costas. Bueno afirmaba entonces que el despacho que lideraba el catedrático de Derecho Administrativo estaba ayudando a desbloquear proyectos que llevaban paralizados más de veinte años y que le asesoraba “en otros asuntos”. En 2017 y 2018 también resultó adjudicatario de varios contratos menores del Ayuntamiento de Mogán. En un solo ejercicio encadenó cuatro y por importes que sumaban más de 30.000 euros, pese a que la Ley de Contratos del Sector Público establecía en aquel momento que los contratos menores de servicios no podían superar los 18.000 euros (ahora son 15.000) y no podían durar más de un año. Los interventores llegaron a informar de forma desfavorable a esos pagos, al considerar que se estaba troceando el objeto del contrato para evitar sacarlo a concurso público, lo que obligó al gobierno liderado por Onalia Bueno a llevar las facturas a pleno para un reconocimiento extrajudicial de crédito. El vínculo se ha mantenido hasta la actualidad. Jiménez de Cisneros resultó adjudicatario en febrero de este año de otro contrato de 12.000 euros para la defensa jurídica del Ayuntamiento de Mogán en un recurso de casación ante el Tribunal Supremo. El gobierno de Bueno llevó al pleno de noviembre un reconocimiento extrajudicial de crédito que incluía una factura de 10.000 euros del abogado. Este periódico preguntó el 22 de octubre a la promotora por esa doble condición de Jiménez de Cisneros, que en aquel momento tenía un puesto de responsabilidad en el Consejo de Administración de Montebalito. La respuesta llegó el 7 de noviembre, tres días después de que se publicara en el BORME la reestructuración en la entidad y la salida del también asesor externo municipal. “Fue consejero durante un tiempo. Actualmente, no ostenta ningún cargo en la sociedad”, contestaron fuentes de la empresa.

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

El periodista publica ‘Los despojados’, una crónica personal de sus viajes a los campamentos de refugiados saharauis y a los territorios ocupados por Marruecos medio siglo después del abandono español de su excolonia y de la Marcha Verde Sánchez aplaude el aval del Consejo de Seguridad de la ONU al plan de “autonomía para el Sáhara” de Marruecos Medio siglo después de la Marcha Verde marroquí y del precipitado abandono español de su colonia en el Sáhara, el pueblo saharaui sigue atrapado en el desierto argelino o bajo la férrea ocupación marroquí. Salvo fugaces excepciones, el silencio político sobre el conflicto ha ido acompañado de cada vez más respaldo internacional a Marruecos y del olvido de quienes no hace tanto portaban un DNI español expedido en la que era la provincia número 53 del país. El periodista de Público José Carmona (Madrid, 1992) ha querido actualizar la mirada a ese conflicto en su primer libro, Los despojados. Medio siglo de lucha y exilio del pueblo saharaui (Altamarea), en el que aborda el pasado, el presente y el incierto futuro del último territorio pendiente de descolonizar y de sus gentes. Una crónica llena de arena, silencios y amnesia, pero también de lucha y dignidad, que Carmona desgrana para elDiario.es coincidiendo con la noticia de la muerte de Robe, líder de Extremoduro. Al inicio del libro toma una cita de Robe Iniesta: “Del tiempo perdido en causas perdidas nunca me he arrepentido”. No sé si la causa saharaui está perdida, pero al menos parece más ahogada que nunca en este último medio siglo. ¿Cómo se enfrenta a la escritura sobre el tema en un momento tan complicado? Estos versos y, en general, cómo se relaciona Robe con las derrotas encajan muy bien con los saharauis y avanzan al lector lo que va a encontrarse. Quería que el libro encajara para los que ya están interesados en el conflicto, pero también para que los no iniciados puedan indagar y descubrir lo que es el Sáhara, porque ese es el gran problema: casi nadie sabe ni conoce esta historia. La cita de Robe venía bien para abrir la mente y buscar nuevas conexiones. En cuanto a la debilidad de la causa, esa es de hecho la motivación, aportar cosas nuevas a la causa porque, en España, se ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo. Mi primer viaje a los campamentos de Tinduf me marcó mucho y, muy entre comillas, he querido dar un poco el relevo a esa generación. Sin duda, estamos ante el momento de mayor desinterés por el Sáhara, promovido en gran parte por el PSOE. Se ve en la actividad política cotidiana. Hace poco, Pedro Sánchez estuvo en la Cumbre Unión Africana - Unión Europea, donde también estaba Brahim Gali, líder del Frente Polisario, y ni siquiera se encontraron o hablaron. España y el PSOE juegan un papel muy importante en fomentar el olvido del Sáhara, y eso hace muy complicado salir de esta dinámica. La causa del Sáhara en España ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo El libro comienza con su visita a Dajla, una ciudad saharaui bajo ocupación marroquí. Un viaje que duró apenas un día, acabó con 60 policías irrumpiendo en el salón de una casa y su expulsión de la ciudad. ¿Cómo ocurrió? Fue todo inesperado. Nuestro objetivo no era armar ruido ni mucho menos ser expulsados ni enfrentarnos a lo que pasó. Aprovechando el primer vuelo Madrid-Dajla que empezó a ofrecer Ryanair, CEAS [Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara] propuso a Público que un redactor los acompañara para visibilizar la explotación del turismo como nueva vía para legitimar la ocupación marroquí de los territorios saharauis. Hay decenas de hoteles y muchos más en construcción en esa larga península. Cada vez más turistas franceses y españoles van allí a disfrutar de esa mezcla entre Benidorm y Jordania. También nos reunimos con activistas saharauis de la ciudad y fue durante una entrevista en casa de uno de ellos cuando llegó la policía y acabamos expulsados a Agadir, una ciudad a mil kilómetros al norte de Dajla. Es un resumen muy fiel de lo que significa ser activista por la independencia del Sáhara bajo ocupación. Cuentas que uno de los entrevistados recibió una paliza tras su marcha. ¿Ha habido más consecuencias después? Por suerte seguimos en contacto y sus vidas siguen más o menos igual. Para ellos, que nosotros, activistas y un periodista español, fuéramos a verlos significaba una acción política muy importante. Intentamos ser discretos porque nos estuvieron vigilando desde que aterrizamos en Dajla, pero cuando nos encontramos en la calle con estos chicos ellos empezaron a grabar vídeos y hacer gestos a los coches que nos seguían. Su vida es el activismo y también son las palizas continuas y la represión. Ser saharaui en los territorios ocupados significa que no tienen acceso normal al trabajo, que están estigmatizados por lo que son, que la policía les pare simplemente porque van en grupo por la calle. Se niegan a renunciar a la independencia del Sáhara y asumen todos los costes, que podrían ser mucho menores si no lo reivindicaran. Cuando lo ves de cerca percibes lo que es: un ejercicio de dignidad impresionante. Aunque esta expulsión tuvo gran impacto mediático, a nivel político no tuvo consecuencias. ¿Le sorprendió? Me encuadro en ese tipo de periodistas o de medios de comunicación a los que siempre le va a costar un poco más que le hagan caso las instituciones. Ya sabía que un gobierno socialista siempre va a querer evitar problemas con Marruecos. Pero sí fue muy sorprendente que desde el Gobierno nos dieran versiones contradictorias de por qué no habían hecho nada. Primero dijeron que se enteraron tarde de la expulsión, luego la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, dijo que habían estado en contacto permanente con nosotros, algo que era falso y que luego atribuyó a un malentendido. La jugada de Marruecos fue que no nos deportaron a España, algo que sí podría haber generado un conflicto diplomático. Nos expulsaron de Dajla, pero nos dejaron en territorio marroquí. Aun así, perdimos nuestros billetes de vuelta desde Dajla porque ya no podíamos volver. Sorprende la falta de memoria de las nuevas generaciones de saharauis de la que habla, ese tabú familiar de hablar de la guerra y la huida al desierto. ¿No es contradictorio en este caso? Es algo parecido a lo que pasa en España con la Guerra Civil. Cuando sacas el tema en una jaima cambia el ambiente y se producen momentos especiales. Las chicas de la casa en la que estuve en el último viaje a los campamentos, que ya eran madres de 22 y 23 años, nunca habían oído hablar de la travesía por el desierto de su familia. Su abuelo no quería hablar de la guerra porque se le había muerto un hermano. Hay una especie de tapón que todavía no se les ha quitado, en parte porque siguen en el mismo sitio desde 1976. Ya es casi la cuarta generación de saharauis que nace en un campamento después de la guerra. Para mí fue muy bonito vivir en primera persona cuando les pedí a estas chicas que me llevaran a hablar con los veteranos del campamento y ellas escucharon cómo fue la huida por el desierto. Se quedaron muy sorprendidas con los relatos de los bombardeos marroquíes a las columnas de refugiados que huían, sabían que fueron expulsados, pero no en qué circunstancias brutales. Uno de esos relatos son los bombardeos de Um Draiga, auténticos crímenes de guerra de los que apenas se ha hablado en España y, por lo que describe, tampoco en los campamentos saharauis. Me impactó mucho que Marruecos lanzara fósforo blanco y napalm a la gente que huía por el desierto. Los testimonios de dos ancianas que recogí cuentan que la forma de reconocer a sus familiares eran las pulseras y los relojes, porque el resto se había convertido en cenizas. Es alucinante y uno de los grandes capítulos olvidados de la historia del Sáhara, incluso para los propios saharauis. Para mí es el capítulo más negro de la historia del pueblo saharaui, uno de los más terribles de Marruecos como agente represor, y ha caído en el olvido porque en España no hay ninguna organización o ningún partido político que lo evite, aunque muchas de las víctimas tenían DNI español. Es uno de los muchos paralelismos entre el conflicto saharaui y el palestino y, sin embargo, España, con gran parte de la responsabilidad en la situación del Sáhara, ha mostrado posturas muy diferentes entre un caso y otro. Es esto que llaman realpolitik : puedes justificar cualquier crimen porque la política internacional es complicada y punto. No tengo ninguna duda de que si los españoles tuviéramos la misma información sobre el Sáhara que la que tenemos sobre Palestina, estaríamos igual o más volcados con el Sáhara. Si el conflicto apareciese más en los medios, si el PSOE quisiese hablar del Sáhara, habría cambios. El Gobierno español prefiere ceder ante las exigencias de Marruecos, que es a la vez ceder a las posiciones de EEUU. Con Palestina ha decidido no respetar ese consenso internacional de dejar morir a los palestinos porque en este tema ha encontrado un motor para su propia supervivencia electoral. También es una realidad que Marruecos es la valla que regula el flujo de migrantes hacia España y es fundamental mantener una relación normalizada y sin conflictos. Tras medio siglo, el Frente Polisario sigue siendo el representante legítimo del pueblo saharaui, pero ¿cómo lo perciben actualmente las nuevas generaciones de saharauis? Desde la opinión de un hombre blanco europeo, creo que su gran problema es la falta de relevo. Los chavales llaman dinosaurios a los actuales dirigentes, de los que muchos hicieron la guerra no ya contra Marruecos, sino contra España. Creo que a los chicos de 25 o 30 años es eso lo que más les quema; aunque reconozcan el mérito del Frente Polisario, están desencantados. La lucha armada es una opción para muchos jóvenes, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia Los actuales líderes entienden la no guerra como paz y no quieren ir a un conflicto armado para no exponer a su gente. Pero ningún nieto se conforma con las victorias de sus abuelos, y los jóvenes de los campamentos no ven como paz estar confinados en el desierto, mientras que en los territorios ocupados muchos jóvenes ahorran para pagarse una patera a España. La lucha armada es una opción para muchos, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia. ¿Cómo gestionan esa frustración los jóvenes? Con la migración o con desentenderse del conflicto. Los que pueden, se van a España o a Francia para trabajar y enviar dinero a sus familias o intentan poco a poco llevárselas con ellos. En los campamentos muchos intentan conseguir el pasaporte de apátrida para irse a estudiar fuera, o por las vías de las migraciones forzadas o incluso saliendo de los campamentos sin permiso del Polisario, que es reacio a que la gente se vaya. Pero si no les das alternativa y no hay órganos diplomáticos y políticos en los que debatir, pues la alternativa es la desconexión total con la causa, en mi opinión. En el libro habla de las cocinas de las jaimas como “pequeños espacios de libertad” para las mujeres. ¿Cómo es la vida de las mujeres saharauis? En los campamentos saharauis pasó lo mismo que en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los hombres hacían la guerra, ellas tejían la sociedad, construían los campamentos, organizaban la vida. Tienen tendencia a ser la cabeza de familia porque los hombres están más desconectados del día a día doméstico. Ser saharaui no es fácil, pero ser mujer saharaui es aún más duro. No hay que mirarlo con la condescendencia de un hombre europeo blanco, pero es una realidad que no se han quitado la lapa del machismo, que en un campamento de refugiados todavía se endurece más. Hay mucha más reticencia a que sean ellas las que se marchen a trabajar a Europa, mientras que está normalizado en el caso de los hombres. Su vida se resume en cuidar, cocinar y limpiar. Es cierto que cada vez hay más mujeres que quieren entrar en política o en el ejército, es difícil, pero poco a poco va permeando el feminismo. El muro levantado por Marruecos es otro de los capítulos. ¿Qué se siente al verlo? Lo primero que piensas es por qué nadie me ha hablado de esto. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está ahí y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano. Además, da mucho vértigo pensar en la enorme cantidad de minas que lo preceden, que nunca se han terminado de contar. Aunque el Sáhara se libere, seguirán siendo un problema porque siempre van a estar ahí y se mueven cuando llueve. He querido poner el foco en esto, porque conocí a gente que había trabajado desminando y ahora les faltan las manos por una explosión. Es espectacular poder ver y contar esto, porque no son agentes del TEDAX con protecciones y robots los que van a desactivarlas, sino gente que estudió química en la antigua Yugoslavia que va con las manos desnudas. Muchas minas las pusieron los soldados españoles para evitar la Marcha Verde, pero desde entonces, uno de los grandes negocios de empresas europeas ha sido venderle minas a Marruecos. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está en el Sáhara y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano ¿Qué ha lastrado más a la causa saharaui, los movimientos y presiones marroquíes o la amnesia colectiva y el desconocimiento social sobre el tema? Que apenas haya habido cambios en los últimos 50 años hace que el conflicto pierda interés en los medios y, por tanto, para la ciudadanía. Marruecos ha pasado simplemente de lanzar napalm a conseguir que la misión de la ONU cambie algunas palabras en los acuerdos anuales para legitimar su postura. Juega con la ventaja de que a Pedro Sánchez no le pasa factura electoral ceder ante las posiciones marroquíes en este tema, y si vuelve a gobernar el PP, no me cabe duda de que también asumirá estos postulados. Si hubiera un chispazo que agitara la cuestión estoy seguro de que pasarían cosas, como hemos visto con el conflicto palestino. Era impensable de la Comisión Europea se plantease embargos para Israel, y, sin embargo, lo hemos visto. Lamentablemente, la sociedad no está en esas con el Sáhara, pero se debe a la inacción premeditada del poder político.

Ibiza retira el bus gratis a migrantes empadronados sin DNI o NIE para "evitar fraudes" de turistas y temporeros

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El Consell Insular defiende que "solo quienes tienen residencia legal en España contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos", mientras que las asociaciones de extranjeros advierten que supone un golpe para la economía de los trabajadores más precarios Claves del nuevo abono transporte: ¿cuándo se puede usar? ¿Sirve para trenes y autobuses? ¿Y para el Metro? Jessica (nombre ficticio) espera en la marquesina de la estación de autobuses del Cetis, en la ciudad de Eivissa, después de terminar su turno como voluntaria en el hospital Can Misses. No tiene vehículo propio y semanalmente hace este trayecto de alrededor de media hora hasta la costa oeste, hasta Sant Antoni, donde se baja para ir andando hasta su casa. Llegó hace unos años desde Argentina, donde ejercía de psicóloga y ahora está a la espera de poder homologar su título en España, pero es un trámite complicado. Mientras tanto, trabaja de lo que puede. Mira por la ventana del antiguo autobús sin el que le sería imposible seguir desarrollando su vida que, poco a poco, ha ido construyendo en la isla. La estación de Sant Antoni, en la que se baja, fue el otro día escenario de protesta por parte de decenas de migrantes de diferentes nacionalidades que no están de acuerdo con la nueva decisión del Consell de retirar el bono de transporte gratuito a ciudadanos empadronados, pero sin Documento Nacional de Identidad (DNI) o sin Número de Identidad de Extranjero (NIE). La medida, aprobada por parte de la administración insular a principios de diciembre, ha provocado indignación entre las asociaciones de migrantes, que representan a uno de los sectores más vulnerables y afectados por el endurecimiento de la normativa: trabajadores sin papeles que necesitan asiduamente la red pública de transporte para moverse de su lugar de residencia a su puesto laboral. Las agrupaciones se movilizaron la semana pasada para exigir a la institución que rectifique su decisión de excluir del transporte público gratuito a los residentes en proceso de obtener el DNI o NIE. Por otro lado, entidades de paraguayos y uruguayos ya han registrado una petición formal a través de la sede electrónica del Consell, un movimiento que prevén secundar en los próximos días colectivos de residentes procedentes de Senegal, Marruecos, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, como ha pubicado Nou Diari . Las asociaciones han expresado, en este escrito, su preocupación por la nueva medida de la institución insular que produce, a su juicio, un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente. En la petición han reclamado que el acceso al abono gratuito se recupere para garantizar una igualdad de condiciones para todas las personas empadronadas en la isla al margen de su situación administrativa. Los migrantes consideran que es un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente De momento, para los que ya se están expidiendo estos días, o por primera vez o en forma de duplicado, ya se pide la documentación de acuerdo a la nueva normativa y con la renovación general prevista con la nueva contrata de transporte -adjudicada para la próxima década-, afectará ya a todos los usuarios. Amine, un trabajador marroquí, apunta que varios de sus compañeros, de momento, no se han visto afectados porque ya disponen de la tarjeta gratuita, pero, cuando les caduque, tendrán que empezar a abonar cada uno de los billetes para acudir a su lugar de trabajo. Un gasto que se sumará al elevado nivel de vida que tiene Eivissa en general. Varias personas hacen cola para subirse al bus de una de las líneas regulares. El Consell Insular ha defendido que el cambio en el acceso al transporte público gratuito no supone una retirada de derechos, sino una “clarificación” administrativa. Según ha declarado una portavoz a elDiario.es, lo “único” que se ha hecho con la aprobación de esta instrucción interna ha sido fijar qué documentos son válidos para solicitar la tarjeta de viajero frecuente. Una medida con la que -valora el Consell- la isla deja atrás un sistema “anormalmente flexible” y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado. El Consell Insular defiende que la isla deja atrás un sistema 'anormalmente flexible' y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado Un requisito “insuficiente” El empadronamiento, por sí solo, no puede considerarse un requisito suficiente, han argumentado desde el equipo de gobierno insular. El principal motivo, al parecer, es que el padrón no genera obligaciones tributarias como el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) ni puede servir -a su juicio- como base para acceder a beneficios públicos de carácter estructural, como el del transporte gratuito habitual. Fue en el segundo semestre de 2022, para paliar la espiral inflacionaria provocada por la guerra de Ucrania, cuando el Consell puso en marcha el servicio gratis de autobús, que ahora vincula a una residencia estable en la isla, pero más aún a una demostrable contribución fiscal. “Solo quienes tienen residencia legal en España pueden trabajar legalmente, pagan IRPF y cotizaciones sociales, y contribuyen de forma continuada al sostenimiento de los servicios públicos”, han determinado en un contundente comunicado. En el documento también han respondido a las críticas de la oposición, que ha acusado al gobierno de Vicent Marí de “retirar derechos básicos” a vecinos que “viven y trabajan” en Eivissa. A partir de ahora, los ciudadanos que no dispongan de la tarjeta podrán seguir utilizando el transporte público -han querido recordar-, pero abonando cada vez un billete sencillo. La única excepción serán las personas derivadas de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social. Los migrantes residentes son los más afectados por la nueva medida del Consell Insular El servicio no tiene tarifas baratas: el ticket para hacer el trayecto de Sant Antoni a la ciudad de Eivissa cuesta, por ejemplo, 2,20 euros. Y en verano, en caso de tener que cogerlo más tarde de medianoche o antes de las seis de la mañana, el único que opera el trayecto es el bautizado como Discobus -porque hace paradas por las principales discotecas de la isla- y la tarifa es más elevada: entre 3 y 5 euros dependiendo de la ruta. En el caso de tener que hacer transbordo -coger dos autobuses para llegar al destino- solo para el viaje de ida se tienen que abonar más de cuatro euros. El ticket puede oscilar de los 2,20 a los 5 euros. La única excepción serán los migrantes derivados de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social “Fraudes” en el uso de la tarjeta Para justificar la aprobación de la nueva instrucción que deja fuera a los residentes más vulnerables, el Consell ha alegado que, con el inicio de la gratuidad, se empezaron a detectar fraudes en la obtención del bono de transporte. Llegando hasta el punto en que había grupos de turistas que se presentaban en la sede del Consell, en la avenida de Espanya de Vila, con la intención de adquirir la tarjeta. Así como trabajadores de corta estancia que se trasladaban a la isla para hacer la temporada turística para luego marcharse en invierno. Aunque no han especificado el número de fraudes cometidos durante los dos años y medio en que ha estado activa la medida. El Consell Insular asegura que había fraudes, como grupos de turistas que querían adquirir la tarjeta de transporte público Es por eso que -según la institución- se han decidido clarificar, de nuevo, los requisitos para acceder a la ayuda: tener residencia legal en Eivissa y disponer de un documento de identidad. Unos requisitos que, por otro lado -determinan- no son “nuevos ni arbitrarios”, sino que son los que pide, por ejemplo, el Gobierno para acceder a los descuentos de RENFE o TMB del Ayuntamiento de Barcelona. También han añadido que el empleo sin permiso constituye una infracción grave en materia de extranjería y, en algunos casos, un delito, por lo que consideran que ninguna administración pública debería diseñar políticas de ayudas partiendo de situaciones irregulares o contrarias a la ley. La estación de Sant Antoni, una de las principales de la isla. Los portavoces Elena López (PSOE) y Óscar Rodríguez (Unidas Podemos) han criticado que la nueva instrucción afecta a “centenares de familias residentes” que, pese a estar empadronadas, quedarán ahora excluidas del sistema. Se trata de colectivos de migrantes que contribuyen activamente a la economía local y al sostenimiento de la isla y que son de los que más dependen de la gratuidad del transporte público. La medida se justifica -han denunciado ambos grupos- en la lucha contra el fraude sin aportar pruebas que vinculen a las personas empadronadas sin documentación con los usos irregulares detectados, que atribuyen principalmente a turistas o no residentes. Como alternativa, la oposición ha pedido aplicar controles contra estas acciones ilegales sin penalizar a quienes residen efectivamente en la isla y no aplicar una medida “injusta, cruel y discriminatoria”. De hecho, en otros municipios del resto de Balears, de Mallorca y Menorca, solo piden el empadronamiento para la bonificación. Lo que hace sospechar, aún más, a los sectores afectados de que la exigencia busca “castigar” a las personas migrantes y excluir a vecinos que pagan un alquiler al que cuesta mucho acceder, consumen en la isla y contribuyen todo el año al funcionamiento de su economía.

Ibiza retira el bus gratis a migrantes empadronados sin DNI o NIE para "evitar fraudes" de turistas y temporeros

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El Consell Insular defiende que "solo quienes tienen residencia legal en España contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos", mientras que las asociaciones de extranjeros advierten que supone un golpe para la economía de los trabajadores más precarios Claves del nuevo abono transporte: ¿cuándo se puede usar? ¿Sirve para trenes y autobuses? ¿Y para el Metro? Jessica (nombre ficticio) espera en la marquesina de la estación de autobuses del Cetis, en la ciudad de Eivissa, después de terminar su turno como voluntaria en el hospital Can Misses. No tiene vehículo propio y semanalmente hace este trayecto de alrededor de media hora hasta la costa oeste, hasta Sant Antoni, donde se baja para ir andando hasta su casa. Llegó hace unos años desde Argentina, donde ejercía de psicóloga y ahora está a la espera de poder homologar su título en España, pero es un trámite complicado. Mientras tanto, trabaja de lo que puede. Mira por la ventana del antiguo autobús sin el que le sería imposible seguir desarrollando su vida que, poco a poco, ha ido construyendo en la isla. La estación de Sant Antoni, en la que se baja, fue el otro día escenario de protesta por parte de decenas de migrantes de diferentes nacionalidades que no están de acuerdo con la nueva decisión del Consell de retirar el bono de transporte gratuito a ciudadanos empadronados, pero sin Documento Nacional de Identidad (DNI) o sin Número de Identidad de Extranjero (NIE). La medida, aprobada por parte de la administración insular a principios de diciembre, ha provocado indignación entre las asociaciones de migrantes, que representan a uno de los sectores más vulnerables y afectados por el endurecimiento de la normativa: trabajadores sin papeles que necesitan asiduamente la red pública de transporte para moverse de su lugar de residencia a su puesto laboral. Las agrupaciones se movilizaron la semana pasada para exigir a la institución que rectifique su decisión de excluir del transporte público gratuito a los residentes en proceso de obtener el DNI o NIE. Por otro lado, entidades de paraguayos y uruguayos ya han registrado una petición formal a través de la sede electrónica del Consell, un movimiento que prevén secundar en los próximos días colectivos de residentes procedentes de Senegal, Marruecos, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, como ha pubicado Nou Diari . Las asociaciones han expresado, en este escrito, su preocupación por la nueva medida de la institución insular que produce, a su juicio, un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente. En la petición han reclamado que el acceso al abono gratuito se recupere para garantizar una igualdad de condiciones para todas las personas empadronadas en la isla al margen de su situación administrativa. Los migrantes consideran que es un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente De momento, para los que ya se están expidiendo estos días, o por primera vez o en forma de duplicado, ya se pide la documentación de acuerdo a la nueva normativa y con la renovación general prevista con la nueva contrata de transporte -adjudicada para la próxima década-, afectará ya a todos los usuarios. Amine, un trabajador marroquí, apunta que varios de sus compañeros, de momento, no se han visto afectados porque ya disponen de la tarjeta gratuita, pero, cuando les caduque, tendrán que empezar a abonar cada uno de los billetes para acudir a su lugar de trabajo. Un gasto que se sumará al elevado nivel de vida que tiene Eivissa en general. Varias personas hacen cola para subirse al bus de una de las líneas regulares. El Consell Insular ha defendido que el cambio en el acceso al transporte público gratuito no supone una retirada de derechos, sino una “clarificación” administrativa. Según ha declarado una portavoz a elDiario.es, lo “único” que se ha hecho con la aprobación de esta instrucción interna ha sido fijar qué documentos son válidos para solicitar la tarjeta de viajero frecuente. Una medida con la que -valora el Consell- la isla deja atrás un sistema “anormalmente flexible” y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado. El Consell Insular defiende que la isla deja atrás un sistema 'anormalmente flexible' y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado Un requisito “insuficiente” El empadronamiento, por sí solo, no puede considerarse un requisito suficiente, han argumentado desde el equipo de gobierno insular. El principal motivo, al parecer, es que el padrón no genera obligaciones tributarias como el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) ni puede servir -a su juicio- como base para acceder a beneficios públicos de carácter estructural, como el del transporte gratuito habitual. Fue en el segundo semestre de 2022, para paliar la espiral inflacionaria provocada por la guerra de Ucrania, cuando el Consell puso en marcha el servicio gratis de autobús, que ahora vincula a una residencia estable en la isla, pero más aún a una demostrable contribución fiscal. “Solo quienes tienen residencia legal en España pueden trabajar legalmente, pagan IRPF y cotizaciones sociales, y contribuyen de forma continuada al sostenimiento de los servicios públicos”, han determinado en un contundente comunicado. En el documento también han respondido a las críticas de la oposición, que ha acusado al gobierno de Vicent Marí de “retirar derechos básicos” a vecinos que “viven y trabajan” en Eivissa. A partir de ahora, los ciudadanos que no dispongan de la tarjeta podrán seguir utilizando el transporte público -han querido recordar-, pero abonando cada vez un billete sencillo. La única excepción serán las personas derivadas de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social. Los migrantes residentes son los más afectados por la nueva medida del Consell Insular El servicio no tiene tarifas baratas: el ticket para hacer el trayecto de Sant Antoni a la ciudad de Eivissa cuesta, por ejemplo, 2,20 euros. Y en verano, en caso de tener que cogerlo más tarde de medianoche o antes de las seis de la mañana, el único que opera el trayecto es el bautizado como Discobus -porque hace paradas por las principales discotecas de la isla- y la tarifa es más elevada: entre 3 y 5 euros dependiendo de la ruta. En el caso de tener que hacer transbordo -coger dos autobuses para llegar al destino- solo para el viaje de ida se tienen que abonar más de cuatro euros. El ticket puede oscilar de los 2,20 a los 5 euros. La única excepción serán los migrantes derivados de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social “Fraudes” en el uso de la tarjeta Para justificar la aprobación de la nueva instrucción que deja fuera a los residentes más vulnerables, el Consell ha alegado que, con el inicio de la gratuidad, se empezaron a detectar fraudes en la obtención del bono de transporte. Llegando hasta el punto en que había grupos de turistas que se presentaban en la sede del Consell, en la avenida de Espanya de Vila, con la intención de adquirir la tarjeta. Así como trabajadores de corta estancia que se trasladaban a la isla para hacer la temporada turística para luego marcharse en invierno. Aunque no han especificado el número de fraudes cometidos durante los dos años y medio en que ha estado activa la medida. El Consell Insular asegura que había fraudes, como grupos de turistas que querían adquirir la tarjeta de transporte público Es por eso que -según la institución- se han decidido clarificar, de nuevo, los requisitos para acceder a la ayuda: tener residencia legal en Eivissa y disponer de un documento de identidad. Unos requisitos que, por otro lado -determinan- no son “nuevos ni arbitrarios”, sino que son los que pide, por ejemplo, el Gobierno para acceder a los descuentos de RENFE o TMB del Ayuntamiento de Barcelona. También han añadido que el empleo sin permiso constituye una infracción grave en materia de extranjería y, en algunos casos, un delito, por lo que consideran que ninguna administración pública debería diseñar políticas de ayudas partiendo de situaciones irregulares o contrarias a la ley. La estación de Sant Antoni, una de las principales de la isla. Los portavoces Elena López (PSOE) y Óscar Rodríguez (Unidas Podemos) han criticado que la nueva instrucción afecta a “centenares de familias residentes” que, pese a estar empadronadas, quedarán ahora excluidas del sistema. Se trata de colectivos de migrantes que contribuyen activamente a la economía local y al sostenimiento de la isla y que son de los que más dependen de la gratuidad del transporte público. La medida se justifica -han denunciado ambos grupos- en la lucha contra el fraude sin aportar pruebas que vinculen a las personas empadronadas sin documentación con los usos irregulares detectados, que atribuyen principalmente a turistas o no residentes. Como alternativa, la oposición ha pedido aplicar controles contra estas acciones ilegales sin penalizar a quienes residen efectivamente en la isla y no aplicar una medida “injusta, cruel y discriminatoria”. De hecho, en otros municipios del resto de Balears, de Mallorca y Menorca, solo piden el empadronamiento para la bonificación. Lo que hace sospechar, aún más, a los sectores afectados de que la exigencia busca “castigar” a las personas migrantes y excluir a vecinos que pagan un alquiler al que cuesta mucho acceder, consumen en la isla y contribuyen todo el año al funcionamiento de su economía.

Ibiza retira el bus gratis a migrantes empadronados sin DNI o NIE para "evitar fraudes" de turistas y temporeros

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El Consell Insular defiende que "solo quienes tienen residencia legal en España contribuyen al sostenimiento de los servicios públicos", mientras que las asociaciones de extranjeros advierten que supone un golpe para la economía de los trabajadores más precarios Claves del nuevo abono transporte: ¿cuándo se puede usar? ¿Sirve para trenes y autobuses? ¿Y para el Metro? Jessica (nombre ficticio) espera en la marquesina de la estación de autobuses del Cetis, en la ciudad de Eivissa, después de terminar su turno como voluntaria en el hospital Can Misses. No tiene vehículo propio y semanalmente hace este trayecto de alrededor de media hora hasta la costa oeste, hasta Sant Antoni, donde se baja para ir andando hasta su casa. Llegó hace unos años desde Argentina, donde ejercía de psicóloga y ahora está a la espera de poder homologar su título en España, pero es un trámite complicado. Mientras tanto, trabaja de lo que puede. Mira por la ventana del antiguo autobús sin el que le sería imposible seguir desarrollando su vida que, poco a poco, ha ido construyendo en la isla. La estación de Sant Antoni, en la que se baja, fue el otro día escenario de protesta por parte de decenas de migrantes de diferentes nacionalidades que no están de acuerdo con la nueva decisión del Consell de retirar el bono de transporte gratuito a ciudadanos empadronados, pero sin Documento Nacional de Identidad (DNI) o sin Número de Identidad de Extranjero (NIE). La medida, aprobada por parte de la administración insular a principios de diciembre, ha provocado indignación entre las asociaciones de migrantes, que representan a uno de los sectores más vulnerables y afectados por el endurecimiento de la normativa: trabajadores sin papeles que necesitan asiduamente la red pública de transporte para moverse de su lugar de residencia a su puesto laboral. Las agrupaciones se movilizaron la semana pasada para exigir a la institución que rectifique su decisión de excluir del transporte público gratuito a los residentes en proceso de obtener el DNI o NIE. Por otro lado, entidades de paraguayos y uruguayos ya han registrado una petición formal a través de la sede electrónica del Consell, un movimiento que prevén secundar en los próximos días colectivos de residentes procedentes de Senegal, Marruecos, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, como ha pubicado Nou Diari . Las asociaciones han expresado, en este escrito, su preocupación por la nueva medida de la institución insular que produce, a su juicio, un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente. En la petición han reclamado que el acceso al abono gratuito se recupere para garantizar una igualdad de condiciones para todas las personas empadronadas en la isla al margen de su situación administrativa. Los migrantes consideran que es un trato discriminatorio hacia personas que figuran en el padrón municipal y cuya residencia está acreditada conforme a la normativa vigente De momento, para los que ya se están expidiendo estos días, o por primera vez o en forma de duplicado, ya se pide la documentación de acuerdo a la nueva normativa y con la renovación general prevista con la nueva contrata de transporte -adjudicada para la próxima década-, afectará ya a todos los usuarios. Amine, un trabajador marroquí, apunta que varios de sus compañeros, de momento, no se han visto afectados porque ya disponen de la tarjeta gratuita, pero, cuando les caduque, tendrán que empezar a abonar cada uno de los billetes para acudir a su lugar de trabajo. Un gasto que se sumará al elevado nivel de vida que tiene Eivissa en general. Varias personas hacen cola para subirse al bus de una de las líneas regulares. El Consell Insular ha defendido que el cambio en el acceso al transporte público gratuito no supone una retirada de derechos, sino una “clarificación” administrativa. Según ha declarado una portavoz a elDiario.es, lo “único” que se ha hecho con la aprobación de esta instrucción interna ha sido fijar qué documentos son válidos para solicitar la tarjeta de viajero frecuente. Una medida con la que -valora el Consell- la isla deja atrás un sistema “anormalmente flexible” y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado. El Consell Insular defiende que la isla deja atrás un sistema 'anormalmente flexible' y pasa a equiparar sus criterios con los que se aplican en el resto del Estado Un requisito “insuficiente” El empadronamiento, por sí solo, no puede considerarse un requisito suficiente, han argumentado desde el equipo de gobierno insular. El principal motivo, al parecer, es que el padrón no genera obligaciones tributarias como el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF) ni puede servir -a su juicio- como base para acceder a beneficios públicos de carácter estructural, como el del transporte gratuito habitual. Fue en el segundo semestre de 2022, para paliar la espiral inflacionaria provocada por la guerra de Ucrania, cuando el Consell puso en marcha el servicio gratis de autobús, que ahora vincula a una residencia estable en la isla, pero más aún a una demostrable contribución fiscal. “Solo quienes tienen residencia legal en España pueden trabajar legalmente, pagan IRPF y cotizaciones sociales, y contribuyen de forma continuada al sostenimiento de los servicios públicos”, han determinado en un contundente comunicado. En el documento también han respondido a las críticas de la oposición, que ha acusado al gobierno de Vicent Marí de “retirar derechos básicos” a vecinos que “viven y trabajan” en Eivissa. A partir de ahora, los ciudadanos que no dispongan de la tarjeta podrán seguir utilizando el transporte público -han querido recordar-, pero abonando cada vez un billete sencillo. La única excepción serán las personas derivadas de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social. Los migrantes residentes son los más afectados por la nueva medida del Consell Insular El servicio no tiene tarifas baratas: el ticket para hacer el trayecto de Sant Antoni a la ciudad de Eivissa cuesta, por ejemplo, 2,20 euros. Y en verano, en caso de tener que cogerlo más tarde de medianoche o antes de las seis de la mañana, el único que opera el trayecto es el bautizado como Discobus -porque hace paradas por las principales discotecas de la isla- y la tarifa es más elevada: entre 3 y 5 euros dependiendo de la ruta. En el caso de tener que hacer transbordo -coger dos autobuses para llegar al destino- solo para el viaje de ida se tienen que abonar más de cuatro euros. El ticket puede oscilar de los 2,20 a los 5 euros. La única excepción serán los migrantes derivados de Servicios Sociales de los diferentes ayuntamientos de la isla por razones de exclusión social “Fraudes” en el uso de la tarjeta Para justificar la aprobación de la nueva instrucción que deja fuera a los residentes más vulnerables, el Consell ha alegado que, con el inicio de la gratuidad, se empezaron a detectar fraudes en la obtención del bono de transporte. Llegando hasta el punto en que había grupos de turistas que se presentaban en la sede del Consell, en la avenida de Espanya de Vila, con la intención de adquirir la tarjeta. Así como trabajadores de corta estancia que se trasladaban a la isla para hacer la temporada turística para luego marcharse en invierno. Aunque no han especificado el número de fraudes cometidos durante los dos años y medio en que ha estado activa la medida. El Consell Insular asegura que había fraudes, como grupos de turistas que querían adquirir la tarjeta de transporte público Es por eso que -según la institución- se han decidido clarificar, de nuevo, los requisitos para acceder a la ayuda: tener residencia legal en Eivissa y disponer de un documento de identidad. Unos requisitos que, por otro lado -determinan- no son “nuevos ni arbitrarios”, sino que son los que pide, por ejemplo, el Gobierno para acceder a los descuentos de RENFE o TMB del Ayuntamiento de Barcelona. También han añadido que el empleo sin permiso constituye una infracción grave en materia de extranjería y, en algunos casos, un delito, por lo que consideran que ninguna administración pública debería diseñar políticas de ayudas partiendo de situaciones irregulares o contrarias a la ley. La estación de Sant Antoni, una de las principales de la isla. Los portavoces Elena López (PSOE) y Óscar Rodríguez (Unidas Podemos) han criticado que la nueva instrucción afecta a “centenares de familias residentes” que, pese a estar empadronadas, quedarán ahora excluidas del sistema. Se trata de colectivos de migrantes que contribuyen activamente a la economía local y al sostenimiento de la isla y que son de los que más dependen de la gratuidad del transporte público. La medida se justifica -han denunciado ambos grupos- en la lucha contra el fraude sin aportar pruebas que vinculen a las personas empadronadas sin documentación con los usos irregulares detectados, que atribuyen principalmente a turistas o no residentes. Como alternativa, la oposición ha pedido aplicar controles contra estas acciones ilegales sin penalizar a quienes residen efectivamente en la isla y no aplicar una medida “injusta, cruel y discriminatoria”. De hecho, en otros municipios del resto de Balears, de Mallorca y Menorca, solo piden el empadronamiento para la bonificación. Lo que hace sospechar, aún más, a los sectores afectados de que la exigencia busca “castigar” a las personas migrantes y excluir a vecinos que pagan un alquiler al que cuesta mucho acceder, consumen en la isla y contribuyen todo el año al funcionamiento de su economía.

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

José Carmona, periodista: “España y el PSOE tienen un papel importante en fomentar el olvido del Sáhara”

El periodista publica ‘Los despojados’, una crónica personal de sus viajes a los campamentos de refugiados saharauis y a los territorios ocupados por Marruecos medio siglo después del abandono español de su excolonia y de la Marcha Verde Sánchez aplaude el aval del Consejo de Seguridad de la ONU al plan de “autonomía para el Sáhara” de Marruecos Medio siglo después de la Marcha Verde marroquí y del precipitado abandono español de su colonia en el Sáhara, el pueblo saharaui sigue atrapado en el desierto argelino o bajo la férrea ocupación marroquí. Salvo fugaces excepciones, el silencio político sobre el conflicto ha ido acompañado de cada vez más respaldo internacional a Marruecos y del olvido de quienes no hace tanto portaban un DNI español expedido en la que era la provincia número 53 del país. El periodista de Público José Carmona (Madrid, 1992) ha querido actualizar la mirada a ese conflicto en su primer libro, Los despojados. Medio siglo de lucha y exilio del pueblo saharaui (Altamarea), en el que aborda el pasado, el presente y el incierto futuro del último territorio pendiente de descolonizar y de sus gentes. Una crónica llena de arena, silencios y amnesia, pero también de lucha y dignidad, que Carmona desgrana para elDiario.es coincidiendo con la noticia de la muerte de Robe, líder de Extremoduro. Al inicio del libro toma una cita de Robe Iniesta: “Del tiempo perdido en causas perdidas nunca me he arrepentido”. No sé si la causa saharaui está perdida, pero al menos parece más ahogada que nunca en este último medio siglo. ¿Cómo se enfrenta a la escritura sobre el tema en un momento tan complicado? Estos versos y, en general, cómo se relaciona Robe con las derrotas encajan muy bien con los saharauis y avanzan al lector lo que va a encontrarse. Quería que el libro encajara para los que ya están interesados en el conflicto, pero también para que los no iniciados puedan indagar y descubrir lo que es el Sáhara, porque ese es el gran problema: casi nadie sabe ni conoce esta historia. La cita de Robe venía bien para abrir la mente y buscar nuevas conexiones. En cuanto a la debilidad de la causa, esa es de hecho la motivación, aportar cosas nuevas a la causa porque, en España, se ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo. Mi primer viaje a los campamentos de Tinduf me marcó mucho y, muy entre comillas, he querido dar un poco el relevo a esa generación. Sin duda, estamos ante el momento de mayor desinterés por el Sáhara, promovido en gran parte por el PSOE. Se ve en la actividad política cotidiana. Hace poco, Pedro Sánchez estuvo en la Cumbre Unión Africana - Unión Europea, donde también estaba Brahim Gali, líder del Frente Polisario, y ni siquiera se encontraron o hablaron. España y el PSOE juegan un papel muy importante en fomentar el olvido del Sáhara, y eso hace muy complicado salir de esta dinámica. La causa del Sáhara en España ha quedado liderada por activistas y movimientos muy ligados a los años 70 y 80, gente que vivió la Marcha Verde, que hizo allí la mili y que poco a poco va envejeciendo El libro comienza con su visita a Dajla, una ciudad saharaui bajo ocupación marroquí. Un viaje que duró apenas un día, acabó con 60 policías irrumpiendo en el salón de una casa y su expulsión de la ciudad. ¿Cómo ocurrió? Fue todo inesperado. Nuestro objetivo no era armar ruido ni mucho menos ser expulsados ni enfrentarnos a lo que pasó. Aprovechando el primer vuelo Madrid-Dajla que empezó a ofrecer Ryanair, CEAS [Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara] propuso a Público que un redactor los acompañara para visibilizar la explotación del turismo como nueva vía para legitimar la ocupación marroquí de los territorios saharauis. Hay decenas de hoteles y muchos más en construcción en esa larga península. Cada vez más turistas franceses y españoles van allí a disfrutar de esa mezcla entre Benidorm y Jordania. También nos reunimos con activistas saharauis de la ciudad y fue durante una entrevista en casa de uno de ellos cuando llegó la policía y acabamos expulsados a Agadir, una ciudad a mil kilómetros al norte de Dajla. Es un resumen muy fiel de lo que significa ser activista por la independencia del Sáhara bajo ocupación. Cuentas que uno de los entrevistados recibió una paliza tras su marcha. ¿Ha habido más consecuencias después? Por suerte seguimos en contacto y sus vidas siguen más o menos igual. Para ellos, que nosotros, activistas y un periodista español, fuéramos a verlos significaba una acción política muy importante. Intentamos ser discretos porque nos estuvieron vigilando desde que aterrizamos en Dajla, pero cuando nos encontramos en la calle con estos chicos ellos empezaron a grabar vídeos y hacer gestos a los coches que nos seguían. Su vida es el activismo y también son las palizas continuas y la represión. Ser saharaui en los territorios ocupados significa que no tienen acceso normal al trabajo, que están estigmatizados por lo que son, que la policía les pare simplemente porque van en grupo por la calle. Se niegan a renunciar a la independencia del Sáhara y asumen todos los costes, que podrían ser mucho menores si no lo reivindicaran. Cuando lo ves de cerca percibes lo que es: un ejercicio de dignidad impresionante. Aunque esta expulsión tuvo gran impacto mediático, a nivel político no tuvo consecuencias. ¿Le sorprendió? Me encuadro en ese tipo de periodistas o de medios de comunicación a los que siempre le va a costar un poco más que le hagan caso las instituciones. Ya sabía que un gobierno socialista siempre va a querer evitar problemas con Marruecos. Pero sí fue muy sorprendente que desde el Gobierno nos dieran versiones contradictorias de por qué no habían hecho nada. Primero dijeron que se enteraron tarde de la expulsión, luego la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, dijo que habían estado en contacto permanente con nosotros, algo que era falso y que luego atribuyó a un malentendido. La jugada de Marruecos fue que no nos deportaron a España, algo que sí podría haber generado un conflicto diplomático. Nos expulsaron de Dajla, pero nos dejaron en territorio marroquí. Aun así, perdimos nuestros billetes de vuelta desde Dajla porque ya no podíamos volver. Sorprende la falta de memoria de las nuevas generaciones de saharauis de la que habla, ese tabú familiar de hablar de la guerra y la huida al desierto. ¿No es contradictorio en este caso? Es algo parecido a lo que pasa en España con la Guerra Civil. Cuando sacas el tema en una jaima cambia el ambiente y se producen momentos especiales. Las chicas de la casa en la que estuve en el último viaje a los campamentos, que ya eran madres de 22 y 23 años, nunca habían oído hablar de la travesía por el desierto de su familia. Su abuelo no quería hablar de la guerra porque se le había muerto un hermano. Hay una especie de tapón que todavía no se les ha quitado, en parte porque siguen en el mismo sitio desde 1976. Ya es casi la cuarta generación de saharauis que nace en un campamento después de la guerra. Para mí fue muy bonito vivir en primera persona cuando les pedí a estas chicas que me llevaran a hablar con los veteranos del campamento y ellas escucharon cómo fue la huida por el desierto. Se quedaron muy sorprendidas con los relatos de los bombardeos marroquíes a las columnas de refugiados que huían, sabían que fueron expulsados, pero no en qué circunstancias brutales. Uno de esos relatos son los bombardeos de Um Draiga, auténticos crímenes de guerra de los que apenas se ha hablado en España y, por lo que describe, tampoco en los campamentos saharauis. Me impactó mucho que Marruecos lanzara fósforo blanco y napalm a la gente que huía por el desierto. Los testimonios de dos ancianas que recogí cuentan que la forma de reconocer a sus familiares eran las pulseras y los relojes, porque el resto se había convertido en cenizas. Es alucinante y uno de los grandes capítulos olvidados de la historia del Sáhara, incluso para los propios saharauis. Para mí es el capítulo más negro de la historia del pueblo saharaui, uno de los más terribles de Marruecos como agente represor, y ha caído en el olvido porque en España no hay ninguna organización o ningún partido político que lo evite, aunque muchas de las víctimas tenían DNI español. Es uno de los muchos paralelismos entre el conflicto saharaui y el palestino y, sin embargo, España, con gran parte de la responsabilidad en la situación del Sáhara, ha mostrado posturas muy diferentes entre un caso y otro. Es esto que llaman realpolitik : puedes justificar cualquier crimen porque la política internacional es complicada y punto. No tengo ninguna duda de que si los españoles tuviéramos la misma información sobre el Sáhara que la que tenemos sobre Palestina, estaríamos igual o más volcados con el Sáhara. Si el conflicto apareciese más en los medios, si el PSOE quisiese hablar del Sáhara, habría cambios. El Gobierno español prefiere ceder ante las exigencias de Marruecos, que es a la vez ceder a las posiciones de EEUU. Con Palestina ha decidido no respetar ese consenso internacional de dejar morir a los palestinos porque en este tema ha encontrado un motor para su propia supervivencia electoral. También es una realidad que Marruecos es la valla que regula el flujo de migrantes hacia España y es fundamental mantener una relación normalizada y sin conflictos. Tras medio siglo, el Frente Polisario sigue siendo el representante legítimo del pueblo saharaui, pero ¿cómo lo perciben actualmente las nuevas generaciones de saharauis? Desde la opinión de un hombre blanco europeo, creo que su gran problema es la falta de relevo. Los chavales llaman dinosaurios a los actuales dirigentes, de los que muchos hicieron la guerra no ya contra Marruecos, sino contra España. Creo que a los chicos de 25 o 30 años es eso lo que más les quema; aunque reconozcan el mérito del Frente Polisario, están desencantados. La lucha armada es una opción para muchos jóvenes, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia Los actuales líderes entienden la no guerra como paz y no quieren ir a un conflicto armado para no exponer a su gente. Pero ningún nieto se conforma con las victorias de sus abuelos, y los jóvenes de los campamentos no ven como paz estar confinados en el desierto, mientras que en los territorios ocupados muchos jóvenes ahorran para pagarse una patera a España. La lucha armada es una opción para muchos, pero es fruto de la desesperación y del fracaso de la diplomacia. ¿Cómo gestionan esa frustración los jóvenes? Con la migración o con desentenderse del conflicto. Los que pueden, se van a España o a Francia para trabajar y enviar dinero a sus familias o intentan poco a poco llevárselas con ellos. En los campamentos muchos intentan conseguir el pasaporte de apátrida para irse a estudiar fuera, o por las vías de las migraciones forzadas o incluso saliendo de los campamentos sin permiso del Polisario, que es reacio a que la gente se vaya. Pero si no les das alternativa y no hay órganos diplomáticos y políticos en los que debatir, pues la alternativa es la desconexión total con la causa, en mi opinión. En el libro habla de las cocinas de las jaimas como “pequeños espacios de libertad” para las mujeres. ¿Cómo es la vida de las mujeres saharauis? En los campamentos saharauis pasó lo mismo que en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, mientras los hombres hacían la guerra, ellas tejían la sociedad, construían los campamentos, organizaban la vida. Tienen tendencia a ser la cabeza de familia porque los hombres están más desconectados del día a día doméstico. Ser saharaui no es fácil, pero ser mujer saharaui es aún más duro. No hay que mirarlo con la condescendencia de un hombre europeo blanco, pero es una realidad que no se han quitado la lapa del machismo, que en un campamento de refugiados todavía se endurece más. Hay mucha más reticencia a que sean ellas las que se marchen a trabajar a Europa, mientras que está normalizado en el caso de los hombres. Su vida se resume en cuidar, cocinar y limpiar. Es cierto que cada vez hay más mujeres que quieren entrar en política o en el ejército, es difícil, pero poco a poco va permeando el feminismo. El muro levantado por Marruecos es otro de los capítulos. ¿Qué se siente al verlo? Lo primero que piensas es por qué nadie me ha hablado de esto. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está ahí y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano. Además, da mucho vértigo pensar en la enorme cantidad de minas que lo preceden, que nunca se han terminado de contar. Aunque el Sáhara se libere, seguirán siendo un problema porque siempre van a estar ahí y se mueven cuando llueve. He querido poner el foco en esto, porque conocí a gente que había trabajado desminando y ahora les faltan las manos por una explosión. Es espectacular poder ver y contar esto, porque no son agentes del TEDAX con protecciones y robots los que van a desactivarlas, sino gente que estudió química en la antigua Yugoslavia que va con las manos desnudas. Muchas minas las pusieron los soldados españoles para evitar la Marcha Verde, pero desde entonces, uno de los grandes negocios de empresas europeas ha sido venderle minas a Marruecos. Muy pocas personas en España saben que el mayor muro del mundo está en el Sáhara y que no tiene comparación con el de Berlín, el de Trump en México e incluso con el de Adriano ¿Qué ha lastrado más a la causa saharaui, los movimientos y presiones marroquíes o la amnesia colectiva y el desconocimiento social sobre el tema? Que apenas haya habido cambios en los últimos 50 años hace que el conflicto pierda interés en los medios y, por tanto, para la ciudadanía. Marruecos ha pasado simplemente de lanzar napalm a conseguir que la misión de la ONU cambie algunas palabras en los acuerdos anuales para legitimar su postura. Juega con la ventaja de que a Pedro Sánchez no le pasa factura electoral ceder ante las posiciones marroquíes en este tema, y si vuelve a gobernar el PP, no me cabe duda de que también asumirá estos postulados. Si hubiera un chispazo que agitara la cuestión estoy seguro de que pasarían cosas, como hemos visto con el conflicto palestino. Era impensable de la Comisión Europea se plantease embargos para Israel, y, sin embargo, lo hemos visto. Lamentablemente, la sociedad no está en esas con el Sáhara, pero se debe a la inacción premeditada del poder político.

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

Hasta principios de noviembre, en el Consejo de Administración de la promotora Montebalito (única empresa canaria que cotiza en bolsa) se sentaba el abogado Francisco Javier Jiménez Cisneros, asesor externo de la alcaldesa desde su primer mandato Mogán contará con 92 apartamentos turísticos más en el barranco de Balito Desde la carretera que serpentea pegada a la costa del sur de Gran Canaria se distingue desde hace décadas una urbanización inacabada. Se sitúa en una colina a la espalda del complejo de Anfi del Mar y su playa artificial de arena blanca y aguas cristalinas, una de las zonas con mayor atractivo turístico de la isla. Una barrera impide el paso, pero las calles están dibujadas y asfaltadas desde principios de siglo. Las farolas se alinean a los lados de unas escaleras que, de momento, no llevan a ninguna parte y la montaña se corta en bancales hasta llegar a un gran muro de piedra. Es el barranco de Balito, en Mogán. Las imágenes aéreas con las que Grafcan (la empresa pública Cartográfica de Canarias) documenta la evolución del territorio insular muestran que en este enclave apenas ha cambiado nada en los últimos 25 años. Sin embargo, está a punto de hacerlo. O eso es, al menos, lo que promociona la empresa que proyecta en ese lugar un complejo de 92 apartamentos “con vistas panorámicas únicas sobre el Atlántico”. El pasado 14 de octubre, el Grupo Meridional informaba de que su promotora Montebalito ponía a la venta la segunda fase del proyecto, 32 viviendas de entre 50 y 55 metros cuadrados, con precios que oscilan entre los 285.000 y los 310.000 euros. Con una inversión de diez millones de euros, la idea de la promotora es acabar la urbanización en 2026 y empezar a construir los apartamentos en 2027. Ortofoto histórica de Grafcan en el año 2004, en la que ya se puede ver el esqueleto de la urbanización. Un mes antes de ese anuncio, la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno (Juntos por Mogán), presumía en una entrevista en el podcast The Alexis Army de que durante sus diez años de mandato solo se había creado un hotel en el municipio, en el año 2017. “El resto se ha renovado”, respondió cuando fue preguntada por las 40.000 camas turísticas que contabiliza en la actualidad este municipio del sur de Gran Canaria. En esa entrevista, Bueno aseguró que no se podía oponer al crecimiento turístico en el municipio si los proyectos estaban “bendecidos” por el planeamiento urbanístico. “Si yo ahora digo que no quiero que mi municipio crezca con ese número de camas porque quiero un modelo distinto, ¿quién indemniza a esa gente?”, se preguntaba. Apenas treinta días después, el Grupo Meridional anunciaba sus planes para este enclave del sur de Gran Canaria, una información de la que se hizo eco la televisión pública de Mogán. La licencia El proyecto suscita algunas dudas urbanísticas. La licencia original, según confirman tanto la propia empresa como un informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, se concedió hace más de 25 años, en mayo de 2000, a la empresa Cartemar, antigua denominación de Montebalito. En principio, contemplaba la construcción de 114 apartamentos. Tres años después, el Ayuntamiento otorgó una prórroga a la promotora, elevó la categoría del establecimiento extrahotelero (a tres llaves) y redujo las unidades alojativas a 92. Tras el desmonte y la construcción del muro de contención, las obras quedaron paradas en 2004. Años después, y siempre según las actas e informes municipales a los que ha tenido acceso este periódico, la promotora solicitó un reformado del proyecto (obra mayor) que el Ayuntamiento de Mogán autorizó en 2011. Es la última licencia concedida. Escaleras de la futura urbanización 'Vista Balito'. Ese reformado autorizaba una construcción de más de 5.000 metros cuadrados sobre rasante y más de 1.500 bajo rasante. En todas las parcelas, la altura máxima debía ser de dos plantas. Y la licencia municipal estipulaba un plazo máximo de ejecución de 35 meses. “Las obras se iniciarán en el plazo máximo de seis meses y se terminarán en el plazo máximo de 35 meses a partir de la iniciación. Transcurridos dichos plazos, se procederá a la caducidad de la licencia, previa audiencia del interesado, no pudiéndose en tal caso iniciar ni proseguir la obra si no se solicita y obtiene una nueva licencia ajustada a la ordenación urbanística en vigor”, recoge de forma literal el permiso concedido por el Ayuntamiento. En un informe firmado el pasado 16 de diciembre en respuesta a un escrito presentado por Nueva Canarias (NC), la jefa del servicio de Urbanismo de Mogán admite que la solicitud de declaración de caducidad o prescripción de esas licencias “es pertinente”, dada “la antigüedad de las mismas y los plazos previstos en cada una de ellas para el inicio y finalización de las obras”. “De confirmarse que tales obras no se hayan iniciado y/o concluido en los plazos previstos al efecto en las resoluciones administrativas por las que se otorgaron las respectivas licencias, se deberá proceder a la incoación de los correspondientes expedientes de caducidad de las mismas”, concluye. El planeamiento Las dudas, sin embargo, van más allá de la vigencia de esas licencias. Se extienden al planeamiento. El instrumento general de ordenación urbanística de Mogán son las normas subsidiarias, que fueron aprobadas en noviembre de 1987 pero que no se publicaron hasta 2008. Esa demora de treinta años ha tenido repercusiones importantes en el devenir del municipio, puesto que los planes parciales desarrollados al amparo de esas normas subsidiarias entre 1987 y 2008 han tenido que ser anulados por falta de cobertura jurídica. El proyecto de urbanización del barranco de Balito se apoya en el Plan Parcial Cornisa del Sur -área Las Colinas, Polígono 24 (Calas)-, que fue aprobado el 23 de febrero de 1988. Es decir, tres meses después que las normas subsidiarias de Mogán. La cuestión que se plantea, por tanto, es si ese plan parcial también debe ser anulado y, en consecuencia, si la iniciativa para construir 92 apartamentos en la zona goza o no de cobertura urbanística. Para la jefa de Urbanismo de Mogán, la falta de vigencia de las normas subsidiarias hasta el año 2008 no es determinante de la nulidad del plan parcial. La funcionaria entiende, por las fechas, que ambos instrumentos fueron tramitados “de forma paralela y casi simultánea”, por lo que sostiene que el Plan Parcial Cornisa del Sur no se puede considerar “un desarrollo” de las normas subsidiarias. Es decir, que es independiente. Contenedores de la obra de Montebalito y la constructora Satocan. Fuentes expertas en Urbanismo consultadas con este periódico discrepan de esa interpretación y, para ello, remiten a lo dispuesto en la introducción de las ordenanzas generales de urbanización vinculadas con ese plan parcial. Esa memoria recoge en su parte inicial la siguiente frase: “Las presentes ordenanzas tienen aplicación en el ámbito del plan parcial que remodela y actualiza el planeamiento del área Las Colinas de Cornisa del Suroeste, definido como sector único en las normas subsidiarias municipales. Para aquellos aspectos que no queden definidos de las presentes ordenanzas, la normativa de las normas subsidiarias tendrá el carácter de complementaria, por lo que sería de aplicación”. Además, según remarcan las mismas fuentes, ese Polígono 24 de Las Calas (el lugar donde la promotora Montebalito prevé construir los 92 apartamentos con vistas al mar) está previsto en las normas subsidiarias de Mogán como suelo de uso turístico. Las normas subsidiarias y el plan parcial De hecho, el Ayuntamiento de Mogán difundió el 28 de junio de 2019 (principios del segundo mandato de Onalia Bueno) una nota de prensa en la que informaba del inicio del procedimiento de modificación de las normas subsidiarias “para posibilitar el desarrollo urbanístico” en Balito. “Esta iniciativa procede de la entidad privada Montebalito, aunque el Consistorio es el que ostenta la competencia para llevar a cabo la modificación de las normas subsidiarias, necesaria para continuar con el desarrollo urbanístico del municipio hasta que se tramite la aprobación inicial prevista a finales de año del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Mogán”, decía entonces el gobierno de Bueno. Lo cierto es que seis años y medio después, ni el PGOU de Mogán ha sido aprobado ni tampoco se ha resuelto esa modificación de las normas subsidiarias que en aquel momento el Ayuntamiento consideraba necesaria para el desarrollo urbanístico de Balito. El acuerdo de inicio del expediente para la modificación de las normas subsidiarias de Mogán incidía en que la urbanización de Balito no había sido recepcionada. Es decir, la promotora no había cedido aún a la administración las dotaciones e instalaciones que estuviera obligado a ejecutar -calles, aceras, alumbrado- para cumplir el proyecto y como contraprestación por el aprovechamiento de la licencia urbanística. Además, el Ayuntamiento remarcaba que el proyecto debía someterse a un procedimiento simplificado de evaluación ambiental para determinar si la edificación prevista “tiene efectos significativos sobre el medio ambiente”. En ese expediente, la corporación subrayaba que la parcela donde Montebalito pretende levantar los 92 apartamentos se sitúa “en una de las piezas de suelo más atractivas del municipio” y “prácticamente la única que se encuentra en primera línea de playa”. A pesar de haber pedido hace más de seis años esa modificación de las normas subsidiarias (hasta ahora no aprobada), la empresa promotora sostiene ahora que “el instrumento de planeamiento en vigor” que da cobertura legal a las obras es el Plan Parcial Cornisa del Sur de 1987. Según el mencionado informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, ese plan parcial no fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia (BOP), un trámite indispensable para que adquiera eficacia, hasta el 26 de junio de 2023, tras haberse detectado “que tan solo constaba la publicación del acuerdo de aprobación en el Boletín Oficial de Canarias”. La promotora y el asesor Con todo, y pese a esas dudas de planeamiento, Montebalito ya está vendiendo la segunda fase de esa promoción de apartamentos con importes que rondan los 300.000 euros. Montebalito es la única empresa canaria que cotiza en bolsa y tiene la propiedad mayoritaria del grupo Meridional. Según las cuentas de 2024, depositadas esta misma semana, la empresa tiene un patrimonio de 124 millones de euros. El último ejercicio facturó 1,5 millones de euros, pero cerró el año con pérdidas de 1,08 millones. El 86% de la empresa está en manos de tres grupos inversores: Metambiente (el socio mayoritario, con un 44% de las acciones), Luxcartera y Gestión de Negocios Argo. Entre octubre y noviembre se produjo una reestructuración importante en la cúpula directiva de la entidad, con un cambio en la presidencia incluido. Entre las personas que fueron cesadas se encontraba un viejo conocido del Ayuntamiento de Mogán: Francisco Javier Jiménez de Cisneros, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en urbanismo, en particular sobre dominio público portuario. Parcelas donde Montebalito prevé construir el complejo de 92 apartamentos. Según los informes del Registro Mercantil, Jiménez de Cisneros fue consejero de Montebalito desde finales de 2018 hasta mediados de 2024. En noviembre de 2024 fue designado presidente del comité de Nombramientos y Retribuciones del Consejo de Administración de la entidad, cargo en el que permaneció un año. Su cese se publicó en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) el pasado 4 de noviembre. Al mismo tiempo que ha estado vinculado con esta empresa con intereses urbanísticos en Mogán, Jiménez de Cisneros ha ejercido como asesor externo del Ayuntamiento durante los mandatos de Onalia Bueno. Ya en febrero de 2016 se le adjudicó un contrato menor de 18.000 euros para el “asesoramiento jurídico especializado en materia de dominio público y ordenación del territorio”. Ese decreto tuvo que ser rectificado para reducir el importe y ajustarse al límite legal de los contratos menores. Tan solo dos meses después, firmaba otro (en esta ocasión, de 5.000 euros) para defender al Consistorio sureño en un incidente de nulidad contra una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). En aquel momento, la alcaldesa de Mogán definió a Jiménez Cisneros (con pasado como consejero de la Autoridad Portuaria de Las Palmas) como “una primera espada” en materias relacionadas, sobre todo, con Costas. Bueno afirmaba entonces que el despacho que lideraba el catedrático de Derecho Administrativo estaba ayudando a desbloquear proyectos que llevaban paralizados más de veinte años y que le asesoraba “en otros asuntos”. En 2017 y 2018 también resultó adjudicatario de varios contratos menores del Ayuntamiento de Mogán. En un solo ejercicio encadenó cuatro y por importes que sumaban más de 30.000 euros, pese a que la Ley de Contratos del Sector Público establecía en aquel momento que los contratos menores de servicios no podían superar los 18.000 euros (ahora son 15.000) y no podían durar más de un año. Los interventores llegaron a informar de forma desfavorable a esos pagos, al considerar que se estaba troceando el objeto del contrato para evitar sacarlo a concurso público, lo que obligó al gobierno liderado por Onalia Bueno a llevar las facturas a pleno para un reconocimiento extrajudicial de crédito. El vínculo se ha mantenido hasta la actualidad. Jiménez de Cisneros resultó adjudicatario en febrero de este año de otro contrato de 12.000 euros para la defensa jurídica del Ayuntamiento de Mogán en un recurso de casación ante el Tribunal Supremo. El gobierno de Bueno llevó al pleno de noviembre un reconocimiento extrajudicial de crédito que incluía una factura de 10.000 euros del abogado. Este periódico preguntó el 22 de octubre a la promotora por esa doble condición de Jiménez de Cisneros, que en aquel momento tenía un puesto de responsabilidad en el Consejo de Administración de Montebalito. La respuesta llegó el 7 de noviembre, tres días después de que se publicara en el BORME la reestructuración en la entidad y la salida del también asesor externo municipal. “Fue consejero durante un tiempo. Actualmente, no ostenta ningún cargo en la sociedad”, contestaron fuentes de la empresa.

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

El último proyecto turístico en Mogán: 92 apartamentos con una licencia de hace 25 años y la sombra de un asesor municipal

Hasta principios de noviembre, en el Consejo de Administración de la promotora Montebalito (única empresa canaria que cotiza en bolsa) se sentaba el abogado Francisco Javier Jiménez Cisneros, asesor externo de la alcaldesa desde su primer mandato Mogán contará con 92 apartamentos turísticos más en el barranco de Balito Desde la carretera que serpentea pegada a la costa del sur de Gran Canaria se distingue desde hace décadas una urbanización inacabada. Se sitúa en una colina a la espalda del complejo de Anfi del Mar y su playa artificial de arena blanca y aguas cristalinas, una de las zonas con mayor atractivo turístico de la isla. Una barrera impide el paso, pero las calles están dibujadas y asfaltadas desde principios de siglo. Las farolas se alinean a los lados de unas escaleras que, de momento, no llevan a ninguna parte y la montaña se corta en bancales hasta llegar a un gran muro de piedra. Es el barranco de Balito, en Mogán. Las imágenes aéreas con las que Grafcan (la empresa pública Cartográfica de Canarias) documenta la evolución del territorio insular muestran que en este enclave apenas ha cambiado nada en los últimos 25 años. Sin embargo, está a punto de hacerlo. O eso es, al menos, lo que promociona la empresa que proyecta en ese lugar un complejo de 92 apartamentos “con vistas panorámicas únicas sobre el Atlántico”. El pasado 14 de octubre, el Grupo Meridional informaba de que su promotora Montebalito ponía a la venta la segunda fase del proyecto, 32 viviendas de entre 50 y 55 metros cuadrados, con precios que oscilan entre los 285.000 y los 310.000 euros. Con una inversión de diez millones de euros, la idea de la promotora es acabar la urbanización en 2026 y empezar a construir los apartamentos en 2027. Ortofoto histórica de Grafcan en el año 2004, en la que ya se puede ver el esqueleto de la urbanización. Un mes antes de ese anuncio, la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno (Juntos por Mogán), presumía en una entrevista en el podcast The Alexis Army de que durante sus diez años de mandato solo se había creado un hotel en el municipio, en el año 2017. “El resto se ha renovado”, respondió cuando fue preguntada por las 40.000 camas turísticas que contabiliza en la actualidad este municipio del sur de Gran Canaria. En esa entrevista, Bueno aseguró que no se podía oponer al crecimiento turístico en el municipio si los proyectos estaban “bendecidos” por el planeamiento urbanístico. “Si yo ahora digo que no quiero que mi municipio crezca con ese número de camas porque quiero un modelo distinto, ¿quién indemniza a esa gente?”, se preguntaba. Apenas treinta días después, el Grupo Meridional anunciaba sus planes para este enclave del sur de Gran Canaria, una información de la que se hizo eco la televisión pública de Mogán. La licencia El proyecto suscita algunas dudas urbanísticas. La licencia original, según confirman tanto la propia empresa como un informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, se concedió hace más de 25 años, en mayo de 2000, a la empresa Cartemar, antigua denominación de Montebalito. En principio, contemplaba la construcción de 114 apartamentos. Tres años después, el Ayuntamiento otorgó una prórroga a la promotora, elevó la categoría del establecimiento extrahotelero (a tres llaves) y redujo las unidades alojativas a 92. Tras el desmonte y la construcción del muro de contención, las obras quedaron paradas en 2004. Años después, y siempre según las actas e informes municipales a los que ha tenido acceso este periódico, la promotora solicitó un reformado del proyecto (obra mayor) que el Ayuntamiento de Mogán autorizó en 2011. Es la última licencia concedida. Escaleras de la futura urbanización 'Vista Balito'. Ese reformado autorizaba una construcción de más de 5.000 metros cuadrados sobre rasante y más de 1.500 bajo rasante. En todas las parcelas, la altura máxima debía ser de dos plantas. Y la licencia municipal estipulaba un plazo máximo de ejecución de 35 meses. “Las obras se iniciarán en el plazo máximo de seis meses y se terminarán en el plazo máximo de 35 meses a partir de la iniciación. Transcurridos dichos plazos, se procederá a la caducidad de la licencia, previa audiencia del interesado, no pudiéndose en tal caso iniciar ni proseguir la obra si no se solicita y obtiene una nueva licencia ajustada a la ordenación urbanística en vigor”, recoge de forma literal el permiso concedido por el Ayuntamiento. En un informe firmado el pasado 16 de diciembre en respuesta a un escrito presentado por Nueva Canarias (NC), la jefa del servicio de Urbanismo de Mogán admite que la solicitud de declaración de caducidad o prescripción de esas licencias “es pertinente”, dada “la antigüedad de las mismas y los plazos previstos en cada una de ellas para el inicio y finalización de las obras”. “De confirmarse que tales obras no se hayan iniciado y/o concluido en los plazos previstos al efecto en las resoluciones administrativas por las que se otorgaron las respectivas licencias, se deberá proceder a la incoación de los correspondientes expedientes de caducidad de las mismas”, concluye. El planeamiento Las dudas, sin embargo, van más allá de la vigencia de esas licencias. Se extienden al planeamiento. El instrumento general de ordenación urbanística de Mogán son las normas subsidiarias, que fueron aprobadas en noviembre de 1987 pero que no se publicaron hasta 2008. Esa demora de treinta años ha tenido repercusiones importantes en el devenir del municipio, puesto que los planes parciales desarrollados al amparo de esas normas subsidiarias entre 1987 y 2008 han tenido que ser anulados por falta de cobertura jurídica. El proyecto de urbanización del barranco de Balito se apoya en el Plan Parcial Cornisa del Sur -área Las Colinas, Polígono 24 (Calas)-, que fue aprobado el 23 de febrero de 1988. Es decir, tres meses después que las normas subsidiarias de Mogán. La cuestión que se plantea, por tanto, es si ese plan parcial también debe ser anulado y, en consecuencia, si la iniciativa para construir 92 apartamentos en la zona goza o no de cobertura urbanística. Para la jefa de Urbanismo de Mogán, la falta de vigencia de las normas subsidiarias hasta el año 2008 no es determinante de la nulidad del plan parcial. La funcionaria entiende, por las fechas, que ambos instrumentos fueron tramitados “de forma paralela y casi simultánea”, por lo que sostiene que el Plan Parcial Cornisa del Sur no se puede considerar “un desarrollo” de las normas subsidiarias. Es decir, que es independiente. Contenedores de la obra de Montebalito y la constructora Satocan. Fuentes expertas en Urbanismo consultadas con este periódico discrepan de esa interpretación y, para ello, remiten a lo dispuesto en la introducción de las ordenanzas generales de urbanización vinculadas con ese plan parcial. Esa memoria recoge en su parte inicial la siguiente frase: “Las presentes ordenanzas tienen aplicación en el ámbito del plan parcial que remodela y actualiza el planeamiento del área Las Colinas de Cornisa del Suroeste, definido como sector único en las normas subsidiarias municipales. Para aquellos aspectos que no queden definidos de las presentes ordenanzas, la normativa de las normas subsidiarias tendrá el carácter de complementaria, por lo que sería de aplicación”. Además, según remarcan las mismas fuentes, ese Polígono 24 de Las Calas (el lugar donde la promotora Montebalito prevé construir los 92 apartamentos con vistas al mar) está previsto en las normas subsidiarias de Mogán como suelo de uso turístico. Las normas subsidiarias y el plan parcial De hecho, el Ayuntamiento de Mogán difundió el 28 de junio de 2019 (principios del segundo mandato de Onalia Bueno) una nota de prensa en la que informaba del inicio del procedimiento de modificación de las normas subsidiarias “para posibilitar el desarrollo urbanístico” en Balito. “Esta iniciativa procede de la entidad privada Montebalito, aunque el Consistorio es el que ostenta la competencia para llevar a cabo la modificación de las normas subsidiarias, necesaria para continuar con el desarrollo urbanístico del municipio hasta que se tramite la aprobación inicial prevista a finales de año del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Mogán”, decía entonces el gobierno de Bueno. Lo cierto es que seis años y medio después, ni el PGOU de Mogán ha sido aprobado ni tampoco se ha resuelto esa modificación de las normas subsidiarias que en aquel momento el Ayuntamiento consideraba necesaria para el desarrollo urbanístico de Balito. El acuerdo de inicio del expediente para la modificación de las normas subsidiarias de Mogán incidía en que la urbanización de Balito no había sido recepcionada. Es decir, la promotora no había cedido aún a la administración las dotaciones e instalaciones que estuviera obligado a ejecutar -calles, aceras, alumbrado- para cumplir el proyecto y como contraprestación por el aprovechamiento de la licencia urbanística. Además, el Ayuntamiento remarcaba que el proyecto debía someterse a un procedimiento simplificado de evaluación ambiental para determinar si la edificación prevista “tiene efectos significativos sobre el medio ambiente”. En ese expediente, la corporación subrayaba que la parcela donde Montebalito pretende levantar los 92 apartamentos se sitúa “en una de las piezas de suelo más atractivas del municipio” y “prácticamente la única que se encuentra en primera línea de playa”. A pesar de haber pedido hace más de seis años esa modificación de las normas subsidiarias (hasta ahora no aprobada), la empresa promotora sostiene ahora que “el instrumento de planeamiento en vigor” que da cobertura legal a las obras es el Plan Parcial Cornisa del Sur de 1987. Según el mencionado informe de la jefa de Urbanismo de Mogán, ese plan parcial no fue publicado en el Boletín Oficial de la Provincia (BOP), un trámite indispensable para que adquiera eficacia, hasta el 26 de junio de 2023, tras haberse detectado “que tan solo constaba la publicación del acuerdo de aprobación en el Boletín Oficial de Canarias”. La promotora y el asesor Con todo, y pese a esas dudas de planeamiento, Montebalito ya está vendiendo la segunda fase de esa promoción de apartamentos con importes que rondan los 300.000 euros. Montebalito es la única empresa canaria que cotiza en bolsa y tiene la propiedad mayoritaria del grupo Meridional. Según las cuentas de 2024, depositadas esta misma semana, la empresa tiene un patrimonio de 124 millones de euros. El último ejercicio facturó 1,5 millones de euros, pero cerró el año con pérdidas de 1,08 millones. El 86% de la empresa está en manos de tres grupos inversores: Metambiente (el socio mayoritario, con un 44% de las acciones), Luxcartera y Gestión de Negocios Argo. Entre octubre y noviembre se produjo una reestructuración importante en la cúpula directiva de la entidad, con un cambio en la presidencia incluido. Entre las personas que fueron cesadas se encontraba un viejo conocido del Ayuntamiento de Mogán: Francisco Javier Jiménez de Cisneros, catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad Autónoma de Madrid y experto en urbanismo, en particular sobre dominio público portuario. Parcelas donde Montebalito prevé construir el complejo de 92 apartamentos. Según los informes del Registro Mercantil, Jiménez de Cisneros fue consejero de Montebalito desde finales de 2018 hasta mediados de 2024. En noviembre de 2024 fue designado presidente del comité de Nombramientos y Retribuciones del Consejo de Administración de la entidad, cargo en el que permaneció un año. Su cese se publicó en el Boletín Oficial del Registro Mercantil (BORME) el pasado 4 de noviembre. Al mismo tiempo que ha estado vinculado con esta empresa con intereses urbanísticos en Mogán, Jiménez de Cisneros ha ejercido como asesor externo del Ayuntamiento durante los mandatos de Onalia Bueno. Ya en febrero de 2016 se le adjudicó un contrato menor de 18.000 euros para el “asesoramiento jurídico especializado en materia de dominio público y ordenación del territorio”. Ese decreto tuvo que ser rectificado para reducir el importe y ajustarse al límite legal de los contratos menores. Tan solo dos meses después, firmaba otro (en esta ocasión, de 5.000 euros) para defender al Consistorio sureño en un incidente de nulidad contra una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC). En aquel momento, la alcaldesa de Mogán definió a Jiménez Cisneros (con pasado como consejero de la Autoridad Portuaria de Las Palmas) como “una primera espada” en materias relacionadas, sobre todo, con Costas. Bueno afirmaba entonces que el despacho que lideraba el catedrático de Derecho Administrativo estaba ayudando a desbloquear proyectos que llevaban paralizados más de veinte años y que le asesoraba “en otros asuntos”. En 2017 y 2018 también resultó adjudicatario de varios contratos menores del Ayuntamiento de Mogán. En un solo ejercicio encadenó cuatro y por importes que sumaban más de 30.000 euros, pese a que la Ley de Contratos del Sector Público establecía en aquel momento que los contratos menores de servicios no podían superar los 18.000 euros (ahora son 15.000) y no podían durar más de un año. Los interventores llegaron a informar de forma desfavorable a esos pagos, al considerar que se estaba troceando el objeto del contrato para evitar sacarlo a concurso público, lo que obligó al gobierno liderado por Onalia Bueno a llevar las facturas a pleno para un reconocimiento extrajudicial de crédito. El vínculo se ha mantenido hasta la actualidad. Jiménez de Cisneros resultó adjudicatario en febrero de este año de otro contrato de 12.000 euros para la defensa jurídica del Ayuntamiento de Mogán en un recurso de casación ante el Tribunal Supremo. El gobierno de Bueno llevó al pleno de noviembre un reconocimiento extrajudicial de crédito que incluía una factura de 10.000 euros del abogado. Este periódico preguntó el 22 de octubre a la promotora por esa doble condición de Jiménez de Cisneros, que en aquel momento tenía un puesto de responsabilidad en el Consejo de Administración de Montebalito. La respuesta llegó el 7 de noviembre, tres días después de que se publicara en el BORME la reestructuración en la entidad y la salida del también asesor externo municipal. “Fue consejero durante un tiempo. Actualmente, no ostenta ningún cargo en la sociedad”, contestaron fuentes de la empresa.

Trabajar menos (sin ganar menos): "Me ha cambiado la vida"

Trabajar menos (sin ganar menos): "Me ha cambiado la vida"

Hablamos con cuatro personas que trabajan menos horas sin recibir menos salario. Los experimentos realizados son contundentes: trabajar menos horas a la semana no solo da mayor bienestar, también reduce los costes sanitarios y es un aliado ante el tsunami que viene por la inteligencia artificial. Y tiene una menor huella ecológica Trabajar menos, pero también mejor: a la conquista del tiempo y de un empleo que no enferme Pedro González es un ingeniero de telecomunicaciones de 43 años y se considera un privilegiado por sus condiciones laborales. Desde que hace cuatro años la empresa de marketing digital de la que es socio y director de negocio, Good Rebels, adoptó la jornada de cuatro días semanales, tiene esa agradable sensación de contar con un largo fin de semana por delante. Se va los viernes por la mañana a La Rioja para pasar más tiempo con su padre y combina el teletrabajo con los viajes familiares. En su empresa, instaurar las 37,5 horas semanales de lunes a jueves fue el último paso de un proceso que prima los objetivos –más que las horas trabajadas– y la transparencia. Las cuentas son públicas para toda la organización –igual que los salarios– los comités de dirección son abiertos y la flexibilidad para organizar el horario, total. Ismael Morales tiene 33 años, es biólogo y trabaja ocho horas diarias de lunes a jueves en la Fundación Renovables, que participa desde junio de 2023 en un programa piloto sobre la semana laboral de cuatro días. “La verdad es que te cambia la vida, porque tener tres días libres te permite relajarte, reducir la 'ecoansiedad', alejarte un poco de la actualidad y reflexionar sobre nuevas líneas de investigación”, dice. En su caso, le ha permitido, además, terminar una novela e iniciar un doctorado que ni se hubiera planteado de no tener disponibles los viernes. La fundación ha mantenido e incluso aumentado el salario de sus 12 trabajadores, ha mejorado su capacidad para conseguir proyectos y para atraer personal. Laurence Rozenberg es ingeniera en una empresa francesa. Tiene 47 años y estuvo once con una reducción de jornada que solicitó por motivos de conciliación familiar en 2009, cuando nació su segundo hijo. Libraba los miércoles, el día que en Francia los niños no van al colegio, y así podía estar con sus hijos, además de tener un tiempo de “respiro” semanal para retomar alguna actividad deportiva y cultural. Su sueldo se prorrateó en proporción al nuevo horario, pero su cotización a la seguridad social se mantuvo intacta. Ese tiempo le sirvió para restar importancia a las presiones profesionales y para protegerse del estrés laboral, habilidades que conservó cuando volvió a la jornada completa. Marta Cantero es orientadora, tiene 47 años y trabaja martes, miércoles y jueves al tener un permiso especial que pidió cuando nació su hijo Carlos, que padece el Síndrome de Williams, una enfermedad rara. Al principio fue una reducción total de jornada que luego ajustó al 50% cuando el niño pudo escolarizarse. Ahora tiene las mañanas libres y eso le facilita acompañar a Carlos a sus citas médicas y a sus terapias diarias. “Sin esa flexibilidad hubiera sido difícil conciliar. Alguna vez la pediatra me animó a continuar con la reducción total de jornada, pero a mí me apetecía trabajar. Eso sí, tenía que ser un trabajo ajustado al equilibrio que yo necesitaba tener en mi vida”, explica. Las situaciones laborales de Carlos, Ismael, Laurence y Marta son distintas, pero comparten un horario que facilita los cuidados, la conciliación, darse un respiro o protegerse del estrés, es decir, vivir mejor. De hecho, las pruebas empíricas disponibles demuestran que reducir el tiempo de trabajo puede tener consecuencias positivas para trabajadores, empresas y para la sociedad en su conjunto: menos problemas de salud laboral, menos costes sanitarios, conciliar mejor vida familiar y laboral e incluso menor impacto ecológico. “Volver a la senda histórica de la reducción del tiempo de trabajo, combinada con acuerdos equilibrados, puede ser el siguiente paso en el largo camino hacia una sociedad más feliz, más saludable y más sostenible”, señalaba en 2018 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe Working time and the future of work (Jornada laboral y el futuro del trabajo). Sin embargo, como todo cambio, disminuir el tiempo de trabajo se enfrenta a muchas resistencias. La primera es la de los empresarios. “La mayoría no es nada favorable, al menos en Francia, donde la derecha y la patronal martillean el dogma de que hay que trabajar más. Pero tampoco conseguiremos la adhesión de los trabajadores que tienen dificultades para llegar a fin de mes diciéndoles que tendrán más tiempo libre, pero serán más pobres. Por eso es imprescindible compensar salarialmente la reducción de la jornada”, advierte François Xavier Devetter, profesor de Economía en la Universidad de Lille. Francia redujo la semana laboral de 39 a 35 horas en el año 2000 bajo el Gobierno socialista de Lionel Jospin. No hubo cambios en el salario mensual neto de los trabajadores y como contrapartida las empresas podían deducirse parte de las cotizaciones a la seguridad social. La reforma, planteada para redistribuir el empleo, afectó al 80% de los asalariados. “Las políticas de reducción de jornada siempre son muy complicadas. La duración legal no significa automáticamente una disminución real, porque puede haber horas extras, horas complementarias o tiempo no contabilizado”, añade Devetter refiriéndose al caso francés. En el caso de España, la intención del Gobierno de pasar en dos años de 40 horas semanales a 37,5 tropieza con una falta de consenso político y las reticencias patronales, que alegan una factura elevada. Según un estudio de 2024 de BBVA Research, el impacto de la medida implicaría un aumento de los costes laborales equivalente al 1,5% del PIB, restaría siete décimas al crecimiento medio anual del PIB durante dos años y ocho décimas al crecimiento del empleo. El centro de análisis del grupo financiero sostiene que la reforma no debería implementarse sin una mejora previa de la productividad. El mismo argumento esgrime la patronal de las pequeñas y medianas empresas (CEPYME), que calcula en 11.800 millones de euros el importe de reducir el tiempo de trabajo, al que habría que añadir los costes indirectos de nuevas contrataciones o el pago de las horas extra. Los sectores más afectados, según sus estudios, serían el inmobiliario, la hostelería y la agroganadería. “Me ha cambiado la vida” En el lado posibilista de la balanza se sitúan organizaciones como 4 Day Week Global, fundada en Nueva Zelanda 2019 con el objetivo de apoyar la transición de empresas hacia jornadas más cortas, o el centro británico Autonomy Institute, que coordinó junto a la Universidad de Manchester un estudio sobre la semana laboral de 32 horas en dos empresas públicas de Escocia cuyos resultados revelan un aumento de la productividad y un mayor bienestar: el estrés laboral se redujo un 18%. El personal que decía estar muy satisfecho con su equilibrio entre vida laboral y personal pasó del 4% al 84% nueve meses después de implantado el nuevo horario y casi todos los entrevistados esperaban que la política se mantuviera más allá del programa piloto. “Quienes tenían responsabilidades familiares usaban a menudo expresiones como: ”Me ha cambiado la vida“, señala el informe. Juliet Schor, economista y profesora de Sociología del Boston College, es autora del libro Four days a week (Harper Business, 2025), un alegato a favor de la semana laboral de cuatro días basado en una detallada investigación sobre empresas que estaban poniendo a prueba esos horarios. “Estoy convencida de que la semana de cuatro días es una solución a la dimensión de la policrisis actual porque se trata de una reforma de 360 grados, es decir, que afecta a todo el mundo: los niños reciben más atención de sus padres, la gente puede estar con su familia y amigos, las personas están más sanas y son más felices y eso mejora sus interacciones con los demás”. Además, dice, la semana de cuatro días “va de la mano de un estilo de gestión más humano, menos jerárquico y rígido. Eso es mejor para todos”. A su juicio, también fortalece la economía, porque las empresas son más sostenibles desde el punto de vista financiero. Apunta, igualmente, que se trata de una medida proactiva para hacer frente “al próximo tsunami de la inteligencia artificial” y su previsible efecto negativo sobre el empleo y, entre las razones que menciona para defender jornadas más cortas, figura una con implicaciones para la salud democrática: al tener más tiempo libre, los ciudadanos pueden participar en actividades comunitarias o políticas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el mundo más de un tercio de trabajadores trabaja más de 48 horas por semana, especialmente en Asia y en el Pacífico. En Europa y Asia Central el promedio es de 38 horas a la semana. “Sabemos que jornadas laborales por encima de 48 horas tienen impactos muy negativos en la salud física y mental de los trabajadores porque aumenta la fatiga, el estrés y se producen trastornos del sueño, además de disminuir la seguridad en el trabajo y dificultar la conciliación laboral y familiar. Un estudio que hicimos en 2021 con la Organización Mundial de la Salud concluye que trabajar más de 55 horas semanales aumenta significativamente el riesgo cardiovascular”, destaca Catarina Braga, especialista en jornada laboral de la OIT. Una de las lecciones que extrae de sus investigaciones Juliet Schor es que “los estilos de vida acelerados y con largas jornadas laborales que impiden el bienestar humano también inciden en el deterioro del medio ambiente”. Aunque no cree que todas las organizaciones puedan implementar ahora mismo una semana de cuatro días sin aumentar los costes, está convencida de que su generalización es cuestión de tiempo. “Las que se queden atrás tendrán que adaptarse o correrán el riesgo de tener una posición desfavorable en el mercado laboral”, augura.

Trabajar menos (sin ganar menos): "Me ha cambiado la vida"

Trabajar menos (sin ganar menos): "Me ha cambiado la vida"

Hablamos con cuatro personas que trabajan menos horas sin recibir menos salario. Los experimentos realizados son contundentes: trabajar menos horas a la semana no solo da mayor bienestar, también reduce los costes sanitarios y es un aliado ante el tsunami que viene por la inteligencia artificial. Y tiene una menor huella ecológica Trabajar menos, pero también mejor: a la conquista del tiempo y de un empleo que no enferme Pedro González es un ingeniero de telecomunicaciones de 43 años y se considera un privilegiado por sus condiciones laborales. Desde que hace cuatro años la empresa de marketing digital de la que es socio y director de negocio, Good Rebels, adoptó la jornada de cuatro días semanales, tiene esa agradable sensación de contar con un largo fin de semana por delante. Se va los viernes por la mañana a La Rioja para pasar más tiempo con su padre y combina el teletrabajo con los viajes familiares. En su empresa, instaurar las 37,5 horas semanales de lunes a jueves fue el último paso de un proceso que prima los objetivos –más que las horas trabajadas– y la transparencia. Las cuentas son públicas para toda la organización –igual que los salarios– los comités de dirección son abiertos y la flexibilidad para organizar el horario, total. Ismael Morales tiene 33 años, es biólogo y trabaja ocho horas diarias de lunes a jueves en la Fundación Renovables, que participa desde junio de 2023 en un programa piloto sobre la semana laboral de cuatro días. “La verdad es que te cambia la vida, porque tener tres días libres te permite relajarte, reducir la 'ecoansiedad', alejarte un poco de la actualidad y reflexionar sobre nuevas líneas de investigación”, dice. En su caso, le ha permitido, además, terminar una novela e iniciar un doctorado que ni se hubiera planteado de no tener disponibles los viernes. La fundación ha mantenido e incluso aumentado el salario de sus 12 trabajadores, ha mejorado su capacidad para conseguir proyectos y para atraer personal. Laurence Rozenberg es ingeniera en una empresa francesa. Tiene 47 años y estuvo once con una reducción de jornada que solicitó por motivos de conciliación familiar en 2009, cuando nació su segundo hijo. Libraba los miércoles, el día que en Francia los niños no van al colegio, y así podía estar con sus hijos, además de tener un tiempo de “respiro” semanal para retomar alguna actividad deportiva y cultural. Su sueldo se prorrateó en proporción al nuevo horario, pero su cotización a la seguridad social se mantuvo intacta. Ese tiempo le sirvió para restar importancia a las presiones profesionales y para protegerse del estrés laboral, habilidades que conservó cuando volvió a la jornada completa. Marta Cantero es orientadora, tiene 47 años y trabaja martes, miércoles y jueves al tener un permiso especial que pidió cuando nació su hijo Carlos, que padece el Síndrome de Williams, una enfermedad rara. Al principio fue una reducción total de jornada que luego ajustó al 50% cuando el niño pudo escolarizarse. Ahora tiene las mañanas libres y eso le facilita acompañar a Carlos a sus citas médicas y a sus terapias diarias. “Sin esa flexibilidad hubiera sido difícil conciliar. Alguna vez la pediatra me animó a continuar con la reducción total de jornada, pero a mí me apetecía trabajar. Eso sí, tenía que ser un trabajo ajustado al equilibrio que yo necesitaba tener en mi vida”, explica. Las situaciones laborales de Carlos, Ismael, Laurence y Marta son distintas, pero comparten un horario que facilita los cuidados, la conciliación, darse un respiro o protegerse del estrés, es decir, vivir mejor. De hecho, las pruebas empíricas disponibles demuestran que reducir el tiempo de trabajo puede tener consecuencias positivas para trabajadores, empresas y para la sociedad en su conjunto: menos problemas de salud laboral, menos costes sanitarios, conciliar mejor vida familiar y laboral e incluso menor impacto ecológico. “Volver a la senda histórica de la reducción del tiempo de trabajo, combinada con acuerdos equilibrados, puede ser el siguiente paso en el largo camino hacia una sociedad más feliz, más saludable y más sostenible”, señalaba en 2018 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe Working time and the future of work (Jornada laboral y el futuro del trabajo). Sin embargo, como todo cambio, disminuir el tiempo de trabajo se enfrenta a muchas resistencias. La primera es la de los empresarios. “La mayoría no es nada favorable, al menos en Francia, donde la derecha y la patronal martillean el dogma de que hay que trabajar más. Pero tampoco conseguiremos la adhesión de los trabajadores que tienen dificultades para llegar a fin de mes diciéndoles que tendrán más tiempo libre, pero serán más pobres. Por eso es imprescindible compensar salarialmente la reducción de la jornada”, advierte François Xavier Devetter, profesor de Economía en la Universidad de Lille. Francia redujo la semana laboral de 39 a 35 horas en el año 2000 bajo el Gobierno socialista de Lionel Jospin. No hubo cambios en el salario mensual neto de los trabajadores y como contrapartida las empresas podían deducirse parte de las cotizaciones a la seguridad social. La reforma, planteada para redistribuir el empleo, afectó al 80% de los asalariados. “Las políticas de reducción de jornada siempre son muy complicadas. La duración legal no significa automáticamente una disminución real, porque puede haber horas extras, horas complementarias o tiempo no contabilizado”, añade Devetter refiriéndose al caso francés. En el caso de España, la intención del Gobierno de pasar en dos años de 40 horas semanales a 37,5 tropieza con una falta de consenso político y las reticencias patronales, que alegan una factura elevada. Según un estudio de 2024 de BBVA Research, el impacto de la medida implicaría un aumento de los costes laborales equivalente al 1,5% del PIB, restaría siete décimas al crecimiento medio anual del PIB durante dos años y ocho décimas al crecimiento del empleo. El centro de análisis del grupo financiero sostiene que la reforma no debería implementarse sin una mejora previa de la productividad. El mismo argumento esgrime la patronal de las pequeñas y medianas empresas (CEPYME), que calcula en 11.800 millones de euros el importe de reducir el tiempo de trabajo, al que habría que añadir los costes indirectos de nuevas contrataciones o el pago de las horas extra. Los sectores más afectados, según sus estudios, serían el inmobiliario, la hostelería y la agroganadería. “Me ha cambiado la vida” En el lado posibilista de la balanza se sitúan organizaciones como 4 Day Week Global, fundada en Nueva Zelanda 2019 con el objetivo de apoyar la transición de empresas hacia jornadas más cortas, o el centro británico Autonomy Institute, que coordinó junto a la Universidad de Manchester un estudio sobre la semana laboral de 32 horas en dos empresas públicas de Escocia cuyos resultados revelan un aumento de la productividad y un mayor bienestar: el estrés laboral se redujo un 18%. El personal que decía estar muy satisfecho con su equilibrio entre vida laboral y personal pasó del 4% al 84% nueve meses después de implantado el nuevo horario y casi todos los entrevistados esperaban que la política se mantuviera más allá del programa piloto. “Quienes tenían responsabilidades familiares usaban a menudo expresiones como: ”Me ha cambiado la vida“, señala el informe. Juliet Schor, economista y profesora de Sociología del Boston College, es autora del libro Four days a week (Harper Business, 2025), un alegato a favor de la semana laboral de cuatro días basado en una detallada investigación sobre empresas que estaban poniendo a prueba esos horarios. “Estoy convencida de que la semana de cuatro días es una solución a la dimensión de la policrisis actual porque se trata de una reforma de 360 grados, es decir, que afecta a todo el mundo: los niños reciben más atención de sus padres, la gente puede estar con su familia y amigos, las personas están más sanas y son más felices y eso mejora sus interacciones con los demás”. Además, dice, la semana de cuatro días “va de la mano de un estilo de gestión más humano, menos jerárquico y rígido. Eso es mejor para todos”. A su juicio, también fortalece la economía, porque las empresas son más sostenibles desde el punto de vista financiero. Apunta, igualmente, que se trata de una medida proactiva para hacer frente “al próximo tsunami de la inteligencia artificial” y su previsible efecto negativo sobre el empleo y, entre las razones que menciona para defender jornadas más cortas, figura una con implicaciones para la salud democrática: al tener más tiempo libre, los ciudadanos pueden participar en actividades comunitarias o políticas. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el mundo más de un tercio de trabajadores trabaja más de 48 horas por semana, especialmente en Asia y en el Pacífico. En Europa y Asia Central el promedio es de 38 horas a la semana. “Sabemos que jornadas laborales por encima de 48 horas tienen impactos muy negativos en la salud física y mental de los trabajadores porque aumenta la fatiga, el estrés y se producen trastornos del sueño, además de disminuir la seguridad en el trabajo y dificultar la conciliación laboral y familiar. Un estudio que hicimos en 2021 con la Organización Mundial de la Salud concluye que trabajar más de 55 horas semanales aumenta significativamente el riesgo cardiovascular”, destaca Catarina Braga, especialista en jornada laboral de la OIT. Una de las lecciones que extrae de sus investigaciones Juliet Schor es que “los estilos de vida acelerados y con largas jornadas laborales que impiden el bienestar humano también inciden en el deterioro del medio ambiente”. Aunque no cree que todas las organizaciones puedan implementar ahora mismo una semana de cuatro días sin aumentar los costes, está convencida de que su generalización es cuestión de tiempo. “Las que se queden atrás tendrán que adaptarse o correrán el riesgo de tener una posición desfavorable en el mercado laboral”, augura.

"No necesitas tantas cosas para disfrutar": así pasan las fiestas las familias que han decidido reducir las celebraciones

"No necesitas tantas cosas para disfrutar": así pasan las fiestas las familias que han decidido reducir las celebraciones

En algunos hogares están revisando cómo celebrar estos días para introducir pequeños cambios El espíritu de la ansiedad: las reflexiones de un psicólogo sobre lo agotadoras que pueden ser las fiestas En muchas casas, diciembre había dejado de sentirse festivo para convertirse en una carrera. Listas eternas, planes encadenados y celebraciones que se cumplían por inercia. En ese contexto, empieza a surgir una pregunta sencilla: ¿qué merece realmente tiempo y qué se puede esperar? Adriana, 41 años, madre de una niña de siete, recuerda cómo vivían las fiestas “con el piloto automático”. Compraban porque tocaba y tenían la agenda completa, pero la sensación de desconexión era compartida. Este diciembre han reducido el calendario a tres actividades que sí disfrutan: decorar la casa, ver una película juntos y escribir la carta a Papá Noel. “Nos damos cuenta de que, cuando hacemos menos, estamos más”, asegura. Con menos planes, esperan vivir estas dos semanas con menos apuro y sin la constante idea de no llegar a todo lo que quisieran. Una reflexión parecida tuvo Álvaro, 45 años, padre de dos niños de ocho y once años, al recordar lo que llama “la Nochebuena maratoniana”: cuatro casas, tres comidas y dos desplazamientos largos. Acababan todos agotados. “No lo hacíamos por ilusión, sino por obligación”, admite. Este año decidieron eliminar compromisos y reducir desplazamientos, con la idea de vivir la noche sin ir contrarreloj. Así, la celebración no terminó en cansancio y pudieron llegar a casa con la sensación de haber estado presentes, y no solo de haber cumplido. Sonia, 33 años, madre de una niña de cuatro, centró el cambio en los regalos tras varios años de acumulación. “Ella abría un juguete y ya tenía otro esperando. No disfrutaba nada”, cuenta. Recuerda que, al final del día, su hija apenas recordaba qué le habían regalado. En su casa, han optado por limitar los regalos a uno por persona y uno compartido: una excursión. “Nos ilusiona más que cualquier paquete. Al final te das cuenta de que no necesitas tantas cosas para disfrutar estas fechas”, afirma. La intención es que la ilusión no se diluya entre objetos y pueda sostenerse más allá del propio día. Menos sobrecarga, más bienestar emocional En cambios como este, empieza a aparecer una sensación compartida. Al reducir estímulos, cada día deja de convertirse en una sucesión de impactos y puede vivirse con más continuidad. Para los niños, ese ajuste se traduce en más tiempo para jugar sin interrupciones y menos necesidad de pasar rápidamente de una cosa a otra. Para los adultos, supone revisar expectativas y aceptar que no todo tiene que ocurrir en un sola jornada. Muchas personas sienten que la dinámica del consumo las ha alejado de lo verdaderamente importante y son cada vez más conscientes de que el exceso de regalos no siempre se traduce en mayor bienestar Emma Domínguez Barreiro — psicóloga sanitaria Emma Domínguez Barreiro, psicóloga sanitaria especialista en terapia familiar y crianza respetuosa en el centro Punto & Aparte Psicología-Logopedia, explica que este deseo de una Navidad más sencilla y con menos compras aparece con mayor frecuencia tras años de cansancio frente a una celebración basada en la acumulación. “Muchas personas sienten que la dinámica del consumo las ha alejado de lo verdaderamente importante y son cada vez más conscientes de que el exceso de regalos no siempre se traduce en mayor bienestar”, comenta. Según señala, una Navidad sin excesos “permite reconectar, respirar y vivir desde la calma”. También ayuda a cuidar el clima emocional del hogar y a proteger a los niños de la idea de que “más” significa “mejor”. “Cuando hay presencia real de los adultos, el niño no necesita llenar vacíos con objetos, porque lo que recibe es atención, mirada y coherencia”, sostiene Domínguez. En este contexto, surgen más momentos de juego compartido, más conversación y una mayor capacidad de disfrutar de lo cotidiano. Aclara que ese tipo de experiencias son las que dejan una base emocional más estable en la infancia, “más profunda que cualquier objeto”. Decisiones pequeñas, efectos reales En otros hogares, el cambio llegó con ajustes aún más pequeños. Amanda, 36 años, madre de dos niñas de cinco y nueve, decidió dejar de encadenar actividades. “Visitábamos mercadillos, íbamos al teatro, de tiendas… Ellas estaban saturadas, nosotros también”, indica. Este año han elegido un único plan especial: hornear galletas juntas el 23 de diciembre. Con el nuevo planteamiento, esperan que ese día sea el momento que más ilusión les haga a las tres. Visitábamos mercadillos, íbamos al teatro, de tiendas… Ellas estaban saturadas, nosotros también Amanda — madre de dos niñas Otros han optado por proteger un día entero de calma. Antón, 41 años, padre dos niños de seis y diez, ha reservado el 25 para estar en casa, sin trabajos, móviles ni visitas. “Es nuestro día de paz. Solo juego y tranquilidad”, opina. Su idea era que la jornada se estirase sin horarios y la casa se llenara de ratos compartidos que no necesitan planificación. Y hay quienes han empezado por simplificar la logística. Candela, 36 años, madre de un niño de cuatro y una niña de siete, quiso evitar las compras de última hora que asumía siempre sola. “Me agobiaba. Ahora hacemos varias listas pequeñas y la resolvemos en dos o tres tardes”, subraya. Para ella, reducir decisiones y expectativas supone una manera concreta de aliviar la carga mental y llegar a las fiestas de manera más relajada. El papel del ejemplo adulto Las decisiones de los adultos marcan el tono cuando una familia decide reducir compras y priorizar el tiempo compartido. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice, y necesitan coherencia entre los mensajes y las acciones. Así lo explica Sandra Oliveira Rodríguez, psicóloga en Contigo Psicología (Vigo) y Sana Psicología (A Cañiza), que advierte que no tiene sentido pedir a los niños que esperen o que elijan solo una cosa en Navidad si los adultos viven inmersos en el consumo inmediato. Si queremos simplificar compromisos, pero estamos sobreexpuestos a vidas perfectas y planes navideños ajenos, aparecen necesidades que no tenemos Sandra Oliveira Rodríguez — psicóloga A su juicio, una de las mayores dificultades para sostener unas fiestas más contenidas viene del exterior: la presión social, las pantallas y la comparación constante. Comparte que, para frenar el consumo, también hay que limitar los estímulos: “Si queremos simplificar compromisos, pero estamos sobreexpuestos a vidas perfectas y planes navideños ajenos, aparecen necesidades que no tenemos”. Como herramienta práctica, Oliveira revela que en consulta utilizan pautas para acotar decisiones y reducir saturación: la regla de los cuatro regalos . “En Navidad o en un cumpleaños, el niño recibe algo que necesita como una mochila, un libro, una prenda de ropa y algo que le haga mucha ilusión. Una norma simple, que en la práctica es útil y efectiva”, confirma. De estas historias se desprende que estas fechas no necesitan ser perfectas para ser significativas. Por norma general, basta con que los adultos ajusten expectativas y se permitan celebrar los días festivos con más presencia y menos exigencia. Cuando eso ocurre, los menores se sienten más acompañados y el clima familiar cambia: hay más disponibilidad para estar, escuchar y compartir, y menos necesidad de cumplir con todo. No es una renuncia ni una fórmula cerrada, sino una forma distinta de situarse ante las fiestas.