
La inteligencia artificial convierte la desinformación en un virus: ¿aliada o amenaza para el periodismo?
El fenómeno de la desinformación no es nuevo. “La mentira es tan vieja como el propio periodismo”, señalan los expertos. Pero con la irrupción de la Inteligencia Artificial y la fuerza de las redes sociales, los bulos han adquirido una velocidad y una potencia inéditas: se propagan como un virus digital. “La inteligencia artificial no es ciencia ficción, es una herramienta cotidiana”, explica la periodista Eloísa Santiago en el espacio semanal de COPE Euskadi dedicado a la desinformación. Y añade: “Tiene enormes beneficios, pero también alimenta la preocupación por su uso para manipular la información”. La IA es la capacidad de las máquinas para realizar tareas que, hasta ahora, solo podían hacer los humanos: aprender, razonar, planificar, crear. Gracias al aumento de la potencia informática y a la disponibilidad de grandes volúmenes de datos, su avance ha sido imparable en los últimos años. Deepfakes, voces clonadas y bulos que parecen reales La IA puede analizar datos, traducir textos, generar titulares e incluso redactar noticias. Pero también puede fabricar mentiras muy difíciles de detectar: deepfakes, audios falsos, imágenes generadas artificialmente y vídeos creados para engañar. “La inteligencia artificial no distingue entre lo verdadero y lo falso. Solo procesa información. Y si se usa mal, puede ser muy peligrosa”, advierte Santiago. Un ejemplo: un vídeo viral de un canguro esperando en la puerta de embarque con un billete en la mano. Era falso. Generado por IA. Tan logrado que engañó a miles de personas antes de ser desmentido. Los bulos no solo desinforman. También pueden desatar el caos. Durante episodios recientes de emergencia como la DANA en Valencia, las noticias falsas generaron pánico, rumores de evacuaciones inexistentes y entorpecieron la labor de los equipos de rescate. “Hemos tenido problemas graves de coordinación por culpa de fake news que hablaban de desbordamientos o rupturas de presas. Nada de eso era cierto”, denunció el jefe de bomberos de Valencia. Algunos medios ya experimentan con bots que presentan noticias o resultados deportivos. Pero, lejos de ser una amenaza, esto refuerza el papel del periodista como narrador, verificador y mediador de la verdad. “Más que nunca, tiene sentido nuestro trabajo. Las máquinas pueden automatizar, pero no pueden contar historias humanas”, defiende Eloísa Santiago. La clave está en el uso ético de la tecnología, en aplicar criterios de verificación y transparencia. Existen herramientas para detectar voces sintéticas, marcas de agua invisibles en imágenes falsas o audios manipulados. Y, aunque la IA sigue mejorando, también lo hacen las formas de combatir sus efectos nocivos. La inteligencia artificial ya está aquí y no va a desaparecer. Puede ser una herramienta valiosa o una amenaza, según cómo se utilice. En un mundo saturado de información y ruido, el periodismo riguroso, humano y verificado se vuelve más necesario que nunca. “Si algo parece demasiado increíble para ser cierto, probablemente no lo sea”, concluye Eloísa.