Montero encara su candidatura andaluza con Hacienda inmersa en los Presupuestos y la fiscalidad de Catalunya

Montero encara su candidatura andaluza con Hacienda inmersa en los Presupuestos y la fiscalidad de Catalunya

La candidata del PSOE a la Junta de Andalucía arranca este domingo la precampaña acompañada de Pedro Sánchez en un acto en Málaga Moreno acelera su ley estrella de vivienda en Andalucía para aprobarla de urgencia ante un posible adelanto electoral El próximo ciclo electoral se acerca y los grandes partidos comienzan a tomar posiciones. Salvo sorpresa, el pistoletazo de salida a la sucesión de comicios lo darán Castilla y León y Andalucía. Y esa cita, la de la Junta andaluza, tiene ya implicaciones políticas nacionales. No solo por su posible resultado, sino porque la apuesta del PSOE para competir el bastión perdido es una de las figuras clave del Gobierno central. La vicepresidenta segunda y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, arrancará oficialmente este domingo su precampaña como candidata en un gran acto en Málaga y acompañada por Pedro Sánchez. Y encara ese rol de cartel electoral al frente de un ministerio inmerso de lleno en los grandes asuntos políticos del país. Lo más inmediato son los Presupuestos Generales del Estado . Sin fuerza parlamentaria suficiente para impulsar unas nuevas cuentas durante los dos primeros ejercicios de la legislatura, Pedro Sánchez ha comprometido su palabra a que esta vez sí, al menos, presentará ese proyecto de Presupuestos independientemente de tener garantizados o no los apoyos. Todos los ministerios trabajan desde la vuelta del verano con la orden política de afinar con Hacienda esa propuesta de cuentas y tenerla lista para las próximas semanas. Un trabajo ingente en el que se volcará el departamento de María Jesús Montero durante lo que queda de mes de septiembre. Y todo ello sin que exista, por el momento, la más mínima señal de que esta vez sí los partidos catalanes, principalmente, pero también otros socios reticentes como Podemos, estén dispuestos a apuntalar la segunda parte de la legislatura con el respaldo a unos Presupuestos. Una falta de expectativas que en el equipo de Montero hace recelar de la conveniencia o no de jugarse una tramitación parlamentaria de las cuentas que pueda acabar en sonora derrota política. Un duro castigo para el Ejecutivo, en general, y para la propia candidata a Andalucía, en particular. Los mensajes que llegan de Catalunya hasta la fecha no son, precisamente, alentadores. “Con Pedro Sánchez, de presupuestos, no hemos hablado. Ellos ya lo saben, no los hemos engañado, se lo hemos dicho muchas veces, hace casi dos años de los Acuerdos de Bruselas. Para negociar presupuestos deben acreditar el cumplimiento de los actuales, no nos sentaremos a negociar sobre la base de una estafa”, dijo el secretario general de Junts, Jordi Turull, el jueves en la Cadena SER. Desde ERC, el discurso es parecido. “No habrá negociación presupuestaria mientras no se resuelva el modelo de financiación y el de la recaudación fiscal [por parte de la Agència Tributaria de la Generalitat]”, sentenció Junqueras en una rueda de prensa tras la vuelta del verano. El problema es que, a juicio de algunos socios parlamentarios del Ejecutivo, el doble papel de María Jesús Montero como ministra de Hacienda y candidata, con un ojo puesto ya en su carrera electoral, dificulta algunas negociaciones. Ya hay aliados del PSOE que señalan, de hecho, que la interlocución con Montero se ha visto sensiblemente afectada de unos meses a esta parte. No por falta de voluntad política, sino simplemente porque la ministra ahora tiene la agenda dividida entre su ministerio y su encargo en Andalucía. En ese contexto, en el seno del independentismo existe el convencimiento de que no se podrán dar pasos definitivos ni en el modelo de financiación y en el de recaudación hasta que Montero no abandone el Ejecutivo. Porque todo el mundo da por hecho que el PSOE no contempla presentar a la Junta a una candidata que acabe de ejecutar un plan de singularidad fiscal catalana que pondría en bandeja la campaña a Juanma Moreno y al PP. Por eso, explica ERC, Oriol Junqueras y Gabriel Rufián han decidido mover ficha esta semana de manera unilateral. Los republicanos anunciaron el lunes una proposición de ley para hacer posible la gestión íntegra del IRPF desde Catalunya, ya que consideran que el PSOE está frenando la necesaria modificación legislativa estatal para facilitar el traspaso de la recaudación. Sin el apoyo del PSOE en el Congreso a esta nueva ley, que Hacienda descarta, ERC asegura que no se plantean comenzar a negociar los Presupuestos Generales de 2026. “Mientras no se avance en cuestiones relevantes como el modelo de financiación y el modelo de recaudación fiscal, no habrá negociación presupuestaria”, volvió a insistir Junqueras. El texto de ERC abre la puerta también a que otras comunidades autónomas puedan reclamar la recaudación de este impuesto que ahora corresponde al Estado. “Lo que intentamos es que el PSOE se mueva”, explicó Rufián, que considera que por ahora mantienen bloqueados los cambios legislativos que requieren esta medida. Sin embargo, el plan inicial de Pedro Sánchez es apurar los plazos con los relevos en su Consejo de Ministros, repleto de candidatos territoriales a las próximas autonómicas. Y especialmente en el caso de su vicepresidenta primera, una de las personas de mayor confianza del presidente tanto en el partido como en el Gobierno. Arranque de la precampaña en Málaga En principio, los comicios andaluces deben celebrarse en el mes de junio. El mensaje oficial de Moreno y su equipo, hasta la fecha, es que se apurará la legislatura hasta el final , aunque desde el entorno del presidente no se descarta la opción de llamar a las urnas en marzo, algo que en la calle Génova también verían con buenos ojos para arropar políticamente a Alfonso Fernández Mañueco, el presidente de Castilla y León, mucho más débil políticamente sobre todo a partir de la gestión de los incendios. Esta posibilidad de adelantar las elecciones en Andalucía al inicio de la primavera, obligaría a Juanma Moreno a convocarlas oficialmente en enero. Preguntada por su salida del Ejecutivo y su doble faceta como ministra y candidata, Montero defendió este viernes su continuidad en el Gobierno central. “Hago un buen trabajo al frente del Ministerio de Hacienda y de la Vicepresidencia por Andalucía. Es muy importante que los nuevos presupuestos tengan también el sello andaluz y contribuir al desarrollo de Andalucía desde el Gobierno de España en creación de empleo, en creación de riqueza, en infraestructura, en inversiones. Cualquier persona en su sano juicio al frente de la Junta de Andalucía querría que un andaluz estuviera al frente de los ministerios más importantes, dijo la vicepresidenta, que intentó zanjar el debate sobre una posible salida inmediata. ”Mientras crea que mi trabajo es útil para Andalucía al frente del Gobierno, seguiré“, dijo. Para los socialistas andaluces, el acto de este domingo en Málaga, con María Jesús Montero arropada por Pedro Sánchez, es el primer paso de la larga precampaña, teniendo en cuenta además que este sábado Alberto Núñez Feijóo hará lo propio con Juanma Moreno en la misma ciudad. Según el equipo de Montero en el PSOE andaluz, el partido ha puesto ya está “modo campaña” por mucho que la candidata mantenga intacta su agenda de trabajo como vicepresidenta primera del Gobierno, como ministra de Hacienda y como vicesecretaria general del PSOE.

Ayuso defiende que hay que dar las gracias a Israel por cometer un genocidio en Gaza

Ayuso defiende que hay que dar las gracias a Israel por cometer un genocidio en Gaza

El PP niega la existencia del genocidio de Gaza en la Asamblea de Madrid y al mismo tiempo justifica todo lo que ha hecho el Gobierno de Netanyahu porque está defendiendo "la civilización" Ayuso carga contra la Agencia Tributaria tras conocer los audios de la inspectora de su pareja: “Es una máquina de expulsar fortunas, inversiones y propiedad” En el segundo día del debate del estado de la región, Isabel Díaz Ayuso y el PP de Madrid tuvieron que hablar del genocidio de Gaza y soltaron todo lo que llevan dentro. ¿64.000 muertos? ¿17.000 menores asesinados? Pocos les parecen. Israel está defendiendo a “Occidente”, y por tanto a España. Tendríamos que estar agradecidos de que hayan matado a tanta gente. “Israel es el país que nos estaba defendiendo hasta la fecha”, dijo Ayuso. ¿Contra quién? ¿Contra Hamás que no ha matado a nadie en España ni de hecho en ningún país de Europa? No importa. Israel es nuestro salvador y tiene derecho a convertir Gaza en un lugar inhabitable. El portavoz del PP en la Asamblea de Madrid mostró la misma falta de sensibilidad de un verdugo, porque los 'minions' están para eso. Para revolcarse en lo que le han ordenado y llegar mucho más lejos que la líder. Carlos Díaz Pache no sólo negó que se haya producido un genocidio, sino que se burló de los que lo denuncian. “Curioso genocidio en el que el supuesto genocida avisa por tierra, mar y aire de los objetivos que va a destruir para que no haya víctimas”. Mintió cuando afirmó que Israel avisa siempre con antelación cada vez que se produce un ataque aéreo o terrestre. Sobre la última ofensiva para eliminar la presencia de seres humanos en Ciudad de Gaza, donde aún quedaban 900.000 personas, ni siquiera eso sería una excusa admisible. Avisar antes de que vas a cometer crímenes de guerra –porque eso es expulsar a toda la población civil de una zona– no te libera de la responsabilidad de esos hechos. Para el PP madrileño, criticar la eliminación de decenas de miles de personas en Gaza es una forma de racismo: “Lo que están haciendo es puro antisemitismo”, dijo su portavoz. Ante los gritos de los diputados de Más Madrid, no se quedó ahí. “Sinvergüenzas. Estamos defendiendo la civilización”. Hay que confiar en que el PP no crea que la “civilización” europea, con independencia de lo que eso signifique, exige asesinar a niños o mutilar a 21.000 menores de edad. En ese caso, no habría ninguna diferencia con la barbarie. En realidad, no hay civilización que justifique matar a familias enteras porque entre sus miembros hay un periodista, porque eso ha ocurrido en los últimos dos meses en Gaza. Si es así, y hay muchos ejemplos a lo largo de la historia, no se está defendiendo una civilización, sino un imperio. Como escribió Tácito citando a un enemigo de Roma, “hacen un desierto y lo llaman paz” (ubi solitudinem faciunt, pacem appellant). La paz de los cementerios o de las fosas comunes. No es la historia la que interesa al PP de Madrid. Es más importante ajustar cuentas con los enemigos. En la escala de prioridades de Ayuso, los ciclistas tienen más valor que las víctimas de una matanza. “Se está atentando contra la vida de estos deportistas”, dijo sobre los participantes en la Vuelta Ciclista a España. Que se sepa, no ha muerto ningún ciclista a causa de la movilización en favor de Gaza. Pero con esa frase se puede equiparar a los que se manifiestan con los terroristas. Ayuso no necesita más para ser feliz. La presidenta de Madrid creía tener un argumento ganador cuando animó a los presentes “a pasear por las calles de Gaza y las de Tel Aviv”, refiriéndose a los derechos de los homosexuales. Si alguien paseara por las calles de la mayoría de las ciudades de Gaza, sólo encontraría un mar de ruinas y no tendría comida con la que alimentarse. Ser heterosexual no le supondría ningún alivio. A comienzos de la semana, Alberto Núñez Feijóo dijo en Telecinco que “lo que está haciendo Israel es inadmisible”. Ayuso cree que todo está justificado para sostener que el lugar de la izquierda es el infierno. Si eso supone pasar por encima de una montaña de cadáveres, le da igual. Más Madrid y el PSOE no se cortaron al denunciar la actitud del PP. Acusaron a Ayuso de “ponerse del lado de los genocidas y del lado de Netanyahu”. Manuela Bergerot, hija de exiliados argentinos, fue demasiado lejos cuando la comparó con la dictadura de Argentina. “Los suyos en Argentina son los que organizaban partidos de fútbol para que no se oyeran los gritos de los torturados. Los suyos en Argentina son los que hicieron desaparecer a 500 bebés”. Es algo más que discutible trasladar a políticos del presente a acontecimientos políticos del pasado, y es lo que hace Ayuso con frecuencia equiparando a los dirigentes actuales de la izquierda con la Unión Soviética. En el ambiente habitual en la Asamblea de Madrid, esto es lo de todos los días. Ayuso mira hacia arriba en el debate del estado de la región. Donde la oposición lo tenía fácil era con todo lo que ha dicho Ayuso sobre la investigación judicial a su novio por fraude fiscal. Ahí, la líder del PP madrileño nunca decepciona. Continúa afirmando que todo es una conspiración a pesar de que la Agencia Tributaria le pilló creando facturas falsas por valor de más de un millón de euros. “Usted y el Grupo Quirón son una sociedad con ánimo de lucro”, dijo Bergerot. La oposición fue más efectiva cuando denunció que “la vivienda social está estancada desde que usted llegó al poder”, que hay “casi un millón de pacientes en las listas de espera” sanitarias o que no se ha construido una biblioteca pública en Madrid desde 2010. España debe de ser el único lugar del mundo en que un político elogia a Florida. Hay todo un catálogo de titulares de noticias reales protagonizadas por habitantes de ese Estado a cada cual más demencial y que suelen empezar por “Florida man”. Ayuso volvió a mostrar su admiración por Miami y Florida, porque cree que todos los inmigrantes cubanos que han llegado allí a lo largo de décadas se convirtieron de inmediato en empresarios. “No queremos ser un país en que se necesita pedir un crédito para ir a la universidad o ser atendida por la sanidad”, le respondió la socialista Mar Espinar. Sobre el novio y sus facturas falsas, Ayuso estuvo a la altura de lo que le pide su afición y cargó directamente contra la Agencia Tributaria. Es algo que no haría casi ningún dirigente del PP y que demuestra hasta qué punto le pone de los nervios todo lo que tiene ver con Alberto González Amador. La calificó de “máquina de expulsar fortunas, inversiones y propiedad”, como si fuera un enemigo de la economía. “Ahora mismo en España cada vez que un ciudadano o empresa tiene que litigar con Hacienda tiene que demostrar su inocencia”, dijo, convencida de que contaba con un argumento de peso. Suele ocurrir cuando la Agencia Tributaria ha demostrado con los documentos que tú mismo has presentado que estás intentando engañar a Hacienda y pagar menos impuestos de los que te corresponden. Con los fondos que recauda Hacienda se paga el salario de Ayuso y la Administración que gobierna, así que es mejor para ella que la Agencia Tributaria haga bien su trabajo. Pero, claro, es el novio el que le pone el piso.

Maíllo: "A lo mejor debemos irnos todos y que vengan otros sin mochilas a construir esperanzas frente al fascismo"

Maíllo: "A lo mejor debemos irnos todos y que vengan otros sin mochilas a construir esperanzas frente al fascismo"

El coordinador general de Izquierda Unida avanza que pedirá en la negociación de Presupuestos expropiar las casas vacías a los grandes tenedores para incorporarlas al parque público de vivienda PP, Junts y Vox tumban la ley para reducir la jornada laboral a 37 horas y media Antonio Maíllo (Lucena, 1966) acaba de volver de Las Médulas , uno de los parajes naturales más devastados por los incendios que asolaron gran parte de la península ibérica en agosto. Las ideas de Izquierda Unida para evitar catástrofes como esta, la respuesta al Estado de Israel, la reducción de jornada o la unidad de la izquierda centran la conversación en el inicio de un curso político que se anticipa agitado para el Gobierno y también para su espacio político. Como novedad, para la negociación de los presupuestos, propone expropiar el uso de las viviendas vacías en manos de grandes tenedores para colocarlas en el mercado de alquiler asequible. El líder de IU lanzó hace algo más de un año una propuesta para el reencuentro de todas las fuerzas de la izquierda, incluido Podemos. De sus palabras en esta entrevista se desprende que las cosas no van bien y llama a todos los líderes políticos de los partidos a dejar de lado sus intereses personales y sus egos en favor de una propuesta para ganar al fascismo, tal y como describe la previsible alianza de gobierno entre PP y Vox. “¿Estamos todos de acuerdo en que tenemos que renunciar si para ello conseguimos el objetivo básico de seguir construyendo la esperanza democrática en España frente al fascismo? ¿Respondemos esa pregunta? Yo ya la respondo y digo que sí”, lanza a Yolanda Díaz, Irene Montero o Mónica García. También critica a quienes “están ya esperando que llegue el PP y Vox para construir no sé qué resistencia”, en referencia velada a Podemos, como luego reconoce. Y señala a los ególatras instalados en algunas formaciones “que son costra para conseguir los objetivos políticos”, aunque esta vez prefiere no poner nombres directamente. “A quien se siente aludido o aludida”, dice. Y esboza un mensaje de optimismo hacia el futuro: “Nada está perdido, todo está por construir”. Acaba de volver de visitar las zonas afectadas por los incendios. Izquierda Unida ha presentado un documento recientemente sobre este tema, ¿qué están proponiendo para que una catástrofe como esta no se vuelva a repetir? La visita a los territorios asolados te encoge el corazón. El entorno de Las Médulas deja un rastro que te impacta. Gente a la que le ha afectado incluso a la salud mental ante la hecatombe que se le ha venido encima y la destrucción de un medio donde han vivido siempre. Izquierda Unida tiene una propuesta, los incendios no se apagan en verano, sino que se previenen en invierno. Hay razones de carácter político que han provocado estos incendios. Se llama desregulación y privatización de los servicios de mantenimiento forestales, incapacidad de tener, como hacen los gobiernos como el de Castilla y León, plantilla permanente durante todo el año. Y luego un abandono de la España rural. Hay una proporción directa entre las zonas devastadas por el fuego y las zonas vaciadas de población, donde aumenta la masa forestal, se abandona el cultivo de la agricultura o de la actividad ganadera. Tenemos un plan de trabajo garantizado con salarios de 1.500 euros brutos mensuales y que supondría el 1% del PIB de inversión para garantizar en torno a un millón de puestos de trabajo dedicados al mantenimiento y preservación del medio rural. Es la única fórmula para que los jóvenes puedan quedarse, para fijar población y evitar un mayor vaciamiento, que junto con las olas de calor, la crisis climática o los vientos que en ese momento ocurran es pasto para nuevos incendios. Todo lo incendiado en España equivale a la mitad de la Comunidad de Madrid. El Partido Popular, como siempre, como hizo en la DANA, como hizo ya hace muchos años en el Prestige, oculta, echa la culpa por doquier y es la principal mecha y fósforo de los incendios que han ocurrido en sus territorios. Es el camino adecuado, pero a los nueve puntos le faltó un décimo, que es la ruptura de las relaciones diplomáticas, comerciales y económicas con Israel Hemos empezado el curso hablando de Israel. Lo hemos visto con las protestas en la Vuelta a España y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba esta semana un paquete de medidas contra el Estado de Israel, entre ellas un decreto para imponer un embargo de armas. ¿Cómo lo ve? ¿Creen que este es el camino correcto? Es el camino adecuado, pero a los nueve puntos le faltó un décimo, que es la ruptura de las relaciones diplomáticas, comerciales y económicas y posicionar a España en la causa de genocidio junto al Grupo de La Haya, ante el Tribunal Internacional de Justicia o el Tribunal Penal Internacional de La Haya. Siempre se intenta desdeñar esa opción, pero las coordenadas morales de un país se definen siempre por las posiciones que se tomaron en momentos de exterminio, de genocidio. Por fin ya se habla de genocidio, de exterminio de la población. El Gobierno de México, de Lázaro Cárdenas, rompió relaciones con la España de Franco y yo creo que eso definió favorablemente a un gobierno al que le tenemos gratitud eterna desde la España democrática. España tiene que dar ese salto para dar ejemplo. Lo más importante es que la población, no solo española sino europea, está a favor de las medidas que se han adoptado desde España. Antonio Maíllo, coordinador general de IU. Hemos empezado el curso también con una votación importante para el Gobierno, para Sumar, que es la reducción de jornada que se perdió el pasado miércoles. ¿Cree que queda dañada la coalición después de esta derrota parlamentaria? ¿Por defender unas ideas que nos parecen justas? En modo alguno. Un proyecto se consolida cuando se defiende aquello que se dice que se va a defender. Un proyecto se debilita cuando se pueden obtener victorias sobre tesis políticas que no compartimos, cuando traicionas tus principios. En este caso se ha sido enormemente coherente. Hay una correlación de fuerzas que es la que es, y ahora tiene que haber una voluntad de volver a iniciar el proceso, corregir las necesidades de mayor interlocución para garantizar una victoria la próxima vez que se lleve al Congreso. Y poner en marcha medidas que no necesitan el trámite de ley y que pueden suponer una mejora a los 12 millones de trabajadores y trabajadoras de nuestro país. ¿Y cree que hay margen para volver a llevarla y poder aprobarla? Yo creo que hay que situarse en un margen que significa lo mismo que con Palestina: si hay movilización popular, sin lugar a dudas las fuerzas que ofrecen ahora resistencia no la ofrecerían. Vamos a proponer la expropiación forzosa de uso a los grandes tenedores de viviendas vacías, para incorporarlas al parque público de alquiler asequible ¿Cómo cree que queda el liderazgo de Yolanda Díaz tras esta votación? Le digo lo mismo. Creo que defender lo que se cree no tiene que condicionar, no hay un cambio de nada. Lo único que a nosotros nos interesa desde Izquierda Unida es una perspectiva de que la lucha contra el fascismo —y hay que nombrarlo así– necesita de la unión y fuerza de un proyecto político que se lance y que reconecte con mucha gente que está ahora mismo en su casa. Y eso no tiene nada que ver con una votación popular, sino con la necesidad de que todos, tanto partidos como liderazgos, antepongamos nuestras legítimas aspiraciones personales a un proyecto común y colectivo que decida de manera amplia y democrática quién debe encabezarlo. La derrota de la reducción de jornada ahonda en la idea de que este gobierno tiene muy difícil sacar cosas de políticas de izquierda. ¿Cree que tiene sentido aguantar la legislatura si va a haber esa imposibilidad o esas dificultades para sacar medidas progresistas adelante? Cada vez estoy más convencido de que hay razones para mantener la legislatura hasta 2027 y hacerlo en una táctica ofensiva. Hay que presentar los Presupuestos Generales del Estado. El Gobierno no puede esconderse y renunciar a la ley más importante del año. Hay que afrontar ese debate e impregnarlo en la sociedad. Que la sociedad conozca cuáles son los avances que puede desarrollar un presupuesto y quién se opone a ello. Y hay que normalizar que, aunque se pierdan votaciones, el Gobierno está mandatado para llegar a 2027 y va a seguir haciendo política a través de reales decretos o de cualquier otra fórmula, aunque no sea la deseada. Los debates de presupuestos son una oportunidad para afrontar de manera descarnada el mayor problema que tenemos en nuestra sociedad en estos momentos materiales, que es el de la vivienda. Es fundamental que se pongan encima de la mesa las propuestas que hay y quién se opone a ellas. Nosotros no vamos a apoyar un presupuesto que invite a un gasto militar que ya no se puede dar Vamos a proponer la expropiación forzosa de uso a los grandes tenedores de viviendas vacías, para incorporarlas al parque público de alquiler asequible. Y veremos quién se lleva las manos a la cabeza, quién está por los especuladores y quiénes estamos por resolver de manera inmediata las cuestiones de vivienda. Si al final de la legislatura no llegamos a medidas que supongan una concreción en la vida particular de las familias y los trabajadores y trabajadoras de nuestro país, difícilmente vamos a poder tener la renovación del gobierno. Nos la jugamos todas en ese debate. Por eso se justifica apuntar con el dedo a quienes se opongan a determinados avances públicos y sociales. Se acabaron ya las caretas diplomáticas del debate versallesco y hay que apuntar a quienes con su voto, con su actitud o con su falso izquierdismo, evitan que haya mejoras objetivas y materiales a gente que lo necesita con imperiosa urgencia. Y si el proyecto de presupuestos se presenta y el PSOE lleva un incremento del gasto militar, ¿qué va a hacer Izquierda Unida? Lo que hemos hecho siempre. Usted sabe que dijimos que de gasto militar nada, de 5%, nada ni de 3%. Y nosotros no vamos a apoyar un presupuesto que invite a un gasto militar que ya no se puede dar. Entre otras cosas porque creo el margen de maniobra que tenemos en España para desmarcarnos de las directrices de [Donald] Trump y de la OTAN se debe seguir empujando. No vamos a apoyar el aumento de gasto militar, lo tenemos clarísimo. Maíllo, en un momento de la entrevista. Aunque eso suponga tumbar los presupuestos. No es que suponga tumbar los presupuestos, es que no debe ir en los presupuestos. Hace un año aproximadamente lanzaba Convocatoria por la Democracia, hablaba de cambiar el estado de ánimo de una izquierda acobardada, si no recuerdo mal. ¿Cómo ha culminado ese proceso? ¿Cree que en este año ha conseguido mejorar ese estado de ánimo de la izquierda? Ha habido dos fases. Una primera, antes de 2025, en la que prácticamente me dediqué a hacer, si me permite, terapia colectiva, de reencuentro de mucha gente, incluso de gente que no era de Izquierda Unida, que estaban muy preocupados por el avance de la extrema derecha y querían tener instrumentos de análisis de por qué se estaba produciendo esa sacudida. Había un estado de shock muy generalizado. Y una nueva etapa a partir de enero, febrero, donde la gente, asumiendo esa aparente nueva hegemonía reaccionaria en lo social, quería instrumentos de disputa para no asumir resignadamente que los espacios del fascismo se tengan que abrir de manera irremediable. Y la gran conclusión de esta convocatoria es la existencia de numerosos colectivos ciudadanos y gente a título individual que no va a arrojar la toalla y asumir resignadamente que lleguen PP y Vox por una suerte de destino divino. Por tanto, esos que están ya esperando que llegue el PP y Vox para construir no sé qué resistencia pueden seguir esperando, porque va a haber multitud de gente que no está dispuesta a asumir resignadamente esa llegada. Y si llegaran no va a ser por desistimiento nuestro. Y creo que es importante saber que hay una gente que aunque ha pasado del shock a la preocupación, no está dispuesta a ceder. Y movilizaciones como la de Palestina creo que son un aldabonazo en la reactivación y en la chispa que es necesaria para que la izquierda reconecte y pase a la ofensiva. Estoy proponiendo que si hace falta que nos vayamos todos y que vengan otros. Y que esos otros configuren y construyan un edificio desde la frescura, la ausencia de mochilas y de piedras en la mochila que está ya para mucha gente demasiado cargada En el CIS que salió ayer, el espacio de la izquierda alternativa no llega al 12%. Está un poco por debajo del resultado del 23J. Y eso en un escenario de división de la izquierda. Mientras tanto, Vox sigue bastante fuerte, por encima del 15%. ¿Qué se está haciendo mal? ¿Qué debe cambiar la izquierda para recuperar esa confianza de la que hablaba? España es el único país en la Unión Europea en el que gobierna una coalición de izquierda. Y sin embargo tenemos un estado de ánimo de preocupación o de pesimismo. Imagínese en los países donde ni siquiera se gobierna. Vox bebe y vive —porque no hace nada–del estado natural o del momento geopolítico, del trumpismo, de la hegemonía de la derecha y extrema derecha en la Unión Europea, de los debates racistas que han introducido. E igual que viven y beben de ese momento, ese momento puede pasar. Y en esa clave nos tenemos que concentrar en la izquierda, de aquí a 2027. Nada está perdido, todo está por construir. Los dirigentes tenemos que asumir posiciones en las que se anteponga el bien común a nuestras ambiciones personales. Y la gran etapa de futuro tiene que tener, si se hace bien, una correspondencia con nuevos liderazgos que a lo mejor nos tienen que superar a todos los que hemos estado en este ciclo político tan intenso y tan largo. A lo mejor el refresco de liderazgos colectivos y de una gran renuncia de todos nosotros puede hacer una reconexión que aborde lo que no somos capaces de abordar, que es la unidad de todo un espacio para garantizar que haya un gobierno que no sea reaccionario en nuestro país. Usted está proponiendo que... Estoy proponiendo que si hace falta que nos vayamos todos y que vengan otros. Y que esos otros configuren y construyan un edificio desde la frescura, la ausencia de mochilas y de piedras en la mochila que está ya para mucha gente demasiado cargada. Y sobre todo, anteponer un principio que es el del bien común. ¿Estamos todos de acuerdo en que tenemos que renunciar si para ello conseguimos el objetivo básico de seguir construyendo la esperanza democrática en España frente al fascismo? ¿Respondemos esa pregunta? Yo ya la respondo y digo que sí, y me gustaría que todos la respondieran, que antepusieran en un ejercicio colectivo de honestidad política que aquí estamos todos para servir a los demás y a un proyecto democrático. Lo que está ocurriendo es muy gordo y puede destrozar y echar por las cañerías de la historia los derechos conquistados durante muchos años. Tenemos que asumir una escenificación de que esa lucha por el bien común también cuenta con nuestra disposición a ponernos a un lado si ayudamos a ello. ¿Y cree que el resto de formaciones políticas están en eso? ¿Sumar, Podemos...? Pregúnteselo a ellos, pero hay cada ególatra ahí instalado que son costra para conseguir los objetivos políticos. ¿A quién se refiere? A quien se siente aludido o aludida. Ha lanzado muchos mensajes. Antes decía que cree que está esperando a que llegue la extrema derecha para jugar en ese terreno. No sé si se refería a Podemos. Evidentemente, lo están diciendo ellos. hay cada ególatra ahí instalado que son costra para conseguir los objetivos políticos Lo digo porque cuando usted asumió el liderazgo de Izquierda Unida hizo una amplia llamada a la unidad, se puso el objetivo de trabajar por esa unidad, de restablecer el diálogo con Podemos, y los mensajes que le escucho no sé si describirlos como pesimistas en este sentido. ¿El diálogo con Podemos no ha fructificado? ¿Cree que hay que dejar de lado la tarea de tratar de atraerles a una candidatura de unidad? Mi discurso es de un optimista bien informado, vamos a decirlo así. Cada uno se está definiendo en este momento tan importante en la vida de nuestra sociedad. Lo que no podemos hacer es estar paralizados. Hay elementos de esperanza que nos deben llevar a la responsabilidad, no a la frivolidad. La respuesta en Brasil, institucional, seria, solvente, de un país que se niega a ser humillado por Estados Unidos en la política de aranceles, que se niega a asumir los las presiones de Trump para absolver a [expresidente brasileño Jair] Bolsonaro y que condena a 27 años y medio a un antiguo jefe de Estado por dar un golpe de Estado. Es un país que te dice cuál es el camino. Un Brasil que desde el principio, cuando aquí estábamos decidiendo si era extrema derecha, autócrata, derecha, extrema, autoritaria, ya hablaba de fascismo. Por eso no podemos paralizarnos, tenemos que seguir adelante, construir todas las organizaciones que quieran un espacio unitario que ofrezca a la sociedad española una esperanza de que no tiene por qué venir el fascismo. Y el que no quiera tendrá que responder o caerá también en el sumidero de la historia, como esperamos que caiga el fascismo. Maíllo, en la redacción de elDiario.es. ¿Y cómo ve una propuesta como la que lanzó el portavoz de Esquerra Republicana en el Congreso, Gabriel Rufián, de una candidatura muy amplia de izquierda, en la que esté también quizá la izquierda soberanista? El valor de las declaraciones de Gabriel Rufián, que es una persona muy respetada dentro de la militancia de Izquierda Unida, lo escuchan con mucha atención y respeto, es la virtud de decir 'oye, que esta gente como vengan van a arrasar con todo, vamos a buscar fórmulas que nos permitan combatirlo'. El nivel de concreción tiene la debilidad de que hablaba por él, no hablaba en nombre de las organizaciones. Y a las organizaciones políticas, sobre todo a las que uno pertenece, tienes que convencerlas primero para defender tu propuesta. Pero como aldabonazo de lo que nos estamos jugando, me parece que fue una respuesta interesante. La solución la veo más complicada porque no responde a tradiciones políticas como para plantear una traducción electoral, pero no hay que cerrarse a nada. Y una última pregunta también relacionada con cómo debe organizarse la izquierda. Andalucía seguramente será el primer test de cómo va a funcionar o de si va a existir la unidad de la izquierda. ¿Cómo están las cosas en Andalucía? ¿Hay diálogo con Podemos para poder hacer una candidatura conjunta? Izquierda Unida va a seguir adelante. Somos una organización seria que comprende los retos que hay y la demanda de la sociedad andaluza de izquierdas de un proyecto que sea alternativa al Partido Popular, que está arrasando con la sanidad pública y que no está acometiendo las grandes reformas estructurales andaluzas. Y desde esa construcción de responsabilidad política, un proyecto como es Por Andalucía, en el que está Izquierda Unida, en el que están todos. Si no van todos es que hay alguien que se sale. No estamos creando una cosa nueva. Pero todo proyecto que se precie y con las fechas que hay, tiene acuerdos, va a desarrollar sus primarias, que culminarán en septiembre, después se desarrollarán con el resto de organizaciones y abordarán lo que es más importante, un proyecto político para Andalucía que tiene que elaborarse colectivamente y que no puede esperar a última hora. Entrevista completa: Vídeo: Salvador Fenoll y Javier Cáceres.

Fianza de 150.000 euros, la última estridencia de Hurtado antes del juicio contra el fiscal general

Fianza de 150.000 euros, la última estridencia de Hurtado antes del juicio contra el fiscal general

Juristas consultados por elDiario.es discuten la cantidad impuesta a Álvaro García Ortiz en el auto de apertura de juicio oral, tanto por ser muy superior a indemnizaciones incluso para víctimas de violación como también no haber sido argumentada correctamente De un bulo al banquillo del Supremo: juicio al fiscal general sin pruebas de quién filtró el correo de la pareja de Ayuso La causa abierta contra el fiscal general en el Tribunal Supremo por la filtración de un correo de la pareja de Isabel Díaz Ayuso afronta su fase final. En poco más de dos meses Álvaro García Ortiz se sentará en el banquillo acusado de revelación de secretos y el último movimiento del juez Ángel Hurtado , la previsible apertura de juicio oral, ha dejado nuevas incógnitas de camino al juicio más relevante del Supremo desde el procés independentista: una instrucción que no sobrevivió íntegra a la Sala de Apelaciones, un voto particular que impugna su criterio y una fianza de 150.000 euros que diversos expertos consideran abiertamente desmesurada. Joaquim Bosch, magistrado en València, explica que “no es habitual” que, por ejemplo, un tribunal supervisor como una Audiencia Provincial “esté dividida en este tipo de resoluciones”, aunque la existencia de votos particulares, como ha ocurrido en el Supremo, “no genera ninguna cuestión problemática desde el punto de vista formal”. Lo que “pasa muy poco”, reconoce, es que haya “una división de argumentos tan marcada como en este caso con el voto particular, que es muy contundente”. Puede haber discrepancias pero lo que no vemos apenas en este tipo de resoluciones es que haya divisiones tan marcadas por escrito“, explica a elDiario.es. La apertura de juicio oral en el caso sobre la confesión de Alberto González Amador ha llegado, como es habitual, después del procesamiento. El magistrado Hurtado decidió enviar a juicio tanto al fiscal general como a Pilar Rodríguez, fiscal provincial de Madrid, afirmando que ambos urdieron un plan para perjudicar al empresario y su pareja, la presidenta de la Comunidad de Madrid. La Sala de Apelaciones confirmó la decisión sobre García Ortiz pero adelgazó el auto de Hurtado: no había indicios para juzgar a Pilar Rodríguez. Un voto particular, del magistrado Andrés Palomo, que inicialmente tenía encomendado ejercer de ponente, directamente rechazó que el fiscal general tuviera que ser juzgado. “No es nada normal que haya un voto particular y lo que realmente llama la atención sobre esta instrucción es que el discrepante se exprese en unos términos tan tajantes y críticos como lo hizo el magistrado Andrés Palomo”, explica a este periódico Manuel Cancio, catedrático de Derecho Penal en la Universidad Autónoma de Madrid. “Eso sí que no lo había visto jamás y es una anomalía que, a mi modo de ver, refleja que este es un proceso muy peculiar donde se han cruzado varias líneas rojas, eso Palomo lo señala en su voto particular”. Que un tribunal supervisor deje fuera del juicio a uno de los imputados, explica el magistrado Miguel Pasquau, del Tribunal Superior de Andalucía, es “habitual”, más allá de este caso, cuando hay varias partes con representaciones e intereses distintos y “no resulta sorprendente que la solución para unos y otros sea diferente”. Si las diligencias hechas en la investigación “no son especialmente elocuentes” o si hay “disputas jurídicas razonables”, añade, “tampoco resulta muy sorprendente” que una sala supervisora pueda corregir al instructor. Sí lo considera “menos frecuente” aunque no “insólito” y es “reflejo de un debate de intensidad ya celebrado en fase de instrucción”. Una fianza por encima de lo habitual Diversos expertos coinciden en señalar que la fianza de 150.000 euros impuesta por Hurtado al fiscal general bajo amenaza de embargo es excesiva. Tanto en comparación con otros casos de revelación de secretos -como los 2.000 euros que un mando policial tuvo que pagar a Jordi Pujol Ferrusola- como en casos de violencia sexual -los 100.000 euros pagados a la víctima de la Manada de Pamplona- donde también se indemniza el daño moral. “Primero, está mal que se haga referencia a la posible multa a imponer, eso es inadecuado, ese cálculo sobre la posible pena de multa, como ha dicho el Tribunal Constitucional, supone desconocer la presunción de inocencia”, explica Cancio. En su auto, el juez Hurtado explicaba que esa cantidad de 150.000 euros -la mitad de lo que pedía González Amador- respondía al daño reputacional sufrido por la publicación de su confesión e incluía posibles multas y costas del proceso. A la vista de las pruebas y las circunstancias del caso, añade, cabe cuestionarse la cantidad: “Tiene una muy alta estima del honor de este sujeto”, zanja. La fijación de estas fianzas, salvo cuando el coste del delito -por ejemplo, el robo de un coche con un valor determinado- es una “decisión discrecional”, explica Pasquau. Un magistrado, añade, “no puede incurrir en el automatismo de calcular en función de lo que piden las partes” sino que “al propio instructor tiene que parecerle razonable”. “Lo que hacemos con frecuencia es mirar a qué cantidades se ha condenado en supuestos más o menos similares”, añade, e incluso para los delitos más graves las indemnizaciones “son moderadas comparadas a las que en este caso se han impuesto”. Entiende Pasquau que en un caso como este el magistrado tiene en cuenta “no tanto la gravedad del hecho”, es decir un dato como la confesión que “en todo caso iba a ser conocido”, sino la amplia difusión que tuvo: “Todo esto ha atraído mucho la atención del público y cualquier que veamos ahora mismo a González Amador nos acordamos del incidente, entonces me imagino que será esa la razón por la que se ha puesto una fianza muy superior a la que se pone en casos de delitos contra la libertad sexual, incluso de niñas”. En el mismo sentido se pronuncia Bosch. “No hay unas reglas tasadas en la ley para este tipo de resoluciones y un criterio razonable son los casos precedentes”. Cita también el ejemplo de los baremos en accidentes de circulación, en los que la familia de un fallecido puede reclamar cantidades cercanas a los 100.000 euros. “Si un caso de muerte se valora de esta manera, me parece que un daño reputacional siempre tendría que ir por debajo” y solo en “supuestos muy justificados” explicar fianzas del calibre de la impuesta al fiscal general. También incide en la necesidad de separar la posible indemnización de otras responsabilidades como una multa. Varios de estos expertos recuerdan que la Audiencia Nacional impuso una fianza de 120.000 euros al exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, por su papel en la operación Kitchen, el operativo policial que supuestamente destinó recursos públicos y policiales a espiar a Luis Bárcenas y robar pruebas que comprometieran al Partido Popular. “Es muy raro que superen los 30.000 euros. Además aquí, sobre el daño reputacional, no hay datos que digan que es especialmente elevado y el Constitucional ha dicho que no procede incluir la multa”, explica Bosch. “La indemnización nos parece un despropósito” Félix Martín es portavoz de Unión Progresista de Fiscales (UPF), asociación de la que también fue portavoz García Ortiz y que desde el arranque de las diligencias ha sido crítica con la gestión del juez Ángel Hurtado. “La indemnización nos parece un despropósito en todos los niveles. No solo porque incluye la cuantía de la multa sino por los 150.000 euros, es más alta que las fianzas para delitos contra la vida”, explica este fiscal especializado en homicidios y asesinatos. Afirma que Hurtado no ha tenido en cuenta “elementos esenciales”, como por ejemplo que García Ortiz es un funcionario público y no “un gran empresario con un gran patrimonio”. Además, la acusación que pesa sobre él no incluye ningún “beneficio personal o provecho económico” y, finalmente, critica que la cifra final se haya establecido sin ningún razonamiento. “¿De dónde sale este cálculo? En un delito contra la vida, el daño está acreditado, pero no puedes actuar con el mismo automatismo”, critica. Las críticas de esta asociación se extienden al resto del auto de apertura de juicio oral y la fase final del caso antes del juicio. Que el procesamiento de Pilar Rodríguez , fiscal provincial de Madrid, fuera revocado y que un voto particular cuestionara toda la causa es algo “nada habitual”, explica Martín, y el relato judicial de Hurtado sobre la filtración del correo de González Amador queda ahora cuestionado. “Gran parte del relato ha sido una connivencia entre el fiscal general y la fiscal provincial para perjudicar a este señor, y ahora resulta que no, que no ha cometido ningún delito. ¿Dónde está la connivencia?”, se pregunta.

El asesinato de Charlie Kirk escala la violencia política en EEUU

El asesinato de Charlie Kirk escala la violencia política en EEUU

El asesinato de uno de los principales referentes del conservadurismo ultra en EEUU lleva la tensión aún más lejos en un país con problemas de armas y con numerosos antecedentes de magnicidios y ataques a políticos. Trump, por su parte, calienta aún más el ambiente al acordarse solo de los republicanos atacados al tiempo que lanza una cruzada contra la izquierda Detenido el sospechoso de asesinar a Charlie Kirk: Tyler Robinson, un joven de Utah de 22 años delatado por su familia Desde Abraham Lincoln a JFK. Desde Malcolm X a Martin Luther King. Y, más recientemente, desde la presidenta (demócrata) de la cámara legislativa de Minnesota al referente del conservadurismo ultra trumpista, Charlie Kirk, o el atentado fallido contra Donald Trump hace un año. La violencia política en EEUU, un país de democracia joven por mucho que su constitucionalismo arrancara en el siglo XVIII, en tanto que hasta mediados del siglo XX segregaba a la población afroamericana a la que se privaba de derechos civiles básicos, es una constante, con momentos más calientes y momentos más fríos. Hasta ahora, la década de 1960 había sido la más violenta en Estados Unidos, pero el país está experimentando en los últimos tiempos un resurgimiento de la violencia inédito desde entonces. El 10 de septiembre, a las 12.23, Charlie Kirk recibió un disparo mortal en el cuello mientras participaba en un acto público en la Universidad de Utah Valley. Y, a partir de ese momento, la Administración Trump entró en una nueva fase de acusaciones contra la izquierda cuando aún ni siquiera se sabía quién podía ser el asesino. Charlie Kirk, de 31 años, había creado Turning Point USA, un movimiento juvenil fundamental para la familia MAGA, hegemónica en el Partido Republicano actual. Su acceso a la Casa Blanca era total. Era uno de los suyos en el sentido más amplio y profundo de la palabra, y, además, les daba una conexión con una capa de votantes muy codiciada por los partidos: los jóvenes. Kirk llevaba el discurso trumpista –homófobo, xenófobo, machista, negacionista, ultra religioso, anti aborto, tránsfobo– a las nuevas generaciones, y participaba activamente en la elección de candidatos republicanos en primarias. Su muerte supone la pérdida de uno de los líderes sociales y mediáticos MAGA más populares. Y el presidente de EEUU no lo está aprovechando para rebajar la tensión política, sino para dirigirla contra su izquierda mientras sus seguidores alientan una “guerra” . Este mismo viernes, cuando comunicaba en la Fox que se había detenido a un sospechoso, Tyler Robinson, el presidente de EEUU decía : “Los radicales de izquierda son el problema, son crueles, horribles”. Y añadía: “Vamos a investigar a [George] Soros, porque creo que hay un caso RICO [Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act, ley federal de 1970 para combatir el crimen organizado, la mafia y la corrupción]. Porque esto es más que simples protestas. Es una verdadera agitación”. Sin embargo, el asesinato de Kirk no es un caso aislado, y tampoco todos los ataques son contra referentes conservadores. Paul Pelosi, el marido de la dirigente demócrata Nancy Pelosi, una de las personas más odiadas por Trump, fue atacado en su propia casa en octubre de 2022 . En diciembre pasado, el director ejecutivo de UnitedHealthcare, Brian Thompson, fue asesinado a tiros en una acera de Manhattan, presuntamente por un hombre indignado por la política sanitaria. A principios de este año, un hombre fue acusado de provocar incendios en un concesionario de Tesla y en la sede del Partido Republicano en Nuevo México. . Al mismo tiempo, Trump sobrevivió a un intento de asesinato en un mitin en Butler, Pensilvania, el verano pasado ; en la primavera, un pirómano prendió fuego a la residencia del gobernador demócrata de Pensilvania, Josh Shapiro ; en Minnesota, durante el verano, un hombre fue acusado tras acosar a demócratas y asesinar a la presidenta de la Cámara de Representantes del estado, Melissa Hortman , y a su esposo. Y, el mes pasado, un hombre armado disparó más de 180 balas contra la sede de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), responsables del asesoramiento en política sanitaria y convertidos en blanco de teorías de la conspiración sobre la vacunación en pandemia, matando a un policía. Previamente, el representante Steve Scalise (republicano por Luisiana) recibió un disparo y resultó gravemente herido en 2017. Tres años después, un grupo de hombres intentó secuestrar a la gobernadora demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer. Cada caso es único, pero muestra un contexto sobre el clima político en EEUU, un país en el que hay más armas que habitantes . Y en el que la tensión no ha dejado de crecer desde la derrota de Donald Trump en noviembre de 2020, que sigue sin aceptar cinco años después, y el subsiguiente asalto al Capitolio –cuyos participantes fueron indultados por el presidente nada más volver a la Casa Blanca–, ha ido escalando desde el golpismo, la violencia verbal y, también, la física. Y la violencia verbal del presidente del país, Donald Trump, es permanente, constante, culpando a la izquierda del asesinato de Kirk. “Durante años, la izquierda radical ha comparado a estadounidenses maravillosos como Charlie con nazis y los peores asesinos en masa y criminales del mundo. Este tipo de retórica es directamente responsable del terrorismo que presenciamos hoy en nuestro país”, dijo Trump el 10 por la noche: “Desde el atentado contra mi vida en Butler, Pensilvania, el año pasado, la violencia política de la izquierda radical ha herido a demasiadas personas inocentes y se ha cobrado demasiadas vidas”. Trump ni siquiera mencionó el asesinato en Minnesota de la representante de ese estado y su marido , ambos demócratas a principios del verano. Y cuando una periodista preguntó entonces a Trump si había llamado al gobernador de Minnesota, Tim Walz, compañero de partido, además, de las víctimas del atentado, su respuesta fue: “La verdad es que no le he llamado. Creo que el gobernador de Minnesota está tan desquiciado que no le voy a llamar. ¿Por qué iba a llamarle? Podría llamarlo, saludarlo y preguntarle cómo está. El tipo no tiene ni idea, es un desastre. Podría ser amable y llamarlo, pero ¿por qué perder el tiempo?” Al mismo tiempo, los golpistas del 6 de enero que asaltaron el Capitolio fueron indultados por Trump nada más regresar a la Casa Blanca . Es decir: en el Despacho Oval hay una violencia que se condena, otra que se olvida y otra más que se ampara. Barbara Walter, de Asuntos Internacionales en la Escuela de Política y Estrategia Global de la Universidad de California en San Diego, escribía en Poltico : “La violencia política no es aleatoria. Las investigaciones demuestran que se vuelve mucho más probable en cuatro circunstancias: cuando la democracia está en rápido declive, cuando las sociedades están divididas por raza, religión o etnia, cuando los líderes políticos toleran o fomentan la violencia, y cuando los ciudadanos tienen fácil acceso a las armas. Estados Unidos cumple con estos cuatro requisitos y ninguno está mejorando. Si los legisladores estuvieran dispuestos a frenar los algoritmos que amplifican las teorías conspirativas, la desinformación y el odio, podrían debilitar el canal que alimenta el extremismo violento. Tras el asesinato de Charlie Kirk, esa podría ser la palanca más inmediata que queda por accionar. La pregunta es si Estados Unidos tiene la voluntad de accionarla antes de que la violencia empeore. Una encuesta realizada en febrero por Bright Line Watch , un grupo de politólogos que analiza las normas e instituciones democráticas, reveló que, si bien solo el 2% de los demócratas y el 3% de los republicanos apoyan la violencia contra los líderes de los partidos de oposición en general, esta cifra se eleva a aproximadamente el 10% en el caso de los líderes de partidos de oposición que implementan políticas perjudiciales. “Estamos atravesando lo que yo llamo una era de populismo violento”, afirmó Robert Pape, director del Proyecto Chicago sobre Seguridad y Amenazas de la Universidad de Chicago, en The Washington Post . “Es una época históricamente alta de asesinatos, intentos de asesinato y protestas violentas. Esto va mucho más allá del habitual flujo y reflujo de violencia de las milicias que hemos visto en 20 años. Este es un nivel diferente, un período histórico diferente de violencia política, y eso es lo que se ve. Es demostrable. Cuanto más apoyo hay a la violencia política, más se hace común la violencia política real. Les da un manto de legitimidad a individuos que pueden ser volátiles o tener sus propias razones psicosociales para descontrolarse”. “A veces, de cosas realmente malas, pueden suceder cosas que pueden ser buenas”, ha dicho Trump este viernes en Fox después de anunciar la persecución judicial contra referentes del mundo progresista sin demostrar su conexión con nada de lo que está pasando. Y después de que su equipo esté amenazando con echar del país a los extranjeros que rebajen la importancia del asesinato de Kirk y de que se esté despidiendo a personas de sus trabajos por hacer lo mismo. El asesinato de Charlie Kirk ha escalado la violencia política en EEUU a un nuevo estadio. En un momento en el que la desinformación, los bulos, los insultos y la manipulación no sólo vuelan, sino que se emiten desde las más altas instituciones del país, en grandes medios y por parte de comentaristas con millones de seguidores.

Anderson y el secretario

Anderson y el secretario

Anderson entrega los premios y una doña con pintas de jefa controla el cotarro; un cotarro consistente en nosotros, sentados sobre un tapiz de cartones caducados y medio centenar de personas que se toma todo esto de la suerte mucho más en serio de lo que conviene Al otro lo llamé Ramón y el tipo sería maño y estaba gordo como una catástrofe aérea. No recuerdo bien sus gafas, si eran redondas o cuadradas o si no las llevaba puestas, pero recuerdo su camisa de rayas horizontales grises, blancas y negras; un arcoíris del siglo pasado. Cantaba los números y los premios y anunciaba a bombo y platillo cada cosa que sucedía como un narrador en off , como un hiperobjeto omnisciente de lo explícito, pero lo llamé Ramón porque no me quise molestar en molestarle para preguntar su nombre. Todavía no lo sabemos, pero estamos a punto de perder otra partida y el secretario aparece entre la muchedumbre repartiendo más cartones gratis mientras Ramón charra por el altavoz que a las doce de la noche el premio va a ser una moto, “la moto, la moto, la moto, la moto, yo todo lo hago en mi moto”, o un patín eléctrico sobre el que no ha compuesto canción alguna. Esta es la feria de Murcia, no hemos venido a ganar. Anderson entrega los premios y una doña con pintas de jefa controla el cotarro; un cotarro consistente en nosotros, sentados sobre un tapiz de cartones caducados y medio centenar de personas que se toma todo esto de la suerte mucho más en serio de lo que conviene. Difícil de describir sin caer en prejuicios. Luego recogen su air fryer o el ventilador portátil con la alegría del que va a recoger una multa, pero asisten a la homilía de Ramón igual de convencidos que yo de que van a salir de allí con un dron con cámara. La diosa Fortuna nos iguala sin miramientos en la genuflexión y la súplica. Me quedan por desprender las pestañas troqueladas del 41 y el 23, pero antes de hacerlo otra voz apagada grita ‘bingo’ y mis sueños se despedazan. No es suficiente tragedia para hundir mi autoestima, ya que venía de hacerlo excepcionalmente bien en los coches de choque y también bien aunque de una manera más honesta en la barraca de tiro; la cosa es que yo necesitaba papel de liar y estaba disparando a un librito de OCB justo en la balda de debajo. Le estaba dando, pero como esas cosas están trucadas solo lo desplazaba hacia atrás unos centímetros. Al segundo tiro le dije al tipo “eh” y me preguntó que a qué apuntaba. Le dije que al papel, cosa que era cierta, y me lo dio. La ambición es enemiga del éxito. Podría haberle dicho que quería esa navaja mariposa tan chula, aunque con la tendencia de las fuerzas del orden a requerir mis pertenencias tan de a poco no era la opción más óptima. A medianoche la luna remolonea sobre la noria y el aire huele a azúcar quemado y los altavoces siguen sonando como una lata bendita y el Anderson levanta una nevera portátil igual que un trofeo de barrio, y la jefa asiente a todo, contable del milagro de la suerte. Noto su pierna rozando la mía en el suelo. Pierdo el hilo y los siguientes números por estar distraído mirándola destroquelar los suyos y podría ir por delante pero qué más da, si solo es un juego. Aparece en el cotarro un niño con mechas; cada vez hay menos. En mis tiempos era muy habitual, como mi amigo Koki o como otros tantos chavales de Alcantarilla y que casi todos siguen viviendo en el pueblo por lo que sea. Pero ese niño es el elegido, tiene que ser él. Lo tiene todo para llevarse la motillo de gasolina, “de gasolina, gasolina, gasolina” según Ramón, “moto de gasolina”: un polo blanco y pantalones blancos, camiseta blanca y el moreno justo para que las mechas rubias dibujen un contraste más dosmilero todavía. Y canta Ramón el veintisiete, y luego el doce, y después el treintaytrés. Y el niño canta bingo, pero quiso el patinete. La narrativa se llevó por delante al azar. Ramón sigue a través del altavoz repitiendo las cien palabras que conoce hasta convertirlas en un estribillo de verbena y la jefa levanta la barbilla para certificar que el milagro ha tenido lugar. Vocal, secretario y notario, el trío burocrático del buen fario. El brillo de neón brilla de un puesto a otro formando una redecilla de cuerdas luminosas sobre el cielo, anexo a nuestra idea de lo posible; hay quien aplaude al chaval porque cómo no vas a aplaudir al destino cuando hace bien su trabajo. Los perdedores esperamos sin romper el cartón a que el bingo se confirme, recogemos los restos con parsimonia, como esperando un último giro final que nos dé por vencedores, un premio secreto reservado para los que nunca ganamos nada. El secretario se alza sobre todos nosotros con otro lote de cartones listo para vender; Anderson descansa los brazos porque levantar los premios desgasta más que merecerlos. Pronto empezará otra ronda; alguien preguntará la hora, alguien, yo, encenderá un pitillo, la jefa volverá a bajar la barbilla y contará de nuevo premios con los ojos a la espera de que otro chiquillo financiado por un padre ludópata y sus mil cartones derribe los límites de lo probable. Algo tiene este juego, ya sea por Ramón o por el propio juego, por la jefa o por Anderson y el secretario, que cuanto más pierdes más te permite quedarte dentro; lo mismo es porque de vez en cuando te regalan un cartón. La derrota compartida galvaniza una alianza transmutada en un dogma de los que aún no creen. No me he llevado el dron, pero su pierna ha vuelto a rozar la mía y por un instante veo brillar el mundo entero y los neones morir sobrepasados por la luz de mi propia suerte; no me ha tocado nada hoy salvo la certeza que con estar aquí ya lo tengo todo.

La paz en Ucrania (I): la cuestión territorial

La paz en Ucrania (I): la cuestión territorial

¿Qué sentido tiene seguir sosteniendo, como hacen algunos dirigentes europeos, que solo es aceptable una paz justa, que implicaría lógicamente la retirada de las fuerzas rusas de todo el territorio ucraniano, incluida Crimea? Nadie en su sano juicio puede pensar que esto va a suceder en un futuro previsible El incidente de los drones rusos que llegaron a Polonia –probablemente a causa de interferencias en su guiado por satélite– ha mostrado lo fácil que puede ser que un error o un incidente no controlado, en el aire o en el mar, desemboque en una escalada bélica cuyas consecuencias serían impredecibles, pero en todo caso trágicas. Esta puede ser la principal razón, junto con el dinero que la guerra le ha costado hasta ahora a EEUU, por la que su presidente, Donald Trump, ha intentado, desde el comienzo de su segundo mandato, alcanzar la paz en Ucrania. Los europeos parecen bastante más belicosos, partidarios de imponer duras condiciones a Rusia, como si no les preocupara tanto la extensión del conflicto, aunque ellos serían, lógicamente, los primeros afectados Trump no ha conseguido que la paz avance porque sus iniciativas han sido volubles y erráticas, como siempre, amenazando sobre todo al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski –al que llegó a acusar de provocar la invasión–, pero también al ruso, Vladímir Putin, con anuncios de sanciones en plazos que se han ido cumpliendo sin que pasara nada. El presidente estadounidense se resiste a presionar más a Putin porque quiere llegar a acuerdos políticos, económicos y comerciales con él, incluida la explotación conjunta de minerales en la zona de Ucrania que ocupa, que pueden reportar grandes beneficios a EEUU, e intenta alejarle de China, su único rival estratégico. Por eso consiente que el presidente ruso ignore una y otra vez sus propuestas, como cuando se encontraron el 15 de agosto en Alaska, y Putin rechazó, una vez más, el alto el fuego inmediato que le pedía el presidente estadounidense. Y por eso cuando se reunió tres días después con Zelenski y los dirigentes europeos que le acompañaban –decepcionados porque Trump no hubiera mantenido la exigencia de alto el fuego– no pudo ofrecerles ningún resultado positivo, ni siquiera fue claro en las garantías de seguridad que daría a Ucrania después de la paz, sino solo el proyecto de una reunión directa entre Putin y Zelenski –a la que seguiría otra trilateral con él mismo– que no se ha producido ni tiene por ahora perspectivas de hacerlo. Putin se siente fuerte y no tiene prisa, ha declarado que si Zelenski está preparado puede ir a rendirle pleitesía a Moscú. Rusia rechaza un alto el fuego incondicional porque favorece a Ucrania, que está en un momento de severa debilidad y podría aprovecharlo para reponer armamento y munición, dar descanso a sus desgastadas tropas, y recuperarse, todo ello sin haber comprometido ni su renuncia a integrarse en la OTAN ni la cesión de ninguna parte de su territorio. El interés de Rusia es justamente el contrario, sus fuerzas están ganando terreno, pueden seguir avanzando –aunque con muchas bajas–, y la continuación de las operaciones daña más a Ucrania. Por eso solo lo admitiría si Kiev se comprometiera a desmilitarizarse, no recibir más ayuda militar de occidente, y renunciar a a la OTAN definitivamente. Como esto no va a suceder, Putin prefiere negociar la paz, incluido el futuro de los territorios que ocupa, antes de acceder a detener las operaciones militares. El primer obstáculo para la paz, el más difícil de superar, es la cuestión territorial. Rusia ocupa algo más del 19% del territorio ucraniano, incluida Crimea, que se anexionó en 2014, y parte de las provincias de Luhansk, Donetsk, Zaporiya y Jerson, que fueron declaradas parte de la Federación en octubre de 2022, de las cuales controla alrededor del 80%, con diferencias entre unas y otras, pero ninguna en su totalidad. Zelenski se niega a ceder formalmente cualquier parte de Ucrania, basándose en que su Constitución lo prohíbe. Un alto el fuego mantendría de facto la situación como está, pero un tratado de paz tendría que decidir sobre ella de iure, y con el acuerdo de ambas partes. Por eso Kiev solo quiere un alto el fuego, que le permitiría ganar tiempo, y el 18 de agosto, en Washington, la cuestión territorial ni siquiera se trató. Pero si Putin insiste en negociar antes de detener las operaciones militares, es precisamente porque quiere la resolución definitiva de este asunto, que, junto con la neutralidad de Ucrania, es para él una condición irrenunciable para la paz, y que antes o después tendrá que ser abordado Parece que Trump ha asumido que es inevitable que Ucrania pierda parte de su territorio. También algunos dirigentes europeos, aunque no lo expresen abiertamente. Pero muchos otros, incluida la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, declaran indignados que no se puede consentir una modificación de fronteras por la fuerza. Esto es cierto, claro, pero también se les podía haber ocurrido cuando consintieron, incluso propiciaron, la ruptura por la fuerza de Yugoslavia, y llegaron a bombardear Belgrado causando víctimas civiles –sin respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas– para forzar la secesión de Kosovo, lo que evidentemente modificaba las fronteras de Serbia. Incluso ahora, podían aplicar el mismo criterio a Israel, que se ha anexionado ilegalmente los altos del Golán y Jerusalén Este, sin que nadie en Europa haya tomado la mínima acción en contra, y amenaza con hacer lo mismo con el resto de los territorios palestinos. O a Marruecos que se ha anexionado el Sahara Occidental, en contra de las resoluciones de Naciones Unidas, con la aprobación o el consentimiento de casi todos los que se rasgan las vestiduras ante la posibilidad de que Rusia se quede con parte del territorio ucraniano. De todas formas, unas injusticias flagrantes no pueden justificar otras igual de deplorables. Defender la integridad territorial de Ucrania, y en general la inviolabilidad de las fronteras reconocidas internacionalmente, es sin duda una causa justa, respaldada por numerosos tratados internacionales como la Carta de las Naciones Unidas (1945), el Acta Final de Helsinki (1975), o la Carta de París (1990). Y en el caso concreto de Ucrania por el Memorando de Budapest (1994) y el Tratado de Amistad, Cooperación y Asociación entre Rusia y Ucrania (1997), que Ucrania rescindió unilateralmente en 2018 después de que Rusia se anexionara Crimea. Ambos acuerdos reconocían las fronteras de Ucrania y garantizaban su inviolabilidad. Fueron firmados por Rusia en la época de Boris Yeltsin, ciertamente cuando su país estaba en sus horas más bajas, aunque eso, por supuesto, no cambia su carácter vinculante que Putin no ha respetado. Pero la cuestión no es si Ucrania tiene derecho a conservar todo su territorio –esto es algo que admite poca discusión–, sino cómo podría recuperar el que en estos momentos está ocupado por las tropas rusas o quién se lo va a devolver, porque ya es evidente que el ejército ucraniano no está en condiciones de revertir la situación, ni siquiera con la ingente ayuda militar y económica que ha recibido, por importe de unos 300.000 millones de euros hasta hora. Y si nadie más se va a involucrar directamente para echar a los rusos de allí, seguir defendiendo que Ucrania tiene que mantener su integridad territorial no es más que un brindis al sol que por sí solo poco va a ayudar a los ucranianos. ¿Cómo conseguir que Rusia ceda? Probablemente, este mes la UE aprobará un nuevo paquete de sanciones, el 19º desde que empezó la guerra, pero no hay ninguna garantía de que vaya a tener más éxito que los dieciocho anteriores en disuadir a Moscú, ni parece posible que la población rusa se vaya a movilizar contra la guerra o contra la cúpula política del país, la última posibilidad en la que algunos basaban sus esperanzas. ¿La situación va a ser más favorable para Kiev dentro de un año o dos? Más bien parece lo contrario, lo más probable es que siga perdiendo terreno, incluso la resistencia ucraniana puede estar próxima al colapso si no se alcanza pronto un alto el fuego. Es cierto que Rusia está sufriendo por los ataques a sus infraestructuras energéticas y por las sanciones también, pero todo indica que Ucrania no va a resistir lo suficiente para que la economía rusa se deteriore hasta el punto de que no pueda continuar la guerra. En este escenario, ¿qué sentido tiene seguir sosteniendo, como hacen algunos dirigentes europeos, que solo es aceptable una paz justa, que implicaría lógicamente la retirada de las fuerzas rusas de todo el territorio ucraniano, incluida Crimea? Nadie en su sano juicio puede pensar que esto va a suceder en un futuro previsible. Lo que nos lleva a plantearnos la espinosa cuestión de si los países europeos que siguen empujando a Ucrania a resistir, los que rechazan una paz realista coherente con la situación sobre el terreno, lo hacen para ayudar a los ucranianos o solo para utilizar a su país como un escudo en el que se estrelle Putin, y así evitar que tenga otras tentaciones, limitándose ellos a poner el dinero y las armas, mientras los que mueren son los ucranianos. Convendría que estos belicistas vieran la encuesta realizada por Gallup en julio de este año, según la cual solo el 24% de los ucranianos apoyaban continuar la guerra hasta la victoria, mientras el 69% eran favorables a negociar su fin tan pronto como sea posible. La cuestión territorial se envenena aún más porque Putin, además de exigir quedarse con el territorio que ocupa, pretende que Ucrania le entregue graciosamente la parte del Donbás que aún no controla, que es una mínima parte de Luhansk, pero en Donetsk se trata de más de 6.000 kilómetros cuadrados, incluyendo las importantes ciudades de Kramatorsk y Sloviansk, donde Ucrania tiene instalado su principal sistema defensivo. Hay que recordar que una de las causas, que no razones, de la invasión rusa, fue la guerra interminable de baja intensidad, entre 2014 y 2022, entre fuerzas ucranianas y los voluntarios prorrusos que habían proclamado dos repúblicas independientes en esas provincias, con la ayuda logística, económica y militar de Moscú. La tesis de Putin es que todo el Donbás es ruso, y como su ejército va a ser capaz de conquistar, antes o después, esa zona, si se la dan ahora parará, pero si no seguirá hasta que lo consiga. Cuando Trump habla de un “intercambio de territorios” se refiere tal vez a que Rusia podría devolver a Ucrania las pequeñas zonas que ocupa en las provincias de Járkov, Sumí, y Dniepropetrovsk, que solo sumarían en total unos 750 kilómetros cuadrados, y renunciaría a las partes que no controla de Zaporiya y Jerson, que de todas formas no son suyas, así que ese pretendido intercambio no pasa de ser una falsedad. Moscú podría hacer otras concesiones, como entregar la administración de la central nuclear de Zaporiya a EEUU, para que suministre energía ambas partes, o incluso ceder, para reconstruir Ucrania, las reservas de su banco central que estaban depositadas en bancos occidentales y fueron bloqueadas cuando comenzó la guerra, por valor de más de 400.000 millones de dólares. Hasta ahora solo se han empleado los intereses de ese dinero para preservar la seguridad jurídica de los depósitos internacionales, pero eso podría cambiar y en todo caso es muy difícil que Rusia lo recupere, así que cederlo solo sería un signo de buena voluntad, y Putin podría usarlo en la mesa de negociaciones Nada de esto puede compensar a Ucrania de la pérdida de casi una quinta parte de su territorio, y mucho menos la entrega sin combatir de la zona de Donetsk aún en manos ucranianas, que tiene un enorme valor estratégico y psicológico. Zelenski no puede aprobar esa entrega de ninguna manera, sería su muerte política, y una tragedia para todo el país, pues la población ucraniana jamás entendería que todos los que han muerto para defenderlo no hayan servido para nada. La solución de la cuestión territorial parece, por tanto, tan complicada, que amplios sectores de Ucrania y de sus apoyos occidentales prefieren no abordarla por ahora. Pero eludirla no va a resolver el problema, ni va a conducir al fin de las hostilidades. De hecho, solo cuando haya un acuerdo entre ambas partes en esta cuestión, se logrará una paz mínimamente estable y duradera. Si no, solo habrá como mucho una pausa en la guerra, y bastante frágil. Por supuesto, no se debe excluir la posibilidad de tratar con Rusia, en el marco de las negociaciones de paz, el futuro de las zonas ocupadas. Excluyendo, desde luego, Crimea, que para Rusia no está en discusión, se podría proponer para el resto de los territorios una transición en varias fases, que incluyera la vuelta de todos los refugiados y, después de un tiempo, la celebración de un referéndum en cada una de las provincias – en su totalidad -, bajo supervisión internacional, que incluyera como una de las opciones el mantenimiento de la soberanía ucraniana con autonomía muy amplia, que permitiera relaciones especiales con Rusia, algo bastante parecido a lo que Moscú reclamaba para el Donbás antes de la invasión, en el marco de los acuerdos Minsk II. Será muy difícil que Putin acepte esta solución, o cualquier otra que le haga perder parte de lo conquistado, sobre todo después de que la anexión formal de estas provincias haya sido aprobada por el legislativo ruso. Pero en política internacional hay pocas cosas definitivas o inamovibles. Todo puede depender de que se le ofrezcan estímulos suficientes en otros aspectos también muy importantes para él en un escenario de paz, como son el futuro de Ucrania y sus garantías, o el papel que podría tener Rusia en una futura arquitectura de seguridad europea y en la defensa de sus propios intereses. Todo está interrelacionado y todo debe discutirse a la vez. Siempre bajo la premisa de que, en ocasiones como esta, una mala solución puede ser mejor que ninguna. O, dicho de otro modo, la pérdida de territorios es reversible, tal vez, algún día. La pérdida de vidas humanas no lo es, se trata del máximo sacrificio que, si no va a alcanzar el objetivo que pretende, o bien sirve a intereses espurios o bien se convierte en inútil y absurdo.

Así arruinan las derechas un modélico Estado de bienestar

Así arruinan las derechas un modélico Estado de bienestar

De todos los países de la Eurozona, Finlandia ha sido el que más ha elevado su deuda pública desde el año 2019. Es la historia de siempre y está más que estudiada: la austeridad sólo empeora la actividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos Finlandia siempre ha sido un ejemplo de país con un Estado del bienestar muy potente, llegando a servir de inspiración a multitud de partidos socialdemócratas europeos. Sin embargo, en la actualidad dicho modelo social está siendo salvajemente destrozado por las políticas de austeridad que lleva años aplicando el gobierno de coalición formado por conservadores y ultraderechistas. Unas políticas que están siendo espoleadas por la propia Comisión Europea y que tratan de dar respuesta a una crisis económica que generó la ruptura comercial con Rusia, un país del que era tremendamente dependiente. La invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022 supuso un punto de inflexión para toda Europa, pero especialmente para Finlandia, un país pequeño que siempre ha tenido intensos lazos comerciales y económicos con el gigante euroasiático, especialmente en materia energética. De hecho, justo antes de la invasión, el 80% de todo el petróleo crudo y el 75% de todo el gas natural que importaba Finlandia provenía de Rusia. En el caso del carbón, el combustible nuclear y la madera, las proporciones eran del 52%, 35% y 25%, respectivamente. Es más, incluso el 51% de la electricidad neta provenía del país vecino. No hace falta ser economista para saber cuán graves pueden ser las consecuencias de interrumpir súbitamente buena parte del comercio, justo tal y como ocurrió tras la invasión de Ucrania, un fenómeno que desde el Estado finlandés denominaron “Russit” (haciendo alusión al “Brexit”). Las exportaciones y las importaciones a y desde Rusia se hundieron de golpe, alcanzando unos niveles ínfimos que no se registraban desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Los hidrocarburos baratos que antes provenían de Rusia tuvieron que ser sustituidos por otros más caros provenientes de otras regiones, como ocurrió con el gas natural licuado de Estados Unidos (el gran ganador de este suceso). Y no sólo más caros, sino también más volátiles, pues los contratos que antes firmaba Finlandia con la empresa rusa Gazprom eran a medio plazo y otorgaban estabilidad y cierta protección frente a la especulación financiera sobre este tipo de productos energéticos. Las consecuencias económicas no se hicieron esperar. El PIB, que venía recuperándose tras superar lo peor de la pandemia, volvió a caer en 2022 y desde entonces mantuvo una tendencia negativa, que sería agravada por las políticas del próximo gobierno como veremos enseguida. La tasa de desempleo, que también se estaba recuperando en 2021 tras el batacazo de la pandemia, se disparó tras el Russit y no ha hecho otra cosa que crecer a ritmos acelerados. Algo parecido ocurrió con la tasa de pobreza, que aunque siga siendo relativamente baja (del 12,5%), viene aumentando desde el 11% que llegó a tener antes de la invasión rusa de Ucrania. Cuando una economía entra en recesión, como le ocurrió a Finlandia a partir de 2022, suelen ocurrir dos cosas. La primera es que la indignación que siente una ciudadanía que pierde calidad de vida se puede traducir en el apoyo electoral a cualquier opción política que prometa resolver los problemas económicos, por muy disparatadas y reaccionarias que sean sus propuestas. La segunda es que las cuentas públicas se deterioran, porque, por un lado, la recaudación impositiva desciende al haber menos actividad económica, mientras que, por otro lado, el gasto en prestaciones por desempleo y otras ayudas sociales aumentan. Justamente esas dos cosas ocurrieron en Finlandia, generando un cóctel explosivo. Lo primero que hizo el gobierno de coalición formado por conservadores y ultraderechistas a mitad de 2023 fue aplicar un duro recorte en las cuentas públicas con el objetivo de reducir el déficit y la deuda, todo ello con el beneplácito de la Comisión Europea, que estaba a punto de reactivar las reglas fiscales que habían sido suspendidas durante la pandemia. Se trataba, obviamente, de una receta inadecuada y de un mal diagnóstico: el déficit público no se debía a una mala gestión del presupuesto, sino a la crisis económica originada por el Russit. Entre las medidas aplicadas para recortar las cuentas públicas destacan una fuerte elevación del IVA desde el 21 al 25,5%, un aumento de las cotizaciones sociales a la Seguridad Social por enfermedad, un recorte en las prestaciones sociales y una mayor restricción en el acceso a los servicios de salud y asistencia social (el coste en atención primaria ha aumentado un 22,5% y en atención especializada un 45% en sólo un año). Además, el gobierno finlandés está presionando a los organismos públicos autónomos responsables de la organización de los servicios sanitarios, sociales y de emergencia para que eliminen un déficit de 2.700 millones de euros, lo que se ha traducido ya en cierre de hospitales y centros de salud. Según estimaciones del Ministerio de Asuntos Sociales y Salud , se prevé que las reformas lleven a 100.000 personas por debajo del umbral de la pobreza. Y, a pesar de ello, el gobierno está preparando nuevos recortes a la seguridad social. Ahora bien, están recortando en todo menos en el gasto militar: Finlandia ha pasado de tener en 2019 un gasto militar próximo al 1,5% sobre el PIB, a tenerlo en 2024 de casi el 2,5%. Este es el programa típico de la ultraderecha: recortar en lo social y en lo sanitario y reforzar lo militar. Toda esta austeridad no ha hecho sino empeorar todavía más la actividad económica, como veníamos señalando antes. El indicador del PIB per cápita lo revela claramente: hubo un punto de inflexión tras los recortes aplicados en 2023, que han aumentado la brecha que hay entre Finlandia y el resto de países europeos, que no están gobernados por la ultraderecha ni están aplicando fuertes recortes en el presupuesto. Lo peor de todo es que estos ajustes ni siquiera le están sirviendo para mejorar las cuentas públicas, porque, como es ya bien sabido, la austeridad empeora la economía y el déficit público vuelve a aparecer. De hecho, de todos los países de la Eurozona, Finlandia ha sido el que más ha elevado su deuda pública desde el año 2019. Es la historia de siempre y está más que estudiada: la austeridad sólo empeora la actividad económica y la calidad de vida de los ciudadanos. El único motivo por el que la aplican es porque reduce lo público y da alas a lo privado, logrando una redistribución de la renta y de la riqueza más favorable a las minorías privilegiadas. Eso es lo único que persigue la ultraderecha y los economistas liberales, que desgraciadamente están arruinando uno de los mejores modelos que existían de Estado del Bienestar.

Papanatismo tecnológico

Papanatismo tecnológico

Como estamos comprobando, las plataformas de IA nunca dudan, lo que es uno de los factores, entre otros, que les aleja y mucho de la inteligencia humana Creo llegado el momento de codificar las leyes del papanatismo humano. Necesitamos conocerlo para así defenderse de él. Podríamos comenzar por constatar que es una actitud consustancial al ser humano de la que nadie está a salvo. Sugiero que, como primera regla, acuñemos que “el papanatismo se crea, pero no se destruye, solo se transforma” . Cambian los dogmas sobre la que la sociedad construye sus certezas indiscutibles, pero se mantiene la actitud de acoger y alabar las verdades reveladas, una tras otra. El papanatismo tiene una relación simbiótica con el gregarismo que es su indisociable compañero de viaje, pero sus efectos en la sociedad son mucho más graves. Al comportamiento gregario de fenómenos como la compra compulsiva de peluches “Labubu”, el papanatismo incorpora fuertes dosis de fundamentalismo ideológico, en ocasiones con la fe del converso. Si a estas alturas creen que exagero o que me han sentado mal las altas temperaturas del verano les invito a hacer un rápido viaje por nuestro reciente pasado. En mi experiencia vital aparecen los recuerdos de la contrarrevolución neoliberal de Thatcher y Reagan y su verdad dogmática. La primacía del “libre” mercado sobre la sociedad, la superioridad de todo lo privado sobre lo público, comenzando por el beneficio individual y a cualquier precio como motor de la actuación humana en detrimento del bienestar compartido. La hemeroteca confirma que fueron verdades indiscutibles que se impusieron gregariamente con elevadas dosis de papanatismo. Condicionaron las políticas de gobiernos de todo el mundo. Fue tal su hegemonía ideológica que abrieron la etapa de la indistinción política y el llamado “Consenso de Washington”. Como sucede siempre con el papanatismo, supuso la excomunión de los disidentes que fueron tratados como seres arcaicos, contrarios al progreso, incluso como apestados sociales. Unas cuantas décadas después comprobamos que ese pensamiento mágico ha dejado maltrechas sociedades en todo el mundo, con especial ensañamiento en las más pobres que han visto crecer los índices de desigualdad de renta y sobre todo riqueza. En la “rica” Europa, el Reino Unido ha tenido que rescatar empresas privadas responsables de la prestación de servicios públicos que han entrado en quiebra, después de provocar múltiples siniestros en la calidad del servicio. Eso sí, sus accionistas se han forrado de beneficios, porque si algo tiene el papanatismo es que no es inocente ni barato. Nos suele costar muy caro a la mayoría, hayamos sido o no creyentes. No hace falta irse a la pérfida Albión. En España el papanatismo de la inversión en “ bienes inmobiliarios que nunca iban a perder valor” está en el origen de los desastres de la gran recesión. Antes, fuimos los alumnos más aventajados de la privatización de empresas públicas, bajo la coartada de la liberalización. La manipulación de ideales compartidos como el de la libertad es una característica común del papanatismo. Aunque es evidente que estos falsos libertarios nunca han sido liberales, sino ultra intervencionistas de clase que ponen el estado a su servicio. Lo estamos comprobando con la administración Trump. Casi en paralelo y formando parte del mismo pack nos asaltó el papanatismo de la superioridad de los fondos de pensiones privadas sobre los sistemas públicos de seguridad social. Se trata de una teórica superioridad que para imponerse requiere del deterioro de las pensiones públicas y una notable capacidad de ahorro de la que no disponen la mayoría de las personas trabajadoras. En España la acción concertada de sindicalismo y política nos ha salvado de caer en esa trampa y no será porque durante décadas no se hayan invertido esfuerzos y recursos en vaticinar cada cinco años la quiebra del sistema público de pensiones. Y en eso continúan, no se les puede negar la perseverancia. Una de las características del papanatismo es que es mutable, pero constante. Suele ir acompañado del quejido por los daños ocasionados por la falta de criticidad social del pasado, pero casi nunca de aprendizaje para el futuro. Cuando comenzamos a encajar los destrozos producidos por el último dogma papanatas ya hemos comenzado a instalarnos en el siguiente. Eso es lo que creo nos está sucediendo ahora con el tecno papanatismo, esa verdad indiscutible que identifica la inteligencia artificial como la vía más directa al cielo. No es nada nuevo. Siempre que hay una importante innovación tecnológica resurge con fuerza el determinismo en sus dos variedades extremas, la tecnofobia que anuncia las mayores calamidades o el tecno papanatismo que nos promete el paraíso. Ambas reacciones tienen en común que niegan el papel de las personas y la sociedad en el gobierno de estos procesos. Para vacunarse de este determinismo tecnológico sugiero la lectura de “Poder y progreso” de Acemoglu y Johnson. Sin menospreciar los impactos que ha tenido en otras etapas de la humanidad, a los papanatas de hoy se les ha ido la mano con el punto de sal. Nos están prometiendo que la llamada inteligencia artificial va a substituir a los seres humanos. Casi nada. De nuevo el papanatismo manipula e instrumentaliza ideas positivas, en este caso la de la inteligencia. ¿Quién se atreve a oponerse a que mejoremos nuestra inteligencia a través de la tecnología? No sufran, no creo ser víctima del síndrome de la aversión tecnológica (SAT), simplemente me niego a comulgar con ruedas de molino, sobre todo cuando se hace evidente que son cuadradas. No niego las muchas posibilidades que comportan estos avances tecnológicos, sobre todo si se utilizan de manera complementaria y no sustitutoria de lo que solo los humanos podemos hacer y hacemos mejor. Afortunadamente, están apareciendo, aunque con cuentagotas y poco difundidas, informaciones e investigaciones que permiten impugnar la idea de la IA convertida en el nuevo edén. La insostenibilidad ambiental, social y política de la IA en su formato actual ya fue estudiada por Kate Crawford en su “Atlas de la IA” . Algunas de sus advertencias sobre los impactos en la mano de obra “oculta” de la IA o su insostenibilidad ambiental por los exagerados consumos de energía y agua se están confirmando. Es un ejemplo de libro de cómo bienes que deberían ser considerados comunes como los datos son expropiados por una minoría que concentra un gran poder económico y político. En otra dirección, un reciente informe del MIT para EE. UU. detecta que, a pesar de la multimillonaria inversión en IA realizada por las empresas, cerca del 95% de las organizaciones no han obtenido ningún retorno. El informe aporta muchos matices, pero desmonta uno de los mitos de la IA, la automaticidad en los resultados positivos que supone su implantación. Pero, no nos engañemos, los datos nunca han sido suficientes para desmontar el papanatismo. Lo repetimos para consolarnos, pero no es verdad que “dato mate relato” y menos en la época de las burbujas comunicativas que moldean la realidad a la carta y convierten mentiras descaradas en hechos alternativos. Para combatir el papanatismo tecnológico hace falta más que datos, hay que dar la batalla de las ideas. En este sentido son de agradecer las aportaciones que, desde diferentes miradas, comienzan a desmitificar el carácter superador del ser humano que supondría la Inteligencia artificial. Y a desenmascarar el inmenso negocio y concentración de poder que está suponiendo su implantación acrítica. Algunos deben intuir que les hemos descubierto la tostada. Quizás por eso, las grandes compañías de Silicon Valley han puesto en marcha plataformas, con inmensos recursos disponibles, para promover candidatos a favor de la IA y en contra de su regulación, de cara a las legislativas del 2026 en EEUU. Nada nuevo bajo el sol, invertir mucho dinero para obtener mucho más. Daniel Innerarity en su reciente libro “Una teoría crítica sobre la inteligencia artificial” desmonta algunas de las verdades de esta nueva variedad de papanatismo. Lo hace sembrando preguntas e interrogantes y dejando claro que eso a lo que se llama IA tiene poco que ver con la inteligencia humana. En este sentido sintoniza con una de las lúcidas reflexiones de Borges: “La duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Como estamos comprobando, las plataformas de IA nunca dudan, lo que es uno de los factores, entre otros, que les aleja y mucho de la inteligencia humana. Mientras unos nos venden sueños, como siempre de manera interesada y muy rentable para ellos, otros sufrimos pesadillas. Entre las mías hay una que me asalta a menudo desde que leí que el primer ministro de Suecia usa el ChatGPT para gobernar y decidir sus políticas. En mis pesadillas me despierto, con el ritmo cardiaco alterado, después de soñar que la sociedad del futuro se caracteriza por líderes autoritarios que usan la inteligencia artificial para decidir sus políticas. Este escenario distópico supone la destrucción de cualquier estructura de mediación social, objetivo que comparte la actual coalición entre paleo conservadores y psicópatas liberticidas, me niego a llamarles libertarios. Cuanto más cercano emocionalmente es el mundo con el que sueño, más duras son las pesadillas. El otro día me desperté, sudando, convulsionado, después de vivir en sueños una escena en la que un grupo de sindicalistas le encargaban a ChatGPT que les redactara las cláusulas de los convenios que estaban negociando. Mi alarma se desbocó cuando recordé que en ocasiones las pesadillas se convierten en realidad. Sorprende que, mientras ignoramos el papel de los cambios tecnológicos como desencadenantes causales de la crisis de la política y fijamos la mirada gregariamente en las culpas de los actores políticos, en cambio le otorguemos a la tecnología una gran fuerza redentora para superar la crisis de la intermediación que es, no lo olvidemos, el epicentro de la crisis de la democracia. Entre los muchos peligros que comporta el papanatismo de la Inteligencia Artificial es que asumamos gregaria y acríticamente que la sociedad puede prescindir de las organizaciones que la articulan. Si a la individualización y desvertebración que facilita la digitalización y las nuevas formas de comunicación en redes sociales, con sus consecuencias de fragmentación social, le sumamos el convencimiento gregario de que la IA puede construir mejor que los humanos las reivindicaciones y políticas que necesitamos la distopía está servida. La crisis de las estructuras de intermediación social necesita de su reconstrucción en un mundo que ya no es el de la revolución industrial, pero no de su sustitución por los programas de IA. No dejemos que el papanatismo tecnológico nos colonice ideológicamente. Nos jugamos el futuro.

Violencia que enciende violencia

Violencia que enciende violencia

El asesinato de Charlie Kirk ha prendido una mecha bañada en gasolina. La onda expansiva se extiende, como calculada, hasta España también. Partidos como el PP se muestran compungidos por la violencia política cuando ellos la expanden a diario Fueron tantas las víctimas de su odio, tantas las dianas que señaló, que podría haber sido cualquiera el asesino de Charlie Kirk. Un líder de una ultraderecha radical, absolutamente integrista, del que no teníamos grandes noticias. En Estados Unidos pasaba por ser todo un símbolo. Del trumpismo en particular. Irrepetibles sus insultos (y persecuciones) a los negros, a los asiáticos, a los viejos, al feminismo, a los homosexuales, a las personas trans, a los inmigrantes… un portento. Antivacunas también, incluso antimascarillas. Su apoyo a la tenencia y uso de armas de fuego como derecho de los estadounidenses “aunque causara algunas muertes”, se ha llevado la suya en concreto. Partidario acérrimo de la pena de muerte, propuso llevar a los niños a presenciar ejecuciones. Punto realmente morboso cuando miles de personas han visto su asesinato. Y sin embargo algo huele raro en todo esto. Un rifle de alta precisión, operado por un experto que luego no parece corresponderse con el detenido como presunto autor. Tras una caótica búsqueda ahora que Trump ha desmantelado –también– el FBI, nos presentan al sospechoso: un chico de 22 años al que entregó su propio padre por consejo de un pastor evangélico amigo. Creen que es el culpable. Creen. Blanco, republicano, no emigrante, ni homosexual, y parece que muy hábil tirador. En las balas, dicen, grabó mensajes de videojuegos. Estamos ante un presidente que muestra signos visibles de una salud deteriorada, hasta podría haber sufrido algún derrame cerebral. El trumpismo no sobrevivirá a Trump y la rivalidad es notoria entre quienes aspiran a sucederle en el delirante gobierno que ha formado. Especialmente, entre el vicepresidente: el inefable J.D.Vance, y el secretario de Estado, Marcos Rubio, cuarto en la línea de “sucesión” y trabajándose América Latina para Trump. Añadamos que la mujer de Kirk es, además de Miss Arizona, una telepredicadora que diseña ropa religiosa. Ni ella ni su marido veían con buenos ojos las andanzas de Trump con Epstein, y él pedía claridad con los archivos. Son datos a tener en cuenta, creo. Sea lo que sea, un detenido que ofrecer ya tienen. Hasta puede ser un clásico Lee Harvey Oswald a quien culpar. Incluso cabe que sea el autor real. Paul Krugman lo ha definido con precisión: “No sabemos en verdad quién mató a Charlie Kirk, pero sí quién está tratando de instrumentalizar su asesinato”. Se ha desatado una auténtica explosión ultra y no solo en Estados Unidos. Lo más probable es que allí lleve a una represión aún más profunda de la que se está produciendo ya. Trump culpa a la izquierda, a George Soros como instigador (hace tiempo que el presidente está obsesionado con él), y hay quien habla de ilegalizar al Partido Demócrata, que lo peor que ha hecho en este tiempo ha sido tragar con todo lo que ya viene sucediendo. La onda expansiva se extiende, como si estuviera calculada. Hasta España también. Partidos como el PP, generadores de crispación sin la menor duda, se muestran compungidos por la violencia política. Que, por cierto, “no ha vuelto a Estados Unidos” como dice hasta The New York Times en el solemne escrito de su Consejo Editorial: nunca se ha ido. La verdad es que, si el primer mandato de Trump fue el de la generalización de la mentira como arma política, ahora es el de la violencia. En la furia contra “la izquierda” se han implantado los bulos de quién mata más a quién. Los datos estadísticos lo dejan bien claro: el extremismo de derechas se lleva el podio. En el país de las armas, aunque también hay ejemplos en Europa. En la misma noche del asesinato del activista ultra, Feijóo se manifestó alarmado: “¿ Qué clase de sociedad es aquella en la que la palabra se combate con pistolas?  En democracia, la violencia no puede tener cabida ni justificación ”. Añadía sus “deseos de recuperación” a Kirk. Aunque ya se decía oficiosamente, no había confirmación oficial de su muerte. Y el presidente del PP no se ahorró la posibilidad del equívoco. Las NNGG del PP andan en la misma línea. Hasta han convocado una manifestación en honor de Kirk. También ha habido una pregunta parecida de Miguel Tellado: “¿Qué pasaría si fuese de izquierdas y lo hubiera matado alguien de ultraderecha?”. Bernardo Vergara le respondió con brillantez . Las fosas a las que quiere mandar al gobierno saben mucho de lo que pasó. ¿A qué viene esta hipócrita alarma? ¿A qué piensan que se dedican los continuos insultos y degradaciones que despliega él propio Feijóo, Ayuso, Tellado, Bendodo, Cayetana, Gamarra, etc, contra sus rivales políticos? Llamar todo lo que han llamado al presidente Sánchez, ¿qué creen que provoca? ¿En serio pretenden engañar en las consecuencias que buscan cuando denigran al presidente Sánchez, por ejemplo? Pues han podido verlo en las manifestaciones que cuelgan un muñeco con su imagen de una soga. También lo mencionó impunemente el líder ultra oficial: el de Vox. Yo se los digo: lo que hacen es señalar dianas. Sus medios también. Estas políticas sucias en las que participan los medios que subvencionan se dirigen a más rivales. A estas alturas todavía persiguen a Irene Montero, Pablo iglesias y sus hijos las huestes de Ok Diario . Esos niños estuvieron en sus páginas en ecografía, la primera que practicaron a su madre y llevaba en la mano emocionada al salir del médico. ¿Qué es violencia? Pregunta con fingido candor toda esta gentuza. Pues está claro: violencia eres tú. ¿Y por qué? No conocen otra forma de llegar más cómodamente al poder en el gobierno central desde donde pueden seguir haciendo “lo que solían hacer”. Solo Ayuso ha dedicado a Sánchez una lista de insultos tan larga que ni siquiera se han registrado todos: hijo de puta, caradura, socio de ETA, meme de república bananera, caudillo bolivariano, autoritario, dictador, corrupto, violento, estafador, tirano, caradura, mafioso, inhumano, matón, estalinista, llorona. narcisista, egoísta, creído, chulo, canalla, el galgo de Paiporta (tras ser agredido). Han insistido todos ellos, hasta el chico de los recados de la mujer de Rajoy cuando era presidente y ascendido ahora a diputado crispador, en presentar a Pedro Sánchez como un capo de la prostitución. Y de la corrupción casi a diario, todos, cuando tiene el PP una treintena de juicios pendientes de tramas probadas. La insistencia debe buscar fijar en cabezas frágiles de sus seguidores las calumnias que despliegan. La violencia política se despliega todos los días a todas las horas en declaraciones, artículos. El fecal general del Estado , escribe Rubén Amón en El Confidencial . Lo peor de Pedro Sánchez extiende en el odio permanente Antonio Caño, el director que hundió el prestigio de El País y escribe ahora en la bulosfera. La violencia, porque es violencia, se sube a las portadas a diario . Y vuelve a tener como reina a la presidenta de Madrid que ha conseguido el gran hito de convertir en el hit del verano llamar hijo de puta al presidente coreado en conciertos, bodas y karaokes, como presume su equipo. ¿En qué otro país se le consentiría a la oposición? ¿Y en cuál se preguntaría, y con suerte, “qué culpa tiene el presidente de la crispación”? Violencia es que Ayuso, precisamente Ayuso, declare en el Estado de la Región que “nunca el fiscal general había estado procesado y mucho menos por incumplir las leyes que juró prometer, al servicio del Gobierno intentando dinamitar la democracia”. Procesado sin pruebas. Lo que nunca había pasado es que “un particular”, acusado de graves delitos, fuera escuchado por el más alto Tribunal español solo por vivir con ella. El asesinato de Charlie Kirk ha prendido una mecha envuelta en gasolina claramente. Habla The New York Times de miedo entre los ciudadanos: “algo va muy mal” , dicen. Tienen por qué: han llevado a Trump a la presidencia, un delincuente convicto, sin el menor respeto por la democracia y lleno de demonios en su cabeza. Aquí un activista ultra, de los que pasan por ser periodistas nada menos, escribe: “Nos odian. Odian nuestra Fe, odian nuestro amor a la familia, odian nuestro cariño a la patria y odian nuestro respeto a la tradición. Odian que, a diferencia suya no dependamos del Estado para ser felices. Y a quien no pueden tumbar con la palabra, lo tumban con disparos”. La gasolina ya la ha extendido por si hubiera poca. La destreza de toda esta gente para usar la transposición goebbeliana es pasmosa. Hacen todo aquello que atribuyen a otros. Demasiado oportuno el asesinato de Kirk para ser casual, ya iremos viendo. Lo peor es la facilidad con la que venden el producto que les interesa: No era un pensador conservador, sino un ultra reaccionario y cruel como pocos. La violencia que asesina en la discrepancia es siempre condenable, pero a él no le parecía mal que hubiera muertos antes que restar el sagrado derech o norteamericano de portar armas. Estados Unidos tiene un problema grave. Trump es origen y consecuencia, pero es aún más profundo y extenso. El gobernador de Utah, Spencer Cox, ha dicho al dar cuenta de la detención del sospechoso: «Durante las últimas 33 horas, he estado rezando para que esta persona (que asesinó a Charlie Kirk) fuera de otro país. Que no fuera uno de nosotros, porque no somos así. Pero era uno de nosotros ». No saben que sí son así, y que la conciencia del problema es lo primero para resolverlo. Así que no llevan ninguna idea de hacerlo. Tampoco son los sospechosos culpables antes de un juicio. Un impacto grave en este mundo azotado por la irracionalidad que se empeña en no dar tregua. Pero insisto: el trumpismo no sobrevivirá a Trump, no suele ocurrir. Sí parece estar produciéndose una agitación de fuerzas alrededor de resultado imprevisible. Incluso es posible que quede en nada. El problema de España –yendo en una línea similar– tiene una vez más peor pronóstico, si no se ataja la violencia real que dispara la derecha ultraderecha y si tantos ciudadanos decentes no consiguen enterarse de que es  lo que está pasando y del peligro que corremos. Y, si quien puede cortar esta deriva, no lo hace con firmeza.

El palco no se libró del malestar de la grada en el Sevilla - Elche

El palco no se libró del malestar de la grada en el Sevilla - Elche

El malestar de la grada del Sánchez-Pizjuán hacia sus gestores no cesa. Ni aunque el proyecto deportivo cambie, ni aunque gane el equipo, ni por todas las explicaciones que dé su presidente. Los gritos contra el palco y los cánticos de protesta volvieron a aparecer en el choque de la cuarta jornada de LaLiga ante el Elche disputado en Nervión este viernes, y no precisamente motivados por un mal desempeño del equipo en el césped. Todo lo contrario. El Sevilla FC de Almeyda comenzó el choque con seriedad, intensidad y ejerciendo una fuerte presión arriba a su rival que pronto daría sus frutos. A los 28 minutos, Isaac recogió la asistencia de cabeza de Vargas y fusiló desde la frontal con un excepcional disparo a Dituro para poner el 1-0 en el marcador. Todo marchaba sobre ruedas, lo que no evitó que sólo dos minutos después, aprovechando la pausa de hidratación, la grada se girara contra sus dirigentes para dejar claro que el descontento con el consejo sigue ahí. En ese instante, los cánticos habituales de «Junior, vete ya», en alusión al presidente, José María del Nido Carrasco, y de «Directiva, dimisión», retumbaron con fuerza en prácticamente todas las zonas del estadio, como también se apreció con claridad en la retransmisión del choque de DAZN. La comparecencia del presidente esta semana ante los medios de comunicación, casi tres meses después de su anterior rueda de prensa, parece no variar por ahora el rumbo de unas protestas que no abandonan Nervión.