Los protagonistas de Múnich

Los protagonistas de Múnich

El IAA Mobility, también conocido como Salón del Automóvil de Múnich, inauguró el pasado lunes 8 de septiembre una nueva edición que sirve de escaparate internacional para las marcas europeas y asiáticas y que es aprovechada por todas para presentar sus nuevos productos, más tecnológicos y encaminados a impulsar una movilidad sostenible. Con más de 100 años de historia, aunque su formato actual data de 2021, el IAA Mobility de Munich busca consolidar en esta edición su papel como plataforma integral de movilidad, abordando una amplia gama de temas relacionados con el sector, desde tecnologías de vanguardia para vehículos y soluciones de infraestructura hasta desarrollos de software y nuevas tendencias de movilidad. Este año, los organizadores han dicho que más del 55% de los expositores son de fuera de Alemania, con participantes de hasta 110 países distintos. En total, cuentan con la presencia de más de 750 empresas del sector y esperan unas 500.000 personas entre visitantes, con una fuerte presencia de las firmas asiáticas, que buscan irrumpir con fuerza en el mercado europeo. Esta edición, que se extenderá hasta mañana domingo 14 tiene el objetivo de presentar «la nueva era» de la movilidad, basada en la sostenibilidad y la innovación tecnológica de las novedades presentadas.

«La hostelería debe contar con los productos DOP de nuestra provincia»

«La hostelería debe contar con los productos DOP de nuestra provincia»

La Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó es un tesoro de la provincia, que ha conquistado paladares nacionales e internacionales.Este fruto será la estrella en los menús de las próximas jornadas de «Menjars de la Terra». Hablamos con José Enrique Sánchez García, presidente del Consejo Regulador de la DOP Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó, organismo encargado de mantener la excelencia de este producto.

Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el gran trabajo que estás realizando»

Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el gran trabajo que estás realizando»

Miguel Tellado, secretario general del PP de Alberto Núñez Feijóo, ha ofrecido este viernes un total espaldarazo a Carlos Mazón, con quien se ha desecho en elogios en el turno de intervenciones de la cena de inicio del curso político del PP valenciano, que ha contado con un lleno multitudinario: «Quiero darte las gracias por … Continuar leyendo "Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el gran trabajo que estás realizando»"

Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el trabajo que estás realizando»

Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el trabajo que estás realizando»

Miguel Tellado, secretario general del PP de Alberto Núñez Feijóo, ha ofrecido este viernes un total espaldarazo a Carlos Mazón, con quien se ha desecho en elogios en el turno de intervenciones de la cena de inicio del curso político del PP valenciano, que ha contado con un lleno multitudinario. Tellado ha elogiado que el … Continuar leyendo "Respaldo total de Tellado a Mazón: «Quiero darte las gracias por el trabajo que estás realizando»"

La respuesta que dio el Gran Duque de Alba a Felipe II cuando este le pidió que fuera a conquistar Portugal: dejó al monarca sin palabras

La respuesta que dio el Gran Duque de Alba a Felipe II cuando este le pidió que fuera a conquistar Portugal: dejó al monarca sin palabras

Hubo un tiempo en el que la Península Ibérica aparcó su tradición de taifas para unirse en un reino. Ese tiempo fueron los sesenta años que transcurrieron entre 1580 y 1640. El responsable: Felipe II. Aunque esa gloria la tiene compartida con dos de los mejores nobles y militares que ha tenido la Historia de España: don Fernando Álvarez de Toledo, el Gran Duque de Alba, y el almirante don Álvaro de Bazán y Guzmán, apodado "el invencible". No obstante, nada de eso hubiera ocurrido, si Sebastián I de Portugal no hubiera cometido el error de echarse al mar el 24 de junio de 1578. Dice el sabio refranero español aquello de "en martes ni te cases ni te embarques". Por algo será. No sabemos si Felipe II intentaría convencer con algún argumento similar –ya desesperado– a su joven sobrino Sebastián que, tras la muerte de su abuelo Juan III en 1557, se había convertido en el soberano del país luso. Sea verdad o no eso que dice el refrán, lo cierto es que, aquel día 24 de junio de 1578, fue martes y el rey Sebastián se subió a un barco en Belén con destino a la costa africana. Ese viaje, que estuvo motivado por la ambición del joven monarca, fue su perdición. Desde que en el año 1471 Portugal tomara Tánger, los monarcas vecinos habían tenido mucho interés en África. Un día cualquiera del reinado de Sebastián llegó a la Corte lusa desde el sultanato Saadí –lo que hoy conocemos como Marruecos– Muley Áhmed. Este joven pedía auxilio al portugués porque su tío, el sultán Abd al-Málik se había apoderado del trono de forma ilegítima. El monarca luso, muy interesado como estaba en conservar la posición de su país en esa zona contra los emires pertenecientes a la dinastía Saadí, accedió a acudir en su ayuda y para ello organizó una gran flota de más de 800 barcos que transportarían a 20.000 soldados. Felipe II intentó, como decíamos, persuadirle para que se olvidase de la expansión territorial de Portugal en la costa norte africana. Sin embargo, Sebastián creía que su tío estaba celoso de él y, haciendo oídos sordos, fue directo a Alcazarquivir para combatir en la batalla de los Tres Reyes en la que encontraría la muerte y en la que cayó prisionera la mayoría de la nobleza lusa, cuyo rescate acabó con el Tesoro de Portugal. Sebastián murió el 4 de agosto de 1578, a los 24 años, sin antes haber dejado un descendiente o un heredero designado que, en caso de faltar él, asumiera la Corona. Sin hijos ni hermanos, quedaba tan solo la opción de mirar en la generación anterior. De sus once tíos directos, diez habían muerto. ¡Quedaba uno vivo! Ese sería, sin duda, el rey de Portugal. Pero su elección no fue más que una forma de posponer el problema unos meses. Enrique era el octavo hijo que había tenido Manuel I con María de Aragón y, en efecto, se convirtió en Enrique I, aunque no le duró mucho el nombre. A sus 66 años, Enrique era ya todo un anciano.   Su reinado duró un año y 157 días. En condiciones normales no hubiera pasado nada, hubieran heredado sus hijos y listo. Pero la cosa no era tan fácil. Enrique era apodado con razón "el Cardenal" y, como hombre de Iglesia que era, no había tenido descendencia por lo que a su muerte el 31 de enero de 1580 –es curioso que nació y murió el mismo día– regresó el problema sucesorio. Portugal estaba sin candidatos. Nadie quedaba vivo en la primera línea que pudiera reclamar el Trono luso por lo que habría que acudir a la segunda. ¿Quién era el descendiente más cercano a Manuel I "el Afortunado"? Pista: su nombre empezaba por Felipe y terminaba en segundo. Desaparecidos todos los hijos de Manuel I y la descendencia de Juan III, había que pasar a los herederos de la segunda hija de Manuel, Isabel de Portugal. Isabel se había casado con su primo hermano, Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Eso convertía a Felipe II en el descendiente vivo más cercano a Manuel de Portugal, o lo que es lo mismo, en la persona con mejores derechos o credenciales para reclamar la Corona lusa. Pese a que todo parecía resuelto, su primo Antonio, el prior de Crato (hijo ilegítimo del infante Luis de Portugal), apoyado por el pueblo llano, que veía en Felipe un candidato peligroso para la independencia portuguesa, se proclamó rey con el nombre de Antonio I. El hijo de Carlos I y V e Isabel de Portugal, por su parte, no solo tenía mejores motivos por ser hijo legítimo de la emperatriz portuguesa –que, a falta de Juan III, se convertía en la primogénita–, sino que, además, tenía el respaldo de la nobleza y el alto clero. Sin esperarlo iba a estallar la Guerra de Sucesión portuguesa. Felipe II no tardó en hacer valer sus derechos frente al prior de Crato. Con el respaldo de gran parte de la nobleza lusa y el apoyo militar de España, envió a su mejor hombre, el Gran Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo, para poner orden en el reino vecino. Sumar al Gran Duque de Alba a sus filas, no obstante, le costó una visita a la cárcel de Uceda. Álvarez de Toledo era el mejor general que hubiera conocido España –a la altura de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán–, pero la tensa relación que tenía con el Rey por el comportamiento de su hijo Fadrique le había costado su libertad. El Gran Duque de Alba tenía entonces setenta y dos años, pero mantenía intacta su popularidad y su fama de buen general. Al escuchar la petición del monarca prudente, que le encomendaba nada menos que la misión de conquistar Portugal, respondió con las siguientes palabras: "sois el único monarca de la tierra que sacáis de la prisión a un general para daros otra corona". Unas palabras que, sin duda, dejarían a Felipe II asombrado y sin saber qué responder exactamente. La oportunidad llegó pronto: el 25 de agosto de 1580, en la batalla de Alcántara, las tropas de Alba derrotaron sin dificultad a Antonio I y a sus seguidores, sellando en tierra firme la suerte del conflicto. El prior de Crato tuvo que huir hacia las Azores, desde donde intentó mantener viva su causa con ayuda francesa e inglesa, aunque sin gran éxito. La resistencia duró apenas tres años más. En 1582, la armada de Álvaro de Bazán se impuso en la decisiva batalla naval de la Isla Terceira, y al año siguiente el propio Bazán culminó la conquista de las Azores, acabando definitivamente con la pretensión de Antonio. De este modo, Felipe II fue reconocido como rey de Portugal el 12 de septiembre de 1580, iniciando el período conocido como la Unión Ibérica, que reuniría bajo una misma corona —aunque con instituciones separadas— a España (que entonces estaba compuesta por Castilla, Aragón, Navarra, Granada y las Américas o Indias) y Portugal (que tenía un vasto imperio en toda la costa africana y en la franja sudasiática). Fue este un logro diplomático y militar que convirtió a Felipe II en el monarca más poderoso de su tiempo, dueño de un imperio "donde nunca se ponía el sol".