
Los señoritos de Montoro
Primero fue una policía patriótica, a manos del ministro Jorge Fernández Díaz y su Secretario de Estado, Francisco Martínez. El clima político lo colocaron después los mass media. Ahora sabemos que lo de Javier Negre y Vito Quiles lo financia una empresa vinculada con María José Álvarez Mezquiriz, propietaria de Eulen. No deja de ser curioso que la dueña de una de las licitadoras más importante de este país dedicada a la limpieza esté concernida en el fango que ensucia día sí día también sus instituciones políticas . Ahora nos hemos enterado, en forma de auto emitido por un valiente juez de Tarragona, que la 'Hacienda patriótica' de Cristóbal Montoro, otra gestapo constituida desde la Agencia Tributaria, amenazaba a periodistas con la paralela y traficaba con leyes a través de una consultora. La herida de Montoro es más profunda de lo que podemos imaginar. Es una fístula en el sistema económico y democrático de este país que nos devuelve a las viejas relaciones clientelares que surgieron del Plan de Estabilización Económica de 1959 redactado por Juan Sardá y Enrique Fuentes Quintana. Del gobierno de Rajoy, de momento, sólo se salvan algunos niños de Aznar. El exministro de Hacienda acaba de estropearle el congreso a Alberto Núñez Feijóo. O mafia o democracia. Pues resultó que iba a ser mafia. Dijo José Antonio Primo de Rivera que «el señorito es una degeneración del señor» . Pero luego hay clases. Los señoritos que mandaba Fraga, con perro perdiguero o hechura de banqueros pueblerinos, no eran ni son los señoritos que luego trajo Aznar. Aquéllos servían para poco y seguían funcionando dentro de un sistema franquista de pesas y medidas que la izquierda nunca llegó a desarticular. Aznar llegó a la villa y corte como uno más de aquellos aprendices a inspector de Hacienda desde los cuatro años. Pero Aznar no sólo se regeneró a sí mismo sino que refundó la derecha e inició por provincias una repesca de señoritos que manejaban el trinque como nadie, sabios en una cosa o diligentes en muchas. Algunos lo llamaron capitalismo de amiguetes. La mayoría de sus ministros, como con Rajoy, han pasado por la trena, pero quedan los Galán, los Catalá, los señoritas de Ferrovial, la limpiadora de Eulen y así, en este plan. Aznar orquestó una derecha granítica, con muchos registradores de la propiedad y alguna que otra mujer que venía de sacarse una oposición imposible. Mientras Feijóo sucumbe ante la Hacienda patriótica y muere estrangulado a manos de Marcial Dorado, Aznar vuelve a resurgir sin prisa y sin pausa. El viejo presidente ha colocado a Cayetana Álvarez de Toledo como una joven varona de la clase bien latinoché de Madrid, de ese Madrid D.F teorizado por Fernando Caballero que espera de la marquesa su salto a la presidencia, mientras Ayuso se quema. La otra derecha, la de Rajoy y la tropa gallega, caen ante el caso de corrupción más importante de la historia de la democracia , incluso por encima de Gürtel, Cayetana se vuelve en una verdadera derecha con la herencia de los Maura, los Cánovas y los propios Aznares. Con Cayetana y Espinosa de los Monteros, con estos mimbres de vieja derecha republicana, conservadora y aristocrática, quiere tejer Aznar la refundación aunque luego siga siendo él quien se escape del sistema (incluso de Montoro) y juegue a ser un fontanero de la Casa Blanca o de Marco Rubio, un suponer. A los señoritos de Alberto Núñez Feijóo, mejor educados que los del perro de caza, les ha salido el cacique que llevan dentro. Tellado, Sánchez Sierra, De la Mata, son los reclutas bien vestidos del Zara o los gerifaltes de antaño, que diría nuestro admirado Valle-Inclán, dispuestos a hacer una guerra imposible y perderla justo en su mejor momento. Durante los años de Rajoy, vimos cómo España volvía a ser de los de siempre , de aquella vieja casta que había convertido el BOE en su maná particular mientras estrangulaba con recortes sociales a toda la clase trabajadora. Estos señoritos funcionaban muy mal como legisladores pero conocían como nadie el Derecho Romano y el Derecho Mercantil. A uno le sorprende la capacidad que tiene Aznar para librarse de todos los marrones . Refundar la derecha es cooptar a los cuadros de Vox y convertirlos en cruzados de la causa. Va por libre y gana. En la Corte de los Leones hay más diputados de Aznar que de Feijóo, al que no se le quita la mala sombra de Marcial Dorado, de cuyos encuentros sólo recuerda que había "mucha nieve". Montoro ha abierto la Caja de Pandora. La mirada marxista, siempre certera para todo este merecumbé, nos ofrece la luz que alumbra este país de tahúres y trujamanes, coimas y colipoterras. El origen de casi todo esto es económico , como siempre, ay, y los chicos con muchos estudios han sucumbido a la avaricia cripto que se enseña y se ensaña en las redes sociales. He aquí una nueva aristocracia que se erige entre aquellos aventajados funcionarios de Hacienda que le rezan cada día a Cristóbal Montoro. Al final, acabarán siendo condecorados por la mano soñada, trémula e incorrupta de Franco como lo fueron sus abuelos, si es que algún día vuelven a gobernar. El pueblo intuye que la causa contra Montoro es una causa de señoritos y periodistas amenazados al borde del suicidio, pero también un sistema que nos habla de régimen y engañifa, de democracia y estafa. Lástima que en Podemos se encuentren tan desorientados . Enfadados con el mundo, parece ser que no saben lo que votan ni tampoco el tono en el que hablan. Por suerte, Gabriel Rufián, que enseñó sus poderes durante la cuestión de confianza encubierta del pasado 9 de julio, parece estar dispuesto a liderar una izquierda confederal y plurinacional a la izquierda de Pedro Sánchez. Ojo, Gabriel Rufián, pues ERC es otra cosa.