De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

También aumenta el número de titularidades compartidas a 32 en la comunidad. La presencia de la mujer en el sector primario aporta estabilidad, innovación y futuro al desarrollo al rural aragonés Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga” El perfil del sector primario en Aragón está experimentando una transformación histórica. Si hace dos décadas la presencia femenina en agricultura y ganadería era difusa y en la mayoría de los casos estaba relegada a tareas invisibilizadas dentro de las labores familiares, hoy las mujeres son protagonistas de una revolución cada vez menos silenciosa y más estructural que está redefiniendo el rostro del campo aragonés. Los últimos informes oficiales dibujan un panorama de crecimiento sostenido en la participación de las mujeres en el medio rural, no solo como trabajadoras, sino como titulares y gestoras de explotaciones agrarias. Según el informe 'Ser mujer rural en Aragón 2010-2024', presentado recientemente por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, el 23% de las explotaciones agrícolas están encabezadas por mujeres encargadas también de su gestión directa, un avance del 20% respecto al anterior informe. Más de 1.200 mujeres se han incorporado de manera formal y regulada al sector agrario en los últimos 20 años. Un cambio que está siendo posible, en parte, debido a los movimientos sociales y de las organizaciones profesionales agrarias que se han traducido en políticas públicas que están priorizando las solicitudes de mujeres en programas de incorporación y modernización de explotaciones. Una nueva forma de concebir el sector que rompe con la visión del trabajo de las mujeres en el campo como un hecho complementario o “de ayuda”, sin reconocimiento formal, incluso por parte de las mismas familias y de las propias mujeres. Un cambio estructural en el sector a nivel laboral El informe recalca que no se trata solo de cifras aisladas, sino de una tendencia que se ha consolidado con el tiempo. “El avance de las mujeres en el medio rural aragonés ya no es una tendencia puntual, es una realidad estructural”, afirma Miriam Ferrer, jefa de Planificación e Igualdad del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón. En la última década, la población activa femenina en el sector agrario ha aumentado en más de 24.000 mujeres, mientras que la masculina ha descendido desde 2010 en 10.750 hombres. En términos de empleo, el informe publicado por el Gobierno de Aragón refleja que el número de mujeres ocupadas ha crecido un 16% en el mismo periodo, frente a la estabilización relativa de los hombres. Ellas también piden ayudas y se incorporan más Además, la proporción de solicitantes femeninas de ayudas para la incorporación a la agricultura también ha aumentado de manera significativa, pasando del 17,4 % en 2001 a más de 26% en 2024, un indicador claro de que cada vez más mujeres jóvenes encuentran en el campo una salida profesional viable, de manera especial en la franja de 36 a 40 años, donde las mujeres superan a los hombres en solicitudes. Este último dato refleja que muchas mujeres que deciden vivir en el medio rural encuentran en la agricultura y la ganadería una vía laboral a través de la que poder conciliar y ser madres, sin dejar de tener una actividad profesional remunerada. En las líneas de modernización de explotaciones, el porcentaje de mujeres beneficiarias también ha experimentado un notable crecimiento, pasando del 7,60% al 19,97% en los últimos 21 años. Asimismo, este crecimiento ha tenido impacto en áreas complementarias del desarrollo rural, donde la mujer es un pilar clave como reflejan los datos: cerca del 40 % de los proyectos apoyados por programas LEADER están liderados por mujeres, con una presencia destacada de emprendedoras mayores de 55 años. Más agricultoras, más ganaderas y más cotitulares El 23% de las explotaciones agrícolas de Aragón ya tienen a una mujer como titular y jefa de explotación, lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la encuesta anterior. Ahora, además, el 83% de las titulares son también responsables directas de la gestión de sus explotaciones en comparación con el 62% que publicaba el anterior informe de la consejería. En el sector ganadero, el porcentaje de mujeres titulares de explotaciones ha alcanzado el 12,47%. Más del 16% de estas mujeres se localizan en la provincia de Teruel. Y el sector cunícola es el que más protagonismo tiene, con el 18% de las explotaciones con una titular mujer. Por otra parte, el número de explotaciones acogidas al régimen de titularidad compartida también ha seguido creciendo. El informe recoge que son ya 32 las explotaciones registradas en esta modalidad en toda la comunidad autónoma, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Recordamos que en la titularidad compartida ambas partes comparten la gestión, administración y responsabilidad al 50%, visibilizando y reconociendo el trabajo de ambos, facilitando el acceso a ayudas, subvenciones y cotización en la Seguridad Social de forma conjunta y equitativa. Una figura legal en España, que está regulada por la Ley 35/2011. El campo mira hacia un futuro en femenino lleno de retos La incorporación de las mujeres al campo no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Con más mujeres asumiendo la titularidad de explotaciones, accediendo a ayudas, liderando proyectos y ocupando espacios de decisión, el campo aragonés no solo gana en números, sino también en estabilidad y resiliencia. Sin embargo, ahora, la tarea se centra en consolidar estas conquistas y ampliar las oportunidades para que el crecimiento de la participación femenina no se detenga. Y es que, a pesar de estos avances, las organizaciones agrarias, las protagonistas y expertas, como Miriam Ferrer, consideran que, a pesar de que “vamos por buen camino”, también “hay que seguir trabajando en todas las áreas para consolidar y mejorar estos resultados” para alcanzar una igualdad plena. La brecha salarial, por ejemplo, sigue siendo una realidad que lastra a muchas mujeres del sector primario. En 2024, la diferencia de salario entre hombres y mujeres en el sector agrario se redujo considerablemente, situándose por debajo de cifras preocupantes de años anteriores. La diferencia es del 3,77% para contratos indefinidos (frente al 12,09% en 2022) y del 7,27% para temporales. Otro de los retos es el tamaño de las explotaciones. Históricamente, las ganaderías o tierras lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y, por consiguiente, registran una facturación menor. La brecha que aquí se abre refleja desigualdades que persisten en el acceso a recursos y mercados. En estas condiciones, la representación femenina sigue siendo muy reducida en los principales espacios de peso económico y político dentro del sector. La mujer sigue quedándose fuera de los lugares donde se toman las decisiones, foros tan importantes como por ejemplo los consejos rectores de las cooperativas. “Cuando las mujeres acceden en igualdad a las ayudas, a la titularidad y a los procesos de modernización, el territorio gana en estabilidad, innovación y futuro. La igualdad no es solo una cuestión social, es una palanca clave para el desarrollo rural sostenible”, alega Miriam Ferrer. Por ello se sigue apostando por la creación de mesas de diálogo, campañas de visibilización y plataformas de apoyo como herramientas para consolidar la presencia femenina y fomentar redes de colaboración entre mujeres rurales que, muy importante, se sostengan en el tiempo.

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

En su nuevo libro, el historiador Antonio Rivera sostiene que la actual urbe se levanta sobre el recuerdo de dos ciudades ya desaparecidas, la Vitoria histórica del siglo XIX y de comienzos del XX y la "revolucionada" de la década de 1950 en adelante El quinto centenario de cuando la pequeña Vitoria fue "capital de Europa y del mundo" por la estancia de Carlos V Las cuatro torres —las de las iglesias de San Miguel, San Vicente y San Pedro y la de la catedral de Santa María— que conforman la silueta urbana de Vitoria han sido testigos del transcurrir de los siglos. La almendra que se atisba en el centro, nada más ganar un poco de altura, configurada por el trazado de las calles gremiales, ha permanecido ajena al paso de los años y a la mutación del estilo de vida de sus ciudadanos. Pero la Vitoria actual, la del siglo XXI, se erige sobre los escombros de dos Vitorias ya desaparecidas, que ya no están ni se pueden ver. Y con esas dos Vitorias se esfumaron también de la visión cotidiana edificios históricos y fábricas, tradiciones y formas de ocio, calles y vías de tren. Es la tesis que esboza el historiador Antonio Rivera en su recién publicada 'Vitoria desaparecida' (Editorial Efadós). Sostiene que la actual urbe descansa no sobre una Vitoria ya desaparecida, sino sobre dos: una histórica, que tomó forma sobre todo en los siglos XIX y XX, y otra que llama 'revolucionada', porque asistió a una transformación “por completo y súbitamente” con la industrialización que se aceleró en la década de 1950. “La primera pertenece a los 'vtv' ('vitorianos de toda la vida'), mientras la segunda es la de aquella clase obrera industrial e inmigrante que se presentó en escena desafiante y de manera dramática aquel 3 de marzo de 1976”, remacha. La presentación de la obra, que tuvo lugar la semana pasada en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, contó con la participación de la alcaldesa, Maider Etxebarria. “Gracias a personas como Antonio hoy conocemos mejor nuestra historia, podemos mirar atrás y dar respuesta a preguntas. Es importante conocer nuestro pasado para saber quiénes somos y adónde queremos ir”, sostuvo la primera edil. Advierte el autor en la introducción a su libro que sus páginas solo están pobladas de imágenes que muestran elementos de la ciudad que no existen, o aquellos que todavía perviven pero rodeados de un entorno muy diferente al del pasado. “No busquen lugares importantes si estos siguen siendo básicamente los mismos. Aquí solo se ve y se recuerda la Vitoria desaparecida”, insiste. Pero ¿por qué? “Las imágenes de este libro, de esas dos ciudades desaparecidas, nos fuerzan a tratar de entender en su lógica ese lugar extraño que es el pasado, aunque este siga siendo el nuestro”, abunda. Fachada de la plaza de toros, en torno a 1965 Y ¿quiénes son los fotógrafos cuyas fotografías campan por las páginas del libro? Ordenados por orden alfabético según el apellido, son, entre otros, Santiago Arina, Arqué (el estudio fotográfico de Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Lorenzo Elorza, Enrique Guinea, Jean Laurent, Gerardo López de Guereñu, José María Parra, Lucien Roisin, Alberto Schommer Koch y Ceferino Yanguas. Una “renovada desamortización” Habla Rivera de una Vitoria histórica —la que se configuró en los siglos XIX y XX— que, siendo un “poblachón provinciano” con su característico “'skyline' de las cuatro torres”, fue una ciudad que “se nutrió de menestrales y burgueses poco dinámicos, pero sobre todo de curas, militares y criadas”. De ese contexto al actual, media un trecho. Entre medias, a partir de las postrimerías de la década de los años cincuenta, se aceleró la industrialización con “una intensa llegada de población foránea para trabajar”, “un incremento y transformación del plano urbano” y “un cambio en los hábitos y la caracterización de la ciudad”. “Todo ocurrió rápidamente”, argumenta Rivera, que habla de una “ciudad revolucionada” que la industria llenó de barrios y fábricas. La Vitoria histórica y la Vitoria revolucionada, según la tesis del autor, son los dos esqueletos ya desaparecidos sobre los que se levanta la actual capital alavesa. Si hay un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, fue la desaparición del convento de San Francisco, que había ocupado un punto privilegiado desde el siglo XIII. Una de las fotografías elegidas por Rivera para ilustrar este cambio, de la autoría de Enrique Guinea, muestra el amplio espacio que antes había ocupado el inmueble: unos niños juegan en el solar, con varios elementos que se perciben nítidos, sin obstáculos, al fondo: el edificio del Banco de España (actual sede del Memorial de las Víctimas del Terrorismo), los Arquillos ideados por Olaguíbel y las torres de San Vicente Mártir y San Miguel Arcángel. “Era el comienzo de una constante posterior: la ciudad nueva se construiría desde una renovada desamortización de edificios militares y religiosos”, escribe el autor en el texto que acompaña a la instantánea. El solar del convento de San Francisco, en una fotografía no incluida en el libro de Rivera, pero similar La otra mitad del libro se dedica a la Vitoria que Rivera llama “revolucionada”. Esa etapa, que comienza a finales de la década de 1950, coincide también con la primera bajada de Celedón en 1957 y el remate del Ensanche en 1959, hitos también ilustrados por imágenes en el libro. Fue una época en la que todavía pervivían industrias dentro de la circunvalación, al mismo tiempo que iban germinando los polígonos de las afueras. IMOSA, MEVOSA, Mercedes-Benz, el polígono de Gamarra-Betoño, Porcelanas, el KAS, Forjas Alavesas... Son todos protagonistas de esa época. Y el jefe del Estado, el dictador Francisco Franco, también se dejó ver por la ciudad, que se había puesto de su parte desde el primer minuto , traicionando la legalidad constitucional de la Segunda República desde que se tuvo noticia de la sublevación militar. “El 29 de julio de 1964, celebrando los XXV Años de Paz, el dictador estuvo en Vitoria, camino de su habitual estío donostiarra, y protagonizó una 'jornada memorable'. Inauguró el complejo deportivo de Gamarra y la Central Lechera de Zaramaga, entregó llaves a los quinientos nuevos dueños de pisos del barrio y tuvo tiempo para discursear desde el balcón de la Diputación”, se dice en el libro. Pero esa Vitoria también acabó desapareciendo. “Los escenarios y monumentos industriales (las fábricas) también se transformaron y ocultaron en un espacio de tiempo voraz, después de haber extraído de ellos todas sus posibilidades. La ciudad industrial de los años sesenta tampoco se aprecia hoy solo cinco décadas después, sustituida por otra sin humos”, escribe Rivera. El Alavés y Mendizorroza Unida indisolublemente a la historia de la ciudad está la del Deportivo Alavés, el club de fútbol que ha paseado su nombre por estadios de toda la geografía española y que llevó su escudo hasta el Westfalenstadion de la ciudad alemana de Dortmund, donde el equipo entonces dirigido por Mané cayó en 2001 en la prórroga de la final de la Copa de la Uefa ante el Liverpool. Se da la circunstancia de que el Alavés ocupa un cajón del podio español de equipos que más años se mantienen en el mismo estadio: Mendizorroza se inauguró en la víspera de San Prudencio de 1924, lo que sitúa al estadio del paseo de Cervantes tan solo por detrás de El Molinón, en Gijón, y Mestalla, en Valencia. Cuenta Rivera que fueron esenciales en su impulso las figuras de Federico del Campo, Félix Alfaro y José G. Guinea. Una de las señas de identidad de Mendizorroza, al menos a partir de 1950, fue la torreta que se instaló para que Radio Vitoria pudiera retransmitir los encuentros por las ondas. No desapareció, señala Rivera, hasta 1993. “En el año 1953 se hizo la primera tribuna y en 1962 se pusieron las cubiertas. Al final del siglo XX se remodeló para dar cabida a 20.000 aficionados”, añade. La torre de Radio Vitoria en Mendizorroza Se dedican también dos páginas del libro al Teatro Príncipe, de cuya inauguración se cumple precisamente en estas Navidades de 2025 un centenario . Rebautizado en 1961 como Teatro Guridi por haber estrenado allí el vitoriano Jesús Guridi su 'El caserío', se transformó en multicines en 1990, que en 2015 cerraron. La redacción de elDiario.es/Euskadi es uno de sus actuales inquilinos. Una de las fotografías, de Ceferino Yanguas, muestra el lujuso casino Gran Peña, “que llegó a tener más de quinientos socios”, explica Rivera.

Un convento del siglo XIII, una ciudad de militares y el tren Vasco-Navarro, las fotografías de dos Vitorias desaparecidas

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En su nuevo libro, el historiador Antonio Rivera sostiene que la actual urbe se levanta sobre el recuerdo de dos ciudades ya desaparecidas, la Vitoria histórica del siglo XIX y de comienzos del XX y la "revolucionada" de la década de 1950 en adelante El quinto centenario de cuando la pequeña Vitoria fue "capital de Europa y del mundo" por la estancia de Carlos V Las cuatro torres —las de las iglesias de San Miguel, San Vicente y San Pedro y la de la catedral de Santa María— que conforman la silueta urbana de Vitoria han sido testigos del transcurrir de los siglos. La almendra que se atisba en el centro, nada más ganar un poco de altura, configurada por el trazado de las calles gremiales, ha permanecido ajena al paso de los años y a la mutación del estilo de vida de sus ciudadanos. Pero la Vitoria actual, la del siglo XXI, se erige sobre los escombros de dos Vitorias ya desaparecidas, que ya no están ni se pueden ver. Y con esas dos Vitorias se esfumaron también de la visión cotidiana edificios históricos y fábricas, tradiciones y formas de ocio, calles y vías de tren. Es la tesis que esboza el historiador Antonio Rivera en su recién publicada 'Vitoria desaparecida' (Editorial Efadós). Sostiene que la actual urbe descansa no sobre una Vitoria ya desaparecida, sino sobre dos: una histórica, que tomó forma sobre todo en los siglos XIX y XX, y otra que llama 'revolucionada', porque asistió a una transformación “por completo y súbitamente” con la industrialización que se aceleró en la década de 1950. “La primera pertenece a los 'vtv' ('vitorianos de toda la vida'), mientras la segunda es la de aquella clase obrera industrial e inmigrante que se presentó en escena desafiante y de manera dramática aquel 3 de marzo de 1976”, remacha. La presentación de la obra, que tuvo lugar la semana pasada en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, contó con la participación de la alcaldesa, Maider Etxebarria. “Gracias a personas como Antonio hoy conocemos mejor nuestra historia, podemos mirar atrás y dar respuesta a preguntas. Es importante conocer nuestro pasado para saber quiénes somos y adónde queremos ir”, sostuvo la primera edil. Advierte el autor en la introducción a su libro que sus páginas solo están pobladas de imágenes que muestran elementos de la ciudad que no existen, o aquellos que todavía perviven pero rodeados de un entorno muy diferente al del pasado. “No busquen lugares importantes si estos siguen siendo básicamente los mismos. Aquí solo se ve y se recuerda la Vitoria desaparecida”, insiste. Pero ¿por qué? “Las imágenes de este libro, de esas dos ciudades desaparecidas, nos fuerzan a tratar de entender en su lógica ese lugar extraño que es el pasado, aunque este siga siendo el nuestro”, abunda. Fachada de la plaza de toros, en torno a 1965 Y ¿quiénes son los fotógrafos cuyas fotografías campan por las páginas del libro? Ordenados por orden alfabético según el apellido, son, entre otros, Santiago Arina, Arqué (el estudio fotográfico de Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Lorenzo Elorza, Enrique Guinea, Jean Laurent, Gerardo López de Guereñu, José María Parra, Lucien Roisin, Alberto Schommer Koch y Ceferino Yanguas. Una “renovada desamortización” Habla Rivera de una Vitoria histórica —la que se configuró en los siglos XIX y XX— que, siendo un “poblachón provinciano” con su característico “'skyline' de las cuatro torres”, fue una ciudad que “se nutrió de menestrales y burgueses poco dinámicos, pero sobre todo de curas, militares y criadas”. De ese contexto al actual, media un trecho. Entre medias, a partir de las postrimerías de la década de los años cincuenta, se aceleró la industrialización con “una intensa llegada de población foránea para trabajar”, “un incremento y transformación del plano urbano” y “un cambio en los hábitos y la caracterización de la ciudad”. “Todo ocurrió rápidamente”, argumenta Rivera, que habla de una “ciudad revolucionada” que la industria llenó de barrios y fábricas. La Vitoria histórica y la Vitoria revolucionada, según la tesis del autor, son los dos esqueletos ya desaparecidos sobre los que se levanta la actual capital alavesa. Si hay un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, fue la desaparición del convento de San Francisco, que había ocupado un punto privilegiado desde el siglo XIII. Una de las fotografías elegidas por Rivera para ilustrar este cambio, de la autoría de Enrique Guinea, muestra el amplio espacio que antes había ocupado el inmueble: unos niños juegan en el solar, con varios elementos que se perciben nítidos, sin obstáculos, al fondo: el edificio del Banco de España (actual sede del Memorial de las Víctimas del Terrorismo), los Arquillos ideados por Olaguíbel y las torres de San Vicente Mártir y San Miguel Arcángel. “Era el comienzo de una constante posterior: la ciudad nueva se construiría desde una renovada desamortización de edificios militares y religiosos”, escribe el autor en el texto que acompaña a la instantánea. El solar del convento de San Francisco, en una fotografía no incluida en el libro de Rivera, pero similar La otra mitad del libro se dedica a la Vitoria que Rivera llama “revolucionada”. Esa etapa, que comienza a finales de la década de 1950, coincide también con la primera bajada de Celedón en 1957 y el remate del Ensanche en 1959, hitos también ilustrados por imágenes en el libro. Fue una época en la que todavía pervivían industrias dentro de la circunvalación, al mismo tiempo que iban germinando los polígonos de las afueras. IMOSA, MEVOSA, Mercedes-Benz, el polígono de Gamarra-Betoño, Porcelanas, el KAS, Forjas Alavesas... Son todos protagonistas de esa época. Y el jefe del Estado, el dictador Francisco Franco, también se dejó ver por la ciudad, que se había puesto de su parte desde el primer minuto , traicionando la legalidad constitucional de la Segunda República desde que se tuvo noticia de la sublevación militar. “El 29 de julio de 1964, celebrando los XXV Años de Paz, el dictador estuvo en Vitoria, camino de su habitual estío donostiarra, y protagonizó una 'jornada memorable'. Inauguró el complejo deportivo de Gamarra y la Central Lechera de Zaramaga, entregó llaves a los quinientos nuevos dueños de pisos del barrio y tuvo tiempo para discursear desde el balcón de la Diputación”, se dice en el libro. Pero esa Vitoria también acabó desapareciendo. “Los escenarios y monumentos industriales (las fábricas) también se transformaron y ocultaron en un espacio de tiempo voraz, después de haber extraído de ellos todas sus posibilidades. La ciudad industrial de los años sesenta tampoco se aprecia hoy solo cinco décadas después, sustituida por otra sin humos”, escribe Rivera. El Alavés y Mendizorroza Unida indisolublemente a la historia de la ciudad está la del Deportivo Alavés, el club de fútbol que ha paseado su nombre por estadios de toda la geografía española y que llevó su escudo hasta el Westfalenstadion de la ciudad alemana de Dortmund, donde el equipo entonces dirigido por Mané cayó en 2001 en la prórroga de la final de la Copa de la Uefa ante el Liverpool. Se da la circunstancia de que el Alavés ocupa un cajón del podio español de equipos que más años se mantienen en el mismo estadio: Mendizorroza se inauguró en la víspera de San Prudencio de 1924, lo que sitúa al estadio del paseo de Cervantes tan solo por detrás de El Molinón, en Gijón, y Mestalla, en Valencia. Cuenta Rivera que fueron esenciales en su impulso las figuras de Federico del Campo, Félix Alfaro y José G. Guinea. Una de las señas de identidad de Mendizorroza, al menos a partir de 1950, fue la torreta que se instaló para que Radio Vitoria pudiera retransmitir los encuentros por las ondas. No desapareció, señala Rivera, hasta 1993. “En el año 1953 se hizo la primera tribuna y en 1962 se pusieron las cubiertas. Al final del siglo XX se remodeló para dar cabida a 20.000 aficionados”, añade. La torre de Radio Vitoria en Mendizorroza Se dedican también dos páginas del libro al Teatro Príncipe, de cuya inauguración se cumple precisamente en estas Navidades de 2025 un centenario . Rebautizado en 1961 como Teatro Guridi por haber estrenado allí el vitoriano Jesús Guridi su 'El caserío', se transformó en multicines en 1990, que en 2015 cerraron. La redacción de elDiario.es/Euskadi es uno de sus actuales inquilinos. Una de las fotografías, de Ceferino Yanguas, muestra el lujuso casino Gran Peña, “que llegó a tener más de quinientos socios”, explica Rivera.

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En su nuevo libro, el historiador Antonio Rivera sostiene que la actual urbe se levanta sobre el recuerdo de dos ciudades ya desaparecidas, la Vitoria histórica del siglo XIX y de comienzos del XX y la "revolucionada" de la década de 1950 en adelante El quinto centenario de cuando la pequeña Vitoria fue "capital de Europa y del mundo" por la estancia de Carlos V Las cuatro torres —las de las iglesias de San Miguel, San Vicente y San Pedro y la de la catedral de Santa María— que conforman la silueta urbana de Vitoria han sido testigos del transcurrir de los siglos. La almendra que se atisba en el centro, nada más ganar un poco de altura, configurada por el trazado de las calles gremiales, ha permanecido ajena al paso de los años y a la mutación del estilo de vida de sus ciudadanos. Pero la Vitoria actual, la del siglo XXI, se erige sobre los escombros de dos Vitorias ya desaparecidas, que ya no están ni se pueden ver. Y con esas dos Vitorias se esfumaron también de la visión cotidiana edificios históricos y fábricas, tradiciones y formas de ocio, calles y vías de tren. Es la tesis que esboza el historiador Antonio Rivera en su recién publicada 'Vitoria desaparecida' (Editorial Efadós). Sostiene que la actual urbe descansa no sobre una Vitoria ya desaparecida, sino sobre dos: una histórica, que tomó forma sobre todo en los siglos XIX y XX, y otra que llama 'revolucionada', porque asistió a una transformación “por completo y súbitamente” con la industrialización que se aceleró en la década de 1950. “La primera pertenece a los 'vtv' ('vitorianos de toda la vida'), mientras la segunda es la de aquella clase obrera industrial e inmigrante que se presentó en escena desafiante y de manera dramática aquel 3 de marzo de 1976”, remacha. La presentación de la obra, que tuvo lugar la semana pasada en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, contó con la participación de la alcaldesa, Maider Etxebarria. “Gracias a personas como Antonio hoy conocemos mejor nuestra historia, podemos mirar atrás y dar respuesta a preguntas. Es importante conocer nuestro pasado para saber quiénes somos y adónde queremos ir”, sostuvo la primera edil. Advierte el autor en la introducción a su libro que sus páginas solo están pobladas de imágenes que muestran elementos de la ciudad que no existen, o aquellos que todavía perviven pero rodeados de un entorno muy diferente al del pasado. “No busquen lugares importantes si estos siguen siendo básicamente los mismos. Aquí solo se ve y se recuerda la Vitoria desaparecida”, insiste. Pero ¿por qué? “Las imágenes de este libro, de esas dos ciudades desaparecidas, nos fuerzan a tratar de entender en su lógica ese lugar extraño que es el pasado, aunque este siga siendo el nuestro”, abunda. Fachada de la plaza de toros, en torno a 1965 Y ¿quiénes son los fotógrafos cuyas fotografías campan por las páginas del libro? Ordenados por orden alfabético según el apellido, son, entre otros, Santiago Arina, Arqué (el estudio fotográfico de Federico Arocena y Gregorio Querejazu), Lorenzo Elorza, Enrique Guinea, Jean Laurent, Gerardo López de Guereñu, José María Parra, Lucien Roisin, Alberto Schommer Koch y Ceferino Yanguas. Una “renovada desamortización” Habla Rivera de una Vitoria histórica —la que se configuró en los siglos XIX y XX— que, siendo un “poblachón provinciano” con su característico “'skyline' de las cuatro torres”, fue una ciudad que “se nutrió de menestrales y burgueses poco dinámicos, pero sobre todo de curas, militares y criadas”. De ese contexto al actual, media un trecho. Entre medias, a partir de las postrimerías de la década de los años cincuenta, se aceleró la industrialización con “una intensa llegada de población foránea para trabajar”, “un incremento y transformación del plano urbano” y “un cambio en los hábitos y la caracterización de la ciudad”. “Todo ocurrió rápidamente”, argumenta Rivera, que habla de una “ciudad revolucionada” que la industria llenó de barrios y fábricas. La Vitoria histórica y la Vitoria revolucionada, según la tesis del autor, son los dos esqueletos ya desaparecidos sobre los que se levanta la actual capital alavesa. Si hay un hecho que marcó un antes y un después en la historia de la ciudad, fue la desaparición del convento de San Francisco, que había ocupado un punto privilegiado desde el siglo XIII. Una de las fotografías elegidas por Rivera para ilustrar este cambio, de la autoría de Enrique Guinea, muestra el amplio espacio que antes había ocupado el inmueble: unos niños juegan en el solar, con varios elementos que se perciben nítidos, sin obstáculos, al fondo: el edificio del Banco de España (actual sede del Memorial de las Víctimas del Terrorismo), los Arquillos ideados por Olaguíbel y las torres de San Vicente Mártir y San Miguel Arcángel. “Era el comienzo de una constante posterior: la ciudad nueva se construiría desde una renovada desamortización de edificios militares y religiosos”, escribe el autor en el texto que acompaña a la instantánea. El solar del convento de San Francisco, en una fotografía no incluida en el libro de Rivera, pero similar La otra mitad del libro se dedica a la Vitoria que Rivera llama “revolucionada”. Esa etapa, que comienza a finales de la década de 1950, coincide también con la primera bajada de Celedón en 1957 y el remate del Ensanche en 1959, hitos también ilustrados por imágenes en el libro. Fue una época en la que todavía pervivían industrias dentro de la circunvalación, al mismo tiempo que iban germinando los polígonos de las afueras. IMOSA, MEVOSA, Mercedes-Benz, el polígono de Gamarra-Betoño, Porcelanas, el KAS, Forjas Alavesas... Son todos protagonistas de esa época. Y el jefe del Estado, el dictador Francisco Franco, también se dejó ver por la ciudad, que se había puesto de su parte desde el primer minuto , traicionando la legalidad constitucional de la Segunda República desde que se tuvo noticia de la sublevación militar. “El 29 de julio de 1964, celebrando los XXV Años de Paz, el dictador estuvo en Vitoria, camino de su habitual estío donostiarra, y protagonizó una 'jornada memorable'. Inauguró el complejo deportivo de Gamarra y la Central Lechera de Zaramaga, entregó llaves a los quinientos nuevos dueños de pisos del barrio y tuvo tiempo para discursear desde el balcón de la Diputación”, se dice en el libro. Pero esa Vitoria también acabó desapareciendo. “Los escenarios y monumentos industriales (las fábricas) también se transformaron y ocultaron en un espacio de tiempo voraz, después de haber extraído de ellos todas sus posibilidades. La ciudad industrial de los años sesenta tampoco se aprecia hoy solo cinco décadas después, sustituida por otra sin humos”, escribe Rivera. El Alavés y Mendizorroza Unida indisolublemente a la historia de la ciudad está la del Deportivo Alavés, el club de fútbol que ha paseado su nombre por estadios de toda la geografía española y que llevó su escudo hasta el Westfalenstadion de la ciudad alemana de Dortmund, donde el equipo entonces dirigido por Mané cayó en 2001 en la prórroga de la final de la Copa de la Uefa ante el Liverpool. Se da la circunstancia de que el Alavés ocupa un cajón del podio español de equipos que más años se mantienen en el mismo estadio: Mendizorroza se inauguró en la víspera de San Prudencio de 1924, lo que sitúa al estadio del paseo de Cervantes tan solo por detrás de El Molinón, en Gijón, y Mestalla, en Valencia. Cuenta Rivera que fueron esenciales en su impulso las figuras de Federico del Campo, Félix Alfaro y José G. Guinea. Una de las señas de identidad de Mendizorroza, al menos a partir de 1950, fue la torreta que se instaló para que Radio Vitoria pudiera retransmitir los encuentros por las ondas. No desapareció, señala Rivera, hasta 1993. “En el año 1953 se hizo la primera tribuna y en 1962 se pusieron las cubiertas. Al final del siglo XX se remodeló para dar cabida a 20.000 aficionados”, añade. La torre de Radio Vitoria en Mendizorroza Se dedican también dos páginas del libro al Teatro Príncipe, de cuya inauguración se cumple precisamente en estas Navidades de 2025 un centenario . Rebautizado en 1961 como Teatro Guridi por haber estrenado allí el vitoriano Jesús Guridi su 'El caserío', se transformó en multicines en 1990, que en 2015 cerraron. La redacción de elDiario.es/Euskadi es uno de sus actuales inquilinos. Una de las fotografías, de Ceferino Yanguas, muestra el lujuso casino Gran Peña, “que llegó a tener más de quinientos socios”, explica Rivera.

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

También aumenta el número de titularidades compartidas a 32 en la comunidad. La presencia de la mujer en el sector primario aporta estabilidad, innovación y futuro al desarrollo al rural aragonés Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga” El perfil del sector primario en Aragón está experimentando una transformación histórica. Si hace dos décadas la presencia femenina en agricultura y ganadería era difusa y en la mayoría de los casos estaba relegada a tareas invisibilizadas dentro de las labores familiares, hoy las mujeres son protagonistas de una revolución cada vez menos silenciosa y más estructural que está redefiniendo el rostro del campo aragonés. Los últimos informes oficiales dibujan un panorama de crecimiento sostenido en la participación de las mujeres en el medio rural, no solo como trabajadoras, sino como titulares y gestoras de explotaciones agrarias. Según el informe 'Ser mujer rural en Aragón 2010-2024', presentado recientemente por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, el 23% de las explotaciones agrícolas están encabezadas por mujeres encargadas también de su gestión directa, un avance del 20% respecto al anterior informe. Más de 1.200 mujeres se han incorporado de manera formal y regulada al sector agrario en los últimos 20 años. Un cambio que está siendo posible, en parte, debido a los movimientos sociales y de las organizaciones profesionales agrarias que se han traducido en políticas públicas que están priorizando las solicitudes de mujeres en programas de incorporación y modernización de explotaciones. Una nueva forma de concebir el sector que rompe con la visión del trabajo de las mujeres en el campo como un hecho complementario o “de ayuda”, sin reconocimiento formal, incluso por parte de las mismas familias y de las propias mujeres. Un cambio estructural en el sector a nivel laboral El informe recalca que no se trata solo de cifras aisladas, sino de una tendencia que se ha consolidado con el tiempo. “El avance de las mujeres en el medio rural aragonés ya no es una tendencia puntual, es una realidad estructural”, afirma Miriam Ferrer, jefa de Planificación e Igualdad del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón. En la última década, la población activa femenina en el sector agrario ha aumentado en más de 24.000 mujeres, mientras que la masculina ha descendido desde 2010 en 10.750 hombres. En términos de empleo, el informe publicado por el Gobierno de Aragón refleja que el número de mujeres ocupadas ha crecido un 16% en el mismo periodo, frente a la estabilización relativa de los hombres. Ellas también piden ayudas y se incorporan más Además, la proporción de solicitantes femeninas de ayudas para la incorporación a la agricultura también ha aumentado de manera significativa, pasando del 17,4 % en 2001 a más de 26% en 2024, un indicador claro de que cada vez más mujeres jóvenes encuentran en el campo una salida profesional viable, de manera especial en la franja de 36 a 40 años, donde las mujeres superan a los hombres en solicitudes. Este último dato refleja que muchas mujeres que deciden vivir en el medio rural encuentran en la agricultura y la ganadería una vía laboral a través de la que poder conciliar y ser madres, sin dejar de tener una actividad profesional remunerada. En las líneas de modernización de explotaciones, el porcentaje de mujeres beneficiarias también ha experimentado un notable crecimiento, pasando del 7,60% al 19,97% en los últimos 21 años. Asimismo, este crecimiento ha tenido impacto en áreas complementarias del desarrollo rural, donde la mujer es un pilar clave como reflejan los datos: cerca del 40 % de los proyectos apoyados por programas LEADER están liderados por mujeres, con una presencia destacada de emprendedoras mayores de 55 años. Más agricultoras, más ganaderas y más cotitulares El 23% de las explotaciones agrícolas de Aragón ya tienen a una mujer como titular y jefa de explotación, lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la encuesta anterior. Ahora, además, el 83% de las titulares son también responsables directas de la gestión de sus explotaciones en comparación con el 62% que publicaba el anterior informe de la consejería. En el sector ganadero, el porcentaje de mujeres titulares de explotaciones ha alcanzado el 12,47%. Más del 16% de estas mujeres se localizan en la provincia de Teruel. Y el sector cunícola es el que más protagonismo tiene, con el 18% de las explotaciones con una titular mujer. Por otra parte, el número de explotaciones acogidas al régimen de titularidad compartida también ha seguido creciendo. El informe recoge que son ya 32 las explotaciones registradas en esta modalidad en toda la comunidad autónoma, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Recordamos que en la titularidad compartida ambas partes comparten la gestión, administración y responsabilidad al 50%, visibilizando y reconociendo el trabajo de ambos, facilitando el acceso a ayudas, subvenciones y cotización en la Seguridad Social de forma conjunta y equitativa. Una figura legal en España, que está regulada por la Ley 35/2011. El campo mira hacia un futuro en femenino lleno de retos La incorporación de las mujeres al campo no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Con más mujeres asumiendo la titularidad de explotaciones, accediendo a ayudas, liderando proyectos y ocupando espacios de decisión, el campo aragonés no solo gana en números, sino también en estabilidad y resiliencia. Sin embargo, ahora, la tarea se centra en consolidar estas conquistas y ampliar las oportunidades para que el crecimiento de la participación femenina no se detenga. Y es que, a pesar de estos avances, las organizaciones agrarias, las protagonistas y expertas, como Miriam Ferrer, consideran que, a pesar de que “vamos por buen camino”, también “hay que seguir trabajando en todas las áreas para consolidar y mejorar estos resultados” para alcanzar una igualdad plena. La brecha salarial, por ejemplo, sigue siendo una realidad que lastra a muchas mujeres del sector primario. En 2024, la diferencia de salario entre hombres y mujeres en el sector agrario se redujo considerablemente, situándose por debajo de cifras preocupantes de años anteriores. La diferencia es del 3,77% para contratos indefinidos (frente al 12,09% en 2022) y del 7,27% para temporales. Otro de los retos es el tamaño de las explotaciones. Históricamente, las ganaderías o tierras lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y, por consiguiente, registran una facturación menor. La brecha que aquí se abre refleja desigualdades que persisten en el acceso a recursos y mercados. En estas condiciones, la representación femenina sigue siendo muy reducida en los principales espacios de peso económico y político dentro del sector. La mujer sigue quedándose fuera de los lugares donde se toman las decisiones, foros tan importantes como por ejemplo los consejos rectores de las cooperativas. “Cuando las mujeres acceden en igualdad a las ayudas, a la titularidad y a los procesos de modernización, el territorio gana en estabilidad, innovación y futuro. La igualdad no es solo una cuestión social, es una palanca clave para el desarrollo rural sostenible”, alega Miriam Ferrer. Por ello se sigue apostando por la creación de mesas de diálogo, campañas de visibilización y plataformas de apoyo como herramientas para consolidar la presencia femenina y fomentar redes de colaboración entre mujeres rurales que, muy importante, se sostengan en el tiempo.

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

De la ayuda invisibilizada al liderazgo real: el 23% de las explotaciones agrícolas en Aragón están lideradas por mujeres

También aumenta el número de titularidades compartidas a 32 en la comunidad. La presencia de la mujer en el sector primario aporta estabilidad, innovación y futuro al desarrollo al rural aragonés Entrecabritos, una ganadería turolense que pide auxilio: “Sin apoyo institucional, no hay premio que valga” El perfil del sector primario en Aragón está experimentando una transformación histórica. Si hace dos décadas la presencia femenina en agricultura y ganadería era difusa y en la mayoría de los casos estaba relegada a tareas invisibilizadas dentro de las labores familiares, hoy las mujeres son protagonistas de una revolución cada vez menos silenciosa y más estructural que está redefiniendo el rostro del campo aragonés. Los últimos informes oficiales dibujan un panorama de crecimiento sostenido en la participación de las mujeres en el medio rural, no solo como trabajadoras, sino como titulares y gestoras de explotaciones agrarias. Según el informe 'Ser mujer rural en Aragón 2010-2024', presentado recientemente por el Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón, el 23% de las explotaciones agrícolas están encabezadas por mujeres encargadas también de su gestión directa, un avance del 20% respecto al anterior informe. Más de 1.200 mujeres se han incorporado de manera formal y regulada al sector agrario en los últimos 20 años. Un cambio que está siendo posible, en parte, debido a los movimientos sociales y de las organizaciones profesionales agrarias que se han traducido en políticas públicas que están priorizando las solicitudes de mujeres en programas de incorporación y modernización de explotaciones. Una nueva forma de concebir el sector que rompe con la visión del trabajo de las mujeres en el campo como un hecho complementario o “de ayuda”, sin reconocimiento formal, incluso por parte de las mismas familias y de las propias mujeres. Un cambio estructural en el sector a nivel laboral El informe recalca que no se trata solo de cifras aisladas, sino de una tendencia que se ha consolidado con el tiempo. “El avance de las mujeres en el medio rural aragonés ya no es una tendencia puntual, es una realidad estructural”, afirma Miriam Ferrer, jefa de Planificación e Igualdad del Departamento de Agricultura, Ganadería y Alimentación del Gobierno de Aragón. En la última década, la población activa femenina en el sector agrario ha aumentado en más de 24.000 mujeres, mientras que la masculina ha descendido desde 2010 en 10.750 hombres. En términos de empleo, el informe publicado por el Gobierno de Aragón refleja que el número de mujeres ocupadas ha crecido un 16% en el mismo periodo, frente a la estabilización relativa de los hombres. Ellas también piden ayudas y se incorporan más Además, la proporción de solicitantes femeninas de ayudas para la incorporación a la agricultura también ha aumentado de manera significativa, pasando del 17,4 % en 2001 a más de 26% en 2024, un indicador claro de que cada vez más mujeres jóvenes encuentran en el campo una salida profesional viable, de manera especial en la franja de 36 a 40 años, donde las mujeres superan a los hombres en solicitudes. Este último dato refleja que muchas mujeres que deciden vivir en el medio rural encuentran en la agricultura y la ganadería una vía laboral a través de la que poder conciliar y ser madres, sin dejar de tener una actividad profesional remunerada. En las líneas de modernización de explotaciones, el porcentaje de mujeres beneficiarias también ha experimentado un notable crecimiento, pasando del 7,60% al 19,97% en los últimos 21 años. Asimismo, este crecimiento ha tenido impacto en áreas complementarias del desarrollo rural, donde la mujer es un pilar clave como reflejan los datos: cerca del 40 % de los proyectos apoyados por programas LEADER están liderados por mujeres, con una presencia destacada de emprendedoras mayores de 55 años. Más agricultoras, más ganaderas y más cotitulares El 23% de las explotaciones agrícolas de Aragón ya tienen a una mujer como titular y jefa de explotación, lo que supone un incremento de casi el 20% respecto a la encuesta anterior. Ahora, además, el 83% de las titulares son también responsables directas de la gestión de sus explotaciones en comparación con el 62% que publicaba el anterior informe de la consejería. En el sector ganadero, el porcentaje de mujeres titulares de explotaciones ha alcanzado el 12,47%. Más del 16% de estas mujeres se localizan en la provincia de Teruel. Y el sector cunícola es el que más protagonismo tiene, con el 18% de las explotaciones con una titular mujer. Por otra parte, el número de explotaciones acogidas al régimen de titularidad compartida también ha seguido creciendo. El informe recoge que son ya 32 las explotaciones registradas en esta modalidad en toda la comunidad autónoma, la mayoría de ellas en la provincia de Huesca. Recordamos que en la titularidad compartida ambas partes comparten la gestión, administración y responsabilidad al 50%, visibilizando y reconociendo el trabajo de ambos, facilitando el acceso a ayudas, subvenciones y cotización en la Seguridad Social de forma conjunta y equitativa. Una figura legal en España, que está regulada por la Ley 35/2011. El campo mira hacia un futuro en femenino lleno de retos La incorporación de las mujeres al campo no es solo cuantitativa, sino también cualitativa. Con más mujeres asumiendo la titularidad de explotaciones, accediendo a ayudas, liderando proyectos y ocupando espacios de decisión, el campo aragonés no solo gana en números, sino también en estabilidad y resiliencia. Sin embargo, ahora, la tarea se centra en consolidar estas conquistas y ampliar las oportunidades para que el crecimiento de la participación femenina no se detenga. Y es que, a pesar de estos avances, las organizaciones agrarias, las protagonistas y expertas, como Miriam Ferrer, consideran que, a pesar de que “vamos por buen camino”, también “hay que seguir trabajando en todas las áreas para consolidar y mejorar estos resultados” para alcanzar una igualdad plena. La brecha salarial, por ejemplo, sigue siendo una realidad que lastra a muchas mujeres del sector primario. En 2024, la diferencia de salario entre hombres y mujeres en el sector agrario se redujo considerablemente, situándose por debajo de cifras preocupantes de años anteriores. La diferencia es del 3,77% para contratos indefinidos (frente al 12,09% en 2022) y del 7,27% para temporales. Otro de los retos es el tamaño de las explotaciones. Históricamente, las ganaderías o tierras lideradas por mujeres tienden a ser más pequeñas y, por consiguiente, registran una facturación menor. La brecha que aquí se abre refleja desigualdades que persisten en el acceso a recursos y mercados. En estas condiciones, la representación femenina sigue siendo muy reducida en los principales espacios de peso económico y político dentro del sector. La mujer sigue quedándose fuera de los lugares donde se toman las decisiones, foros tan importantes como por ejemplo los consejos rectores de las cooperativas. “Cuando las mujeres acceden en igualdad a las ayudas, a la titularidad y a los procesos de modernización, el territorio gana en estabilidad, innovación y futuro. La igualdad no es solo una cuestión social, es una palanca clave para el desarrollo rural sostenible”, alega Miriam Ferrer. Por ello se sigue apostando por la creación de mesas de diálogo, campañas de visibilización y plataformas de apoyo como herramientas para consolidar la presencia femenina y fomentar redes de colaboración entre mujeres rurales que, muy importante, se sostengan en el tiempo.

Dormir sobre historia: el hotel cordobés que conserva restos del yacimiento de Cercadilla

Dormir sobre historia: el hotel cordobés que conserva restos del yacimiento de Cercadilla

El reciente Hotel Mezquita Center guarda en su sótano un habitáculo totalmente abierto al público donde se encuentran vestigios de este patrimonio Los tesoros, a veces, se esconden en lugares de difícil acceso. Incluso hay ocasiones que son un auténtico desconocido para la totalidad de la ciudadanía. Esta vez, el Hotel Mezquita Center, que abrió sus puertas el pasado 22 de julio, se ha erigido como un referente de buenas prácticas de conservación e integración en lo que respecta al patrimonio cultural. A menudo, el hallazgo de restos arqueológicos plantea el dilema de si todo debe ser preservado; sin embargo, los expertos señalan que la conservación debe ser selectiva, aplicando criterios científicos de calidad y representatividad, dado que los recursos económicos son limitados. En este contexto, el hotel no solo ha protegido los restos, sino que los ha convertido en un espacio visitable a todo el público. En un primer momento, en el hall de la entrada existen vestigios de las columnas de la puerta que conectaba el palacio imperial de Cercadilla con la antigua Colonia Patricia Corduba. Estos restos pertenecen al complejo palatino y militar del emperador Maximiano Hercúleo, datado en el siglo III d.C., y representan uno de los yacimientos más significativos de la historia romana en Europa. Para facilitar la comprensión del visitante, la recepción cuenta con una maqueta que recrea las dependencias de la época, permitiendo visualizar la magnitud de la estructura original sobre cuyas cimentaciones se asienta hoy el edificio. Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center Aun así, lo más importante se encuentra en los niveles inferiores de este hotel. En el sótano, más concretamente en la planta -1, se han integrado muros y canalizaciones de la etapa medieval andalusí, del siglo X, época en la que Qurtuba era la capital de Al-Andalus. Entre los hallazgos destacan: dos piletas rodeadas de potentes muros de sillares, vinculadas posiblemente a un edificio para la acumulación de agua relacionado con el acueducto que abastecía a la Gran Mezquita Aljama en el año 957; y un complejo termal (hammam) que estuvo activo entre los siglos IX y XII en la cercana calle Antonio Gaudí. Conservación para la ciudadanía La obligación de la arqueología no es solo conservar, sino también documentar, investigar y difundir. El Hotel Mezquita Center cumple con estos objetivos mediante una excelente señalética, cartelería y accesibilidad, desarrollada en colaboración con el equipo del Proyecto Cercadilla. Todo ello se puede consultar en el mismo espacio hotelero. A diferencia de otros hallazgos que quedan ocultos tras la construcción, estos restos están abiertos al público. Cualquier visitante puede acceder para apreciar la historia de la ciudad desde su interior, apoyándose en herramientas como códigos QR para profundizar en la información. Esta integración demuestra que los tesoros siguen escondidos por toda Córdoba y que solo es cuestión de indagar. Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center Hotel Mezquita Center Restos arqueológicos en el Hotel Mezquita Center

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad” Ayuso y Feijóo bailan el pop cristiano de Hakuna en la Puerta del Sol de Madrid El concierto de Hakuna en la Puerta del Sol el pasado 22 de diciembre, con Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso bailando en las primeras filas como dos adolescentes embriagados por una fe renovada, es el perfecto ejemplo de lo que Dorothee Sölle llamó “cristofascismo”. Sölle, teóloga luterana, pacifista, feminista y poeta, inventó ese neologismo para describir la alianza entre el fundamentalismo cristiano y el poder político y económico. El “cristofascismo” despolitiza el mensaje cristiano para fomentar la obediencia de las masas, deslegitimar las protestas ciudadanas y marginar a las minorías. Esta maniobra constituye una obscena perversión del ideal igualitario de Jesús de Nazaret, que utilizó la famosa metáfora del camello y el ojo de la aguja para condenar la opresión sufrida por el pueblo trabajador judío bajo el yugo de Roma y su principal colaborador, el Sanedrín. Aparentemente, Hakuna es un inofensivo grupo de pop cristiano fundado en 2013 por el ex sacerdote del Opus Dei José Pedro Manglano. El origen de este conjunto de música solo puede inspirar desconfianza, pues el Opus Dei, tal como atestiguan infinidad de antiguos numerarios, supernumerarios, agregados o numerarias auxiliares, siempre ha funcionado con el secretismo y la hipocresía una secta. 'El minuto heroico', la fantástica miniserie documental de Mònica Terribas Sala, muestra cómo la “obra” ha explotado, manipulado, maltratado y saqueado a miles de personas, con el pretexto de que solo les ayudaba a transitar por el camino de la santidad. Casi nadie ignora los vínculos de José María Escrivá de Balaguer con la dictadura del general Franco. “San Josemaría” alimentó una concepción tridentina del catolicismo con frases como “Bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor, glorificado sea el dolor”, unas palabras que solía susurrar a los moribundos, explicándoles que su sufrimiento era un tesoro espiritual, pues los acercaba al martirio de Jesús en la cruz. El carisma de Hakuna es transmitir “la alegría de seguir a Cristo”. Nutrido inicialmente por estudiantes del Icade y de la Escuela de Ingenieros, uno de los mayores éxitos del grupo se titula 'Un segundo', un tema con una letra cursi y vacía: “Reviento de amor y estoy temblando de gozo / Hay tanta locura en este amor que no controlo / Pierde tu vida, recibirás la eternidad / La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad / Si por un segundo vieras cómo te miro / No querrías ver nada más”. El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad”. El integrismo católico reduce el cristianismo a una serie de ritos vacíos y suscribe el paquete ideológico del movimiento provida: oposición al aborto, la eutanasia, el preservativo y el matrimonio homosexual. Un feroz anticomunismo y la teoría del gran remplazo (la inmigración es el caballo de Troya de la islamización de Occidente) completa esta grotesca interpretación del mensaje cristiano. Hakuna y todo lo que orbita alrededor, incluidos satélites inesperados como la conversa Díaz Ayuso, que hizo el camino de Damasco durante la pandemia, pasan por alto las reflexiones del papa Francisco en su encíclica ' Fratelli tutti '. El papa argentino describe la pobreza como la consecuencia del egoísmo de una minoría acaparadora y, al igual que Óscar Romero e Ignacio Ellacuría, asesinados por la ultraderecha salvadoreña, cuestiona la propiedad privada: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”. El integrismo católico, muy arraigado en el obispado español, jamás disimuló su antipatía hacia Francisco y algunos sacerdotes, como los energúmenos de La Sacristía de La Vendée, una “tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria”, llegaron a manifestar su deseo de que el papa argentino subiera pronto a los cielos. La mayor desgracia del cristianismo fue la conversión del sanguinario Constantino I. El emperador romano transformó las comunidades horizontales de los primitivos seguidores de Jesús en una estructura vertical, con una organización jerárquica similar a la del imperio y una idea de Dios copiada del despotismo de los césares. Constantino pensó que el cristianismo le ayudaría a consolidar su poder y aglutinar a sus súbditos bajo un credo que invitaba a la obediencia. Jesús de Nazaret es una de las figuras más deformadas y tergiversadas de la historia. El evangelio de Marcos, el más primitivo, se redactó alrededor del año 70 d.C. Es decir, en las mismas fechas en que las legiones romanas llevaron a cabo la segunda destrucción del templo de Jerusalén. Las comunidades que redactaron el evangelio de Marcos y los otros tres evangelios canónicos intentaron congraciarse con Roma, domesticando la figura de Jesús, al que se presentó como un pacifista y un colaborador con la ocupación y no como lo que fue realmente: un líder político que luchó contra el imperialismo y sus sicarios. Cuando le entregaron un denario y le preguntaron si había que pagar impuestos, Jesús examinó la moneda y contestó “dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No suele mencionarse que en el denario aparecía la siguiente inscripción: “Tiberio, hijo del divino Augusto”, una frase que constituía una blasfemia para un judío. Jesús respondió irónicamente, sugiriendo que el César, un falso dios, no merecía nada y que había que dar a Dios lo que realmente nos pedía: solidaridad con los pobres, los extranjeros, las viudas y los huérfanos. Ese mensaje es el “hilo rojo” que según el filósofo marxista Ernst Bloch recorre toda la Biblia. El hijo de una humilde familia de trabajadores no podía pedir que se pagaran los tributos impuestos por el invasor romano para sostener a las elites. Jesús desafió al poder político y religioso de su época, hablando de la inminencia de un Reino donde ya no habría pobres ni hambrientos. De ahí que sufriera una muerte política, pues la cruz, una forma de ejecución particularmente atroz, se reservaba para los sediciosos y los esclavos rebeldes. Los supuestos ladrones que le acompañaron en el Gólgota probablemente eran insurgentes, miembros de la resistencia judía. Muchos historiadores apuntan que movimientos nacionalistas judíos radicales, como los zelotes y los sicarios, se gestaron probablemente alrededor de Jesús. Los evangelios conservan hechos que muestran el carácter beligerante del galileo y sus discípulos, como la expulsión de los mercaderes del templo a latigazos o la resistencia de los apóstoles en el huerto de Getsemaní, que sacaron espadas para defender a su maestro, pese a que las autoridades romanas habían establecido la pena de muerte para los judíos que portaran armas. Los evangelistas acusan al pueblo judío de la muerte de Jesús y exoneran al prefecto Poncio Pilato, algo inverosímil, pues –según Filón de Alejandría– su mandato se caracterizó por su “corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo, y una crueldad sin límites”. Sus abusos fueron tan escandalosos que Tiberio le convocó en Roma para investigarlo y juzgarlo. Los evangelistas culminaron su ejercicio de contorsión histórica y teológica ocultando que Jesús tenía hermanos -como Jacobo, también conocido como Santiago el Justo- e introduciendo viejos mitos para divinizar su figura. Al igual que Horus y Mitra, Jesús nace de una virgen y como Osiris, Dionisio e Inanna muere y resucita. Y ya en el siglo IV, la iglesia fija el 25 de diciembre como fecha de su nacimiento, el día en que los romanos celebraban el solsticio de invierno. De este modo, Cristo se convierte en luz del mundo y símbolo del renacimiento de la vida. Hakuna es uno de los frutos de la brutal represión política y religiosa orquestada por Wojtyla y Ratzinger contra la Teología de la Liberación. Gustavo Gutiérrez, el padre de esta escuela teológica, afirmó que Jesús abogó por una radical opción por los pobres y se opuso frontalmente a los ricos y poderosos. El mensaje cristiano es una utopía porque “es una denuncia del orden existente”, una voz “movilizadora y subversiva”. Por el contrario, Hakuna representa el deseo de conservar el orden establecido, con sus grandes dosis de injusticia y desigualdad. Si no fuera así, Núñez Feijoo y Díaz Ayuso no bailarían sonrientes al son de sus canciones. Es desolador comprobar que el “cristofascismo” ha regresado y que figuras como Pere Casaldàliga, Ernesto Cardenal o Diamantino García Acosta, firmemente comprometidos con la liberación del ser humano de cualquier forma de opresión o explotación, ya solo son un entrañable recuerdo en la memoria de unos pocos nostálgicos.

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

'A Coruña: porto negreiro' recorre el papel de los puertos gallegos en la trata trasatlántica de personas y en el comercio colonial: “Hay reticencia a situar el país en esta historia” Hemeroteca - Fraga, perseguido por su pasado franquista: ex presos políticos exigen a los ayuntamientos que le retiren honores Entre el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, las entonces principales potencias europeas introdujeron en América 12 millones de esclavos secuestrados en África. Galicia, ubicada en el vórtice del océano Atlántico, no fue ajena a la trata de personas. Solo entre 1800 y 1835, comerciantes gallegos traficaron con unos 16.700 seres humanos en 21 expediciones embarcadas o financiadas en el país. A Coruña: porto negreiro se titula la exposición que desentierra unos hechos investigados por la academia pero de escaso dominio público. “Hay mucha reticencia a situar Galicia en esta historia”, señala a elDiario.es Cristina Botana, comisaria, junto a Zynthia Álvarez Palomina, de la muestra. La acoge hasta el 28 de febrero del año que viene la sede coruñesa del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. “A Coruña fue muy importante en la trata trasatlántica”, explica Álvarez, “según los estudios de Luís Alonso Álvarez [catedrático de Historia e Institucións Económicas de la Universidade da Coruña] barcos fletados en su puerto llevaron unas 6.000 personas esclavizadas a América”. Sucedió, sobre todo, después de que en 1817 Gran Bretaña obligase a España a comprometerse a interrumpir el comercio de esclavos. España firmó, pero obtuvo una prórroga de tres años, aunque solo para operar al sur del ecuador. “En ese momento, A Coruña encuentra un hueco y se hace fuerte en ese mercado”, añade Zinthia Álvarez. Un artículo del propio Alonso Álvarez -el profesor es una de las fuentes de datos más usadas en Porto negreiro - desarrolla la tesis: cuando finalizó la moratoria, hacia 1821, el esclavismo resultó todavía más rentable. La amenaza de los navíos británicos a quienes no acataban su prohibición provocó que aumentase el margen de ganancia de los emprendedores esclavistas. Muchos de los gallegos instalaron agentes propios en Cuba, uno de los centros de la trata trasatlántica. Se enriquecieron. Álvarez Palomino asegura que fue este tipo de comercio, solo completamente abolido en territorio español en 1887, el que “permitió el crecimiento de la ciudad”. Vigo, y en menor medida Ferrol, fueron otros puertos gallegos de los que partieron expediciones, pero A Coruña fue el principal. “El primer ensanche de la ciudad, sin contar A Pescadería, se construyó con el capital obtenido en el comercio colonial y la trata trasatlántica”, concreta Botana. La acumulación originaria, la barbarie detrás de la riqueza. “Hay un impacto material evidente. La ciudad sirve de soporte para este proceso”, considera, “y las familias que se dedicaron a la trata, nombres todavía conocidos -Barrié, Dalmau, Pastor o Da Guarda-, también ocuparon puestos políticos, alcaldes concejales. Existió esa permeabilidad”. Pero el poder iba más allá de los gobiernos, claro: “Estos personajes buscaban cualquier espacio y posición con el objetivo de obtener mayor impunidad y mayores beneficios. Se situaron en la banca, en los consulados...”. El tráfico de esclavos en aquel siglo XIX producía lucros colosales e impulsó bancos e inversiones inmobiliarias. Mirada crítica sobre el pasado colonial La exposición A Coruña: porto negreiro forma parte de un proyecto de investigación y divulgación más amplio , A Coruña entre memorias: historia, colonialismo e identidade . “Trabajamos mucho desde la vecindad y lo colectivo y sentíamos la necesidad de llevar el discurso de la academia a más gente”, se extiende Zinthia Álvarez, “junto a rutas urbanas de divulgación, una guía didáctica o una web, la muestra es una herramienta más”. Que contribuye a elaborar una memoria crítica sobre el pasado colonial de la ciudad y, por extensión, de Galicia. Y ese pasado todavía respira en calles, monumentos e instituciones. Porto Negreiro incorpora, por ejemplo, una cartografía coruñesa que señala homenajes y estatuas dedicados a negreros, el lugar donde se localizaban las casas comerciales, una estructura de los puertos de entonces. Una línea temporal de contextualización, reproducción de los documentos oficiales que permitieron y alentaron la trata trasatlántica o de cartas de libertad de personas esclavizadas, un árbol genealógico de los clanes familiares implicados en el mercado -“visualiza unas relaciones endogámicas, muy cerradas”, dice Botana- y un panel final con nuevas narrativas emancipadoras sobre la materia a cargo de pensadoras y pensadores actuales completan la iniciativa. Álvarez Palomino y Botana reconocen su deuda con las investigaciones previas de historiadores como el mencionado Álonso Álvarez o de periodistas como Rafael Lema o Isabel Bugallal. Y aun así, el papel de Galicia en el tráfico de esclavos es una historia velada. “En las rutas guiadas por A Coruña, la gente se sorprendía mucho al hablar de ciertas cuestiones. La relación de algunas infraestructuras con el pasado colonial, por ejemplo”, comenta Botana, “pero no fue algo anecdótico. Galicia fue una pequeña potencia del esclavismo entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX”. El asunto esconde aristas, a su ver. “Aunque ahora existe cierta narrativa negacionista al respecto, está aceptada la existencia del imperialismo español. En el caso de Galicia, sin embargo, hay bastante rechazo a considerar la función del país en la trata trasatlántica”, entiende. Cristina Botana (izquierda) y Zinthia Álvarez (derecha) durante la apertura de la exposición 'A Coruña: porto negreiro' “Un ciclo de violencia constante” Zinthia Álvarez coincide con su compañera, aunque amplía el foco al Estado español. “Volver la mirada hacia la historia es algo que no se practica en España”, dice, “no nos extraña, España se apoya en la desmemoria”. Como ejemplo de su afirmación remite a lo que sucede con el franquismo. “No miramos atrás y reflexionamos”, apunta, “dudamos siempre de que la historia tenga algo que ver con lo que pasa hoy en día”. Pero el comercio de esclavos sí tiene que ver con la actualidad, considera. “Hay una conexión directa con el trato a las personas migrantes”, expone, “los hechos de Badalona [ el ayuntamiento del PP expulsó centenares de migrantes de un instituto abandonado ] es una muestra”. Para Álvarez, un ciclo de violencia ejercida histórica y constantemente amenaza “los cuerpos de las personas que no son blancas”. La esclavitud, “cuando los cuerpos de personas no blancas se configuran como mercancía”, como origen de las políticas antimigratorias contemporáneas. La analogía con la memoria de la dictadura y la represión presenta, con todo, límites. En opinión de Álvarez Palomino, esta sí se reconoce, aunque no se repara. En el caso de la trata trasatlántica, ni siquiera ha comenzado su reconocimiento. “El Ministerio de Cultura habla de descolonizar los museos pero no de la relación de España con la trata de esclavos”, sintetiza. A Coruña: porto negreiro busca contribuir a iluminar ese vínculo negado a través de “la reconstrucción de rutas, relaciones económicas, los silencios y las violencias” detrás de las relaciones coloniales y el crecimiento de las ciudades gallegas.

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad” Ayuso y Feijóo bailan el pop cristiano de Hakuna en la Puerta del Sol de Madrid El concierto de Hakuna en la Puerta del Sol el pasado 22 de diciembre, con Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso bailando en las primeras filas como dos adolescentes embriagados por una fe renovada, es el perfecto ejemplo de lo que Dorothee Sölle llamó “cristofascismo”. Sölle, teóloga luterana, pacifista, feminista y poeta, inventó ese neologismo para describir la alianza entre el fundamentalismo cristiano y el poder político y económico. El “cristofascismo” despolitiza el mensaje cristiano para fomentar la obediencia de las masas, deslegitimar las protestas ciudadanas y marginar a las minorías. Esta maniobra constituye una obscena perversión del ideal igualitario de Jesús de Nazaret, que utilizó la famosa metáfora del camello y el ojo de la aguja para condenar la opresión sufrida por el pueblo trabajador judío bajo el yugo de Roma y su principal colaborador, el Sanedrín. Aparentemente, Hakuna es un inofensivo grupo de pop cristiano fundado en 2013 por el ex sacerdote del Opus Dei José Pedro Manglano. El origen de este conjunto de música solo puede inspirar desconfianza, pues el Opus Dei, tal como atestiguan infinidad de antiguos numerarios, supernumerarios, agregados o numerarias auxiliares, siempre ha funcionado con el secretismo y la hipocresía una secta. 'El minuto heroico', la fantástica miniserie documental de Mònica Terribas Sala, muestra cómo la “obra” ha explotado, manipulado, maltratado y saqueado a miles de personas, con el pretexto de que solo les ayudaba a transitar por el camino de la santidad. Casi nadie ignora los vínculos de José María Escrivá de Balaguer con la dictadura del general Franco. “San Josemaría” alimentó una concepción tridentina del catolicismo con frases como “Bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor, glorificado sea el dolor”, unas palabras que solía susurrar a los moribundos, explicándoles que su sufrimiento era un tesoro espiritual, pues los acercaba al martirio de Jesús en la cruz. El carisma de Hakuna es transmitir “la alegría de seguir a Cristo”. Nutrido inicialmente por estudiantes del Icade y de la Escuela de Ingenieros, uno de los mayores éxitos del grupo se titula 'Un segundo', un tema con una letra cursi y vacía: “Reviento de amor y estoy temblando de gozo / Hay tanta locura en este amor que no controlo / Pierde tu vida, recibirás la eternidad / La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad / Si por un segundo vieras cómo te miro / No querrías ver nada más”. El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad”. El integrismo católico reduce el cristianismo a una serie de ritos vacíos y suscribe el paquete ideológico del movimiento provida: oposición al aborto, la eutanasia, el preservativo y el matrimonio homosexual. Un feroz anticomunismo y la teoría del gran remplazo (la inmigración es el caballo de Troya de la islamización de Occidente) completa esta grotesca interpretación del mensaje cristiano. Hakuna y todo lo que orbita alrededor, incluidos satélites inesperados como la conversa Díaz Ayuso, que hizo el camino de Damasco durante la pandemia, pasan por alto las reflexiones del papa Francisco en su encíclica ' Fratelli tutti '. El papa argentino describe la pobreza como la consecuencia del egoísmo de una minoría acaparadora y, al igual que Óscar Romero e Ignacio Ellacuría, asesinados por la ultraderecha salvadoreña, cuestiona la propiedad privada: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”. El integrismo católico, muy arraigado en el obispado español, jamás disimuló su antipatía hacia Francisco y algunos sacerdotes, como los energúmenos de La Sacristía de La Vendée, una “tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria”, llegaron a manifestar su deseo de que el papa argentino subiera pronto a los cielos. La mayor desgracia del cristianismo fue la conversión del sanguinario Constantino I. El emperador romano transformó las comunidades horizontales de los primitivos seguidores de Jesús en una estructura vertical, con una organización jerárquica similar a la del imperio y una idea de Dios copiada del despotismo de los césares. Constantino pensó que el cristianismo le ayudaría a consolidar su poder y aglutinar a sus súbditos bajo un credo que invitaba a la obediencia. Jesús de Nazaret es una de las figuras más deformadas y tergiversadas de la historia. El evangelio de Marcos, el más primitivo, se redactó alrededor del año 70 d.C. Es decir, en las mismas fechas en que las legiones romanas llevaron a cabo la segunda destrucción del templo de Jerusalén. Las comunidades que redactaron el evangelio de Marcos y los otros tres evangelios canónicos intentaron congraciarse con Roma, domesticando la figura de Jesús, al que se presentó como un pacifista y un colaborador con la ocupación y no como lo que fue realmente: un líder político que luchó contra el imperialismo y sus sicarios. Cuando le entregaron un denario y le preguntaron si había que pagar impuestos, Jesús examinó la moneda y contestó “dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No suele mencionarse que en el denario aparecía la siguiente inscripción: “Tiberio, hijo del divino Augusto”, una frase que constituía una blasfemia para un judío. Jesús respondió irónicamente, sugiriendo que el César, un falso dios, no merecía nada y que había que dar a Dios lo que realmente nos pedía: solidaridad con los pobres, los extranjeros, las viudas y los huérfanos. Ese mensaje es el “hilo rojo” que según el filósofo marxista Ernst Bloch recorre toda la Biblia. El hijo de una humilde familia de trabajadores no podía pedir que se pagaran los tributos impuestos por el invasor romano para sostener a las elites. Jesús desafió al poder político y religioso de su época, hablando de la inminencia de un Reino donde ya no habría pobres ni hambrientos. De ahí que sufriera una muerte política, pues la cruz, una forma de ejecución particularmente atroz, se reservaba para los sediciosos y los esclavos rebeldes. Los supuestos ladrones que le acompañaron en el Gólgota probablemente eran insurgentes, miembros de la resistencia judía. Muchos historiadores apuntan que movimientos nacionalistas judíos radicales, como los zelotes y los sicarios, se gestaron probablemente alrededor de Jesús. Los evangelios conservan hechos que muestran el carácter beligerante del galileo y sus discípulos, como la expulsión de los mercaderes del templo a latigazos o la resistencia de los apóstoles en el huerto de Getsemaní, que sacaron espadas para defender a su maestro, pese a que las autoridades romanas habían establecido la pena de muerte para los judíos que portaran armas. Los evangelistas acusan al pueblo judío de la muerte de Jesús y exoneran al prefecto Poncio Pilato, algo inverosímil, pues –según Filón de Alejandría– su mandato se caracterizó por su “corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo, y una crueldad sin límites”. Sus abusos fueron tan escandalosos que Tiberio le convocó en Roma para investigarlo y juzgarlo. Los evangelistas culminaron su ejercicio de contorsión histórica y teológica ocultando que Jesús tenía hermanos -como Jacobo, también conocido como Santiago el Justo- e introduciendo viejos mitos para divinizar su figura. Al igual que Horus y Mitra, Jesús nace de una virgen y como Osiris, Dionisio e Inanna muere y resucita. Y ya en el siglo IV, la iglesia fija el 25 de diciembre como fecha de su nacimiento, el día en que los romanos celebraban el solsticio de invierno. De este modo, Cristo se convierte en luz del mundo y símbolo del renacimiento de la vida. Hakuna es uno de los frutos de la brutal represión política y religiosa orquestada por Wojtyla y Ratzinger contra la Teología de la Liberación. Gustavo Gutiérrez, el padre de esta escuela teológica, afirmó que Jesús abogó por una radical opción por los pobres y se opuso frontalmente a los ricos y poderosos. El mensaje cristiano es una utopía porque “es una denuncia del orden existente”, una voz “movilizadora y subversiva”. Por el contrario, Hakuna representa el deseo de conservar el orden establecido, con sus grandes dosis de injusticia y desigualdad. Si no fuera así, Núñez Feijoo y Díaz Ayuso no bailarían sonrientes al son de sus canciones. Es desolador comprobar que el “cristofascismo” ha regresado y que figuras como Pere Casaldàliga, Ernesto Cardenal o Diamantino García Acosta, firmemente comprometidos con la liberación del ser humano de cualquier forma de opresión o explotación, ya solo son un entrañable recuerdo en la memoria de unos pocos nostálgicos.

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

'A Coruña: porto negreiro' recorre el papel de los puertos gallegos en la trata trasatlántica de personas y en el comercio colonial: “Hay reticencia a situar el país en esta historia” Hemeroteca - Fraga, perseguido por su pasado franquista: ex presos políticos exigen a los ayuntamientos que le retiren honores Entre el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, las entonces principales potencias europeas introdujeron en América 12 millones de esclavos secuestrados en África. Galicia, ubicada en el vórtice del océano Atlántico, no fue ajena a la trata de personas. Solo entre 1800 y 1835, comerciantes gallegos traficaron con unos 16.700 seres humanos en 21 expediciones embarcadas o financiadas en el país. A Coruña: porto negreiro se titula la exposición que desentierra unos hechos investigados por la academia pero de escaso dominio público. “Hay mucha reticencia a situar Galicia en esta historia”, señala a elDiario.es Cristina Botana, comisaria, junto a Zynthia Álvarez Palomina, de la muestra. La acoge hasta el 28 de febrero del año que viene la sede coruñesa del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. “A Coruña fue muy importante en la trata trasatlántica”, explica Álvarez, “según los estudios de Luís Alonso Álvarez [catedrático de Historia e Institucións Económicas de la Universidade da Coruña] barcos fletados en su puerto llevaron unas 6.000 personas esclavizadas a América”. Sucedió, sobre todo, después de que en 1817 Gran Bretaña obligase a España a comprometerse a interrumpir el comercio de esclavos. España firmó, pero obtuvo una prórroga de tres años, aunque solo para operar al sur del ecuador. “En ese momento, A Coruña encuentra un hueco y se hace fuerte en ese mercado”, añade Zinthia Álvarez. Un artículo del propio Alonso Álvarez -el profesor es una de las fuentes de datos más usadas en Porto negreiro - desarrolla la tesis: cuando finalizó la moratoria, hacia 1821, el esclavismo resultó todavía más rentable. La amenaza de los navíos británicos a quienes no acataban su prohibición provocó que aumentase el margen de ganancia de los emprendedores esclavistas. Muchos de los gallegos instalaron agentes propios en Cuba, uno de los centros de la trata trasatlántica. Se enriquecieron. Álvarez Palomino asegura que fue este tipo de comercio, solo completamente abolido en territorio español en 1887, el que “permitió el crecimiento de la ciudad”. Vigo, y en menor medida Ferrol, fueron otros puertos gallegos de los que partieron expediciones, pero A Coruña fue el principal. “El primer ensanche de la ciudad, sin contar A Pescadería, se construyó con el capital obtenido en el comercio colonial y la trata trasatlántica”, concreta Botana. La acumulación originaria, la barbarie detrás de la riqueza. “Hay un impacto material evidente. La ciudad sirve de soporte para este proceso”, considera, “y las familias que se dedicaron a la trata, nombres todavía conocidos -Barrié, Dalmau, Pastor o Da Guarda-, también ocuparon puestos políticos, alcaldes concejales. Existió esa permeabilidad”. Pero el poder iba más allá de los gobiernos, claro: “Estos personajes buscaban cualquier espacio y posición con el objetivo de obtener mayor impunidad y mayores beneficios. Se situaron en la banca, en los consulados...”. El tráfico de esclavos en aquel siglo XIX producía lucros colosales e impulsó bancos e inversiones inmobiliarias. Mirada crítica sobre el pasado colonial La exposición A Coruña: porto negreiro forma parte de un proyecto de investigación y divulgación más amplio , A Coruña entre memorias: historia, colonialismo e identidade . “Trabajamos mucho desde la vecindad y lo colectivo y sentíamos la necesidad de llevar el discurso de la academia a más gente”, se extiende Zinthia Álvarez, “junto a rutas urbanas de divulgación, una guía didáctica o una web, la muestra es una herramienta más”. Que contribuye a elaborar una memoria crítica sobre el pasado colonial de la ciudad y, por extensión, de Galicia. Y ese pasado todavía respira en calles, monumentos e instituciones. Porto Negreiro incorpora, por ejemplo, una cartografía coruñesa que señala homenajes y estatuas dedicados a negreros, el lugar donde se localizaban las casas comerciales, una estructura de los puertos de entonces. Una línea temporal de contextualización, reproducción de los documentos oficiales que permitieron y alentaron la trata trasatlántica o de cartas de libertad de personas esclavizadas, un árbol genealógico de los clanes familiares implicados en el mercado -“visualiza unas relaciones endogámicas, muy cerradas”, dice Botana- y un panel final con nuevas narrativas emancipadoras sobre la materia a cargo de pensadoras y pensadores actuales completan la iniciativa. Álvarez Palomino y Botana reconocen su deuda con las investigaciones previas de historiadores como el mencionado Álonso Álvarez o de periodistas como Rafael Lema o Isabel Bugallal. Y aun así, el papel de Galicia en el tráfico de esclavos es una historia velada. “En las rutas guiadas por A Coruña, la gente se sorprendía mucho al hablar de ciertas cuestiones. La relación de algunas infraestructuras con el pasado colonial, por ejemplo”, comenta Botana, “pero no fue algo anecdótico. Galicia fue una pequeña potencia del esclavismo entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX”. El asunto esconde aristas, a su ver. “Aunque ahora existe cierta narrativa negacionista al respecto, está aceptada la existencia del imperialismo español. En el caso de Galicia, sin embargo, hay bastante rechazo a considerar la función del país en la trata trasatlántica”, entiende. Cristina Botana (izquierda) y Zinthia Álvarez (derecha) durante la apertura de la exposición 'A Coruña: porto negreiro' “Un ciclo de violencia constante” Zinthia Álvarez coincide con su compañera, aunque amplía el foco al Estado español. “Volver la mirada hacia la historia es algo que no se practica en España”, dice, “no nos extraña, España se apoya en la desmemoria”. Como ejemplo de su afirmación remite a lo que sucede con el franquismo. “No miramos atrás y reflexionamos”, apunta, “dudamos siempre de que la historia tenga algo que ver con lo que pasa hoy en día”. Pero el comercio de esclavos sí tiene que ver con la actualidad, considera. “Hay una conexión directa con el trato a las personas migrantes”, expone, “los hechos de Badalona [ el ayuntamiento del PP expulsó centenares de migrantes de un instituto abandonado ] es una muestra”. Para Álvarez, un ciclo de violencia ejercida histórica y constantemente amenaza “los cuerpos de las personas que no son blancas”. La esclavitud, “cuando los cuerpos de personas no blancas se configuran como mercancía”, como origen de las políticas antimigratorias contemporáneas. La analogía con la memoria de la dictadura y la represión presenta, con todo, límites. En opinión de Álvarez Palomino, esta sí se reconoce, aunque no se repara. En el caso de la trata trasatlántica, ni siquiera ha comenzado su reconocimiento. “El Ministerio de Cultura habla de descolonizar los museos pero no de la relación de España con la trata de esclavos”, sintetiza. A Coruña: porto negreiro busca contribuir a iluminar ese vínculo negado a través de “la reconstrucción de rutas, relaciones económicas, los silencios y las violencias” detrás de las relaciones coloniales y el crecimiento de las ciudades gallegas.

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

Hakuna o el regreso del 'cristofascismo'

El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad” Ayuso y Feijóo bailan el pop cristiano de Hakuna en la Puerta del Sol de Madrid El concierto de Hakuna en la Puerta del Sol el pasado 22 de diciembre, con Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso bailando en las primeras filas como dos adolescentes embriagados por una fe renovada, es el perfecto ejemplo de lo que Dorothee Sölle llamó “cristofascismo”. Sölle, teóloga luterana, pacifista, feminista y poeta, inventó ese neologismo para describir la alianza entre el fundamentalismo cristiano y el poder político y económico. El “cristofascismo” despolitiza el mensaje cristiano para fomentar la obediencia de las masas, deslegitimar las protestas ciudadanas y marginar a las minorías. Esta maniobra constituye una obscena perversión del ideal igualitario de Jesús de Nazaret, que utilizó la famosa metáfora del camello y el ojo de la aguja para condenar la opresión sufrida por el pueblo trabajador judío bajo el yugo de Roma y su principal colaborador, el Sanedrín. Aparentemente, Hakuna es un inofensivo grupo de pop cristiano fundado en 2013 por el ex sacerdote del Opus Dei José Pedro Manglano. El origen de este conjunto de música solo puede inspirar desconfianza, pues el Opus Dei, tal como atestiguan infinidad de antiguos numerarios, supernumerarios, agregados o numerarias auxiliares, siempre ha funcionado con el secretismo y la hipocresía una secta. 'El minuto heroico', la fantástica miniserie documental de Mònica Terribas Sala, muestra cómo la “obra” ha explotado, manipulado, maltratado y saqueado a miles de personas, con el pretexto de que solo les ayudaba a transitar por el camino de la santidad. Casi nadie ignora los vínculos de José María Escrivá de Balaguer con la dictadura del general Franco. “San Josemaría” alimentó una concepción tridentina del catolicismo con frases como “Bendito sea el dolor, amado sea el dolor, santificado sea el dolor, glorificado sea el dolor”, unas palabras que solía susurrar a los moribundos, explicándoles que su sufrimiento era un tesoro espiritual, pues los acercaba al martirio de Jesús en la cruz. El carisma de Hakuna es transmitir “la alegría de seguir a Cristo”. Nutrido inicialmente por estudiantes del Icade y de la Escuela de Ingenieros, uno de los mayores éxitos del grupo se titula 'Un segundo', un tema con una letra cursi y vacía: “Reviento de amor y estoy temblando de gozo / Hay tanta locura en este amor que no controlo / Pierde tu vida, recibirás la eternidad / La alegría de ser esclavo, esclavo de mi libertad / Si por un segundo vieras cómo te miro / No querrías ver nada más”. El integrismo religioso elude las cuestiones más incómodas, como la pobreza, la injusticia, la guerra, la desigualdad, la explotación del hombre por el hombre. Prefiere hablar de “gozo”, “alegría” y “eternidad”. El integrismo católico reduce el cristianismo a una serie de ritos vacíos y suscribe el paquete ideológico del movimiento provida: oposición al aborto, la eutanasia, el preservativo y el matrimonio homosexual. Un feroz anticomunismo y la teoría del gran remplazo (la inmigración es el caballo de Troya de la islamización de Occidente) completa esta grotesca interpretación del mensaje cristiano. Hakuna y todo lo que orbita alrededor, incluidos satélites inesperados como la conversa Díaz Ayuso, que hizo el camino de Damasco durante la pandemia, pasan por alto las reflexiones del papa Francisco en su encíclica ' Fratelli tutti '. El papa argentino describe la pobreza como la consecuencia del egoísmo de una minoría acaparadora y, al igual que Óscar Romero e Ignacio Ellacuría, asesinados por la ultraderecha salvadoreña, cuestiona la propiedad privada: “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad y subrayó la función social de cualquier forma de propiedad privada”. El integrismo católico, muy arraigado en el obispado español, jamás disimuló su antipatía hacia Francisco y algunos sacerdotes, como los energúmenos de La Sacristía de La Vendée, una “tertulia sacerdotal contrarrevolucionaria”, llegaron a manifestar su deseo de que el papa argentino subiera pronto a los cielos. La mayor desgracia del cristianismo fue la conversión del sanguinario Constantino I. El emperador romano transformó las comunidades horizontales de los primitivos seguidores de Jesús en una estructura vertical, con una organización jerárquica similar a la del imperio y una idea de Dios copiada del despotismo de los césares. Constantino pensó que el cristianismo le ayudaría a consolidar su poder y aglutinar a sus súbditos bajo un credo que invitaba a la obediencia. Jesús de Nazaret es una de las figuras más deformadas y tergiversadas de la historia. El evangelio de Marcos, el más primitivo, se redactó alrededor del año 70 d.C. Es decir, en las mismas fechas en que las legiones romanas llevaron a cabo la segunda destrucción del templo de Jerusalén. Las comunidades que redactaron el evangelio de Marcos y los otros tres evangelios canónicos intentaron congraciarse con Roma, domesticando la figura de Jesús, al que se presentó como un pacifista y un colaborador con la ocupación y no como lo que fue realmente: un líder político que luchó contra el imperialismo y sus sicarios. Cuando le entregaron un denario y le preguntaron si había que pagar impuestos, Jesús examinó la moneda y contestó “dadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No suele mencionarse que en el denario aparecía la siguiente inscripción: “Tiberio, hijo del divino Augusto”, una frase que constituía una blasfemia para un judío. Jesús respondió irónicamente, sugiriendo que el César, un falso dios, no merecía nada y que había que dar a Dios lo que realmente nos pedía: solidaridad con los pobres, los extranjeros, las viudas y los huérfanos. Ese mensaje es el “hilo rojo” que según el filósofo marxista Ernst Bloch recorre toda la Biblia. El hijo de una humilde familia de trabajadores no podía pedir que se pagaran los tributos impuestos por el invasor romano para sostener a las elites. Jesús desafió al poder político y religioso de su época, hablando de la inminencia de un Reino donde ya no habría pobres ni hambrientos. De ahí que sufriera una muerte política, pues la cruz, una forma de ejecución particularmente atroz, se reservaba para los sediciosos y los esclavos rebeldes. Los supuestos ladrones que le acompañaron en el Gólgota probablemente eran insurgentes, miembros de la resistencia judía. Muchos historiadores apuntan que movimientos nacionalistas judíos radicales, como los zelotes y los sicarios, se gestaron probablemente alrededor de Jesús. Los evangelios conservan hechos que muestran el carácter beligerante del galileo y sus discípulos, como la expulsión de los mercaderes del templo a latigazos o la resistencia de los apóstoles en el huerto de Getsemaní, que sacaron espadas para defender a su maestro, pese a que las autoridades romanas habían establecido la pena de muerte para los judíos que portaran armas. Los evangelistas acusan al pueblo judío de la muerte de Jesús y exoneran al prefecto Poncio Pilato, algo inverosímil, pues –según Filón de Alejandría– su mandato se caracterizó por su “corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo, y una crueldad sin límites”. Sus abusos fueron tan escandalosos que Tiberio le convocó en Roma para investigarlo y juzgarlo. Los evangelistas culminaron su ejercicio de contorsión histórica y teológica ocultando que Jesús tenía hermanos -como Jacobo, también conocido como Santiago el Justo- e introduciendo viejos mitos para divinizar su figura. Al igual que Horus y Mitra, Jesús nace de una virgen y como Osiris, Dionisio e Inanna muere y resucita. Y ya en el siglo IV, la iglesia fija el 25 de diciembre como fecha de su nacimiento, el día en que los romanos celebraban el solsticio de invierno. De este modo, Cristo se convierte en luz del mundo y símbolo del renacimiento de la vida. Hakuna es uno de los frutos de la brutal represión política y religiosa orquestada por Wojtyla y Ratzinger contra la Teología de la Liberación. Gustavo Gutiérrez, el padre de esta escuela teológica, afirmó que Jesús abogó por una radical opción por los pobres y se opuso frontalmente a los ricos y poderosos. El mensaje cristiano es una utopía porque “es una denuncia del orden existente”, una voz “movilizadora y subversiva”. Por el contrario, Hakuna representa el deseo de conservar el orden establecido, con sus grandes dosis de injusticia y desigualdad. Si no fuera así, Núñez Feijoo y Díaz Ayuso no bailarían sonrientes al son de sus canciones. Es desolador comprobar que el “cristofascismo” ha regresado y que figuras como Pere Casaldàliga, Ernesto Cardenal o Diamantino García Acosta, firmemente comprometidos con la liberación del ser humano de cualquier forma de opresión o explotación, ya solo son un entrañable recuerdo en la memoria de unos pocos nostálgicos.

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

Galicia como nodo atlántico del comercio de esclavos: A Coruña acoge una muestra sobre la otra memoria histórica

'A Coruña: porto negreiro' recorre el papel de los puertos gallegos en la trata trasatlántica de personas y en el comercio colonial: “Hay reticencia a situar el país en esta historia” Hemeroteca - Fraga, perseguido por su pasado franquista: ex presos políticos exigen a los ayuntamientos que le retiren honores Entre el siglo XVIII y la primera mitad del XIX, las entonces principales potencias europeas introdujeron en América 12 millones de esclavos secuestrados en África. Galicia, ubicada en el vórtice del océano Atlántico, no fue ajena a la trata de personas. Solo entre 1800 y 1835, comerciantes gallegos traficaron con unos 16.700 seres humanos en 21 expediciones embarcadas o financiadas en el país. A Coruña: porto negreiro se titula la exposición que desentierra unos hechos investigados por la academia pero de escaso dominio público. “Hay mucha reticencia a situar Galicia en esta historia”, señala a elDiario.es Cristina Botana, comisaria, junto a Zynthia Álvarez Palomina, de la muestra. La acoge hasta el 28 de febrero del año que viene la sede coruñesa del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. “A Coruña fue muy importante en la trata trasatlántica”, explica Álvarez, “según los estudios de Luís Alonso Álvarez [catedrático de Historia e Institucións Económicas de la Universidade da Coruña] barcos fletados en su puerto llevaron unas 6.000 personas esclavizadas a América”. Sucedió, sobre todo, después de que en 1817 Gran Bretaña obligase a España a comprometerse a interrumpir el comercio de esclavos. España firmó, pero obtuvo una prórroga de tres años, aunque solo para operar al sur del ecuador. “En ese momento, A Coruña encuentra un hueco y se hace fuerte en ese mercado”, añade Zinthia Álvarez. Un artículo del propio Alonso Álvarez -el profesor es una de las fuentes de datos más usadas en Porto negreiro - desarrolla la tesis: cuando finalizó la moratoria, hacia 1821, el esclavismo resultó todavía más rentable. La amenaza de los navíos británicos a quienes no acataban su prohibición provocó que aumentase el margen de ganancia de los emprendedores esclavistas. Muchos de los gallegos instalaron agentes propios en Cuba, uno de los centros de la trata trasatlántica. Se enriquecieron. Álvarez Palomino asegura que fue este tipo de comercio, solo completamente abolido en territorio español en 1887, el que “permitió el crecimiento de la ciudad”. Vigo, y en menor medida Ferrol, fueron otros puertos gallegos de los que partieron expediciones, pero A Coruña fue el principal. “El primer ensanche de la ciudad, sin contar A Pescadería, se construyó con el capital obtenido en el comercio colonial y la trata trasatlántica”, concreta Botana. La acumulación originaria, la barbarie detrás de la riqueza. “Hay un impacto material evidente. La ciudad sirve de soporte para este proceso”, considera, “y las familias que se dedicaron a la trata, nombres todavía conocidos -Barrié, Dalmau, Pastor o Da Guarda-, también ocuparon puestos políticos, alcaldes concejales. Existió esa permeabilidad”. Pero el poder iba más allá de los gobiernos, claro: “Estos personajes buscaban cualquier espacio y posición con el objetivo de obtener mayor impunidad y mayores beneficios. Se situaron en la banca, en los consulados...”. El tráfico de esclavos en aquel siglo XIX producía lucros colosales e impulsó bancos e inversiones inmobiliarias. Mirada crítica sobre el pasado colonial La exposición A Coruña: porto negreiro forma parte de un proyecto de investigación y divulgación más amplio , A Coruña entre memorias: historia, colonialismo e identidade . “Trabajamos mucho desde la vecindad y lo colectivo y sentíamos la necesidad de llevar el discurso de la academia a más gente”, se extiende Zinthia Álvarez, “junto a rutas urbanas de divulgación, una guía didáctica o una web, la muestra es una herramienta más”. Que contribuye a elaborar una memoria crítica sobre el pasado colonial de la ciudad y, por extensión, de Galicia. Y ese pasado todavía respira en calles, monumentos e instituciones. Porto Negreiro incorpora, por ejemplo, una cartografía coruñesa que señala homenajes y estatuas dedicados a negreros, el lugar donde se localizaban las casas comerciales, una estructura de los puertos de entonces. Una línea temporal de contextualización, reproducción de los documentos oficiales que permitieron y alentaron la trata trasatlántica o de cartas de libertad de personas esclavizadas, un árbol genealógico de los clanes familiares implicados en el mercado -“visualiza unas relaciones endogámicas, muy cerradas”, dice Botana- y un panel final con nuevas narrativas emancipadoras sobre la materia a cargo de pensadoras y pensadores actuales completan la iniciativa. Álvarez Palomino y Botana reconocen su deuda con las investigaciones previas de historiadores como el mencionado Álonso Álvarez o de periodistas como Rafael Lema o Isabel Bugallal. Y aun así, el papel de Galicia en el tráfico de esclavos es una historia velada. “En las rutas guiadas por A Coruña, la gente se sorprendía mucho al hablar de ciertas cuestiones. La relación de algunas infraestructuras con el pasado colonial, por ejemplo”, comenta Botana, “pero no fue algo anecdótico. Galicia fue una pequeña potencia del esclavismo entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX”. El asunto esconde aristas, a su ver. “Aunque ahora existe cierta narrativa negacionista al respecto, está aceptada la existencia del imperialismo español. En el caso de Galicia, sin embargo, hay bastante rechazo a considerar la función del país en la trata trasatlántica”, entiende. Cristina Botana (izquierda) y Zinthia Álvarez (derecha) durante la apertura de la exposición 'A Coruña: porto negreiro' “Un ciclo de violencia constante” Zinthia Álvarez coincide con su compañera, aunque amplía el foco al Estado español. “Volver la mirada hacia la historia es algo que no se practica en España”, dice, “no nos extraña, España se apoya en la desmemoria”. Como ejemplo de su afirmación remite a lo que sucede con el franquismo. “No miramos atrás y reflexionamos”, apunta, “dudamos siempre de que la historia tenga algo que ver con lo que pasa hoy en día”. Pero el comercio de esclavos sí tiene que ver con la actualidad, considera. “Hay una conexión directa con el trato a las personas migrantes”, expone, “los hechos de Badalona [ el ayuntamiento del PP expulsó centenares de migrantes de un instituto abandonado ] es una muestra”. Para Álvarez, un ciclo de violencia ejercida histórica y constantemente amenaza “los cuerpos de las personas que no son blancas”. La esclavitud, “cuando los cuerpos de personas no blancas se configuran como mercancía”, como origen de las políticas antimigratorias contemporáneas. La analogía con la memoria de la dictadura y la represión presenta, con todo, límites. En opinión de Álvarez Palomino, esta sí se reconoce, aunque no se repara. En el caso de la trata trasatlántica, ni siquiera ha comenzado su reconocimiento. “El Ministerio de Cultura habla de descolonizar los museos pero no de la relación de España con la trata de esclavos”, sintetiza. A Coruña: porto negreiro busca contribuir a iluminar ese vínculo negado a través de “la reconstrucción de rutas, relaciones económicas, los silencios y las violencias” detrás de las relaciones coloniales y el crecimiento de las ciudades gallegas.