
Iris Tió y Lilou Lluis, campeonas del mundo en dúo libre
Se saca España las espinas de tantos años sin podios en la natación artística con un absoluto dominio desde esa vuelta en París 2024. Porque no es solo haber regresado a las medallas en torneos internacionales, es que se ha conseguido arañar la distancia con potencias como China y como Rusia, a las que siempre se miraba desde abajo, tan inalcanzables ellas, hasta que llegó esta nueva generación de nadadoras, con Iris Tió a la cabeza, que no sabían que no se podían igualar con aquellas. Y de no saberlo, ahora son ellas las referentes. Tío suma su quinta medalla en este Mundial de Singapur, y se segundo oro, esta vez con Lilou Lluis, con la que aumentan el botín español hasta las ocho preseas. Lo han hecho como saben hacer, disfrutando. Porque eso es lo que parecen expresar en el agua, infatigables después de una semana agotadora entre entrenamientos, preliminares y finales. La «esencia de la feminidad» brilló por calidez y elegancia, control e impresión artística un ejercicio diferente que ejecutaron a la perfección, todos los elementos en verde y una impresión artística magnífica para superar a Italia y a Rusia. Lilou, francesa de padre español, se vino a España porque no en su país de origen no encontró espacio. Y en estos últimos campeonatos: medalla en los Juegos de París 2024, y en estos mundiales, éxitos en equipo y este oro en parejas con la superestrella Iris Tió. Las chinas Yanjun Lin y Yanhan Lin se recompusieron, como no podía ser de otra manera, para levantar una penalización en las preliminares que las había dejado en la sexta plaza. Era un lapsus, que corrigieron con un ejercicio brillante y eléctrico, fiel a esa disciplina que tantos éxitos les ha dado y durante tantos años, a la que unieron una rutina diferente, difícil y con una muy buena impresión artística. Aun así, no se salvaron de los nervios y la presión traducidos en pequeños fallos en sincronización. También ellas son humanas, a pesar de todo. La presión fue navegando por la piscina. Japón estiró piernas, impresión artística, fuerzas y dificultad hasta los 59 puntos. Y a Uta Kobayashi y Tomoka Sato les costó encontrar el tono, con dos señales amarillas de los jueces en dos series de ejercicios que minimizaron su nota, una de ellas donde habían hecho un error ya en la preliminar, y que las volvió a dejar en la misma posición, cuartas. Enrica Piccoli y Lucrezia Ruggiero defendían el oro europeo y activaron el modo fuerza y electricidad para elevarse sobre las aguas y sobre las chinas, en más de cuatro puntos, con su 'Hipnosis'. Y eso que en esta final tampoco ellas se salvaron de un error en sincronía. Pero sí triunfaron con la impresión artística (126.4500), lo que hoy en día marca la diferencia en los ejercicios de esta natación. Mayya Doroshko y Tatiana Gayday aumentaron también la dificultad, conscientes de que se jugaban el papel de una Rusia que regresaba a las competiciones aunque con bandera neutral. Necesitaban marcar territorio, defender lo que habían hecho con solidez y holgura durante tantos años, y para eso sumaron una impresión artística que no necesitaban antes. Pero sí ahora, con estas nuevas reglas en las que hasta Rusia padeció, penalizadas por algunos errores de sincronía, que las dejó lejos de Italia.