
Narcogasolineras flotantes: el último invento de las mafias de la droga para suministrar las operaciones en alta mar
La Guardia Civil destapa una organización que convirtió embarcaciones de recreo en "bombas de relojería" que movían hasta 2.200 litros de gasolina por las calles de Cádiz Objetivo narcolanchas: la Fiscalía de Cádiz busca endurecer las penas para acabar con la impunidad de las mafias Aparentemente eran barcas para pescar por la bahía de Cádiz. Solían llevar a bordo dos cañas, aparejos y unas neveritas para aparentar ante cualquier control casual. Pero el fondo de esa embarcación de recreo, con depósitos de hasta 400 litros de combustible, ocultaban más de 2.000 litros de gasolina. “Era una bomba de relojería”, explica gráficamente uno de los guardias civiles. Fue, precisamente, repostando cantidades inusuales como descubrieron esta actividad delictiva, otra vuelta de tuerca de las mafias para abastecer a las narcolanchas. Hay cuatro detenidos en la que la Guardia Civil ha llamado ‘Operación Flotante’, un duro golpe para las redes de narcotráfico de la provincia, porque esta organización, además de gasolina, aportaba piezas de repuesto, reparaba en alta mar y transportaba tripulantes. La investigación, presentada este martes por la Guardia Civil, se inició hace más de un año. A los agentes de la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal y de Fronteras (UDAIFF) les llamó la atención el movimiento de un jeep que remolcaba una embarcación, que salía de una nave del recinto exterior de la Zona Franca de Cádiz, que realizaba pagos de hasta 3.000 euros en una gasolinera “low cost” al otro lado de la ciudad y acababa zarpando desde Puerto América, el puerto deportivo de la capital gaditana. A simple vista, era un barco más. Pero algo no cuadraba. El depósito original de esa embarcación tiene capacidad para unos 400 litros. Aun así, los agentes contaron hasta 2.200 litros de gasolina cargados en un solo repostaje, que introducían por el depósito normal y otro por el depósito de agua dulce. Era una bomba sobre ruedas. “En una de las fotos que tenemos se llegaba a ver a uno de ellos fumando encima. Era un peligro evidente”, ha contado OIga García, la portavoz de la Guardia Civil. Los agentes de la UDAIFF le siguieron la pista durante meses, hasta que el lunes de la semana pasada interceptaron el jeep y la embarcación. Lo que encontraron no era solo un fondo trucado. Era una narcogasolinera flotante perfectamente montada para avituallar a narcolanchas en alta mar, con la capacidad logística de un pequeño astillero clandestino y la discreción de una empresa familiar. Ahora, cuatro personas han sido detenidas y enviadas a prisión provisional, pero los investigadores creen que hay más implicados: desde cooperadores necesarios hasta posibles blanqueadores de beneficios. “No eran lujosos, eran prudentes” “Tenían dos embarcaciones recreativas aparentemente normales. Pero al abrir uno de los asientos, descubrimos un doble fondo bajo el asiento del piloto, con un sistema hidráulico que dejaba diáfano todo el casco”. La nave en la Zona Franca era, en palabras de los investigadores, “un astillero”. Allí, con herramientas, piezas y grúas portátiles manipuladas, transformaban embarcaciones para convertirlas en estaciones de servicio móviles, talleres de emergencia y naves fantasma. Todo sin levantar sospechas en tierra firme. “Las modificaban con sistemas para cargar motores de más de 350 caballos en plena mar, sin necesidad de volver a puerto”, explican. Ese tipo de embarcaciones suelen moverse con motos de 100 o 150 caballos. Durante los meses previos a la intervención, la organización habría repostado más de 37.000 litros en distintas operaciones, con un beneficio estimado superior a los 600.000 euros. En total, la investigación ha determinado que solo con la compraventa de combutstible podrían haber ganado un millón de euros. La cantidad era tal que la línea de flotación del barco bajaba visiblemente por el peso. Era el detalle que faltaba para empezar a demostrar que algo no encajaba. Porque, como resumen los agentes, “da igual lo que creas saber, lo que importa es lo que puedes demostrar ante un juez”. Y lo demostraron: los cuatro miembros han ingresado en prisión provisional sin fianza. Los detenidos, todos varones, tienen entre 35 y 55 años. Uno de ellos, el piloto de una de las embarcaciones, ya tenía antecedentes por contrabando. El resto, aunque sin condenas previas por narcotráfico, estaban “en el mundillo”. De hecho, uno de ellos era el hijo de piloto. Vivían en Los Barrios, La Línea, y El Puerto de Santa María. Llevaban una vida discreta, pagaban en efectivo, usaban coches sin distintivos y, en una moto que tenían como apoyo logístico, llegaron a cubrir las pegatinas con publicidad falsa de comida rápida. Aparentaban ser vendedores de Glovo, pero no repartían hamburguesas, sino enseres básicos para los narcos. “No eran lujosos, eran prudentes. Pero sí se notaba que estaban ganando dinero”, relatan los investigadores. La clave de su negocio era mantenerse en la sombra, evitar los controles en los puertos deportivos y operar desde zonas menos vigiladas del litoral gaditano. Lo hacían en zonas de marismas, caños y canales donde la vigilancia es más difícil. “Sabían que aquí el control es fuerte, así que operaban justo fuera del radar”, explican. Una red profesionalizada La Guardia Civil destaca que es la primera vez que detectan una estructura de este nivel dedicada exclusivamente al suministro de gasolina y apoyo logístico a narcolanchas. “Normalmente vemos lanchas más pequeñas, sin tanta infraestructura. Aquí se han sofisticado”, resume un agente. Y no solo suministraban combustible. También hacían reparaciones en alta mar, llevaban repuestos, cambiaban bujías, válvulas, hélices o incluso tripulaciones enteras. “No tenían que volver a tierra para nada. Podían mantener la operativa de las narcolanchas sin parar”, añaden. Disponían de material suficiente para asistir técnicamente a varias embarcaciones, y lo hacían desde una nave sin vigilancia exterior, donde incluso una de las embarcaciones contaba con videovigilancia 24 horas conectada al móvil de uno de los implicados. La Guardia Civil ha puesto el foco también en la estación de servicio donde se realizaban los grandes repostajes. Aunque la ley obliga a los responsables a notificar cargas sospechosas de combustible, no siempre se produce esa colaboración. “La normativa está clara, pero no todos lo comunican. En este caso, la vigilancia fue nuestra”, señalan. En principio, los agentes no creen que los dueños de la gasolinera, aunque se beneficiaran, estuvieran metidos en el negocio. La operación se cierra, por ahora, con la incautación de dos embarcaciones, tres vehículos, una motocicleta, sistemas de navegación, bidones, herramientas, material electrónico y grúas adaptadas. Pero los agentes no descartan nuevas detenciones. “No hace falta que te pillen con las manos en la masa. El Código Penal recoge también a los cooperadores, a los que se lucran, a los que blanquean”, advierten. Lo más llamativo, reconocen los investigadores, ha sido la profesionalización de la red. “Esta organización ha subido un nivel. Aquí, en Cádiz, no habíamos visto nunca algo así”, reconoce uno de los guardias. El suyo no era un trabajo de fuerza, sino de constancia. “Tú sabes que algo pasa, pero necesitas pruebas, planos, análisis técnicos… Esto no se resuelve en dos días”, repiten. Gracias a ese seguimiento largo, paciente y meticuloso, han conseguido frenar una estructura logística sin precedentes en el tráfico de drogas por mar. Una gasolinera flotante que se movía entre los astilleros, las marismas y los caños, y que hoy ya no navega. Entre el material requisado había ropa usada y manchada que se dejaron algunos de los tripulantes que transportaron, como una camiseta con una caricatura de Pablo Escobar y el lema “Jefe, Mr Escobar”. El día que fueron detenidos no había cañas de pescar a bordo para disimular.