
La Casa San Agustín, el centro de Alicante que acoge a personas sin hogar: "La calle no les permite hablar ni ser escuchados"
El Centro de Acogida San Agustín de la ciudad de Alicante, impulsado por voluntarios y religiosas en pleno confinamiento, atiende actualmente a unas 80 personas al día. Su responsable de comunicación, Celia Conde, cuenta cómo ha cambiado y crecido la emergencia social en estos cinco años. En la Asociación Tabarca trabajan para brindar atención a las personas que viven en la calle, ofreciéndoles herramientas y apoyo que les permitan salir de esta situación y reintegrarse en la vida laboral y social. Con un enfoque centrado en la solidaridad y la inclusión, la misión es mejorar la calidad de vida de aquellos que atraviesan situaciones de precariedad, garantizando siempre que sus derechos sean respetados y que tengan acceso a los recursos necesarios para vivir con dignidad. En el peor momento de la pandemia, cuando el confinamiento dejó a millones de personas en casa, surgió en Alicante una iniciativa que hoy se ha convertido en refugio imprescindible para muchos. "Mientras todos nosotros estábamos encerrados, ellos no tenían una puerta que cerrar", recuerda Celia Conde, responsable de comunicación del centro de acogida San Agustín, en declaraciones a Mediodía COPE. El proyecto se gestó en 2020, con la cesión providencial del antiguo convento de unas religiosas lateranenses que no querían que el edificio quedara vacío. La iniciativa fue impulsada por Mar García, voluntaria y directora del centro, con una larga experiencia en Cáritas. Ella detectó en la calle un sufrimiento al que no se podía dar respuesta entre bocadillos y prisas. "Les pedí oraciones a las monjas para encontrar un sitio, y resultó que nos ofrecieron el suyo. Fue totalmente inesperado", relata Conde. Así nació La CASA, acrónimo de Centro de Acogida San Agustín. Actualmente, el centro acoge a unas 80 personas diarias, a quienes se les ofrece mucho más que alimento. "Les damos ropa, productos de higiene, asesoría legal y médica, y también talleres y actividades de autoestima. Pero, sobre todo, lo que queremos es acompañarlos y escucharlos", explica Celia. El equipo de voluntarios lo forman abogados, médicos, psicólogos y hasta artesanos que dedican su tiempo y formación a dignificar a quienes viven en la calle. "Muchos simplemente necesitan sentirse vistos. La calle no les permite hablar ni ser escuchados", añade la portavoz. La atención se inicia cuando la persona acude al centro con alguna documentación básica y, desde ese momento, empieza el acompañamiento. Cinco años después, la situación ha empeorado. "Cuando empezamos, el 60% tenía algún recurso, aunque fuera una habitación compartida. Ahora, más del 60% vive directamente en la calle", afirma Celia. La subida de los alquileres y la falta de recursos sociales han invertido completamente las cifras. En Alicante, se estima que hay al menos 400 personas sin hogar en alta vulnerabilidad. Además, el perfil ha variado: "Antes había más personas de edad media; ahora vemos muchos jóvenes, especialmente del Magreb, de 19 o 20 años, pero también españoles, ucranianos, cubanos o latinoamericanos", relata Conde. Todos comparten una historia de exclusión, muchas veces agravada por la falta de papeles o el desconocimiento del idioma y de los recursos disponibles.