
El Príncipe George cumple 12 años y da el primer paso hacia el trono: la comparación con su padre, el Príncipe Guillermo
Este 22 de julio, el Príncipe George de Gales celebra su 12º cumpleaños en un ambiente familiar mucho más sereno que el del año anterior. Su madre, Kate Middleton , ha confirmado recientemente que su enfermedad está en remisión , lo que permite a los Príncipes de Gales y a sus tres hijos disfrutar de unas vacaciones lejos del foco mediático. La familia ha puesto rumbo a Grecia , según ha trascendido, con destino a la isla de Cefalonia, donde se embarcaron en un yate privado para recorrer el mar Jónico. Mientras el joven George sopla las velas en alta mar, su aniversario marca un punto de inflexión no solo en lo personal, sino también en lo institucional. Como ya ocurriera con su padre, el hijo mayor de Kate y Guillermo alcanza la edad a partir de la cual se empieza a aplicar una regla protocolaria no escrita pero profundamente simbólica: el primogénito del heredero al trono debe dejar de viajar en el mismo avión que su progenitor. Así lo explicó el expiloto real Graham Laurie en el pódcast 'A Right Royal', recordando cómo, a partir de los 12 años, el joven Guillermo empezó a volar por separado de sus padres. Esta medida tiene un objetivo claro: preservar la línea de sucesión en caso de accidente. No se trata de una norma estricta, y puede ser flexibilizada mediante autorización expresa del monarca, pero su aplicación habitual marca el inicio de una etapa de mayor conciencia institucional para quien está llamado, algún día, a ocupar el trono del Reino Unido. La coincidencia de edad entre Jorge y Guillermo en este momento de sus vidas invita inevitablemente a la comparación. Ambos alcanzaron los 12 años siendo los segundos en la línea de sucesión , aunque el entorno que los rodeaba era muy diferente. En 1994, Guillermo vivía de forma ya consciente las tensiones entre sus padres , el entonces Príncipe Carlos y la Princesa Diana, que se divorciarían dos años después. Su infancia estuvo marcada por un contexto emocional mucho más complejo que el de su hijo, quien ha crecido en una familia estable y cohesionada, donde sus padres han priorizado su bienestar personal incluso por encima de los compromisos oficiales, especialmente durante la enfermedad de la Princesa de Gales. «La situación de George es incomparablemente más equilibrada», apuntan desde fuentes cercanas a la familia. Mientras que Guillermo tuvo que sobrellevar la presión mediática durante los años más convulsos de los Windsor, George ha vivido una exposición pública mucho más controlada . Aun así, ambos comparten una formación cuidadosamente diseñada para moldearlos como futuros monarcas: privilegiada, rigurosa y cargada de simbolismo. De hecho, se espera que George, como su padre, continúe sus estudios en el elitista Eton College , aunque por el momento no hay confirmación oficial por parte del Palacio de Kensington. De momento, sigue cursando su educación en el Lambrook School, donde se le ha inculcado la importancia del equilibrio emocional, la fortaleza mental y el sentido del deber. El rol del Príncipe George en el futuro de la monarquía británica es cada vez más evidente. En palabras de la experta en protocolo y etiqueta María José Gómez Verdú, «desde el prisma del protocolo y la proyección institucional, la figura del príncipe George representa una de las apuestas más significativas de la monarquía británica para sostener su legitimidad a largo plazo». Así lo expresó en declaraciones a 'El Español'. A sus 12 años, George ya ha demostrado que entiende la responsabilidad que implica ser el primogénito de los Príncipes de Gales. Se le ve en actos oficiales atento, comedido, siempre midiendo sus gestos. Hace solo unas semanas, durante un desfile, supo mantener la compostura pese a las bromas de su hermano menor, Louis. Un detalle que no pasó desapercibido para Gómez Verdú: «Cada aparición pública de George está cuidadosamente medida, no solo para proteger su infancia, sino también para enviar un mensaje estratégico: la continuidad está asegurada». La diferencia entre George y sus hermanos, Charlotte y Louis, empieza a acentuarse también en estos contextos. La experta lo resume con claridad: «En comparación con sus hermanos, especialmente el Príncipe Louis, más espontáneo y emocional en actos públicos, George representa ya una versión temprana del 'control regio' . Esto no es casual», apunta, atribuyéndolo a una formación protocolaria específica «que busca fomentar en él la sobriedad, la compostura y el sentido del deber». El peso simbólico que ya recae sobre los hombros del joven príncipe es considerable. La Casa Real británica ha encontrado en él una figura renovada que representa el equilibrio entre tradición y modernidad , continuidad y evolución. «En un contexto donde la monarquía ha enfrentado crisis de imagen, escándalos familiares y el escrutinio permanente de los medios, George aparece como un rostro fresco, controlado y sereno», añade Gómez Verdú. Esta diferencia con su padre también se manifiesta en la forma de afrontar los compromisos públicos. Mientras que Guillermo, de joven, mostraba una timidez más marcada y cierta reticencia al foco mediático, George parece haber integrado con naturalidad su rol institucional. Eso sí, siempre bajo el amparo de unos padres que intentan preservar su infancia. Como recuerda la propia experta, «el protocolo en este caso no es un conjunto frío de normas, sino una herramienta de pedagogía institucional», con la que se le enseña no solo cómo debe actuar, sino «qué representa». A pesar de que su destino esté ya trazado, Jorge ha disfrutado de una infancia más normalizada de lo que muchos podrían imaginar. Sin los sobresaltos ni la exposición constante que marcó la juventud de su padre, el joven príncipe ha podido crecer en un ambiente que combina estructura y afecto, disciplina y juego, protocolo y espontaneidad. Solo un episodio ha alterado esa armonía: la enfermedad de su madre, que ha sido manejada con discreción y priorizando el tiempo en familia. Ahora, con 12 años, comienza una nueva etapa en la vida del futuro rey. Una etapa que no solo marcará su formación académica y su papel institucional, sino que consolidará su perfil como heredero de la corona británica.