
Sin ellos las fiestas navarras no serían lo mismo
Las fiestas navarras son un derroche de alegría, color y pasión que reflejan el alma de una tierra profundamente arraigada en su cultura y tradiciones. Cada celebración está impregnada de historia, identidad y un fuerte sentido de comunidad. Lo que hace únicas a estas fiestas no es solo su intensidad, sino el orgullo con el que se mantienen vivas las costumbres, los trajes típicos, los bailes, la música de txistus y gaitas, y la gastronomía que une a generaciones en torno a una mesa. Son días en los que Navarra vibra al ritmo de su legado, regalando al mundo una muestra auténtica de su esencia festiva y cultural. El grupo de Gaiteros de Elizondo es uno de los grandes tesoros culturales del Valle de Baztán, y un símbolo vivo de la tradición navarra. Con sus melodías acompañan cada celebración importante del pueblo, desde procesiones hasta fiestas populares, llenando las calles de un sonido que conecta pasado y presente. Íñigo Moreno, gaitero, cuenta en COPE Navarra que su momentico especial es "el vals a la salida de la misa junto con la banda". La gaita, un instrumento que llena las calles navarras y que "tiene algo en especial que no sé qué nos hace a todos que nos lleva a sentir cosas increíbles". El grupo de danzas Duguna es un referente imprescindible en la preservación y difusión del folklore navarro, especialmente en la capital. Fundado con el propósito de mantener vivas las danzas tradicionales, Duguna combina elegancia, fuerza y autenticidad en cada actuación, transmitiendo con cada paso el orgullo de una cultura rica y diversa. Sus integrantes, ataviados con trajes típicos y acompañados muchas veces por txistus y tamboriles, dan vida a coreografías que narran historias del pueblo navarro. Duguna es un puente entre generaciones, una escuela de identidad y una expresión viva del alma festiva de Navarra. Uno de sus integrantes, Ohian Urrizola, cuenta en COPE Navarra que "cuando estamos bailando en una plaza me sale esa sonrisilla de disfrutar y de orgullo, es bonito disfrutar y sentir que la gente también disfruta de lo que tu haces". A tan solo 25 minutos de Pamplona, en Artazu, Ainara Galdeano, de 40 años, ha logrado transformar una pasión festiva heredada en su proyecto de vida. Todo comenzó cuando creó su primer zaldiko para su hijo con motivo de las fiestas de San Fermín, y desde entonces no ha parado de investigar, probar materiales y dar forma a nuevas ideas. Aquella chispa inicial se convirtió en el origen de lo que hoy es AtipiKa, su propio taller artesanal especializado en cabezudos. Lo que empezó como un hobby hoy es el trabajo de Ainara, "empecé haciéndole un zaldiko a mi hijo para San Fermín y ha acabado siendo mi trabajo". En Navarra, las fiestas no son solo eventos puntuales, sino una parte esencial de la vida social y cultural. A lo largo del año, cada localidad espera con ganas sus fechas señaladas, en las que se mezclan la tradición, la participación vecinal y un ambiente festivo que lo inunda todo. Las calles se llenan de gente, suenan las bandas, aparecen los gigantes y cabezudos, y las plazas se convierten en espacios de encuentro donde se refuerzan los lazos entre vecinos. En muchas de estas celebraciones, el trabajo de asociaciones culturales, grupos de danzas, gaiteros o comparsas es fundamental para que todo siga teniendo sentido y continuidad. En definitiva, las fiestas navarras son una forma de mantener viva la identidad de cada comunidad, con un equilibrio entre el respeto a la tradición y la alegría del presente.