
Álex Abrines, retirada a los 31 años: "No ha sido una decisión fácil pero sí meditada"
Decisión tomada. Alejandro Abrines Redondo llevaba tiempo rumiándolo y este martes 22 de Julio hacía oficial su anuncio: lo deja. No ha hecho falta llegar a final de mes como había apuntado en la presentación de su campus en Mallorca hace unos días. Abrines parecía tenerlo claro. El escolta mallorquín del FC Barcelona lo había compartido meses atrás con sus compañeros de vestuario en el Barça, por su cabeza pasaba la decisión de dejar el baloncesto, una decisión drástica y con pocos precedentes, dejar una carrera a los 31 años. Álex ya había dejado un vez el baloncesto cuando sufrió severos problemas de salud mental en su etapa en la NBA, en los Oklahoma City Thunder. Recuperó la motivación y dio el paso de volver a España para regresar al Barcelona en 2019. El 30 de Junio de 2021, Abrines renovaba su contrato por el Barcelona hasta 2026, le quedaba por lo tanto un año de contrato. El día en el que Abrines anunciaba su retirada del baloncesto a los 31 años, Ricky Rubio anuncia su vuelta al Joventut, donde todo empezó. De tal manera que el anuncio de la retirada del mallorquín quedó algo eclipsada a nivel nacional por el impacto del retorno de Rubio, quien como Abrines, ha compartido públicamente los procesos de salud mental que ha sufrido. Unos días después de la emisión de una entrevista en la que Rubio hablaba de su proceso y cuando casi todos aventuraban una retirada, sorprendía a no pocos al confirmar que sigue jugando, una excelente noticia para el baloncesto y para la ACB, por supuesto para el histórico Joventut, club al que le debe tanto y con el que no siempre hubo buen entendimiento cuando se produjo su salida al Barcelona. El tiempo puede curar heridas, pero lo que cura heridas de verdad son los actos, será recibido como un hijo pródigo. Rubio se ha criado allí y allí ha querido cerrar el círculo. Cuánto dura esta etapa ya se verá. Es algo que corresponde al protagonista y a su rendimiento. Como en el caso de Abrines. No hay nadie en el deporte y entre quienes seguimos el deporte, que esperáramos la retirada de un deportista profesional a los 31 años. Es una edad en el deporte de hoy en día de plenitud. De plenitud de rendimiento y madurez. Son muchos jugadores los que alcanzan su mejor juego al llegar a la treintena, si son lo suficientemente inteligentes como aprender y mejorar en cada año de su carrera. En la treintena un jugador puede empezar a perder algunas condiciones atléticas pero suele ser mejor jugador, sabe interpretar mejor los partidos, ha desarrollado una gran intuición, conoce el sentimiento de equipo, es más responsable en defender la camiseta que lleva. Quizá no tenga la pujanza de su primeros diez años pero es más sabio. Sin embargo, hay un componente fundamental sin el que nada de esto tiene importancia: la pasión por el juego. Cuando se pierde esa pasión por el juego da igual lo que hayas aprendido, si alguien no se ve haciendo algo es muy difícil que sea feliz. La motivación, la cabeza, lo es todo en el deporte profesional y para desarrollar cualquier otra profesión u oficio en la vida. Abrines fue el segundo balear en jugar en la NBA, hizo historia tras abrir camino Rudy Fernández. Pues si ánimo de comparar, porque cada persona es diferente, ambos son los polos opuestos. Abrines se marcha pronto y en plenitud física, mientras Rudy se tuvo que marchar a su pesar, por una simple cuestión biológica. En Tenerife juega Marcelinho Huertas a los 42 años, otro mallorquín, Pedro Llompart, hoy secretario técnico del Zaragoza, también jugó mientras pudo, alargó su carrera hasta los 40 años, pero también en estos casos se apreciaba y se aprecia la pasión, basta ver jugar a Huertas. Por alguna razón, Abrines la ha perdido. Es su decisión, es su carrera, es su vida. El baloncesto pierde un fino jugador, un gran tirador, con sentido de equipo y un jugador que ha mejorado sus conceptos defensivos. Se pierde un buen jugador pero se gana seguramente una persona más en paz, pues esa es su decisión. Nostalgia balear.- No podemos evitar una sensación de nostalgia en el baloncesto balear, que en muy poco tiempo ha perdido a dos referentes, dos puntas de lanza, dos espejos en los que mirarse, Rudy y Álex, y que pronto perderá a un tercero, Sergi Llull, por simple ley de vida aunque el menorquín sigue otro año en el Real Madrid. Y como pasa con la retirada de Nadal, un desierto asoma ahora mismo en el baloncesto balear, que tiene jugadores en la élite como Joan Sastre o Sergi García, pero ha perdido a jugadores top. Ya no hay presencia balear en la selección de España, y es algo a lo que no estamos acostumbrados. Porque nos habíamos acostumbrado a esos referentes con la camiseta de España, en la ACB o en la NBA. Nos parecía normal, y hoy vemos lo difícil que es que aparezcan talentos tan grandes en un territorio tan pequeño como Balears. Abrines anunciaba en su carta de retirada su intención de seguir cerca del baloncesto, ya veremos en qué rol, si da un paso al lado en su carrera como jugador para estar con la familia no es probable que sea en algún reto profesional, quién sabe si ayudando en la base, en esa base en la que se formó en La Salle de Palma, quién sabe. Y quién sabe si dentro de un tiempo, teniendo en cuenta su juventud, Abrines aún se anima a un último baile. El mallorquín se marcha con tres ligas ACB con el Barcelona, un bronce olímpico con España y tres años en la NBA. Una gran carrera, podría haber sido mejor asume el propio Álex, las expectativas eran muy altas cuando irrumpió con fuerza en el baloncesto español, pero habiendo sido mejor, ya querrían muchos jugadores ganar todo lo que ha ganado el mallorquín. Ocurre que no parezca que eso ahora miso le importe al propio Abrines, su cabeza está en otro sitio. Que sea lo mejor.